Infiltración del Social-imperialismo español en los movimientos populares de Resistencia

(Texto publicado inicialmente el 16-Enero-2019.)


Infiltración del Social-imperialismo español en los movimientos populares de Resistencia

“El Nacionalismo imperialista es la afirmación teórica y práctica de la superioridad nacional, racial, lingüística y cultural del Pueblo o la Nación propios: establecida como justificación de la dominación-explotación sobre otros Pueblos y/o Estados; y la correlativa negación de la libertad nacional de los Pueblos que él está sojuzgando y – para mayor seguridad – negando. Como tal, el imperialismo nacionalista es la mayor amenaza para la paz entre los Pueblos y Estados del mundo; y la fuente principal de los conflictos y las guerras que aquejan a la Humanidad. Es la especie extrema – más agresiva y opresiva – de violencia, guerra y dominación, de totalitarismo, terrorismo, pillaje y explotación, de Nacionalismo y racismo, de opresión política, clasista, sexista, religiosa, lingüística y cultural. El colonialismo es el imperialismo de población: un Pueblo desplazando, excluyendo y substituyendo a otro de su propio territorio.”

Desde los tiempos del Franquismo primitivo y hasta el presente, la infiltración del Nacionalismo imperialista español – y francés – entre la oposición nacional y democrática de los Pueblos sojuzgados, a fin de desviarlos de sus objetivos fundamentales de independencia y Autodeterminación o Independencia, y de orientarlos y distraerlos por el contrario hacia objetivos marginales y secundarios: conciliables y tolerables para la salvaguarda de ese Nacionalismo, es el objetivo fundamental de los agentes auxiliares del Nacional-imperialismo franco-español camuflados de “demócratas, republicanos, ecologistas, feministas o revolucionarios de izquierda”. Se trata del social-imperialismo, que en nuestro País, y bajo la protección de las fuerzas militares y policiales de ocupación y represión de Francespaña (las cuales ellos naturalmente jamás denuncian), está representado por los Nacional-socialistas y Nacional-comunistas españoles y franceses junto con sus hijuelas y franquicias locales: Ugt-Falange-PsoE, PsF, PcE, PcF, Podemos etc.

Son estos agentes, por su carácter de pretendida “oposición al poder establecido” (o de “gobiernos de progreso”, cuando les toca a ellos ser los gestores del imperialismo, es decir: los limpia-botas y limpia-correajes del ejército, como ocurre actualmente en Francespaña), los que le dan al imperialismo una mayor amplitud y penetración entre los Pueblos dominados, y los que tienen encomendada precisamente esa tarea de conseguir la neutralización de la acción política y la Resistencia de éstos “desde su interior”; cosa que el imperialismo oficial y declarado no puede lograr, al no poder penetrar y actuar entre quienes obviamente lo aborrecen. En eso consiste lo que se denomina “recuperación política de la oposición”.

Estamos asistiendo actualmente a un nuevo recrudecimiento de este mecanismo de recuperación política de la oposición nacional y democrática – ambas indisociables – del Pueblo Vasco por el Imperialismo franco-español. Por definición, el Imperialismo es un imprescriptible crimen internacional que consiste en la conculcación de la Autodeterminación o Independencia de los Pueblos, y que conlleva la violación de sus derechos humanos fundamentales y la realización de crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad. A partir de ahí, y como es inevitable por su propia naturaleza, el Imperialismo ocasiona permanentes disfunciones socio-económicas a la sociedad que oprime mediante ejércitos de fuerzas represivas y ocupación militar permanente, y proporciona por tanto constantes motivos para su repulsa; tanto más un Nacionalismo imperialista retrógrado y repulsivo como lo es el español y el francés.

Ahora bien, abordar la solución sectorial y caso por caso de las disfunciones causadas por el imperialismo no resuelve la causa de los problemas, del mismo modo que sólo el tratamiento de los síntomas no resuelve la enfermedad que los causa. El deseo de simple alivio momentáneo: aunque sea natural y comprensible, es engañoso y además funesto si ello enmascara o hace olvidar la necesidad de acometer la curación de lo que ocasiona la enfermedad que nos aqueja, esto es: de acometer la abolición del imperialismo. Una abolición que sólo puede lograrse mediante la independencia nacional de los Pueblos sojuzgados por ese imperialismo. Y aquí es donde entran en acción los agentes del social-imperialismo para evitarlo: recuperando y desviando el movimiento de oposición nacional y democrática de los Pueblos sojuzgados por el imperialismo de esos agentes, y limitando su acción a reivindicaciones inocuas y compatibles para la continuidad del régimen imperialista-totalitario de España y de Francia.

Es así como actualmente se desarrollan en nuestro País dos significativos movimientos que, en la mejor tradición y escuela de la agitación reaccionaria del social-imperialismo bajo el Primer Franquismo, están focalizados únicamente en el tratamiento de algunos síntomas del imperialismo, con absoluta ignorancia o abandono de toda pretensión de abordar la liquidación de éste; dejando por tanto a salvo su continuidad, según tiene por objetivo fundamental e invariable el poder Nacionalista-imperialista español y francés establecido. Se trata de los movimientos por las pensiones y el feminismo, los cuales son demagógicamente explotados por el social-imperialismo con el objetivo de preservar el imperialismo franco-español, al hacer que la población pierda de vista esa causa para centrarse sólo en algunos de sus efectos.

