Reino de Nabarra del siglo XXI. Frente al “nuevo” discurso pseudo-nabarrista de los Renegados indígenas: Espíritu de la Defensa de Amaiur


Reino de Nabarra del siglo XXI. Frente al “nuevo” discurso pseudo-nabarrista de los Renegados indígenas: Espíritu de la Defensa de Amaiur


Felipe Campo


Con el título ‘Navarra del siglo XXI’, el Licenciado en Derecho Jesús María Macaya Floristán publicó el pasado día 24 de Junio de 2019 en un Diario local un artículo en el que, dejando a un lado la hojarasca habitual que corresponde a los “análisis” al uso, es decir: los realizados dentro de la concepción oficial de la política española, ya sea general o municipal (y por tanto dentro de sus trucados y delirantes parámetros que la presentan como “legítima, no-violenta y democrática”; mecanismos éstos que ya han sido ampliamente expuestos en anteriores textos de esta misma página), su autor expresa la que parece ser – en la actualidad y “para tiempo”, según sus propias palabras – la quintaesencia del pensamiento político main stream’ de la pretendida clase política que constituye el establishment’ político en Nabarra. Este “establishment navarro” es al menos desde hace un siglo aliado y auxiliar local del Nacionalismo imperialista y fascista español contra el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra; un Nacionalismo imperialista español que es actualmente sostenido por la Unión sagrada entre el gran capital, la aristocracia terrateniente, la Iglesia oficial, la pequeña burguesía y los trabajadores españoles.

En líneas generales, y como mayor “novedad”, esta nueva concepción supone un abandono en la práctica, es decir: no formalmente declarado como tal (lo que permite que ese “abandono” pueda ser revertido si una nueva ocasión favorable lo permitiera), de la tesis “oficial” vigente hasta la fecha en la ideología de los sectores de ese establishment falsamente navarro.

Consistente éste en un conglomerado formado por Colonos o descendientes de Colonos metropolitanos españoles, y por Renegados indígenas que se uncieron al carro del criminal golpe clerical y fascista desatado por los Generales Sanjurjo-Mola-Franco el 18 de Julio de 1936, ese “establishment navarro” fascista ha estado manteniendo desde entonces una ideología auxiliar y subsidiaria del Nacionalismo imperialista franco-español al que esas clases se han integrado y sirven. Hasta tal punto llevaron esos elementos su identificación con la ideología del Imperialismo y el Fascismo clerical español, que el partido local – ‘Unión del pueblo navarro-Upn’ – que esas clases “navarras” fascistas crearon para perpetuarse con él en el poder, y para mantener su dominación de nuestro Pueblo y Estado, ha sido finalmente entregado al Partido Franquista en su versión tradicional: el Partido del Movimiento español/Alianza popular/Partido popular español, que lo ha fagocitarlo sin remedio.

(Sobre la problemática y personalidad de estos Renegados indígenas, véase el Capítulo XIX – ‘Agentes indígenas del Nacionalismo imperialista: Renegados y Traidores-Colaboracionistas / Indigenous Agents of the imperialistic Nationalism: Renegades-Traitors-Collaborationists’, de nuestro texto general: ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español / Euskal Herria and the Kingdom of Nabarre, or the Basque People and its State, against French-Spanish imperialism’.)

Dicha ideología imperialista española que esos agentes han establecido sobre Navarra: afirmada por ellos con un falso y trucado concepto de “foralidad” que es para ellos perfectamente compatible con ser una provincia española, y partiendo desde una pretendida “navarridad” consistente en un conjunto de falsos y ridículos tópicos, NIEGA Y DESTRUYE en realidad la auténtica personalidad nacional y estatal de nuestro Pueblo: el Pueblo Vasco y su Estado el Reino de Nabarra, y la afirma por el contrario como simple españolidad. Pues bien, según expresa el autor Macaya Floristán en su citado artículo, es preciso ir acostumbrándose a dejar de lado esa al parecer incuestionable y universal “españolidad” de Nabarra que durante ochenta y tres años, y sobre la base de horrendos crímenes, dichos sectores han estado manteniendo oficialmente a despecho de la realidad y bajo el amparo del criminal poder fascista español, para pasar a admitir como mal menor e inevitable una mezcolanza que niega la personalidad única de nuestro Pueblo.

Éstas son las afirmaciones de ese artículo que reflejan la posición del autor al respecto: “Hay que asumir que no existe una única Navarra (si es que alguna vez existió). La españolidad y el vasquismo la han invadido partiéndola en dos. [...] Tiene que enterarse [el actual partido del establishment “navarro” formado por Renegados indígenas y Colonos metropolitanos: auxiliares todos del Nacionalismo imperialista español] que Navarra no ha sido nunca una, ni en los tiempos más remotos: beamonteses, agramonteses, carlistas, liberales” etc. Claro que él no mantiene durante mucho tiempo su propia tesis separatista o divisionista de Nabarra, puesto que en el “Epílogo” de su exposición él mismo afirma que es preciso crear “una sociedad mayoritaria [que sea] capaz de asumir que las diferencias de la agreste Bardena y las feraces tierras riberas con las suaves praderas baztanesas y las majestuosas montañas pirenaicas, no obstaculizan la existencia de una Navarra única.” (Jesús María Macaya Floristán, ‘Navarra del siglo XXI’; artículo publicado en la prensa local, 24-Junio-2019.)

Así pues, felizmente restaurada por él mismo la unidad de Nabarra, vamos por partes con dos falsificaciones fundamentales que el autor desliza en su pieza, que no son cosa menor.

PRIMERA FALSIFICACIÓN: “INVASIÓN DEL REINO DE NABARRA POR EL VASQUISMO”.

Pecando sin duda de ingenuidad (y además gravemente, si se tiene en cuenta el material humano con el que estamos tratando), uno se pregunta qué honestidad intelectual puede quedar en los autores autóctonos que aún mantienen las “tesis” oficiales del Nacional-imperialismo colonialista español, y que siguen repitiendo lo de “la invasión del vasquismo” sobre el Reino de Nabarra. Una cosa es que, en su particular “Índice de Libros Prohibidos y Derogados” de la Inquisición española, ellos hayan metido también en él – y que por tanto no se dignen leer – a los actuales autores de referencia sobre el estado de la cuestión (a reserva de las eventuales puntualizaciones que sea preciso hacerles, por supuesto), como son los Olaizola y Urzainki, o los Esarte y Monteano, por citar sólo algunos de los actuales; y otra bien distinta es que desconozcan los datos básicos que sobre el Pueblo Vascón/Vasco atestigua la historiografía desde la Antigüedad. Hace falta estar completamente fundido, como efecto de haber sucumbido completamente a la propaganda del Nacionalismo imperialista español, para afirmar que el Reino de Nabarra: cuyo territorio es la cuna de los Vascones según atestiguaron los escritores desde la Antigüedad (que dieron cuenta de ellos y que los situaron tanto en el “ager Vasconum” como en el “saltus Vasconum” que integran todos los territorios de la Nabarra actual y la de siempre), ha sido “invadido por el vasquismo”.

