Final del grupo Eta y propaganda imperialista
FINAL DEL GRUPO ETA Y PROPAGANDA IMPERIALISTA
Iñaki Aginaga y Felipe Campo
Índice
1. – Introducción
2. – “Institucionalismo”, “activismo” y colaboración
3. – Crítica democrática del activismo infrastratégico y su ideología
4. – Final del Terrorismo
1. – Introducción
La elaborada escenificación realizada por el grupo burocrático Eta sobre “el final de su trayectoria y actividades”: anunciado a bombo y platillo desde Ginebra (Confederación Helvética) el 3-Mayo-2018, se ha caracterizado por una nueva campaña mediática dedicada – una vez más – a repetir sin el menor sentido de la decencia o al menos del ridículo lo único que esa burocracia ha hecho bien durante toda su lamentable existencia, a saber: el auto-bombo y el engaño y perjuicio al Pueblo Vasco. Y, desde que lo hiciera ya con su capitulación electoralista en Marzo de 1979, ha vuelto a reconocer el régimen de ocupación militar franco-español y los Estados de España y de Francia: imperialistas, colonialistas, terroristas y fascistas sobre el Pueblo Vasco y su Estado el Reino de Nabarra, como propios, no-Nacionalistas, no-violentos, legítimos y democráticos”; para eterna vergüenza de ellos, y confusión y debilitamiento de este País.
Gracias a ese montaje publicitario final del grupo Eta, y al panel de incautos o venales “abogados, facilitadores y expertos internacionales” reunidos en Kanbo (Laburdi) al día siguiente (quienes lo han revestido de pretendida solvencia e importancia a costa del contribuyente de este País), sabemos ahora que “el último enfrentamiento armado de Europa ha quedado superado”; que, como consecuencia, estamos en vías de alcanzar “una paz [o sea: sumisión] justa y duradera en esta región”; que “nuestra sociedad era ya plenamente no-violenta desde el anterior cese definitivo de todas sus actividades armadas”, las cuales eran – según todos ellos mantienen – “la única violencia existente en esta región” y al parecer en el Continente; y que “construir la paz y la democracia necesita” (al margen de “pequeñeces” que no son mencionadas en el discurso, tales como la vigencia y el respeto de los derechos humanos fundamentales y ante todo del derecho de autodeterminación de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos y condición previa de todos ellos) básicamente de “un diálogo político”; un diálogo político que ellos dan por descontado que los Estados ocupantes están sinceramente deseosos de aceptar e implementar con todas sus consecuencias.
Sin embargo, quienes declaran auto-disolverse y sus atentos compañeros de viaje: artistas maquilladores y desaprensivos o lunáticos notarios de este montaje, ocultan que el diálogo auténtico con los Gobiernos de los Estados de España y de Francia – homenajeados en su discurso y en plena apología de ellos – es imposible, e incompatible con la naturaleza imperialista y fascista de esos Estados, puesto que el diálogo auténtico tiene por condición previa la aceptación y el reconocimiento del otro en su libertad y alteridad, y esos Estados niegan la existencia misma del Pueblo Vasco y de su Estado, el Reino de Nabarra.
(El imperialismo y el fascismo no dialogan: si lo hicieran, no serían el imperialismo y el fascismo. Si el imperialismo y el fascismo dialogaran, y si respetaran incondicional e inmediatamente los derechos humanos fundamentales y ante todo el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, entonces no serían el imperialismo y el fascismo, y no habría problema imperialista que resolver. Pero por desgracia lo son y ese problema existe, y en consecuencia no dialogan excepto para llamar “diálogo” a la incondicional e inmediata aceptación de su criminal dominación imperialista y de las “leyes y Constituciones” que la “legitiman”; lo cual es la antítesis del auténtico diálogo, que está basado en el reconocimiento y la aceptación de la alteridad de la persona con la que uno establece el diálogo, mientras que el imperialismo está basado en la negación y el rechazo de la alteridad y por tanto los derechos del otro, y en la correlativa afirmación de su cosificación o en cualquier caso en el establecimiento sobre él de la eterna dialéctica amo-esclavo.
Los imperialistas y los fascistas no dialogan; lo que hacen es imponer su dominación mediante agresión, monopolio de la violencia imperialista, e innumerables, horrendos e imprescriptibles crímenes contra las leyes de la guerra, contra la paz y la seguridad de los Pueblos y sus Estados legítimamente constituidos como es el caso del Pueblo Vasco y su Estado el Reino de Nabarra, y contra la Humanidad; a todo lo cual ellos: confortados por la complicidad estúpida o comprada de los colaboracionistas Pnv-Eta, desde hace cuarenta y dos años llaman ‘democracia’. Los imperialistas y los fascistas no dialogan. A veces, cuando la relación estratégica los obliga irremediablemente a ello, negocian; lo cual está muy lejos de ocurrir en los territorios ocupados del Pueblo Vasco, que el grupo Pnv-Eta ha reducido a la indefensión política e ideológica.)
Esa así llamada “Declaración de Arnaga” (Kanbo, 4-Mayo-2018): con todo el ceremonial que la ha acompañado, entraña la quintaesencia del camuflaje ideológico del imperialismo franco-español sobre nuestro País, y podría haber sido redactada por los homenajeados Gobiernos de España y de Francia. Es la guinda en el pastel de desastre y ruina material, humana y política que la burocracia del Eta deja como único resultado de su existencia al sufrido Pueblo Vasco, a cuyo seno anuncia que vuelve tras su extravío de medio siglo. ¡Ojalá los militantes de base que siguen presos pudieran volver a este Pueblo: eventualmente con las manos vacías, pero – a diferencia de como ha terminado su burocracia en Arnaga – al menos sin hipotecas ni sumisión al régimen fascista!
Es “un día para celebrar”, afirma esa camarilla de lunáticos y/o impostores, cuando no camuflados agentes del imperialismo, quienes sin disimulo contemplan el obsceno acto únicamente como sumisión al imperialismo de España y de Francia, y como abandono de toda Resistencia. Pero la única celebración posible para el Pueblo Vasco consiste en el desenmascaramiento y repudio de esa mascarada, junto con la reafirmación de una inquebrantable determinación de lograr independencia nacional y democracia: cuestiones éstas ambas absolutamente unidas e indisociables, y que han quedado totalmente ausentes en dicha Declaración/mascarada.
Ante el cúmulo de falsificación y ocultación de la realidad imperialista: que una vez más se difunde por este País sin límite mediante el enorme poder de los monopolios mediáticos de un establishment globalizado, y sin la menor posibilidad de contraste democrático (favorecido todo ello por la incapacidad y la traición de la pretendida clase política vasca), es necesario hacer al menos una mínima exposición de hechos fundamentales que todos ellos celosamente necesitan ocultar.
2. – “Institucionalismo”, “activismo” y colaboración
Tras la muerte (en su cama) del General Franco, el régimen Franquista: manteniendo intactos todos los agentes, la judicatura, las instituciones y los logros – muy especialmente el monopolio de la violencia criminal – del régimen unitario español tradicional establecido por el triunfo del Fascismo en la guerra civil e internacional de 1936-7, quedaba declarado democrático de la noche a la mañana al módico precio de leves reformas formales y “elecciones generales” totalitarias; y la “oposición vasca” burocrática Pnv apoyó esa superchería de la transición intra-totalitaria, que significaba la desastrosa inmersión del Pueblo Vasco en el magma español unitario, imperialista y fascista.
A pesar de la instintiva negativa de amplias capas sociales a tomar parte en aquella maniobra burocrática y antidemocrática (y de su expresa denuncia realizada por un significativo sector ideológico del País, que llamaba a su boycott), la comprada o irreflexiva colaboración de una pretendida clase política vasca “moderada” arrastró en Junio de 1977 a parte del País a seguir participando nuevamente: como ya lo había hecho desde 1931, en “elecciones” españolas presentadas como “democráticas”. Incapaces de aprender nada, los burócratas Pnv se incorporaban nuevamente al régimen fascista español y posibilitaban así la continuidad y consolidación sobre nuestro Pueblo del colonialismo español (renovado y reforzado tras su imposición bélica con la cobertura de “elecciones y democracia”), de su Nacionalismo imperialista, y del totalitarismo de sus monopolios jurídicos e ideológicos basados en su monopolio de la violencia criminal: absolutamente reafirmado tras la derrota de nuestro País en 1937.
Por su parte, los pretendidos “radicales”: adeptos de lo que llamaban “lucha armada”, se mostraban incapaces de hacer la crítica de su estéril y desastroso plan de recurrir a la vía de atentados individuales y comandos vs. Ejército de ocupación profesional de tierra, mar y aire; y de “terrorismo” individual vs. Terrorismo de Estado: ruinosa e infrastratégica respuesta frente a un régimen de ocupación militar que detentaba el monopolio absoluto de la violencia criminal. Así pues, siguieron en su demencial y ensoberbecido mesianismo, y ello incluso cuando podían haber constatado la inequívoca respuesta y amplia base popular del Movimiento de Resistencia Nacional en diversos momentos clave tras la mencionada claudicación “electoral” del Pnv, entre ellos: la Marcha de la Libertad en Julio-Agosto de 1977, o el movimiento semi-insurreccional que se levantó espontáneamente en el País en Julio de 1978.
Pero no fueron capaces de verlo, por lo que a partir de aquellos momentos quedaba clara su pérdida no sólo de todo sentido de la realidad sino incluso del básico instinto de conservación; y así continuaron por la misma trayectoria que ha terminado ahora con el patético estertor final de Ginebra, maquillado por los “efectos especiales” de sus voluntariosos compañeros de viaje en Arnaga.
Hasta llegar a esta situación, los dirigentes del Eta pasaron en primer lugar por su propia capitulación: primero electoral, en las siguientes “elecciones” de Marzo-1979. (Véase nuestro artículo “Otra vez elecciones generales”, de Febrero-1979.) A partir de ahí, y siguiendo la estela de la traición formalmente asumida por la burocracia Pnv en Junio-1977, también ellos entraban en el colaboracionismo y la traición, y reconocían el régimen fascista español como “legítimo, no-violento y democrático”, mientras intentaban ocultar esa operación al Pueblo Vasco con el engaño de que mantenían su absurdo y simultáneo “activismo armado” al que llamaban “bietan jarrai”. Con todo ello comprometían a nuestro País con las peores consecuencias, puesto que posibilitaban el incremento de la represión Terrorista de Estado contra nuestro Pueblo, junto con el simultáneo reforzamiento internacional del régimen fascista español que ellos mismos habían reconocido como “democrático” etc. Finalmente, estos infames engaños al Pueblo llegaban a su fin con la capitulación final del Eta, anunciada el 20-Octubre-2011 como “cese definitivo de su actividad armada”.
En el plano ideológico, los engaños y daños causados por el Eta no eran menores: suplantación del derecho de autodeterminación (primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos ellos) y de legítima defensa, substituidos por un “derecho a decidir entre todas las opciones posibles, todas democráticas” (incluida la continuación del imperialismo); demoralización de nuestro Pueblo y su descrédito generalizados; capitulación electoral y política de amplios sectores sociales; bloqueo y debilitamiento del Movimiento de Resistencia Nacional al quedar asimilado a “terrorismo”; reconocimiento del daño causado al fascismo presentado como víctima inocente etc. etc.
Desde la “transición” intra-totalitaria, los agentes “vascos” colaboracionistas con el imperialismo español – y los cómplices institucionalistas armados y desarmados de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites – participaron activa y eficazmente en la tarea: vital para el régimen de ocupación militar, de ocultar, impedir, abortar y reprimir todo planteamiento teórico o práctico dirigido a la creación o el desarrollo de una oposición ideológica y política de nivel estratégico frente al imperialismo. Para ello se aliaron a los monopolios fascistas de violencia y propaganda, beneficiándose de ellos, a fin de comunicar la incapacidad, la desinformación, la confusión y la división a su base popular. Reconocieron al criminal Estado ocupante como propio, y a las fuerzas armadas franquistas como democráticas y no-violentas; y compiten desde entonces con el Franquismo tradicional para alcanzar su confianza, favor y benevolencia, sin los cuales se les acaba la fiesta.
En perspectiva de libertad nacional, quien en tales condiciones estaba perdido era el Pueblo Vasco. Para mayor seguridad, la propaganda monopolista “moderada y radical”: transmitida por los colaboracionistas y cómplices “vascos” desarmados y armados, hizo creer a la opinión pública y a las víctimas del imperialismo que toda oposición política de nivel estratégico, que toda alternativa democrática real, que una vía distinta de “la institucional y la armada” eran no sólo sociológica sino incluso lógicamente una imposibilidad absoluta, un absurdo formal: algo así como el cuarto ángulo de un triángulo. “Es o bien esto, o echarse al monte.”
