“Diálogo, negociación, igualdad y derechos electorales” bajo régimen imperialista, y otras supercherías (XI)


EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO,, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL



XI – “Diálogo, negociación, igualdad y derechos electorales” bajo régimen imperialista, y otras supercherías


Iñaki Aginaga y Felipe Campo


“En un País civilizado los problemas políticos se resuelven hablando. La primera cosa que hay que decir para salir de esta situación es que los políticos tenemos que hablar más”. (J. J. Ibarretxe.) Sin embargo, los problemas políticos se resuelven – ya sea con habladas o sin ellas – en la forma, momento y medida que la relación de fuerzas permite y decide; todas las palabras, todas las conferencias y toda la persuasión del mundo no cambiarán nada contra ella. Pretender otra cosa es sólo un burdo truco ideológico más, útil siempre para engañar y hacer perder el tiempo, las fuerzas y el dinero a los eternos incautos.

Cuando el fascista español de servicio declara que “no se puede dialogar con quien tiene una pistola encima de la mesa”, o “con alguien que está esperando con una escopeta detrás de la esquina”, está expresando una sencilla pero incompleta verdad. Es cierto que no se puede dialogar con quien tiene una pistola encima de la mesa o una escopeta detrás de la esquina; pero mucho menos aún se puede hacerlo con quien dispone del monopolio de las armas de destrucción y terrorismo de masas. Sin embargo, los incorruptibles adversarios de “la única violencia y el único terrorismo que hay aquí” ven las pistolas del Eta, pero no los cañones del régimen franco-español de ocupación militar de nuestro País.

El objetivo real de esta campaña mediática es ocultar/confortar por un lado el dominio absoluto del monopolio imperialista franco-español de la Violencia criminal; y por el otro, el abandono unilateral por el Pueblo oprimido del derecho de autodeterminación de todos los Pueblos, inseparable del derecho inherente de legítima defensa que los asiste a todos ellos. Es lo que Ibarretxe describe como “oponer la razón y la persuasión a la violencia, la intolerancia y la barbarie”.

Ahora bien, si quedan aquí iluminados que “ven muy claro” en ese reino de las tinieblas, si alguien se cree de verdad – a estas alturas – que el imperialismo y el fascismo franco-español en el poder no existen, y que “el poder no-violento” establecido va a retroceder ante la persuasión, las exhortaciones y los buenos sentimientos “pacifistas”, se trata evidentemente de gentes que no tienen remedio. (Las exhibiciones de buenos sentimientos y talante conciliador sólo consiguen aumentar la irrisión y el desprecio de los que detentan el poder político.)

Para el imperialismo y el fascismo, el “diálogo” tiene por condición la aceptación y el reconocimiento tanto de su régimen de ocupación militar, de su monopolio de la Violencia criminal, y de “su derecho, sus leyes, su justicia y sus instituciones” imperialistas (que consagran ese régimen como legítimo); así como de su anexión de los Pueblos sojuzgados por la Nación imperialista como parte legítima de ésta. Y las “instituciones” de las que hablan consisten en criminal Violencia institucional, nada tienen que ver con la persuasión y el diálogo, y su verdadero objetivo es cerrar mediante el monopolio de la Violencia criminal todas las vías no sólo para un diálogo auténtico sino también para la negociación. El “diálogo” ofrecido por el imperialismo y el fascismo implica por tanto la sumisión, la exclusión y la liquidación de los Pueblos: “a partir de ahí, el diálogo es posible”.

Por su parte, los pretendidos dirigentes realistas y posibilistas Pnv-Eta “tienen muy claro que la solución para el problema vasco está en el diálogo, la persuasión, los votos y las elecciones; en la negociación, y la vía exclusivamente política, democrática y no-violenta” etc. Pero eso no es resolver el “problema vasco”. Eso es negar la realidad del imperialismo franco-español y practicar el encubrimiento y la apología de su criminal régimen de ocupación militar, al proponer como posibles dentro de él unos mecanismos de actuación que, por el contrario, el régimen imperialista y fascista franco-español excluye y hace imposibles por su propia esencia y naturaleza. Eso es acumular sandeces que dan por resuelto el problema que hay que resolver, ya que si hubiera diálogo no habría imperialismo; y si hay imperialismo entonces no hay posibilidad de diálogo.

Veamos: como es evidente, “el problema vasco” es el problema del imperialismo franco-español; y ese imperialismo es, no por accidente sino por su esencia y su existencia, incompatible con la no-violencia, el diálogo y la libertad; con el amor, la paz y la concordia que predican a todas horas los hipócritas y fariseos que integran sus servicios de propaganda. En tales circunstancias, la única solución que ofrece la realidad es la contradicción política entre las fuerzas del imperialismo fascista, por un lado, y las fuerzas de la libertad de los Pueblos, por el otro.

En primer lugar, es preciso decir que el diálogo está fundado en el reconocimiento de la alteridad del otro con quien se dialoga; y que excluye necesariamente y es incompatible con toda Violencia criminal. Por lo tanto, allí donde el diálogo es realmente posible y está presente, el imperialismo no existe, puesto que éste consiste en la criminal negación/destrucción del otro en su propia alteridad. El diálogo es imposible allí donde hay un régimen político imperialista, instaurado y mantenido mediante guerra, ocupación y fascismo criminales: procedimientos políticos a los que se recurre no para dialogar sino para liquidar la existencia de un Pueblo sojuzgado, cuyos derechos e incluso existencia son así radicalmente negados. Hablar de “diálogo” a partir de la realidad imperialista: que niega la entidad y existencia de los Pueblos sojuzgados, es un sarcasmo.

El diálogo auténtico es incompatible con el imperialismo. Como es obvio, si el imperialismo y el fascismo fueran capaces de dialogar, entonces no serían el imperialismo y el fascismo, y no habría problema imperialista que resolver. Pero por desgracia el Nacionalismo imperialista franco-español existe, y su objetivo no es el diálogo sino la liquidación por todos los medios de los Pueblos que él está sojuzgando.

Substituir o acompañar el diálogo con la negociación: cosa que igualmente reclama el grupo Pnv-Eta, como remedio a la Violencia originaria y eminente del imperialismo tiene menos sentido todavía. En realidad, el diálogo y el momento político imperialista son dos realidades que se excluyen mutuamente: si realmente hay diálogo, entonces no hay política imperialista; y si hay política imperialista, no hay diálogo. Mientras que la negociación: al ser expresión de la relación de fuerzas, sí es un componente de la política, tanto si ésta es democrática como si es despótica.

Veamos, la no-violencia – que es lo propio del diálogo – es incompatible con la negociación, puesto que ésta no excluye sino que implica violencia: ya sea real y efectiva o virtual y potencial. Efectivamente, una negociación implica una confrontación de fuerzas. Ahora bien, no hay posibilidad de negociación política cuando – por incapacidad o absentismo – falta un interlocutor con capacidad de plantear una oposición de nivel estratégico; la cual se constituye necesariamente por su capacidad real de ejercer violencia, es decir: por su capacidad de crear al menos una crisis política decisiva frente al poder imperialista y fascista establecido que éste no pueda ignorar.

