Traidores y Renegados autóctonos refuerzan la “estabilidad” del imperialista Estado ocupante

(Texto publicado inicialmente el 23-Septiembre-2019.)


Traidores y Renegados autóctonos refuerzan la “estabilidad” del imperialista Estado ocupante


Los Estados imperiales e imperialistas son “construcciones” políticas heterogéneas que, mediante violencia y crímenes imprescriptibles, han englobado en su seno a otros Pueblos y Estados sojuzgados, los cuales han sido “integrados” a la fuerza en una “unión” artificial y totalitaria impuesta por el Nacionalismo imperialista del Pueblo agresor y constructor de ese Estado. Como tales, esas “construcciones” son inestables en forma natural y sólo pueden ser mantenidas artificialmente mediante el típico sistema de “palo y zanahoria”, es decir:


1/ Ocupación armada permanente, represión y Terrorismo de guerra y de Estado, ejercidos a manos de las fuerzas de ocupación y mediante su monopolio de la Violencia criminal contra los derechos humanos fundamentales de los Pueblos sojuzgados, y ante todo contra su Resistencia nacional y democrática.


2/ Recuperación ideológico-política de la oposición democrática; la cual, como resultado del sabotaje de los grupos social-imperialistas “de izquierda” de la metrópolis y de sus sucursales locales (infiltradas mediante agentes y organizaciones autóctonos a su servicio),queda bloqueada y desviada de sus objetivos fundamentales de liberación nacional del imperialismo colonialista: auténtica y única liberación social de un Pueblo sojuzgado bajo la lucha de clases a nivel internacional que el imperialismo constituye. El bloqueo, la desviación y el sabotaje de la Resistencia Nacional y democrática del Pueblo sojuzgado: logrados mediante la invocación de falsificados objetivos e ideologías de pretendida “liberación proletaria y socialista universal”, hacen posible en definitiva la continuidad de la dominación imperialista sobre los Pueblos sojuzgados; lo cual es el objetivo fundamental y además único del social-imperialismo: dependiente y aliado permanente de la ocupación armada.


3/ Creación de estructuras y burocracias políticas aparentemente “autonómicas o descentralizadas” a las que pomposamente llaman “gobiernos”: totalmente dependientes del poder central imperialista y sin poder político real, mediante las cuales se oculta la verdadera concentración del poder totalitario y se organiza y distribuye la corrupción, creando así capas sociales superfluas que están vitalmente ligadas al mantenimiento y la conservación de tales simulacros de gobierno. Y

4/ Potenciación del colaboracionismo y la traición de los agentes indígenas que integran las burocracias de la pretendida “intelligentsia y clase política” autóctonas de los Pueblos sojuzgados, puestas al servicio de la dominación imperialista, para que este sistema: que es antinatural e insostenible, lo presenten como “normal” y funcional y lleven al Pueblo a aceptarlo. Todo ello construido sobre el sofisma de que “lo que es aceptado por el pueblo, es justo”, cuando ocurre que esa equívoca “aceptación” es simplemente el resultado de un engaño, un postizo artificio conseguido y mantenido por la represión y el terror del monopolio de Violencia, la intoxicación y el condicionamiento ideológico de las masas a manos del monopolio de propaganda, y la corrupción que suministra y distribuye la “administración autonómica”.

Todo el sistema es por tanto un montaje ilusorio y falso, e inevitablemente crea disfunciones en todos los órdenes que los Estados imperialistas se ven necesariamente forzados a conllevar durante siglos. Esto los obliga a pasarse la historia dedicando estérilmente esfuerzos y recursos para los componentes que integran el sistema y garantizan su funcionamiento, es decir: para mantener los ejércitos de ocupación, financiar la represión y la corrupción contra los dominados, y cometer los crímenes que son inevitables y consubstanciales al mantenimiento de su criminal dominación imperialista sobre los Pueblos y Estados sojuzgados y anexados, a lo que llaman “mantener la unidad nacional”.

Es precisamente al mantenimiento de esa falsa e inviable “unidad y conciencia nacional” imperialista: inevitablemente desgraciada y dolorosa  el “Me duele España”, que escribió el charlatán español Unamuno  porque está impuesta y sostenida frente al rechazo de los dominados, a lo que dedican los esfuerzos y recursos que deberían dedicar a su verdadero y necesario desarrollo (inseparable de una REAL democratización interna y externa sobre la base de aceptar su propia realidad nacional sana y auténtica, y no la imperialista, enfermiza y falseada), pero que por el contrario son desviados de él al objeto de apuntalar su patológica y criminal obsesión Nacionalista-imperialista sobre los Pueblos y Estados sojuzgados. Una enfermiza obsesión imbuida durante generaciones como si de un “sagrado designio nacional” se tratase, cuando se trata sólo de criminal imperialismo.

Esto fue descrito así por el Primer Ministro del Reino Unido, Mr. David Lloyd George: “No hay seguridad en ningún país sin certeza de castigo. No existe protección para la vida, los bienes, o el dinero, en un Estado donde el criminal es más poderoso que el derecho.

“El derecho internacional [‘The law of nations’] no es ninguna excepción; y hasta que ello no haya obtenido plena vindicación, la paz del mundo estará siempre a merced de cualquier nación cuyos profesores le hayan enseñado asiduamente a creer que no hay crimen reprensible mientras éste conduzca al engrandecimiento y enriquecimiento del país al que ellos deben lealtad.”