La única estrategia posible contra el imperialismo: que había quedado ya histórica y sociológicamente establecida en este País sobre el no-reconocimiento y la denuncia absolutos del régimen imperialista y fascista, y sobre la total negativa a colaborar en su imposible “consolidación democrática”, fue así a priori y expresamente excluida por las organizaciones, corporaciones y burocracias colaboracionistas y cómplices de “moderados y radicales”. De este modo, “la derecha y la izquierda abertzale” han declarado inexistente, insoluble y absurdo todo lo que ellas no entienden, ni quieren entender, ni tienen interés en entender. El resultado inevitable ha sido la frustración y la desesperación políticas de sus víctimas: terreno propicio para la defección, la corrupción y la propaganda de “la vía institucional y la lucha armada”.
Sus pretendidos dirigentes, con su estrategia de liquidación, han tratado siempre de ocultar y devalorizar: teórica y prácticamente, la realidad y la función del Pueblo mismo como agente ideológico y político fundamental; y no han dudado en desacreditar y humillar al Pueblo que dicen representar y defender, negando con ello el fundamento mismo de la implementación estratégica. La realidad es que, muy al contrario, han sido la espontaneidad popular y la cultura política familiarmente transmitida las que le han permitido parcialmente al Pueblo Vasco aguantar, no sin terribles consecuencias, ocho siglos de ocupación, genocidio, terrorismo, colonización y pillaje de España y de Francia, y finalmente el formidable embate del fascismo multinacional y sus aliados complementarios “de izquierda”: los Nacional-comunistas y Nacional-socialistas españoles o franceses (en su doble modalidad de Renegados autóctonos o Colonos alógenos), y no la acción o la propaganda del Pnv y sus satélites, que han sido y son hasta hoy mismo el retardatario, reductor y reaccionario extravío de la Resistencia.
A fin de ocultar el inevitable, inmanente y desastroso resultado de la política de liquidación ideológica y política que había sido promovida por ellos en las condiciones del fascismo triunfante; a fin de validar, ensalzar, exaltar, sublimar, preservar, promover y acreditar por referencia la falsificación romántica de lo realmente ocurrido, el establecer la afirmación de la entidad y la función prometeica, demiúrgica y taumatúrgica que se atribuía el conjunto Pnv-Eta era un supuesto ideológico previo, para cuyo mantenimiento era necesario negar tanto la naturaleza imperialista y fascista del renovado régimen de ocupación transitivo, así como la realidad de las fuerzas populares. Por una parte, establecer el carácter “democrático y no-violento” del régimen era “necesario” para ellos a fin de que su “lucha institucional” y su “lucha armada” pudieran tener credibilidad política. Por otra, la historia, la vigencia y la virtualidad estratégica de la Resistencia y de los movimientos populares “necesariamente” debían ser inexistentes o quedar desprestigiados, a fin de que la “elite dirigente” pudiera acreditar su rango y función.
Sin embargo, nada de esto era cierto. Las primeras huelgas generales y otras manifestaciones de masa contra el fascismo tras la guerra se dieron en 1947, 51, 53, 56, 58. La manifestación y homenaje populares con ocasión del funeral del Lehendakari Agirre en San Juan de Luz fue en 1960. Los primeros Aberri-egun después de la guerra en Gernika y Bergara, y las Fiestas del Trabajo en las Capitales, tuvieron lugar en 1964/65. Todos esos movimientos de masas de los años cincuenta y sesenta – por no mencionar los movimientos populares de todo tipo, que fueron capaces de crear los ikastola y el cooperativismo en general etc. – desmienten la pretendida ausencia de oposición popular. Presentar los movimientos de masas de los años cincuenta y sesenta (y el alza de la presión política, ideológica y artística-cultural) como logros del burocratismo y de los atentados es falsificar y hacer inexplicable la realidad; es rebajar el País que se dice defender, e invertir la causa y el efecto. Todo ello al servicio de la subclase política retardataria y reaccionaria Pnv-Eta que ha embrutecido el País en provecho de la dominación imperialista. Hace medio siglo que el sabotaje, el engaño, la farsa y la burla se prosiguen de esta manera, asegurando de paso la continuidad corporativa de la retaguardia colaboracionista, oficialmente homologada como vanguardia triunfante.
El desamparo ideológico y la indefensión política de la base social: consecuencias de “la vía institucional y la lucha armada”, se convirtieron en el antecedente “necesario” para fundar el éxito imaginario – o sea, el fracaso real – de las burocracias “dirigentes”. La propia incapacidad de éstas se presentó como inevitable “adaptación realista-posibilista a la incapacidad de la base”; una base social que ellos mismos – como consecuencia de una debilidad social que era en realidad resultado de su propia “estrategia” – habían incapacitado por efecto de un proceso del que ellos habían sido causa necesaria. La espontaneidad de las masas quedó substituida por la generación espontánea de la “vanguardia”; y así, puesto que no hay vanguardia sin correlativa retaguardia, el carácter retardatario de la base popular se deducía con la misma “necesidad”.
Una vez “fundados” de este modo: mediante apriorismo, postulado, axioma o declaración dogmática, tanto la función así como el protagonismo y la supremacía de “la Organización”, a continuación pueden extraerse cómodamente el presupuesto, la referencia y el punto de partida para la evaluación y determinación “tautológicas” de la base social y de su virtualidad estratégica, con la petición de principio como constante y única base demostrativa. Es decir: si el grupo Pnv-Eta es la vanguardia, “es evidente” que fuera de él solo cabe retaguardia.
Las cuestiones referentes a las organizaciones: parte de la cuestión general de las luchas sociales, son así convertidas en su presupuesto teórico y práctico; y los fines y medios de la base popular se determinan y calibran en función de los que la “vanguardia” pretende imponer. Inversión metodológica cuyas implicaciones y consecuencias a nadie deberían sorprender.
“El acontecimiento capital de los últimos cincuenta años: que ha salvado a este País de su desaparición, es el desarrollo del movimiento Eta”, siguen diciendo con toda desvergüenza en el momento mismo en que anuncian su propio desmantelamiento. Según la propaganda del Eta, “la nueva resistencia vasca” nace “en una población completamente alienada y en vía de asimilación total”. Rebajar o negar la base nacional a fin de construir, exaltar, sublimar o justificar por referencia la propia imagen ideológica y política es una particularmente artera, rastrera, reaccionaria y nefasta forma de auto-bombo y propaganda. Es la única forma que han encontrado de dar gato por liebre a la opinión pública, al objeto de aportar credibilidad para “la vía institucional y la lucha armada”.
Pero lo cierto es que los atentados del Eta fueron un hecho tardío y secundario: un simple epifenómeno, que surgió como respuesta a la liquidación estratégica de la política democrática de independencia nacional que había sido mantenida hasta entonces por las fuerzas populares vascas, reunidas en torno al Gobierno de Euskadi en el exilio. Una liquidación ilegal y clandestinamente realizada por la burocracia disidente del Pnv-Anv tras la muerte del Lehendakari Agirre, que fue exigida por la “oposición” Nacional-imperialista española (fundamentalmente Falange-PsoE) como única forma de poder realizar su integración con ella al objeto de establecer las bases de la futura “democracia española” unitaria, o sea: la España Una, Grande y Libre imperialista y fascista de siempre, que es lo que sigue habiendo ahora.
Estos pactos de liquidación (fundamentalmente el Pacto de Múnich, en 1962): ocultados al pueblo e ignorados siempre por el mismo Eta que inconscientemente surgía como reacción a ellos, fueron denunciados al País desde el primer momento, entre los ataques y las calumnias de todos ellos contra quienes denunciaban la traición de aquella alianza con el Nacional-imperialismo español, fundada sobre el abandono de los más elementales principios nacionales y democráticos.
En contra de lo que los sedicentes “detractores de siempre” de los atentados – y sus cómplices revisionistas – pretenden ahora, la crítica democrática del “terrorismo” individual había comenzado: fuera y dentro de este País, antes de que comenzaran los atentados bajo la Democracia Orgánica del General Franco, y continuó durante el largo período en el que los agentes y partidarios del Pnv, el PsoE y demás componentes de la “oposición” inorgánica se mostraban sumamente discretos, tolerantes, benevolentes, simpatizantes, cooperantes y recuperantes con los actores de las llamadas “lucha armada y guerra revolucionaria”; algo que ahora todos ellos desearían poder ocultar.
Sin embargo, aquellos intentos de introducir racionalidad y eficacia en el debate político: ineludible exigencia de todo movimiento de liberación nacional más aún bajo un régimen imperialista y fascista, fueron siempre presentados, rechazados y despreciados por los agentes y simpatizantes de la “movida peneuvista y activista” como paralizantes “teorizaciones de salón” propias de “intelectuales” o algo peor:
“Pero pronto nuestra gente empezó a ver cosas raras. [...] lo que había que hacer era formarse, a la espera del día D, en el que ya tocaría hacer lo que hubiera que hacer. Ésta era su tesis. Inhibición absoluta de cualquier acción. Formación y formación, cursillos de esto y de lo otro, muchas reuniones, muchas conferencias... y ninguna acción. [...] Nosotros vimos en este fenómeno del día D, de nada de acción y mucha formación, la larga mano de los Servicios [secretos].” (Javier Ortiz; ‘Xabier Arzalluz: Así fue’.)
Dejando aparte esos ridículos, deleznables y desvergonzados simplismos y falsedades, cuando no flagrantes falsificaciones y calumnias, son todos ésos: los que han llevado el País al desastre actual mediante la colaboración y el “activismo”, quienes protagonizaron aquel catastrófico y demencial plan de derroche de vidas humanas, aquella suicidaria “espiral de violencia y acción-reacción” (con el desarrollo de la violencia, la acción y la reacción fascistas como resultado), y quienes los aplaudían o “comprendían”.
Todos ellos son los mismos que ahora se lamentan hipócritamente de los resultados obtenidos, y se preguntan cómo hemos podido llegar a la situación actual, mientras ocultan que fueron ellos quienes combatieron por todos los medios – incluidos los que les prestaba el régimen fascista – la estrategia correcta y a quienes la defendían y advertían de los errores de unos y otros, a saber: la liquidación de las instituciones y la estrategia de Resistencia nacionales, para implementar en su lugar, por un lado, el reconocimiento del régimen fascista pasando a la colaboración institucional con él; y, por otro, el “terrorismo individual” de los atentados. Son los mismos que no tienen reparo en paralizar y secuestrar ahora el Movimiento de Resistencia Nacional, y en supeditarlo al objetivo de sacar de las cárceles – o de acercarlos a las que llaman “cárceles vascas” – a los presos que no habrían entrado en ellas de haber escuchado lo que se les decía. (A los muertos ya no se los puede resucitar.) Por no mencionar que además se habría hecho lo que había que hacer y no exactamente lo contrario; con todas las consecuencias que hemos debido padecer por ello y que aún padecemos.
El político, el jefe de guerra o el jugador de ajedrez de alto nivel no son, ni pueden ni deben ser teóricos relevantes, ni siquiera de su especialidad: más bien se puede afirmar lo contrario; pero nunca son ignorantes de los fundamentos teóricos sin los cuales no hay práctica posible. La maestría en sus respectivas “artes” específicas no tiene por qué implicar forzosamente ni es reductible a su maestría de las ciencias puras o aplicadas; pero sí resulta ser incompatible con la ausencia o el desconocimiento total de ellas.
“Coro 2: Yo opino que hay que caer sobre ellos a toda prisa, / y descubrir el crimen cuando aún / el puñal mana sangre.
“Coro 3: Lo comparto, / y voto por la acción: ya no hay tiempo / para perderse en dudas. [...]
“Coro 6: No sé – de aventurar algún plan – qué debería yo aconsejar ahora: / Mas pienso que quien entra en acción debe antes hacer planes.” (Esquilo; Agamenón, vv. 1350-1359.)
“La política es acción; pero sin teoría, no hay práctica.” “La teoría es una guía para la acción.” “La organización es la forma de mediación entre la teoría y la práctica.” “Toda teoría política es teoría de la acción y se verifica en la práctica.” “Una acción no es positiva o negativa en sí sino en razón de la estructura estratégica en que se encuadra” etc. Tales ideas: formuladas y comentadas repetidamente en nuestras publicaciones y reuniones, no eran nuevas aunque aquí lo pareciesen. Las citábamos según habían sido expuestas – horresco referens – por Lenin y Lukács entre otros (lo cual bastaba para que se nos echara encima toda la morralla de fanáticos reaccionarios, peneuvistas y clericales que nos rodeaba), y siguen siendo hoy tan válidas como antes.
Pero para los activistas y partidarios “realistas” de “la lucha armada”, “pensar, escribir y todo eso no sirve para nada, lo importante es hacer”, aunque no se supiera muy bien qué o para qué. La preocupación de unos y otros consistió siempre en sacar a las masas en manifestación a la calle (o en llevarlas a los “colegios electorales” en el día D que el régimen fascista estableciera que había que ir a votar), cada vez que podían y debían estar en otra parte. Recurso que se extendió a la huelga-fetiche, a la agitación convulsiva, a la acción por la acción, al abandono de todo sentido crítico en la política democrática.
