El Pueblo Vasco / Euskal Herria frente a la “multi-polaridad” imperialista

El Pueblo Vasco / Euskal Herria frente a la “multi-polaridad” imperialista



Las crisis que actualmente sacuden el mundo ponen de manifiesto una y otra vez: con la terquedad de la realidad de los hechos, por una parte, la imposibilidad de establecer un sistema estable de convivencia y progreso pacíficos entre los seres humanos al margen – y mucho menos en contra – de los derechos humanos fundamentales y ante todo del que es el primero y la condición previa de todos ellos, a saber: el imperativo – ‘ius cogens’ – e internacional derecho de autodeterminación (DA), libre disposición o independencia de todos los Pueblos, y de integridad e independencia de sus legítimos Estados; según vienen estableciendo numerosas y relevantes resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas desde su misma fundación por la Carta de San Francisco en 1945. Unos derechos cuya aplicación práctica y condición previa consisten en la evacuación incondicional e inmediata de todas las fuerzas de ocupación y de toda agresión imperialista realizada contra los Pueblos y Estados que aún siguen sojuzgado. Según hemos puesto constantemente de manifiesto en nuestros textos de referencia:


“La afirmación de la Autodeterminación o Independencia incondicional e inmediata de los Pueblos y las Naciones sojuzgados por el imperialismo como un derecho humano fundamental; así como de la libertad e integridad de sus legítimos Estados que se conducen ellos mismos en conformidad con el principio de derechos iguales y de libre Autodeterminación de los Pueblos [Carta de las NU, Capítulo I, Artículo 1, 2; UNGAR 545 (VI-1951); 2625 (XXV-1970) etc.], no es una ‘opción’ del DA sino su contenido necesario: es idéntica del DA. Fuera de ello no cabe auténtica Democracia sino criminal sojuzgamiento de Pueblos y anexión de sus legítimos Estados por el Imperialismo, que por cierto se presenta actualmente bajo una falsificada y burda etiqueta de ‘democracia y elecciones’; poco importa que este modelo sea ‘occidental’ u ‘oriental’.


La Independencia de los Pueblos frente al Imperialismo no ‘sigue’: ni eventual ni necesariamente, a la Democracia. Estrictamente hablando, la Independencia simple, completa, incondicional e inmediata de los Pueblos sojuzgados bajo/por el imperialismo es el punto de partida y el único contenido: tautológicamente posible y necesario, del DA y de toda auténtica Democracia. El imperialismo no es una elección democrática, no es una ‘opción’ del DA: es su negación absoluta.” Etc. (Véase el texto completo en el Capítulo XII – Derechos humanos y Democracia (XII) de nuestra obra ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español / Euskal Herria and the Kingdom of Nabarre, or the Basque People and its State, against French-Spanish imperialism’.)


Por otra parte, tales crisis muestran también la absoluta incapacidad y ruina política, estratégica, intelectual y moral de la pretendida “izquierda” europea y mundial, que les impide ver siquiera – y mucho menos implementar – esta realidad que impone la justicia que ellos dicen defender frente a “la ley de la selva” imperialista.


En su lugar, esos auto-proclamados sectores “de izquierda” – y en particular sus lacayos “vascos” herederos del Eta: en realidad españoles al servicio de un sistema de imperialismo “multi-polar” que ellos presentan como “progresista” – nos proponen no la afirmación universal y la defensa, en la teoría y en la práctica, del mencionado derecho de independencia e integridad de todos los Pueblos y de sus legítimos Estados sino que cerremos los ojos ante las agresiones y los crímenes de determinados imperialismos que ellos afirman son “progresistas”, y que nos sumemos al criminal sistema actual de imperialismos secundarios o de “multi-polaridad” imperialista. Todo ello en aplicación del “edificante principio” que podría expresarse como “allá cada cual” o que cada cual se arregle como pueda, y sobre la aberrante base de que hay sólo un “imperialismo perverso”, que es el “occidental”, al que debemos combatir por el procedimiento de apoyar a los “imperialismos progresistas”, que serían los “orientales”.


Estos supuestos “imperialismos progresistas”, según lo pretenden esos agentes ideológicos “de izquierda” que están al servicio de ellos (y desde que esos agentes asumieron como válida y propia “La síntesis leninista entre ausencia de libertad [es decir: entre ausencia de libertades y derechos humanos fundamentales] y socialismo, [la cual] aturdió más al mundo que el descubrimiento de la energía atómica”, según lo expresa el autor Vasili Grossman en su obra ‘Todo fluye’); tales “imperialismos progresistas”, según nos dicen, están representados fundamentalmente por los sistemas totalitarios, reaccionarios y despótico-asiáticos de la llamada “Federación de Rusia” (anteriormente URSS) y China, que oprimen brutal y despiadadamente a otros Pueblos y Estados sojuzgados bajo su imperialismo así como a sus propios Pueblos.


(Véanse nuestros textos: Agudización de la actual crisis geo-política: nueva agresión del Imperialismo Moscoviano contra el Pueblo Ucraniano y su Estado’ / ‘Worsening of the current geo-political crisis: new aggression of the Moscovian Imperialism against the Ukrainian People and its State, publicado el 25 de Febrero de 2022, y El Imperialismo Chino contra el derecho de autodeterminación de los Pueblos’, publicado el 6 de Agosto de 2022.)


Frente a esos obstinados y fanáticos orates: que durante medio siglo han arruinado a este País predicándole la demencia sectaria y suicida del Eta (sin que ello los haya llevado a adoptar ahora la más mínima prudencia, humildad y honestidad ante sus terribles errores, que en su soberbia no quisieron reconocer cuando se les advertía de ellos al igual que tampoco los reconocen ahora), nosotros nos reafirmamos una vez más en la afirmación de la validez y vigencia universales del arriba expresado principio de Autodeterminación o Independencia de todos los Pueblos, el Pueblo Vasco entre ellos, y de Independencia e Integridad de sus legítimos Estados y del nuestro en particular, el Reino de Nabarra. Unas posiciones que, en contra de los imperialistas españoles y franceses y sus agentes auxiliares locales “nacionalistas y abertzales vascos” (a saber: los componentes de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites), quienes las niegan, son el fundamento del Movimiento Vasco de Resistencia y Salvación Nacional, según ha quedado expuesto en nuestro Manifiesto del Movimiento Vasco de Resistencia y Salvación Nacional, publicado en Español, EuskaraFrancés e Inglés.


Por todo ello, y dada su actualidad, volvemos a publicar un extracto del mencionado texto sobre la nueva agresión del Imperialismo Moscoviano contra el Pueblo Ucraniano y su Estado:


*


[...]