Al ser este Nacionalismo imperialista aceptado por sus propios Pueblos, los Estados imperialistas logran con ello que la crisis general, económica y política, sea endémica, irremediable y permanente en tales Estados: inmersos en un constante, absurdo y paralizante bucle de represión y retraso a lo largo de la Historia, ya que para mantener su dominación externa se ven obligados a apoyarse en los sectores más reaccionarios, retardatarios y belicistas de la sociedad, cuyas exigencias deben satisfacer; hasta que finalmente su inestabilidad e inviabilidad fundamentales se manifiestan de forma inevitable, ignominiosa y dolorosa.

Para tratar de evitarlo, el sistema se ve obligado a recurrir a falsas “reformas”, a trucos y componendas cuya finalidad es ante todo mantener intacta la estructura de dominación imperialista: que es para sus agentes el elemento clave a proteger, pero que es precisamente lo que hace al sistema incompatible con toda eficacia y por supuesto con toda auténtica democracia, substituida por un burdo sucedáneo. Una situación como ésta es lo que en la historia europea se denominó en general durante el siglo XIX como “el hombre enfermo de Europa”, lo cual era aplicable tanto al Imperio Otomano como al Austro-Húngaro, entre otros, en su calidad de “construcciones” heterogéneas, teratológicas, inviables y anti-naturales, fundadas sobre la conculcación del derecho de autodeterminación de los Pueblos que ambos Estados imperiales tenían dominados en su seno.

Como es sabido, los intentos por mantenerlos en pie contra viento y marea se revelaron trágicamente dolorosos para todos, y finalmente además inútiles; todo ello a despecho de su propio auto-engaño, boato y falsa mitología, que es lo único que había (aparte de crímenes incontables) tras su “sagrada y eterna unidad”: ‘Bella gerant alii; tu, felix Austria, nube!’; es decir: “¡Que otros hagan la guerra; tú, feliz Austria, cásate!”

(El ultimátum del Imperio Austro-Húngaro contra Serbia a finales de Julio de 1914: cuidadosamente redactado para que fuese rechazado en alguno de sus puntos como así ocurrió, y su consiguiente declaración de guerra que inició la espantosa y absurda carnicería que supuso la Primera Guerra Mundial, son el “regio regalo nupcial” que pone fin a esa falsa mitología y a la perniciosa idea del “Sacro Imperio Romano Germánico”, que había estado envenenando las mentes de Europa – si es que no sigue haciéndolo aún – durante quince siglos.)

Esto mismo es lo que ocurre actualmente con los Estados español y francés: imperialistas, fascistas e impuestos mediante criminal agresión armada y ocupación miliar sobre el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra. Ellos son los actuales “hombres enfermos” de Europa Occidental: enfermos de Nacionalismo imperialista, chovinismo, irremediable corrupción y latrocinio estructural a todos los niveles, irracionalidad y lavado de cerebro impuestos a toda la sociedad mediante el monopolio de embrutecimiento e intoxicación ideológica de masas, falsificación de la historia y mistificación de la sociología, fanatismo, autoritarismo y represión de la oposición democrática, calificada de “terrorismo”.

Según fue acertadamente expresado en su momento, para advertir sobre los peligros que entrañaba el fraude de la transición intra-totalitaria española (con la que el régimen del Franquismo primitivo abordaba su operación de transformismo, al objeto de continuar intacto con el actualmente reinante Segundo Franquismo):

“Un programa de estabilidad democrática impulsada por las fuerzas populares ofrece un máximo de eficacia reformadora y, por ello mismo, un mínimo de riesgo y coste social. En cambio, un programa de recuperación y oportunismo conduce a la inoperancia total y, por tanto, a la agudización catastrófica de la crisis social, a la regresión general totalitaria: solución válida, cuando no preferente, para la estrategia imperialista.” (Lan Deya: “Otra vez elecciones generales”; Mayo-1977.)

Cuarenta y dos años después, ésta es justamente la situación a la que ha llegado la “democracia” imperialista española, tras haber desechado una auténtica estabilidad democrática: necesariamente fundada en el derecho de autodeterminación de los Pueblos y por tanto en la eliminación INMEDIATA de la ocupación militar de sus Estados; y haber optado en su lugar por la continuidad del imperialismo español y su “estabilidad” mediante el programa de represión, engaño, recuperación y oportunismo en que se basó la “transición” desde el Primer Franquismo al Segundo, perpetuado hasta el presente.

El colonialismo “moderno” del “Reino de España” y la “República francesa” ha conseguido así “consolidar y legitimar” los beneficios de la invasión, conquista y ocupación de Naciones y Estados, sin jamás hacer frente hasta el momento a los inconvenientes de tener que reconocer sus criminales métodos. Tras haber instaurado su dominación mediante la agresión, la guerra y el sojuzgamiento de Pueblos y Estados, y mediante la negación teórica y práctica de su derecho inherente de independencia, libre disposición o autodeterminación: primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos ellos, ese régimen imperialista se ha sostenido siempre por la Violencia y el Terrorismo monopolistas. Pero al mismo tiempo, ha pretendido tener la estabilidad, la legitimidad y el sosiego que sólo son proporcionados por la libertad y la democracia, y no por la guerra y la subyugación de los Pueblos. Así el imperialismo español, a partir de la transición intra-totalitaria entre el Primer y el Segundo Franquismo (al igual que antes lo hiciera el francés a partir de su revolución nacionalista de 1789), pretende no sólo ser temido sino admirado, reconocido y estimado. Espera la libre adhesión de sus víctimas al régimen que los excluye de la comunidad de las personas libres. Espera que sus crímenes sean excusados, perdonados, aprobados, ocultados, ignorados y olvidados.

