El “terrorismo” individual como ocultación del Terrorismo de Estado: los atentados no-gubernamentales (13)
Violencia y Terrorismo.- Su mistificación ideológica al servicio del Imperialismo
13 - El “terrorismo” individual como ocultación del Terrorismo de Estado: los atentados no-gubernamentales
Iñaki Aginaga y Felipe Campo
La propaganda imperialista y su guerra psicológica de masas hacen de los atentados no-gubernamentales (ANG) un tema obsesivo y omnipresente, y el desencadenante de reflejos condicionados socio-psico-fisiológicos de repugnancia y rechazo, que la confusión sobre estas cuestiones inducida en los Pueblos indefensos hace más nocivos todavía. Toda violencia, o incluso toda oposición ideológico-política, de un Pueblo sojuzgado: cualesquiera que sean su finalidad y extensión, es calificada ahora como “ataque terrorista” por el Estado imperialista-terrorista que la reprime; el cual evita así el reconocimiento de “guerra” civil o internacional. (Casos de Argelia, Chechenia, Kurdistán, Palestina, Tíbet o Turquestán Oriental.) Incluso cuando el estado de guerra internacional ha sido reconocido, son calificados como “ataques terroristas” actos que no pueden diferenciarse de ella por los criterios de terror y extensión.
Evidentemente, es el Terrorismo estatal el que preocupa a los Pueblos que lo padecen; en cambio los ANG: cuya propia incapacidad los hace políticamente inofensivos, sólo consiguen exasperar la natural ferocidad, la irritación, la impaciencia y el furor xenófobo del predador. La Violencia y el Terrorismo de Estado, de todo signo, son, han sido siempre y siempre serán incomparablemente más extensivos, activos y efectivos que los ANG individuales o colectivos, y es tautológicamente imposible que esto no sea así. De otro modo, la Violencia y el Terrorismo de Estado no serían de Estado, ni los ANG serían tales atentados individuales sino que entonces éstos serían el poder político actual, y no la oposición infrastratégica como lo son.
Sólo la disparidad en la respectiva capacidad de Violencia actual y virtual diferencia al Estado de la oposición, en el derecho positivo internacional. Esto no sólo lo evidencian el derecho positivo y los hechos sino también la lógica formal. Efectivamente, el Estado, al detentar y ejercer el monopolio de la Violencia, no comete atentados; los cuales, por definición, implican un monopolio de la Violencia contra el que atentar. Del mismo modo, y en cuanto que son miembros o dependencias del Estado, los Servicios Secretos – discretos o indiscretos – al servicio de los Gobiernos, por ileGALes que sean, tampoco cometen atentados sino encubiertos actos de provocación. “Justificar” los ANG como respuesta por las actuaciones “ileGALes”del régimen: que es la explicación que hemos oído dar a la pretendida “izquierda abertzale” (como si esos actos de provocación fueran la única Violencia del régimen fascista), es la forma más insidiosa de ignorar y admitir como inexistente el monopolio de la Violencia criminal y el Terrorismo de Estado, así como sus crímenes, que durante siglos ha constituido la actual dominación del imperialismo franco-español sobre nuestro Pueblo y Estado.
No obstante, la propaganda dominante presenta los ANG como la única violencia existente: “la dictadura de la violencia y la cuestión política más grave del Estado”, según llegan a afirmar. Incluso coinciden con esta apreciación los mismos partidarios y actores del “terrorismo individual”; los cuales, paradójicamente, suelen remitirse a este respecto a un marxismo-leninismo sui generis de cosecha propia que contradice toda evidencia.
Efectivamente, y en primer lugar, una dictadura consiste por definición en el monopolio de la Violencia criminal y por tanto no puede cometer atentados, puesto que éstos implican la existencia de un poder superior contra el que atentar, y en una dictadura no lo hay. En nuestro País, el criminal régimen franco-español de ocupación militar establecido sobre el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra, se fundó y se mantiene sobre matanzas, secuestros y deportaciones constitutivos y de masas, incomparablemente mayores que los ANG. Si los ANG fueran realmente “la única violencia que existe en este País” o “la dictadura de la violencia”: como los colaboracionistas-institucionalistas Pnv-Eta, sus satélites y la propaganda fascista dominante proclaman al unísono, en tal caso no serían “atentados” sino que serían el monopolio del poder real. No hay ni puede haber atentados sin un orden previo de Violencia monopolista contra el que atentar.