Uno podría preguntarse con toda lógica qué honestidad moral y/o probidad intelectual tendría una persona que afirmara, por ejemplo, que Finlandia o Irlanda habían sido históricamente “partidas en dos” por la invasión de los movimientos Fennómano y Feniano; los cuales, sobre la base de la recuperación de las culturas autóctonas finesa e irlandesa, se oponían respectivamente a la situación de hecho impuesta por el imperialismo colonialista ruso y su rusificación del Gran Ducado de Finlandia, o al imperialismo colonialista inglés sobre la Isla Éire. Hablar de “invasión” del Reino de Nabarra por el vasquismo es una afirmación tan inconcebible y absurda como lo sería el afirmar la “invasión” del Reino de Escocia por los Pictos-Escotos, de la Confederación Helvética por los Helvetios, o la de Alemania por los Alamanes (alle Mannen = todos los Hombres, todas las Tribus Germánicas). En nuestro caso se trata de una completa majadería que, o bien es deliberada y activa falsificación consciente y malintencionada, construida sobre una culpable ignorancia o distorsión de la Historia; o es inconsciente y pasiva repetición de un engaño al que han sido sometidos sus pacientes por la propaganda y el lavado de cerebro impulsados por el auténtico invasor: el Nacional-imperialismo colonialista español y francés.

Dejando aparte las agresiones de los ejércitos musulmanes arábigo-bereberes de al-Ándalus en sus diferentes organizaciones políticas (Valiato Omeya de Córdoba, Emirato de Córdoba, Califato de Córdoba...), las únicas invasiones que a lo largo de la Historia ha padecido el Reino de Pamplona y su sucesor, el Reino de Nabarra, han sido las de los reinos Hispánicos: por separado o coaligados, y las de los Francos. La creación de nuestro Estado: el Reino de Pamplona al que en 1162 sucede el Reino Nabarra, ha llevado a la consolidación de la nueva denominación de sus habitantes como Nabarros; pero no hay oposición alguna entre Vascones/Vascos y Nabarros, no más que entre Lusitanos y Portugueses, o Helvéticos y Suizos, por poner sólo esos ejemplos y no cansar al lector con una enumeración innecesariamente prolongada.

Aymeric Picaud, un monje y peregrino Franco que pasó por nuestro País y que en el Libro V del Codex Calixtinus dejó una especie de “Guía del Peregrino” escrita en Latín hacia 1140, afirma:

“Navarros y Vascos tienen características semejantes en las comidas, el vestido y la lengua, pero los Vascos son de rostro más blanco que los Navarros. [...]. A Dios lo llaman ‘Urcia’; a la Madre de Dios, ‘Andrea Maria’; al pan, 'orgui'; al vino, 'ardum'; a la carne, ‘aragui’; al pescado, ‘araign’; a la casa, ‘echea’; al dueño de la casa, ‘iaona’; a la señora, ‘andrea’; a la iglesia, ‘elicera’; al sacerdote, ‘belaterra’ que significa bella tierra; al trigo, ‘gari’; al agua, ‘uric’; al rey, ‘ereguia’; y a Santiago, ‘iaona Domne Iacue’.

“Son un pueblo bárbaro, distinto de todos los demás en sus costumbres y naturaleza, colmado de maldades, [...], y enemigos frontales de nuestra nación gala. Por una miserable moneda, un Navarro o un Vasco liquida, como pueda, a un Franco. [...]. Después de la tierra de éstos, una vez pasados los Montes de Oca, hacia Burgos, sigue la tierra de los Hispanos, a saber, Castilla y Campos.” Etc. (Ahorramos al lector prolongar más el vómito de odio racista de aquel Franco contra nuestro Pueblo, que jamás invadió los territorios de los Francos ni causó estragos en ellos y en su pueblo, como ellos sí lo hicieron contra nuestros antepasados.) Así pues, “Son un pueblo [no dos] distinto de todos los demás”.

Como una primera aclaración a este texto, es preciso decir en primer lugar que, en la época en que ese códice fue escrito, la llamada “Tierra de Vascos” – a los que se refería el cronista – correspondía a los Territorios de los Eúskaros al Norte de los Pirineos. En el revelador libro publicado este año: “La lengua invisible”, y en el apartado “De ‘vascones’ a ‘navarros’” de su Capítulo I, su autor P. Monteano hace una pedagógica exposición de este asunto y narra cómo hasta la Edad Media “Los romanos, visigodos, francos y musulmanes hablaron hasta entonces de vascones. El nombre de ‘navarros’ aparece escrito por primera vez al norte de los Pirineos, en las crónicas de los reyes francos escritas en el siglo VIII. Con él se denomina, en general, a los vascones que habitan en la vertiente sur-occidental de la cordillera. Más concretamente, a los que viven en la llamada Navarra nuclear o Vieja Navarra: las cuencas de Pamplona y Aoiz-Lumbier, el corredor de la Sakana y Tierra Estella. [...] Siglos después comienzan a aparecer también en las crónicas castellanas, eso sí, con varias grafías: nabarros, nafarros, naparros. Y más tarde todavía, en el siglo XII, también los autores musulmanes se referirán al país de Nabara. [...]

“Respecto al significado de ‘navarros’, que substituye al de ‘vascones’, se han dado numerosas interpretaciones, casi siempre ligadas a su condición de campesinos. En algunos casos se les ha querido diferenciar de los ‘pamploneses’, junto a los cuales suelen aparecer mencionados en los documentos. Navarros sería la masa campesina – la inmensa mayoría de la población – y pamploneses, las élites dirigentes del reino. Pero ésta sólo puede ser una distinción redundante o socioeconómica, en ningún caso étnica y, menos aún, lingüística, como hemos visto. ‘Pamploneses’ y ‘navarros’ eran igualmente vascohablantes. [...] Efectivamente, como vamos a ver a continuación, la identificación lingüística de los navarros como vascohablantes va a estar clara a lo largo de los siglos centrales de la Edad Media.” Etc. (Peio J. Monteano Sorbet; ‘La lengua invisible – El euskera en la Corte y en la Ribera de Navarra en el siglo XV’; 2019.)