La política es la determinación del comportamiento social por medio de la violencia. Por tanto, sin capacidad de violencia: representada al menos por el apoyo unánime del Pueblo a la consigna de la oposición democrática para realizar un boycott y un plante totales frente a las pretendidas “elecciones generales democráticas” del poder imperialista y totalitario establecido, no hay posibilidad de real actuación política; y en consecuencia está claro que sin capacidad política no hay posibilidad de negociación políticaSólo hay, en todo caso, interminables simulaciones, conversaciones, gestos e imitaciones, es decir: el simulacro de una política real inexistente realizado por figurantes y farsantes que son peleles y criaturas a sueldo del poder imperialista y fascista franco-español establecido (el cual ellos reconocen como legítimo y democrático); y cuya misión es llevar a la confusión, demoralización y agotamiento al Pueblo sojuzgado que ellos dicen representar. Tal es el caso de la burocracia mafiosa-liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites actuales: Ea-Ehbildu-Sortu-Geroa bai etc.

La negociación política supone relación, división y oposición de fuerzas; sin embargo, todo ello queda necesariamente excluido donde y cuando existe un monopolio del poder político fascista, y la “oposición” a él o no se presenta o es infra-política, es decir infrastratégica. En tal caso, es el monopolio de la criminal Violencia imperialista y fascista el que impone sus condiciones, y los demás o bien las aceptan o las padecen, con “diálogo” o sin él. Tal es la dura pero única realidad, la cual los portavoces Pnv-Eta etc. son “incapaces” de comprender y que sin descanso tratan de esconder ante sus indefensos seguidores y víctimas, al decirles que la solución que ellos proponen – al régimen imperialista fascista franco-español – es “diálogo y negociación” mientras siguen reconociéndolo como no-Nacionalista, no-violento, legítimo, democrático y “el Estado” propio.

Proponer “el diálogo y la negociación” bajo tales condiciones es ocultar o negar tanto la realidad y el carácter criminal del régimen imperialista franco-español, que son incompatibles con todo auténtico diálogo; así como la entidad y capacidad infrastratégicas de los pretendidos representantes de la oposición vasca, cualidades que son incompatibles con toda auténtica negociación. Ello no es resolver el problema de ese imperialismo sobre el Pueblo Vasco y su Estado sino negarlo o darlo por resuelto, si es que alguna vez existió. Todo lo cual equivale precisamente a apoyar la idea que, en prudente y selectiva medida (puesto que la amenaza de utilizar su monopolio de la Violencia criminal debe permanecer siempre creíble), el régimen imperialista franco-español establecido trata de dar de sí mismo, a saber: que él ofrece “diálogo y negociacion” frente a las “extremistas demandas vascas”.

“Libertad, igualdad y fraternidad” son principios formales que han sido recuperados y han llegado a ser perfectamente compatibles con el imperialismo y el fascismo modernos. Sin embargo, estos “principios” no son los que constituyen ese régimen político que tan falsamente los invoca, puesto que él está constituido precisamente por su negación: bajo un régimen imperialista, libertad, igualdad y fraternidad están totalmente subordinadas a su monopolio de la Violencia criminal.

Veamos, quienes han destruido todas las libertades mediante Violencia criminal, guerra de agresión y Terror de masas afirman el régimen imperialista establecido como fundado en la “libertad”. Pero el fundamento real del régimen imperialista establecido consiste precisamente en la ruina y destrucción de la libertad, a saber: en la guerra de agresión y de conquista, en la ocupación militar permanente, en el sojuzgamiento y la represión de la libertad y de todos los derechos humanos fundamentales, y en los monopolios de violencia y propaganda: un fundamento real que la ideología fascista trata a toda costa de ocultar. Una vez más, se sirven de la ambigüedad, la confusión, la falsificación y la recuperación de los términos y los conceptos para lograr la alienación e intoxicación ideológica de los Pueblos.

Dicen defender “la libertad de todos”. Pero toda política y todo derecho limitan la libertad de los sujetos: una hipotética “libertad absoluta” excluye toda política y todo derecho. La libertad política y jurídica de uno mismo no “acaba donde empiezan la libertad y los derechos de los demás”; empieza donde acaban la libertad y los derechos fundamentales de los demás, los cuales han de ser previamente respetados. Pero, dado que para el imperialismo no existen los demás ni los derechos de los demás, su “libertad” no tiene límites y se impone sin restricciones mediante su monopolio de la Violencia criminal. La única cuestión que tiene sentido está en saber de qué libertad se trata, establecida por quién, y para qué se permite o se limita dicha libertad.

Una política democrática defiende la libertad inherente a los derechos humanos fundamentales, y limita la “libertad” para suprimirlos o debilitarlos, es decir: la libertad democrática es la libertad de las personas y los Pueblos para ejercer sus derechos fundamentales. Frente a ello, una política despótica e imperialista defiende la “libertad” para destruir los derechos humanos, y niega mediante Violencia criminal la libertad para ejercerlos, es decir: la “libertad” del imperialismo y el fascismo es su capacidad para negar la libertad de las personas y los Pueblos oprimidos. En definitiva, el imperialismo y el fascismo son “libres” para imponer el régimen de Violencia criminal y por la Violencia criminal que ellos quieren. (“¡Liberty Valance tomándose libertades con la libertad de prensa!”)

La libertad de los Nacionalistas españoles y franceses les permite sojuzgar y repartirse un Estado y un País mediante Violencia criminal, guerra de agresión y Terror de masas; ejercer el monopolio de todos los poderes; y hacer e imponer su constitución real y su “Constitución” formal mediante “los cañones: la parte integrante más importante de la constitución”. Por su parte, los sujetos que los padecen son también “libres”: “libres” para someterse a la fuerza al imperialismo y al fascismo, “libres” para ser Españoles o Franceses y ninguna otra cosa. Todos ellos han de ser Españoles o Franceses iguales: más iguales que los demás, que son y pretenden ser desiguales/diferentes.

La propaganda monopolista pretende hacer creer que aquí no pasa nada, y que no hay mas que seguir como si tal cosa pero conservando la formación social y política impuesta por el imperialismo y el fascismo de Francespaña. “A partir de ahí” nada de guerras ni de conflictos: todos se someten al poder del vencedor y ya está. Nada de “diferencias” ni de “privilegios” ni de “discriminaciones”:  todos iguales, todos plurales y todos Españoles o Franceses, pues los Españoles y los Franceses son mucho más iguales y más plurales que todos los demás: es el “pluralismo” de Francia y España, que ya hemos tenido ocasión de analizar.

