Fijación de términos y conceptos: Designación en Euskara del Pueblo, el País y el Estado Vascos

 (Texto publicado inicialmente el 9-Mayo-2019.)


Fijación de términos y conceptos:Designación en Euskera del Pueblo, el País y el Estado Vascos


El 12 de Octubre de 2018, Eneko Bidegain publicaba en el diario Berria un artículo con el título ‘Izena ahantzi duen herria’ (El pueblo que ha olvidado el nombre), en el que describía su inquietud ante la existencia de diferentes formas de llamar a nuestro Pueblo/País. Y al reproducir a continuación el autor su artículo también en su propia página FaceBook, ello a su vez suscitó un comentario de otra persona que abundaba aún más en lo que yo veía y veo como fomentar un indeseable – además de injustificado – confusionismo.

Ante esa situación, consideré oportuno hacer también yo un comentario sobre la cuestión planteada en el artículo; aportación que quedó “colgada” en su mencionada página FB y también en la mía el 16-Octubre-2018. Pero el tema continúa siendo gravemente distorsionado, dado que ha vuelto a aparecer otro artículo – éste de Luis María Martínez Garate – en el que, bajo premisas indeseables, extravagantes e incluso demenciales, se propone otra denominación para nuestro Pueblo: “ZEN-Herria” (por el llamado “Plan Zona Especial Norte [de España, claro]”, o Plan ZEN, diseñado en 1983 por el Ministerio del Interior del Gobierno de España, en aquel entonces del PsoE). Por tanto, he recuperado aquel comentario mío y he decidido volver a ponerlo en mi propia página con alguna pequeña modificación. Es el siguiente:

La cuestión planteada por E. Bidegain en su artículo “Izena ahantzi duen herria” (Diario ‘Berria’, 12-Octubre-2018), así como los comentarios que ha suscitado en la página FaceBook de su autor tras haberlo colocado él también ahí, pone de manifiesto la imperiosa necesidad de abordarla de forma unánime pero ante todo con una metodología adecuada. Porque no se trata de tomar conciencia sobre si somos un Pueblo que ha olvidado su nombre  cosa que ciertamente jamás ha sucedido  sino de comprender el error fundamental que implica el proponer/esperar que la precisión terminológica sobre nuestra identidad colectiva: ya sea como Pueblo, como País o como Estado, es algo que pueda venir partiendo de la aceptación de o remitiéndonos a las disposiciones legislativas/administrativas de los dos Estados ocupantes bajo los que los Vascos estamos sometidos (como de hecho se plantea en las exposiciones mencionadas); o que esa identidad pueda mantenerse siquiera en las condiciones establecidas por esos Estados, bajo las cuales nos vemos obligado a movernos. Creer que eso pueda ser posible es un desatino que – espero – a nadie se le escapa y que doy por descartado sin más consideración.

El Pueblo Vasco/Euskal Herria no somos un Pueblo que “ha olvidado” – así, por las buenas – su nombre; como E. Bidegain afirma con tan lamentable como funesta imprudencia, dando con ello armas a nuestros enemigos y reforzando, junto con el propio desconocimiento/extrañamiento que se nos ha impuesto, la idea de la inexistencia del Pueblo Vasco/Euskal Herria.  Y si muchos de nosotros no hablamos nuestro idioma nacional: el Euskara, eso no es tampoco porque lo hayamos “olvidado” – como quien olvida un objeto cualquiera – sino porque nos lo han arrebatado por las malas, es decir: porque el imperialismo colonialista franco-español nos ha mutilado, cortándonos la Lengua y haciéndonos mudos en nuestro propio idioma. Pero, a pesar de la destrucción/alienación nacional-estatal que hemos padecido, ni hemos olvidado que somos Vascos y que nuestro único idioma nacional es el Euskera, ni tampoco quiénes y cómo nos han arrebatado nuestro idioma.

Todo esto es lo que una auténtica intelligentsia vasca debería reforzar en la conciencia colectiva de nuestro Pueblo, en vez de confundirlo con majaderías como las que comentamos. Sin embargo, he aquí que algunos “eruditos” de nuestro País prefieren reforzar nuestra inseguridad, en base a resaltar “la mirada extranjera” y algunos apresurados comentarios del pasado sobre nuestro Pueblo, como el de Wilhelm Von Humboldt en 1799: “Ha perdido este desdichado pueblo hasta la unidad de su nombre”. Sin embargo, en una carta a Goethe dicho autor le decía sobre nuestro Pueblo: “Nunca he conocido un pueblo que hubiera mantenido un carácter nacional tan marcado”. (Citas tomadas de Fernando Pérez de Laborda; ‘Euskal Herria; la mirada extranjera’.) En cualquier caso, si algo está claro es que, desde las primeras noticias históricas que dejaron por escrito los cronistas Romanos, todos los Imperios y los Pueblos que nos han conocido nos han designado – a través del Latín, de sus diferentes dialectos, y de la influencia de éstos sobre otros idiomas – con el hetero-glotónimo que aquéllos nos dieron: Vascones/Üascones/Wascones/Vascos/Basques/Bascli/Basken etc.

