Totalitarismo fascista y sentencias judiciales
(Texto publicado inicialmente el 14-Octubre.2019.)
Totalitarismo fascista y sentencias judiciales
Como continuación del artículo publicado en esta misma página el día 14 de Febrero de este año 2019 bajo el título ‘Totalitarismo fascista y procesos judiciales’, abordamos de nuevo esta cuestión dado que en el día de hoy se ha cerrado aquel proceso judicial – cuya apertura se comentaba en dicho texto – con la correspondiente y esperada sentencia condenatoria dictada por el Tribunal Supremo de España contra los “líderes” catalanes: encarcelados “preventivamente” y a continuación procesados por el llamado “procés independentista” del Principado de Catalunya frente a su dominación imperialista por el Reino de España.
Del mismo modo, hace sólo unos pocos días que otra Sala de ese mismo Tribunal se ha pronunciado sobre los recursos planteados ante las injustas, arbitrarias y exorbitantes condenas dictadas previamente por otro Tribunal colonial español – destinado específicamente a la represión del movimiento independentista del Pueblo Vasco – contra unos jóvenes de Altsasu, quienes tuvieron la desgracia de caer en la provocación de unos militares de paisano miembros de las fuerzas españolas de ocupación de nuestro Estado, el Reino de Nabarra, y de enzarzarse con ellos en unos confusos y en cualquier caso irrelevantes enfrentamientos en un bar y a altas horas de la madrugada. Unos hechos que, a seguido, fueron artificial y mediáticamente hinchados por los monopolios españoles de manipulación y distorsión ideológica de masas (los cuales fabricaron deliberadamente todo un falso montaje mediático sobre la “opinión pública” española que ellos se dedican sistematicamente a embrutecer), al objeto de provocar y conseguir que esos jóvenes fueran acusados de “terrorismo”, privados de lo más parecido de un “juez natural” que podrían haber tenido en Nabarra, encarcelados desde el primer momento, y llevados a ser juzgados en la metrópolis colonial por ese Tribunal especial para la aplicación del “derecho del enemigo”.
Pues bien, a pesar de no haber podido probar la acusación los
cargos de “terrorismo”, y por tanto de haber quedado todo el procedimiento
viciado e invalidado desde el inicio, el pronunciamiento sobre los recursos y
apelaciones: bajo la apariencia de introducir ridículas rebajas en las penas, han
sido resueltos por el Tribunal Supremo de España naturalmente confirmando las absolutamente
inicuas sentencias.
Así pues, ambos pronunciamientos no ofrecen novedad alguna respecto a lo que de ellos podía esperarse, dadas las circunstancias, es decir: entran dentro de la más absoluta normalidad jurídico-política inherente al régimen imperialista, colonialista y fascista de ocupación militar que el Reino de España y la República francesa mantienen sobre el Reino de Nabarra y el Principado de Catalunya, así como con respecto a los respectivos movimientos de liberación de los Pueblos Vasco y Catalán, y por tanto esos pronunciamientos no merecen en sí mismos mayor comentario.
Sin embargo, si por desgracia es pertinente hacerlo, como así lo es, ello está causado por el hecho de que, con ocasión de esas sentencias, se ha puesto de manifiesto una vez más el absoluto embrutecimiento y la total incapacidad ideológico-estratégica de toda la pretendida “intelligentsia y clase política de oposición oficial vasca y catalana”, para comprender siquiera la realidad del régimen imperialista y fascista bajo el que nos encontramos (el cual es negado de entrada como tal por esas burocracias y bandas de lunáticos, que lo llaman “democracia”), y por tanto para presentar una salida teórica y práctica que sea congruente con la auténtica realidad y con el objetivo de lograr nuestra liberación del imperialismo franco-español. De este modo, el “president” Torra y el “lehendakari” Urkullu se han referido hoy a la sentencia contra el “procés” como un “insulto a la democracia”, puesto que aquélla – según dicen – “hace que la democracia pierda toda credibilidad”, ya que la solución al problema planteado por el independentismo debería discurrir “por la vía política, no judicial”.
Por su parte, el “Editorial” de un Diario que en Nabarra corresponde a esa pretendida “oposición vasca” radicalmente incapacitada y estratégicamente arruinada denunciaba este pasado domingo “Una sentencia [contra esos “líderes” catalanes] que apunta a indudable impulso político, a injusticia y desproporción”, y ello bajo el título “Filtraciones indignantes”; lo cual permite pensar que (como dijo Ortuzar) lo indignante es la “filtración” e incluso “que se imponga el cumplimiento íntegro de las penas, lo cual va en contra de la ley”, más que la sentencia misma y todo lo que ella conlleva. Lo que denota que están tan dementes y “sonados” como quien, ante la ocupación y el despojo de su propia casa, dijera que lo indignante era que los agresores hubieran roto la cerradura para entrar en ella, y que esos ladrones no permitieran al legítimo propietario entrar en su propia casa de vez en cuando para coger alguna cosa.