Según se ha expuesto, es totalmente natural y no hay nada que objetar al deseo de mitigar el empobrecimiento al que se ven abocados jubilados y pensionistas, siempre que esa acción no se agote en un simple objetivo reformista que pierda de vista el hecho fundamental, a saber: que la situación imperante en nuestro País no consiste en un sistema político homogéneo y democrático sino heterogéneo y de explotación imperialista. Ahora bien, sólo el establecimiento de un Estado homogéneo y democrático: fundado sobre la Autodeterminación o Independencia nacional de los Pueblos como condición previa (y por tanto sobre la expulsión inmediata de todas las fuerzas militares-policiales imperialistas de ocupación de los Pueblos y Estados sojuzgados), puede proporcionar las condiciones generales de libertad básicas para el establecimiento de un régimen tolerable y de auténtico progreso; el cual, desterrando el fascismo y la explotación imperialista, es EL ÚNICO que permite atender real y eficazmente a los desfavorecidos. Frente a él, la opresión, la injusticia y la ineficacia son las realidades que inevitablemente y de forma natural genera el Estado heterogéneo e imperialista, cuya continuidad implica fatalmente el mantenimiento de ejércitos y fuerzas de ocupación militar, así como cuerpos policiales y represivos, que agotan los recursos económicos y son incompatibles con una redistribución adecuada y democrática de la renta.

La Autodeterminación o Independencia nacional de los Pueblos sojuzgados: primero de los derechos humanos fundamentales y CONDICIÓN PREVIA de todos ellos, es por tanto la condición necesaria para la democracia, y en las circunstancias actuales esto implica la exigencia de retirada incondicional e inmediata de todas las fuerzas de ocupación de las Potencias ocupantes, fuera de nuestro Estado: el Reino de Nabarra. Todo movimiento con pretensiones de reivindicación o regeneración política que, en nuestro País sojuzgado bajo la ocupación militar franco-española, no parte de la afirmación del derecho de libre disposición o libre determinación del Pueblo Vasco, y que por tanto no respalda la exigencia de retirada incondicional e inmediata de las fuerzas de ocupación de sus Territorios históricos, es un movimiento que objetivamente preserva y se integra en la lógica política del sistema totalitario actualmente establecido, el cual necesaria e inevitablemente produce y reproduce opresión e injusticia. El movimiento de jubilados y pensionistas podrá ignorarla, pero no escapará a esta realidad.

Lo mismo es preciso decir sobre el movimiento feminista. Es lamentable que haya que recordar esto en nuestro País, en donde se ha hecho gala de imitar – no siempre para bien – el movimiento irlandés de emancipación nacional, siendo así que la pionera feminista Constance Markievicz (nacida Gore-Booth): primera mujer con escaño en el Parlamento de Westminster (obtenido por el Sinn Fein y en el distrito de Dublin en 1918), tenía perfectamente claro lo que significaba ser feminista en Irlanda. Según escribe su biógrafa Lauren Arrington:

“[...] adquirió conciencia de su identidad irlandesa y forjó lazos con el movimiento renacentista celta. Persiguió desde entonces la soberanía nacional como meta para lograr la libertad de la mujer y del obrero. Creía que la independencia nacional a través del establecimiento de una República llevaría a la igualdad de clases sociales y de sexos en la nueva Irlanda”. (L. Arrington; Revolutionary Lives: Constance and Casimir Markievicz; Princeton University Press, 2016.)

Sin embargo nada de esto vemos en el movimiento feminista de nuestro País; el cual, ignorando la ineludible exigencia de Autodeterminación o Independencia nacional del Pueblo Vasco, está al parecer más interesado en ofrecer incondicionalmente su solidaridad a otros movimientos nominalmente “feministas”, sin plantear la menor reivindicación de Independencia nacional frente al imperialismo franco-español, sin lo cual no hay progreso democrático posible.

Y es que, como no puede ser de otra manera, el auténtico feminismo democrático: al igual que cualquier otro movimiento emancipatorio, no puede escapar a la realidad general bajo la que se desarrolla, y que en nuestro entorno es una realidad imperialista. Por tanto, o bien se constituye sobre principios democráticos y por tanto anti-imperialistas, o cae fatalmente recuperado bajo el imperialismo y finalmente el fascismo en que éste necesita forzosamente apoyarse.

Los símbolos que identifican a ese movimiento podrán servir para la auto-afirmación, pero por sí mismos no constituyen una estrategia. El Nacionalismo imperialista y el Fascismo no se combaten formando triángulos con las manos alzadas sobre la cabeza sino manteniendo una posición estratégica irrecuperable, que en nuestras circunstancias sólo puede consistir en la afirmación del derecho de autodeterminación/independencia del Pueblo Vasco; y negándose a toda colaboración con quien lo rechaza.

En cuanto a la solidaridad del feminismo democrático vasco con otros movimientos semejantes, ésta sólo puede darse a partir de la aceptación: en la teoría y en la práctica, de los derechos humanos fundamentales, y el derecho de autodeterminación o independencia de los Pueblos sojuzgados es el primero de los derechos humanos fundamentales y la condición previa de todos ellos. En caso contrario, y como es evidente, no puede haber ninguna solidaridad con el feminismo imperialista.

¡REINO DE NABARRA: EL ESTADO DEL PUEBLO VASCO/EUSKAL HERRIA!

¡Ejército de ocupación ni con música!

¡España ni con república! ¡Francia ni con monarquía!

ALDE HEMENDIK!!!

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