Es decir, de ser las cosas como ellos dicen, entonces los autores de tales ANG serían en realidad el poder político real, es decir el Estado y por lo tanto detentadores del monopolio de la Violencia y el Terrorismo, y no la oposición y autores de ANG perseguidos y reprimidos por aquél, como realmente lo son. En tal caso las fuerzas armadas de ocupación: perseguidas y acorraladas por el nuevo poder monopolista, cometerían tal vez atentados “terroristas” contra él.
Y finalmente, si las clases dominantes fueran – como ellas dicen serlo – víctimas aterrorizadas y no-violentas privadas de toda libertad y todo poder político, entonces no serían el Estado – como realmente lo son – sino que serían la oposición perseguida y eventualmente autora de ANG; pero, obviamente, nada de esto ocurre en la realidad sino todo lo contrario.
Mediante los ANG son siempre perdedores quienes, con medios derrisorios, suicidarios o de máximo riesgo (y cada vez más obsoletos y extemporáneos), pretenden enfrentarse a los monopolios de Violencia y Terrorismo de masas en su propio terreno; lo cual resulta ser antesala de los cementerios, las cárceles, y los cada vez más precarios exilios. Contra las versiones románticas que ingenuamente se tiene de las revoluciones (y que otra cosa pretenden), jamás los Estados han cedido el campo político ante los atentados individuales internos o externos. Los ANG son una falsa oposición o respuesta a la Violencia y el Terrorismo de Estado.
Sólo los tontos o los hipócritas “denuncian” los atentados individuales mientras ocultan, disimulan, justifican o practican la Violencia y el Terrorismo monopolistas de Estado sobre las masas y los Pueblos. Los ANG individuales no son un problema estratégico, un peligro ni una amenaza para el imperialismo y el nuevo orden o desorden imperial y hegemónico mundial. Sus costes, en términos de vidas humanas, son muy inferiores a los causados por la producción y el transporte. (Los transportes comerciales o turísticos ocasionan a diario y a lo largo y ancho del mundo continuas catástrofes: “necesarias, inevitables y excepcionales” pero estructuralmente determinadas, encubiertas y protegidas por los poderes políticos y económicos. Todo esto mientras sus víctimas actuales o virtuales: “psicológicamente asistidas” y convenientemente condicionadas, anestesiadas y aleladas para ello, las aceptan a diario y las soportan sin más reacción notable que la de los corderos en el matadero, o con protestas tan individuales como lo son los mismos ANG, y entre un mezcla de inconsciencia, estupefacción, fatalismo e impotencia.)
Todos esos costes son infinitamente más soportables que los de las guerras de verdad: hecatombes que los Gobiernos preparan, conducen y justifican con infamias y mentiras deliberadas; guerras que, en cambio, las mismas poblaciones arrostran con exaltación o resignación, según van las cosas.
Sería ridículo – si no fuera hipócrita – comparar cuantitativa y cualitativamente los resultados respectivos, poner en parangón los ANG individuales al lado de las guerras o los bombardeos terroristas de masa: convencionales o atómicos, que han causado millones de víctimas y que son el fundamento de la política y el derecho entre los Estados. Los “grandes” Estados, en sus guerras – “imperialistas por uno o por ambos lados” – mantenidas para establecer la distribución o la redistribución de sus zonas de dominación, han soportado en un solo día y en una sola hora pérdidas militares y sobre todo civiles incomparablemente mayores que todas las que, en su conjunto, han sido infligidas por los ANG desde que el mundo es mundo, y no por ello han renunciado a la agresión, la guerra, la conquista y la anexión. En una sola hora y en un solo día, han causado cincuenta mil muertos militares, o ciento sesenta mil civiles, con un balance final de sesenta millones de muertos en “sólo” dos guerras.
Y sin embargo, el derecho internacional no condena la guerra sino los ANG, los cuales magnifica y distorsiona. Y como consecuencia, las masas: condicionadas, intoxicadas, aterrorizadas, y social y mentalmente alienadas, no temen la guerra sino los ANG. A la vista y escucha de la propagandade las Potencias hegemónicas, se diría que ellas nunca han bombardeado una población civil hasta que les han tocado a la propia; y que, comparados con las “catastróficas” consecuencias del “terrorismo individual”, los raids de Terror que ellas han hecho contra las poblaciones civiles de Abisinia, Manchuria, Durango, Gernika, Coventry, Londres, Dresde, Berlín, Hiroshima, Nagasaki, Yokohama, Tokio, Vietnam, Bagdad o Alepo son sólo leves daños colaterales.
