Comentarios al artículo “Relatos” (30/03/2018), de Patxi Zabaleta, publicado por Nabarralde

(Texto publicado inicialmente el 31-Marzo-2018)


Comentarios al artículo “Relatos” (30/03/2018), de Patxi Zabaleta, publicado por Nabarralde


Según “aprendemos” en este artículo, “La pretensión de imponer dogmáticamente un solo relato, es decir: una sola visión de la historia, como verdad oficial y obligatoria, es el reflejo de una ideología antidemocrática que ha imperado por aquí y que desgraciadamente aún perdura. [...] Cuando se trata de imponer una sola verdad, que cierre el paso a la diversidad de opiniones y de valoraciones, se incurre en el historicismo determinista, que es antidemocrático.”


Es decir que, según estas afirmaciones, el problema que hemos tenido “por aquí y que desgraciadamente aún perdura”, no es ni siquiera la imposición efectiva de un solo relato – que es lo que realmente se ha impuesto durante generaciones y desde la más tierna infancia – sino la pretensión de hacerlo: “la pretensión de imponer dogmáticamente un solo relato”, según se dice; un relato que por otra parte, y según queda implícito, no sería necesariamente falso.


Así pues, y según se desprende, si simplemente se hubiera permitido, o se permitiera ahora, exponer “otras visiones de la historia” y otras verdades, en vez de “imponer una sola verdad” (porque al parecer el principio de no-contradicción no tiene aplicación aquí, y hay varias verdades que pueden ser perfectamente contradictorias entre sí mientras permanecen todas ellas verdaderas), entonces sí se darían las condiciones requeridas de “democracia”; no teniendo la ocupación militar franco-española de nuestro País, mantenida durante siglos mediante incontables crímenes, nada que ver con “la democracia”, según parece...


Esta sarta de lamentables y deleznables proposiciones, que constituyen una completa falsificación de la verdadera realidad ocurrida en nuestro País, y que presentan en cambio lo sucedido y lo camuflan como un “error” al que se habría llegado a través un misterioso, inofensivo y aséptico “historicismo determinista”, es el resultado de cuarenta años de colaboración con la “democracia española de la transición”; colaboración que los responsables y agentes implicados en esa traición siguen empeñados en no reconocer.


Pero ocurre que el Nacionalismo imperialista y el fascismo no son simplemente “una PRETENSIÓN de imponer dogmáticamente un solo relato”, según se afirma en el artículo; no son “una sensibilidad, o ideas y aspiraciones diferentes, todas legítimas”, como también son descritos otras veces. Son UNA REALIDAD que consiste en la negación de los Pueblos y muy especialmente del Pueblo Vasco y de su Estado: el Reino de Nabarra, y de su inherente e imprescriptible derecho internacional de independencia, libre disposición o autodeterminación. Una realidad que está fundada mediante violencia y Terrorismo de guerra y de Estado, y represión permanente de todas las libertades fundamentales; mediante crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad, y que por tanto no tiene nada de legítimo ni de respetable.


La subsecuente “imposición dogmática de un solo relato” que niega y falsifica esta realidad (o sea: que niega la realidad del Pueblo agredido y sometido mediante secular y criminal violencia imperialista, originaria y eminente, la cual es la condición y causa primera de toda violencia internacional), no se ha producido como resultado de un error que podría haberse evitado, ni es el simple “reflejo de una ideología antidemocrática que ha imperado por aquí y que desgraciadamente aún perdura”, fatalmente impulsada por simple “historicismo determinista”. Dicha imposición es, muy al contrario, el necesario e inevitable MEDIO para conseguir el CRIMINAL FIN constantemente perseguido y nunca abandonado, a saber: la ocultación de la agresión y liquidación del Pueblo Vasco, que es el objetivo del imperialismo franco-español.


Es por ello que el “historicismo determinista” de los nazis no sirvió para que sus jefes evitaran que el Tribunal Penal reunido en Nüremberg los condenara en 1946 como criminales de guerra. ¡En cambio aquí, ese supuesto “historicismo determinista” se nos presenta como si fuera un inocente “error académico”, y no la coartada tras la que se esconden crímenes imprescriptibles contra el Pueblo Vasco!


Francamente, y a jugar por señaladas colaboraciones a las que últimamente está prestando su tribuna (que como en este artículo tienen generalmente como objetivo fundamental la falsificación del derecho internacional de autodeterminación, substituido por un pretendido “derecho a decidir”), cada vez me cuesta más ver un papel progresivo en “el análisis concreto de la realidad concreta” que se difunde bajo la cobertura de Nabarralde...

 

Luis María Martínez Garate: Las opiniones que aparecen con firma en la página web de Nabarralde son expresión de su pensamiento. Y nada más. Y tampoco nada menos. Nabarralde sirve de vehículo para su expresión por considerarlas de interés. Sería importante un artículo de Felipe Campo Remírezen relación con este asunto. Pienso que no se trata sólo de criticar negativamente sino de construir una vía positiva para nuestra emancipación.

 

Felipe Campo Remírez: Pues da la casualidad de que esos artículos (y las ideas en ellos transmitidas), los cuales Nabarralde al parecer considera “de interés”, son incompatibles para el interés “de nuestra emancipación”, como me veo obligado a exponer; cosa que Nabarralde debería tener claro sin necesidad de incurrir, “a estas alturas”, en la frivolidad (por decirlo suavemente) de difundir tales errores y de forzar la correspondiente tarea de ponerlos en evidencia. Declino tu/vuestra invitación de aparecer en vuestras páginas al lado de señalados representantes del social-imperialismo español y del colaboracionismo indígena, coincidentes todos ellos en la falsificación de los principios fundamentales de libertad e independencia de los Pueblos, y muy en particular del derecho internacional de autodeterminación de todos los Pueblos. Podría tomarla incluso como una ofensa; pero la tomo, no obstante, como una muestra más de frivolidad y falta de criterio. Créeme que lo lamento de verdad. ¡Ongi izan!

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