“Lo importante es hacer.” Abandonados a ellos mismos (ya sea en su condición de adeptos del sectarismo ideológico del Eta, o como víctimas de su propio obscurantismo Pnv), han sido incapaces de darse cuenta de que su propia “realista y práctica” sentencia activista es ella misma una teoría, aunque de la mala. “La vía institucional y la guerra revolucionaria” suponen y son también teoría, como toda acción política o parapolítica. El dualismo hipostático de “la teoría y la práctica”, como otros, es resultado del obscurantismo y la represión de las ideas mantenidos por el Pnv y sus satélites, incluido el Eta, que han arruinado la Resistencia popular contra el imperialismo; empezando, para ello, por volver majaras a sus propios seguidores.
El “dualismo” de la teoría y la práctica ha sido profusamente utilizado por algunos ideólogos “práctico-realistas” con el objetivo de desacreditar a quienes ellos previamente han tenido la precaución de calificar de “teóricos”. Sin embargo, esa línea de razonamiento (?) parece ignorar que una práctica política no puede oponerse teóricamente a una teoría política: sólo una teoría puede oponerse teóricamente a otra. Ahora bien, dado el objeto de su aplicación, la teoría política es teoría de la práctica y para la práctica. Por tanto, si es errónea en la práctica, no es correcta como teoría; y si es correcta como teoría, es correcta también en la práctica. No puede ser correctamente coherente como teoría, e incorrectamente incoherente como práctica; pero lógica formal y propaganda imperialista son cosas muy distintas, como podemos verificar todos los días. Este País ha sido un paraíso para toda una caterva de desaprensivos incapaces, impostores, arribistas y charlatanes de todas procedencias y pelajes; quienes, tras haberse descubierto una vocación de “políticos” que ellos mismos no sospechaban, han encontrado en él una mina que explotar en su provecho, siempre al servicio del imperialismo. El precio que nuestro País ha tenido que pagar por ello ha sido excesivo.
Una teoría errónea o quasi-inexistente genera una política nula o desastrosa; la cual, a su vez, tiene por consecuencia la esterilidad o la ruina teórica. Es justamente esto: corrupción intelectual potenciada por la corrupción moral mediante el dinero, lo que llevó a la burocracia Pnv-Eta a la decisión de reconocer el régimen fascista español como democrático en 1977-9. En cambio, una política que honestamente aplica o tiene en cuenta las bases teóricas o científicas de la estructura social e histórica propia, crea las condiciones que posibilitan la crítica, y la creación y aportación teórica y científica correctas. ¿Qué han aportado la burocracia Pnv y sus satélites “moderados y radicales” a la ideología y la cultura sociales e históricas de nuestro Pueblo en las cuestiones de la política, el derecho y la guerra, la violencia y el terrorismo, la teoría del Estado, el derecho de autodeterminación, el “marxismo-leninismo” y el materialismo histórico, el problema “lucha nacional-lucha de clases”, la entidad estructural de la lengua, o la irrupción de la ecología en la economía política etc? Estrictamente nada, salvo confusión y obstáculos añadidos, dogmatismo y obscurantismo. Todas las ideas que constituyen una aportación en tales materias, provienen de la teoría y la crítica democráticas y van unidas a ellas.
Tradicionalismo obscurantista, romanticismo “revolucionario”, y subdesarrollo cultural, ideológico y político no podían tener otro resultado. No tiene mayor interés saber si los institucionalistas armados y desarmados: dirigentes y dirigidos, son realmente tan tontos como parecen, o tan listos como para hacerse los tontos a fin de mejor engañar a sus incautos seguidores y víctimas. Lo que importa es que, de hecho, han adoptado y repercuten los temas recurrentes de la propaganda oficial incluso cuando pretenden o fingen oponerse a ella; y es innegable que no hay aprobación más engañosa y peligrosa que la que se presenta como reprobación.
Arzalluz, por ejemplo, en su rol de burukide del grupo burocrático Pnv, encontraba “bochornoso” y “reprobaba” el Artículo 8 de la “Constitución”. Los institucionalistas aborígenes armados y desarmados nos “advierten” prudentemente de la amenaza y el peligro de intervención militar: “en la Constitución sigue estando la posibilidad de que intervenga el Ejército”, dicen, mientras ocultan que “la Constitución” consiste en la violencia constitutiva del régimen fascista e imperialista salido de la guerra de 1936 y de las que la precedieron. Esto lleva al Pnv y a sus satélites, incluido el Eta, a la pretensión de “reformar, desarrollar y democratizar” la “Constitución” formal por la supresión de su Artículo octavo, “que da su poder al Ejército” español.
Tras embrutecer a sus víctimas durante décadas, repercutiendo sobre ellas la propaganda imperialista del régimen “democrático no-violento”, he aquí que los colaboracionistas “moderados no-violentos y radicales violentos nos advierten del peligro” de intervención militar garantizado en la “Constitución”. Pero el aviso llega tarde, por lo menos con doce siglos de retraso. En cualquier caso, después de ochocientos años de ocupación militar con todas sus implicaciones, cabe preguntarse qué más les hará falta a los precavidos y previsores “dirigentes moderados y radicales” armados y desarmados para descubrir que el ejército “intervino” ya hace mucho tiempo, y que el Estado y el Pueblo vascos se encuentran “intervenidos” desde entonces: cualesquiera que sean la coyuntura, la forma de intervención, o la variante constitucional formal en vigor. A este respecto, conviene no olvidar que, si bien toda guerra y todo derecho se fundan sobre la violencia, ello no implica la actuación permanente o caso por caso de todas las armas a disposición. (Del mismo modo que tampoco bajo la dictadura del General Franco cañones y tanques practicaban fuego continuo o sistemático.)
No pueden ni quieren ver que el Ejército no recibe su poder del Artículo octavo. Es, bien al contrario, el poder del Ejército el que funda el Art. 8 y, con él, toda la “Constitución” formal y secundaria española. Los cañones del Ejército fundan, ante todo, la constitución real y primaria: resultado directo de las guerras que él ganó y que perdieron los demás, y supuesto necesario de la “Constitución” formal y secundaria. Sin el poder del Ejército no hay “Constitución” constituida ni constitución constituyente, ni régimen político imperialista que reformar, desarrollar, democratizar ni suprimir.
La “supresión del Artículo octavo” es un objetivo que, una vez más, niega o da por resuelto el problema real, a saber: la realidad del régimen imperialista, colonialista y fascista de ocupación militar instaurado sobre el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra; problema que moderados y radicales tratan de esconder para desviar la oposición democrática de sus tareas reales.
Una Constitución no se funda en el “proceso Constituyente” sino antes de él. El dictado de los Artículos 8 y 2, y de los demás, no son sino incidentes y consecuencia del proceso constituyente secundario y formal, el cual está dirigido y sustentado por el poder constituyente primario y real, producto del poder fascista e imperialista español y francés. Institucionalistas armados y desarmados niegan así la realidad del régimen de ocupación militar con una versión idealista, formalista y reaccionaria de la política (que en este caso es además fascista), la cual presentan como si consistiera en rituales, gestos y formas institucionales – marginales, derivados y secundarios – en suspensión o levitación que nada tuvieran que ver con los fundamentos del orden de violencia imperialista. Ocultan así el problema real, a fin de ocultar su propio papel y responsabilidad en la desviación de la oposición democrática de sus tareas reales.
El tardío, pasivo y contemplativo “bochorno” de Arzalluz era tan hipócrita como la “abstención” del Pnv en el Referéndum sobre la “Constitución” española en 1978, que buscaba además la recuperación y neutralización del verdadero boycott abstencionista. El régimen fascista y sus Artículos constitucionales no se combaten con bochornos y abstenciones para la galería sino con una oposición estratégica; una oposición que la burocracia Pnv-Eta habían rechazado muchos años antes, incluso bajo el régimen establecido por el Ejército del General Franco en el que se funda todo lo demás.
El Pnv había amañado los pactos de París y de Múnich: preparatorios de la “transición”; y por si eso – y su participación en las “elecciones generales democráticas” españolas de 1977 – no fuera suficiente, aceptó también y reconoció en las Cortes y ante el Referéndum la “Constitución española”: “que no es nuestra Constitución pero que la acatamos por justa y por democrática”, según declaración oficial del Pnv dirigido por el propio Arzalluz. Contando con tales abstenciones, no se necesitan adhesiones.
En cuanto a la “operación retorno” de los “radicales”, ésta había empezado ya en los años sesenta por la penetración del social-imperialismo español entre sus filas, con quienes se unieron en la tarea de atacar y calumniar a quienes denunciaban sus cambalaches de liquidación de la estrategia democrática y nacional, y de colaboración con el fascismo, que entrañaba la “transición” diseñada. A continuación, la entrada primero en las “elecciones pero sin participación en el parlamento”, después en las “elecciones con participación”, luego en la “guerra caliente a la abstención”, la “negociación inevitable”, los pactos y las propuestas etc., eran los escalones de la rendición incondicional y la vuelta a la casa del padre.
La “transición”: que la “oposición” declaradamente española había lanzado muchos años antes, aceleró la integración al régimen establecido y a lo que llamaron “abrir un proceso de paz por vías exclusivamente políticas, democráticas y pacíficas, en ausencia de toda violencia legalizada o de respuesta; con las elecciones, el diálogo, la persuasión y la conciliación como medios de superar los conflictos políticos”, y otras estupideces reaccionarias por el estilo. Es el mismo “estilo” de Arzalluz y del fascismo en general, que los medios de intoxicación de masa imponen todos los días a este sufrido País.
Sin teoría no hay práctica, y sin ideología no hay política. El obscurantismo teórico y la fosilización del pensamiento acarrean fatalmente la incapacidad, la reacción, el subdesarrollo y el inmovilismo políticos, que a su vez inducen la colaboración y la complicidad con el imperialismo, y reducen toda Resistencia ideológica y política a nivel infrastratégico: objetivo axial de la política imperialista. Obscurantismo y represión ideológica durante cincuenta años han tenido por consecuencia la incomunicación, el retroceso y la ruina de la cultura política en este País. El resultado es la adopción tenaz y pertinaz, por parte de los institucionalistas armados y desarmados, de los supuestos más reaccionarios de la ideología que es difundida por la propaganda fascista e imperialista; una ideología que ha quedado implantada en nuestro País de forma generalizada.
Voluntariamente infiltrados y profundamente impregnados por esa ideología, y radicalmente incapacitados para proporcionar la más mínima protección contra la agresión de los monopolios de propaganda y guerra psicológica del régimen de ocupación militar franco-español, o el más rudimentario paraguas teórico para el cada vez más intenso diluvio ideológico que ha acompañado a la consolidación de la dictadura franquista, los institucionalistas armados y desarmados “vascos” se convirtieron rápidamente – bien al contrario – en la más eficaz vía de infiltración, y en la más eficaz correa de transmisión y penetración de la ideología y la política del régimen imperialista en los supuestamente resistentes baluartes de la supuesta oposición democrática.
De este modo, los abertzale “radicales” del “activismo armado”, tras diversas coartadas con las que trataban de ocultar su vergonzante deriva y capitulación electoralista (partiendo en 1977 desde la inicial denuncia de la participación como traición al Pueblo, y pasando luego a la participación “pero con promesa de no acudir a las instituciones”), arrastraron en 1979 a sus seguidores esta vez hasta la urnas imperialistas, y los incorporaron a una mendicante participación en las “instituciones democráticas” de lo que denominan “el Estado”, o sea: en las instituciones totalitarias del Estado ocupante fascista y terrorista que “moderados y radicales” reconocen como suyo, mientras ignoran el propio declarando a nuestro País – en el mejor de los casos – como una “nación sin Estado”. El resultado así obtenido por “moderados y radicales” ha supuesto una catástrofe estratégica para el País: previsible, prevista y anunciada, que ha venido a sumarse a la de la derrota frente al Nazi-Fascismo.
El subdesarrollo cultural, el opio ideológico, la retórica idealista y moralista, la “negociación inevitable”, la liquidación de la democracia interna y externa, la total ignorancia de la esencia misma de lo político, y el sabotaje de las instituciones propias y la participación y “legitimación” de las ajenas, son handicaps insuperables que no tienen cabida en un mundo que no tolera ni perdona debilidades, dilaciones ni tergiversaciones. Sobre tales bases, la Nación se degrada y retrocede sin cesar ante el imperialismo; con la oposición hipócrita y la efectiva complicidad de sus servicios auxiliares locales. Contra lo que éstos pretenden hacer creer, la fuerza y el tiempo juegan fatalmente a favor de las Naciones dominantes: que tienen todas las bazas ideológicas, políticas y económicas en sus manos; y en contra del Pueblo sojuzgado, incapaz de jugar las que le quedan.
Como consecuencia del sabotaje estratégico y posterior ruina política logrados por la supuesta “oposición” periférica, el Segundo Franquismo: legitimado como “democrático” y ampliada su base social tradicional con la incorporación de los “republicanos” y los social-imperialistas – Nacional-comunistas y Nacional-socialistas neofalangistas – españoles a los objetivos del imperialismo fascista, supera en Nacionalismo, agresividad, furor, fanatismo y odio imperialistas y racistas al paleo-fascismo castrense de su fundador. Su “legitimación democrática” se afirma con todo cinismo sobre la base de las “elecciones y mayorías” totalitarias fabricadas por el Nacionalismo imperialista y colonialista español; últimamente, incluso mediante el anunciado recurso a “censos itinerantes” establecidos en “virtud” de la ocupación armada y la colonización. Pero el totalitarismo colonialista es totalitarismo, por formalmente mayoritario que sea.