Los apologistas y ocultadores del régimen imperialista franco-español de ocupación militar afirman su carácter y legitimidad democráticos. Después de siglos de opresión y dominación, de violencia y apropiación de las fuerzas productivas de los Pueblos y Estados sojuzgados, de monopolio de los medios de propaganda y guerra psicológica, de genocidio y persecución racial, lingüística y cultural, la propaganda del Segundo Franquismo: aceptada y repercutida al Pueblo – esto es fundamental – TAMBIÉN POR LOS COLABORACIONISTAS Y CÓMPLICES INDÍGENAS, proclama que a partir de la “transición” – al igual que se pretendió en la “revolución” francesa – se dan las condiciones para una nueva era de “convivencia, libertad, igualdad y fraternidad sin opresión ni violencia”. Sin violencia de los demás, por supuesto: el monopolio de la de ellos permanece intacto y debe ser aceptado y llamado “democracia”.

Así pues, el régimen de esa manera construido y mantenido ha organizado al fin la base social de su “nueva e incontrovertible democracia” fundada en el genocidio, el imperialismo y el colonialismo de España y de Francia sobre el Pueblo Vasco y su Estado: el Reino de Nabarra. Esperan así que los restos desarmados de la oposición aceptarán el nuevo orden; que renunciarán unilateralmente a toda tentativa de resistencia y legítima defensa; y que olvidarán los crímenes que lo han creado, cuyo recuerdo se borrará sin dejar huella en la conciencia individual y colectiva del Pueblo Vasco. “Cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.”

Pero la Democracia es el poder político del Pueblo, y se funda NECESARIAMENTE en la efectividad de los derechos humanos fundamentales y ante todo en el derecho de autodeterminación de todos los Pueblos, todo lo demás es engaño y falsificación ideológica del totalitarismo. Y ello aunque – a despecho de sofismas del tipo: “lo que es aceptado, es justo” – se consiga obtener la tramposa “aceptación” del régimen totalitario por un pueblo alienado y manipulado. Donde no hay poder popular, y allí donde los derechos humanos se niegan, no cabe democracia sino imperialismo y fascismo. No cabe Pueblo ni voluntad libres donde se han destruido las condiciones básicas de su constitución, formación y expresión; y donde se niegan los derechos humanos fundamentales y, en primer lugar, el derecho de libre disposición o autodeterminación de todos los Pueblos. No cabe democracia sin libertad, y no cabe libertad donde se conculca la libertad fundamental de los Pueblos y todas las libertades humanas que ella condiciona.

Aun así, los apologistas de este régimen de ocupación militar: franquistas todos ya sea en la versión tradicional del Partido del Movimiento Nacional-Ap-Pp, o en la versión transitiva del Partido Nacional-socialista Falange-PsoE y sus hijuelas Nacional-comunistas y social-imperialistas españolas con sus franquicias coloniales, reclaman “el respeto debido al régimen que nos hemos dado entre todos”. La inaudita desvergüenza de los ideólogos del imperialismo pretende así pasar por alto los siglos de violencia, las guerras, los crímenes, la opresión y conculcación de todos los derechos humanos fundamentales, así como la ocupación militar permanente de nuestro Pueblo y Estado: incesantes métodos que nos han deparado el régimen que han montado ellos para que lo padezcamos los demás. Sin duda la ambición del Nacionalismo imperialista de Españoles y Franceses no conoce límites. El triunfo los hace insaciables. No les basta con haberse impuesto por la aplastante victoria de sus armas. Necesitan y pretenden, además, ser respetados, amados y admirados como pueblos no-violentos y democráticos, y que aceptemos su repugnante régimen y sociedad de opresión general como si de nuestro propio y libérrimo régimen, sociedad y lengua se tratara.

Los Colonos metropolitanos, los Renegados autóctonos y los diversos Agentes locales del imperialismo tradicional o transitivo, oponen el Nacionalismo propio: que no reconocen como tal y que llaman “no-nacionalismo, convivencia civil, valores republicanos, e integración”, al “nacionalismo democrático” y al que llaman “no democrático” de los demás; en consecuencia se proclaman adversarios y víctimas del “nacionalismo”, se pretenden amenazados y atacados por él, y claman su indignación por la persecución que pretendidamente sufren “por el solo hecho de pensar de manera diferente y defender sus ideas con la pluma y la palabra, oponiendo la cultura a la violencia”.

Pero los agentes del imperialismo no se limitan a “pensar de forma diferente”, ni a “defender sus ideas sin más armas que la cultura, la pluma y la palabra”, como ellos quieren hacer creer, ni nadie los persigue por ello. Muy al contrario, tras haber establecido por medio de la guerra, el monopolio de la violencia y el Terror el régimen político que les conviene (lo cual es su constitución real y primaria), así como las posteriores “leyes y Constituciones” formales y secundarias que justifican todo ello en petición de principio, a continuación encarcelan, destierran, torturan, cuelgan, fusilan y silencian desde hace siglos a todo el que no piensa y actúa como ellos. El “derecho” que ahora reclaman “para sus plumas y sus palabras” es en realidad el derecho monopolista, unilateral y absoluto: sin déficit ni contestación posibles por marginales que sean, de imponer su propia ideología, la cual presentan como neutral, general y democrática pero que es precisamente el complemento del totalitarismo político imperialista franco-español de siempre, al que ahora (con la complicidad de los traidores, sinvergüenzas o cretinos colaboracionistas locales, según veremos) llaman “democracia”.