Después del previo reconocimiento de los monopolios de violencia y propaganda del régimen imperialista franco-español establecido, y de la aceptación del resultado de todos sus crímenes; a partir de la sumisión a todas las “leyes” y a todos los postulados de su Nacionalismo imperialista, y de la renuncia a la libertad nacional y a los otros derechos fundamentales de autodeterminación, legítima defensa, libre expresión y comunicación así como a toda oposición política e ideológica, el régimen terrorista “democrático y no-violento” franco-español otorga magnánimamente todas las libertades, toda la convivencia, todo el pluralismo, todo el diálogo, toda la negociación, todas las elecciones y todos los derechos a sentido único que se quiera: en especial el derecho a condenar y perseguir la violencia de los demás que se opone a su propia Violencia criminal; y defiende en particular “el derecho de todos a pensar libremente y de manera diferente”, es decir: a “pensar” como quieren ellos, que son mucho más libres, mucho más iguales y mucho más diferentes que los demás. Pero cuidado: a poco que su dominación se deteriore, se producirá inmediatamente el nuevo alzamiento destinado a restablecer las condiciones sociales y las reglas del juego en que ganen siempre ellos.

A partir de ahí empiezan “la convivencia, la no-violencia, la paz, la libertad y la democracia” tal como el imperialismo y el fascismo las entienden, es decir: el monopolio de la Violencia criminal del poder establecido. Su “convivencia” es hacernos vivir como quieren ellos; su “pluralismo”, el “derecho” – o sea, la obligación – de todos a ser Españoles o Franceses; su “rechazo de la violencia venga de donde venga” es el monopolio imperialista y fascista de la Violencia criminal y el Terrorismo de Estado; su “democracia”, el “derecho” de que quienes no son Españoles o Franceses – pero que son obligados a serlo – puedan votar donde, cuando y lo que esos Gobiernos quieren; su “libertad de expresión” es la de decir lo mismo que dicen sus amos; y su “libertad de organización”, la de incorporarse a la Democracia Orgánica impuesta por el General Franco: adaptada y perfeccionada por el fascismo internacional y el Nacional-socialismo.

Se muestra así su convencimiento – fundado o no – de que el Pueblo dominado se halla reducido ya al estado de zombi telefágico. Porque “a partir de ahí” el diálogo es en realidad imposible y superfluo a la vez, ya que “a partir de ahí” no queda nada de que hablar, ni nadie con quien hablar, ni nada que hacer, ni nada que votar, ni nada que negociar. Sólo quedan sumisión, silencio, clandestinidad y persecución de las ideas y las personas libres; desmembramiento, incorporación y anexión del Reino de Nabarra; liquidación nacional y negación del Pueblo Vasco y de su Estado ocupado; y reconocimiento – de hecho y de derecho – de los “grandes” Estados y las “grandes” Naciones imperiales, y de su régimen de ocupación militar como efectivo, democrático y no-violento a la vez; con la asumpción de los principios e imposiciones del Nacionalismo imperialista foráneo, y el abandono expreso de los principios y derechos de libertad e identidad nacional, y de la democracia.

“A partir de ahí.” La ideología dominante ha puesto a punto una cronología histórica original en la que el tiempo – como la guerra y la paz – empieza, acaba y se detiene según conviene al imperialismo y al fascismo. Como se verá más adelante, para los ideólogos del imperialismo “lo que importa es el futuro, y no el pasado”; pero la historia, el pasado, el presente y el futuro de los que hablan empiezan y acaban en cada caso y circunstancia según y cuando el poder político decide: para eso es el poder político!

La “revolución” francesa y la “transición” española implicaban supuestamente, según ellos, “pase de página, borrón y cuenta nueva, tabla rasa, punto cero del proceso político”; pero entendían que ello no significaba la anulación sino la confirmación y la intangibilidad de los fundamentos del “Antiguo Régimen”. Para el imperialismo, el “punto cero” empieza siempre a partir del endose, el reconocimiento y la aceptación de todo el pasado y el presente de sus criminales conquistas.

“Borrón y cuenta nueva, salto de página, tabla rasa, punto cero del proceso político, lo que importa es el presente: única realidad”, son fórmulas falaces, hipócritas y formalmente contradictorias que halagan el “sentido común” de las almas simples, realistas y prácticas, pero que niegan la realidad pasada y presente de los Pueblos oprimidos mientras afirman los fundamentos pretéritos – intangibles e inamovibles – del imperialista Estado dominante, ya sea despótico-asiático, absolutista o fascista. A un mismo tiempo, tanto los agentes así como las víctimas de tal propaganda parecen sentirse particularmente satisfechos con tan “realista afirmación de sentido común y evidente contenido”; pero, tras la confusión trivial y funcional de las ideas, lo único evidente que aquí se da es la “incapacidad” para entender de qué va la cosa: una incapacidad ideológicamente rentable entre las almas cándidas o sumisas, sin las cuales no serviría para nada. “El presente como única realidad” es menos evidente de lo que ellos pretenden que se ha de aceptar.

Lo que la propaganda dominante llama “el presente” es un segmento significativo –ideológicamente establecido y determinado – del pasado, que no existe ya, proyectado ante el futuro, que no existe todavía. El único presente “actual” es el presente absoluto. Pero este presente absoluto: diverso del pasado y del futuro, es el instante, y éste no tiene historia ni sociología, está fuera de toda experiencia y de toda teoría. (Latido, soplo, sombra y reflejo fatuo de la historia y la realidad social, contrario del lapso: incluso de “un lapso, un instante o un momento de muy corta duración”, ese “presente absoluto” no es ni siquiera parte del tiempo sino hipostática “entidad”, límite tendencial, puntual, infinitesimal, imaginario e imperceptible; o “transición, puro paso – desprovisto de existencia – por el cual el porvenir se transforma sin cesar en pasado”.)

El presente absoluto es ya pasado. El tiempo es cambio, y el presente “real” está fuera de él. Por el contrario, “El presente sensible tiene siempre una duración. El único hecho que ofrece nuestra experiencia es lo que se ha llamado con razón el especioso presente.”Un tiempo sin duración no es más real que un espacio sin extensión. Si de este modo afirmamos el “presente” como “de una duración relativamente considerable, es decir: el estado presente de las cosas como opuesto al pasado y el porvenir lejanos”, entonces “el presente real y actual” forma una parte durable – teórica e ideológicamente establecida y determinada – de la historia. Toda teoría, consideración o descripción de la historia pasada o ajena lo es también inevitablemente de nuestra propia historia contemporánea, con los fines y método que le son propios.

Las ciencias sociales, como las ciencias naturales, “se refieren al pasado”, “reposan sobre nuestra experiencia, y nuestra experiencia se encuentra en el pasado”. Son la unidad estructural de las relaciones y el proceso sociales, y las condiciones metódicas de su investigación, las que determinan la identidad y la duración significativas del tiempo histórico; son las condiciones epistemológicas de su investigación las que determinan la segmentación y la síntesis científicas de la historia.

En el constante devenir del tiempo, el presente es ya pasado; pero el pasado está presente en la síntesis histórica. Sin pasado de referencia no hay sujetos, ni Pueblos, ni sociedad, ni derechos, ni Estados. La persona misma “no podría constituirse sin la ayuda de una tradición y de una ‘herencia social’ que tiene por medio principal el lenguaje”. “El pasado, incluyendo en él el presente, es el arma única que tenemos para dar batalla al porvenir”; he ahí una bella máxima que la ideología del imperialismo hace tan equívoca como peligrosa: tanto para la ciencia como para la democracia. “La pérdida del pasado: ya sea colectiva o individual, es la gran tragedia humana. Es ante todo para evitar esta pérdida que los Pueblos resisten desesperadamente a la conquista.” Es para conseguirla que la ideología totalitaria destruye por todos los medios la memoria histórica de los Pueblos.

