Consideraciones sobre la constante distorsión presente en nuestros estudios históricos

Consideraciones sobre la constante distorsión presente en nuestros estudios históricos


Felipe Campo



Ante la aparición de nuevas obras sobre nuestra historia que – incluso con la mejor intención – distorsionan fundamentalmente toda visión correcta de la auténtica realidad histórica, sociológica y política del Pueblo Vasco y de su Estado, publicamos ahora unos breves pasajes de nuestra propia obra histórica bilingüe – Español e Inglés – aún inédita: ‘Apuntes sobre la Historia del Pueblo Vasco/Euskal Herria y de su Estado: el Reino de Nabarra, para restablecer la comprensión correcta de un aspecto crucial de nuestra realidad que está siendo sistemáticamente falseado:


“[...]

 

Sintiendo aún la necesidad de reforzar ideológicamente la justificación de la conquista del Reino de Nabarra ante las cortes europeas, y a pesar de todo lo que ya se había hecho al respecto por Luis Correa con su obra ‘La conquista del Reyno de Navarra’ de 1513; y por Juan López de Palacios Rubios con su libro ‘De justitia et jure obtentionis ac retentionis Regni Navarrae’ [“Sobre la justicia y el derecho en la obtención y retención del Reino de Nabarra”] de 1515, todavía se produjo en 1545, año del comienzo del Concilio de Trento, la publicación póstuma en Granada de la obra de Antonio de Nebrija ‘Rerum a Fernando & Elisabe [...]; necnon Belli Navarrensis libros duos’. Se trata de una traducción al Latín de la mencionada obra de Correa, con la que se presenta plenamente actualizada toda la batería de “argumentaciones jurídicas que justifican” la agresión y conquista de nuestro Estado, al objeto de poder salir al paso con ella frente a cualquier eventualidad que pudiera presentarse en aquella “cumbre internacional” que todo Concilio era.

 

Porque con este nuevo trabajo, Nebrija no se había limitado a hacer una simple traducción de aquella obra redactada durante la campaña militar en Nabarra sino que buscó reforzar la justificación jurídica e ideológica de su conquista, con la finalidad de realizar una tarea de propaganda diplomática. Según lo expone el autor P. Fernández en su “tesis doctoral”:

 

“Así las cosas, tanto Nebrija como Juan López componen sus obras en calidad de cronistas de los Reyes Católicos, razón por la cual desarrollan en ellas una doble vertiente, propagandística y diplomática: la de Navarra es una guerra justa, pues se realiza contra una monarquía que actúa socavando la estabilidad de la Iglesia, y quien lleva a cabo esa conquista es el ‘Rey Católico’ por excelencia, [...]. El mismo propósito persigue la obra de Nebrija; de ahí la necesaria traducción al latín del texto de Correa. [...] Pero los Belli navarrensis libros duode Nebrija no se limitan a interpretar en lengua latina la obra de Correa, sino que insisten aún más si cabe en la justificación de la conquista.” [P. Fernández; su tesis doctoral: ‘Edición y estudio de La conquista del Reyno de Navarra (1513) de Luis Correa’, Universidad de Alcalá, 2012. Énfasis añadidos.]


[...]

 

No obstante, es lamentable tener que constatar que, frente a la tenaz – a la par que maliciosa, delirante y mentirosa – actividad propagandística de los apologistas españoles de la criminal conquista del Reino de Nabarra (una actividad que dura hasta el día de hoy), por su parte los autores que se presentan como defensores de nuestro País han incurrido en una absoluta incuria, dejadez e ignorancia – que dura también hasta el día de hoy – en el mantenimiento de los auténticos hechos históricos, ligados a nuestro enfoque propio. Igualmente, aceptando el triunfo absoluto de los postulados establecidos por dicha propaganda española, mentirosa y falsaria, han abandonado los principios ideológicos fundamentales de nuestra posición, como lo son, por un lado, el de la continuidad imprescriptible de nuestro Estado en tanto que persona jurídica de máximo rango que todo Estado es, según el derecho internacional tanto contemporáneo a los hechos como el actual; y, por otro, la afirmación de la absoluta nulidad jurídica de la agresión y conquista del Reino de Nabarra por la Monarquía Católica, como los también imprescriptibles actos criminales y nulos de pleno derecho que fueron.

 

Es así como estos “historiadores e intelectuales alto-navarros”, asumiendo absolutamente las tesis del imperialismo español establecidas entre 1513 y 1545 con las mencionadas obras apologéticas de la conquista, en primer lugar confunden los territorios sud-pirenaicos del Reino de Nabarra definitivamente ocupados por la Monarquía Católica, o sea: sus cinco Merindades sud-pirenaicas, con el Estado del Reino de Nabarra. Y a continuación y en segundo lugar, aceptan como “normal” la falsedad de que “por tanto” el Reino de Nabarra, con la caída final de Hondarribia en 1524, “desapareció y dejó de existir” tras los avatares de su agresión y conquista entre 1512 y 1524; e ignoran totalmente cualquier idea de continuidad efectiva y jurídica del para ellos inexistente Reino de Nabarra, siendo así que desde 1530 siguió efectivamente independiente con su territorio propio de la Sexta Merindad y con sus instituciones y dinastía propios y legítimos. Sin embargo, para ellos todo eso es algo confuso a lo que llaman “Baja Navarra” pero que en realidad, al igual que lo postula la posición ideológica del imperialismo español cuyas tesis ellos han asumido en su totalidad, es Francia.