El nuevo derecho internacional hegemónico prohíbe los ANG pero no la guerra. Es más: justifica hacer la guerra para combatir los ANG. Ahora bien, presentar éstos como justificación para la guerra, montarse una guerra y matar a cien mil personas en virtud de la auto-proclamada “legítima defensa preventiva” contra los ANG, califica sin más la propaganda de las Potencias dominantes. Del mismo modo se justifica todavía la conquista del Continente Americano, y la destrucción de las razas y las civilizaciones de veinte millones de autóctonos, por el deber de acabar con los sacrificios humanos: ventajosamente substituidos en la Europa cristiana quemando vivos a cuantos no lo tenían del todo claro respecto a la hipóstasis trinitaria o el movimiento del universo. El colonialismo moderno se justifica por la urgencia de terminar con la esclavitud, la excisión genital femenina, o el burka; objetivos que trata de conseguir mediante métodos tales como el sojuzgamiento, la explotación y la liquidación de los Aborígenes en “virtud” de la civilizacióny la doble moral cristiana de bondad, paz, amor y guerra a ultranza contra los débiles y los indefensos.
Es el Terrorismo de Estado el que crea las condiciones sociales de opresión, subdesarrollo, frustración y desesperación que hacen posibles los ANG, los cuales sólo existen como correlativos de los monopolios de Violencia criminal y Terrorismo: sin monopolios de Violencia criminal, no hay atentados. Los ANG de la postguerra en el territorio ocupado al Pueblo Vasco eran y son la consecuencia de la terrible derrota de 1937, y de la liquidación de la oposición estratégica: resultado del abandono y la traición de la burocracia del Pnv y sus satélites. Son la reacción tardía e infantil de un primitivo Pueblo sojuzgado: cultural, ideológica y políticamente subdesarrollado. Son una consecuencia del cierre de sus derechos políticos impuesto por el Imperialismo y el Fascismo franco-español; y una manifestación de la incapacidad estratégica de la oposición. Son un síntoma, un efecto,un revelador, un reductor, una válvula de seguridad, y una tapadera para el conflicto político fundamental que suponen el Imperialismo y el Fascismo. Son un signo de identidad, un tema de propaganda y agitación, una fuente de información, y una base de provocación de los que se nutren el Imperialismo y el Fascismo; es decir: un medio para provocar e intensificar – y un pretexto para alimentar, disimular y justificar – la Represión y el verdadero Terrorismo de Estado de Francespaña. En suma: los ANG son una desagradable pero eficaz manera de impedir el desarrollo de una política nacional vasca de nivel estratégico; de diezmar sus fuerzas vivas; y de arruinar sus recursosmateriales.
Sin monopolios de Violencia criminal y Terrorismo no hay ni Estado fascista ni ANG, ya que no hay ni puede haber atentados sin un previo régimen de Violencia monopolista contra el que atentar. Si acabar con los ANG fuera realmente el objetivo verdadero, principal y prioritario de su política (una afirmación ya absurda de por sí), los Estados imperialistas y fascistas – que falsamente así lo pretenden – podrían lograrlo de manera radical mediante el abandono unilateral e inmediato de la Violencia y el Terrorismo de Estado, que son su causa, acabando con ello al mismo tiempo con el propio Estado y con los ANG contra él. Pero los hipócritas Gobiernos imperialistas y fascistas no tienen los ANG como motivo real y objetivo verdadero de su Represión y Terrorismo de Estado; sus verdaderos y reales motivos y objetivos son los conflictos internacionales implicados en la lucha de liberación de los Pueblos contra el Imperialismo, el Colonialismo, y el Fascismo del que se valen como instrumento para conseguir esos fines.
Los Estados terroristas, que hipócritamente dicen luchar “contra la violencia y el terrorismo”, no tienen por objetivo prioritario: ni mediato ni inmediato, el fin de la violencia y el terrorismo sino la consolidación e intensificación de la Violencia y el Terrorismo de Estado puestos al servicio de la opresión sobre los Pueblos, con el genocidio como solución final de los conflictos. Para defenderse de ello, todas las Naciones y todos los Estados del mundo ponen la legítima defensa como condición absoluta del Derecho Internacional.