Si ni siquiera la América pre-colombina es irrelevante para su sociología e historia contemporáneas, aunque no se identifique con ellas, ¿cómo entonces podría serlo nuestro pasado de permanentes agresiones a manos del imperialismo franco-hispano-romano/vaticano? En la lucha multi-secular del Pueblo Vasco contra el nacionalismo imperialista (Nacionalismo en sentido estricto) y el Terrorismo, la violencia y el terror de las guerras de agresión y la represión del pasado fundaron y prepararon la Violencia criminal y el Terror del orden presente, y son idénticos de éstos. Sin embargo, la propaganda imperialista habla de transición, paso de página, tabla rasa, borrón y cuenta nueva, y de volver a empezar a partir de cero, como si el Estado español hubiera comenzado ex novo con la Constitución y el Gobierno “que nos hemos dado entre todos”, es decir: que se han dado ellos para que los suframos los demás.

Afirman que “en democracia” cada Partido presenta libremente sus proposiciones políticas y el Pueblo decide. Pero el imperialismo fascista en el poder no se ha constituido presentando proposiciones en democracia. Ha “presentado sus proposiciones” tras haber impuesto su dominación por la violencia criminal, la guerra de agresión, el sojuzgamiento, la represión y el terror. Y es precisamente en ese mismo marco donde nos dicen que las víctimas supervivientes de siglos de agresión y despotismo “presentan libremente sus proposiciones”.

Bajo el Nacionalismo imperialista y fascista “la democracia, los derechos humanos, la libertad, la igualdad y la fraternidad” corren la misma suerte que el “diálogo”. La falsificación/recuperación de los términos y los conceptos fundamentales de la sociología y la política democráticas, realizada por los ideólogos del imperialismo, sirve al objetivo de su liquidación de aquéllos. En realidad, se trata aquí de “diálogo, democracia, derechos humanos, libertad, igualdad y fraternidad” entre Fascistas y Nacionalistas españoles y franceses, y de ellos están excluidos quienes no lo son. (Desde la revolución Nacionalista francesa, el totalitarismo invoca cada vez más los derechos humanos, la igualdad, la libertad y la autodeterminación de los Pueblos a fin de encubrir o legitimar el despotismo, el imperialismo y el fascismo. Los términos y los conceptos comunes se conservan, recuperan y falsifican para encubrir y legitimar ideas diferentes.)

Quienes ejercen su poder mediante violencia criminal, agresión, ocupación armada permanente y negación de todos los derechos fundamentales, afirman defender la libertad de la cual ellos pretenden que “se encuentran privados”. La propaganda oficial proclama y reclama el derecho “de todos” – o sea, de todos los que estén de acuerdo con ellos – para perseguir sus “fines políticos por la no-violencia y en el marco de las instituciones democráticas”, en cuanto aceptan las condiciones, límites y objetivos que les impone el poder así constituido; pero no han necesitado ni necesitan nada de eso para imponer su propio régimen. En realidad, ellos ejercen sus “derechos” y persiguen sus fines mediante la guerra de agresión, el poder total, y la violencia criminal ilimitada y autolegitimada; no lo hacen mediante el respeto sino mediante la liquidación de los Estados y las instituciones democráticas de los Pueblos sojuzgados, y mediante la instauración de otros hechos a su propia conveniencia. Ellos establecen las instituciones imperialistas sobre los demás; y los demás las padecen.

Dicen que “la primera ley de la democracia es respetar al otro, al que es contrario, al que opina distinto que tú”, y que “la libertad es para todos, incluso para los nacionalistas vascos democráticos”. Según dicen, defienden “los derechos de todos” (los Españoles); también los de los “nacionalistas vascos democráticos”. En virtud de tan – más que libre – libérrima, igualitaria, generosa e imparcial disposición, “los nacionalistas vascos democráticos” tienen plena libertad, pleno derecho y completa obligación de ser Españoles, de respetar y acatar el orden político español, y de “defender sus ideas” dentro de la Constitución y el Estatuto; esto es: de manifestar su “oposición” dentro de las instituciones que el imperialismo ha establecido sobre la negación/destrucción del Pueblo Vasco y su Estado, colocados en pie de igualdad con todos los Pueblos del mundo y sus legítimos Estados. Es decir, son libres de ser Españoles o Franceses,  fascistas e imperialistas.

Pero esa “libertad” y ese “respeto para todos” de los que ellos hablan es la “libertad” de todos los Españoles: es la “libertad” de adhesión – o sumisión – a la liquidación de la Libertad nacional del Pueblo Vasco que el imperialismo y el fascismo franco-español han acometido. Los Nacionalistas españoles y franceses tienen derecho de dominación política absoluta, pues todos los poderes emanan de la Nación española o francesa una e indivisible, constituyente y constituida sobre los Pueblos, Naciones y Estados de otros Pueblos. Y los “nacionalistas vascos democráticos” tienen el “derecho” – es decir la obligación – de someterse al poder de los Nacionalistas españoles y franceses, camuflado tras el “respeto al otro que opina distinto que tú”.

De este modo, son “nacionalistas vascos democráticos” quienes apoyan, aceptan y reconocen de hecho y de derecho la dominación del Nacionalismo franco-español, y quienes niegan el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos y la misma existencia de la Nación Vasca y su Estado ocupado; es decir: quienes no son ni nacionalistas (vascos) ni demócratas, esto es: los Nacionalistas franco-españoles locales. Los demás nacionalistas vascos son víctimas del Terrorismo de Estado y tienen “derecho” a deportación, fusilamiento, cárcel, y solución final individual o colectiva, como delincuentes y enemigos de las “reglas democráticas” que los Nacionalistas-fascistas españoles y franceses fabrican e imponen. (De todos modos, dada la “incompatibilidad entre nacionalismo [vasco] y democracia”, así como la “identificación entre nacionalismo [vasco] y terrorismo”, que pregonan a todas horas las mismas fuentes de propaganda fascista, poco margen y poco tiempo les quedan a los cómplices moderados o radicales “vascos” del Nacionalismo-Terrorismo [franco-español] para sus “democráticos” esparcimientos.)