 

Ver el espectáculo de la alienación ideológica de estos autores: los cuales pretenden que son sinceros cuando representan con nostalgia la defensa de nuestro Estado (algo que es imposible, si acaso no es también hipócrita, una vez que ellos han asumido todos los postulados ideológicos tenazmente establecidos por el imperialismo español desde el siglo XVI y que hasta esta obra jamás han sido rebatidos en todos los frentes: históricos, jurídicos, ideológicos y políticos), es algo que causa consternación.


Como muestra del triunfo de esa mentalidad española, el historiador Aitor Pescador Medrano no sólo ha publicado recientemente el libro de Nebrija (‘Elio Antonio de Nebrija – La guerra de Navarra’; Pamiela, 2022) sino que, en la presentación de su libro, ha afirmado que una vez finalizada la guerra en 1524, “O te quedabas en el exilio, o volvías a Navarra como súbdito de Carlos I.” (Diario de Noticias, 22-Octubre-2022). Como se ve, para este autor la posibilidad de continuar – como así lo hicieron nuestras instituciones y monarcas legítimos – en los territorios independientes del Bearne que formaban parte de la Corona de Nabarra, era “quedarse en el exilio”. (Otros intelectuales que se consideran “abertzales” no tienen empacho ya en utilizar las expresiones “Nafarroa gaztelarra, Nafarroa espainiarra, y Nafarroa frantziarra”. Su degradación parece no tener límite.)

 

El mencionado autor tampoco señala para nada, al menos en dicha presentación difundida desde los mass-media a nuestro Pueblo, el hecho de que tan sólo seis años más tarde, con el abandono de la Sexta Merindad por la Monarquía Católica en 1530, el Reino de Nabarra pudo continuar con plena eficacia e independencia en su territorio y con sus instituciones propios hasta 1620; y que, desde esa fecha y a partir del ilegal “Edicto de Unión”, continuó formal e internacionalmente reconocido como “Reino (unido) de Francia y de Navarra” hasta 1830. Para ellos, simplemente el Reino de Nabarra “se esfumó” en el aire en 1524, y eso es todo.

 

Mientras el Reino de Nabarra continuaba internacionalmente reconocido hasta 1830 (fecha de su ilegal abolición), Polonia y Lituania “desaparecían” totalmente – y también ilegalmente – tras su Tercera Partición realizada en 1795 entre tres imperios; al igual que Ukraina había “desaparecido” en 1709 tras su derrota en Poltava, según veremos. Sin embargo, ningún intelectual no-corrupto o alienado de esos Países reconoció jamás que sus países hubieran desaparecido en esas fechas. En cambio en nuestro País, a pesar de haber continuado nuestro Estado internacionalmente reconocido hasta 1830, los “historiadores” que se presentan como defensores de “nuestra historia y nuestra memoria” dicen que el Reino de Nabarra desapareció en 1524 y que, a partir de ahí, “o te quedabas en el exilio o volvías a Navarra como súbdito de Carlos I”... “de España”, claro. (Al parecer, no se añade este “pequeño detalle” puesto que es innecesario. Después de todo – vienen a sugerir de forma inconfesada – ¿qué otra cosa somos sino una parte de “España”?)

 

Como se ha apuntado, para estos autores permanecer en Garazi o Donapaleu era “quedarse en el exilio”, sin duda en Francia. Lo que no les impide a continuación tener el descaro de echar en cara a los demás el abandono de posiciones que son ellos mismos quienes deberían mantener y que no mantienen, y de decir con total desahogo que “Europa siempre ha tenido una prolongada tradición de abandonar a los estados débiles invadidos por potencias superiores” (ibídem); cuando son ellos mismos quienes, habiendo endosando la propaganda española y acogiéndose a su confort material, han abandonado y niegan su propio Estado al decir que quedó liquidado en 1524.

Las típicas, hipócritas y ridículas escapatorias y coartadas que afirman “la imposibilidad de valorar adecuadamente hechos del pasado con ojos actuales”, o que “el hecho histórico es uno, pero las interpretaciones, diversas”: expresadas precisamente por quienes han asumido las posiciones fundamentales de aquellos apologistas de las criminales agresión y conquista contra nuestro Pueblo y Estado, y en cualquier caso el resultado logrado con ellas, son muestras flagrantes de su debilidad mental y moral y de su mala conciencia; y, al tomar a nuestro Pueblo por idiota (puesto que creen que podrán engañarlo con tales tretas), significan además añadir el insulto al crimen. En ellos el triunfo de Nebrija es total.


La denuncia y ruptura total con esta mentalidad, y afirmar la continuidad, vigencia y actualidad de nuestro Estado, es el objeto fundamental de esta obra.” Etc.


(Final del Capítulo 7: ‘Propaganda hispana: su justificación ideológica para la anexión de los territorios sud-pirenaicos del Reino de Nabarra’, de nuestra obra: Apuntes sobre la Historia del Pueblo Vasco/Euskal Herria y de su Estado: el Reino de Nabarra.)

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