Igualmente, sobre el caso de los jóvenes de Altsasu se afirmaba
también en ese Diario que en la sentencia, “Los magistrados [del Tribunal
Supremo español] no han podido – o no han querido – ir hasta el final, se han
dejado influir por el enfoque político alimentado desde Madrid y han mantenido
el objetivo de aplicar las máximas penas de cárcel. Incluso invirtiendo la
carga de la prueba cuando no pueden probar las acusaciones contra uno de los
jóvenes. Brutal. Se ha antepuesto el escarmiento a la justicia. En realidad, si
el Supremo [sic] hubiera aplicado los criterios de una justicia garantista, la
sentencia hubiera [sic] implicado, si no la absolución, sí una reducción aún
mayor de las penas y su puesta en libertad” etc.
El panorama es tan desolador, y tanta la mistificación de la realidad y la obtusa cerrazón mental que todas esas declaraciones encierran, que uno no sabe por dónde empezar. Pretender que un tribunal imperialista y fascista: dedicado a la dominación sobre los Pueblos y a la represión de su libertad en “virtud” del “impulso político” fundamental y constituyente del régimen al que pertenece, pueda tener algo que ver con la epiqueya o simplemente la “justicia garantista” hacia los dominados, ello es como esperar que los cocodrilos se hagan vegetarianos. Su “justicia garantista” es para Vera y Barrionuevo, es decir: para quienes combaten a los Pueblos, no para quienes los defienden.
En cuanto a la perversa obstinación de los “líderes vascos y catalanes” en llamar “democracia” al régimen imperialista y fascista del Segundo Franquismo: que – con momia o sin ella – consiste en la continuación y preservación de los logros intangibles logrados por el Primero mediante guerra y genocidio de los Pueblos Vasco y Catalán, y en la NEGACIÓN OFICIAL Y EXPRESA de la existencia de esos Pueblos y de sus Estados ocupados (una posición ideológica instrumental para mejor conseguir la destrucción de ellos, que es el objetivo fundamental e invariable del régimen imperialista español y francés), no vale la pena extenderse ahora sobre ella puesto que esta cuestión ha sido desarrollada hasta la saciedad en anteriores y numerosos textos de esta página. Pero sí conviene decir que no es posible ya hablar sólo en incapacidad intelectual en tales individuos; hay también mala fe innegable. Nadie puede ser tan tonto; sobre todo cuando los supuestos “incapaces”, como esos dos agentes antes mencionados: representantes ordinarios del Estado español en los respectivos territorios que administran para el régimen de ocupación, están cobrando enormes sueldos por su cometido.
Para resumir la actitud de estos “institucionalistas” y del resto de los colaboracionistas: que llevan más de cuarenta años aceptando el criminal régimen fascista de ocupación militar español sobre los Pueblos sojuzgados como “democracia”, y llevando a sus Pueblos respectivos a que lo acepten como tal al participar en sus “elecciones generales” totalitarias, valga como resumen la siguiente cita:
“El ‘institucionalismo’ y los atentados son expresión y consecuencia de la ocupación militar bajo el régimen imperialista, y del incurable conflicto político que el imperialismo entraña mientras no se consiga su liquidación; pero son también producto y coartada de la incapacidad política y de la sumisión, la colaboración, la complicidad y la traición estratégicas de las burocracias que los preconizan y mantienen. Por sí mismos, tales procedimientos son excluyentes de toda alternativa política real al fascismo y al imperialismo. Por cualquier lado que se tome, la ideología de ‘la derecha y la izquierda abertzale’ revierte a la negación y el disfraz del imperialismo y del fascismo como la realidad política actual y real en nuestro País; y a su tenaz y pertinaz afirmación: demencial, estúpida o comprada, como ‘democracia’.” (Cap. XXX – ‘Degeneración burocrático-activista, y ruina político-estratégica (XXX)’, del texto general EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL.)