Según afirman los fascistas, ellos otorgan a todos el derecho de reunión; pero la reunión con armas y el monopolio de las fuerzas armadas permanentes son derechos que se reservan ellos. Quienes han impuesto al Pueblo Vasco el actual régimen político mediante agresión armada y violencia criminal, con desprecio de todos sus derechos fundamentales; quienes por el monopolio de la violencia criminal y el terror oprimen y reprimen, fusilan, encarcelan, silencian y convierten en delincuentes y fugitivos a cuantos se niegan a someterse a dicho régimen; quienes – dueños del monopolio de la violencia criminal – recurren a la tortura y al asesinato oficiosos y alevosos; quienes imponen sus “elecciones” tras liquidar las de los demás; quienes transfieren territorios, votantes y candidatos, negando todo derecho político al – según ellos mismos – inexistente Pueblo Vasco, descubren con escándalo que, aun así, “tienen problemas para hacerse votar en algunos Ayuntamientos donde no se respetan sus derechos”, y protestan como inocentes e inmaculadas víctimas por la “situación de miedo e inferioridad” en que se encuentran “por culpa” de quienes han sido privados por ellos de todos sus derechos, y no pueden disponer de su propio Estado ni de su propia Nación, ni realizar sus propias consiguientes elecciones ni por tanto hacerse votar en ellas al hallarse frente a los monopolios de represión, que prohíben por la violencia criminal y el terror todo ejercicio de los derechos fundamentales.

Pero esos mismos imperialistas españoles, que así acusan al sojuzgado Pueblo Vasco de negar los “derechos electorales” a los agentes del régimen imperialista, no otorgan a su vez tales derechos a los “ciudadanos residentes” reconocidos por ellos: ni Alemanes ni Rusos ni Chinos ni Vascos continentales tienen tal libertad ni tales derechos, si no han obtenido antes “la nacionalidad española”.

En cuanto a los “vascos” de los que ellos y las leyes españolas hablan, no son siquiera reconocidos ni pueden votar como tales en su propio País y en sus propias elecciones, puesto que lo que la normativa española llama “vascos” no son sino “Españoles avecindados en tres Provincias (vascongadas) españolas”, como dicen la Constitución española y el Estatuto de Autonomía para el País Vasco de 1979. En cualquier caso, lo son solamente“a los efectos del presente Estatuto”, según queda precisado en su Artículo 7.1: “A los efectos del presente Estatuto tendrán la condición política de vascos quienes tengan la vecindad administrativa, de acuerdo con las Leyes Generales del Estado [español], en cualquiera de los municipios integrados en el territorio de la Comunidad Autónoma”. Los demás Vascos no existen y, por tanto, no tienen “derechos” como “vascos”. Los unos y los otros sólo pueden “votar” en las “elecciones” españolas como travestis provistos de la tarjeta de identidad española. Así pues, fuera de los Españoles de las “Provincias vascongadas” no hay “vascos” ni pueden votar como tales: el término y el concepto tradicionales son recuperados y falsificados para encubrir y confortar fraudulosamente una idea distinta. El doble sentido de los términos, y la ambigüedad y confusión de los conceptos son constante y deliberadamente provocados y utilizados como armas ideológicas por el régimen imperialista.

Los derechos en general – y el derecho de organización y participación en elecciones y otras consultas en particular – están condicionados por el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos fundamentales y previa condición de todos ellos, según el Derecho Internacional contemporáneo formulado por las Naciones Unidas. Todos los Pueblos y Estados del mundo niegan a Partidos de Estados extranjeros los “derechos” de organizar y presentar candidaturas electorales en Países que no son los suyos, puesto que tal cosa es incompatible con el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, ya que,

“En virtud del principio de derechos iguales y autodeterminación de los pueblos consagrado en la Carta de las Naciones Unidas, todos los pueblos tienen el derecho de determinar libremente, sin interferencias externas, su estatuto político y de perseguir su desarrollo económico, social y cultural, y todo Estado tiene el deber de respetar este derecho de acuerdo con las provisiones de la Carta.” [UNGAR 2625 (1970)]


No hay “derecho de imperialismo”, hay sólo crimen de imperialismo. El Pueblo sometido a dominación imperialista: donde hay todavía un Pueblo que no acepta las reglas del juego impuestas por ese régimen, se opone y resiste al imperialismo – en cualquiera de sus manifestaciones – por todos los medios necesarios en virtud del derecho de independencia, libre disposición o autodeterminación de todos los Pueblos, del derecho de legítima defensa, y del derecho de integridad de su Estado.

Los agentes de una Potencia imperialista ocupante, en cuanto niegan los derechos humanos fundamentales y en primer lugar el derecho de autodeterminación de los Pueblos, no tienen derechos electorales ni ningún otro derecho político en el País ocupado. De este modo, quienes en los territorios ocupados del Pueblo Vasco – y bajo la protección y las condiciones establecidas por la ocupación militar española y francesa – se auto-proclaman Españoles o Franceses, son imperialistas que defienden la ocupación militar de nuestro País, y por tanto no tienen en él derechos electorales ni ningún otro derecho político. Afirmar lo contrario no es una simple cuestión de reglamentación electoral: implica negar toda la fundamentación de la cuestión nacional. Todo depende de la respuesta que se dé a la cuestión fundamental de si el País Vasco es una Nación, o dos regiones de España y Francia. No se puede hablar de “Euskadi como Nación” (como hacen los “partidos nacionalistas o abertzales vascos” oficiales), y aceptar y defender que el Gobierno y los Partidos españoles y franceses “tienen perfecto y democrático derecho” de ejercer derechos políticos en el territorio de tal Nación.

Si los Españoles y los Franceses, y los Partidos españoles y franceses – aunque no los Alemanes o Italianos – tienen derechos electorales en el País Vasco, pero no en Inglaterra o Polonia; y si el Primer Ministro español – pero no el inglés o el polaco – “tiene perfecto derecho” a la concejalía de Bilbao, entonces está claro que el País Vasco no existe como tal País y que es una nación de broma: parte integrante de Francia y de España que son Naciones de verdad. El principio nacional no es simple palabrería que a nada y a nadie obliga; no es cosa que se pueda conservar a medias, o tomar o dejar según convenga al capricho de los “jeltzale”. De ese modo no es posible afirmar seria y lógicamente el Pueblo Vasco como Nación distinta y defender sus derechos. Los supuestos Partidos “nacionalistas vascos” que lo afirman – cada vez más rara y débilmente – como Nación, pero que al mismo tiempo defienden los “derechos democráticos” del Partido Nacionalista español o francés en el País Vasco, han abandonado y traicionado con ello el principio nacional del Pueblo Vasco y sus derechos democráticos, para incorporarse a las Naciones agresoras y ocupantes y a la defensa del “derecho de imperialismo” que pretendidamente las asiste.

Si no ven contradicción en reconocer a Españoles y Franceses el “derecho” de organizar “elecciones” en sus respectivas zonas de dominación, ello es porque – expresa o tácitamente – niegan al Pueblo Vasco su existencia como Pueblo, como Nación y como Estado distinto con los mismos derechos que los demás del Mundo; porque lo afirman como parte integrante de Francia y de España; y porque, aterrados y corrompidos por la presión ideológica y política del imperialismo mundial desbocado, han abandonado – si es que alguna vez lo tuvieron – todo sentido de la dignidad nacional para uncir este País al carro del imperialismo fascista.