Todo ello ha sido posible gracias a la colaboración necesaria de una “oposición vasca” sumisa y fundamentalmente recuperada por el imperialismo franco-español; cuyas instituciones en nuestro País – al igual que sus organizaciones político-sindicales colonialistas, que a sí mismas se declaran españolas – los “dirigentes vascos”: con perversa obstinación, siguen reconociendo como democráticas y vascas desde hace ya casi cincuenta años.
En los tiempos en que el régimen fascista se desvivía para atraer a todos hacia lo que los institucionalistas armados y desarmados llaman ahora “vía política, democrática y no-violenta”, los inventores de “la lucha armada, la guerra revolucionaria y el Plan de ocho años de Liberación y Unificación” denunciaban el apoyo y la legitimación del Franquismo que implicaba la participación “electoral e institucional”, frente a “la abstención, única salida válida y mejor postura de lucha”; “nuestra postura es totalmente contraria a la participación” “práctica política de engaño y traición”.
El proceso de capitulación y escalada electoralistas los llevaba a continuación a “la decisión de no participar pero presentarse en las antidemocráticas y antivascas elecciones”, “con promesa formal de no participar en las instituciones y las sucesivas promociones de Diputados, Senadores y cargos locales” “democráticamente elegidos sin perjuicio de la lucha armada y del papel complementario de la lucha de masas”, jugando a democracias y parlamentos con los candidatos y electos declarados del imperialismo oficial. Y finalmente, a declaraciones tales como: “combatir la abstención: un reto para todos”, o “hemos declarado la guerra caliente a la abstención: será carne o será pescao pero no será abstinencia”; “cuanta más participación, más democracia”; “que voten a quien quieran, pero que voten, es una buena cosa para la democracia y una buena noticia para los demócratas”; “llamad artaburu a quien propugne abstención” etc. Habían olvidado ya que los primeros abstinentes: que no votaron nunca en las “elecciones” fascistas tras la “transición”, fueron los que quedaron asesinados en los montes, las cunetas, las plazas de toros y las tapias de los cementerios; los hombres, mujeres y niños reventados bajo las bombas, excluidos para siempre del censo electoral por el imperialismo y el fascismo “incluyentes, democráticos y no-violentos”.
Son todos ellos los temas que unen y asocian, desde hace más de cuarenta años, a todos los partidarios y partícipes del institucionalismo imperialista y fascista: desde el Franquismo tradicional, hasta los valedores armados o desarmados de lo que llaman “vía democrática, política y no-violenta”.
Sin el apoyo decisivo de la organización burocrática y corporativa, “realista-posibilista y activista”; sin la cooperación continuada y obstinada de los institucionalistas armados y desarmados – moderados y radicales: sedicentes “abertzale de derecha y de izquierda”, desde el Pnv oficial a su corolario el Eta – en la tarea de desviar y reducir a nivel infrastratégico la Resistencia nacional en los territorios ocupados del Pueblo Vasco, los monopolios de violencia y propaganda del poder totalitario no habrían podido alcanzar una parte fundamental de sus objetivos, y los más graves y funestos errores habrían podido evitarse. Sin ello, no habría podido el Segundo Franquismo establecerse, mantenerse, consolidarse y desarrollarse como lo ha hecho desde su “transición”.
El sistema de “autonomías”: establecido por el régimen fascista transitivo como mecanismo para evitar el desbordamiento del Estado unitario español por la lucha de los Pueblos sojuzgados, fue el gran triunfo que “moderados y radicales” presentaron al Pueblo, el cual les proporcionaba los ansiados enchufes, prebendas y sinecuras por sus valiosos servicios prestados. De todos modos, la “autonomía” otorgada no les permitía ocultar que “la soberanía nacional reside en el Pueblo español, del que emanan los poderes del Estado y la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los Españoles”. Todo lo cual implica negar: 1/ la Nación vasca, 2/ su Pueblo sojuzgado como titular de un derecho inherente de autodeterminación o independencia, 3/ la imprescriptible vigencia y actualidad de sus conculcados derechos fundamentales y de su Estado ocupado, y 4/ los correlativos imprescriptibles crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad cometidos por el Nacional-imperialismo Terrorista franco-español.
El plan de estabilización del Franquismo (en la situación semi-insurreccional de la “transición” en el País Vasco), y la autonomía-trampa (proyectada e impuesta como medio de confusión, condicionamiento, fijación, contención, represión, desgaste, reducción, manipulación, recuperación y corrupción de las fuerzas populares), venían a substituir a la institucionalización democrática; y permitían modular la represión, dosificar la “reforma institucional”, interponer amortiguadores y cojinetes, y conservar el control de caña y carrete para enganchar, tantear, evaluar, dar o recobrar hilo según el vigor, la debilidad, los sobresaltos y las veleidades de resistencia. Mientras tanto la centralización y la concentración efectivas del poder político unitario garantizaban el desenlace fatal de una “confrontación institucional” de pesca y captura resuelta de antemano.
La “vía democrática institucional” era tapadera y coartada del sabotaje estratégico. “La idea federal de España, los derechos históricos, las disposiciones adicionales y su interpretación ‘auténtica’, el pacto con la Corona, el pacto constitucional entre iguales de Euskadi con España, la libre asociación, y el pluralismo español”, eran el reiterado, variopinto, falaz, absurdo, vacío e irrisorio intento de encubrir y falsear ante la opinión la magnitud de la liquidación estratégica y sus inevitables y catastróficas consecuencias.
La “autonomía” constitucional y legalmente establecida por el Estado español en favor de sus “regiones” es una superchería más: la Ley Orgánica no establece una real autonomía/autogobierno (self-government) sino una habilitación al Gobierno para hacer lo que quiera; y dicha “autonomía” es ante todo una maniobra para proporcionar una cobertura ideológica a los colaboracionistas y cómplices. (Contra lo que pretenden sus beneficiarios locales, ninguna Ley Orgánica ha establecido nunca tal régimen autonómico, cuyas integral precariedad y arbitrariedad formal y real se han evidenciado durante cuarenta años. La reciente “denuncia” de la “re-centralización del Estado” español por parte de los colaboracionistas locales: quienes lo consideran como el Estado propio, es una falsedad y una hipocresía más que no engañan ni impresionan a nadie; menos aún al propio régimen fascista.)
Tales instituciones y servicios auxiliares de la autonomía-trampa son parte activa de la Administración colonial del Estado ocupante al que pertenecen, proporcionándole los cuerpos indígenas – administrativos y represivos – de proximidad que necesita. Totalmente desprovistos de poder político propio, estos órganos administrativos locales: pomposamente llamados “gobiernos” por los Gobiernos de verdad que los han creado, sirven la violencia, el terrorismo y la corrupción constitutivos del régimen colonial. En particular, el reconocimiento del carácter “democrático no-violento” del régimen de ocupación militar que constituyen los Estados imperialistas y fascistas español y francés; la represión de la Resistencia nacional y la administración de la corrupción; la ocultación y el desprecio de la llamativa proporción de abstinentes a participar – a pesar y despecho del asfixiante condicionamiento mediático – en su política de liquidación; la adopción y subsiguiente repercusión al Pueblo de los temas y terminología recurrentes de la propaganda oficial (incluso cuando pretenden o fingen oponerse a ella); el bloqueo y represión de toda real confrontación de ideas, y el planteamiento en su lugar de los “debates” trucados que el poder necesita, suscita y tolera para acreditar su “libertad de expresión” y su “legitimidad democrática”, todas ellas son las verdaderas funciones que les han sido asignadas a esas administraciones “autonómicas”.
Los abertzale “moderados y radicales”: incapaces de denunciar siquiera la descarada presencia de los representantes del Franquismo en la radio-televisión española local (llamada “autonómica vasca”, que invoca al respecto una falsa e hipócrita “ecuanimidad democrática”), unido a sus propios miedos, auto-censura y cohibición ante los insultos y agresividad de los fascistas respaldados por sus tribunales penales franquistas basados en su monopolio de la violencia criminal, han conseguido que se difundan y pasen como una “realidad vasca natural y normal” manifestaciones y actitudes españolas y fascistas que no se corresponden en absoluto con la realidad sociológica y abrumadoramente mayoritaria de nuestro Pueblo.
En todos esos “debates”: mantenidos bajo condiciones fascistas y aceptados como democráticos, los sedicentes abertzale comparten las tribunas de los mass-media con toda naturalidad junto a indígenas renegados y portavoces del Franquismo (en su versión tradicional y en la de sus marionetas Nacional-socialistas de Falange-PsoE, que se pretenden todos ellos “demócratas de toda la vida” repitiéndolo hasta la náusea para lograr su aceptación), y a su lado endosan como propia la posición imperialista fundamental no menos incesantemente repetida: el “régimen democrático español y su estado de derecho” como característica básica del régimen. O sea: el Estado y el derecho imperialistas, fascistas y terroristas de España.
Así pues, tras haber decidido “participar en las
instituciones [fascistas] como una inevitable necesidad para poder decir algo en
este País”, nos encontramos finalmente con el “brillante” resultado de que no
decir nada – en realidad algo mucho peor, puesto que deben decir lo que el régimen fascista quiere que se diga – es la inevitable necesidad que los colaboracionistas
asumen “para poder participar en las instituciones”.
El inicial tremendismo y maximalismo “revolucionario” ha dado paso finalmente al pregonado realismo-posibilismo-minimalismo de la colaboración moderada y radical, que es en realidad el abandono nihilista de la oposición política al imperialismo. (Como principio estratégico, el minimalismo es una estupidez; también lo son el maximalismo y el “medievalismo”.) A fin de justificar todo ello, el sofisma de composición sigue prestando buenos servicios a los adeptos incurables de la ideología dominante: “Cuando ya obtener el menos cuesta tanto, y no está todavía a la vista, ¿cómo se podría a fortiori obtener el más? Querría yo que se me explique, pero no oigo respuesta que valga”. En realidad quien eso afirma: apologista converso desde el maximalismo armado al minimalismo desarmado, no quiere “que se le explique”. Lo que él quiere es que se lo explique el Eta, o el Pnv; lo cual es imposible. Como tantos otros, no oye lo que no quiere oír.
Veamos. Ciertamente, no hay relación constante y unívoca que pueda establecerse a este propósito; no obstante (y en contra de lo que plantean sofismas y máximas del tipo: “quien puede lo más, puede lo menos; quien no puede lo menos, no puede lo más”), en cuestión de estrategia política es frecuente que quien puede lo más, no pueda lo menos; y que quien no puede lo menos, pueda lo más. Y es que la substitución mecánica y lineal de los principios propios de la estrategia política por otros, ajenos a ella, llevará siempre a los mismos extravíos. Ello es así porque la mutua implicación e interacción constitutivas de fines y medios dentro de una estructura estratégica: y por tanto las curvas de movilización y efectividad obedecen a principios que son – no nos atrevemos a decir dialécticos, que ahora eso está muy mal visto – digamos esencialmente diversos de los aplicables a la cesta de la compra.
Es decir: toda política implica una estructura estratégica de fines y medios, la cual produce, conserva, modifica o realiza socialmente la relación de fuerzas en que está fundada. Sólo la modificación estratégica de la relación de fuerzas en favor de las clases populares constituye la realidad del progreso político. Medios y fines estratégicos se implican y constituyen mutuamente: los fines constituyen los medios; la profundidad de los fines condiciona y produce la extensión de los medios. Es por ello que las Naciones sólo se movilizan para fines que merecen su esfuerzo. La independencia nacional es un fin que, en las condiciones de una ocupación imperialista y colonial, encuentra dificultades naturales para la constitución/agregación de medios: ya sea en Irlanda, como en Argelia o en las colonias americanas (donde el terrorismo de los colonos y los Padres Fundadores dio origen a los actuales USA); sin embargo, el abandono de ese fin implica la liquidación de la política y la ideología democráticas, del derecho de autodeterminación y de la política de libertad nacional.
Del mismo modo, el Pueblo Vasco se movilizará, tal vez, con análoga dificultad por la restauración de su Estado histórico frente a la ocupación, la dominación y la colonización Nacional-imperialista franco-española; pero no se movilizará nunca por un Departamento francés con un Prefecto, o por una falsa “autonomía” otorgada, regional y provinciana española. Los Pueblos sólo se movilizan por grandes causas y, en todo caso, por la Libertad; no lo hacen por humillantes platos de lentejas.
Pero el apoyo que el corrupto Colaboracionismo presta a los sucedáneos ofrecidos por el imperialismo confunde y demoraliza al Pueblo, y conforta las posiciones imperialistas como “democráticas”. A partir de ahí, y contando con tan buenos oficios, ni siquiera la manifestación de una voluntad de independencia quasi-unánime en el Pueblo sojuzgado bastaría para alterar la determinación imperialista en calificarla y reprimirla como aberrante agresión contra “la Constitución y la voluntad mayoritaria del Pueblo español [o francés]”: ficción ideológica que, ocultando su génesis e imposición imperialistas y genocidas, está basada en un constructivismo mitológico en petición de principio que consiste en la postulada negación los Pueblos dominados, y que los funde como partes alícuotas de la “nación” totalitaria.