Así entienden los partidarios del imperialismo el “derecho de todos a pensar de manera diferente, a comunicar libremente y a defender sus ideas en democracia, con la pluma y la palabra”. Pero la auténtica realidad: que esconden y que no pueden confesar, es que sin el monopolio de la violencia que han establecido por la guerra, la conquista, la ocupación, el terrorismo de masas y la conculcación y destrucción de los derechos humanos fundamentales e históricos, y sin los monopolios mediáticos e institucionales de propaganda que ellos detentan, sus ideas, sus plumas y sus palabras no son nada. Hace mucho tiempo que en este País “el libre pensamiento y la libre comunicación de las ideas” están reservados a las clases dominantes del Nacionalismo imperialista español y francés, junto con sus cómplices locales.

Efectivamente, el Nacionalismo en sentido estricto es el de las Naciones imperialistas, como en 1932 y en pleno ascenso del Nazi-Fascismo denunciaba el Papa Pío XI. Un “Nacionalismo exagerado” en el que “la misma sacrosanta Cruz de Cristo, insignia de humildad y pobreza, es colocada junto con las insignias de la moderna ansia de dominar [cum hodiernae imperandi libidinis insignibus componatur]”; y añade aún que “personas que se dirigen en sus plegarias a la Divina Majestad no pueden ser aquéllos que instauren entre sus gentes un imperialismo nacionalístico [sic] y fomenten un desordenado amor a la patria [non ii sunt qui dominandi cupiditatem in suam gentem inferant illumque inordinatum foveant patriae amorem]”. El Nacionalismo imperialista se realiza a costa de la libertad nacional de otras Naciones, y queda perfectamente diferenciado en ese mismo documento de “aquel sentimiento de amor para con la propia Nación: un amor que el recto orden de la caridad cristiana no reprueba, antes bien con sus normas ennoblece y vivifica” etc. (Papa Pío XI; Carta-Encíclica ‘Caritate Christi Compulsi’, Mayo-1932.)

Si el amor y la defensa legítimos de la libertad nacional”: algo común a todos los Pueblos del Mundo, es “nacionalismo”, entonces todos ellos, ‘lato sensu’, son “nacionalistas”. Pero no es de eso de lo que se trata. Bien al contrario, lo que está en cuestión, bajo el término/concepto de Nacionalismo ‘stricto sensu’, es la pretensión de imponer la propia Nación a los demás; es el Nacionalismo en el más alto grado o Nacionalismo imperialista: el grado de delincuencia mayor del orden internacional, constituido por los crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad que forzosamente resultan de la agresión permanente contra los Pueblos y sus Estados legítima e históricamente constituidos, y de la conculcación de su derecho inherente e imprescriptible de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos fundamentales y previa condición de todos ellos. Sus víctimas son los Pueblos sojuzgados, a quienes ese Nacionalismo imperialista: vergonzosamente reforzado cuatro años más tarde por el Nacional-Catolicismo español con la aquiescencia romano-vaticana a pesar de sus propias palabras, se imponía a ultranza mediante la guerra, la represión, el Terrorismo y la tortura: “Benditos sean los cañones, si en las brechas que abren florece el evangelio”. (“Sonseñor” Díaz y Gómara, Obispo de Cartagena, 1936.)

“Los derechos humanos en general implican el derecho de autodeterminación de todos los Pueblos. No hay derechos humanos en general donde, en especial, falta el imprescriptible e inherente derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos los demás. (No es ésta una jerarquía abstracta o metafísica de ‘valores’: a la usanza de la propaganda monopolista, sino una prelación de orden objetivo, práctico, estratégico y político.) En particular, no es posible el respeto de los derechos humanos allí donde se reprime el derecho de autodeterminación de los Pueblos.

Si bien el respeto de la Autodeterminación o Independencia de los Pueblos no asegura el respeto de todos los derechos humanos fundamentales, sin embargo su violación asegura la ausencia de ellos. La afirmación del derecho de autodeterminación de los Pueblos sojuzgados permite, a veces o a plazo, la paz y la convivencia entre Naciones y Estados; su negación no las permite nunca. No es la ‘balcanización’ sino los Imperios – Austro-Húngaro, Ruso y Turco – y su expansionismo, los que durante siglos han hecho de los Balcanes el polvorín de Europa; del mismo modo que es el Nacionalismo imperialista Continental o trans-Continental de las ‘grandes’ Naciones imperiales de España y de Francia el que ha ensangrentado y descuartizado el Mundo. Sólo la liberación – a veces defectiva y defectuosa – de los Pueblos ha permitido un principio, aunque sea limitado y precario, de solución.”