Los Nacionalistas españoles y franceses, y los Estados y regiones europeas que los apoyan, son consecuentes con todo ello cuando afirman el carácter español y francés de las gentes de esta “región”, y cuando defienden el derecho que los Partidos Nacionalistas españoles y franceses tienen de ocuparla militarmente (o de “presentarse a concejales” y todo lo demás), puesto que afirman de entrada que la “región vasca” es parte integrante de España y Francia y que “el Pueblo Vasco no existe”. Sólo existen una administración territorial y los “ciudadanos” en ella avecindados, a los que llaman “Euskadi y vascos” para confundir a los tontos cuando lo necesitan. Quienes afirman el derecho de Españoles y Franceses – pero no de Alemanes, Chinos o Vascos no homologados – a imponer su régimen político, sus Partidos y “elecciones” en los territorios ocupados del Pueblo Vasco, y niegan al Pueblo sojuzgado el derecho de oponerse a ellos sobre la base del derecho de autodeterminación y de legítima defensa de todos los Pueblos, ésos tales no son demócratas ni “nacionalistras” vascos: son imperialistas, fascistas y Nacionalistas españoles y franceses aunque se pretendan “jeltzales”” o “abertzales radicales”.

Éstos se dicen “demócratas, nacionalistas vascos, y partidarios del derecho a decidir de la ciudadanía vasca” (con lo cual ocultan, niegan y falsifican el Pueblo Vasco y el derecho de autodeterminación o independencia del Pueblo Vasco); pero lo que hacen en realidad es negar al Pueblo Vasco los derechos iguales inherentes a todos los Pueblos del mundo. Los imperialistas, fascistas y colonialistas, autores de crímenes continuados de guerra, contra la paz y contra la humanidad (ya sea en el País Vasco o en cualquier otro País del Mundo), en cuanto delincuentes internacionales que son, no tienen derechos: ni electorales ni políticos en general. En virtud del derecho de autodeterminación de todos los Pueblos, y del derecho de independencia e integridad territorial de los Estados constituidos sobre ese mismo derecho de autodeterminación, los Pueblos se defienden contra ellos con todos los recursos legales que el derecho internacional les reconoce, incluido el derecho inherente de legítima defensa.

Preconizan el internacionalismo humanista y universalista; pero si se niega en la teoría y en la práctica el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, se está afirmando entonces el Nacionalismo imperialista, no el inter-nacionalismo democrático, cuyo necesario fundamento se niega y destruye. Preconizan la concordia entre los Pueblos; pero si en la teoría y en la práctica se niega el derecho de autodeterminación de los Pueblos, se está negando y destruyendo la base necesaria de la concordia entre los Pueblos, y afirmando y construyendo la base del odio, la violencia y la guerra internacionales. Afirman que “la única patria es la humanidad”, y defienden el principio de “indiferencia” ante la identidad nacional. Desde luego, no es ninguna novedad el hecho de que cada cual presenta las cosas como le conviene; pero tomar al mundo entero por imbécil es una forma un tanto exagerada de enfocar estas cosas.

Cuando los institucionalistas “vascos” armados y desarmados se lamentan del “déficit democrático” del régimen establecido, o del “estado de excepción” etc., están en realidad preservando el régimen de ocupación militar como tal, que ellos llaman “democrático”, y se refieren sólo a los “excesos” que afectan a sus propios intereses. Están ocultando con ello la realidad del imperialismo de Francespaña, y practicando el encubrimiento y la apología del régimen franco-español de ocupación militar sobre el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra. Las hipócritas reservas formales sobre el “déficit democrático, porque ningún régimen es perfecto”, o el “estado de excepción” etc., sólo engañan a quienes quieren ser engañados.

“Persuasión y diálogo, alianzas, vía institucional con elecciones, concentraciones, manifestaciones y huelgas generales y de hambre reales o simbólicas, algaradas tontas, atentados, treguas limitadas o definitivas, negociaciones y procesos de paz imaginarios, consultas para opinar sobre consultas para decidir sobre no se sabe qué, denuncias y recursos ante instancias universales o regionales” etc. no son simples tomaduras de pelo o formas aventajadas de hacer el ridículo. Son trampas, engañabobos y maniobras dilatorias diversos que permiten al poder real y a sus colaboradores y cómplices ganar tiempo y obtener información, así como provocar, debilitar, dividir, desgastar, quemar, demoralizar, culpabilizar, corromper, distraer y mantener a nivel infrastratégico toda oposición, y – en fin – agotar los recursos materiales y humanos de la Resistencia actual o virtual, mientras el bulldozer imperialista, nacionalista y fascista prosigue día a día su obra de demolición de los Pueblos. Son también la prueba del subdesarrollo, primitivismo y debilidad de las Naciones sojuzgadas, y de la obra funesta del colaboracionismo, la complicidad, la corrupción y la traición de sus pretendidos representantes (en nuestro País, el grupo Pnv-Eta), los cuales tratan así de encubrir y ocultar el hecho de que no tienen la menor idea sobre cómo salir de la situación que tanto han contribuido a establecer y consolidar, ni la menor intención de buscarla.

Sin base estratégica propia, y en la sociedad ideológica y psicológicamente enferma y maltrecha que corresponde a un Pueblo sojuzgado bajo un imperialismo absoluto: Nacionalista, colonialista y de ocupación militar durante siglos como lo es el español y el francés sobre el Pueblo Vasco, su oposición, desviada, extraviada y bloqueada por una pretendida “clase política” incompetente, corrupta y recuperada, se agota, degrada y desintegra; oscila entre colaboracionismo y atentados. En estas condiciones, las inevitables consecuencias siguen dándose en todos los campos; y legalidad e ilegalidad se destruyen mutuamente. Las “prestaciones” de una tal ‘clase política’: consistentes en oportunismo, demoralización, demovilización e inhibición, llevan a la sumisión, la colaboración, la complicidad y la traición en un proceso acelerado e irreversible de liquidación política, letal para toda oposición democrática. Los Pueblos se atacan y se arruinan desde fuera, pero se derrumban y se hunden desde dentro: el colaboracionismo y la complicidad indígenas los debilitan, los humillan y los ponen de rodillas.

En tales circunstancias los caracteres nacionales del Pueblo sojuzgado van quedando reducidos a residuos marginales, parte del patrimonio usurpado y anexionado por las Naciones dominantes. Para los imperialistas en nuestro País no hay más lengua que el Español (y el Francés); lo que los ideólogos del imperialismo y sus títeres indígenas del “bilingüismo y la normalización” llaman, cuando les conviene, “castellano”, mientras esconden y disfrazan la realidad lingüística para embaucar a los últimos ilusos.

“Por consiguiente, la lingüística, manipulada adecuadamente, puede servir como medio de justificación supuestamente científica de una situación de dominio y opresión entre comunidades lingüísticas diferentes y como forma de ocultación de las auténticas causas de dicha situación. La manipulación de la ciencia lingüística tiene además otro propósito: presentar posturas basadas en una ideología claramente nacionalista y etnocéntrica como sustentadas sobre una base científica y objetiva, ocultando de este modo su carácter claramente ideológico.