Pero veamos a continuación una segunda falsificación implícita en las afirmaciones que sintetizan las reacciones que estamos comentando. Según afirman, “un problema político requiere una solución política, y el Estado español (que todos ellos reconocen como un Estado “legítimo, no-violento y democrático” cuando es todo lo contrario, y además como el Estado propio al que ellos sirven como los mercenarios que son, mientras ignoran los vigentes y legítimos Estados del Reino de Nabarra y el Principado de Catalunya), se niega a dar esa solución política, dando en su lugar una solución jurídica”. Pero hay aquí un primer equívoco que consiste en identificar o afirmar que “una solución política” es lo mismo que “una solución democrática”, cuando no hay tal identidad. Esto ya fue expuesto suficientemente en el texto que, bajo el título ‘El olmo no puede dar peras; ni el imperialismo, democracia’, se publicó en esta página el pasado 31 de Agosto de 2018.
En pocas palabras, y por no repetir cosas ya dichas, digamos que por un lado existe la democracia, la cual está fundada sobre el respeto de los derechos humanos fundamentales: el primero de los cuales y condición previa de todos ellos es el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos; y por el otro lado existe también el imperialismo, el cual está fundado en la negación de los Pueblos y de sus derechos fundamentales, y en la afirmación del “derecho imperialista” a dominarlos. Ambos regímenes son contradictorios, y sus respectivas políticas lo son también; pero lo que es incuestionable es que ambos son sistemas políticos que dan sus respectivas respuestas o soluciones políticas.
Así pues, un régimen democrático aborda y resuelve los problemas desde el respeto de los derechos humanos fundamentales, y sus respuestas a esos problemas la realiza mediante políticas democráticas que son las que corresponden a su naturaleza y estructura democrática; mientras que un régimen imperialista aborda y “resuelve” los problemas desde la conculcación y represión de esos derechos humanos fundamentales y ante todo del derecho de autodeterminación de los Pueblos sojuzgados, y sus respuestas las realiza mediante las políticas imperialistas que corresponden a su naturaleza y estructura imperialista. Pero tanto un régimen como el otro dan respuestas políticas a sus problemas: el régimen democrático mediante políticas democráticas; y el régimen imperialista mediante políticas imperialistas y totalitarias.
Lo que ocurre es simplemente
que los Estados y los regímenes español y francés son criminales, imperialistas
y fascistas: impuestos y mantenidos por la ocupación militar, puesto que consisten
en la consciente, voluntaria, deliberada y centenariamente mantenida conculcación
de los derechos fundamentales de los Pueblos y sus Estados que ellos mantienen
sojuzgados, cuya existencia misma incluso niegan. Por lo tanto, las políticas
que ellos ofrecen NO SON UN ERROR: son las únicas que pueden dar y las que
corresponden NECESARIAMENTE a su naturaleza imperialista y fascista que
ellos desean mantener, del mismo nodo que el ladrón y el violador desean seguir
disfrutando impunemente de los bienes que obtienen con su criminal actuación.
Pero lo que es incuestionable es que sí ofrecen una solución política, que es
además la única que puede ofrecer, a saber: la solución política imperialista,
la que corresponde a su propia naturaleza criminal, imperialista, colonialista
y fascista de ocupación militar.
Pretender que un régimen imperialista y fascista no da “soluciones políticas” a los problemas es una afirmación estúpida de toda evidencia que no requiere de más consideración. Y esperar que ese régimen no responda a los problemas según su propia naturaleza criminal, y que por el contrario dé una solución democrática a un problema, eso es lo mismo que colocarse directamente en la demencia de pedir que el olmo dé peras e incluso de empeñarse en ello; que es lo que esa “clase política” está haciendo. A la vista de ello, el desprecio que los imperialistas sienten hacia esta banda de sinvergüenzas y/o menguados (y hacia el Pueblo que ellos dicen representar, al que por desgracia tienen engañado con la ayuda del propio imperialismo), crece en progresión correspondiente a la de su intratable arrogancia.
“Sin duda hay algo de infantil y rústica depravación en la ceguera y obstinación con la que un grupo social considerable corre hacia su propia pérdida, y persiste en una vía impracticable, ruinosa y sin salida.” Pretender que un régimen: que es imperialista por su esencia y su existencia, no lo sea, y que se comporte en cambio como una democracia sólo porque se ha disfrazado de ella precisamente para engañar a los dominados: como se obstina en conseguir la “clase política vasca y catalana”, es justamente la situación descrita como perversa obstinación en la ceguera.
