Otra vez “elecciones europeas” (IPARLA núm 9)
OTRA VEZ “ELECCIONES EUROPEAS”
Iparla 9. zenbakia /
La Unión
Europea (UE) no es un Estado, una federación ni una confederación. Es creación
de los Estados, que la preceden y componen en los límites y condiciones que les
convienen; carece de poder político propio; y no tiene más competencias que las
delegadas por ellos ni más fuerzas armadas que las de ellos. Los Estados
europeos, como los demás, no tienen otro interés ni aceptan más ley que los
suyos propios. (Rechazado por referéndum en Francia [29 de Mayo de 2005] y en
los Países Bajos [1 de Junio de 2005], el “Tratado de la Constitución europea”
fue substituido el 13-Diciembre-2007 por el mini-tratado de Lisboa. Sobre aquel
“Tratado”, véase Iparla 4, 2005.)
La UE sólo
considera y reconoce como “pueblos” a los dotados de Estados reconocidos, y reduce
la “nación” a un simple sinónimo del Estado. Sin embargo, el generalmente
postulado como “reconocimiento constituyente” se funda en una contradicción en
los términos; y en cuanto al “principio de eficacia o efectividad”, que la UE
invoca, permite tantas interpretaciones como partes hay en un conflicto donde
ese principio está involucrado. Por lo demás, la “ciudadanía de los Estados” y
sus derechos, que también invoca, se traen a cuenta y a cuento para negar
mediante ese artificio la existencia misma y los Derechos Humanos fundamentales
de los Pueblos sojuzgados, y ante todo su derecho de autodeterminación o
independencia: un concepto y una realidad insoportables para la UE.
La cuestión
de las elecciones forma parte de la cuestión estratégica de la resistencia al
imperialismo y al totalitarismo. Las elecciones en general no pueden fundar ni
legitimar el Estado, puesto que el Estado las precede. Sólo por su inserción en
la relación general de fuerzas, y por la eventual transformación (o no) de
ésta, pueden el voto institucional y sus resultados cobrar un sentido político
e ideológico determinado.
Las
declaraciones oficiales, y la hipócrita palabrería liberal, democrática y
pacifista de la “Europa de la dimensión humana”, se reducen así a confusa
propaganda para disimular y legitimar ideológicamente – por una parte – el
poder de los Estados, en los cuales se ejerce la fuerza dominante y conflictiva
del mundo moderno. Y – por otra – el nacionalismo ofensivo que ellos impulsan,
contra el defensivo; el opresor, contra el oprimido. Tratan de hacer creer que
la UE ofrece una alternativa al totalitarismo y el imperialismo estatales:
“Cuanto más Europa, menos Estado”, dicen. Pero lo propio de la UE es reforzar
el poder estatal: para eso se ha hecho.
La Europa
“democrática” admitió la dictadura fascista e imperialista del General Franco:
único Estado restante instaurado por el Eje, pasando por alto los crímenes
imprescriptibles de guerra, contra la paz y contra la humanidad del fascismo y
el imperialismo español. Después apoyó, encubrió y financió la “milagrosa”
transición intra-totalitaria al Segundo Franquismo y no ha cesado nunca de
asistirlo de todas las maneras, incluyendo la condena y persecución de todos
sus adversarios políticos.
La UE
contradice el derecho internacional formalmente reconocido por las Naciones
Unidas y las Convenciones internacionales. Y, restaurando y adaptando el
“derecho internacional clásico” de las Potencias imperialistas europeas,
confirma teórica y prácticamente el derecho a la agresión y la guerra así como
el derecho de conquista; niega el derecho de independencia, libertad o
autodeterminación de los Pueblos, sin el cual no hay democracia; y condena el
derecho inherente de legítima defensa así como los derechos de personalidad, el
derecho al nombre y la identidad individual y colectiva, sin los cuales no hay
dignidad ni humanidad. A su vez – y al estar condicionados por el derecho
fundamental de autodeterminación de los pueblos, que es el primero de los
derechos humanos fundamentales y la condición previa de todos ellos – los derechos
humanos en general no pueden escapar a su misma suerte. Los derechos humanos
fundamentales no son producto de la democracia, son su fundamento: un régimen
democrático sólo puede fundarse y constituirse sobre ellos. Donde no existen,
no hay democracia.