Cuando en 1492 Antonio de Nebrija publicó su Gramática, en la dedicatoria a la reina Isabel I de Castilla dice: “I cierto assí es que no sola mente los enemigos de nuestra fe que tienen la necessidad de saber el lenguaje castellano, mas los VIZCAINOS, NAVARROS, franceses, italianos, i todos los otros que tienen algún trato i conversación en españa i necessidad de nuestra lengua, si no vienen desde niños a la deprender por uso, podrán la más aina saber por esta mi obra.” (Antonio de Nebrija; de la dedicatoria de su ‘Grammatica Antonii Nebrissensis’ a la reina Isabel I de Castilla; 1492. Énfasis añadido.)

Así pues, ese autor reconoce abiertamente que el lenguaje hablado “en españa” (una designación meramente geográfica equivalente a la Hispania romana) era: tanto para los Vasco-Navarros que vivían en su propio Reino de Nabarra independiente, así como para los Vasco-Vizcainos (entre los que en aquellos momentos se incluía al resto de Vascos cuyos territorios ya habían sido para entonces violentamente desgajados de su Reino), tan extranjero como lo era para los Franceses e Italianos, hasta el punto de necesitar su Gramática para aprenderlo de adultos. (En realidad lo es mucho más, puesto que el Euskara no sólo no es un idioma latino sino que ni siquiera es indo-europeo.) Porque, aunque el autor de dicha Gramática no lo menciona, de lo que no cabe duda es de que “vizcainos y navarros” eran vasco-hablantes, y de que él sabía que su idioma propio era el Euskara; del mismo modo que su no-mención del idioma de Franceses e Italianos no deja duda alguna de cuál era el idioma de éstos.

Por otra parte, tras la diversificación dialectal del Euskara, de sus ocho dialectos enumerados por los lingüistas en el siglo XIX, nada menos que cuatro toman el nombre de nuestro Reino: dos Alto-Nabarros (Meridional y Septentrional), y dos Bajo-Nabarros (Oriental y Occidental); dicho sea esto sin olvidar que, para Azkue, el Roncalés era también uno de sus dialectos, y no un sub-dialecto del Suletino.

Al iniciarse el siglo XX, nuestros antepasados de la Nabarra residual decidieron erigir en Pamplona, frente al Palacio de la Diputación y por suscripción popular, el Monumento a los Fueros: los Fueros del Reino de Nabarra, que quedó finalizado en 1903. Lo hicieron para manifestar una vez más la constante y universal oposición del Pueblo Vasco contra un nuevo intento de cercenar nuestras libertades, leyes e instituciones nacionales y estatales que en aquellos momentos volvía a amenazarlas, y así quedó expresado en una de las placas de bronce de dicho Monumento, colocada a la derecha de la principal:

Gu gaurko euskaldunok, gure aitasoen illezkorren oroipenean, bildu gera emen gure legea gorde nai degula erakusteko. (Es decir: “Nosotros los Vascos de hoy, en recuerdo de nuestros inmortales antepasados, nos hemos reunido aquí para demostrar que queremos preservar nuestra ley”.)

Y en la placa que está colocada a la izquierda de la principal, “encriptado” bajo caracteres ibéricos, se proclama esto: “Gu euskaldunok beste jaun eztegu Jaungoikoa baizik. Atzekoari ostatua ematen degu oinirizkero banio [sic] eztegu nai aien uztarria jazan [sic]! Aditu ezazute ondo gure semeak!”. (Es decir: “Nosotros los Vascos no tenemos más señor que Dios. Al extranjero le damos alojamiento tras la acogida pero no queremos soportar su yugo! Oídlo bien, hijos nuestros!) En la placa principal se proclamaba que “Se erigió este monumento para simbolizar la unión de los Navarros en la defensa de sus libertades; libertades aún más dignas de amor que la propia vida”.

Tenemos por tanto que, todavía a principios del siglo XX, el Pueblo de Nabarra y su intelligentsia y clase política se encontraban en un por así decirlo “estado de gracia” por el que todos ellos se reconocían como integrantes de su propio Pueblo: el Pueblo Vasco. En aquellos momentos, de haber habido en nuestro País una clase política capacitada, podría haberse producido una restauración de nuestro Estado, el Reino de Nabarra, en una evolución semejante a la que quince años más tarde, en Febrero-1918, llevó a los Veinte Signatarios de la Declaración de Vilna (¡veinte: no dos mil ni doscientos!) a proclamar en ella: 1/ el derecho de autodeterminación del Pueblo Lituano, y 2/ la restauración y continuidad de su propio Estado: el Gran Ducado de Lituania; el cual “había desaparecido” desde 1772-93-95 como consecuencia de las Particiones de “la Mancomunidad de Polonia-Lituania”, en la que el Estado Lituano había sido metido por la “Unión de Lublin” de 1569. Una Declaración de restauración (y no de “instauración” ex novo) de su propio Estado; la cual, por encima de todas las desgracias ocurridas al País posteriormente, sigue siendo el documento-base de la independencia actual de Lituania.

Entonces, y por lo que a nuestro Estado respecta, conviene recordar que la “unión” del “Reino de Francia y de Nabarra” fue ilegalmente impuesta por el “Edicto de Pau” en 1620, o sea: cincuenta y un años MÁS TARDE que la “Unión de Lublin”; y que el Reino de Nabarra, a pesar de las conocidas interrupciones que – a partir de la “revolución” nacionalista francesa – se iniciaron en 1791 (todo ello JAMÁS reconocido por los Estados generales del Reino), se había mantenido oficialmente reconocido dentro del “Reino de Francia y de Nabarra” hasta 1830 o sea: durante cincuenta y ocho años más que “la Mancomunidad de Polonia-Lituania”, y que jamás fue legalmente abolido.

Pero, para nuestra desgracia, nuestro Pueblo no tuvo una clase política comparable y a la altura de las circunstancias. Lo único que el glorioso espectáculo de la restauración de los Estados propios y las independencias nacionales de Finlandia (1917), Lituania, Estonia, Letonia, Polonia y Checoslovaquia (1918) impulsó aquí fue la creación, en Noviembre-1918 y por “las cuatro” Diputaciones, de la “Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza”, la cual concibió que su primer “cometido” debía ser la redacción de un “Anteproyecto de Estatuto de Autonomía” dentro de “España”. En cambio, la comprensión de que LA ÚNICA garantía para el mantenimiento de nuestras leyes, lengua, cultura y caracteres nacionales estaba necesariamente en la restauración de nuestra independencia nacional y estatal; esa percepción y convicción política: que sí había sido comprendida en dichos Países cuyas intelectualidad y clase política la adoptaron con firmeza hasta llevarlos a la independencia, aquí faltó por completo entre nuestras ‘intelligentsia’ y clase política autóctonas, para desgracia del Pueblo.