“La política es la determinación del comportamiento social por medio de la violencia.” (Iñaki Aginaga.) Y el imperialismo consiste en la política imperialista, que se desarrolla bien sea mediante la aplicación de las leyes y el sistema jurídico totalitario previamente impuesto por su monopolio de la criminal violencia imperialista; o mediante la guerra imperialista, que es “la continuación de la política [imperialista] por otros medios”. Uno y otra SON POLÍTICA, y esa política consiste en la dominación de los Pueblos sojuzgados mediante la violencia criminal, como corresponde a la naturaleza del régimen imperialista. Es decir: mediante imprescriptibles crímenes de guerra, contra la Paz y contra la Humanidad, que son LA CONSTITUCIÓN REAL Y PRIMARIA que está en la base de sus “instituciones”, de su derecho positivo y sus construcciones jurídicas, de su “Constitución” formal y secundaria, y de sus “Tribunales Supremos”; que son los mecanismos con los que han conseguido imponerse, entre otros, sobre el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra, a los largo de siglos.
Ésta es la única realidad
actual, la única estructura político-jurídica existente: la infrastructura y la
suprastructura reales del criminal régimen franco-español de ocupación militar
instaurado sobre el Pueblo Vasco y su Estado, que no puede ser eliminado con
sugestión o palabrería, esperando místicamente que haga política democrática un
régimen que por su naturaleza, por su esencia y su existencia e imperialista y
sólo puede hacer política imperialista.
Ahora bien, en esa misma falsificación existe un segundo equívoco que hasta el momento no se ha tratado de forma directa (aunque la cuestión está contenida en el texto ‘Recuperación, para la ideología del imperialismo, del XXVI Congreso de la Asociación Mundial de Juristas’, publicado en esta página el 21-Febrero-2019),y que consiste en la mistificación que opone “lo político” a “lo jurídico”, como si “lo jurídico” no fuera parte de la política; lo cual es absolutamente falso.
Pero “el derecho es la determinación de la condición y el comportamiento de los sujetos mediante el monopolio de la violencia.” (Iñaki Aginaga.) Así pues, el derecho es especie de la política, cuyas alternativas son la anarquía o la guerra. Al igual que toda política: que es la determinación del comportamiento social por medio de la violencia, el derecho consiste por tanto en un orden social de violencia.
El derecho es parte de la política, y – como ésta – se funda en la violencia actual: base de la violencia virtual en que descansa toda norma jurídica. La distinción entre la política y el derecho democráticos, de un lado; y la política y el derecho despóticos, del otro, por lo que a su respectivo recurso a la violencia actual o virtual se refiere, se establece:
a) cualitativamente por sus respectivos fines: cuando éstos son democráticos, la violencia es lícita puesto que se ejerce en defensa de los derechos humanos fundamentales (y ante todo del derecho de autodeterminación o independencia de los Pueblos, primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos ellos), frente a quienes pretenden violarlos; y cuando los fines son despóticos, la violencia es criminal puesto que es ejercida para la destrucción/conculcación de esos derechos; y
b) cuantitativamente
por las dosis diferenciales: respectivamente controladas o incontroladas, que
se dan en ambos sistemas.”
De este modo, el derecho positivo imperialista y todo su entramado de leyes: desde la “Constitución” formal hasta la última de sus leyes, consiste en afirmar como “legal” tanto la dominación sobre los Pueblos sojuzgados y sus Estados ocupados, así como la conculcación de sus derechos humanos fundamentales empezando por su derecho de autodeterminación o independencia; lo cual realiza mediante su monopolio de la criminal violencia (actual y virtual) fascista, que es el que respalda en último término sus inicuas “leyes”.
La legalidad y la moralidad fascistas son
conceptos y realidades irreconciliables con la legalidad y la moralidad
democráticas, que corresponden a las instituciones, leyes y Estados que los
Pueblos se han dado a sí mismos de forma libre. El imperialismo, allí donde
puede implantarse, destruye éstas mediante agresión, guerra y crímenes
imprescriptibles, e impone las suyas. Establecer una falsa distinción entre “la
política” y “el derecho” imperialistas, como si se tratara de esferas o ámbitos
distintos, es introducir una confusión nefasta para un movimiento de oposición
democrática y liberación nacional: el derecho es especie y parte de la
política; y ello tanto si ésta es democrática, como si es despótica.
La dicotomía – ampliamente sustentada y difundida por los agentes “vascos” del colaboracionismo Pnv-Eta con el régimen imperialista – entre las ideas de “política” y las de “derecho”; y la “denuncia” oportunista que esos agentes hacen de las ideas y los objetivos “políticos” del Gobierno de turno: orientada a conseguir la substitución de esos objetivos “políticos” por los conceptos y fines de lo que ellos llaman “derecho jurídico” – que contraponen a los de “la política” – y que según ellos sería lo deseable a realizar, buscan producir el descrédito de “lo político”, y “consiguen” por tanto la correspondiente apología del derecho positivo imperialista español o francés y de su manifestación normativa en forma de “leyes y ‘Constitución’ formal o secundaria”; todo lo cual queda, según pretenden, al margen de la política.