Para un régimen imperialista y fascista de ocupación militar: en plena posesión del monopolio de la violencia, los ANG no son un problema político de nivel estratégico, y sus perjuicios son más limitados todavía que los ANG que los causan. Su auténtico e inconfesable problema político consiste en la existencia de los Pueblos sojuzgados y de sus legítimos Estados propios, y en la Resistencia de ellos al imperialismo. La propaganda de éste se sirve de los ANG para ocultar y justificar la Violencia y el Terrorismo monopolistas de Estado contra los Pueblos sojuzgados; y niega la Resistencia nacional de ellos y su derecho inherente de legítima defensa: inseparables de la independencia nacional y del derecho de autodeterminación.
El imperialismo persigue y niega en realidad el Pueblo sojuzgado mismo; puesto que, siendo la legítima defensa inherente a todos los Pueblos sojuzgados, si consigue instaurar la idea de que no hay tal Pueblo (para lo cual empieza negándolo oficialmente, contando con el apoyo más o menos declarado de los Renegados y los Traidores indígenas), a continuación no puede haber, “lógicamente”, legítima defensa. De este modo, toda la cuestión deja de ser política para quedar reducida a un mero problema de policía frente a la “delincuencia terrorista”, con exigencia de “su condena por el injusto daño causado”.
Por su parte, y en total complicidad con ello, la negación/condena que los Renegados y los Traidores autóctonos hacen del derecho de legítima defensa de su propio Pueblo, implica correlativamente la negación de éste como Pueblo en pie de igualdad con todos los Pueblos del mundo, puesto que le nieganlos derechos de autodeterminación y legítima defensa que todos ellos tienen, reivindican y mantienen, y que constantes Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas reconocen.
Efectivamente, en un País ocupado no faltan Renegados, Oportunistas, Colaboracionistas, Traidores y Cómplices – estúpidos o corrompidos – dispuestos a servir tanto a la intoxicación de la propaganda imperialista, así como a la ocupación misma. Los Colaboracionistas y los Cómplices indígenas del imperialismo franco-español olvidan o exaltan los crímenes masivos y multi-seculares que él ha cometido; manifiestan así su solidaridad moral, política y económica con el régimen imperialista y fascista; piden perdón y homenajean a sus representantes y responsables; y enaltecen y califican de trabajadores – sindicados por ellos – a los agentes de las fuerzas de ocupación y represión que son los autores materiales de tales actos, a quienes compensan e indemnizan a cargo del contribuyente Pueblo sojuzgado.
Se trata de la aportación que estos Colaboracionistas y Cómplices “vascos” del régimen fascista franco-español, de ocupación militar sobre el Pueblo Vasco y su Estado, han hecho a la Política y al Derecho Internacionales: una iniciativa nunca vista y nunca aplicada por los Pueblos sojuzgados en toda la Historia de la Humanidad. Por el contrario, éstos han sostenido siempre que, en cuanto tales, los agentes y beneficiarios del imperialismo y el fascismo, repelidos en uso del derecho de legítima defensa de los Pueblos sojuzgados, no son víctimas de nada ni tienen derechos: ni electorales ni ningún otro derecho político, y mucho menos aún derecho a ser resarcidos por los Pueblos víctimas de la agresión imperialista. Según numerosas Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGAR):
“La Asamblea General, [...] Reafirmando que la continuación del colonialismo en todas sus formas y manifestaciones, como se señaló en la resolución 2621 (XXV) de 12 Octubre 1970 de la Asamblea General, es un crimen y que los pueblos coloniales tienen el derecho inherente a luchar por todos los medios necesarios a su alcance contra las Potencias coloniales y la dominación foránea, en el ejercicio de su derecho de autodeterminación reconocido en la Carta de las Naciones Unidas [...],Proclama solemnemente los siguientes principios básicos del status jurídico de los combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas, sin perjuicio de su elaboración más detallada en el futuro en el marco del desarrollo del Derecho Internacional aplicable a la protección de los derechos humanos en los conflictos armados: 1. La lucha de los Pueblos sometidos a la dominación colonial y foránea y a regímenes racistas por la aplicación de su derecho a la libre determinación y a la independencia es legítima y está plenamente de acuerdo con los principios del Derecho Internacional. 2. Toda tentativa de reprimir la lucha contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas es incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional referentes a las Relaciones Amistosas y a la Cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales” etc. [UNGAR 3103 (1973).]