Simultáneamente, la grotesca pretensión de que los Colonos “rusos” – esparcidos por Ukraina y otros Países gracias al expansionismo y el colonialismo imperialista y militar del Imperio Moscoviano – tienen el “derecho de autodeterminación” que reivindican los colonialistas-imperialistas (un inexistente “derecho” que, según pretenden ellos, prevalece sobre los legítimos derechos de autodeterminación, independencia e integridad nacional de los Pueblos autóctonos y de sus Países, dominados y colonizados por el Imperialismo Moscoviano durante toda su historia; Pueblos y Estados que por añadidura ese Nacionalismo imperialista niega), es el cáncer que corroe esa “alma rusa” sin remisión posible, y que lleva a ese Pueblo a la locura imperialista.


Los Colonos “rusos” del Donbas en Ucrania, o los de Transnistria en Moldova, o los asentados en los Estados Bálticos y en Georgia: no más que los Colonos “rusos” en Prusia Oriental (que los imperialistas moscovianos denominan “Kaliningrado”), Chechenia/Ichkeria, Tatarstan, Udmurtia, Buriatia, Yakutia etc. etc. NO TIENEN DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN NI NINGÚN OTRO DERECHO POLÍTICO. Exactamente del mismo modo que no lo tenían los colonos germanos en Prusia Oriental y los Sudetes: descendientes o sucesores de los Caballeros Teutónicos y sus criminales Cruzadas propiciadas – desde Conrado I de Mazovia – por el Nacionalismo imperialista y expansionista polaco contra los autóctonos Pueblos Bálticos Prusianos; en consecuencia, aquellos colonos fueron expulsados de dichos territorios. Y del mismo modo que los colonos franceses y españoles en Argelia, Indochina, Cuba, Filipinas y el Reino de Nabarra NO TIENEN DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN NI NINGÚN OTRO DERECHO POLÍTICO.


El derecho internacional de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos: reconocido – no constituido – por el Derecho Internacional contemporáneo de las Naciones Unidas (desde el Artículo Primero de su fundacional Carta de San Francisco así como por numerosas y relevantes Resoluciones de su Asamblea General) como el primero de los derechos humanos fundamentales y la condición previa para el pleno disfrute de todos ellos, pertenece a los Pueblos autóctonos establecidos en sus propios Países, NO A LOS IMPERIALISTAS Y COLONIALISTAS establecidos en los Países que ellos han invadido, ocupado por “derecho de conquista”, y posteriormente colonizado mediante guerras de agresión y crímenes imprescriptibles; nombradamente: crímenes de guerra, crímenes contra la Paz, y crímenes contra la Humanidad.


Y ese derecho internacional de autodeterminación o independencia de los Pueblos consiste en el derecho originario e inmanente – no derivado u otorgado – de independencia incondicional e inmediata que esos Pueblos autóctonos tienen frente a toda agresión o interferencia extranjeras contrarias a su independencia nacional, NO EN EFECTUAR FALSIFICADOS REFERENDA LLAMADOS “DE AUTODETERMINACION” BAJO LAS FUERZAS DE OCUPACIÓN DEL IMPERIALISMO, LOS CUALES SON LA NEGACIÓN del auténtico derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos. En cuanto tales, LOS IMPERIALISTAS NO TIENEN DERECHOS ¡Fuera los imperialistas de los Pueblos y Estados sojuzgados!


La desvergonzada reivindicación de un pretendido derecho de autodeterminación de los Colonos “rusos” que ha hecho el agresor Putin, para “justificar” su criminal agresión contra el Pueblo Ucraniano y su legítimo Estado mientras niega que eso sea una guerra (y además una guerra de agresión, para más señas), es idéntica y se basa en la misma “argumentación” que fue utilizada por Hitler en 1938 para “justificar” su reivindicación de “la vuelta de la región de los Sudetes – Sudetenland – a la madre-patria alemana”. Es la misma afirmación de “unidad constitucional” establecida por la esclavista, colonialista y racista “Constitución” formal o secundaria española de 1812, cuando en su Artículo 1 afirma que “La nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios”. Y es la misma afirmación que fue utilizada por el Nacionalismo-Imperialismo de Francia sobre sus colonias: “Es indispensable fundar la colonización sobre la dominación”, había dicho Jules Ferry en su discurso ante la Cámara de Diputados en Julio de 1885, al objeto de justificar la criminal represión nacionalista y colonialista francesa sobre Argelia.


(“En 1885 el ‘socialista’ Jaurès había votado los créditos de guerra para Tonkín. En 1887, en el momento del affaire Schnæbelé, él estaba en favor de los créditos militares para Argelia en ‘el silencio [no-oposición] patriótico de los parlamentarios’. En 1903, él pedía el presupuesto para ‘la penetración pacífica’ en Marruecos. En 1904, Jules Guesde le reprochaba el ‘haber votado los presupuestos de la guerra y la marina’; lo que personalmente Jaurès había evitado hacer. Pero ‘los [parlamentarios] de ustedes los han votado – argumentaba Guesde aquel año dirigiéndose a Jaurès y al PsF. Vuestro error está en vuestra concepción socialista, que no tiene nada de socialista. Vosotros hacéis surgir vuestro socialismo de la República, mientras que nosotros lo hacemos surgir de la evolución capitalista. ¡Vuestro método es el nacionalismo bajo una forma más peligrosa que otra!’. Finalmente, en 1908 Jaurès rechazó los créditos militares suplementarios.” Etc. Cita tomada del Capítulo XI del texto Nationalisme et National-socialisme’, de Iñaki Aginaga; publicado también en Español e Inglés en el blog de Nabarra-ko Erresuma el 17 de Enero de 2021.) [...]


Por su parte, el “socialista” Mitterrand respondía así al desafío que el Frente de Liberación Nacional de Argelia le acababa de plantear a Francia con su Proclama del 1 de Noviembre de 1954, por “el objetivo de la Independencia Nacional dentro del marco Norte-Africano”:


“[...] ¿Debe también Argelia entrar en el ciclo de este mundo que desde hace quince años está en rebelión contra las naciones que reclaman ser sus guardianes? [Alusión al proceso de regresión del imperialismo y de decolonización, mencionado en la cita con la que abríamos este texto; un proceso que había conducido a la humillante derrota francesa en Dien Bien Phu en Mayo de aquel mismo año de 1954 y al subsiguiente Tratado de Ginebra en el mes de Julio, y que resultó en la retirada francesa de Indochina.]