Ahora bien, en esta situación de enfrentamiento a una dominación bajo el Nacionalismo imperialista: el de España y Francia en nuestro caso, el optar por la “oposición política por medios democráticos dentro del respeto a las instituciones”: que es la vía que preconiza y mantiene desde hace cuarenta y dos años el conglomerado de la burocracia liquidacionista y colaboracionista Pnv-Eta, implica la aceptación y el reconocimiento previos del poder imperialista de hecho, y la participación permanente en sus instituciones y su sistema fascista e imperialista de dominación, que es oficialmente aceptado y reconocido por ellos como “democrático”; lo cual hace imposible la liberación de un imperialismo que según todo ello no existe. No es posible – ni necesario – resolver un problema si partimos afirmando que el problema no existe; para que haya curación de una enfermedad es preciso que haya enfermedad, y según afirman aquí no la hay: no hay “hombre enfermo”.

Sin embargo, el hecho cierto es que las “instituciones” de que hablan están realmente constituidas:

a) por la Violencia criminal: principio y fuente de unas INSTITUCIONES IMPERIALISTAS que chorrean la sangre de innumerables víctimas sobre las que han sido impuestas tras abolir las instituciones propias de los Estados anexados;

b) por la conculcación de todos los derechos humanos fundamentales de los Pueblos sojuzgados, y – en primer lugar – de su derecho de independencia o libre disposición que asiste a todos ellos; y

c) por la guerra contra la integridad y la independencia de Estados plena y largamente establecidos y reconocidos por el derecho internacional, y por su ocupación militar permanente.

En resumen, las instituciones del imperialismo (y fundamentalmente sus monopolios jurídicos: Cortes españolas y Parlamento francés) han sido impuestas y mantenidas en las Naciones y Estados sojuzgados mediante guerras de agresión, terrorismo y ocupación militar permanentes, monopolio de la violencia, incontables asesinatos por fusilamiento, guillotina y otros, cárcel y tortura, exclusión, deportación y transferencia de poblaciones, dominación de las estructuras económicas e ideológicas, y persecución e imposición de Lenguas y Culturas. Tales “instituciones”: que las burocracias de traidores Pnv-Eta aceptan como legítimas y democráticas, resultan del poder y sirven al poder de las Naciones y grupos sociales agresores; los cuales detentan, imponen y disfrutan todos los poderes y “derechos” a costa de la Naciones y los Pueblos sojuzgados y traicionados por esas burocracias de vividores, quienes han aceptado sabotear y negar para ello los derechos humanos fundamentales de sus propios Pueblos y en primer lugar su derecho de autodeterminación o independencia.

Por otra parte, es preciso subrayar que esa preconizada “vía institucional” no es parte o suplemento de la política de la banda burocrático-colaboracionista Pnv-Eta; es TODA su política. En estas circunstancias, e indiscutiblemente, estos “legalistas y constitucionalistas” del régimen de ocupación no son ni pueden ser la oposición legal ni ilegal AL régimen imperialista: son la “oposición” DEL régimen imperialista mismo, el cual de esta forma crea, controla y determina su propia “oposición” interna. Tales “institucionalistas” no pueden ni quieren afrontar la existencia política – no pueden siquiera imaginarla – sino DENTRO del régimen de ocupación en que han nacido y se han desarrollado. Dependen del reconocimiento, la protección y los privilegios que el poder les otorga por sus inestimables servicios en el cumplimiento de la función ya detallada, en la represión de la libertad de pensamiento y expresión, así como en la constante creación de ilusiones de masas, engaño e intoxicación ideológica en general para aturdir al Pueblo. Necesitan absolutamente de esos privilegios para seguir ocupando su puesto en la estructura del régimen a fin de proteger sus intereses individuales, burocráticos y corporativos; para ocultar el tiempo que pasa; y para seguir tomando el pelo a sus panurgificados seguidores que, en muchos casos, visiblemente no piden ya otra cosa.

Así pues, para estos “legalistas y constitucionalistas” del régimen de ocupación, “el Estado” (español o francés, según sea el caso) no es imperialista sino democrático, y además el suyo propio; y por tanto la libertad nacional y el derecho de autodeterminación de los Pueblos están en vigor y no hay nada que hacer para restablecerlos, puesto que no hay nada que restablecer. Con lo cual la reivindicación de todos esos derechos – y los derechos mismos, al estar plenamente en vigor – se extinguen por falta de adversarios que estuvieran imponiendo su conculcación: es, manifiestamente, lo que ellos tratan de hacer creer a una opinión pública conveniente e incesantemente condicionada para creerse cualquier cosa. Por supuesto todo esto es perfectamente comprensible cuando se comprueba que el objetivo supremo actual de todos ellos es su propia inserción en el aparato imperialista de violencia, propaganda, corrupción, beneficios y subvenciones o sinecuras administrativas; un objetivo del cual su “táctica” de infiltración y clientelismo los ha hecho enteramente dependientes. Su obsesivo y constante apoyo político-electoral a “la estabilidad del régimen” en los momentos de su mayor descrédito y debilidad: tanto internacional como interior, es – como veremos – revelador al respecto.

