Reforzamiento de la ideología del imperialismo como ‘mainstream’ periodístico de nuestro País
(Texto publicado inicialmente el 26-Sptiembre-2020.)
Reforzamiento de la ideología del imperialismo como ‘mainstream’ periodístico de nuestro País
Felipe Campo
En el Diario de Noticias de Gipuzkoa de hoy, 26-Septiembre-2020, tenemos un nuevo artículo: “Baja Navarra, 1527 – 1620”, firmado por A. Rekalde, el cual incide en las características ocultaciones, desviaciones y confusiones de una determinada tendencia o grupo “socio-cultural” – con innegables pretensiones ideológico-políticas – de nuestro País; unas características que, como mínimo, no facilitan a nuestro Pueblo la visión correcta y globalizante de nuestra realidad.
Para empezar, el artículo arranca (y termina) con un “Estamos condenados a (la maldición de) repetir nuestra historia. Por ignorantes. Por olvidarla”. Todo eso como introducción para hablar del ‘Edicto de Pau’ que el rey de Francia y de Nabarra decretó en Octubre de 1620, con el que impuso “le royaume [uni] de France et de Navarre” contra la voluntad expresa de los Estados Generales de nuestro Estado: el Reino de Nabarra. Así pues, la idea inicial que se nos traslada ahí es que somos nosotros los responsables/culpables de lo que nos ha sucedido: “por ignorantes, por olvidar nuestra historia”. La ocultación/exculpación del imperialismo franco-español contra el Pueblo Vasco: inexistente en dicho escrito, es total desde el principio. De hecho, en todo el artículo la palabra “imperialismo” – o concordantes – NO APARECE NI UNA SOLA VEZ. (Tampoco aparece NI UNA SOLA VEZ la expresión “pueblo vasco”.)
Pero aun admitiendo – que no admitimos – que efectivamente somos ignorantes y olvidadizos (algo de lo que sin duda ese grupo nos curará, si TODO EL PAÍS se apunta y paga la matrícula de sus cursillos sobre la historia de nuestro País), ¿qué es lo que se supone que no debemos repetir?; lo cual además, según parece, “estamos condenados a la maldición de repetir”. Porque, como es lógico y evidente, si se repite algo es porque ya se ha hecho antes; y eso es lo que cualquier lector es llevado a inferir desde que comienza a leer el principio mismo del artículo. Sin embargo, en realidad “nosotros” (es un decir), nuestro País en 1620 no “hizo” nada, porque lo que ocurrió es que “se lo hicieron” otros por imposición militar. Entonces – una vez más – ¿qué es lo que no tenemos que repetir, teniendo en cuenta que se trata de algo que no “hicimos”? Hablar así ¿no será acaso una muestra de lo que se llama “hablar por boca de ganso”, hablar como un loro, o hablar sin ton ni son? ¿Ayuda eso acaso a estructurar la mente y el criterio del lector, o más bien a su confusión?
Por otra parte, el autor del
artículo sigue hablando de que “la soberanía de la Baja Navarra desaparecía”
con aquel Edicto, cuando en primer lugar no era “la Baja Navarra” sino el Reino
de Nabarra el que detentaba la soberanía. Pero es que además no ocurrió tal
cosa ni “desapareció” nada, puesto que el Reino de Nabarra: con sus instituciones,
Estados Generales y territorio propio (si bien reducido por la ocupación
hispana) siguieron funcionando y siendo reconocidos ¡HASTA 1830! excepto por la
interrupción de la “revolución” francesa. Una interrupción – del reconocimiento de nuestro Estado – ILEGAL Y NULA DE PLENO DERECHO, que a
partir de su “Constitución” de 1791 instauraba primero el “Reino de los
Franceses”, de un año de duración; después la “República francesa” de 1792, de doce
años de duración; y luego la “Constitución” de 1804 imponía el “Imperio de los
franceses”, de diez años de duración hasta la restauración de 1814. Pero, como
es natural y cualquiera puede comprender (excepto, según parece, este autor y
su grupo), nada de eso afectaba a la vigencia y continuidad de los derechos
fundamentales e imprescriptibles del Pueblo Vasco y de su Estado, el Reino de
Nabarra; y de hecho ni en 1789 ni nunca sus representantes PISARON JAMÁS el
recinto donde celebraba sus reuniones la “asamblea nacional francesa”, con la
que nada tenían que ver.