“Bueno, de hecho, no; ¡no es eso lo que sucederá! Porque sucede que Argelia es Francia; porque sucede que los departamentos de Argelia son departamentos de la República francesa. Desde Flandes hasta el Congo, incluso si hay alguna diferencia en la forma en que se aplican nuestras leyes, la ley sigue reinando en todas partes, y esa ley es la ley francesa; es la ley por la que ustedes [los diputados] han votado, porque en nuestros territorios de ultramar hay un solo parlamento y una sola nación, al igual que en los departamentos de Argelia, al igual que en la metrópolis. Ésa es la regla que nos guía; no sólo porque la Constitución lo exige sino porque así queremos que sea.” Etc. (Del discurso de François Mitterrand, Ministro del Interior del Gobierno Mendes-France, pronunciado desde la tribuna de la “Asamblea Nacional” francesa el 12 de Noviembre de 1954.)


“La única negociación es la guerra”, acabó afirmando este personaje “socialista”. “Por tanto”, su Gobierno invocaba los derechos de autodeterminación y de legítima defensa del Pueblo francés frente a la “agresión interna” que decía sufrir en Argelia, a fin de justificar aquella infame “no-guerra” colonial de Argelia (o sea, su Guerra de Independencia, de 1954 a 1962), que el imperialismo francés había declarado era “parte integrante del pueblo francés”.


Ésta es la descripción que hace Aron de aquella mentalidad:


“Estamos en presencia de una nacionalidad armada y vivaz que es preciso apagar mediante la asimilación, [...] la dislocación del Pueblo Bereber y la fusión. [...] La simplicidad aparente de la cuestión – independencia o no – disimula la complejidad de la situación. Si la independencia del protectorado o de la colonia fuera considerada por el Estado imperial como un mal absoluto, una derrota irremediable, se volvería a la dualidad elemental amigo-enemigo. El nacionalista – tunecino, marroquí, argelino – sería el enemigo: no ocasional ni siquiera permanente, por retomar los términos que hemos definido más arriba; sería el enemigo absoluto, aquél con quien ninguna reconciliación es posible, cuya existencia misma es una agresión y que, en consecuencia, si se siguiera la lógica hasta el final, habría que exterminar. Delenda est Carthago: la fórmula es la de la enemistad absoluta, la enemistad de Roma y de Cartago; una de las dos ciudades está de más. Si Argelia debe permanecer definitivamentefrancesa, los nacionalistas que quieren una Argelia independiente deben ser eliminados sin piedad. Para que millones de Musulmanes se hagan Franceses, en la mitad del siglo XX, es necesario que no puedan ya soñar en una nación argelina, y olviden a los testigos ‘que se hicieron degollar’.” Etc. (Raymond Aron; ‘Paix et guerre entre les nations’, 1962.)


Una vez establecido a priori el dogma de que “Argelia es Francia, y de que en Francia no hay más Pueblo que el francés”, de ahí se deducía con pretensiones de “lógica cartesiana” la ridícula y absurda afirmación de que “Francia no puede luchar contra sí misma”; y que, por tanto, la guerra colonial-imperialista de Argelia era una no-guerra. Del mismo modo, la actual agresión que la llamada “Federación de Rusia” ha acometido contra el Pueblo Ucraniano y su Estado, con el nombre de “operación especial militar” y “no-guerra”, es la continuación de aquella misma línea de imperialismo, crimen, desvergüenza y destrucción de la razón desarrollada por el imperialismo francés contra Argelia. Y es también idéntica a las posiciones de Hitler, quien en el programa del “Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán-NSDAP” (que él mismo co-escribió y leyó en su primer mitin multitudinario celebrado en Múnich en Febrero-1920), reivindicaba la “unificación de los Alemanes” (Germanos de Austria y de Sudetenland-Checoslovaquia) invocando esa misma falsificada versión imperialista del derecho de autodeterminación, y que llevó al Pueblo Alemán a su mayor miseria. (Véase el Capítulo XV – ‘El imperialismo frente al derecho internacional’ de nuestra obra general ‘EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL.)


Todo esto está reproduciéndolo actualmente la criminal agresión del Estado putinista con la finalidad de restaurar los logros imperialistas y colonialistas moscovianos sobre el Pueblo Ucraniano y su Estado. Unos criminales logros que habían quedado establecidos en Poltava en 1709, hacía trescientos cinco años; y que, tras el levantamiento del Pueblo Ucraniano en el Maidán de 2014 por su independencia nacional y la soberanía de su Estado (y en contra de los lacayos del imperialismo moscoviano infiltrados en el Gobierno de Ukraina), podían quedar nulificados si no se intervenía sobre ello.


Así pues, frente al nuevo derecho internacional precariamente establecido tras el final de la Segunda Guerra Mundial, con la afirmación del derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos (y por tanto también de los Pueblos Ucraniano, Checheno etc.), y frente a los mencionados Tratados internacionales – en última instancia el mencionado Memorándum de Budapest de 1994 – por los que la llamada “Federación de Rusia” reconocía la independencia e integridad del Estado de Ucrania, los nuevos amos del Kremlin llegaron a la conclusión de que había que restablecer su Imperio – que ellos llaman “la defensa de nuestros intereses nacionales” – basándose en la afirmación de “zonas de influencia y de soberanía limitada”, y en definitiva en el “derecho de imperialismo” sobre los Pueblos y Estados de esas zonas; al igual que Stalin lo hizo en 1939 con su pacto secreto con Hitler para repartirse Europa entre ellos.


La consecuencia del reconocimiento de esos criminales intereses es la consolidación en todo el mundo de “Reservas Coloniales” en las que los derechos humanos fundamentales – y ante todo y sobre todo el primero y la condición previa de todos ellos: el derecho de autodeterminación (DA) o independencia de todos los Pueblos – no tienen vigencia alguna; así como la renovación o estabilización de “Zonas de influencia, Protectorados, Espacios vitales/Lebensraum/Spazio Vitale, Esferas de Co-Prosperidad de la Gran Asia Oriental, Zonas de Seguridad” y demás viejos conocidos de la expansión imperialista, subyacentes también en la “doctrina Brézhniev de soberanía limitada”. Pero eso es llevar de nuevo al mundo a una situación inaceptable para la mayoría de los Países, y desde luego a su destrucción.


Frente a ese funesto desatino que implica la afirmación del inexistente y criminal “derecho de imperialismo de la santa Rusia” sobre todos sus vecinos, el Pueblo Moscoviano y sus dirigentes sensatos y no criminales deberían comprender que su verdadero interés radica en incorporarse a un mundo establecido sobre la afirmación de los principios del respeto a los derechos humanos fundamentales y la cooperación entre los Pueblos y las Naciones del Mundo, y ante todo sobre el derecho de autodeterminación o independencia nacional de todos los Pueblos, y no sobre los falsos “derechos” del colonialismo imperialista; y que un “futuro” construido sobre la imposición de su Nacionalismo imperialista moscoviano sobre otros Pueblos consiste sólo en crímenes horrendos, corrupción, y finalmente en destrucción, ruina material y moral, y muerte. También para ellos mismos.