En consecuencia, el fatal destino del colaboracionista y el oportunista indígena – tanto “moderado como radical” – es reforzar, “cumplir y hacer cumplir las leyes de la democracia, que son iguales para todos”, o finalmente verse denunciado por el régimen como delincuente si no lo hace así. Por lo que respecta a la zona del País bajo ocupación francesa, la idea absolutista francesa de Nación, identidad nacional y Estado siendo la que es, no hay para los Pueblos anexados otra salida que su completa liquidación y por tanto la negación de ellos es total. Puede que los Españoles intenten engañar a sus dominados mareándolos con su “pluralismo”, sus “autonomías” y otras gilipolleces, pero ciertamente no así los Franceses. De hecho, ya la “Revolución” había honestamente clasificado la Lengua Vasca (Pueblo no hay) como Lengua extranjera.
Entretanto, la alteración de la base sociológica (mediante la movilización, reorganización, radicalización y potenciación de las colonias de población; mediante la multiplicación del número y la acción de los Renegados; y mediante la destrucción sistemática de los caracteres nacionales y ante todo de la Lengua a través de colonización, alienación y deculturación etc. de nuestro Pueblo) prosigue su labor al servicio del objetivo criminal de siempre: la sumisión y liquidación de los Pueblos sojuzgados.
Bajo la ocupación imperialista y fascista sólo caben dos Partidos reales: el de la integración al poder dominante, y el de la Resistencia. Mientras los títeres y auxiliares ideológicos “moderados y radicales” juegan – los unos desde siempre, y los otros desde 1979 – a democracias imaginarias, el bulldozer Nacionalista, Fascista e Imperialista prosigue día a día su obra de demolición; el rodillo económico, político, racial, lingüístico y cultural de la apisonadora colonial avanza a paso de gigante hacia la completa destrucción de los Pueblos sojuzgados.
En tan favorables condiciones, la hipocresía y audaz desvergüenza de los fascistas no conocen límites: con la colaboración y amplificación que le proporcionan las “instituciones autónomas”, al amparo de sus monopolios mediáticos, y con la cobertura de su monopolio de la violencia, que reprime toda libertad de expresión y garantiza a sus agentes poder hablar sin contestación (por eso y para eso son también fascistas), el régimen neo-Franquista distorsiona la realidad y difunde su ideología de odio y opresión por la sociedad entera alcanzando caracteres de ultranza, estupidez e incluso alienación mental generalizada. La forzada y mecánica insistencia con que repiten “democracia, libertad, paz, no-violencia” y demás palabras-clave de la moderna retórica fascista, es expresión del cinismo interno y de la hipocresía externa de sus representantes.
Gracias a la corrupción, la incapacidad y el colaboracionismo de “los moderados y los radicales vascos”, el Fascismo y el Imperialismo franco-español han impuesto en nuestro País un mundo ideológico al revés donde el Fascismo es “libertad y democracia”, y donde toda oposición al verdadero Fascismo es calificada de “fascismo”; donde toda Resistencia al Nacionalismo imperialista se describe como “nacionalismo”; toda Resistencia al Racismo dominante es “racismo”; toda Resistencia a la Agresión y el Monopolio de la Violencia criminal es considerada “violencia”; y donde es “terrorismo” toda Resistencia al Terrorismo de Estado.
3. – Crítica democrática del activismo infrastratégico y su ideología
La crítica democrática de los atentados ha puesto siempre de manifiesto el contenido real de esta forma de “activismo” radical-populista, que se manifiesta ante todo en la cuestión de la violencia y el terrorismo. En suma, el “activismo” del grupo Eta ha mostrado la realidad de sus implicaciones legales e ilegales, y de sus fundamentos, motivaciones, actividades y resultados, los cuales apenas cabe aquí sino enunciar y denunciar como consistentes en:
– El fracaso necesario y las inevitables consecuencias de una “política” sin base estratégica. La indefensión ideológica y política de las fuerzas democráticas vascas ante el Terrorismo y el monopolio de la Violencia criminal de los Estados ocupantes, como resultado de cincuenta años de sabotaje estratégico por “la vía institucional y la lucha armada”. La ausencia de condiciones generales para la lucha armada y la guerra revolucionaria, y las inevitables consecuencias de jugar a esas cosas cuando no se tienen medios para ello. [Ejército vs. comandos; Terrorismo de Estado vs. atentados.] El enorme coste social, humano, económico y político de los atentados, exorbitante de sus resultados. El catastrófico derroche de vidas, energías y recursos que ninguna estrategia política puede permitirse inutilizar, con una base constantemente diezmada por la cárcel, la muerte y el exilio. La suicidaria “espiral de violencia y acción-reacción”; con el desarrollo de la violencia, la acción y la reacción fascistas como resultado. Su efecto permanente de inhibición, blocaje, sabotaje, reducción, degradación y destrucción de las virtualidades estratégicas reales y del fundamento mismo de la implementación estratégica, con cincuenta años de involución ideológica y política como resultado.
– La retórica de “guerra revolucionaria, lucha armada y comandos”, esperando así que la inflación verbal substituya a los hechos; pero no basta jugar con las palabras para que las cosas correspondan a lo que se las llama, y para que la caricatura y la pantomima se conviertan en realidad. El nuevo y “revolucionario” concepto de “guerra”, dotado – según los teóricos radicales – de comprensión fija y extensión variable, se estira y se encoge como la tripa de Jorge; lo cual permite llamar “guerra” a todo lo que quieran, poniendo patas arriba toda la teoría de la guerra y, de paso, la lógica formal. Es un intento lógica y políticamente desesperado de confundir las ideas, y de seguir ocultando tanto la realidad de lo que implica la guerra revolucionaria, así como las condiciones ineludibles de la acción política. Atentados y guerra se excluyen mutuamente: si hay atentados, no hay guerra; si hay guerra, no hay atentados. La distinción cardinal entre guerra/lucha armada y atentados es substituida por ellos mediante la inocua distinción entre “atentados frecuentes y ocasionales (noizpenkako)”.
– La “incapacidad” para integrar política y “lucha armada” lleva siempre a convertir la cuestión política en cuestión interna de la “lucha armada”. La correlativa teoría – tan falsa como pedante – de “la política como continuación de la guerra con otros medios” tiene consecuencias inevitables y funestas.
– La falsificación romántica de los modelos históricos invocados, y las superficiales analogías a que se remiten sus ideólogos y promotores. Los atentados se muestran como un producto infantil, retardatario, refractario, reductor y reaccionario de la espontaneidad popular ascendente, que no encuentra cualificación ni definición ideológico-políticas. Su aparición y permanencia se explican como consecuencia y cobertura de la debilidad y la incapacidad políticas; y su función, como válvula de escape y de seguridad ante peligrosos desbordes de energía: siempre posibles en las condiciones del régimen de ocupación. La función gratuita de provocación, estímulo y “justificación” del fascismo que cumplen los atentados, y las facilidades así otorgadas a ese régimen; las cuales han llevado a la hipertrofia – sin compensación – de los monopolios de propaganda, Violencia y Terrorismo de Estado. De este modo, las tradicionales provocaciones gubernativas: para justificar la extensión y la intensificación de la represión y el Terrorismo fascistas, han sido aquí superfluas y totalmente innecesarias.
– La gastada versión de retirada ideológica, “la excitación, la concienciación o la propaganda por la acción”, que sirven de coartada, de encubrimiento, de salida de escape y de falsificación del fracaso de “la lucha armada y la guerra revolucionaria”. La espera milenarista en “la negociación inevitable”, congelando así el proceso de conseguir la adaptación de las fuerzas populares a la realidad política.
– Su confusión entre la estrategia y la táctica, que lleva a la inevitable subordinación de la estrategia a la táctica y termina siempre reforzando la estrategia y la táctica del poder de facto. Quien carece de estrategia propia hace siempre, por defecto, la estrategia del presunto adversario. Las consecuencias son inevitables.
– Su funcional e irremediable incapacidad y oposición fundamental ante todo intento de plantear la realidad política; su negación permanente de toda salida política real; su abandono de toda pretensión de oposición estratégica de masas, en la que en verdad no han creído nunca y cuya virtualidad han hecho todo lo posible por destruir. Su voluntad real y profunda de seguir como hasta ahora: engañando, diezmando, desangrando, explotando, debilitando y demoralizando al País por cuenta propia. La incoherencia formal de las “actividades complementarias” de su pretendida guerra revolucionaria: “vía institucional, elecciones, manifestaciones, huelgas generales, y huelgas de hambre ilimitadas o simbólicas”, tan destructoras, costosas, imaginarias, vacías y reaccionarias como repetitivas; las cuales revelan la conciencia real de sus promotores ligada a la apología del régimen y a la voluntad de mantener en la incapacidad política a las fuerzas populares. Las (sólo unilaterales) “treguas temporales o definitivas”, destinadas a ocultar y utilizar el fracaso, el agotamiento y el derrumbe de “la lucha armada y la guerra revolucionaria”. Los promotores de “la lucha armada y la guerra revolucionaria” descubren: a su costa y a la de los demás, los inconvenientes políticos e ideológicos y las inevitables consecuencias de jugar a estas cosas cuando no se dispone de los medios necesarios para ello.
– La ausencia total de perspectiva y proyecto y de toda iniciativa o concepción no condicionadas, dirigidas o provocadas por el régimen imperialista. Los sucesivos “planes estratégicos de liberación, unificación o pacificación de uno, ocho, doscientos o de mil años, para el siglo XXI o para el próximo milenio”, que no pretenden siquiera modificar el “déficit político” de este País sino proseguir el engaño y ocultar la vaciedad del “plan” precedente, que es inmediatamente olvidado tras el anuncio del siguiente. Los “ofrecimientos históricos”, después de cuarenta años sin “descubrirlos”. [La escalada invertida de objetivos estratégicos. Los inagotables procesos y marchas a la independencia, que van a empezar siempre “después de las próximas elecciones”.] “Este país se ha puesto en marcha y nadie lo va a parar.” “El año que viene celebraremos aquí la independencia.” “Una nación va a nacer.” Afirman que “nuestra misión como líderes es mostrar al pueblo las soluciones para salir de esta situación”; pero su misión es proporcionar a sus seguidores la dosis diaria de droga y engaño que les haga olvidar la miseria ideológica y política a que ellos los han condenado.
– La programación de actividades puntuales y juegos pueriles destinados a entretener, desviar, recuperar y consumir la energía espontánea que no encuentra salida política. La substitución de la efectividad por el efectismo; de la realidad por la apariencia; del movimiento por la agitación psicomotriz: disfraz, instrumento y consecuencia de la liquidación estratégica. La necesidad de persistir en los atentados no para proseguir la “lucha armada” sino para ocultar su fracaso y mantener la adhesión corporativa; para desviar la atención de la permanente y fundamental realidad política de sojuzgamiento; y para encubrir o justificar la participación constante en las “instituciones”. La “incapacidad” para encontrar un sustitutivo que permita la reconversión de una organización que no se ha calificado e implantado nunca sino por referencia a la “lucha armada”, es decir: los atentados en las condiciones del imperialismo.
– El vacuo engañabobos de Lizarra-Garazi: ejercicio de prestidigitación, compendio de ilusiones y resultado “práctico” de cuarenta años de “vía institucional y lucha armada” a costa de los derechos y libertades de los Pueblos. La progresiva pero inevitable conversión del maximalismo belicista en minimalismo reformista-institucionalista bajo dirección, presión e iniciativa del régimen de ocupación. Las constantes populistas: demagogia, oportunismo, engaño y sugestión euforizante y alucinatoria, siempre a costa de los pacientes más debilitados o infantilizados. El corporatismo, el sectarismo, el burocratismo, el dirigismo y el elitismo congénitos del movimiento. El sacrificio permanente de la base popular en aras de la ambición mezquina, la corrupción, la incompetencia y la vanidad de esos líderes o portavoces oficiales.
– Las sucesivas campañas de embaucamiento colectivo; las continuas operaciones de recuperación, participación y movilización de tontos útiles, con el reclamo de los cada vez más frecuentes “planes y proyectos comunes” desprovistos de todo sentido político, pero útiles para ocultar la falta total de voluntad y capacidad de proponer nada que se parezca a una solución real. La demanda de un “debate entre todos”: entre todos los que digan lo que ellos quieren. La defensa de “una prensa libre y abierta para todos”: para todos los que digan lo que a ellos les conviene. El “frente nacional y la unidad abertzale con participación de todos”: como tapadera de la inclusión de todos ellos y la exclusión de todos los demás, y del sabotaje y la destrucción de las condiciones ineludibles de la alianza estratégica frente al imperialismo; con el resultado efectivo de la mayor división y la más completa incomunicación que nunca han existido en la base política del movimiento abertzale.