En nuestro País, estas “clases dirigentes”, o bien habían sido abducidas – en unos casos – por los errores y las fantasías jelkides y euzkadianos (véase, a este respecto, el obtuso, lamentable y paradigmático extravío ideológico-político del jeltzale nabarro Manuel Irujo acerca de nuestro propio Estado, que analizamos en el Capítulo IV – Colonización ideológica la de “clase política vasca” en el exilio a manos de la “oposición”  Nacionalista-imperialista española, de nuestra obra La burocracia Pnv-Eta, o “las familias políticas abertzales”. Su evolución y degradación: desde concepciones erróneas e infrastratégicas, hasta su conversión en una mafia liquidacionista); o habían quedado ancladas – en otros – en la incultura y en las reaccionarias y clericales concepciones ideológico-políticas del “carlismo”, las cuales quedaron instauradas en nuestro País como resultado de siglos de colonización, Despotismo asiático, Contra-Reforma, dogmatismo, obscurantismo, retraso cultural y fanatismo inquisitoriales e hispano-católicos.

En resumen: funestamente determinado así el comportamiento de aquellas “clases políticas autóctonas”, éstas no sólo no evolucionaron al compás de los tiempos hacia esa percepción de la necesidad y posibilidad de nuestra restauración estatal sino que incluso olvidaron, ignoraron, despreciaron o en cualquier caso abandonaron por completo las posiciones que el Síndico del Reino de Nabarra, D. Angel Sagaseta de Ilurdoz Garraza (o su precursor, el autor nabarro Juan Bautista San Martín y Navaz), había mantenido sobre la continuidad efectiva de nuestras leyes y de nuestro Estado, a pesar y por encima de su anexión por el “Reino de España”. El mencionado Síndico, a pesar de no haber sido jamás “carlista”, fue desterrado del Reino por orden gubernamental y llevado a Valencia, por su defensa de la continuidad de nuestro Estado.

“No nos detengamos en el número de habitantes, porque importa poco para la fuerza del argumento que [el de aquel Estado] sea mayor o menor, ya que la proposición no es cierta, camina en supuesto falso. Da por sentado que el gobierno que toma medidas para España es el mismo que las toma para Navarra. [Pero] Son distintas monarquías, son distintos gobiernos. El mal estado de España jamás autorizará, ni sobremanera ni en manera alguna, para dictar leyes a Portugal. El gobierno que atiende al bien general de sus vasallos está autorizado (en el modo prescripto por sus leyes) para tomar medidas dentro de su esfera, mas no para extenderse a otros” etc. (A. Sagaseta de Ilurdoz Garraza; de su ‘Informe sobre las Aduanas presentado a las Cortes de Navarra de 1817-1818’. Citado por F. Mikelarena Peña en: ‘El foralismo radical de Ángel Sagaseta de Ilurdoz ante el absolutismo centralizador de Fernando VII’; 2016.)

“Considerando que ‘cada Reyno, cada estado, o cada Pueblo en quanto a sus cosas peculiares debe regirse por aquellas privativas reglas que le caracterizan’, San Martín niega la operatividad en Navarra del derecho general de España invocado por [el Ministro] Campomanes para sus fines de uniformización legal, ya que aquel territorio ‘tiene sus privativas Leyes y derecho que lo ha constituido en un estado separado, y de por sí; en cuyo govierno, y en cuyas cosas peculiares, ningún otro ha tenido, ni tiene, ni puede tener intervención’ ya que ‘ningún derecho de un estado puede tener fuerza para otro’.” (F. Mikelarena Peña; op. cit.)

Pero, por desgracia, lo que no se hace en su momento difícilmente se hace ya; y aquellos quince años: entre 1903 y 1918, que tan fructíferos fueron para la restauración estatal de los mencionados Países Bálticos y Centro-Europeos, fueron por el contrario en el nuestro un tiempo dramáticamente perdido para la causa de nuestras libertades, que habían sido proclamadas en bronce “más digas de amor que la propia vida”. Y así sucedió que, tan sólo dieciocho años más tarde de aquellas independencias nacionales y restauraciones estatales, lo que ocurrió en 1936 en nuestro País fue simplemente que el fanatismo religioso y el retraso cultural de las “élites” carlistas de la Nabarra residual hicieron que éstas se echaran en brazos del General Mola: “El Director” (quien recibió la adhesión definitiva de la “Comunión Tradicionalista”), y del Fascismo español-vaticanista; y como resultado de ello, desde sus escritos y desde los púlpitos (y en nombre del ridículo, falso, caduco, trucado y trasnochado slogan decimonónico carlista “por Dios, por la Patria y el Rey”... que endosaron a nuestros padres) incitaron/impulsaron a sus desamparados pacientes a realizar una criminal y monstruosa “limpieza” ideológica contra sus convecinos y contra su propio Pueblo: los “sin dios”, según falsamente decían para tranquilizar sus desquiciadas conciencias.

Lo ocurrido posteriormente hasta hoy mismo es la deducción de las consecuencias de aquel horrible genocidio. Así, la protección del fascismo español que ellos ayudaron a instaurar en nuestro País, hace posible que haya aún entre nuestro Pueblo dementes o miserables agentes provocadores que, con obscena e impúdica desvergüenza, siguen reivindicando el “carlismo”. Y ahora estos repugnantes charlatanes: que no tienen empacho en reclamarse como continuadores del “carlismo”, para tapar las consecuencias de lo que sus antecesores hicieron, querrían que – en perfecta coincidencia con los Renegados autóctonos con quienes realizaron sus matanzas a partir de Julio-1936 – admitiéramos “discretamente” la desaparición del Pueblo Vasco o al menos su minorización y relegación en su propia tierra, como consecuencia de su alienación creada por desnacionalización y colonización franco-española realizadas durante siglos y hasta hoy mismo mediante genocidio y ocupación militar. Y, en el colmo de la impostura, se permiten incluso afirmar que “como decía el viejo Lenin, la política se sustenta sobre el ‘análisis concreto de la realidad concreta’”; es decir, que es preciso partir de la realidad concreta del régimen y el Estado Nazi-Fascistas que sus antepasados ayudaron a implantar en nuestro País mediante un genocidio. Un régimen y un Estado Nacionalista franco-español: criminales, imperialistas, colonialistas y fascistas, los cuales ellos nos dicen que son y que debemos aceptarlos como “propios, no-Nacionalistas, no-violentos, legítimos y democráticos”; y ese “análisis” pretenden además que lo hacen respaldados... ¡“por el viejo Lenin”!