Esto lo habían comprendido
perfecta e inmediatamente los Estados Generales del Reino, los cuales exigieron
de inmediato, en Noviembre de 1620, la revocación de aquel Edicto de Pau, que
se convertía por tanto en un acto ILEGAL Y NULO DE PLENO DERECHO, es decir: en
un acto de traición a las leyes constitucionales de nuestro Estado. Por ese
acto el rey de Nabarra perdía toda su legitimidad y quedaba depuesto, si bien
el Estado continuaba, como es evidente y lo hemos expuesto en esta página en
repetidas ocasiones y en especial en el texto que publicamos el pasado día 30-Mayo-2020
bajo el título “Restauración de nuestra estatalidad: un proceso que
comienza por la de-colonización mental (II)”; algo que, para determinadas
personas, parece resultar particularmente difícil de asimilar.
Porque según parece, para el autor del artículo que
comentamos lo que funciona por el
contrario, y es además plenamente legal, es una especie de fatal aplicación de
un nuevo “principio del derecho internacional” de cosecha propia que está
en plena sintonía con las posiciones ideológicas de todo imperialismo (y desde
luego del imperialismo franco-español), el cual
vendría a decir más o menos algo así como: “santa Rita, Rita, Rita, lo que se
quita ya no se devuelve”. Y no solamente eso, puesto que además el autor del
artículo lo refuerza afirmando que en realidad los derechos fundamentales e
imprescriptibles de autodeterminación o independencia de los Pueblos, y de
integridad de sus Estados legítimamente constituidos, “se pierden y desaparecen”
por la criminal acción del imperialismo; todo ello para delicia de la
dominación imperialista de Francia y de España sobre el Pueblo Vasco y su
Estado real y actual: el Reino de Nabarra.
El error de base que lastra todo ese discurso radica en una visión funesta: inducida por el imperialismo y aceptada por estos “teóricos e historiadores”, según la cual en realidad fuimos – en el pasado – un Estado, pero que aquello ya terminó porque el imperialismo lo liquidó y – como el mencionado autor apunta – “por lo tanto desapareció” y ya no existe. Es decir que, según esa concepción imperialista de la historia, que como veremos es la única concepción o el único “criterio historicista” que estos autores aceptan (frente a una concepción democrática de la historia basada en la reivindicación de la continuidad, validez y vigencia intemporales de los derechos fundamentales, que por el contrario ellos rechazan), una vez que los Pueblos y sus legítimos Estados han sido sojuzgados, ocupados y “abolidos” por efecto de la agresión del imperialismo y de sus imprescriptibles crímenes constitutivos, a continuación – y puesto que el imperialismo se ha impuesto como una innegable y criminal realidad ‘de facto’ – es preciso partir de esa realidad como si fuera también ‘de jure’, y aceptar pura y simplemente la negación de la continuidad LEGAL de las personas jurídicas que dichos Estados constituyen del mismo modo que se niega la existencia de los Pueblos y de sus derechos; una concepción que, sin duda, todos los ideólogos del imperialismo que en el mundo ha habido, han apoyado y apoyarán.
Es lo que meses antes (25-Abril-2020) difundía en el mismo ‘Diario de
Noticias de Gipuzkoa otro autor de esa misma línea de pensamiento, el carlista español Luis María Martínez Garate, al ser
entrevistado con ocasión de la presentación de su obra ‘Síntesis de la historia
de Navarra’, cuando afirmaba: “hay que evitar el juicio de fenómenos actuales con
criterios historicistas, como sería el simplificador ‘como fuimos
independientes tenemos derecho a serlo hoy’. Eso supone un cortocircuito
demasiado fuerte. Tiene que haber varias mediaciones antes de llegar desde tal
premisa a esta conclusión”. La aceptación implícita del status quo imperialista
y de sus “mediaciones” impuestas; y la relativización de la continuidad de los
derechos humanos fundamentales una vez que éstos han sido criminalmente conculcados
por el imperialismo, no pueden estar más patentes en esas palabras, que absoluta
y totalmente rechazamos.