 

*


Pero desgraciadamente, y por efecto de una sistemática tarea de Terror y Despotismo asiático IMPULSADA SIN INTERRUPCIÓN POR TODOS los regímenes totalitarios e imperialistas que han regido en Moscovia durante al menos los últimos cuatrocientos sesenta años: desde el kniaz/zar moscovita Iván IV el Terrible hasta el actual autócrata “ruso” Putin, he aquí que, como resultado de ello, los sofismas, la destrucción de la razón, y el fanatismo teórico-conceptual inherentes al Nacionalismo imperialista han arraigado en la estructura intelectual y en la “cosmogonía del mundo ruso”. Sólo así puede entenderse que una parte del Pueblo Moscoviano haya endosado silenciosamente y aceptado la falta de empatía, la perversión y la crueldad que implica el desentenderse de lo que el dirigente de su País está haciendo en Ucrania; garantizado todo ello, desde luego, por los actuales terror y persecución dirigidos contra todo pensamiento, toda oposición y toda acción independientes y democráticos que desafíen los diktat y las nuevas opríchnina y ojrana del régimen. Se trata de un dirigente que, ante la pasividad de esos sectores de su Pueblo – si es que no con una secreta y malsana satisfacción por esas actuaciones – afirma contra toda verdad y contra toda cordura que el vecino Pueblo y País de al lado “no existe, no es real, y necesita ser invadido [mediante una agresión criminal] en una guerra defensiva y existencial para el Pueblo Ruso, contra un nuevo Nazismo”.


Ahora bien, en cuanto a Nazismo, éste fue el aliado del Estado soviético desde el ‘Tratado de No-Agresión entre Alemania y la [así llamada] Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas-URSS’ (conocido también como “Pacto Hitler-Stalin”), firmado entre esas dos Potencias para 10 años el 23 de Agosto de 1939. Sin embargo, en un Protocolo secreto el Pacto establecía en realidad el reparto de Europa oriental y central entre ambas Potencias según “zonas de influencia” acordadas entre ambas. Además de un nuevo Reparto conjunto de Polonia – el cuarto – entre el Reich Alemán y el nuevo Imperio de la “Unión Soviética”, a éste le correspondería anexionarse Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania (excepto su capital Vilna) y Besarabia (actual Moldova). Es decir, todas las “posesiones” del Imperio moscoviano-zarista a las que el Imperio moscoviano-bolchevique había tenido que renunciar por el Tratado de Brest-Litovsk en 1918, y cuyo dominio Stalin estaba ansioso por recuperar gracias a su pacto con Hitler, quien se apropiaba para Alemania del resto de sus “zonas de especial interés”. Y actualmente, tras haber recuperado su independencia, todas esas antiguas “posesiones” del zarismo vuelven a estar hoy en el punto de mira de Putin. Los “rusos soviéticos” no fueron enemigos del Nazismo; fueron sus aliados desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Si los soviéticos combatieron después a los Nazis fue porque éstos traicionaron el Pacto de No-agresión y los atacaron, obligándolos a defenderse contra sus iniciales aliados.


Una vez firmado ese Tratado-Pacto de No-Agresión mutua y de Reparto de Europa, y contando con la complicidad de la “Rusia soviética” de Stalin, Hitler tuvo las manos libres para invadir Polonia nueve días después, el 1 de Septiembre de 1939; lo cual causó la declaración de guerra del Reino Unido y Francia contra Alemania, dando así inicio a la Segunda Guerra Mundial. Y dieciséis días después, el 17 de Septiembre, la “Unión Soviética” lanzó su invasión contra “su parte” oriental de Polonia, anexionándola, reprimiendo la Resistencia mediante ejecuciones y deportaciones a Siberia y otras zonas remotas, y afirmando que llegaban a Polonia para salvarla de los Nazis. De hecho, el Politburó “soviético” llamó con todo cinismo “campaña de liberación” a aquella anexión de Polonia que ellos habían acordado con los Nazis. Del mismo modo, el 30 de Noviembre de ese año, los imperialistas “rusos soviéticos” – al igual que habían hecho antes los zaristas con todos los Pueblos que habían dominado desde el Báltico al Pacífico – se lanzaron contra Finlandia, que hizo frente a esa agresión en la llamada “Guerra de Invierno” y evitó así la anexión, pero no graves pérdidas territoriales que siguen retenidas aún por la actual “Federación de Rusia”. El 15 y 16 de Junio de 1940, los otros tres Estados bálticos: Lituania, Estonia y Letonia, recibieron sendos ultimátum y fueron ocupados por el “Ejército Rojo”, que a partir del siguiente día 28 de Junio ocupaba también Besarabia y el norte de Bucovina, según había quedado pactado entre los regímenes Nazi y “Soviético”.


Putin distorsiona total y cínicamente la realidad cuando afirma que quiere “liberar y desnazificar Ucrania”, puesto que ahora en Ucrania, como en 1939 en Polonia y Finlandia, y en 1940 en Estonia, Letonia, Lituania y Rumania, los Nazis son sus antiguos aliados, a saber: los invasores “rusos” agentes del Imperialismo Moscoviano, camuflados como “soviéticos” entonces y que ahora aparecen abiertamente como mafiosos-kagebistas-putinistas. (Esto quedará registrado así en la Historia para eterna vergüenza y total descrédito de “la izquierda” europea que apoya al dictador petersburgués, y en particular de la pretendida “izquierda abertzale vasca”: totalmente acomplejada, acorralada y recuperada por los Nacional-“socialistas” y los Nacional-“comunistas” españoles que integran el actual social-imperialismo español. Éste, con sus sucursales y franquicias “sozialistas” camufladas en nuestro País con siglas “vascas”, cursa ahora bajo la mezcolanza que denominan “izquierdos/izquierdas-unidos/unidas-contigo/zurekin-encomún-podemos-sumar-máspaís” español.)