“Un cetro arrebatado por una mano rebelde ha de mantenerse tan violentamente como se ha conseguido; y aquél que se ha colocado en terreno resbaladizo no se hará el delicado con ningún vil asidero que pueda sostenerlo.” (W. Shakespeare, ‘King John’.)

Es precisamente por eso, por lo que la insensata desvergüenza o insania de estos agentes provocadores no conoce límites. Porque, dados – por una parte – su cobardía para enfrentarse al Nacional-imperialismo fascista franco-español, y – por la otra – su desprecio y racismo contra el Pueblo Vasco, la opción en la que ellos han elegido colocarse y sostenerse es la del apoyo al criminal imperialismo y fascismo español (o, en su caso, al francés). Pueden tener por seguro que esa repugnante y resbaladiza posición no quedará sin denuncia ante nuestro Pueblo.

Hablar de “invasión del vasquismo” en Nabarra denota – ya sea de forma activa o pasiva – una tal ignorancia o mala fe que sólo pueden estar asociadas a la propaganda del Nacionalismo imperialista y colonialista de las Potencias ocupantes de nuestro Estado: España y Francia. Como no puede ser más evidente, su criminal imperialismo contra el Pueblo, el Estado y la Lengua vascos, sobre los que esos Estados han impuesto su propio Nacionalismo imperialista y su lengua “del Imperio” por la agresión y el terror de guerra y de Estado (reflejado en sus edictos oficiales de persecución contra el Euskera), sólo puede ser mantenido por sus agentes locales: los Colonos metropolitanos y los Renegados indígenas, ya sea mediante la mentira consciente sin temor al ridículo, porque se saben al amparo de sus fuerzas de ocupación; o “gracias” a la pasiva aceptación de la falsificación histórica fundada en desinformación, lavado de cerebro, embrutecimiento intelectual, y bloqueo de toda información veraz conseguido en forma de complot del silencio frente a toda posición crítica contra sus cínicos, desvergonzados y/o demenciales infundios.

Estos mecanismos están garantizados por los monopolios mediáticos totalitarios: establecidos bajo la protección del monopolio de la criminal violencia fascista que constituye el régimen imperialista-colonialista-fascista español, el cual lo tenemos desde 1977-79 bajo la falsificación de “democracia”, y cuya continuidad ha sido hecha posible “gracias” al respaldo y la estabilidad que obtiene por la estupidez y/o la traición/complicidad de la burocracia mafiosa-liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites.

SEGUNDA FALSIFICACIÓN: “EL ENFRENTAMIENTO O LA GUERRA CIVIL EN EL REINO DE NABARRA HA IMPEDIDO LA COHESIÓN Y LA CONTINUIDAD DE NUESTRO ESTADO”.

Es otra de las falsas y ridículas afirmaciones a las que se agarran como a un clavo ardiendo, que se sostiene sobre el aire del que están hechas sus mentiras. Para empezar, utilizando la reducción al absurdo, cabría decir que según parece la guerra civil sólo es obstáculo para el mantenimiento de la unidad nacional de los demás, pero no de la de España; cuya eterna “unidad” imperialista “sobre ambos Hemisferios”: tanto sea sobre las Indias o Filipinas, los Países Bajos o el Reino de Nabarra, no se ve al parecer debilitada ni anulada sino reforzada por sus propias guerras civiles, y de liberación de los Pueblos que ha sojuzgado a lo largo de toda su infame historia. La desvergüenza siempre ha sido un socorrido recurso de los dominantes contra los dominados; los cuales, puesto que son más débiles, aquéllos suponen que forzosamente serán también más tontos.

Un País puede tener por desgracia guerras civiles, y de hecho muchísimos las han tenido; pero a nadie se le ocurriría presentar eso como argumento para “demostrar” que, “en consecuencia”, ésos no son auténticos Países. Si, no obstante, ese “argumento” se utiliza y repite con insistencia entre nosotros, difundiéndose públicamente con todo desahogo, ello es porque los falsarios al servicio del régimen extranjero de ocupación militar algo tienen que decir para no quedarse callados, y porque no encuentran cosa mejor; sin perjuicio de que muchos de esos propagandistas al servicio del imperialismo nacionalista español, en plena esquizofrenia, acaben creyéndose realmente sus propios delirios y falsedades, o de que – al menos los más cínicos de entre ellos – estén persuadidos de que pueden decir cualquier cosa al imaginar que de todos modos este Pueblo es idiota y nadie dirá nada.

En realidad, convencidos como están de su impunidad tras ochenta y tres años de protección fascista y de monopolio ideológico establecido en nuestro País tras un genocidio realizado mediante guerra de exterminio y monopolio de la violencia criminal, estos Renegados indígenas: “juristas, historiadores o políticos”, parecen ser incapaces de registrar las señales que reciben de que su miserable bazofia intelectual imperialista tiene un curso cada vez más problemático; y de comprender que una elemental prudencia – puesto que en su caso apelar a la honestidad y decencia está fuera de lugar – les debería aconsejar la revisión del desprecio y odio que sienten hacia su propio Pueblo característicos del síndrome del Renegado, según hemos expuesto en nuestro anteriormente citado texto sobre esta cuestión.

En cualquier caso, una guerra civil sólo muestra una trágica división clasista-ideológica interna que lleva a un País a un enfrentamiento fratricida, pero no que el País que la padece no sea realmente un País. Las mencionadas Finlandia (en 1918) e Irlanda (en 1922-3) sufrieron sendas guerras civiles precisamente nada más proclamar su independencia, siendo la de Finlandia una de las guerras civiles más sangrientas de Europa, causada por el enfrentamiento entre el Terror Rojo y sobre todo el Terror Blanco; pero, superados esos conflictos, la auténtica unidad nacional de esos Países quedó consolidada. Y es que una GUERRA CIVIL no excluye sino que afirma el mantenimiento y la preservación del Estado propio por parte de todos los beligerantes; a diferencia de una GUERRA INTERNACIONAL de conquista y anexión: la guerra imperialista por antonomasia, que busca la destrucción del Estado agredido y su anexión como una simple “provincia”, es decir: que ha sido literalmente obtenida “por victoria” (del Latín: pro-vincia).