La intención de estos
autores por presentarse como los depositarios de misteriosos secretos que ellos
conservan sobre las calamidades que nos afligen, y cuyas claves ellos
transmitirán a los demás a cambio de sus enseñanzas en cursillos, es de lo más
burdo. No tienen la menor capacitación ni proyección de futuro. Tras ocultar/negar
el imperialismo franco-español sobre el Pueblo Vasco y su Estado actual, el Reino de Nabarra, y admitir todos sus postulados ideológicos sobre la
legalidad/legitimidad del ‘status quo’ que él ha establecido (a partir
de lo cual no queda ya nada por hacer), presentan su absurda “política” no como
estrategia anti-imperialista: que es en realidad LO ÚNICO que cuenta pero que
ellos han descartado desde el principio, sino como la acción mágica de unos
“conocimientos históricos” que, transmitidos a toda la población, operarán el
milagro de “escapar a nuestra maldición”. Para lo cual poco importa que ellos:
los sumos sacerdotes o chamanes que oficiarán en ese rito, no estén
cualificados como no lo están, puesto que lo fundamental es que se trata de un
procedimiento no sólo ilusorio sino además inviable.
Sin menospreciar la cultura – o incluso las supersticiones tipo Mau Mau – en los procesos de liberación de los Pueblos sojuzgados, el hecho es que ningún Pueblo del mundo, jamás, se ha liberado del imperialismo de ese modo, es decir: negando el imperialismo; y ello porque sencillamente tal método está fundado en el absurdo, y el absurdo no existe ni puede existir. Puesto que, si se niega el imperialismo y se afirma que éste no existe, ¿qué sentido tiene luchar – o por qué alguien lucharía – contra o para librarse de algo que no existe? Para la aclaración de este extremo, remitimos al lector a nuestra reciente publicación El Pueblo Vasco bajo el Imperialismo franco-español (extractos), de fecha 19-Septiembre-2020.
Lo que este País no tiene
que repetir: y esto es algo que los Estados Generales del Reino de Nabarra
JAMÁS hicieron, es reconocer el régimen imperialista y fascista franco-español de
imposición y ocupación militar como “el Estado” propio, no-Nacionalista,
no-violento, legítimo y democrático; algo que por el contrario SÍ lo están
haciendo desde 1977-1979 hasta hoy mismo la burocracia mafiosa-liquidacionista
Pnv-Eta y los diversos satélites y asociaciones “culturales” que la secundan.
Pero de esto, ni el autor del artículo ni su grupo – incluso aunque no lo hagan
con esas mismas palabras – dirán jamás ni pio, porque lo que ellos buscan ante
todo son las subvenciones del poder establecido, es decir: las del “gobierno
vasco” o “el gobierno navarro”; y por tanto, todos ellos contribuyen así al
hecho decisivo: enmascarar el régimen criminal, imperialista, colonialista y
fascista de ocupación militar de los Estados de España y de Francia sobre el
Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra, como si fuera un régimen
democrático y el propio del Pueblo Vasco.
Con tales agentes como “intelligentsia y clase política vasca”, este País SÍ está condenado a repetir los errores funestos que viene cometiendo desde las fechas indicadas, y a ser liquidado sin remedio como resultado de ello. Y mientras tanto, los demás tenemos que soportar que ellos: hipócrita o estúpidamente, nos aleccionen, nos den clases y nos digan que “estamos condenados a la maldición de repetir nuestra historia”, mientras confunden al lector, ocultan el imperialismo, y distorsionan la historia desde los medios de comunicación de masas. Frente a todo ello, afirmamos – una vez más – el principio único de doble afirmación nacional-estatal del Pueblo Vasco, sobre el que se fundamenta el ‘Movimiento Vasco de Resistencia y Salvación Nacional’, según ha sido expuesto en su Manifiesto recientemente publicado en Euskara, Español, Francés e Inglés, a saber:
1/ Afirmación del derecho de
autodeterminación o independencia del Pueblo Vasco; y
2/ Afirmación de la continuidad, vigencia y actualidad de su Estado, el Reino de Nabarra.
Es de imaginar que no esperarían que sus falsificaciones y mistificaciones iban a quedar sin denuncia... Pero si no era así, ahora los charlatanes de este País tienen una visión más acertada de la realidad.
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