Sin embargo, y como es evidente, si bien puede haber política sin amparo de un derecho positivo (afortunadamente para nosotros, puesto que de otro modo no sería posible realizar una política de Resistencia Nacional anti-imperialista: “normalmente” ilegal bajo el “derecho” positivo imperialista pero aun así posible), en cambio nunca puede haber derecho sin política, puesto que el derecho no sólo es política – ya sea democrática o despótica – sino que es además política ejercida de forma monopolista. (Las alternativas al derecho son la anarquía – no en el sentido del anarquismo utópico – o la guerra.)
Como se indicó más arriba, el derecho es un orden político impuesto mediante el monopolio de la violencia: ya sea ésta lícita (de un orden político realmente democrático, fundado sobre los derechos humanos fundamentales y no meramente en “el respeto de la ley”, como afirman los agentes ideológicos – comprados o “ingenuos” – del imperialismo y el fascismo), o criminal (de un orden político imperialista y totalitario). Es la determinación de la condición y el comportamiento de los sujetos mediante el monopolio de la violencia. Todo intento de oponer el “derecho” imperialista a la política imperialista es un despropósito teórico, una ilusión reaccionaria de inmediatas y funestas consecuencias prácticas para los Pueblos sojuzgados.
“Una acepción auxiliar, equívoca y estrecha de la ‘política’ – difundida por la ideología imperialista a su servicio – la limita exclusivamente a la actuación de los órganos Ejecutivos; presenta el Legislativo y la Judicatura como ‘apolíticos’; y reduce la cuestión del imperialismo, el fascismo y la democracia a una simple cuestión de ‘separación estatal de poderes’. Sin embargo, una eventual ‘separación de poderes’ dentro del Estado imperialista no resuelve ninguna de esas cuestiones. La separación de poderes tiene por condición de nacimiento y vigencia la contradicción de fuerzas en las luchas sociales, y el imperialismo es lucha de clases a nivel internacional, y opresión y explotación de Pueblos y Estados bajo/por otros Pueblos y Estados.
“Por tanto, en un régimen imperialista, su ‘separación de poderes’ es en realidad el entramado funcional unitario del poder totalitario e imperialista. Bajo esas condiciones, los cuerpos Legislativos, Ejecutivos o Judiciales del régimen imperialista coinciden espontánea y plenamente sobre el tratamiento a aplicar a las fuerzas democráticas de los Pueblos ocupados; y a este respecto, las diferencias y contradicciones entre sus órganos internos son una fábula reaccionaria y una apología del régimen fascista de ocupación. Los jueces de un régimen imperialista no necesitan lecciones ni presiones de nadie para participar en la represión de la Libertad de los Pueblos y de los derechos humanos en general, que están siendo conculcados por el régimen imperialista al que ellos sirven. Todo intento de oponer, en el interior de un régimen imperialista, ‘el poder político al poder judicial’ es un dislate teórico y práctico que entraña funestas consecuencias.
“Cuando ‘la izquierda
abertzale pone en duda la imparcialidad de los jueces’, y denuncia la ‘falta de
base jurídica’ para la represión fascista; o cuando esas burocracias de
pretendidos ‘moderados y radicales’ Pnv-Eta ‘denuncian las presiones políticas que el Gobierno ejerce sobre los jueces’: alterando así la supuesta inclinación de éstos a defender la justicia
democrática internacional (que aquéllos dan por descontada y en la que los
animan a perseverar), todos ellos están presentando los jueces españoles o franceses Nacionalistas
y Fascistas en oposición al Poder Ejecutivo, y como celosos defensores de los
derechos humanos en general y de la libertad de los Pueblos en especial; todo
lo cual no puede estar más lejos de la verdad o embellecer más la realidad.
“Pero, bien al contrario, el poder imperialista es el poder imperialista, y seguiría siéndolo con ‘base jurídica’ o sin ella, con ‘separación interna de poderes’ o sin ella, y con jueces ‘independientes’ o sin ellos. La afirmación de la ‘separación interna de poderes’ del imperialismo, como supuesta garantía democrática, muestra la ‘incapacidad’ – real o de mala fe – de ‘los moderados y los radicales’ para comprender la política imperialista como una CUESTIÓN INTERNACIONAL que consiste en la dominación y destrucción de Pueblos sojuzgados y de sus Estados a manos de otros Pueblos y sus Estados imperialistas agresores, y que por tanto no es reductible ‘a los intereses de una determinada ideología, al centralismo, al jacobinismo o a la falta de separación interna de poderes’ del Estado ocupante; a los cuales ellos no obstante se empeñan en reducirla.