Como es sabido, y dado que la “v” latina equivalía fonéticamente a una “u”, es posible que la raíz “uask” de Vascones podría haber derivado de la raíz “eusk”. Del mismo modo, y siguiendo esa denominación latina, el País de los Vascones era Vasconia (y así se denominó nuestro primer Estado ya en época histórica: el Ducado de Vasconia) de forma tan natural como el País de los Germanos era Germania, y el de los Helvetios era Helvetia: Is pagus appellabatur Tigurinus; nam omnis civitas Helvetia in quattuor partes vel pagos est divisa’  [Este cantón era llamado Tigurino, pues todo el estado de Helvetia está dividido en cuatro partes o cantones]. (Julio César; ‘De Bello Gallico’, I, 12.)

Ahora bien, ocurre simplemente que, a partir de un determinado momento, los cronistas francos comenzaron a llamar “nauarri/navarros” a los Vascones que vivían en la vertiente sur de los Pirineos occidentales; un corónimo que finalmente de aplicó a nuestro Estado, el Reino de Nabarra. Así pues, del mismo modo que no hay oposición alguna entre Helvetios/Suizos, ni entre Lusitanos/Portugueses, ni entre Magiares/Húngaros, ni entre Suomi/Finlandeses, etc., tampoco lo hay entre Vascones-Vascos/Nabarros. El autor P. Monteano, en el apartado “De ‘vascones’ a ‘navarros’” del Capítulo I de su obra ‘La lengua invisible’, hace una pedagógica exposición de este asunto como sigue:


“Los romanos, visigodos, francos y musulmanes hablaron hasta entonces [la Edad Media] de vascones. El nombre de ‘navarros’ aparece escrito por primera vez al norte de los Pirineos, en las crónicas de los reyes francos escritas en el siglo VIII. Con él se denomina, en general, a los vascones que habitan en la vertiente sur-occidental de la cordillera. Más concretamente, a los que viven en la llamada Navarra nuclear o Vieja Navarra: las cuencas de Pamplona y Aoiz-Lumbier, el corredor de la Sakana y Tierra Estella. [...] Siglos después comienzan a aparecer también en las crónicas castellanas, eso sí, con varias grafías: nabarros, nafarros, naparros. Y más tarde todavía, en el siglo XII, también los autores musulmanes se referirán al país de Nabara. [...]


“Respecto al significado de ‘navarros’, que substituye al de ‘vascones’, se han dado numerosas interpretaciones, casi siempre ligadas a su condición de campesinos. En algunos casos se les ha querido diferenciar de los ‘pamploneses’, junto a los cuales suelen aparecer mencionados en los documentos. Navarros sería la masa campesina – la inmensa mayoría de la población – y pamploneses, las élites dirigentes del reino. Pero ésta sólo puede ser una distinción redundante o socioeconómica, en ningún caso étnica y, menos aún, lingüística, como hemos visto. ‘Pamploneses’ y ‘navarros’ eran igualmente vascohablantes. [...] Efectivamente, como vamos a ver a continuación, la identificación lingüística de los navarros como vascohablantes va a estar clara a lo largo de los siglos centrales de la Edad Media.” Etc. (Peio J. Monteano Sorbet; ‘La lengua invisible – El euskera en la Corte y en la Ribera de Navarra en el siglo XV’; 2019.)

Sea como fuere, para nosotros es completamente irrelevante cómo nos llaman los demás en sus propios idiomas, del mismo modo que a los Alemanes les trae sin cuidado que en Español se los llame así, en Italiano Tedeschi, o en Inglés Germans: ellos saben que son Deutsch y que su País es Deutschland (o sea, el País de los Deutsch/Alemanes), y lo demás no es algo que sea – ni que ellos consideren – de su incumbencia.

Del mismo modo, también nosotros tenemos perfectamente claro que el auto-glotónimo con el que los Eúskaros/Vascones se han designado a sí mismos en su propio idioma es Euskaldun o, más propiamente, Euskotar(r); al igual que decimos Suediar para un Sueco, Txinatar para un Chino, o Germandar para un Alemán. (El término ‘Euskaldun’ designa al vasco-hablante. Es decir, expresa una categoría lingüística que puede ser aplicada a un no-Vasco – por ejemplo un Japonés – que reúne la condición de hablar Euskara; mientras que, por efecto de la ocupación militar y la colonización del imperialismo franco-español sobre nuestro País durante siglos, actualmente y por desgracia esa denominación de ‘Euskaldun’ no es válida para una gran parte de la población del Pueblo Vasco/Euskal Herria.)

