Confusión en torno a los “liberales navarros”
Confusión en torno a los “liberales navarros”
Por Felipe Campo Remírez – Diario de Noticias – Sábado, 5 de Enero de 2019.
El
pasado día 31 de Diciembre de 2018 aparecía en el DIARIO DE NOTICIAS de Navarra
una reseña sobre la publicación del libro Liberales navarros a través de sus
textos (1820-3), cuyo autor es Ángel García-Sanz Marcotegui, en la que se
hacen afirmaciones descontextualizadas y que pueden inducir a sacar
consecuencias erróneas por los lectores no avisados. La obra se refiere a los “liberales”
que, considerándose españoles, aparecieron en Nabarra a raíz del golpe militar
impulsado en España por sectores sedicentes “progresistas y liberales” – sólo
parcialmente opuestos al poder absolutista establecido – durante el llamado “Trienio
Liberal” o “Constitucional” (1820-3).
Como
resultado de la adopción de los nuevos principios ideológicos: realizada en
aquel momento por el Nacionalismo imperialista español disfrazado desde
entonces de “liberalismo”, esos principios convenientemente falsificados – en
imitación de los de la “revolución” Nacionalista francesa – entraron en
oposición con el mantenimiento de las libertades fundamentales e instituciones
propias del sojuzgado Pueblo Vasco (sus Fueros Fundamentales), las cuales eran
combatidas tanto por los absolutistas como por aquellos “liberales”, quienes
las presentaban además como “retrógradas”. Se trataba de un mecanismo de
falsificación ideológica y recuperación política de las fuerzas populares
vascas que se oponían al gobierno totalitario español, a fin de neutralizarlas
y de que éste fuera aceptado voluntariamente como “liberalismo y democracia”;
un mecanismo que continúa en la actualidad. Pero aquél fue el momento clave en
que tal engaño aparece y se pone en funcionamiento por vez primera.
Como
el mencionado autor pone de manifiesto (según se señala en la noticia
periodística), en aquella operación, que fue muy minoritaria, se involucraron
fundamentalmente sectores militares y colaboradores políticos integrados en el
régimen: “[...] entre los componentes de esa minoría destacan los militares, el
colectivo más numeroso y compacto, los políticos con cargo de representación y
los miembros de las profesiones liberales”. En opinión del autor, “sus textos
ponen de relieve la apuesta de los liberales navarros por la Constitución de
1812, y que se sentían plenamente españoles”. De ahí que fueran los defensores
por antonomasia de la “causa nacional”, según dice, y de la construcción de la “nación
liberal”. Por ese motivo, el autor plantea la cuestión “del cómo y cuándo
surgió [por contra-posición a esos “liberales” anti-fueristas] el liberalismo
fuerista de la década siguiente”.
El
también autor navarro Rodrigo Rodríguez Garraza describe así aquel episodio “liberal”
de 1820:
“Fue
un golpe militar antipopular. Pero ya había en la propia Navarra, y sobre todo
crecería en esos tres años [1820-3], un determinado sector de la población que
aceptaría la nueva situación política. Son los primeros liberales. A partir de ese momento, jugarán cada vez un papel más
importante en la historia de Navarra. Espoz y Mina arrastró consigo a muchos
compañeros de armas. Desde aquel día hubo en Navarra – dice Campión – un
grupo de liberales a la española, centralistas y unitarios.” (Navarra de reino a provincia [1828-1841]; R. Rodríguez
Garraza, 1968.)
Según
reitera este último autor, en Navarra el triunfo de aquel “pronunciamiento [militar]
liberal” (llamado “revolución”) de 1820 “fue antipopular y obra exclusiva del
ejército”. Su rechazo por la población fue prácticamente total; y el estado de
rebelión, generalizado. Y sigue diciendo al respecto: “El mismo Gambra, autor
que subestima el carácter foral de esta guerra, insiste en afirmar que,
prácticamente, fue independiente en Navarra y Cataluña [...]. Se pone de
manifiesto el impacto foralista del alzamiento en el manifiesto de la Junta
interina de Navarra a sus habitantes en septiembre de 1822: ‘Una Diputación ilegítima que a nadie representa sino a sí misma, intenta seducir con una mezcla de falsas promesas y asechanzas... Intenta privaros del nombre de navarros, cambiando el antiguo Reino de Navarra por una mera provincia [española] de Pamplona. ¡Ah! ¿Dónde está aquella sabia legislación de vuestros padres? ¿Dónde aquellos supremos tribunales de Justicia, aquellas regalías y fueros...?’”. (R. Rodríguez Garraza; op. citada. Cita de Gambra Ciudad, R.; La
primera guerra civil de España [1821-3]:
historia y meditación de una lucha olvidada).
Así
pues, aquella confusión no duró mucho, y vemos que – como respuesta sana y
natural frente a esa operación de falsificación y recuperación política
pseudo-liberal española – surgió en apenas diez años la aparición de un “liberalismo
fuerista”, según el propio Sr. García-Sanz reconoce al preguntarse “cómo y
cuándo surgió el liberalismo fuerista de la década siguiente”. Un liberalismo
que, como es natural, no era incompatible – sino todo lo contrario – con el
mantenimiento de la independencia y las instituciones nacionales y estatales
propias del Reino de Nabarra. Y en esa regeneración hubo militares de entre
esos inicialmente deslumbrados por aquel “liberalismo” falsificado y “que se
sentían plenamente españoles”, según en la mencionada obra se afirma, los
cuales acabaron no obstante volviendo a la defensa de la independencia de Nabarra;
de lo cual, en la reseña periodística que estanos comentando no se dice nada.
Fue el caso llamativo de León Iriarte Erburu, pamplonés y coronel del ejército español; quien – a pesar de haber combatido contra el movimiento “Carlista” – fue condenado a muerte en 1837 porque entró en Pamplona y “se comprometió bajo su firma a seguir y llevar a efecto la conspiración que tenía por objeto la independencia de Navarra”. La misma suerte fatal le tocó a su comandante Pablo Barricart, igualmente condenado “por resultar justificado: que se mantuvo al frente de su batallón cuando se pronunció la insurrección, y que, en vez de contenerla, continuó a su cabeza y vino a Pamplona”; según se establece en la sentencia que fue dictada tras el consejo de guerra al que los “conspiradores” fueron sometidos. Ambos fueron ejecutados, junto con los sargentos que no pudieron huir (4) y evitar la ejecución. La tropa fue destinada forzosa a la guarnición de Ceuta. Fue el final de aquel levantamiento, que había comenzado con el apresamiento y muerte del “Virrey de Navarra” y comandante general del “ejército español de operaciones” en Nabarra, el Conde de Sarsfield, a manos de los “rebeldes”. Así pues, al final parece que no está tan claro “que se sentían plenamente españoles”.
Esta
falsificación ideológica de conceptos fundamentales tales como “liberalismo,
democracia, pluralismo, internacionalismo”, etc., y la confusión y recuperación
política de la resistencia nacional de los pueblos sojuzgados que ella tiene
por objetivo, es algo perfectamente conocido y un recurso habitual del
totalitarismo en su lucha contra la libertad de los Pueblos. De hecho, el actual
régimen de la “transición” española: iniciado desde hace casi cuarenta y dos
años, es un ejemplo paradigmático en la utilización sistemática de cuanto hemos
descrito, mediante los monopolios de adoctrinamiento e intoxicación ideológica
de masas.
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