“Para el españolismo lingüístico la única situación favorable es aquella en la que la lengua española pone en apuros a otras lenguas que le pueden hacer sombra. [...] En esta página web de la Marca España se hace énfasis precisamente en la creciente fortaleza del español como lengua de comunicación internacional frente a un crecimiento menor de la gran lengua actual de comunicación internacional, el inglés. Esta forma de confrontar las lenguas grandes (inglés, español, chino) [...] refleja claramente la mentalidad típica del imperialismo”. (J.C. Moreno Cabrera; ‘Errores y horrores del españolismo lingüístico’, Ed. Txalaparta, 2015.)


La relación global de fuerzas constituyentes y constitutivas, y sus decisiones fundamentales, determinan el derecho, la constitución primaria y real, la Constitución secundaria y formal, y las actuaciones y decisiones de los cuerpos legislativos estatales. Sólo la apreciación justa de la estructura general de fuerzas permite la interpretación correcta de los datos jurídicos y sus peripecias electorales y legislativas.

La democracia es el poder político del Pueblo; pero su genuina realización requiere algo más que simplemente trucar las instituciones y las palabras, como así lo hacen actualmente los Estados imperialistas y totalitarios que se disfrazan de “democracia” por todo el mundo. En esta línea, e incapaz de aclarar o declarar la realidad de la política y “el gran misterio del derecho”, la ideología dominante del Segundo Franquismo incorpora los temas y fetiches tradicionalmente reputados como democráticos, de los cuales se prevale para afirmar la legitimidad de su pretendido régimen “democrático, pacífico y no-violento, fundado en la ley, el sufragio ‘universal’, los votos y las elecciones libres, en la voluntad de la mayoría, la razón, la persuasión, el diálogo, los pactos, la palabra dada, el consenso, el estado de derecho, el imperio de la ley, la Constitución y las reglas del juego que nos hemos dado entre todos” etc., es decir: que se han dado ellos para que los suframos los demás; todo lo cual lo presentan como fundamento del régimen establecido.

Sin embargo, semejante cosa o régimen político nunca ha existido y no existirá jamás, ni aquí ni en ninguna parte, porque lo que es material y formalmente absurdo no tiene existencia posible. Lo que es lógicamente absurdo no puede sociológicamente existir; pero la propaganda monopolista, con el apoyo de los institucionalistas desarmados y armados Pnv-Eta, hace creer cualquier cosa a las víctimas propiciatorias que el despotismo en funciones fabrica a mediáticas manos llenas en nuestro País.

Porque el hecho cierto es que las elecciones etc. no fundan ni determinan la política; son las realidades políticas fundamentales – el poder efectivo del Estado previamente constituido en el interior de unas fronteras, con sus fuerzas armadas etc. – las que fundan y determinan las elecciones etc. Concretamente, en condiciones de dictadura, “las elecciones, el estado de derecho etc.” no fundamentan nada excepto el propio Estado totalitario. La propaganda del Segundo Franquismo crea el fetichismo de las urnas y hace creer a los Pueblos, o a buena parte de ellos, que el poder imperialista y fascista es un régimen fundado y constituido sobre votaciones, elecciones, consultas, mayorías, consensos etc. Pero todo ello no es sino una gran superchería: “El acto por el que un Pueblo es un Pueblo es el verdadero fundamento de la sociedad.” Que se diga otra cosa indica de por sí el nivel de la destrucción de la razón bajo la dictadura del imperialismo y el fascismo.

En el régimen imperialista y fascista resultante votan los que los monopolios de violencia y propagandaquieren que voten, se vota lo que quieren que se vote, cuando, como y donde quieren que se vote. En tales condiciones, o el Pueblo tiene fuerza, o no la tiene. Aun en el primer caso las “elecciones” se pierden siempre; en el segundo, no hay ni elecciones. De todos modos, bajo un régimen imperialista y conflictivo entre fuerzas antagonistas, institucional y electoralmente irreductibles, si el resultado de las urnas no es el que conviene a ese régimen, se subleva el ejército. Aquí el ejército se sublevó hace mucho tiempo, y nunca se ha bajado o lo han bajado del caballo.

Jamás “votos, atentados, persuasión y diálogo” han podido nada contra los cañones, jamás han hecho retroceder al imperialismo y al fascismo franco-español en nuestro País. Pretender otra cosa es negar toda realidad política; es adoptar la estrategia y la táctica del imperialismo, que por ahora son las únicas que hay; es negar la realidad del imperialismo, negar el problema, no resolverlo.

Si ocultar las verdaderas raíces históricas y sociales de su dominación es – en la adecuada y prudente medida – una necesidad para la ideología imperialista en general, es una necesidad tanto mayor para la ideología complementaria que los servicios auxiliares del colaboracionismo indígena tienen por misión imponer a su propio País sojujzgado. Solamente así pueden éstos hacer creer a sus seguidores que “la vía institucional y la lucha armada”: consecuencia de su incapacidad política frente al imperialismo, son recursos eficaces frente al régimen de ocupación militar y a su aplastante monopolio de la Violencia criminal.

Cuarenta años de “lucha institucional y lucha armada” han abierto y cerrado tantas veces “las puertas de la ilusión, la esperanza, el diálogo y la autodeterminación” que, por conocida que sea la eficacia de los monopolios de condicionamiento de masas, es difícil de creer que éstas puedan todavía realmente pensar que los ideólogos y estrategas del complejo Pnv-Eta: los “dirigentes oficiales moderados o radicales” de la pretendida “clase política vasca”, tienen ni la más remota idea sobre el modo y manera de sacar al País que dicen defender del callejón sin salida y de la trampa mortal en que ellos mismos lo han metido, o la menor intención o el menor deseo de realizar o propiciar semejante tarea. Es por lo menos tan difícil de creer tal cosa, como que puedan todavía pensar que las fuerzas armadas del régimen imperialista franco-español de ocupación militar no existen, o esperar que van a proceder a su auto-desarme general como consecuencia de los sermones, las exhortaciones, las lamentaciones o los clamorosos “triunfos electorales” de los heraldos de la “no-violencia” a sentido único, o de los atentados de la “guerra revolucionaria”.

Excluida así toda perspectiva estratégica, sólo queda disponible ya el oportunismo sin principios. Pero sin estrategia no hay táctica ni política que valgan. Sólo hay confusión mental al servicio del imperialismo y de su propia política, que es la única que hay; de su propio Gobierno, que es el único que hay; y de su propia Violencia criminal estratégica, que es la única que hay.

El objetivo real de la propaganda imperialista sobre “los votos y la voluntad de la mayoría” etc. es actualmente la ocultación de la criminal Violencia fundamental y constitutiva del régimen imperialista y fascista franco-español y de su Estado. Para gran parte de su clientela, la ideología oficial puede incluso prescindir de grandes esfuerzos y fundamentalismos teóricos, ya que, por efecto de la propaganda y la ideología de la ilusión, la realidad del poder y su estructura originaria y permanente: basadas en la ocupación armada sobre los Pueblos sojuzgados, en los crímenes y el terror, desaparecen. En su lugar, y como resultado de esa propaganda, la “política” queda reducida a formalismos secundarios: “Partidos, elecciones y mayorías o minorías” que avanzan o retroceden y cuyas evoluciones y peripecias – analizadas mediante artificiosas proyecciones “sociológicas” explicadas (?) en tertulias por charlatanes que llaman “polítólogos” – se pretende que son la realidad e incluso la quintaesencia del poder; y formas institucionales en suspensión o levitación (marginales, derivadas y secundarias), las cuales se presentan como si nada tuvieran que ver con los fundamentos del orden de Violencia criminal que constituye el régimen imperialista.