“Todo ello es el abandono de los conceptos, principios y criterios fundamentales de libertad nacional y democracia, substituidos por los supuestos INTERNOS y formales del régimen totalitario E IMPERIALISTA, tomado como democrático, dentro del cual siguen situando y entendiendo toda realidad política: incluido el derecho internacional de autodeterminación o independencia inherente a todos los Pueblos sojuzgados.” (Cap. XXIII – Fundamentación ideológica actual del Estado imperialista: “democracia, ‘Constitución’ y “Estado de derecho” (XXIII), de nuestro texto general ya indicado.)
Fue en 1710, tras perder las fuerzas de Ucrania la batalla de Poltava (en su intento por independizarse del Imperio ruso zarista), cuando Pylyp Órlyk: anticipándose en 38 años al “Espíritu de las Leyes” de Montesquieu y en 77 a la “Constitución de los USA”, estableció en su Constitución para Ucrania (“Pactos y Constituciones de Derechos y Libertades del Ejército Zapórogo”, llamada a veces “Constitución de Bender” por la ciudad donde se proclamó) la separación de poderes entre los cuerpos Legislativo, Ejecutivo y Judicial por vez primera. Y en su mismo Preámbulo: tras exponer los esfuerzos del poder zarista “para limitar y anular por todos los medios disponibles los derechos y libertades” de su Pueblo, y justificar por tanto su política de oposición a la Rusia Imperial y Ortodoxa – y de alianza con Carlos XII de Suecia, seguida por Iván Mazepa y él mismo – “como lógica e inevitable, impuesta por la necesidad de liberar la patria”, este autor establece de entrada como objetivo prioritario de la Constitución la independencia del nuevo Estado, establecida naturalmente frente a Rusia. Había comprendido bien que, entonces y siempre, son la política internacional, el derecho internacional, y la separación internacional de poderes: que únicamente pueden ser garantizados por su independencia nacional, los que constituyen la única barrera política y jurídica que un Pueblo sojuzgado puede oponer contra el imperialismo.
En cambio, sumidos en su desvarío, los dirigentes indígenas “vascos” de la burocracia Pnv-Eta y sus satélites, agentes auxiliares locales del imperialismo franco-español e incansables defensores del gran cambiazo o estafa contra la Nación Vasca (a saber: la negación y el abandono del derecho internacional de autodeterminación o independencia del Pueblo Vasco, y su substitución por una falsa “autonomía” otorgada como una región española más, y por una ilusoria “separación interna de poderes” dentro del régimen imperialista franco-español de ocupación militar que ellos han aceptado como legítimo, democrático y el suyo propio); tales agentes, decimos, “protestan” – simultánea o sucesivamente – contra los “malos” poderes ejecutivos que se imponen a los buenos legisladores y a los buenos jueces; si es que no son los malos jueces quienes se imponen a los buenos legisladores y los buenos gobiernos, o los malos legisladores quienes mantienen prisioneros a los buenos gobiernos y los buenos jueces.
Tales dirigentes “vascos” auxiliares del imperialismo ocultan así la realidad de la UNIDAD DE PODER que constituye el Estado imperialista-totalitario, cuyos agentes legislativos, ejecutivos, administrativos y judiciales gozan: individual y colectivamente, de toda la motivación y de toda la carga xenófoba que se puede pedir o esperar de ellos. No necesitan esos agentes imposiciones de nadie para perseguir – conjunta o separadamente – todo lo que se parezca a una oposición democrática y todo lo que represente o recuerde a los Pueblos que los españoles y los franceses mantienen sojuzgados; que es lo que han hecho siempre en todos los años y todos los siglos de conquista, dominación y represión que integran hasta hoy mismo su infame historia, de la que tan orgullosos se sienten.
Es una constatación constantemente verificada el hecho de que, en comparación con los responsables usualmente calificados como “políticos”, los órganos y miembros “apolíticos” del Estado moderno: hasta el último funcionario civil o militar, son generalmente más – y no menos – adictos de decisiones y medidas “administrativas” represivas, simplistas, radicales, intransigentes y extremas.