Por fortuna para ellos, los monopolios de propaganda les garantizan el monólogo público, la logomaquia interminable, el psitacismo de personajes como los Urkullu o Barkos de voz impostada y estudiados gestos faciales con los que simulan profundos pensamientos, y el embrutecimiento colectivo a manos de los mass-media: en particular la televisión española a la que llaman “euskal telebista”; y les permiten seguir engañando de forma consciente y concienzuda a las masas indefensas de forma virtualmente indefinida, puesto que el discurso de una oposición consecuente, que los desenmascararía sin remedio, es como si no existiera ya que por desgracia “lo que no esta en la televisión, no está en el mundo”. Naturalmente ellos lo saben y se encargan de que siga siendo así. Por ello, estos redomados impostores valoran, reclaman, solicitan o mendigan: por encima de todo y a toda costa, los “derechos institucionales, democráticos, electorales y parlamentarios” que el régimen de ocupación les atribuye mientras necesita de ellos, y a los que ellos corresponden con su declarada fidelidad y compromiso con “la estabilidad de las instituciones”, como estos días hemos oído propugnar hasta la saciedad a Ortuzar, Otegi y Esteban, a Urkullu y Barkos. Necesitan existir – porque es la única forma que tienen de existir – DENTRO del Estado y el régimen institucional franco-español que ellos aceptan, apoyan y reconocen como el suyo propio, legítimo, democrático, no-Nacionalista y no-violento a la vez; negando con ello la realidad del imperialismo así como la entidad nacional y política de la Nación y el Estado sojuzgados, y haciendo imposible de ese modo toda política de liberación nacional.

Tras haber abandonado la política fundamental de NO-RECONOCIMIENTO del régimen fascista, sobre la que se había fundado la unidad estratégica de las fuerzas populares vascas desde el final de la guerra; y tras haber reconocido – no sólo de facto sino también de jure – al régimen unitario español Nacionalista, imperialista y fascista de ocupación militar, y haberlo presentado como legítimo, democrático, no-Nacionalista y no-violento a partir de tres funestos momentos de nuestra historia reciente: pacto de Múnich en 1962, y “elecciones generales” de 1977 y 1979, las sectarias burocracias colaboracionistas “moderadas y radicales” artífices del desastre (que colaboraron con el fascismo para atacar y calumniar a quienes advertían de todas y cada una de aquellas catástrofes y trataban de evitarlas) han conducido a la actual demoralización, parálisis y ruina políticas de un País indefenso, sin instituciones ni estrategia propias, dejado en la orfandad ideológica, llevado a confiar en y a tomar como “aliado” al fascismo español “de izquierda” Nacional-socialista y social imperialista de Falange-PsoE y sus franquicias coloniales (quienes una y otra vez afirman pública y sinceramente su oposición al derecho de autodeterminación de los Pueblos), entregado a una brutal dominación/explotación y represión terrorista a manos del fascismo “democrático”, y hundido en una negra desesperación por la traición y el abandono de su supuesta clase política, mientras ésta prospera en amistosas relaciones con el régimen del fascismo transitivo español o – como ellos dicen – “el Estado”.

Estratégicamente arruinados en su conjunto, y tras toda una agotadora era de sumisión, colaboración y estéril agitación del “activismo armado” infrastratégico del Eta durante más de cincuenta años, los diversos componentes del colaboracionismo indígena Pnv-Eta querrían ahora salir de la trampa mortal en que ellos mismos se metieron cuando decidieron reconocer al imperialismo del régimen franquista transitivo como democrático, y para ello le ofrecen reiterados “planes de paz ‘sin’, a saber: ‘sin’ exclusiones, ‘sin’ condiciones previas, y ‘sin’ mugas”. O sea: SIN derecho de autodeterminación de todos los Pueblos, SIN exigencia de evacuación incondicional e inmediata de todas las fuerzas de ocupación del imperialismo impuestas sobre los Pueblos sojuzgados, y SIN la inmediata e incondicional independencia de sus Estados; derechos que los colaboracionistas han excluido previa y cuidadosamente de dichos “planes”, en un inútil intento por obtener su aprobación por un régimen fascista absolutamente arrogante e intratable ya, incluso después de (en realidad precisamente por) su capitulación total ante él, la entrega de las armas, y la “mediación internacional”.

Pero, forzosamente, sólo la afirmación y el tenaz mantenimiento de los principios nacionales-estatales que los colaboracionistas precisamente excluyen, a saber: la exigencia de la Autodeterminación o Independencia del sojuzgado Pueblo Vasco, con todas sus implicaciones y corolarios; y la afirmación de nuestro propio Estado: el Reino de Nabarra, junto con la correspondiente denuncia de los Estados y regímenes de ocupación militar, imperialista y fascista, pueden extirpar el cáncer imperialista: originaria, permanente e incurablemente letal e ilegítimo; todo lo demás no son sino parches y “planes” que favorecen su mutación, metástasis, reforzamiento y continuidad. Pero esto es precisamente lo que el “lehendakari” Urkullu proponía cuando en Julio-2016 advertía ya de la urgencia de proceder a una “Refundación del Estado” (Arabako Alderdi Eguna). Se trataba, por supuesto, del reforzamiento y la refundación del Estado ocupante: el único que todos estos agentes del imperialismo pueden concebir y que de la forma más natural admiten como el democrático y legítimo Estado propio.

Sin afirmar nuestros principios nacionales y estatales, todos los “esfuerzos” por salir de la trampa en la que están metidos son en vano. Pero es que además son pura hipocresía y engaño, puesto que lo único que fervientemente desean es la continuación y la “estabilidad imperialista” del régimen: la misma que guio la “transición”, como sin el menor pudor reconocen públicamente; dando por hecho que Pueblo Vasco está ya próximo al nivel de idiotización total al que esas burocracias han tratado de llevarlo, y que en particular la burocracia mafiosa-liquidacionista Pnv da por descontado desde sus cambalaches que condujeron al Pacto de Múnich.