Y está también claro que, en Euskara, el Pueblo Eúskaro o Pueblo Vasco se traduce incuestionablemente – itzez-hitz – por Euskal Herria. La cuestión que se nos plantea actualmente es que este término ha sido utilizado, desde su primera aparición escrita conocida [con la grafía ‘eusquel erria’], para designar indistintamente tanto al Pueblo Vasco como a su País; y así aparece hasta en tres ocasiones en el manuscrito del alavés Juan Pérez de Lazarraga (1564):

[...] beti çagie laudatu çegaiti doçun eusquel erria aynbat bentajaz dotadu. (f. 18) [siempre seréis alabado porque habéis dotado a Euskal Herria de tantas ventajas.]

[...] çegayti eusquel errian dira ederr guztioc dotadu. (f. 18v) [porque se ha dotado a Euskal Herria de todas estas bellezas.]

[...] çeñetan ditut eçautu eusquel erriau oy nola eben erregue batec pobladu. (f. 18v) [por los cuales he sabido cómo un rey pobló esta Euskal Herria.]

Pero es perfectamente natural que se produjera ese titubeo/confusión entre Pueblo y País en aquellas épocas. El mismo Martín Lutero, cuando unos cuarenta años antes había dejado tal vez la primera constancia escrita del término “Pueblo o Nación alemana” (término utilizado por él en el que se considera que es además el primer manifiesto revolucionario de la historia difundido mediante la imprenta), lo había hecho utilizando el sustantivo “Nation”, que podía aplicarse tanto al Pueblo/Nación, así como al País. Este manifiesto lleva por título: An den Christlichen Adel teutscher Nation, es decir: “A la Nobleza Cristiana de la Nación alemana” (1520).

En esta misma línea Joannes de Leizarraga, en la Dedicatoria a la Reina Joanna III de Nabarra de su traducción del Nuevo Testamento al Euskera (1571), afirma “estar seguro de que los Vascos [Heuscaldunac, en su ortografía], entre todas las demás naciones, no somos tan bárbaros que no podamos conocer y alabar a Dios nuestro Señor en nuestro propio idioma”: ‘Alabaina segur içanez ecen Heuscaldunac, berce natione gucien artean, ez garela hain bassa non gure lengoagez ecin eçagut eta lauda deçagun gure Iainko Iauna.’ Y continúa:

Baina are guehienic bihotz eman ykan cerautana cen nic nuen sperança, ecen moien hunez Iaincoaren hitz purac ykanen luela sartze eta auançamendu Heuscal-herrian. [Pero lo que sobre todo animaba mi corazón era la esperanza que yo tenía de que por este medio la pura palabra de Dios podría tener entrada y aumento en el pueblo/país Vasco.]

Y en la nota que a continuación dirige “A los Vascos” [Hevscaldvney] lectores de su obra les indica que: ‘[...] batbederac daqui heuscal herrian quasi etche batetic bercera-ere minçatzeko maneran cer differentia eta diuersitatea den. [... cada cual sabe la diferencia y diversidad que hay en el país/pueblo vasco en la forma de hablar, incluso casi de una casa a otra]. (A diferencia de la primera, en esta segunda ocasión escribe el término Euskal Herria con minúscula inicial y sin guión intermedio. ¿Podría tal vez haber tras ese matiz, y dado el contexto de la frase, un primer intento de diferenciación terminológica entre los dos conceptos, y que en esta segunda forma se estuviera refiriendo el Autor expresamente al País, más que al Pueblo?)

Otro tanto nos encontramos en la nota que Axular dirige “Al lector” (Irakurtzaileari) de su obra Gero (1643), cuando escribe: ‘Badakit halaber ezin heda naitekeiela euskarazko mintzatze molde guztietara. Zeren anhitz moldez eta diferentki mintzatzen baitira euskal herrian. Nafarroa garaian, Nafarroa beherean, Zuberoan, Laphurdin, Bizkaian, Gipuzkoan, Alaba-herrian, eta bertze anhitz lekhutan. [Sé asimismo que no puedo extenderme a todas las variedades habladas del euskara. Puesto que de muchas y diferentes maneras se hablan en el pueblo/país vasco: en la Alta Nabarra, en la Baja Nabarra, en Zuberoa, en Lapurdi, en Bizkaia, en Gipuzkoa, en el país de Alaba, y en otros muchos lugares.]

