“Institucionalismo”, “activismo” y colaboración (VIII)


EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO,, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL



VIII – “Institucionalismo”, “activismo” y colaboración


Iñaki Aginaga y Felipe Campo


Tras la muerte – en su propia cama – del General Franco, el régimen franquista: manteniendo intactos todos los agentes, instituciones y logros – muy especialmente el monopolio de la Violencia criminal – del régimen unitario español tradicional establecido por el triunfo del Fascismo en la Guerra civil e internacional de 1936-39, quedaba declarado democrático de la noche a la mañana al módico precio de leves reformas formales y “elecciones generales” totalitarias; y la “oposición vasca” burocrática del Pnv y sus cómplices apoyaron la superchería de esa transición intra-totalitaria, que significaba la desastrosa inmersión del Pueblo Vasco en el magma del régimen español unitario, imperialista y fascista, aceptado como legítimo y democrático.

A pesar de la instintiva negativa de amplias capas sociales del Pueblo Vasco a tomar parte en aquella maniobra del régimen, y a pesar de su expresa denuncia realizada por un significativo sector ideológico del País, que llamó a su boycott, la comprada colaboración de una pretendida “clase política vasca moderada y socialista”: nombradamente la burocracia Pnv y sus satélites como Esb, consiguió arrastrar en Junio de 1977 a parte del País a seguir participando nuevamente en “elecciones” españolas presentadas como “democráticas”; un comportamiento suicida que esa burocracia había instaurado en nuestro País desde su participación en las pretendidas “elecciones generales constituyentes” españolas de 1931.

Se posibilitaba así la continuidad y consolidación sobre nuestro Pueblo del colonialismo español y francés, que tras su criminal imposición bélica quedaba ahora renovado y reforzado con la cobertura de aquella superchería ideológica imperialista basada en una falsificación de “elecciones y democracia”; de su Nacionalismo imperialista; y del totalitarismo de sus monopolios ideológicos y jurídicos – parlamentos – basados en su monopolio de la Violencia criminal y absolutamente reafirmados tras la derrota de nuestro País en 1937, pero además aceptados ahora por esos comprados traidores como “democráticos”.

Por su parte, los pretendidos “radicales” del Eta: adeptos de la línea de “terrorismo” individual y atentados que ellos llamaban “guerra revolucionaria y lucha armada”, se mostraban incapaces de hacer la crítica de su estéril y desastroso plan de recurrir a la vía de atentados y “comandos” vs. Ejército de ocupación profesional de tierra, mar y aire, y de “terrorismo” individual vs. Terrorismo de Estado; todo lo cual supuso una ruinosa e infrastratégica respuesta frente a un régimen imperialista franco-español de ocupación militar que detentaba el monopolio absoluto de la Violencia criminal. Así pues, siguieron en su demencial y ensoberbecido mesianismo falsamente “activista”; y ello incluso cuando podían haber constatado la inequívoca respuesta y amplia base popular del Movimiento de Resistencia Nacional en diversas demostraciones clave tras la mencionada claudicación “electoral” del Pnv y sus satélites. Entre esas demostraciones debemos citar la Marcha de la Libertad, en Julio-Agosto de 1977, o el movimiento semi-insurreccional que se levantó espontáneamente en el País en Julio de 1978.

Pero no fueron capaces de verlo, por lo que a partir de aquellos momentos quedaba clara su pérdida no sólo de todo sentido de la realidad sino incluso de un básico instinto de conservación. Esto los llevaría en primer lugar a su propia capitulación electoral en las siguientes “elecciones generales” españolas de 1979, entrando así ellos también en la colaboración y el reconocimiento del régimen fascista  español como “legítimo, no-violento y democrático”, a la vez que comprometían al País con las peores consecuencias de su absurdo y simultáneo “activismo armado”. Todo lo cual posibilitaba el reforzamiento internacional del régimen fascista español que ellos mismos habían reconocido como democrático, así como el incremento de la represión y el descrédito internacional del Pueblo Vasco, falsa e insidiosamente identificado con el “terrorismo” del grupo Eta.

En el plano ideológico los daños no eran menores: suplantación del derecho de autodeterminación de todos los Pueblos – primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos ellos, según el Derecho Internacional contemporáneo de las Naciones Unidas – y del derecho de legítima defensa, substituidos por el conglomerado Pnv-Eta mediante un “derecho a decidir entre todas las opciones posibles, todas democráticas” (incluida la continuación del imperialismo); demoralización y descrédito generalizados; capitulación electoral y política de amplios sectores sociales; bloqueo y debilitamiento del Movimiento de Resistencia Nacional al quedar asimilado a “terrorismo”; y reconocimiento del daño causado al Fascismo presentado como víctima inocente etc. etc.