Por eso, ahora que el régimen español se desacredita a ojos vistas ante el mundo entero, y que esa “estabilidad” que ellos contribuyeron a forjar se tambalea, la abyección de esa burocracia de traidores ha llegado al colmo de ser los que más claman ante la “catástrofe” que según dicen acecha al régimen por “no estar a la altura” de las circunstancias, por “su carencia absoluta de sentido de Estado”, por su espectáculo “descorazonador” con constantes repeticiones electorales, según Urkullu no se priva de repetir seguido de cerca por Otegi: “Es una catástrofe que haya repetición de comicios. ¿Hasta cuándo vamos a soportar estas cosas? Hay que poner el país encima de la mesa”... yendo a votar nuevamente en los “comicios” españoles, claro, como el régimen de ocupación quiere que hagamos y ellos se esforzarán en que hagamos. “Vota a quien quieras, pero vota.”

Es decir, ante la prueba visible de la inviabilidad del Estado imperialista, frente a los síntomas que muestran la evidencia del Estado fallido y el desmoronamiento del régimen opresor, reaccionan con pánico y tratan de frenarlo, en vez de con alegría mientras tratan de acelerarlo: ¿puede haber mejor prueba del verdadero papel de estos impostores “dirigentes”: vascos traidores vendidos al ocupante? Su verdadero objetivo consiste en el reforzamiento del régimen imperialista, y en la salvación de éste en sus momentos críticos como ya hicieron en el momento de la transición intra-totalitaria entre el Primer Franquismo y el Segundo actualmente reinante; lo cual ha resultado en la concesión al fascismo de una moratoria de cuarenta años por ahora, con la que ha podido seguir explotando y reprimiendo al Pueblo sojuzgado.

Al igual que hicieron entonces, el mecanismo utilizado ahora sigue siendo el mismo: consiste en ayudar a resolver las crisis del régimen totalitario, haciendo posible su continuidad y prolongación en el tiempo mediante este sistema “mixto” de recuperación y engaño para los Pueblos sojuzgados (los cuales son mantenidos bajo la dominación imperialista mientras se simulan formas “democráticas”, que ahorran el tener que manifestar de forma visible el recurso a la fuerza militar, absolutamente inviable e inasumible ya para ellos), y evitando momentáneamente las consecuencias de un dilema que a la larga es inevitable pero que no se quiere admitir. Este dilema es: o hay auténtica Democracia para todos, que sólo puede fundarse en y ser el resultado de un sistema que incorpore el derecho de autodeterminación o independencia de los Pueblos y Estados sojuzgados por el imperialismo; o habrá Fascismo para todos, puesto que mantener el imperialismo implica finalmente tener que recurrir a los métodos clásicos de dominación totalitaria, por la sencilla razón de que los Pueblos sojuzgados no colaboran en su propia dominación y acabarán echando al basurero de la Historia a los traidores colaboracionistas. Como acertadamente fue expresado en su momento:

“En realidad el proceso fundamental constituyente, que se ha desarrollado, como es natural, a decreto limpio, ha terminado ya. Lo sabe muy bien la oposición española que, en lo que concierne a sus propios intereses, ha pedido y obtenido garantías previas realmente constituyentes. En lo que concierne al problema vasco, por el contrario, el proceso se ha cerrado con una decisión inequívocamente negativa: el régimen vigente conserva intacta la estructura unitaria de su predecesor, dentro de un nuevo intento de sistema ‘mixto’ ya ensayado en último término por la Segunda República, con el resultado que conocemos. (Lan Deya: “Otra vez ‘elecciones generales’”; Mayo-1977.)

Ahora bien, como repetidamente se ha expuesto en otros textos de esta página, el Pueblo Vasco está perdido si no es capaz de lograr la evicción de estas mafias burocráticas autóctonas Pnv-Eta: agentes auxiliares del imperialismo infiltrados entre el Pueblo Vasco como sus supuestos “líderes”, los cuales lo llevan a reconocer al régimen fascista de ocupación militar como democrático, a los Estados ocupantes y sus lenguas como Estados y lenguas propios, y que dividen al Pueblo Vasco y hacen así posible la continuación de su dominación a todos los niveles incluso en sus instituciones propias de proximidad, como son Ayuntamientos, Comunas, Concejos y Diputaciones.

El Imperialismo es la lucha de clases a nivel internacional: es la dominación y explotación de un País por otro; y el Imperialismo Nacionalista consiste además en la destrucción de la Nación dominada, y en la imposición sobre ella de los caracteres nacionales de la Nación opresora. Por lo tanto, y en estas condiciones, en un País sojuzgado bajo un régimen Nacional-imperialista y fascista de ocupación militar, como lo es el español y el francés sobre el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra, sólo caben dos Partidos reales: el de la integración al criminal poder totalitario (en todos sus diversos avatares “a la derecha y a la izquierda”), por un lado, que se apoya en las fuerzas militares de ocupación; y el de la Resistencia, por el otro.