Tal es el régimen que detenta el poder hoy en Moscú bajo el Gobierno de Putin; quien, en un discurso oficial (16 de Marzo de 2022, disponible en la página web del Kremlin), para designar a quienes se oponen a él y a los – según él – “verdaderos patriotas”, ha utilizado términos tales como “escoria, traidores, insectos [moshki], y auto-limpieza natural y esencial de la sociedad”, así como “nacionaltraidores” en una sola palabra; del mismo modo que Hitler utilizó por primera vez la palabra Nationalverräter en ‘Mein Kampf’, y hablaba también de aquéllos a quienes aspiraba a destruir como de infrahumanos (Untermenschen), para facilitar psicológicamente la tarea de aplastarlos como si fuesen escoria o insectos. De hecho, el desprecio de los Ucranianos es un lugar común, algo establecido entre el Nacionalismo imperialista moscoviano, que constituye el mainstream ideológico de ese País. El mismo Lenin advertía contra esta funesta tendencia de su Pueblo:


“[...] En mis obras acerca del problema nacional he escrito ya que un planteamiento abstracto del problema del nacionalismo en general no sirve para nada. Es necesario distinguir entre el nacionalismo de la nación opresora, y el nacionalismo de la nación oprimida; entre el nacionalismo de la nación grande [o sea: imperialista], y el nacionalismo de la nación pequeña.

“Con relación al segundo nacionalismo, nosotros, los nacionales de una nación grande, casi siempre hemos sido culpables, en el terreno práctico histórico, de un infinito número de actos de violencia; e incluso más todavía: cometemos violencia y ofensas un infinito número de veces sin darnos cuenta de ello. Sólo tengo que evocar mis recuerdos de cómo en las regiones del Volga son tratados despectivamente los no-Rusos; cómo la única manera de llamar a los Polacos es ‘Poliáchishka’, cómo el Tártaro es motejado de Príncipe, cómo los Ucranianos son siempre ‘Jojols’, y los Georgianos y demás nacionales del Cáucaso los llaman siempre ‘Kapcasianos’ u ‘hombres del Kápcaso’.

“Por eso, el internacionalismo por parte de las naciones opresoras o ‘grandes’, como se las llama (aunque sean grandes sólo por sus violencias, sólo sean grandes como lo es un matón), debe consistir no sólo en la observancia de la igualdad formal entre las naciones sino incluso en una desigualdad de la nación opresora, de la nación grande, que debe compensar la desigualdad que se produce en la práctica real. [...]

“[...] Y creo que en este caso, con relación a la nación georgiana, tenemos un ejemplo típico de cómo la actitud verdaderamente proletaria exige de nuestra parte extremada cautela, delicadeza y transigencia. El georgiano [está refiriéndose a la banda de Stalin-Beria-Ordzhonikidze] que desdeña este aspecto del problema, o que lanza desdeñosamente acusaciones de ‘socialismo-nacionalista’ (cuando él mismo es un auténtico y verdadero ‘socialista-nacionalista’, e incluso un brutal esbirro Gran-ruso [o sea, Moscoviano]), ese georgiano lastima, en esencia, los intereses de la solidaridad trabajadora de clase, porque nada retarda tanto el desarrollo y la consolidación de esta solidaridad proletaria de clase como la injusticia en el terreno nacional, [...]

“[...] Otra cosa es cuando nosotros mismos caemos, aunque sólo se trate de nimiedades, en actitudes imperialistas hacia nacionalidadesoprimidas, socavando así toda nuestra sinceridad de principios, toda nuestra defensa de principios de la lucha contra el imperialismo. Y el mañana de la historia universal será el día en que despierten definitivamente los pueblos oprimidos por el imperialismo, que ya han abierto los ojos, y en que empiece la larga y dura batalla final por su liberación.” (V. Lenin; ‘Acerca de la cuestión de las Nacionalidades o “Autonomización”’. Tomado al dictado en taquigrafía por su secretaria Mariya Volodiceva el 31-XII-1922.)


Hoy sabemos que los Alemanes que se oponían a Hitler no eran nacional-traidores sino todo lo contrario, y que en cambio quienes lo apoyaron en su criminal empresa contribuyeron a traer la desgracia y la vergüenza del Pueblo Alemán; del mismo modo que esos “verdaderos patriotas rusos” según Putin: los que hoy lo apoyan en su criminal empresa, van a traer la ruina y la vergüenza para su Pueblo. Es el “filósofo político ruso” Iván Ilyin: un émulo de Hitler y declaradamente fascista, cuyos restos mortales Putin hizo traer de vuelta a Moscovia desde Suiza y cuya tumba consagró, el que parece ser su inspiración. Finalmente, el hecho de haber elegido como distintivo de su agresión el símbolo de una letra ‘z’: que es en realidad una semi-sauvástica (o semi-svástica invertida), nos da la visión completa de este nuevo Nazi imitador de Hitler que es Vladímir Putin, y que como él ha empezado por el Anschluss de Ukraina. El Nazismo está hoy dirigiendo Moscovia: desde el Kremlin, desde luego; pero también desde la Duma y la televisión del País.


*


Pero, a la vez que Putin y sus agentes ideológicos mantienen la burda afirmación de “los Nazis de Ucrania”: un simple pretexto para invadir y anexionarse ese País al igual que lo utilizaron los “rusos soviéticos” en 1939 para anexionarse Polonia a medias con sus aliados los Nazis (así como el resto de Países que pretendidamente correspondían al Imperio Soviético, según hemos expuesto que habían acordado secretamente con ellos), y como una posición de repliegue táctico si ven que esa mentira no da resultados (pero sin reconocer jamás que es mentira), los ideólogos moscovianos de la agresión contra Ucrania difunden a continuación la afirmación de que “esto no va de Ucrania en absoluto sino que refleja la batalla sobre cómo será el nuevo orden mundial post-occidental”.


Al recurrir a esta nueva “justificación”, esos agentes del imperialismo moscoviano dejan en evidencia que si “esto no va de Ucrania”, como dicen ahora, esa afirmación es contradictoria con la primera de “los Nazis de Ucrania” con la que “justificaron” su agresión contra ese País; y que, en definitiva, siguen la vieja táctica ideológica de todo régimen totalitario según la cual “cuanto más propaganda, mejor”. Y no les preocupa lo más mínimo que esa propaganda sea deleznable, formalmente contradictoria entre sí y de ínfimo nivel, porque saben muy bien que sus afirmaciones no dependen de la verdad ni de la lógica formal para imponerse sino del volumen de los monopolios mediáticos de falsificación de las ideas y de embrutecimiento e intoxicación ideológica de masas; una intoxicación que esos ideólogos imponen sobre la población sin temer más oposición democrática que la que ellos han llevado ya a los cementerios o a las cárceles.


Ahora bien, si miramos detrás de toda esa palabrería, vemos que ese supuesto “nuevo orden mundial post-occidental” por el que el régimen putinista dice ahora – por boca de su primer propagandista Lavrov – estar combatiendo, NO CONSISTE en un nuevo orden democrático y anti-imperialista: fundado por tanto sobre la vigencia y el respeto de los derechos humanos fundamentales (DDHH) y ante todo sobre el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, primero de los DDHH y condición previa de todos ellos según el Derecho Internacional de las Naciones Unidas. Consiste, bien al contrario, en el mantenimiento DEL MISMO orden imperialista, sólo que ahora se pretende que orbite bajo la hegemonía de una Potencia oriental o al menos “no-occidental”: la llamada “Federación de Rusia” y/o China.