– La producción continua de “sucesos, incidentes, saltos cualitativos y oportunidades históricas”, a fin de seguir engañando a sus indefensos prosélitos y hacer olvidar el tiempo que pasa, la opresión que perdura, y los cincuenta años de callejón sin salida en que los protagonistas de “la vía institucional y la lucha armada” han metido al País; a fin de seguir participando activamente en la chapuza constitucionalista y autonomista, colaborando en la propaganda del régimen “democrático con déficit”, y cooperando con él para impedir toda libertad de expresión y de crítica: libertad que es incompatible con su propio proyecto corporativo y su propia propaganda.
– La proclamación – renovada a cada momento – de que “éste es el momento de establecer un proyecto de autodeterminación y construir una estructura política entre todos los Vascos, sin chapuzas autonomistas y constitucionalistas, como ellos nos proponen desde hace veinticinco años”. Pero ese “proyecto o anteproyecto de autodeterminación” es tan vacío, falso y demagógico como tardío. El derecho de autodeterminación es una cuestión estratégica permanente que la oposición “radical” del Eta sabotea desde hace cincuenta años. Ésta basa su “estrategia” en “la lucha armada y la guerra revolucionaria”, combinada después con “la negociación inevitable”, “la vía institucional”, el electoralismo fascista y “las huelgas generales, de hambre o testimoniales”, para acabar llegando al “diálogo” y a la espera de “un político de talla en el gobierno español, que devuelva la libertad y la dignidad a este país”: tan prolífico en políticos de talla que lo han llevado a seguir a majaderos y aprovechados de este calibre como única solución. (Por otra parte, no son ellos los que “en este momento” han decidido cambiar de comportamiento y lanzar tales proclamas: es el fascismo en el poder el que no les deja continuar como hasta ahora. Un descuido por parte de éste, y la vuelta a las andadas sanaría de inmediato las frustraciones institucionalistas.)
– El verdadero contenido de una propaganda y una agitación que sólo buscan ya, como finalidad suprema, preservar la permanencia y los intereses de la Organización, la reducción en su propio servicio de la empresa nacional a la que ellos dicen servir, y la vinculación cada vez más estrecha con el sistema imperialista y fascista de dominación del que su existencia depende.
– La funcional inversión de la realidad, en la que las cuestiones sociales fundamentales son presentadas como parte complementaria, subordinada y derivada de la cuestión de organización, y en la que los fines y medios de ésta ordenan, preceden y rigen los de aquélla. La función auxiliar, complementaria, logística y de manifestación que se atribuye al movimiento de masas. La afirmación de la incapacidad ideológica y política de las fuerzas populares, lo cual es la “consecuencia tautológica” del postulado que han establecido de su propia organización como élite, vanguardia y agente ideológicos y políticos. El advenimiento espontáneo o milagroso del “acontecimiento capital de los últimos cuarenta años”, “la nueva resistencia vasca que iba a sacar de la postración, la inconsciencia, el letargo o el sopor colectivos a un Pueblo embrutecido, vencido, rendido y sumiso, completamente alienado y en vías de asimilación total”. Los logros y hazañas no menos prodigiosos que siguieron y que abarcan cuanto de positivo se ha producido en este País: desde “la restauración de la voluntad y la conciencia nacional perdidas”, hasta la “creación” de los ikastola. La coincidencia con la técnica fascista de la “reducción a Eta” es completa: la actual represión fascista basada en el “todo lo que se hace y todo lo que hay aquí es Eta” es sólo la recuperación tardía de un lugar común de la propaganda “radical”, que ahora se vuelve en sentido contrario.
– La falsificación de la historia de cuarenta años, a fin de sostener “el resultado positivo de la lucha institucional y la lucha armada”, y de ocultar la catástrofe real y el callejón sin salida en que han metido al Pueblo que dicen servir. La suplantación delirante de los datos socio-políticos más evidentes: “toda la clase obrera de España está con nosotros”, “la libertad del Pueblo Vasco era una utopía, pero ha dejado de serlo ahora que los socialistas han ganado las elecciones en Francia y en España”. [Con el Gal, el destierro de los prisioneros y las extradiciones como resultado.]
– La pérdida de credibilidad y el descrédito que el fracaso constante y permanente arroja sobre la política de liberación nacional; la congelación de su expansión, limitada a las zonas políticamente subdesarrolladas; y la demoralización inevitable de las masas invariablemente frustradas y burladas. El derrotismo originario y permanente de la “movida radical”, que no cree ya en política de liberación ninguna y que niega – por “irrealista y utópica” – toda alternativa al régimen político fascista; un régimen que ha aceptado como cuadro regular y permanente de vida. Todo ello, junto con la inevitable y cada vez más difundida conclusión de que aquí no hay nada que hacer fuera de las habituales manifestaciones y pataletas: brillante resultado de cuarenta y tantos años de “concienciación y excitación”.
– La denuncia del “déficit democrático” que presenta “una democracia donde se tortura en las cárceles y en las comisarías”, y del “peligro para la democracia” por las “medidas antidemocráticas” de un “estado de excepción”. Igualmente, la denuncia de “gravísimos ataques a las libertades de expresión y asociación”; denuncias que por lo tanto no excluyen sino que implican el “democratismo” fundamental del régimen establecido. El pretendido “estado de excepción” y el “déficit democrático” que ellos “denuncian” en el régimen actual implican el reconocimiento de su normalidad democrática: no puede haber “ataques” sin normalidad previa, y sólo una normalidad democrática puede tener excepción y déficit democráticos. (Un “déficit democrático” que – por cierto – descubren cuarenta años tarde, sólo cuando los “nuevos atentados a tan importantes libertades” les afectan también a ellos.) Pero no se trata aquí de “déficit democrático”, ni de “régimen de excepción”. El régimen imperialista y fascista es lo que es y lo que siempre ha sido, y no tiene nada de democrático ni de “deficitario”: a pesar de los esfuerzos ininterrumpidos de moderados y radicales para acreditarlo como tal. El comportamiento del régimen no tiene nada de irregular ni de excepcional: es la continuación lógica, legal y correcta de un proceso político y jurídico que ellos han contribuido decisivamente a conservar y desarrollar. Son ellos los que llevan cuarenta años pregonando lo contrario o cultivando ilusiones al respecto.
– La “exigencia de libertad y democracia” bajo el imperialismo, que ellos formulan, consiste en la apología de un régimen que suprime por la violencia toda realización democrática y todo ejercicio de los derechos fundamentales; y que determina, incluye y excluye los sujetos de derecho y reglamenta a su conveniencia todo comportamiento político. La “denuncia de las infracciones contra la libertades democráticas” es la negación constante del fundamento fascista e imperialista del régimen imperialista, y el reconocimiento abierto de su “normalidad democrática”.
– Su “incapacidad” para conocer y reconocer el carácter antidemocrático del régimen imperialista: que ellos han reforzado con su participación, y que no pueden denunciar sin las reservas y precauciones con las que esperan preservar algo de las ventajas que una larga cooperación les ha permitido disfrutar. Su “firme voluntad de profundizar en la democracia”, que es una cínica apología del régimen fascista. Hablan de democracia, de nación, de autodeterminación; pero reconocen: con inaudita obstinación, la fundamental “legitimidad democrática y no-violenta” del régimen fascista de ocupación militar.
– La pretendida crítica del fascismo y el imperialismo, que son descritos como “centralismo jacobino”, “régimen fascistoide de Euskadi Sur”, “régimen xenófobo que ya es fascismo apenas camuflado en Euskadi Sur”; de la “involución democrática, que en el sur de Euskal Herria ya es alarmante”; y de “los paralelismos entre lo que históricamente se ha dado en llamar un régimen fascista y el sistema aznarista actual”: críticas que implican una insidiosa negación del real, completo y no camuflado régimen fascista e imperialista franco-español.
– La “defensa de los derechos y libertades de todos”, es decir: de los derechos y libertades de ellos, y la negación de los de los demás. En cambio, la ilegalización de los “radicales”: “acontecimiento capital y decisivo”, los ha llevado al “descubrimiento” del carácter “parcialmente fascista e incompatible con la democracia” del régimen constituido sobre la ocupación armada, y a poner en entredicho el “régimen democrático” franco-español; algo que doce siglos de guerra y ocupación no habían conseguido que percibieran, y que el “radicalismo abertzale” generosamente pasaba por alto. (La reciente constatación de que el régimen “democrático” – que ellos han consolidado y “legitimado” con sus votos y otras formas de participación – está ya en disposición de acabar con sus privilegios, los hace derramar lágrimas de cocodrilo. Pero si el fascismo español cree que no necesita ya de sus servicios para hacer imposible toda estrategia democrática, y en consecuencia ha decidido acabar con sus privilegios, ello ciertamente no sucede porque los beneficiarios no hayan hecho todo lo posible por conservarlos.)
– La pretensión formal de hacer compatibles “la lucha armada y la guerra revolucionaria, con la participación en las instituciones, el diálogo y la negociación como única vía de solución al conflicto, en el más completo respeto al ordenamiento jurídico vigente”. [Condiciones estratégicas de la oposición legal e ilegal.]
– La mentira y la falsificación de las ideas, como único medio para seguir indefinidamente engañando a las masas en las condiciones del régimen de ocupación, y para remediar el desconcierto, la demoralización y la pérdida cuantitativa y cualitativa de su base social. La paralela contribución a la propaganda monopolista del imperialismo; lo cual incluye la difusión espontánea, gratuita y sin contrapartida de la propaganda dominante así como de las “aportaciones” de cuantos fascistas notorios puedan presentarse, pero excluye todo cuanto los ideólogos “radicales” son incapaces de afrontar, proporcionar o atribuirse.
– La irremediable y hortera indigencia teórica, la irracionalidad y confusión de la propaganda “radical”, cuyos propagandistas confunden descomposición, confusión, demagogia y pedantismo pseudo-intelectuales, con desarrollo teórico. La destrucción del sentido crítico, el obscurantismo, el carácter caótico, equívoco y reaccionario de sus referencias “intelectuales, metafísicas o científicas”, ya sean “fascistas o marxista-leninistas”: características del subdesarrollo cultural bajo el despotismo imperialista, y muestras insuperables de la ruina teórica por el falso intelectualismo. El elitismo y la militarización del pensamiento, como consecuencia de la pretendida militarización de la política. El plagio y la degradación de las ideas, como consecuencia y tapadera del permanente e insubsanable subdesarrollo de la ideología activista. La constitutiva mala fe y la consiguiente “ignorancia” y falsificación de la realidad o el pensamiento políticos, por cuanto no cuadran con los presupuestos de “la lucha institucional y la lucha armada”. El acuartelamiento y secuestro de la información, la cultura y la comunicación, que han llevado a la liquidación ideológica abriendo las puertas a los agentes ideológicos del fascismo y del imperialismo: “nosotros sólo hablamos con organizaciones” (españolas).
– El reverencioso complejo de inferioridad ante las fuentes y corrientes “culturales” de las naciones dominantes, y la importación del pensamiento reaccionario español y europeo. La consiguiente incurable permeabilidad a la infiltración y la impregnación ideológica por el imperialismo. Desde su fundación, el Eta y la sedicente “izquierda abertzale” han estado cerrados a toda crítica democrática pero ampliamente abiertos a la propaganda imperialista y fascista: desde el primer momento han colaborado con la propaganda oficial, el partido español y los servicios auxiliares locales para terminar con la libertad de expresión, crítica y comunicación. Ocultar el proceso de liquidación estratégica; hacer imposible todo intento de informar a la opinión pública sobre su sentido y consecuencias; ocultar las condiciones y el contenido posible y necesario de la reconstitución política; y asegurar una propaganda que sólo pueden mantener hablando solos, al amparo del monopolio fascista de información o desinformación: tales son los fines de su actividad propagandística.
– La adopción del vocabulario y los conceptos generales de la reacción imperialista: “nacionalistas, socialistas, unionistas, democracia, violencia, policía nacional, Español/Castellano-Gaztelera-Gaztelania” etc.; lo que constituye un paso atrás manifiesto en la ideología democrática. (Es sintomático de la capacidad de expansión de la ideología española, difundida por medio del grupo Pnv-Eta, el hecho de que el viejo truco ideológico de la “distinción Español/Castellano-Gaztelera-Gaztelania” se use ya en la zona de ocupación francesa, donde no ha existido nunca y donde su correspondiente “Francés/Franciano” tampoco ha logrado penetrar.) La contribución a la difusión de lo que llaman Euskañol al servicio de su propaganda, cuyo macarrónico vocabulario busca la substitución de la lengua nacional: el Euskara, por una jerga que se piense y se entienda en Español y por los Españoles.
– Los despropósitos teóricos que, durante cincuenta años, los ideólogos “radicales” del Eta han aportado al conocimiento popular o científico; los cuales son de tal calibre que no pueden explicarse solamente por su incompetencia y charlatanismo individuales sino por las condiciones de sectarismo, autoritarismo, dogmatismo y obscurantismo en que realizan su “labor”. Gracias a la prensa radical, se ha llegado a descubrir – hasta en Getaria – que “Magallanes llegó a Sevilla después de dar la vuelta al mundo”. El mundo teórico “radical” es un espacio sectario de monopolio ideológico, relativamente cerrado y autosuficiente, donde se produce y se reproduce autónomamente el mundo exterior. Tiene sus propias fuentes y sus propias garantías, todo lo demás es irrelevante para sus pobladores.