Epílogo: No es posible hacer frente al imperialismo si los conceptos fundamentales teóricos, ideológicos y políticos de una oposición democrática: que ha de estar forzosamente basada en la defensa de los derechos humanos fundamentales y ante todo del derecho de autodeterminación o independencia de los Pueblos sojuzgados, y de independencia e integridad de sus Estados legítimamente constituidos sobre la Autodeterminación o Independencia originaria de los Pueblos, están siendo constantemente falsificados, distorsionados o ignorados. La actual “clase política oficial vasca y catalana” está formada, en el mejor de los casos, por ignorantes e incompetentes absolutos en todas estas cuestiones fundamentales. Lo peor es que, además, son corruptos: económica, ideológica y simbióticamente integrados con el régimen de ocupación al que, suceda lo que suceda, no se cansan de confortar y reconocer como “democrático”, y de hecho dentro de pocos días esa mafia liquidacionista Pnv-Eta va a llevar al Pueblo Vasco, una vez más, a reconocer el repugnante régimen fascista español como democrático en otras “decisivas elecciones generales”. Otro tanto le va a suceder, mutatis mutandis, al Pueblo Catalán. Sin deshacerse de esa camarilla de sinvergüenzas y/o incompetentes no es posible una política de liberación nacional frente al imperialismo colonialista franco-español.
Ante esta situación de emergencia, es absolutamente necesario lograr la unidad estratégica de todas las fuerzas de oposición democrática frente al imperialismo, la cual únicamente puede realizarse en función también estratégica, es decir: en torno a un objetivo o fin estratégico y fundamental – no parcial o secundario – que haga posible la acumulación de todas esas fuerzas democráticas, unánimes en la aceptación de ese objetivo; mientras que su rechazo sólo pueda hacerse por los sectores comprometidos con el mantenimiento de las posiciones del imperialismo, lo cual los dejará fatalmente en evidencia. Y el único fin estratégico que los Pueblos sojuzgados tienen ante sí: el único que puede concitar la reunión de todas sus fuerzas de oposición democrática, es la liquidación del régimen imperialista de ocupación militar y la restauración de su Estado propio: el Reino de Nabarra para el Pueblo Vasco; el cual nos proporciona una palanca decisiva, en el contexto del derecho internacional de los Pueblos declarado por la ONU, para el objetivo de garantizar nuestra pervivencia nacional como un actor más de la escena internacional, en pie de igualdad con todos los Pueblos del Mundo.
Hasta conseguir la liberación nacional y la restauración estatal, en un País sojuzgado bajo un régimen Nacional-imperialista y fascista de ocupación militar, sólo caben dos Partidos reales, a saber: el de la integración al poder dominante, por un lado, que se apoya en las fuerzas de ocupación y se camufla como “democrático” – o incluso “progresista” – tras una falsa fachada que oculta la auténtica realidad imperialista; y el de la Resistencia, por otro, cuyo objetivo es y sólo puede ser conseguir la expulsión de las fuerzas de ocupación: un elemento básico para recuperar la libertad nacional.
Otra cosa será cuando la independencia nacional
sea ya efectiva y haya una situación de real libertad, en cuyo momento podrán
manifestarse diversas opciones políticas; pero hasta ese momento, toda división
interna del Pueblo sojuzgado lleva y sólo puede llevar a su debilitamiento y
por tanto a perpetuar la dominación del imperialismo sobre él. Es pues evidente
que la labor de los agentes de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta, que –
aparte de instaurar el extravío ideológico-estratégico entre el Pueblo Vasco – consiste
también en potenciar la división partidaria interna en el momento presente, lo
que hace es arruinar necesariamente nuestro mencionado objetivo fundamental de
Autodeterminación o Independencia del Pueblo Vasco; un objetivo que esas
burocracias lo han abandonado y substituido por “la contienda electoral, las
urnas y el voto” en el seno del Estado ocupante que reconocen como propio,
no-violento, legítimo y democrático; a todo lo cual ellos llaman “democracia
vasca”.
Por tanto, frente a ese funesto divisionismo interno, la unidad estratégica de las fuerzas populares de oposición democrática exige aglutinarse en un Movimiento Vasco de Resistencia y Salvación Nacional: integrado por todos los sectores de esa oposición democrática, los cuales podrán mantener su propia personalidad pero compartiendo y defendiendo todos ellos en esta etapa histórica, como una sola alma, un único principio fundamental de doble afirmación: nacional y estatal del Pueblo Vasco.
Sólo el mantenimiento de dicho principio permite la unidad estratégica de las fuerzas populares vascas para la constitución de ese Movimiento de Resistencia Nacional; cuyas dos afirmaciones complementarias e indisociables incorporan en nuestro favor toda la potencialidad democrática y estratégica del Derecho Internacional. Estas afirmaciones son y sólo pueden ser:
1/ Afirmación del derecho de libertad, LIBRE disposición, independencia nacional o autodeterminación del Pueblo Vasco/Euskal Herria.