Puede ocurrir que una guerra civil sea atizada por otra u otras Potencias con la finalidad de debilitar e intentar dominar al País que está dividido por la guerra civil, interna; pero, en este contexto, una cosa es que una facción solicite la ayuda de otro Estado para conseguir imponer su propio régimen en su propio País, el cual desea que siga siendo independiente para colocarlo bajo su propio mando, y otra muy distinta es que esa facción solicite o apoye una invasión extranjera para liquidar el Estado y sojuzgar el Pueblo propios, y pasar a ser una posesión colonial, lo cual no tiene nada de guerra civil sino de entrega a un poder extranjero.

Cuando el Imperialismo ruso (devenido ya “soviético”) intentó – tras su pacto con la Alemania Nazi – re-instaurar el anterior dominio del Imperio ruso-zarista sobre Finlandia y revertir su independencia, invadiéndola con la agresión denominada Guerra de Invierno (1939-40), los Rojos de Finlandia: que habían tenido ayuda de la Rusia soviética durante la mencionada guerra civil, olvidaron su rivalidad y se unieron como una sola alma con sus antiguos rivales los Blancos para defender la independencia de su País en el llamado “Espíritu de la Guerra de Invierno” (‘Talvisodan henki), que salvó a Finlandia de la desintegración y mantuvo su independencia frente a la agresión imperialista-bolchevique del “Ejército Rojo”. El concepto de “Talvisodan henki” sigue allí vigente: para uso tanto en política interna como internacional, cuando la unidad y la concordia nacionales son necesarios ante el planteamiento de graves desafíos. Así pues, ¿qué tiene que ver una guerra civil, con una guerra internacional de agresión por la que un País imperialista invade otro País con la finalidad de sojuzgar a su Pueblo, destruir su Estado y anexarlo como una provincia o posesión del ocupante?

Entre 1512-30: periodo de la invasión, ocupación, desmembraminto y anexión de los Territorios cis-pirenaicos del Reino de Nabarra por la Monarquía compuesta Hispano-Católica, en nuestro Estado no hubo ninguna guerra civil. Aquello fue una guerra de agresión imperialista contra un Estado legítimo, realizada por otro Estado mediante la fuerza armada y crímenes imprescriptibles, para anexionarlo como posesión propia contra toda legalidad nacional e internacional, temporal e intemporal; todo lo cual constituye un acto nulo de pleno derecho que no reconocemos, afirmando por el contrario la vigencia y continuidad actuales del Reino de Nabarra. Si hubo naturales del Reino que apoyaron aquel criminal acto de agresión (ciertamente una ínfima y despreciable minoría que se da en todas partes donde el dinero compra traidores), ello no constituyó ninguna guerra civil sino un acto de traición al servicio del agresor extranjero.

Si hay alguien entre los naturales de nuestro Estado que defiende actualmente los actos de traición que hubo al servicio de aquella agresión extranjera, como por desgracia los hay, al hacerlo así no está simplemente emitiendo una “opinión histórica” sino que, además de banalizar horrendos crímenes imprescriptibles y sufrimientos sin cuento infligidos contra un Pueblo pacífico que – excepto ser independiente – nada había hecho para ser agredido y merecerlos, lo que está haciendo es reivindicar que él volvería a hacer lo mismo que hicieron aquellos traidores y criminales si la ocasión se presentara, y está por tanto retratándose como ellos: como el criminal agente renegado, imperialista y fascista que es, al servicio del Nacionalismo imperialista español. Como afirma el filósofo José Luis Villacañas: “La posición ante la Historia es una posición moral ante el presente. Siempre.”

Por otra parte, en aquella época no existía en la conciencia de los Nabarros la noción de tal escisión-separación partidaria, que dichos nombres actuales de “agramonteses y beamonteses” parecen sugerir. Como afirma el historiador P. Esarte: “En cuanto al empleo de la nominación ‘beamonteses’ [...], en los pocos casos que he encontrado citándola por autores coetáneos, se empleaba como plural de Beaumont en el sentido de [sus] familiares.” (Pedro Esarte; ‘Respondiendo y disertando que es gerundio’, Diario de Noticias, 6-VIII-2021.) Así pues, estamos ante un nuevo caso de “retroyección”: falsificación de la historia que consiste en proyectar hacia el pasado una creación ideológica actual, inexistente en el momento sobre el que se proyecta. En 1512, en el Reino de Nabarra no hubo una “guerra civil entre agramonteses y beamonteses” (la cual, en cualquier caso y como ya se ha indicado, tampoco podría servir para justificar la agresión y ocupación de nuestro Estado por una Potencia extranjera); lo que hubo fue una criminal agresión – por tanto nula de pleno derecho – de una Potencia extranjera contra la independencia del Reino de Nabarra.

(Para tener una visión en detalle sobre la Historiade nuestro Pueblo y Estado, remitimos al lector interesado a nuestra obra: ‘Apuntes sobre la Historia del Pueblo Vasco/Euskal Herria y de su Estado: el Reino de Nabarra’.)

El mayor “mentís” que pueden recibir los actuales Falsarios y Renegados que mantienen la tesis de “la guerra civil”, el cual desmonta su repugnante y perversa falsedad, viene dado por la presencia en la defensa del Castillo de Amaiur (1522) de los otrora supuestos rivales agramonteses y beamonteses, definitivamente hermanados todos ellos ahora frente al extranjero agresor hispánico dirigido por su impostor virrey. Por ello, al igual que los Finlandeses mantienen vivo su “Espíritu de la Guerra de Invierno” frente al histórico agresor extranjero ruso, el Pueblo Vasco debe incorporar urgentemente su “Espíritu de la Defensa de Amaiur” frente a la agresión continuada del imperialismo colonialista franco-español y sus renegados/traidores agentes entre nosotros.

Y si podemos decir estas cosas referidas a aquellos acontecimientos del siglo XVI, ¡cuánto más no podremos decirlas de acontecimientos mucho más recientes!:

“Es necesario crear una atmósfera de terror; hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquél que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado.” (General Mola en Pamplona; Instrucción reservada, Base 5ª; “Navarra 1936: De la esperanza al terror”.)