– La aplicación del “método dialéctico” y la recusación de “los mismos metros” para épocas diferentes: negación de la historia como totalidad científica. La “explicación analógica” de un proceso histórico de causa-efecto (tal como la relación entre base-organización) mediante una recurrencia de reproducción biológica (la relación de la gallina y el huevo). La “demostración matemática” de comportamientos sociales, que ha hecho recular de forma inaudita los límites de la certidumbre lógica en las ciencias humanas. La “ley fundamental” de viabilidad del bilingüismo por la condición de ignorancia sectorial en la comunidad lingüística. El ya referido “concepto de guerra con comprensión fija y extensión variable”: aportación “revolucionaria” sin precedentes a la teoría de la guerra y a la lógica formal desde sus orígenes.
– La proliferación de dualismos y pluralismos ideológicos ha destruido en la teoría y en la práctica la totalización ideológica y política de la realidad que se pretende afrontar. El tristemente célebre dualismo “clase-nación/social-nacional” ha sumido a “la derecha y la izquierda abertzale” en permanente confusión-depresión mental, y fabricado tránsfugas y renegados a chorro continuo. Los “frentes obrero, nacional-cultural, político y militar” son su consecuencia. Para compaginar su inepcia teórica con la pretensión de vanguardia intelectual, los “intelectuales” Pnv-Eta habían ya proclamado, hace cincuenta años, que esta cuestión “no podía aclararse en nuestro tiempo”. Han constituido así en principio “científico”, en una “incapacidad contemporánea universal”, su propia incapacidad para resolver el “dualismo clase-nación/social-nacional”, condenando a la humanidad a las más negras e irremediables tinieblas ideológicas y políticas por tiempo indeterminado. No hay peor dogmatismo que el dogmatismo obscurantista.
– El dualismo hipostático entre derechos y sujetos “individuales y colectivos” no es privativo de este País; pero se encuentra particularmente extendido entre sus “intelectuales”, ideólogos y políticos moderados o radicales, y constantemente presente en su propaganda y en sus “asociaciones de derechos colectivos”. Sirven con ello las campañas de mistificación de los ideólogos españoles, que recurren con frecuencia a este truco de embaucamiento “colectivo”.
– La oposición dualista de la teoría y la práctica, con la correspondiente, absurda e hipócrita escapatoria “anti-intelectual y anti-teórica”. La afirmación de que “lo importante es hacer” (de tradicional raigambre en los ámbitos política y culturalmente subdesarrollados), trata de esconder el propio, inevitable, impresentable e inconfesable supuesto teórico que mantienen los adeptos a la tesis de la “acción radical”. La “incapacidad” para articular los medios “legales e ilegales” de oposición política es inherente a la ausencia total de referencia estratégica. La directivas “prácticas” de “todo vale, eso también, y bietan jarrai” son consecuencia de la decomposición ideológica y política que la ausencia total de integración estratégica acarrean.
– La separación ideológica de “derecho y política”, con todas sus inevitables y funestas consecuencias. Con la liquidación de la “amnistía” y la extensión incesante de la represión administrativa y judicial, se han creado las condiciones para la influencia creciente de los “especialistas-juristas” sobre los “comisarios”. La resultante prelación de la parte “jurídica” sobre la totalidad política, es también la substitución de una estrategia y una táctica políticas: inexistentes, por una estrategia y una táctica “jurídicas” imaginarias; y del derecho real, por el formalismo y el normativismo “positivistas” de España y de Francia. La substitución oportunista de las ideas y los objetivos políticos, por conceptos y fines de “derecho jurídico”, producen el descrédito de lo “político” y la apología del “derecho positivo” español. Hay política sin derecho (afortunadamente para el oprimido), pero no hay derecho sin política. Todo intento de oponer el “derecho” imperialista a la política imperialista es un despropósito teórico: una ilusión reaccionaria de inmediatas consecuencias prácticas.
– Su concepción auxiliar, equívoca y estrecha de la “política” los lleva limitarla a la actuación de los órganos ejecutivos; a presentar el legislativo y la judicatura como “apolíticos”; y a reducir la cuestión del imperialismo, el fascismo y su antagónico: la democracia, a una mera cuestión interna de “separación de poderes” dentro del Estado imperialista. Es siguiendo esta concepción como llegan a afirmaciones tales como: “La izquierda abertzale pone en duda la imparcialidad de los jueces [españoles]”; denuncia “las presiones políticas que el gobierno [español] ejerce sobre los jueces [españoles]” (las cuales alteran al parecer la supuesta inclinación de éstos a defender la justicia democrática internacional); y presenta los jueces Nacionalistas y fascistas españoles y franceses – en oposición al Ejecutivo – como celosos defensores de los derechos humanos en general y de la libertad de los Pueblos en especial.
Pero, bien al contrario, los órganos legislativos, ejecutivos o judiciales del régimen imperialista coinciden espontánea y plenamente sobre el tratamiento a aplicar a las fuerzas democráticas de los Pueblos ocupados; y a este respecto, las supuestas diferencias y contradicciones entre sus órganos internos son una fábula reaccionaria y una apología del régimen fascista de ocupación. Los jueces no necesitan lecciones ni presiones de nadie para participar en la represión de la libertad de los Pueblos y de los derechos humanos en general. Todo intento de oponer: dentro de un régimen imperialista de ocupación militar, el poder político al poder judicial es un dislate teórico y práctico.
La separación de poderes tiene por condición de nacimiento y vigencia la contradicción entre fuerzas antagónicas en las luchas sociales, y el imperialismo es la lucha de clases a nivel internacional; todo lo cual estos agentes “vascos” ignoran/ocultan. De hecho, la primera Constitución en la que se estableció el principio de la separación de poderes entre las ramas legislativa, ejecutiva y judicial de un gobierno: la Constitución de Pylyp Orlyk para Ucrania promulgada en 1710 (por tanto anterior en 38 años al ‘Espíritu de las Leyes’ de Montesquieu; en 77 a la Constitución de los Estados Unidos; y en 81 a la de Francia), proclama en su Preámbulo la necesidad de mantener la independencia del nuevo Estado frente a Rusia y frente a toda explotación extranjera, y de garantizar la inviolabilidad de las fronteras.
El poder imperialista es el poder imperialista, y seguiría siéndolo con “base jurídica” o sin ella, con “separación de poderes” interna o sin ella, con jueces “independientes” o sin ellos. La afirmación de la “separación de poderes” interna del imperialismo: como supuesta garantía democrática, muestra la “incapacidad” – real o de mala fe – de “moderados y radicales” para comprender la política imperialista como una cuestión internacional, irreductible al “centralismo, el jacobinismo o a la falta de separación de poderes” internos del Estado ocupante; a lo cual ellos se empeñan no obstante en reducirla. Todo ello es el abandono de los conceptos, principios y criterios fundamentales de la libertad y la democracia de los Pueblos sojuzgados, que ellos substituyen por los supuestos internos y formales del régimen totalitario dentro del cual siguen situando y entendiendo el “derecho del Pueblo Vasco”.
En este desvarío los defensores de la “separación de poderes” dentro del régimen imperialista protestan – simultánea o sucesivamente – contra los “malos” ejecutivos que se imponen a los buenos legisladores y a los buenos jueces, si es que no son los malos jueces quienes se imponen a los buenos legisladores y los buenos gobiernos, o los malos legisladores quienes mantienen prisioneros a los buenos gobiernos y los buenos jueces. Ocultan así la realidad de la unidad de poder que constituye el Estado totalitario, cuyos agentes legislativos, ejecutivos, administrativos y judiciales gozan, individual y colectivamente, de toda la motivación y toda la carga xenófoba que se puede pedir o esperar de ellos. No necesitan imposiciones de nadie para perseguir conjunta o separadamente todo lo que se parezca a una oposición democrática, todo lo que represente o recuerde a los Pueblos subyugados: que es lo que han hecho siempre en todos los años y todos los siglos de conquista, dominación y represión. Es una constatación constantemente verificada que, en comparación con los responsables usualmente calificados como “políticos”, los órganos y miembros “apolíticos” del Estado moderno, hasta el último funcionario civil o militar, son generalmente más – y no menos – adictos de decisiones y medidas “administrativas” represivas, simplistas, radicales, intransigentes y extremas.
La política internacional, el derecho internacional, y la separación internacional de poderes, son LA ÚNICA garantía política y jurídica contra el imperialismo. La verdadera y real separación de poderes: estratégicamente relevante, es la oposición internacional que, con personalidad política y jurídica única, le oponen al poder imperialista y fascista los Pueblos sojuzgados, ocupados y colonizados; pero los Colaboracionistas y cómplices “vascos” del imperialismo, nombradamente: los agentes de la burocracia mafiosa-liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites, prefieren ignorar dicha oposición y desviar la atención hacia imaginarios conflictos internos de los Estados ocupantes, antes que implementar la Conciencia y la Resistencia de los Pueblos contra los invasores-ocupantes.
– Los equívocos y la confusión entre autodeterminación, soberanía, independencia y “derecho a decidir”, con objeto de destruir el derecho de autodeterminación reduciéndolo al ámbito del Estado imperialista y haciéndolo “aceptable” para él. La importación y difusión de las “nociones” de “autodeterminación interna y externa”: uno de los más recientes “hallazgos” de la “doctrina” imperialista para confundir y falsear el derecho de autodeterminación de los Pueblos.
– La misma “ignorancia” de la realidad del imperialismo, y el mismo esfuerzo por ocultarla, aparecen en las “verdaderas motivaciones” que ellos han descubierto detrás de la represión imperialista: el electoralismo, la venta de los Mirage y el Tgv, y otros perversos intereses ocultos que alteran la supuesta inclinación del Nacionalismo español y francés a la defensa del derecho de autodeterminación de los Pueblos y de los derechos humanos en general. La búsqueda de votos: que es la motivación y explicación del imperialismo según la burocracia Pnv-Eta, pone las cosas todavía peor, puesto que entonces el imperialismo queda desplazado de la clase política franco-española (que es donde ellos únicamente lo habían situado en principio), y extendido a todo el cuerpo electoral de las naciones dominantes; lo cual es la auténtica realidad. Por fortuna para la burocracia reinante, sus seguidores siguen sin enterarse de nada.
– La necesidad de preservar y legitimar la “vía democrática” institucional: complemento oficial de la “lucha armada”, como única forma de conservar las ventajas y privilegios de que la burocracia “radical” dispone en las condiciones del régimen fascista, del cual dependen su crédito, presencia y persistencia. Por ello, ésta no puede abandonar las ilusiones expresamente reiteradas de negociación y diálogo con el fascismo en el poder; y no puede renunciar a la financiación por los servicios prestados, con cargo a los presupuestos de lo que llaman su Estado.
– El encubrimiento y la apología del electoralismo fascista; el “olvido” de su crítica y denuncia: ineludible necesidad de una política y una ideología democráticas. La necesidad de participar a toda costa en las “elecciones” impuestas y reguladas por el régimen de ocupación: en ausencia de toda cobertura estratégica y cualesquiera que sean las más humillantes y “absolutamente antidemocráticas condiciones” que les impongan. El grupo “radical” no puede renunciar a las “ventajas” de la participación, y no puede prescindir de las campañas “electorales” para ocultar, encubrir y rellenar el vacío político, el fracaso de la “lucha armada”, y la ausencia total de toda idea y toda intención de buscar los caminos de una verdadera oposición.
– El proceso de capitulación y escalada electoralistas: desde afirmaciones tales como “la abstención, única salida válida y mejor postura de lucha”, o “nuestra postura es totalmente contraria a la participación”, que es “una práctica política de engaño y traición”, los “ideólogos activistas” llegan a la concepción de que “en ciertas ocasiones más vale astucia que fuerza, y todavía mejor si ambos elementos se unifican bajo una misma causa común”. Lo cual los lleva a proclamar “la decisión de no participar pero presentarse en las antidemocráticas y antivascas elecciones”: una presentación que “viene a representar una forma de concretar y canalizar el amplio marco de la política abstencionista preconizada desde siempre por la Izquierda Abertzale consecuente”, y a afirmar que “la abstención también es válida”. Para seguir afirmando que “hemos declarado la guerra caliente a la abstención”; aceptando “las elecciones con promesa formal de no participar en las instituciones” y las sucesivas promociones de diputados, senadores y cargos locales “democráticamente elegidos”; y jugando a “democracias y parlamentos” en unión con los candidatos y representantes electos y declarados del imperialismo oficial: todos ellos “democráticamente legítimos y respetables” al igual que sus propias “proposiciones”, “perfectamente legítimas y respetables” siempre que a ellos les dejen jugar a políticos.