“Piedra angular de la democracia”, el derecho internacional de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos es un derecho que es originario, fundamental, inherente, de costumbre, inmediato, incondicional, continuo, permanente, inalienable, irrenunciable e imprescriptible para todos los Pueblos sojuzgados bajo un régimen imperialista y extranjero; que es la misma cosa que la incondicional e inmediata independencia de éstos contra/frente a toda dominación o intromisión extranjera contraria a su libertad nacional; y que ha sido reconocido – no constituido – por el Derecho Internacional contemporáneo de las Naciones Unidas: desde el Artículo Primero de su fundacional Carta de San Francisco así como por numerosas y relevantes Resoluciones de su Asamblea General, como EL PRIMERO DE LOS DERECHOS HUMANOS FUNDAMENTALES Y LA CONDICIÓN PREVIA PARA EL PLENO DISFRUTE DE TODOS ELLOS.
Su corolario y aplicación práctica consiste, como requisito ineludible para su realización, en la EXIGENCIA DE EVACUACIÓN INCONDICIONAL E INMEDIATA de todas las fuerzas de ocupación y de todo el aparato de sojuzgamiento imperial-colonialista de las Potencias ocupantes: España y Francia, FUERA de los Territorios históricos del Pueblo Vasco y de su Estado.
2/ Afirmación de la continuidad, vigencia y actualidad de nuestro Estado propio: el Reino de Nabarra, sucesor del Reino de Pamplona – “el Reino de los Vascos” – constituido por una Confederación de Repúblicas, Condados y Señoríos Vascónicos histórica y libremente reunida en torno a él. Internacionalmente reconocido durante mil años, el Reino de Nabarra sigue siendo el único Estado de la Nación Vasca, al que jamás ha renunciado ni ha admitido ni reconocido nunca ningún otro.
Su necesaria consecuencia implica EL NO-RECONOCIMIENTO Y LA DENUNCIA constantes e incesantes de los Estados ocupantes: el “Reino de España” y la “República francesa”, y de sus regímenes totalitarios de ocupación militar, como criminales, imperialistas, colonialistas y fascistas, y no como los propios, no-Nacionalistas, no-violentos, legítimos y democráticos, según está haciendo hasta el día de hoy la pretendida “clase política oficial vasca” formada por la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites.
Simultáneamente, mientras el imperialismo franco-español no retira de nuestro País sus fuerzas de ocupación (dado que ellas CONSTITUYEN el elemento esencial y fundamental de su dispositivo estratégico de dominación, sin el cual todo su sistema se desploma), y puesto que no es posible hacer una política anti-imperialista con el concurso de los imperialistas y fascistas, es decir: los agentes quinta-columnistas al servicio de ese imperialismo infiltrados entre el sojuzgado Pueblo Vasco (quienes, mientras se niegan a asumir públicamente el principio que afirma los derechos nacionales-estatales del Pueblo Vasco y de su Estado, el Reino de Nabarra, afirman por el contrario su propio “derecho de imperialismo y de ocupación militar” sobre nuestro Pueblo y Estado), el corolario y la aplicación práctica de ese doble principio implica mantener un BOYCOTT TOTAL:
– a toda colaboración toda persona individual o colectiva que, por rechazar – o negarse a asumir públicamente – ya sea en todo o en parte, en la teoría o en la práctica una o ambas afirmaciones fundamentales citadas, forman objetivamente – algunos incluso de forma subjetiva y confesa – parte del imperialismo franco-español; y
– a toda participación tanto en las instituciones del régimen colonialista y fascista franco-español de ocupación militar, y especialmente en sus monopolios jurídicos o “parlamentos” imperialistas: Cortes Generales españolas y Parlamento francés (establecidos a lo largo de los siglos mediante su constitución real y primaria: el Monopolio de la Violencia criminal y el Terror de guerra y de Estado, e imprescriptibles crímenes constitutivos contra el Pueblo Vasco y su Estado); así como en sus “elecciones generales” totalitarias que fraudulentamente “legitiman” todo ello.
DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN O INDEPENDENCIA NACIONAL INCONDICIONAL E INMEDIATA DEL PUEBLO VASCO / EUSKAL HERRIA!
REINO DE NABARRA: EL ESTADO DEL PUEBLO VASCO / EUSKAL HERRIA!
¡Ejército de ocupación ni con música!
¡España ni con república! ¡Francia ni con monarquía!
¡BOYCOTT TOTAL A LOS IMPERIALISTAS Y FASCISTAS, Y A SU RÉGIMEN DE OCUPACIÓN MILITAR! – ALDE HEMENDIK!
¡¡¡VIVA EL PUEBLO VASCO LIBRE!!! – GORA EUSKAL HERRI ASKEA!!!
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