Así pues, el recurso a los clásicos no nos resuelve la cuestión terminológica de distinguir entre el Pueblo y el País Vasco en nuestro propio idioma. Por supuesto, eso no está causado porque haya en Euskera la menor carencia idiomática al respecto sino simplemente porque en aquellas épocas la necesidad de establecer esa diferenciación no se hizo sentir e incluso tal vez resultaba superflua, según hemos visto en esos ejemplos así como en el de Lutero. Es preciso tener en cuenta que, como no puede ser más evidente, son los Pueblos quienes viven, hablan y se expresan, no los Territorios; y que, por tanto, es el Territorio/País el que de forma natural es definido/nombrado por adscripción al Pueblo que lo habita, Y NO A LA INVERSA: El País de los Daneses, de los Alemanes o Germanos, de los Helvetios, de los Vascos...

Sin embargo, hoy en día resulta necesario establecer esa distinción entre Pueblo y País: en primer lugar por simple precisión terminológica; pero sobre todo porque, dada la importancia capital que el concepto de “Pueblo” tiene en el derecho internacional como sujeto agente del derecho de independencia, libre disposición o autodeterminación que corresponde a todos los Pueblos, necesitamos tener en Euskera el término que lo exprese de forma precisa y distinta, del mismo modo que existe en los idiomas que nos rodean: Pueblo Vasco/Peuple Basque/Basque People etc.

Por supuesto, se trata de una cuestión que deberá resolverse con el mayor consenso de las autoridades de la lengua vasca: académicas y literarias. Ahora bien, parece difícil que pueda haber una expresión que corresponda mejor al concepto de Pueblo Vasco que la ya consagrada Euskal Herria. Como cantaba Xenpelar (Ia gureak egin du): GU GERA EUSKAL HERRIA! Es decir: Nosotros somos el Pueblo Vasco. A partir de ahí, lo que se plantearía a continuación sería establecer otra expresión distinta para designar en Euskera al País Vasco o País de los Vascos/Pays Basque/Basque Country/Baskenland etc., haciéndolo de forma universalmente aceptada. El universo al que me refiero es, por supuesto, el universo del Pueblo Vasco como Pueblo sujeto de su propio, inalienable e imprescriptible de derecho de autodeterminación o independencia.

Para algunos este término podría ser Euskadi: neologismo expresamente creado por Sabino Arana para designar a todos los Territorios de los Vascos. Sin embargo, puesto que ese término ha sido distorsionado, falsificado y reducido sin el menor pudor por una burocracia de quienes – traicionando a su creador de quien se reclaman sucesores – han confiscado su legado para su propio provecho y lo han adaptado para que designe una simple circunscripción administrativa de la España en la que ellos se han integrado y en la que están integrando el País, es difícil que en estas condiciones pueda ser ya útil para designar al País de los Vascos; o, mejor aún, a los Países/Territorios de los Vascos, del mismo modo que existen los Países Bajos; los cuales, curiosamente, se formaron también sobre la base de las Siete Provincias Unidas que en 1579 constituyeron la Unión de Utrecht, base de su Estado actual, creada para defenderse del imperialismo y las agresiones de la Monarquía Hispano-Católica.

En esta línea de pensamiento, su designación en Euskera mediante el término Euskal[dunen] Herri-aldeak/Lurr-aldeak no estaría descaminada. En su canción Agur Euskal Herria, el bardo de Urretxu José María Iparragirre (creador de uno de nuestros himnos nacionales: ‘Gernika-ko Arbola’), utiliza el término Herri-alde para designar INEQUÍVOCAMENTE el concepto de “País”; si bien las necesidades métricas-musicales lo llevaron a finalizar sus versos con la expresión “Euskal Herrira”, en vez de hacerlo con “Euskal Herri-aldera” como debería haberlo hecho siguiendo la lógica de su exposición:

Gazte--gaztetandikan / – herritik kanpora –

estranjeri-aldean / pasa det denbora.

Herri-alde guztietan / toki onak ba-dira;

bainan bihotzak dio: / “Zoaz Euskal Herrira!”

Queda en manos de poetas y escritores la tarea de consolidar mediante su uso el término que mejor exprese en Euskera el concepto de ‘País de los Vascos’, de acuerdo con su genio y tradición literaria propios. En cambio, queda fuera de toda cuestión que el Estado de los Vascos-Euskaldunen/Euskotarren Erresuma, a saber: la Confederación de Repúblicas, Condados y Señoríos Vascónicos históricamente constituida a finales del S. VIII – o, como muy tarde, principios del IX – en torno al Reino de Pamplona, fue a continuación y lo sigue siendo hasta la actualidad el Reino de Nabarra; en Euskera: Nabarra-ko Erregegoa, cuya continuidad, vigencia y actualidad es un dato político fundamental que nos es preciso mantener sin el menor equívoco ni vacilación.

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