Comentarios al artículo “Euskal Herria es Navarra”, de Tomás Urzainqui Mina

Comentarios al artículo “Euskal Herria es Navarra”, de Tomás Urzainqui Mina


En esa línea – tan necesaria – consistente en fijar conceptos que “no son contradictorios ni opuestos, sino complementarios”, según se afirma en el artículo, pero que han sido durante mucho tiempo distorsionados y que sin embargo necesitamos tener bien claros, me permito hacer esta pequeña aportación que espero se inserta de forma natural en la línea general que aborda Tomás Urzainqui en su trabajo. En realidad, se trata en algunos casos de aclarar cuestiones evidentes y sencillas de entender pero que, fundamentalmente por efecto de un artificioso e inducido embrollo (producto de una secular colonización bajo esquemas y categorías impuestos por las Potencias ocupantes de nuestro Estado), han quedado enredadas bajo formulaciones confusas. 

En otros casos, la colonización que debemos superar se manifiesta en falsificaciones o mistificaciones ideológico-políticas; implícitas, por ejemplo, en la utilización indiscriminada que en el mencionado artículo se hace de los términos “nacionalismo/nacionalista”, los cuales designan sin embargo conceptos contradictorios que deberían ser matizados. Porque, por un lado, tenemos la acepción de ‘nacionalismo’ lato sensu, que significa la forma de ser de toda nación y la conciencia que toda nación tiene de sí misma, y que como tal es algo universal e inseparable de todas las naciones del mundo: todo el mundo ama a su propia Nación y desea que nadie la oprima (o que sea liberada, si ha caído bajo las garras del imperialismo); por tanto, en ese sentido todo el mundo es ‘nacionalista’ y no podría ser de otra manera. Pero está también el nacionalismo que significa la pretensión de imponer la dominación de la propia Nación sobre otras. Es el nacionalismo imperialista o Nacionalismo en sentido estricto, que por supuesto nada tiene que ver con la primera acepción. En ese sentido, es evidente que no hay ningún Nacionalismo vasco mientras que sí hay un Nacionalismo español y francés; sin embargo, resulta asombroso comprobar que según el artículo que comentamos hay un “nacionalismo vasco” pero no hay ni rastro de Nacionalismo español y francés.

(Sobre la cuestión del nacionalismo, véase en particular el Capítulo I – Pueblos o Naciones: el nacionalismo de nuestra obra general de referencia: EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL’ / ‘EUSKAL HERRIA AND THE KINGDOM OF NABARRE, OR THE BASQUE PEOPLE AND ITS STATE, AGAINST FRENCH-SPANISH IMPERIALISM.)

No se trata de abordar ahora todas estas cuestiones pero sí al menos un par de ellas. Veamos la primera: “la comunidad etno-lingüística o Euskal Herria forma parte de Nabarra”, se afirma en el primer párrafo de ese artículo. Pero, incuestionablemente y para empezar, en esa frase falta el adjetivo calificativo “vasco”. Una “comunidad etno-lingüística” es una expresión que designa simplemente el concepto general de “Pueblo”; que como tal conviene a todos y cada uno de ellos; y que para quedar precisada debería incorporar su correspondiente determinante, cosa que no ocurre en el ejemplo que comentamos. Así, “la comunidad etno-lingüística germana” es equivalente a “el Pueblo Alemán”, “la comunidad etno-lingüística sueca” es lo mismo que “el Pueblo Sueco”, y “la comunidad etno-lingüística vasca” es lo mismo que “el Pueblo Vasco”; todo ello, naturalmente, si estamos hablando o escribiendo en Español. Ahora bien, el concepto que en Español se formula con la expresión o el término “Pueblo Vasco” (y en Inglés con “Basque People” etc.) tiene en Euskara una única forma natural, normal y espontánea de ser expresado, que además es la que ha sido históricamente utilizada, a saber: Euskal Herria. (Sobre esta cuestión puede verse el texto publicado en esta página el pasado día 9-Mayo-2019 con el título: Fijación de términos y conceptos: Designación en Euskara del Pueblo, el País y el Estado Vascos’.)

Así pues, tenemos en primer lugar que la frase en cuestión, más precisamente formulada, debería haber sido “la comunidad etno-lingüística vasca o el Pueblo Vasco/Euskal Herria [términos equivalentes en Español y Euskara] forma parte de Nabarra”. Sin embargo, esta formulación: si bien ahora más formalmente completa, no es correcta, puesto que en primer lugar no distingue entre el todo y la parte, y al final acaba afirmando que es el todo el que “forma parte” de la parte, cuando de forma evidente la realidad es justo la contraria: es la parte la que “forma parte” del todo.