Y esto es precisamente lo que está ocultándose, puesto que la llamada “Federación de Rusia” y China son también Potencias que forman parte del sistema imperialista de dominación internacional sobre los Pueblos y Estados situados en las que ellas consideran sus respectivas “Zonas de Influencia y Esferas de Co-prosperidad”; al igual que los Imperios del Japón y de la URSS hicieron en el pasado mediante sus alianzas con el III Reich Alemán. Pero ese sistema de “esferas de influencia” consiste en el reparto imperialista, inter-imperialista y ultra-imperialista del globo; es la antítesis del respeto de los derechos humanos fundamentales y ante todo de la independencia de los Pueblos y la integridad de sus legítimos Estados; y, según se comprobó muy dolorosamente, lleva necesariamente a la destrucción de la Humanidad.


En la auténtica realidad, no hay tal “orden mundial occidental”: el cual sería – según implícita y subliminalmente pretende la propaganda de aquellas Potencias – el único imperialista, y al que se opondría un “orden mundial oriental” y pretendidamente anti-imperialista. Bien distintamente, lo que hay es UN ORDEN GLOBAL IMPERIALISTA basado en lo que es la esencia del imperialismo, a saber: la conculcación tanto de los derechos humanos fundamentales y ante todo de la Autodeterminación o Independencia de los Pueblos, así como de la integridad y seguridad de sus legítimos Estados constituidos sobre el principio de derechos iguales y Autodeterminación de todos los Pueblos, según ha establecido reiteradamente el Derecho Internacional contemporáneo de las Naciones Unidas. Un orden global y una estructura imperialistas que incluyen tanto a Potencias imperialistas occidentales así como a Potencias imperialistas orientales.


Frente a ese orden imperialista global se opone la Resistencia democrática de los Pueblos que están siendo agredidos por dicho orden imperialista, sea cual sea el agresor: oriental u occidental; una Resistencia que debería ser apoyada por todos los Pueblos libres del mundo. Esta Resistencia Nacional y Democrática: basada en la defensa de los derechos humanos fundamentales y ante todo de la independencia nacional de esos Pueblos agredidos por el imperialismo, está representada ahora por la Resistencia del Pueblo Ucraniano a ser deglutido por el Imperialismo Moscoviano, que aspira a lograrlo mediante su criminal guerra de agresión contra ese Pueblo, para destruir en primer lugar su legítimo Estado y a continuación al Pueblo mismo. Y por supuesto, está representada también por la oposición y Resistencia Nacional del Pueblo Vasco y de su Estado, el Reino de Nabarra, frente al criminal imperialismo colonialista y fascista de España y de Francia.


Por tanto, estamos sólo ante un mero re-dimensionamiento geográfico del orden mundial imperialista en el que no es posible afirmar con seriedad que ese supuesto “nuevo orden mundial post-occidental” consista en un orden democrático anti-imperialista, ya que el Gobierno de la llamada “Federación de Rusia” pretende imponerlo sometiendo al Pueblo Ucraniano y destruyendo su legítimo Estado mediante una inicua guerra de agresión e imprescriptibles crímenes contra las leyes de la guerra, crímenes contra la paz y la seguridad de los Pueblos y de sus legítimos Estados constituidos y “que se conducen ellos mismos sobre el principio de derechos iguales y autodeterminación de los Pueblos”, y crímenes contra la Humanidad; de todo lo cual el cínico propagandista del Imperialismo Moscoviano, Serguéi Lavrov, no dice ni palabra porque todo eso está supeditado al imperativo categórico de su Nacionalismo imperialista “Gran-ruso”: sean cuantas sean las mentiras que haya que sostener y los imprescriptibles crímenes que haya que perpetrar.


Así pues, se trata nuevamente del viejo orden imperialista moscoviano de siempre, establecido desde los tiempos de sus zares bajo la égida de la “Rusia santa y triuna” y de su Nacionalismo imperialista, opresores de Pueblos y de sus legítimos Estados. Esta ideología Nacionalista-imperialista, putinista y fascista: endosada con fanatismo por una parte del Pueblo Moscoviano, es el verdadero cáncer que envilece a ese Pueblo y que hace posible la continuidad del régimen de ese autócrata y su banda mafiosa. Está además apoyada en Europa Occidental y otras partes por “representantes y pensadores” de una pretendida “izquierda marxista” reaccionaria: ideológica, intelectual y moralmente arruinada, degenerada y en total coincidencia con los actuales populismos Nacionalistas y Nacional-socialistas.


Como es natural, nada sería más esperable que ver a la dogmática, anquilosada y auto-denominada “izquierda marxista”: prisionera, víctima y propagandista de esa “síntesis leninista entre ausencia de libertad y [pretendido] socialismo” de la que habla Grossman, apoyando a un régimen que – aunque sólo fuera nominalmente – se auto-proclamaba “socialista o comunista”; pero verla apoyando al criminal y corrupto régimen mafioso-kagebista-putinista es simplemente alucinante. (En nuestro País Vasco, esa “izquierda marxista” es apoyada por los sectores intoxicados con el dogmatismo y el fanatismo del Eta: actuales lacayos del social-imperialismo Nacional-socialista y Nacional-comunista español.)


Es esa letal ideología la que alimenta esta situación y la que permite que tales regímenes puedan aparecer y mantenerse. Pero no hay misiles ni armas nucleares – es fundamental comprender esto – que puedan servir para combatir la ideología fascista: ya sea de Putin, de la “izquierda marxista” pseudo-revolucionaria europea, de Berlusconi, o de Donald Trump. Lo que se necesita frente a ella es el desarrollo de una ideología basada en la auténtica Democracia, y no en su actual falsificación y sucedáneo creado por el “moderno” totalitarismo “con elecciones”, y aplicado en Europa occidental durante doscientos treinta años ya a partir de la “revolución” Nacionalista francesa.


Es decir, lo que necesitamos es el desarrollo de la auténtica Democracia, basada no meramente en procedimientos formales de “votaciones”: muchas veces realizadas por poblaciones sometidas a un condicionamiento previo bajo la acción de monopolios mediáticos controlados por un poder totalitario, sino en el respeto y la vigencia de los derechos humanos fundamentales y, ante todo, de la Autodeterminación o Independencia nacional de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos y condición previa para el pleno disfrute de todos ellos, según ha sido reconocido – no constituido – por el Derecho Internacional contemporáneo de las NU. Una ideología y comprensión de la Democracia que desmonte los sofismas y las falsedades en que se basa el “moderno” modelo de totalitarismo imperialista y fascista “con elecciones” que actualmente es llamado “democracia”, y que prolifera ya a escala planetaria. De hecho, no hay actualmente en el mundo un régimen político que se reconozca a sí mismo como no-democrático, y mucho menos aún como anti-democrático, cuando la realidad es muy distinta.