La masacre realizada desde 1936 en la Nabarra residual por los fascistas autóctonos o foráneos: en ausencia total de enfrentamientos o estado de guerra, constituye una limpieza étnica e ideológica que supera – en números relativos sobre el total de la población – al similar porcentaje de crímenes cometidos por los Nazis en Alemania en la represión contra sus opositores ideológicos alemanes, comunistas etc. ¿Fue aquello también una “guerra civil”? Evidentemente no. Sobre este tipo de represión podríamos decir, con las palabras de Lenin: “demasiado a menudo se parecen menos a guerras que a una salvaje masacre, a un exterminio de personas desarmadas”. “He aquí el tipo de guerra que se llevaba contra ellos: ellos estaban desarmados, y se los exterminaba con ametralladora. ¿Acaso son eso guerras? Desde luego que no, eso no son ni siquiera guerras, si hemos de hablar con propiedad.” Y mientras esa orgía de violaciones, asesinatos y sangre de gentes indefensas: niños, mujeres y hombres, se producía en la Nabarra residual, los Tercios del Requeté (muchos de ellos obligados por el Terror del General Mola), con sus comuniones, sus escapularios y sus “¡Detente, bala!”, asolaban los otros Territorios de nuestros hermanos Vascos en una guerra civil – ahora sí – e internacional, como auxiliares al servicio del criminal imperialismo Nazi-Fascista español.

“No caben amnistía, restauración, retribución ni indemnización que puedan borrar o compensar los crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad cometidos por el Nacional-Catolicismo, el Imperialismo, el Absolutismo y el Fascismo franco-españoles contra nuestro Pueblo, sin partir desde la previa abolición del régimen y el Estado imperialistas español y francés impuestos sobre el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra. La prescripción extintiva y otros recursos constitucionales o procesales son medios que los grandes criminales han establecido para asegurarse la impunidad, escapando así ‘legalmente’ a las consecuencias de sus crímenes. Sus autores: militares, civiles y eclesiásticos, en plena posesión de los monopolios de propaganda y guerra psicológica, piensan sin duda que han destruido, quemado, aterrorizado, asesinado y exilado lo suficiente como para que la memoria histórica y la conciencia colectiva hayan desaparecido, y aquí nadie se dé cuenta, se acuerde ni se atreva a acordarse de nada. Ni siquiera del bombardeo y expulsión de poblaciones indefensas; ni de las cuadrillas de ladrones y asesinos regulares o irregulares desplegados por nuestros montes, calles y aldeas en nombre de Dios y del Imperio; ni de sus víctimas: que no encontraron respeto, ayuda, piedad, misericordia o compasión sino persecución, condenación y muerte por la defensa de la libertad, de los derechos humanos fundamentales, y de su identidad y dignidad humanas y nacionales.

“El principal inconveniente de tan drástico medio de anulación de los testigos y resolución de los problemas ideológicos ha sido siempre la dificultad de liquidar o silenciar a todo el mundo. ‘Siempre’ escapa alguien lo bastante fuerte, lo bastante íntegro o lo bastante loco como para contarlo. De los que no escapan, nada sabemos. Pueden destruirse las personas y los documentos, borrarse las piedras y los monumentos (substituidos ahora por otros mejor adaptados al tiempo presente); pero dejan su indeleble impronta en la conciencia colectiva mientras quedan personas libres sobre la Tierra. La muerte, el terror y sus consecuencias: sumisión, olvido e ignorancia, son las armas de los opresores. La resistencia vital y, con ella, el recuerdo de los crímenes, de las víctimas y de sus verdugos, son el refugio y la fuerza de los oprimidos.

“La cuenta pendiente que el Imperialismo Nacionalista franco-español y sus servidores tienen con este País: ya sean déspotas, generales o subalternos; dictadores o simples ejecutores; ‘revolucionarios’ republicanos o Franquistas tradicionales y sus comparsas Nacional-socialistas; cuerpos de violencia armada o civiles ‘desarmados’; y papas, obispos, clérigos, religiosos o laicos de ambos sexos; dicha cuenta, decimos, sigue abierta. De hecho, sus fechorías nunca serán olvidadas ni perdonadas. La memoria de las innumerables víctimas que por ellos han padecido y padecen pérdida de la propia personalidad, honor, libertad o vida; que por ellos han sufrido y sufren humillación, prisión, destierro, frío, hambre y sed de pan, libertad, identidad y justicia los perseguirá siempre, en este mundo y en el otro. Con la pasión por la libertad, el odio al imperialismo y al fascismo no desapareceránunca de este País.” (Véase el Capítulo XXI – ‘Crímenes y criminales’, de nuestra obra: ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español’.)

Incuestionablemente, el futuro de nuestro Estado, es decir: el porvenir del Reino de Nabarra del siglo XXI, no puede quedar asentado sobre este infame piso de horrendos crímenes y sangre.

Los Renegados indígenas que forman el establishment en Nabarra: en realidad agentes auxiliares del criminal, imperialista, colonialista y fascista Nacionalismo franco-español impuesto al Pueblo Vasco a sangre y fuego mediante ocupación militar permanente de nuestro País, que es LA CONSTITUCIÓN REAL Y PRIMARIA franco-española (la cual pretenden ha quedado purgada y sanada por las supercherías idealistas y constructivistas groseramente afirmadas en petición de principio en su “Constitución” formal y secundaria); tales agentes auxiliares del Nacional-chauvinismo fascista: que revierten y se integran en él a través de franquicias locales bien sea de su versión franquista tradicional Ap-Pp, o de su versión transitiva Nacional-socialista o Nacional-comunista española de Falange-PsoE y sus nuevas hijuelas de agentes provocadores pseudo “izquierdistas” de todo pelaje (la caterva de “izquierdos/izquierdas-unidos/unidas-contigo/zurekin-podemos-sumar-máspaís” español),  cometen todos ellos un grave error si creen que todo va bien por el hecho de que desde hace más de cuarenta años los sinvergüenzas, traidores y/o cretinos que componen la burocracia mafiosa-liquidacionista Pnv-Eta y sus variadas sucursales – Ea-EhBildu-Sortu-Geroa bai etc. – se incorporaron, a cambio de sueldos y chanchullos, al régimen transitivo del Segundo Franquismo.

O por el hecho de que esos burócratas Pnv-Eta etc. admitieran, AL IGUAL QUE SIGUEN ADMITIENDO INCLUSO HASTA HOY MISMO, el régimen fascista franco-español en el poder, sus innumerables, horrendos e imprescriptibles CRÍMENES CONSTITUTIVOS, y a ellos mismos: los Renegados indígenas auxiliares del régimen criminal, como si fueran “democracia” y “demócratas de toda la vida”, mientras al mismo tiempo niegan el Pueblo Vasco y su derecho de autodeterminación así como su Estado, el Reino de Nabarra, y los afirman por el contrario “democráticamente incorporados” como españoles en el “Reino de España” o la “República francesa”; según los unos oficialmente postulan y los otros tácitamente otorgan y reconocen.