El todo es el Eúskaro Pueblo Vasco/Euskal Herria, una parte del cual, a saber: los Vascones o Vascos de los Pirineos Occidentales, en un momento dado comenzaron a ser llamados ‘Nabarros’ en las crónicas de otros Pueblos. Peio Monteano, en su libro: “La lengua invisible”, y en el apartado “De ‘vascones’ a ‘navarros’” del Capítulo I, lo aclara así:

“Los romanos, visigodos, francos y musulmanes hablaron hasta entonces de vascones. El nombre de ‘navarros’ aparece escrito por primera vez al norte de los Pirineos, en las crónicas de los reyes francos escritas en el siglo VIII. Con él se denomina, en general, a los vascones que habitan en la vertiente sur-occidental de la cordillera. Más concretamente, a los que viven en la [actualmente] llamada Navarra nuclear o Vieja Navarra: las cuencas de Pamplona y Aoiz-Lumbier, el corredor de la Sakana y Tierra Estella. [...]. Siglos después comienzan a aparecer también en las crónicas castellanas, eso sí, con varias grafías: nabarros, nafarros, naparros. Y más tarde todavía, en el siglo XII, también los autores musulmanes se referirán al país de Nabara. [...].

“Respecto al significado de ‘navarros’, que substituye al de ‘vascones’ [en esas mencionadas crónicas extranjeras], se han dado numerosas interpretaciones, casi siempre ligadas a su condición de campesinos. En algunos casos se les ha querido diferenciar de los ‘pamploneses’, junto a los cuales suelen aparecer mencionados en los documentos. Navarros sería la masa campesina – la inmensa mayoría de la población – y pamploneses, las élites dirigentes del reino. Pero ésta sólo puede ser una distinción redundante o socioeconómica, en ningún caso étnica y, menos aún, lingüística, como hemos visto. ‘Pamploneses’ y ‘navarros’ eran igualmente vascohablantes. [...]. Efectivamente, como vamos a ver a continuación, la identificación lingüística de los navarros como vascohablantes va a estar clara a lo largo de los siglos centrales de la Edad Media.” Etc. (Peio J. Monteano Sorbet; ‘La lengua invisible.El euskera en la Corte y en la Ribera de Navarra en el siglo XV’, Editorial Mintzoa, 2019.)

Así pues, los Nabarros: originaria y propiamente Vascones desde que esta denominación fue usada por los Romanos para designar precisamente a nuestros antepasados pobladores de lo que es “la Nabarra residual” actual, tanto de lo que ellos llamaron ‘saltus vasconum’ ( = el bosque de los vascones, en la zona pirenaica) así como del ‘ager vasconum’ ( = el campo de los vascones, es decir la zona llana y agrícola al sur de esa zona montañosa), simplemente somos Vascos y formamos PARTE del Pueblo Eúskaro o Pueblo Vasco/Euskal Herria, QUE ES EL TODO.

Por efecto de que nuestro Estado – tras haberse denominado hasta entonces Reino de Pamplona – pasó a denominarse en 1162 Reino de Nabarra bajo el rey Sancho VI el Sabio (en utilización del gentilicio que a esa parte de nuestro Pueblo le habían asignado los mencionados cronistas extranjeros, lo cual a partir de ese momento llevó a los cronistas musulmanes a referirse “al país de Nabara”, como afirma el citado autor Monteano), todos sus naturales quedaron englobados bajo la denominación de Nabarros; pero no hay oposición alguna entre Vascones/Vascos y Nabarros, no más que entre Lusitanos y Portugueses, entre Helvéticos y Suizos, o entre Magiares y Húngaros, por poner sólo esos ejemplos.

Pero ocurrió que, debido a los desmembramientos de partes de nuestro Estado: causados por las criminales agresiones de los reinos hispánicos de Castilla-León contra el Reino de Nabarra, los habitantes de esos Territorios separados del tronco común de nuestro Estado dejaron con el tiempo de llamarse Nabarros. Como consecuencia de estos hechos, unos acabaron olvidando su origen y aceptando la impuesta denominación de ‘Castellanos’, y otros siguieron manteniendo únicamente la denominación de ‘Vascos’ correspondiente a nuestro Pueblo. Y puesto que, tras haber sido arrancados de su propio Estado, sentían que al que ahora “pertenecían” no era el suyo propio, empezaron a creer que eran “un Pueblo sin Estado”. Las consecuencias de esta desgraciada confusión nos han debilitado desde entonces y llegan al día de hoy; y así seguirán debilitándonos, si no somos capaces de explicarlas debidamente: única forma de poder superarlas. El Lehendakari Agirre reflejaba así lo sucedido:

“Aceptemos que nuestros antepasados tuvieron una idea patriótica a su manera y según el tiempo en que vivieron. ¿Qué sentido tiene, de otra manera, una lucha de trescientos años, coordinada al Norte y Sur del Pirineo, contra francos y visigodos, y cómo explicar los doscientos años de lucha de la Monarquía nacional [nabarra] por el mantenimiento de la Rioja, caída la cual cayó Bizkaya, privada de soporte por el Sur? Ojalá que esta lucha de consolidación estatal hubiera llegado hasta el siglo XVI. El imperialismo, como en el resto de Europa, habría hecho quizá garra de nosotros; pero el recuerdo de una unidad nacional en la lucha perenne, coincidiendo con el despertar de los pueblos y más tarde con el de las nacionalidades, nos habría permitido presentarnos ante el siglo XIX en condiciones infinitamente más ventajosas que aquéllas en las cuales ha tenido que luchar nuestra nación. [...] Con la unidad de todos los vascos llegará también la libertad.” Etc. (De la carta particular del Lehendakari Agirre dirigida a Ceferino “Keperin” de Jemein; 1946.)