Veamos las condiciones de desarrollo de ambas ideologías:


« [...] Para la apreciación e interpretación de la realidad, según la ideología del imperialismo y el fascismo, y debido a la distorsión mental/moral que esa ideología establece, los mismos datos, los mismos medios, los mismos hechos y las mismas ideas son o bien “intrínseca y fundamentalmente” perversos, o rectos y santos; todo ello según sean las circunstancias, el momento, el sujeto involucrado y la propia conveniencia. La aplicación de conceptos, valores, criterios, principios, normas y referencias teóricas que no solamente son variables sino incluso formalmente contradictorios (una aplicación realizada conjunta o separadamente, según sea la necesidad y la oportunidad ideológica y según se apliquen a uno u otro de los adversarios), es una constante de la propaganda imperialista y fascista.


« En cambio, para las personas y los Pueblos sojuzgados, la verdad es el único camino – largo, aventurado y lleno de riesgos – que conduce a veces a la libertad, así como igualmente procede de ella. (Lamentablemente, Españoles y Franceses no han conocido durante toda su historia otra “libertad” que la de sus permanentes regímenes despótico-asiáticos y absolutistas; y su “verdad” es la afirmación de su Nacionalismo imperialista sobre el Pueblo Vasco.)


« Ahora bien, en un mundo como el nuestro, decir la verdad es una actividad poco recomendable que expone a sus temerarios o inconscientes actores a las peores reacciones de la opinión y los poderes “públicos”. En lo que se refiere a la verdad, el que aquí quiera “vivir bien”, o cuando menos vivir tranquilo, tiene todo interés en aprender a cerrar el morro. La mayor parte de la población lo ha comprendido así hace tiempo. “La verdad os hará libres”, se ha dicho; pero la mentira y la destrucción de la razón “liberan” también a sus propios servidores: agentes del poder totalitario, imperialista y fascista establecido, a quienes éste les ofrece la rica diversidad de su voluntad todopoderosa.


« En la medida en que la democracia implica libertad de pensamiento, crítica e investigación, la coherencia lógica, la univocidad conceptual y terminológica, la paridad semántica, y la estabilidad metódica son condiciones del acceso a la verdad y el conocimiento. En cambio, para el imperialismo y el fascismo son obstáculos insuperables que han de ser destruidos, porque sus agentes no pueden dominar ideológicamente a los Pueblos sin falsificar, recuperar y confundir los términos y los conceptos fundamentales de la sociología y la política. Esa forma de ideología implica el embrutecimiento previo de sus pacientes a manos de los modernos monopolios totalitarios de propaganda; ahora bien, si esta condición viene a faltar, la reacción puede ser peligrosa para los pretenciosos agentes al servicio del fascismo.


« Probidad intelectual, por un lado, y Nacionalismo imperialista, por el otro, son realidades que se excluyen mutuamente. El Nacionalismo-Imperialismo nada tiene que ver con cualquier clase de honestidad intelectual. EseImperialismo es una empresa criminal de dominación-explotación Nacionalista y racista a costa de la libertad de los Pueblos, establecida y mantenida mediante Violencia criminal, que se realiza también mediante el adoctrinamiento ideológico; lo cual implica la confusión mental de sus pacientes, la mentira, el disimulo y la calumnia.


« Los ideólogos del Nacionalismo imperialista y fascistatanto si se reclaman Nacional-católicos/protestantes/ortodoxos o Nacional-laicos/socialistas/comunistas, no son honrados teóricos u hombres de ciencia, ni menos todavía “gentes de bien que defienden sus ideas – todas legítimas y respetables – con la pluma y la palabra, y que oponen la cultura a la violencia”, como sus servicios indígenas y “autónomos” de intoxicación ideológica de masas pretenden hacernos creer. Bien al contrario, en cuanto políticos, son agentes, partícipes, cómplices, encubridores y/o beneficiarios – notorios y convictos – de la rapiña y los crímenes de guerra, contra la paz y contra la Humanidad que constituyen el actual régimen imperialista franco-español que sojuzga nuestro País. Y en cuanto ideólogos, son mentirosos, difamadores, falsarios y embaucadores, tramposos y fulleros, jugadores de ventaja habituales o profesionales.


« Las personas decentes, las gentes de bien, no hablan con los criminales imperialistas y fascistas que continúan o pretenden que continúe la empresa de dominación del Nacionalismo imperialista franco-español, el cual ha ensangrentado y oprimido al Pueblo Vasco y está ocupando nuestro País desde hace doce siglos. Menos todavía pueden hacerlo quienes ejercen funciones y asumen responsabilidades ideológicas y políticas. El pensador, el político, o la persona libre que afronta cuestiones teóricas, prácticas o de simple información en las condiciones del imperialismo, hará bien en desconfiar y protegerse de toda comunicación o aportación “informativa, científica o artística” que provenga de sus agentes.


« Para los políticos, los científicos y las gentes decentes, ningún comercio digno, ninguna honrada frecuentación son posibles con los agentes ideológicos imperialistas y fascistas: cualesquiera que sean las pretensiones morales o culturales con que éstos se encubran. No se habla con quien no es que tenga o no una pistola encima de la mesa sino que se apoya sobre el monopolio de la Violencia criminal, establecido mediante guerra de agresión, conquista, e innumerables y horrendos crímenes imprescriptibles contra nuestro País. En nuestro País no caben “habladas” con los agentes de la propaganda y la guerra psicológica que imponen las ideas del imperialismo y el fascismo franco-español, al servicio y bajo el amparo de su ejército de ocupación. El “diálogo” con el Fascismo y el Terrorismo imperialistas es un absurdo formal que implica la complicidad con sus agentes y el encubrimiento de su empresa criminal de destrucción de las personas y los Pueblos libres; en lógica consecuencia, debe ser absoluta y positivamente evitado.


« En las condiciones del régimen imperialista de ocupación militar, son imposibles y contradictorias las relaciones democráticas con quienes combaten los derechos humanos fundamentales y, en primer lugar, el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos: “primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa para el pleno disfrute de todos ellos”, según el Derecho Internacional contemporáneo reconocido – no constituido – por las Naciones Unidas. Relaciones democráticas, voluntad popular y derechos humanos sólo se alcanzan por la supresión de la ocupación imperialista como condición previa.


[...]