Desde la transición intra-totalitaria española, los institucionalistas, colaboracionistas y cómplices armados y desarmados del agregado Pnv-Eta participaron activa y eficazmente en la tarea – vital para el régimen de ocupación – de ocultar, impedir, abortar y reprimir todo planteamiento teórico o práctico dirigido a la creación o el desarrollo de una oposición ideológica y política de nivel estratégico frente al imperialismo franco-español. Para ello, se aliaron a los monopolios de Violencia criminal y propaganda del régimen fascista, beneficiándose de ellos, a fin de comunicar la incapacidad, la desinformación, la confusión y la división a su base popular. Reconocieron así al criminal Estado español de ocupación militar como “el Estado” propio, y a las fuerzas armadas franquistas como democráticas y no-violentas; y compiten desde entonces con el Franquismo tradicional para alcanzar su confianza, favor y benevolencia, sin los cuales se les acaba la fiesta.

En perspectiva de libertad nacional, quien en tales condiciones estaba perdido era el Pueblo Vasco. Para mayor seguridad, la propaganda monopolista de “los moderados y los radicales vascos”: transmitida por los colaboracionistas y cómplices desarmados y armados, hizo creer a la opinión pública y a las víctimas del imperialismo que toda oposición política de nivel estratégico, que toda alternativa democrática real, que una vía distinta de “la institucional y la armada” que ellos habían establecido era no sólo sociológica sino incluso lógicamente una imposibilidad absoluta o un absurdo formal: algo así como el cuarto ángulo de un triángulo. “Es o bien esto, o echarse al monte.” La única estrategia posible contra el imperialismo: que había quedado ya histórica y sociológicamente establecida en este País sobre el no-reconocimiento y la denuncia absolutos del régimen franco-español imperialista y fascista, y sobre la total negativa a colaborar en su imposible “consolidación democrática”, fue así a priori y expresamente excluida por las organizaciones, corporaciones y burocracias colaboracionistas y cómplices de “los moderados y los radicales”: “la derecha y la izquierda abertzale”, que han declarado inexistente, insoluble y absurdo todo lo que ellas no entienden, ni quieren entender, ni tienen interés en entender. El resultado inevitable ha sido la frustración y la desesperación políticas de sus víctimas: terreno propicio para la defección, la corrupción y la propaganda de “la vía institucional y la lucha armada”.

Sus pretendidos dirigentes, con su estrategia de liquidación, han tratado siempre de ocultar y devalorizar, teórica y prácticamente, la realidad y la función del Pueblo mismo como agente ideológico y político fundamental; y no han dudado en desacreditar y humillar al Pueblo que dicen representar y defender, negando con ello el fundamento mismo de la implementación estratégica. Pero, muy al contrario de sus falsedades, han sido la espontaneidad popular y la cultura política familiarmente transmitida, las que le han permitido parcialmente al Pueblo Vasco aguantar, no sin terribles consecuencias, ocho siglos de ocupación militar, genocidio, Terrorismo, colonización y pillaje, y finalmente el formidable embate del Fascismo multinacional y sus complementarios aliados Nacionalistas “de izquierda”: los Nacional-comunistas y Nacional-socialistas en su doble modalidad de autóctonos Renegados o alógenos Colonialistas; y no la acción o la propaganda del Pnv y sus satélites armados y desarmados, que son el retardatario, reductor y reaccionario extravío de la Resistencia Nacional.

A fin de ocultar el inevitable, inmanente y desastroso resultado de la vía de liquidación ideológica y política que había sido promovida por ellos en las condiciones del fascismo triunfante; y a fin de validar, ensalzar, exaltar, sublimar, preservar, promover y acreditar por referencia la falsificación romántica de lo realmente ocurrido en nuestro País, el establecer la afirmación de la entidad y la función prometeica, demiúrgica y taumatúrgica que se atribuía el conjunto Pnv-Eta era un supuesto ideológico previo, para cuyo mantenimiento era necesario negar tanto la naturaleza imperialista y fascista del renovado régimen español de ocupación transitivo que ellos habían aceptado como democrático, así como la realidad de las fuerzas populares. Por una parte, establecer el carácter “democrático y no-violento” del régimen era “necesario” para ellos a fin de que su “lucha institucional” y su “lucha armada” tuvieran credibilidad política. Y por otra, la historia, la vigencia y la virtualidad estratégica de la Resistencia Nacional y de los movimientos populares debían “necesariamente” ser inexistentes o quedar desprestigiados, a fin de que la “élite dirigente” pudiera acreditar su rango y función.