(En cualquier caso, aunque efectivamente Agirre percibiera el problema, fue incapaz de subsanar el abandono del Estado del Pueblo Vasco por la dirección de su propio partido. Un abandono que, si bien inicialmente fue debido a ignorancia: presente en la inicial ideología euzkadiana y jelkidiana desde su nacimiento mismo, se transformó después en rechazo y ha permanecido hasta la actualidad en una creciente degradación, la cual finalmente ha llevado a la burocracia jelkidiana actual a una total traición a sus orígenes y a reducir el término y concepto de ‘Euskadi’ a tres provincias “autónomas” españolas. Sobre esta cuestión, véanse los capítulos V y VI del texto La burocracia Pnv-Eta, o “las familias políticas abertzales”. – Su evolución y degradación: desde concepciones erróneas e infrastratégicas, hasta su conversión en una mafia liquidacionista.)

Pero es que, además (y volviendo de nuevo al artículo que estamos comentando), hay una segunda confusión en esa frase a la que estamos refiriéndonos, puesto que en ella se confunde el Pueblo, con el Estado creado por ese Pueblo.

El Estado ACTUAL del Pueblo Vasco (dejamos por tanto de lado al primer ensayo de Estado realizado por nuestro Pueblo con el Ducado de Vasconia) es, como sabemos, el Reino de Nabarra, sucesor del Reino de Pamplona. Entonces, respecto a la segunda cuestión que – tras la lectura del mencionado artículo – estimo que es absolutamente necesario aclarar: la cual se refiere a la relación entre el Pueblo Vasco y EL REINO DE NABARRA (y no sólo “Nabarra” como dicen los actuales pseudo-nabarristas), tenemos también que la formulación empleada es incorrecta. Afirmar que “el Pueblo Vasco/Euskal Herria forma parte de [el Reino de] Nabarra” sigue siendo incorrecto. Porque, si antes se confundía la parte con el todo, ahora se está confundiendo el efecto con la causa, y más aún: se está haciendo que  la causa quede supeditada al efecto; lo cual es completamente absurdo según toda lógica formal.

Veamos de nuevo: éste es un principio que queda frecuentemente oculto, siendo así que es elemental, indiscutible y además absolutamente fundamental. Es el siguiente: “LOS PUEBLOS PRECEDEN POLÍTICAMENTE Y CONSTITUYEN JURÍDICAMENTE LOS ESTADODS Y LOS GOBIERNOS;  NO A LA INVERSA”.

Son los Pueblos quienes crean los Estados y los Gobiernos, y no al revés; lo cual es evidente. Los Pueblos son lo primero, son el principio agente y la causa; y los Estados vienen después: son el efecto de una creación/constitución realizada por los Pueblos. Por tanto, es evidente que no es posible decir con propiedad que “el Pueblo Vasco/Euskal Herria forma parte de [el Reino de] Nabarra”, cuando ocurre que el Reino de Nabarra: en cuanto sucesor del Reino de Pamplona constituido a finales del siglo VIII o – como muy tarde – a principios del siglo IX, es un Estado, una creación del Eúskaro Pueblo Vasco/Euskal Herria; el cual es por tanto y nada menos que el sujeto agente originario y la causa primera y eficiente de ésa que es su criatura política, y no “parte de ella” como en el mencionado artículo se afirma.

En definitiva: la confederación de repúblicas, condados y señoríos Vascónicos reunida en torno al Reino de Pamplona, “el Reino de los Vascos”, el cual fue sucedido por el Reino de Nabarra, es el único Estado del Pueblo Vasco, creado por él en plena libertad y que jamás ha renunciado a él ni ha reconocido nunca ningún otro. Simplemente. Hablo, por supuesto, de un Estado que – como la persona jurídica de máximo rango que es según el derecho internacional – sigue siendo vigente, real y actual. Y ello es así porque no se ha extinguido de ninguna forma legal y legítimamente válida, quedando únicamente por restaurar su efectividad a despecho del imperialismo franco-español que la conculca. Ésta: la restauración de nuestro Estado por su simple y consecuente reivindicación a nivel internacional, es la tarea que le corresponde al Movimiento Vasco de Resistencia y Salvación Nacional, realizada sobre la base de no prestar a los ocupantes Estados de España y de Francia otro reconocimiento que no sea el de criminales, imperialistas, totalitarios, colonialistas y fascistas de ocupación militar; y sobre el principio de declararlos nulos de pleno derecho en nuestro País.

Es de suponer que todos estamos de acuerdo en que es necesario eliminar equívocos y confusiones. La realidad es sencilla y lógica, y así debemos esforzarnos en expresarla evitando enredarnos y caer en las zancadillas y trampas que inadvertidamente nos tiende el imperialismo de las Potencias ocupantes. Saludos.

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