La misma omnipresencia banal y determinante de las fuerzas armadas: fundamento real de la política, el derecho y el Estado, hace que finalmente éstas pasen desapercibidas ante los ojos de una población condicionada por la permanente y asfixiante acción mediática de los monopolios fascistas de propaganda; una presencia que, además, la mala fe propia de los agentes de la “movida activista” del Eta necesita que quede evacuada y minimizada, a fin de que la inanidad de su propia actividad no quede puesta en evidencia y ridiculizada ante la magnitud y capacidad de violencia de las fuerzas franco-españolas de ocupación de nuestro País. Por todo ello, dada su visión de la realidad: impregnada de alienación y mala fe caracterizadas, y ante la aparente minoría del Partido imperialista – ya sea en su versión tradicional del Pp o en la Nacional-socialista de Falange-PsoE – entre el Pueblo Vasco (una minoría aplastantemente compensada por la ocupación armada y sus monopolios de Violencia criminal y propaganda fascista), los “agentes y analistas” del institucionalismo armado y desarmado Pnv-Eta deducen “por tanto” y llegan a afirmar que en el ocupado País Vasco dichas formaciones colonialistas – simples brazos políticos: “derecho e izquierdo”, del ejército de ocupación – “no constituyen el establishment”, dado que, según dichos agentes afirman, “no son los partidos mayoritarios” en nuestro País”.

Al parecer, a estos traidores colaboracionistas no les basta con que el País esté militarmente ocupado (lo cual no desean ver porque necesitan negarlo), para constatar la realidad del auténtico establishment, es decir: el poder imperialista, colonialista y fascista franco-español establecido. Para quedar ellos plenamente convencidos de que ésa es la auténtica realidad, necesitarían al parecer ver destruida toda nuestra base sociológica, y que los partidos que en nuestro País se declaran españoles y franceses – o sea los fascistas, declaradamente partidarios de su ocupación militar – fueran además formalmente mayoritarios entre nosotros. Algo que, si bien no ocurre en nuestra realidad sociológica dada la Resistencia Nacional Vasca, no obstante esos partidos imperialistas pueden permitirse el no alcanzar sin dejar por ello de ser los realmente dominantes como lo son, gracias a sus fuerzas militares que ocupan nuestro País, las cuales los protegen y proyectan como una realidad dominante aun sin ser una mayoría.

Esas minoritarias formaciones Nacional-imperialistas locales (simple prolongación del régimen fascista franco-español de ocupación militar en nuestro País), que los traidores agentes colaboracionistas Pnv-Eta han aceptado como “democráticas y vascas” y que – según su visión pervertida, alienada, idealista y formalista de la política – “no constituyen el establishment”, serían realmente marginales y únicamente refugio de los Colonos metropolitanos y los Renegados indígenas fascistas, como de hecho lo son, de no haber sido por la ruina política a la que los grupos armados y desarmados Pnv-Eta han conducido y reducido – también en el terreno “electoral” – a nuestro País y a su Movimiento de Liberación Nacional. Pero esos grupos “vascos” los han debilitdo mediante la intoxicación y la recuperación ideológicas, la liquidación estratégica, y la confusión y demoralización generalizadas que han instaurado en la base social de nuestro País, tras haber reconocido al régimen imperialista y fascista franco-español de ocupación militar, y a sus imperialistas partidos auxiliares, como legítimos, democráticos etc.

En realidad, los partidarios de “la vía institucional armada y desarmada”, esto es: la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites, no creen en el Pueblo Vasco ni en su Estado histórico, internacionalmente reconocido durante mil años, ni en la realidad del imperialismo franco-español sobre nuestro Pueblo y Estado, que ellos ocultan/niegan, ni creen tampoco en la Resistencia a ese imperialismo y en la capacidad política del Pueblo Vasco, ni en una oposición de nivel estratégico que – correspondiente a la relación real de fuerzas – nuestro Pueblo podría perfectamente movilizar y presentar, si no fuera porque está siendo bloqueado por esos traidores y su política infrastratégica. Ello es así porque, de creer en todo eso, pondrían en evidencia y peligro tanto el sistema de traición y colaboracionismo con el imperialismo franco-español del que ellos forman parte, así como a ellos mismos y su función de gestores del sistema de dependencia bajo el imperialismo en el que están integrados; lo cual temen por encima de todo.

Al margen de sus trucos y “déficits”, la cruda realidad es que los componentes de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites armados y desarmados han aceptado, apoyado y reconocido: tácita y expresamente, el régimen imperialista y fascista franco-español de ocupación militar, y en particular el Neo-Franquismo – reformado por la transición intra-totalitaria española – como efectivo, no-Nacionalista, no-violento, legítimo, democrático, y el régimen y “el Estado” propios. Han falsificado también la idea misma del derecho de autodeterminación (al que falsifican, destruyen y llaman “derecho a decidir”... continuar bajo el fascismo, para hacerlo “compatible” con él), y han negado con ello tanto la realidad del Nacionalismo imperialista franco-español, así como la entidad nacional y política del sojuzgado Pueblo Vasco. A partir de ahí, los sucesos de los últimos cuarenta años son el simple desarrollo – deductible y deducido, previsible, previsto y declarado – de la estrategia imperialista y fascista establecida.

Es de este modo como todos ésos quienes – bien sea por obtusa y suicida convicción, o por la necesidad de tranquilizar su mala conciencia con insinceras coartadas – se dedican a repercutir al Pueblo Vasco la ideología del imperialismo franco-español que lo está sojuzgando, lo que de hecho hacen es ocultarle que el pretendido “Estado democrático, no-violento” etc. de los ocupantes, al que desde hace más de cuarenta años ellos están sirviendo, que sostienen y que a su vez los sostiene, tiene en realidad por fundamento inmediato y constitutivo la infame y criminal empresa de aniquilación de los derechos y las libertades de un Pueblo independiente, libre y pacífico: el Pueblo Vasco; así como las sucesivas agresiones y la destrucción – contra el derecho nacional e internacional, temporal e intemporal – de la independencia de su Estado: el Reino de Nabarra, y de los residuos forales de su soberanía originaria. Todo ello mediante repugnante y espantosa guerra de agresión, ocupación, desmembramiento y anexión; mediante represión y Terrorismo de guerra, de ocupación y de Estado; y mediante crímenes imprescriptibles de guerra, contra la Paz y contra la Humanidad, y la conculcación de todos los derechos humanos inherentes y fundamentales.


(De Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español.)

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