Ningún País o Estado libre o liberado ha perseguido nunca a sus propios nacionales autores de atentados contra las fuerzas extranjeras de ocupación (aun cuando según el derecho de los Estados dominantes fueran considerados delincuentes, piratas, bandidos o terroristas), sino que ha hecho todo lo contrario; como ha sucedido con todos los “terroristas” e insurrectos de la historia que fundaron o liberaron sus respectivos Estados. Ni siquiera han sido perseguidos los activistas incontrolados, aunque hayan sido desautorizados por los movimientos “oficiales” de liberación nacional debido a sus disfunciones estratégicas, que provocaron terribles represalias contra la población civil. Bien al contrario, todos ellos han reafirmado que únicamente los agentes del imperialismo son criminales y que, como tales, no tienen derechos.
Los Españoles reprueban los fusilamientos de la Moncloa, y enaltecen como héroes y mártires patrios a los delincuentes, bandidos y terroristas: beneficiarios, instrumentos y secuaces de la Inquisición, que atacaban con saña al ejército gubernamental franco-español. Sin embargo, al atentar contra el Gobierno borbónico español y el Protectorado revolucionario francés durante la Guerra Peninsular (1807-14), aquellos delincuentes estaban atacando el derecho positivo nacional e internacional según había quedado establecido por los Gobiernos de España y de Francia en los Tratados de San Ildefonso (1796) y de Aranjuez (1801), y en el Acuerdo secreto de Fontainebleau (1807) para la ocupación, anexión y reparto de Portugal entre España y Francia.
Del mismo modo, los Franceses reprueban los fusilamientos realizados por las fuerzas de ocupación alemanas contra los saboteadores y resistentes franceses, a pesar de que esos fusilamientos eran actos acordes con el derecho internacional general y con los acuerdos del Armisticio de 22-Junio-1940 propuesto y aceptado por el Gobierno francés; y llaman “luchadores de la resistencia” a esos francotiradores: “oficialmente” terroristas y bandas de malhechores que – contraviniendo las normas internacionales de la guerra y las condiciones del Armisticio – asesinaban a militares alemanes de uniforme que paseaban tranquilamente por París, en la boca del Metro o la terraza de un café.
En cualquier caso, los autores de aquellos atentados nunca fueron perseguidos por sus propios Gobiernos; y sus víctimas: miembros de la Armée franco-española o de la Wehrmacht, no fueron asistidas ni indemnizadas, ni se les pidió perdón, ni se les dedicaron monumentos y placas conmemorativos por el nuevo Gobierno. En Alemania, los crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad perpetrados por los dirigentes Nacional-socialistas llevaron a la horca a algunos de sus autores (no así en Italia a los responsables del Fascismo); pero sus familias benefician de las indemnizaciones y pensiones de su propio Estado. Mientras tanto, las víctimas de aquéllos en Durango y Gernika todavía esperan – sentadas – alguna forma de reconocimiento, y abyectamente pretenden “que el Gobierno de España les pida disculpas” cuando les debe plena reparación, como a todo el Pueblo Vasco.
El motivo de esta humillante anomalía es simple: Españoles, Franceses, Alemanes e Italianos se consideran Naciones distintas y se comportan en consecuencia frente a los crímenes cometidos contra ellos por las otras Naciones; en cambio, los Colaboracionistas y los Cómplices del imperialismo franco-español en el ocupado País de los Vascos no creen su propia hipócrita propaganda. En definitiva, dado que se consideran españoles o franceses, no pueden ni imaginar que las agresiones de España y de Francia contra nuestro Pueblo y su Estado sean actos criminales y agresiones internacionales: iguales que “las que ocurren entre las Naciones de verdad”.
Demuestran así la abyecta sumisión a que han llegado. En ningún Pueblo ocupado – colonizado o liberado – sus pretendidos representantes habían caído tan bajo. Los Colaboracionistasy Cómplices aborígenes que se prestan a tan repugnante forma de sumisión declaran con ello, una vez más, que han adoptado y reconocido el Pueblo y el Estado ocupantes como propios; que no creen en la realidad de su propio Pueblo y Estado oprimidos; y que, en necesaria consecuencia, niegan también su libertad y sus derechos de independencia, autodeterminación y legítima defensa.