El
imperialismo español y francés: constituido por los monopolios de poder
político, violencia, terrorismo y propaganda, es el primer interesado en esta
forma de elecciones que niegan la existencia de los Pueblos conquistados y
colonizados. La oleada de propaganda monopolista, que fabrica el habitual
calentón electoral, pretende ocultar la realidad con la colaboración de sus
portavoces indígenas: “Nosotros miramos a Europa. Europa tiene que reconocer al
pueblo vasco”, dicen éstos. Han mirado ya a tantos sitios, durante los últimos
sesenta años, que uno más no importa mucho. Pero la UE no va a ser más
receptiva a la voz y las miradas del Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de
Nabarra, que lo son los Estados que la componen, cuando ha mostrado siempre y naturalmente
un desprecio por los Pueblos oprimidos todavía mayor que el de éstos.
“Europa” no
va a oír voces ni “tiene que” reconocer nada. Para la UE el Pueblo Vasco no
existe y los Vascos no tienen derecho a constituir ni a votar nada, pues lo que
no existe no tiene derechos. Los Vascos que resisten ideológica y políticamente
al imperialismo y el totalitarismo son delincuentes y criminales, pero
delincuentes y criminales españoles y franceses, pues ni para eso tienen
personalidad propia. Los “representantes de Euskadi” que acceden al Parlamento
Europeo “para que Euskadi tenga voz propia en Europa” lo hacen como españoles y
franceses convictos y confesos, y sólo como tales. Sólo como travestis
españoles y franceses tienen acceso a los “derechos civiles y políticos
democráticos del espacio europeo de libertad, seguridad y justicia”. Ni
siquiera son representantes “regionales”, pues la región de referencia no
existe en ninguna parte. (En el régimen administrativo francés, queda de
antemano excluido todo proyecto de comunidad territorial en cuya identificación
figure la palabra “basque”.)
Una
estrategia política de liberación nacional frente al imperialismo no se funda
en el reconocimiento de nadie: es el reconocimiento de otros el que se funda en
y es consecuencia de una estrategia y unas instituciones nacionales y estatales
efectivas; las cuales el Pueblo Vasco, caído en la trampa Pnv-Eta desde hace al
menos cincuenta años, ha sido incapaz de conservar o restaurar. Europa oye y
reconoce a los Pueblos capaces de crear y sostener una política efectiva; y
desprecia y condena a los débiles y los incapaces. Contra lo que los monopolios
de desinformación e intoxicación ideológica hacen creer a una población
política e ideológicamente indefensa y desamparada, la diplomacia oficial de la
UE ha confirmado ya explícitamente su intención de reconocer la independencia
de los Pueblos y Estados todavía hoy anexionados por Francia y España siempre
que ésta sea efectiva; y ello antes de que la cuestión ukrainiana pusiera otra
vez en entredicho la pretendida vigencia del status quo internacional: única
“tendencia” y afán de sus cancillerías. Pero ni Europa ni nadie reconocerá
nunca a un “pueblo” que no se reconoce a sí mismo, y que voluntaria y
“democráticamente” acepta acudir a las “instituciones europeas” como español o
francés.
El
electoralismo y el voto “europeístas” de los partidarios de “la vía
institucional armada o desarmada” es la continuación y el complemento de la
empresa de sumisión y liquidación ideológicas y políticas que han sumido a este
País en la indefensión, la división, la nulidad estratégica, la putrefacción
política y la alienación material y mental.
Los
monopolios de Estado y el institucionalismo aborigen no pueden completamente
ocultar la abstención y el boycott de las “elecciones” por una mayoría del
Pueblo Vasco en las condiciones del régimen de ocupación, violencia, terrorismo
y propaganda de masas. La resistencia espontánea y clandestina, activa y
pasiva, es recurso natural, espontáneo e inmediato de los pueblos oprimidos
frente al imperialismo. (Publicaciones Iparla.)
(Para una mayor ampliación sobre la "Unión Europea", véase nuestro texto ‘La “Unión europea” y la Libertad de los Pueblos’.)
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