Quienes debilitan a nuestro País, fomentando y haciendo posible su división partidista interna bajo el imperialismo, están trabajando para el partido de la integración totalitaria de nuestro Pueblo y Estado en España y Francia; esto es la constatación de un hecho, y es incontrovertible. Sólo tras su liberación del imperialismo, y una vez que su Libertad nacional está asegurada, puede un País anteriormente sojuzgado permitirse la división partidista en sus propias ELECCIONES LIBRES. Pero, hasta llegar a esa liberación, su estrategia de oposición al imperialismo debe estar basada en un único principio fundamental de doble afirmación nacional y estatal de nuestro Pueblo. 

Se trata de dos afirmaciones que, siendo el fundamento mismo de toda auténtica democracia Y PRECISAMENTE POR SERLO, son sin embargo totalmente inasumibles e irrecuperables para el imperialismo y sus agentes ideológicos y políticos abiertos o encubiertos; mientras que, por el contrario, son absoluta e inmediatamente asumibles y aceptables para todas las fuerzas populares vascas de oposición democrática y por tanto anti-imperialista, estratégica y unánimemente unidas en torno a un Movimiento Vasco de Resistencia y Salvación Nacional fundado sobre esas dos afirmaciones fundamentales, a saber:

1/ Afirmación del derecho internacional de autodeterminación del Pueblo Vasco. Un derecho que es originario, fundamental, inherente, inmediato, incondicional, continuo, permanente, inalienable, irrenunciable e imprescriptible para todos los Pueblos; que es la misma cosa que su libre disposición o independencia inmediata contra/frente a cualquier dominación o intromisión política extranjera constituida por el imperialismo; que ha sido reconocido – no constituido – en la Carta y el Derecho Internacional de las Naciones Unidas: a través de numerosas y relevantes Resoluciones de su Asamblea General, como el primero de los derechos humanos fundamentales y la condición previa de todos ellos; y cuyo corolario y aplicación práctica consiste, como requisito ineludible para su realización, en la exigencia de evacuación incondicional e inmediata de todas las fuerzas de ocupación y de todo el aparato de sojuzgamiento imperial-colonialista de las Potencias ocupantes: España y Francia, fuera de los Territorios históricos del Pueblo Vasco y de su Estado; y

2/ Afirmación de la continuidad, vigencia y actualidad de nuestro propio Estado histórico, libérrimamente constituido sobre una confederación de Repúblicas, Condados y Señoríos Vascónicos reunida en torno al Reino de Pamplona: “el Reino de los Vascos”, al que sucedió el Reino de Nabarra, el cual sigue siendo en la actualidad el único Estado del Pueblo Vasco, al que jamás ha renunciado ni ha admitido ni reconocido nunca ningún otro. Su necesaria consecuencia implica EL NO-RECONOCIMIENTO Y LA DENUNCIA constantes e incesantes de los Estados ocupantes: España y Francia, y de sus regímenes totalitarios de ocupación militar, como criminales, imperialistas, colonialistas y fascistas.

Simultáneamente, es preciso mantener un BOYCOTT TOTAL a toda colaboración con quienes, por rechazar en la teoría o en la práctica una o ambas afirmaciones fundamentales arriba mencionadas, forman objetivamente parte del imperialismo. Como es incuestionable, quienes entre nosotros – sean cuales sean su origen y apellidos – rechazan asumir total o parcialmente esos principios, quedan absolutamente desenmascarados como los imperialistas y fascistas que son: partidarios de que continúe la ocupación militar imperialista de nuestro País y de nuestro Estado por los Estados de España y de Francia. Ahora bien, ¿qué colaboración puede haber con estos agentes? ¿Puede alguien honesta y cuerdamente creer que es posible hacer una política anti-imperialista con el concurso de imperialistas y fascistas? Está claro que no.

Así pues, mientras el imperialismo no retira sus fuerzas de ocupación (dado que ellas CONSTITUYEN el elemento esencial y fundamental de su dispositivo estratégico de dominación, sin el cual todo su sistema se desploma), y puesto que no es posible hacer una política anti-imperialista junto con los quinta-columnistas y agentes al servicio del imperialismo infiltrados entre el Pueblo sojuzgado, es preciso mantener un BOYCOTT TOTAL:

– a toda colaboración con toda persona individual o colectiva que, por rechazar – o negarse a asumir públicamente – ya sea en todo o en parte, en la teoría o en la práctica una o ambas afirmaciones fundamentales citadas, forman objetivamente – algunos incluso de forma subjetiva y confesa – parte del imperialismo franco-español; y

– a toda participación tanto en las instituciones del régimen colonialista y fascista de ocupación militar y especialmente en sus monopolios jurídicos imperialistas: Cortes españolas y Parlamento francés, establecidos mediante crímenes y el monopolio de la violencia, así como en sus “elecciones generales” totalitarias que “legitiman” todo ello.

DERECHO DE AUTODETERMINACION O INDEPENDENCIA NACIONAL INCONDICIONAL E INMEDIATA DEL PUEBLO VASCO / EUSKAL HERRIA!


¡REINO DE NABARRA: EL ESTADO DEL PUEBLO VASCO/EUSKAL HERRIA!


¡Ejército de ocupación ni con música!

¡España ni con república! ¡Francia ni con monarquía!


BOYCOTT TOTAL A LOS IMPERIALISTAS Y FASCISTAS, Y A SU RÉGIMEN DE OCUPACIÓN MILITAR!


ALDE HEMENDIK!


¡¡¡VIVA EL PUEBLO VASCO LIBRE!!! – GORA EUSKAL HERRI ASKEA!!!

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