Si tuvieran vergüenza, o si les quedara algo de dignidad, comprenderían que es a los esbirros fascistas y sus amos a quienes corresponde pedir perdón. Ningún Pueblo o Estado víctima de la agresión, la ocupación y la colonización imperialistas ha condenado nunca a sus propios Resistentes, aun cuando fueran perseguidos como “terroristas” de derecho internacional por el Estado ocupante: único perpetrador real de los “actos represivos y terroristas realizados por los regímenes coloniales, racistas y extranjeros que niegan a los Pueblos sus legítimos derechos a la autodeterminación y la independencia y otros derechos humanos y libertades fundamentales” etc. [UNGAR 32/147 (1977)]
Ni esos Pueblos y Estados agredidos han indemnizado o pedido nunca perdón a los Pueblos, Estados y fuerzas ocupantes, ni han procedido nunca a contriciones, reparaciones e indemnizaciones hacia las fuerzas de ocupación; ni siquiera cuando los ANG contra ellas: consecuencia del Despotismo y el Terrorismo del Estado ocupante y de la consiguiente desesperación e incapacidad política de los Pueblos sojuzgados, acarreaban terribles represalias contra la propia población civil. Bien distintamente, han procedido a hacer todo lo contrario: han exaltado y recompensado siempre las proezas – reales o imaginarias – en favor de la liberación nacional. (Las reparaciones correspondientes han corrido siempre a cargo del propio Estado ocupante; el cual, tras ser finalmente derrotado y convicto de algunos de sus crímenes, se asegura con su reconocimiento y sus pensiones a las viudas y los huérfanos de sus agentes la fidelidad de sus servidores, y eventualmente la continuación de sus criminales empresas futuras.)
Si las innumerables víctimas de la agresión y la tiranía que en este País quedaron asesinadas por los montes, las cunetas, las tapias de los cementerios, las cárceles, las murallas o las plazas de toros; y si sus familias: víctimas del hambre, el frío, la exclusión, la discriminación y el destierro, hubieran oído o leído que el Pueblo Vasco iba a ser presentado como el agresor y opresor nacionalista, imperialista, fascista y terrorista, mientras el pueblo español era presentado como la víctima desarmada no-Nacionalista y no-violenta agredida por el “imperialismo periférico”; si todos ellos hubieran sabido que los asesinos que trajeron la muerte, el terror y la destrucción a este País en nombre e imposición del Imperio, la “Nación” y el Nacionalismo imperialista español, así como sus herederos y continuadores ideológicos, iban a dárselas de pacíficos y no-violentos demócratas y a erigirse en acusadores de sus víctimas, y que esas afirmaciones iban a ser difundidas y apoyadas – con todas sus consecuencias – por las camarillas que se dicen “demócratas y Partidos abertzales vascos”, y por la supuesta ‘intelligentsia’ de este País: ideológicamente colonizados por el Nacional-socialismo y el social-imperialismo españoles instalados en las “instituciones vascas”, indudablemente no habrían creído que ello pudiera ser posible.
La propaganda imperialista y la crítica democrática “coinciden” aparentemente en su oposición a los ANG. Sin embargo, la propaganda fascista-imperialista condena los ANG contra el poder establecido desde el punto de vista del imperialismo y el fascismo; sirve con ello a la negación de la libertad nacional y de los derechos de autodeterminación y de legítima defensa de todos los Pueblos y de sus Estados, y a la continuidad y desarrollo de la dominación fascista-imperialista y de su monopolio de la Violencia criminal.
Por el contrario, la crítica de la carencia estratégica de los ANG, hecha desde el punto de vista democrático, es diametralmente distinta de su condena desde el punto de vista del imperialismo y el fascismo. Esta crítica democrática de los ANG los aprecia negativamente desde el punto de vista de la libertad y los derechos humanos fundamentales, a saber: el derecho de autodeterminación de todos los Pueblos y el derecho de legítima defensa que les es inherente, y sirve por tanto a la implementación estratégica de la oposición al Imperialismo y al Fascismo.
(De ‘Violencia y Terrorismo.- Su mistificación ideológica al servicio del imperialismo’.)
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