(Sobre la génesis y naturaleza del Segundo Franquismo, véanse en esta misma página los textos publicados bajo los títulos ‘El liquidacionismo indígena Pnv-Eta, y el Nacional-socialismo español, ante la re-adaptación del Segundo Franquismo’, de fecha 19-Febrero-2019; y ‘“Nuevo curso político” y dogmas inalterables’, de fecha 1-Septiembre-2018.)

Unos y otros deben saber que eso no será admitido jamás por el Pueblo Vasco. Los crímenes de unos, y el repugnante discurso de falsificación o de abyecta sumisión y traición de los unos y los otros, quedarán siempre denunciados – entre otras incontables víctimas – por los gritos de la niña Maravillas Lamberto Iholdi: violada, delante de su padre, asesinada como su padre, y echada a los perros por los antecesores ideológicos y sociológicos de estos Renegados.

La única sanación y catarsis posibles en nuestro País: impulsadas desde el Espíritu de la Defensa de Amaiur por nuestras clases populares y por toda persona honesta que desee restaurar nuestra sociedad y convivencia sobre la base de los inalienables derechos humanos fundamentales (y no sobre los imprescriptibles y horrendos crímenes de guerra, contra la paz y contra la Humanidad cometidos por el Nacionalismo imperialista, el Terrorismo y el Fascismo franco-españoles contra nuestro Pueblo y su Estado), deberán estar forzosamente basadas en la universal aceptación de unos principios nacionales y democráticos mínimos, por debajo de los cuales no puede haber democracia sino necesariamente imperialismo y fascismo. En la actual etapa histórica, la institucionalización de un Movimiento Vasco de Resistencia y Salvación Nacional – cuyo Manifiesto hemos publicado en EspañolEuskaraFrancés, e Inglés – se articula inevitablemente sobre un principio fundamental de de doble afirmación nacional y estatal del Pueblo Vasco, a saber:

1/ Afirmación del autóctono Pueblo Vasco como un Pueblo más del Mundo y, como ellos, titular y sujeto agente del originario, inherente, imprescriptible y fundamental derecho internacional de independencia, LIBRE disposición o autodeterminación de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos ellos, según ha sido reconocido – no constituido – en la Carta de las Naciones Unidas y en reiteradas Resoluciones de su Asamblea General.

(Sobre el derecho de autodeterminación y su corolario: el derecho de legítima defensa, véase en esta misma página, entre otros, el texto publicado el pasado día 13 de Marzo de 2019 bajo el título: ‘El Pueblo Vasco y la Memoria de las Víctimas del Terrorismo’.)

Un derecho de autodeterminación cuya aplicación en la práctica consiste en la exigencia de evacuación incondicional e inmediata de todas las fuerzas de ocupación y de todo el aparato de sojuzgamiento imperial-colonialista de las Potencias ocupantes: España y Francia, fuera de los Territorios Históricos del Pueblo Vasco y de su Estado, el Reino de Nabarra; y

2/ Afirmación de la continuidad, vigencia y actualidad del único Estado del Pueblo Vasco: el Reino de Nabarra, cuya consecuencia necesaria implica la negativa a admitir la legitimidad de los ocupantes Estados totalitarios, el “Reino de España” y la “República francesa”: criminales, terroristas, imperialistas y fascistas, impuestos sobre nuestro Pueblo y Estado mediante ocupación armada y horrendos e imprescriptibles crímenes de guerra, crímenes contra la paz y la seguridad de los Pueblos y sus Estados legítimamente constituidos sobre el principio de la Autodeterminación o Independencia de los Pueblos, y crímenes contra la Humanidad.

La institucionalización de ese Movimiento Vasco de Resistencia y Salvación Nacional está NECESARIAMENTE ligada a la evicción del conglomerado mafioso de traidores y/o incompetentes-cretinos parásitos que forman la burocracia liquidacionista y colaboracionista Pnv-Eta y sus diversos satélites, cuya función consiste en:

– NEGAR el Pueblo Vasco, sus derechos fundamentales – ante todo el de autodeterminación y de legítima defensa – y su Estado, el Reino de Nabarra: subsumidos todos como “españoles o franceses” en “el Estado” de “España” o de “Francia”, lo cual según ellos es “democrático”; mientras afirman que reivindicar la vigencia, continuidad y actualidad de nuestro legítimo Estado propio consiste en “la tradición de todas las generaciones muertas [que] oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”;

– SOSTENER la estabilidad del actual régimen imperialista y fascista franco-español de ocupación militar sobre el Pueblo Vasco y su Estado el Reino de Nabarra, participando en sus “elecciones” e instituciones colonialistas, totalitarias y fascistas, y haciendo creer al Pueblo que “eso” es la “democracia vasca”; y

– LIQUIDAR finalmente el Pueblo Vasco y hacer que se sienta cómodo “en españa” como lo están ellos: con sus chanchullos y salarios de la traición.

Simultáneamente, y mientras tanto, es preciso mantener un BOYCOTT TOTAL:

– a toda colaboración con toda persona individual o colectiva que, por rechazar – o negarse a asumir públicamente – ya sea en todo o en parte, en la teoría o en la práctica una o ambas afirmaciones fundamentales citadas, forman objetivamente – algunos incluso de forma subjetiva y confesa – parte del imperialismo franco-español; y

– a toda participación tanto en las instituciones del régimen imperialista-colonialista de Francespaña y especialmente en sus monopolios jurídicos o “parlamentos”: Parlamento francés y Cortes Generales españolas (establecidos a lo largo de los siglos mediante el Monopolio de la Violencia criminal y el Terror de guerra y de Estado, e imprescriptibles crímenes constitutivos); así como en sus “elecciones generales” totalitarias que “legitiman” todo ello.

 

DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN O INDEPENDENCIA NACIONAL INCONDICIONAL E INMEDIATA DEL PUEBLO VASCO / EUSKAL HERRIA!


¡REINO DE NABARRA: EL ESTADO DEL PUEBLO VASCO/EUSKAL HERRIA!


¡Ejército de ocupación ni con música!

¡España ni con república! ¡Francia ni con monarquía!


BOYCOTT TOTAL A LOS IMPERIALISTAS Y FASCISTAS, Y A SU RÉGIMEN DE OCUPACIÓN MILITAR!  –  ALDE HEMENDIK!


¡¡¡VIVA EL PUEBLO VASCO LIBRE!!! – GORA EUSKAL HERRI ASKEA!!!

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