A propósito de la crisis geo-política actual

A propósito de la crisis geo-política actual


[...] El miedo a un nuevo Imperialismo hegemónico – y a la pérdida de su independencia e identidad nacionales – impregna la base social de algunos Estados y sus Gobiernos: que son ellos mismos imperialistas sobre otros Pueblos y Estados a los que ellos dominan o aspiran a dominar (ya sea por considerarlos “históricamente de su propiedad” o por haberlos colocado directamente bajo la “doctrina Brézhniev de soberanía limitada”, según esos elaborados subterfugios que ellos se han inventado para justificar su propia dominación), pero que no obstante se sienten a su vez amenazados – o fingen estarlo – por otras Potencias más fuertes, y cuyo desamparo estratégico alimenta la nueva ola de Nacionalismo imperialista que esos Gobiernos insuflan a sus poblaciones y que invade el mundo; una ola fácilmente recuperada y reforzada por los Partidos tradicionales tras el camuflaje y la coartada de los nuevos. Ese Nacionalismo de las Grandes y menos Grandes Potencias imperialistas impulsa la general y ascendente marea totalitaria del Fascismo real, y es el fundamento del nuevo orden político mundial que se implanta y refuerza día a día. [...]


El Nacionalismo imperialista europeo, el absentismo americano, y el desequilibrio entre los viejos y los nuevos imperialismos, habían llevado a la ruina de la Sociedad de Naciones. Dado que causas semejantes producen efectos similares, cincuenta años de traiciones, impotencia y claudicaciones ante el imperialismo – de todo el que podía imponerlo – han arruinado también la ONU junto con todos los avances y las ilusiones que ésta suscitó o defraudó, hasta que la nueva Potencia hegemónica decidió “pasar” abiertamente de tan obsoleta antigualla.

Una vez deshecho el equilibrio que había sido establecido mediante el Terror del duopolio nuclear y la Guerra Fría o Caliente, se ha pasado, desde esa “paz de equilibrio”, a una tentativa de “paz hegemónica” que unas veces se parece a la Pax del Imperio, y otras a la “anarquía” o la ley de la selva. A un “orden” mundial embrionario, le sucede ahora el inevitable desmadre de la violencia multi-lateral y multi-centrada: el actualmente demandado “multi-lateralismo” es el multi-lateralismo imperialista de las “Grandes Naciones” imperialistas; y consiste simplemente en concederles la garantía y el respeto que ellas exigen para poder continuar con su dominio sobre sus “cotos de caza tradicionales” y sus “esferas de influencia”, que son los Pueblos y Estados a los que ellas están sojuzgando y aspiran a continuar sojuzgando.

Sin embargo, el terrorismo absoluto en manos de la Potencia hegemónica: como solución de los conflictos que incesantemente suscita el imperialismo, ha puesto de manifiesto sus límites incluso a la vista de sus propios actores. Los pretenciosos y suficientes aprendices de brujo, los eminentes re-descubridores de una ‘real-politik’ de parvulario, los padrinos del nuevo New Deal, esto es: el proteccionismo propio a escala mundial mientras se intenta imponer el liberalismo para los demás, han abierto una vez más la Caja de Pandora, que es también el baúl de los truenos.

En el nuevo orden mundial, los “derechos humanos”, los “principios humanitarios”, el “derecho internacional”, o las escuálidas “leyes de la guerra” se respetan sólo cuando y en la medida en que son inocuos o beneficiosos para el bando “obligado” por tales normas. Debilitados en su función garantista, tales principios resisten mal y ceden ante las exigencias y consecuencias propias de la guerra o la colonización: sobre todo si implican la pérdida de la guerra o las colonias, o si el coste alternativo excede de lo previsto o soportable.


Declaraciones, Convenciones, Resoluciones y otras Normas Internacionales de derechos se conciertan y reconocen, firman y promulgan por todos los participantes con más facilidad y profusión que nunca, puesto que nadie piensa seriamente ni tiene la menor intención de aplicarlas y cumplirlas; muy al contrario, todos hacen mangas y capirotes con tales Cartas y demás documentos. Éstos sirven así a la política, la propaganda y la guerra psicológica entre las Potencias imperialistas; las cuales, o bien se acusan mutuamente de violarlos, o se conciertan para ocultar y preservar sus crímenes y “terrenos de caza” sobre otros Pueblos y sus Estados en nombre de lo que falsa y cínicamente llaman sus “intereses nacionales”, como si estos intereses no fueran imperialistas y no consistieran en crímenes de guerra, crímenes contra la paz y la seguridad de los Pueblos y de sus legítimos Estados (que son los crímenes que quedan necesariamente constituidos por toda guerra de agresión), y crímenes contra la Humanidad.


La denuncia selectiva de la represión, el terrorismo y la tortura: denuncia realizada cuando y donde conviene a las “Grandes” Potencias y sus cómplices; o por el contrario el silencio y la negación de esas mismas prácticas actuales y multi-seculares en los lugares donde deben ser acalladas, muestran la subordinación total de la información veraz a la propaganda fascista y su guerra psicológica.


El “derecho internacional” de las Grandes Naciones es el derecho imperialista. Tras los leves avances precariamente establecidos en el marco del duopolio del Terror termo-nuclear, el “nuevo orden mundial”: resultado del fin de la Guerra Fría, está fundado en el monopolio de las armas convencionales o de destrucción masiva; en la banalización de la agresión internacional y represión gran-terrorista; en la guerra total y el matonismo y gangsterismo planetarios bajo supervisión de la Potencia hegemónica; en la exasperación del Nacionalismo imperialista y del odio entre los Pueblos; y en la destrucción del derecho de autodeterminación por el imperialismo: una destrucción necesariamente unida al avance del fascismo y el militarismo, y al sabotaje de todo progreso de un derecho y una moral internacionales, por defectivos que ellos fueran. [...] (Véase el texto completo en: ‘La crisis hegemónica’.)

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