« Mientras tanto, la propaganda clandestina es la prueba absoluta de la opresión ideológica y de la identidad de sus víctimas; efectivamente, donde hay libertad ideológica no hay prensa clandestina, y donde hay prensa clandestina no hay libertad ideológica. Los imperialistas y los fascistas no han emitido una hoja clandestina en toda su “atribulada” vida. Su fuerte está en los monopolios de Violencia criminal y propaganda totalitaria, el régimen penal y la penalización de las ideas, el terror político e ideológico, la eliminación de toda libertad de expresión y de toda oposición, la aplastante, abrumadora y excluyente superioridad de sus medios de difusión de masas, la saturación del espacio informativo, el establecimiento y la manipulación de reflejos condicionados colectivos, la destrucción de todo sentido crítico, el lavado de cerebro, el embrutecimiento y la intoxicación ideológica de masas, la censura y la autocensura, y la ausencia de información y crítica: para todo lo cual cuentan en nuestro País con la colaboración, complicidad, participación y traición tenaces de su títere “oposición” indígena “vasca”, y de los medios de comunicación “autonómicos”.


« En los agregados ideológicos del imperialismo y el fascismo modernos, la vaguedad y la contradicción de los términos y los conceptos, o la ausencia de toda posible definición, no perjudican a su propaganda; bien al contrario, les permiten aplicarla o evitarla en cualquier caso. Sus aplicaciones son ilimitadas:


“Cuando yo uso una palabra”, dijo Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso, “ella significa lo que yo decido que signifique – ni más ni menos.”

“La cuestión”, dijo Alicia, “es si tú puedes hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.”

“La cuestión”, dijo Humpty Dumpty, “es quién es el que manda – eso es todo.”


[...]


« A la ideología del totalitarismo moderno, el método científico, el principio de no-contradicción y la lógica formal le traen más sin cuidado que a todos los sistemas despóticos que lo precedieron y fundaron. La lógica formal procede por contradicción y eliminación; la propaganda totalitaria, en cambio, por incoordinación y acumulación. La irracionalidad dota a la propaganda totalitaria de la exorbitante capacidad de jugar a la vez con todas las ideas, por formalmente contradictorias que sean. El totalitarismo contemporáneo puede así ampliar y adecuar su propaganda a los más diversos pacientes; y acusar al adversario de carencias o crímenes y atribuirse cualidades que – formalmente pero no ideológicamente – son equívocos o se excluyen entre sí.


« Por su parte, la lógica formal y la precisión conceptual y terminológica: a las que la resistencia democrática debe sujetarse, tienen su propia virtualidad, desde luego; pero implican limitaciones que no afectan a la propaganda totalitaria, la cual puede permitirse “pasar” de cosas de ésas. Por si no tuvieran bastante con sufrir la sinrazón del despotismo y el despotismo de la sinrazón, las fuerzas democráticas sufren también la tiranía de la razón. Porque, en virtud del principio de no-contradicción, la razón y la democracia carecen de diversificación ideológica complementaria, y sólo disponen de una línea ideológica única, de una única carta teórica que poner en juego: la de la racionalidad y la coherencia lógica sin fallas. En cambio, el imperialismo, el fascismo y el totalitarismo tienen todas las que les hagan falta, por irracionales que sean (según sea la época, el lugar, el adversario y la coyuntura), y todas ellas son sucesiva o simultáneamente, parcial o totalmente operativas y operacionales. Pueden así ampliar, diversificar y adecuar su propaganda a los más diversos clientes, con ofertas especiales adaptadas a cada estrato o grupo social.


« La mentira y la difamación con un alcance de masas son armas fuertes, más directas y efectivas que su problemática rectificación teórica posterior. Para empezar, los monopolios de Violencia criminal y propaganda del imperialismo excluyen ya toda respuesta proporcionada al daño causado, multiplicando así de forma decisiva la superioridad ideológica de las fuerzas imperialistas; y de este modo, la mentira mil veces repetida deviene una vez más la verdad ideológica.


« Es preciso tener en cuenta que la utilización a ultranza de los medios materiales de que dispone, e incluso la propia debilidad teórico-formal de la propaganda imperialista y fascista, son causa y efecto de la situación de dominación absoluta que el monopolio de la Violencia criminal proporciona a sus agentes. Y ello porque la contradicción formal en la que éstos se mueven con total naturalidad y sin que ello les cause la menor preocupación, el embuste y la estupidez, la falsificación de las palabras y la manipulación de los conceptos, son siempre rentables para el fascismo si el monopolio de propaganda les asegura repetición y penetración sin posibilidad de réplica; y esto es algo que el fascismo se asegurará en conseguir. La falsificación de los términos y los conceptos cardinales de la sociología y la política es parte de la técnica ideológica del imperialismo y el totalitarismo modernos, al objeto de conseguir la confusión y la dominación sobre los Pueblos.


« El imperialismo y el fascismo destruyen no sólo la realidad material de los Pueblos; destruyen también en ellos el sentido común y la razón. La esquizofrenia ideológica funda la propaganda dominante que afirma la “libertad” del imperialismo. Sus portavoces: considerados mentalmente sanos por los medios y criterios clínicos tradicionales, son un peligro permanente para la salud mental de las poblaciones sometidas a los monopolios de propaganda, guerra psicológica, e intoxicación ideológica de masas del régimen imperialista y fascista. Lejos de perjudicarlos, la irracionalidad les ofrece a esos funcionarios considerables – y con frecuencia decisivas – ventajas ideológicas frente a los defensores de la auténtica libertad basada en los derechos humanos fundamentales y la Democracia; sin que aquéllos deban temer de éstos una competencia racional o científica que pueda ser ideológicamente efectiva entre las masas, dada su aplastante superioridad de medios.


« Bajo las condiciones del imperialismo y el fascismo, y por sorprendente que ello pueda parecer a los ilusos o idealistas románticos: que todavía creen en el valor y la vigencia universales del panlogismo y en la eficacia de la razón como arma ideológica, la estupidez y la irracionalidad formal no son defecto ni debilidad sino plenitud y virtud ideológicas.


« Frente a ellas, el único antídoto que tiene la ideología democrática es la honestidad intelectual y la coherencia lógico-formal, por un lado; y, por el otro, la vertebración de una ideología y una política democráticas fundadas sobre la afirmación teórica y práctica de la vigencia y el respeto universales de los derechos humanos fundamentales y, ante todo, sobre el primero y la condición previa de todos ellos: el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos. Sin derechos humanos, no hay democracia.” Etc. (Véase el Cap. XXIII: Ideología imperialista frente a ideología democrática: una asimetría de factores variables y constantes / Imperialistic ideology versus democratic ideology: an asymmetry of variable and constant factors, de nuestra citada obra general.) »

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