– El voto “solidario de izquierdas” a Falange-PsoE, y la contribución al “debate democrático” con la reacción franquista tradicional: “Yo le cedo mi turno al Sr. Del Burgo, porque al Parlamento venimos a hablar”. (P. Zabaleta.) La “autocrítica” y las “revelaciones” post-electorales sobre “el terreno amañado y la falsa lucha en las instituciones, donde todo está atado y bien atado”, y donde “esta participación nuestra constituye un aval precioso para el sistema”: asombrosa lucidez que dura siempre hasta las siguientes elecciones y sirve para amueblar los espacios inter-electorales. Durante la “transición” intra-totalitaria, y ante la virtualidad de una Resistencia Nacional de nivel estratégico, lograr que los “nacionalistas” (vascos) – “terroristas” incluidos – participasen en las “instituciones” (españolas) era objetivo central del “nuevo” régimen. Ahora que los “radicales” han abandonado toda idea de oposición no integrada en el sistema imperialista y fascista, y que a toda costa mendigan el “derecho democrático de votar y acceder a las instituciones”, sus facciones se disputan el último hueso “electoral”, mondo, lirondo y roído hasta el tuétano. Al objeto de conservar sus últimos privilegios en el aparato de embaucamiento totalitario, no dudan en afirmar el carácter “democrático” del “sufragio universal” fascista, sólo empañado – después de ochocientos años de guerra y ocupación – por la privación que las bandas “radicales” han tenido de su “derecho a participar” en esa superchería.
– Su “reivindicación”: frente su inerte, estéril y forzosa privación del “derecho a votar”, es la inversión y la reaccionaria caricatura de la abstención y el boycott estratégicos. Como ocurre con otras “reivindicaciones” sin contenido real, el rechazo de ésta le sirve al fascismo para bloquear y desgastar fuerzas residuales de oposición por la simple negativa a conceder demandas que son de por sí irrelevantes. Es la consecuencia de la ruina de la relación de fuerzas a la que ha llevado la consolidación institucional, conseguida gracias a “la vía institucional y la lucha armada”; es la forma de ocultar que no saben ni tienen otra cosa que hacer.
– La negación del Reino de Nabarra como Estado histórico del Pueblo Vasco, y la total ignorancia de su lugar en el derecho internacional contemporáneo: explícitas en la fórmula imperialista “nación sin Estado” que ellos utilizan. La corrupción, falsificación y ruina del derecho de autodeterminación de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos ellos, reemplazado por el “derecho a decidir”, con la ilusión o el pretexto de hacerlo aceptable para los Estados ocupantes. El reconocimiento: común al conjunto Pnv-Eta, del régimen imperialista de ocupación militar español y francés como base y opción a la vez de un llamado “referéndum de autodeterminación”: doctrina de falsificación, traición y sabotaje de la independencia nacional del Pueblo Vasco frente al imperialismo, que es el único contenido necesario de su derecho de autodeterminación. La pretensión de “echar las bases de un proceso de autodeterminación civil sin violencia ni legalizada ni de respuesta”, “mediante el diálogo entre todos los partidos”: nueva apología del régimen fascista, y proyecto todavía más falso, vacío y contradictorio que el de su “guerra revolucionaria”.
– La afinidad de la sedicente “izquierda abertzale” oficial con toda tendencia que se suponga a su “derecha”, y su miedo cerval a toda actitud que ponga en evidencia el fraude de su autoproclamada siniestra entidad. Las “alianzas y frentes” preferenciales con las diversas variantes del partido Nacionalista español, que son calificadas como “demócratas de izquierda y socialistas vascos no-nacionalistas”: componente soñado del “frente de izquierdas”, sin otro objeto y resultado que la implantación y penetración más peligrosa y solapada de la política y la ideología dominantes del Nacionalismo imperialista español, y el refuerzo de la represión. El paso de los sectores más endebles o arribistas del “activismo armado”, a los servicios auxiliares y a las variantes oficiosas u oficiales más agresivas del fascismo imperialista, como consecuencia de la frustración, la corrupción y el desamparo que la “vanguardia activista” produce y reproduce.
– La identidad fundamental entre los “radicales violentos” y los “moderados no-violentos”, con el recurso a los atentados como único, socorrido e irremplazable argumento diferencial. La colaboración continuada entre ellos, la cual ni siquiera se ve afectada por la feroz represión que el Pnv, “el gobierno vasco y las fuerzas armadas no-violentas de la policía autónoma” ejercen al servicio del régimen de ocupación y su monopolio de violencia criminal. El reconocimiento de una “derecha abertzale”, correlativa de la supuesta “izquierda abertzale”. La demanda y la esperanza de una “alianza” con el Pnv: otrora objeto de despectiva descalificación; paralela del nuevo cambalache con sus compinches “naturales” de FalangePsoE que el Pnv sigue pidiendo y esperando sentado. Al igual que “los vascos y las vascas” del Eta esperan sentados (y sentadas) la “negociación inevitable” y la ocupación de las “sillas vacías” tan generosamente ofrecidas al partido Nacionalista español.
– El efecto real de concienciación, excitación, radicalización y organización Nacionalistas, racistas y xenófobas del pueblo y la colonia españoles. La identificación total del Nacionalismo totalitario francés con su homólogo español. La radicalización de la política norteamericana de apoyo al fascismo imperialista español: consecuencia de la incapacidad de las fuerzas democráticas para acceder al nivel político real; de todo lo cual es exponente el fenómeno de los atentados no-gubernamentales del Eta.
4. – Final del Terrorismo
El Pueblo Vasco/Euskal-Herria, enraizado desde tiempos inmemoriales en sus actuales Territorios históricos los cuales le pertenecen de pleno derecho, es también titular, al igual que todos los Pueblos del Mundo, de un derecho fundamental, originario e imprescriptible a vivir libre en su propio territorio libre. Los Pueblos preceden políticamente a los Estados y Gobiernos, y los constituyen jurídicamente.
Es por tanto titular del derecho inherente, originario, imprescriptible, incondicional e inmediato de independencia, libertad, libre disposición o autodeterminación de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos ellos, e incompatible con cualquier clase de imperialismo. En consecuencia, el único contenido necesario del derecho de autodeterminación es la evacuación inmediata de las fuerzas de ocupación y de todo el aparato de sojuzgamiento del imperialismo de España y Francia sobre el Pueblo y el Estado vascos. El Reino de Nabarra: Reino de los Vascos, sigue siendo el único y actual Estado del Pueblo Vasco, que jamás ha reconocido ningún otro.
El derecho de legítima defensa es también un derecho inherente a todos los Pueblos frente a toda agresión imperialista, e inseparable y complementario del derecho de autodeterminación. Estos derechos han sido repetidamente reconocidos – no constituidos – en innumerables Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGAR) como derechos fundamentales e inalienables.
Igualmente ha quedado establecido, en numerosas de esas resoluciones, la liberación incondicional e inmediata de los luchadores por la libertad y la autodeterminación de los Pueblos:
“La Asamblea General, [...] Reafirmando que la continuación del colonialismo en todas sus formas y manifestaciones, como se señaló en la resolución 2621 (XXV) de 12 de octubre de 1970 de la Asamblea General, es un crimen y que los pueblos coloniales tienen el derecho inherente a luchar con todos los medios necesarios a su disposición contra las Potencias coloniales y la dominación foránea en el ejercicio de su derecho de autodeterminación reconocido en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional referentes a las Relaciones Amistosas y a la Cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, 18 [Resolución 2625 (XXV), anexo.] [...], Proclama solemnemente los siguientes principios básicos del status legal de los combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas [...]: 1. La lucha de los Pueblos sometidos a la dominación colonial y foránea y a regímenes racistas para la realización de su derecho de autodeterminación e independencia es legítima y está plenamente de acuerdo con los principios del derecho internacional. 2. Toda tentativa de reprimir la lucha contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas es incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional referentes a las Relaciones Amistosas y a la Cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales, y constituye una amenaza contra la paz y la seguridad internacionales. 3. Los conflictos armados que entraña la lucha de los pueblos contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas se deben considerar conflictos armados internacionales con arreglo a las Convenciones de Ginebra de 1949, y el estatuto legal que en esas Convenciones y otros instrumentos internacionales se prevé ha de aplicarse a los combatientes se debe aplicar a las personas que participan en la lucha armada contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas. 4. A los combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas que sean hechos prisioneros se les otorgará el estatuto de prisioneros de guerra y el trato que se le dé deberá estar de acuerdo con las disposiciones de la Convención de Ginebra relativa al Trato de los Prisioneros de Guerra, de 12 Agosto 1949. [...] 6. La violación del estatuto legal de los combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas en el curso de conflictos armados entraña plena responsabilidad de conformidad con las normas del derecho internacional.” Etc. [UNGAR 3103 (1973)]
Igualmente:
“La Asamblea General, [...] 4. Condena la continuación de actos represivos y terroristas realizados por los regímenes coloniales, racistas y extranjeros que niegan a los Pueblos sus legítimos derechos a la autodeterminación y la independencia y otros derechos humanos y libertades fundamentales;” etc. [UNGAR 32/147 (1977)]
Es por tanto criminal y terrorista el trato inhumano infligido a los combatientes que luchan contra la dominación extranjera y los regímenes racistas; a los que, capturados como prisioneros, se les niega el status legal previsto en las Convenciones de Ginebra y otros instrumentos internacionales que deben aplicarse a las personas participantes en luchas armadas contra la dominación colonial y extranjera y los regímenes racistas, “incluso si ese Partido está representado por un Gobierno o una autoridad no reconocidos por la parte adversa”. (Artículo 43 del Protocolo Adicional a las Convenciones de Ginebra de 12 Agosto 1949, y referente a la Protección de Víctimas de Conflictos Armados Internacionales [Protocolo I], de 8 Junio 1977.)
Según se establece en la “Implementación de la Declaración sobre el Fortalecimiento de la Seguridad Internacional”:
“La Asamblea General, [...] Observando con profunda preocupación [...] la continuación e intensificación de la carrera de armamentos, así como los actos de agresión, la ocupación extranjera, la amenaza o el uso de la fuerza, la dominación foránea, la interferencia extranjera y la existencia del colonialismo, el neo-colonialismo, la discriminación racial y el apartheid, que siguen siendo los principales obstáculos para el fortalecimiento de la paz y la seguridad [...], 3. Reafirma la legitimidad de la lucha de los pueblos sometidos a la dominación colonial y extranjera para alcanzar la libre determinación y la independencia, y encarece a todos los Estados que incrementen su apoyo y su solidaridad con esos pueblos y con sus movimientos de liberación nacional y emprendan medidas urgentes y eficaces para que se complete sin demora la Implementación de la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales, y de las demás resoluciones de las Naciones Unidas relativas a la eliminación definitiva del colonialismo, el racismo y el apartheid;” etc. [UNGAR 32/154 (1977)]
La lucha contra la dominación colonial puede hacerse “por todos los medios posibles o disponibles, particularmente la lucha armada”:
“La Asamblea General, [...] Reafirmando la importancia de la realización universal del derecho de los pueblos a la autodeterminación, a la soberanía nacional y a la integridad territorial, y de la rápida concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales como imperativos para el pleno disfrute de todos los derechos humanos, [...]. 2. Reafirma la legitimidad de la lucha de los pueblos por la independencia, la integridad territorial, la unidad nacional y la liberación de la dominación colonial y extranjera y de la ocupación foránea por todos los medios a su alcance, particularmente la lucha armada;” etc. [UNGAR 33/24 (1978)]
“La Asamblea General, [...], Reafirmando la importancia de la realización universal del derecho de los pueblos a la libre determinación, a la soberanía nacional y a la integridad territorial, y de la rápida concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, como condiciones indispensables para el pleno disfrute de todos los derechos humanos, [...], Reafirmando la obligación de todos los Estados Miembros de acatar los principios de la Carta de las Naciones Unidas y las resoluciones de las Naciones Unidas con respecto al ejercicio del derecho a la autodeterminación de los pueblos bajo dominación colonial y extranjera, [...], 1. Insta a todos los Estados a cumplir plena y fielmente las resoluciones de las Naciones Unidas relativas al ejercicio del derecho a la autodeterminación por los pueblos bajo dominación colonial y extranjera; 2. Reafirma la legitimidad de la lucha de los pueblos por la independencia, la integridad territorial, la unidad nacional y la liberación de la dominación colonial y extranjera y de la ocupación foránea por todos los medios a su alcance, incluida la lucha armada; [...], 10. Condena enérgicamente a todos los Gobiernos que no reconocen el derecho a la autodeterminación y a la independencia de todos los pueblos que aún se encuentran bajo dominación colonial y extranjeray bajo la subyugación foránea, [...] 14. Exige la liberación inmediata e incondicional de todas las personas detenidas o presas como consecuencia de su lucha por la libre determinación y la independencia, el pleno respeto de sus derechos individuales fundamentales, y la observancia del artículo 5 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, [Resolución 217 A (III)] con arreglo al cual nadie deberá ser sometido a torturas ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes;” etc. etc.[UNGAR 35/35 A (1980)]
La evacuación incondicional e inmediata de las fuerzas de ocupación y del Terrorismo de España y de Francia asentados sobre el País de los Vascos, es el punto de partida y la condición previa para toda resolución democrática de la situación imperialista y fascista que oprime al Pueblo Vasco y a su Estado, el Reino de Nabarra.
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