Ahora bien, las primeras huelgas generales y otras manifestaciones de masas contra el Fascismo tras la Guerra se dieron en los años 1947-51-53-56 y 58. El homenaje-manifestación popular con ocasión del funeral del Lehendakari Agirre en San Juan de Luz fue en 1960. Los primeros Aberri-egun después de la Guerra, en Gernika y Bergara; y las Fiestas del Trabajo en las Capitales, tuvieron lugar los años 1964 y 1965. Todos esos movimientos de masas de los años cincuenta y sesenta – por no mencionar los movimientos populares de todo tipo, que fueron capaces de crear los ikastola y el cooperativismo en general etc. – desmienten la pretendida ausencia de oposición popular. Presentar los movimientos de masas de los años cincuenta y sesenta – y el alza de la presión política, ideológica y artística-cultural que los acompañó – como logros del burocratismo Pnv y los atentados del Eta es falsificar y hacer inexplicable la realidad, es rebajar el País que se dice defender, es invertir la causa y el efecto; todo ello al servicio de la subclase política retardataria y reaccionaria Pnv-Eta que ha embrutecido posteriormente el País en provecho de la dominación imperialista española. Hace medio siglo que el sabotaje, el engaño, la farsa y la burla se prosiguen de esta manera, asegurando de paso la continuidad corporativa de esta retaguardia colaboracionista del Eta, “oficialmente” homologada como vanguardia triunfante.

El desamparo ideológico y la indefensión política de la base social del Movimiento Vasco de Resistencia: consecuencia de “la vía institucional y la lucha armada”, se convirtieron en el antecedente “necesario” para fundar el éxito imaginario – o sea, el fracaso real – de las burocracias “dirigentes” Pnv-Eta. La propia incapacidad de éstas se presentó como la inevitable “adaptación realista-posibilista a la incapacidad de la base”; una base social que ellos mismos, como consecuencia de una debilidad social que era en realidad resultado de su propia “estrategia”, habían incapacitado por efecto de un proceso del que ellos habían sido la causa necesaria. La espontaneidad de las masas quedó substituida por la generación espontánea de la “vanguardia”; y así, puesto que no hay vanguardia sin correlativa retaguardia, el carácter retardatario de la base popular se deducía con la misma “necesidad”.

Una vez “fundados” de este modo: mediante apriorismo, postulado, axioma o declaración dogmática, tanto la función así como el protagonismo y la supremacía de “la Organización” burocrática, a continuación pueden extraerse cómodamente el presupuesto, la referencia y el punto de partida para la evaluación y determinación “tautológicas” de la base social y de su virtualidad estratégica, con la petición de principio como constante y única base demostrativa. Porque si el grupo Pnv-Eta es la vanguardia, “es evidente” que fuera de él solo cabe retaguardia.

Las cuestiones referentes a las organizaciones políticas, que son una parte de la cuestión general de las luchas sociales, son convertidas así en el presupuesto – o premisa previa – teórico y práctico de estas luchas; y a continuación los fines y medios de la base popular se determinan y calibran en función de los que la “vanguardia” pretende imponer. Queda así establecida una inversión metodológica cuyas implicaciones y consecuencias a nadie deberían sorprender.

“El acontecimiento capital de los últimos cuarenta años es el desarrollo del movimiento Eta”, dicen sus propagandistas. Según la propaganda del Eta, “la nueva resistencia vasca” nace “en una población completamente alienada en vía de asimilación total”. Rebajar o negar la base nacional, a fin de construir, exaltar, sublimar o justificar por referencia la propia imagen ideológica y política, es una particularmente artera, rastrera, reaccionaria y nefasta forma de auto-bombo y propaganda. Es la única forma que los componentes de la burocracia Pnv-Eta han encontrado de dar gato por liebre a la opinión pública vasca, al objeto de aportar credibilidad para “la vía institucional y la lucha armada”.

En contra de lo que los sedicentes “detractores de siempre” de los atentados y sus cómplices revisionistas pretenden ahora, la crítica democrática del “terrorismo” individual había comenzado, fuera y dentro de este País, antes de que comenzaran los atentados bajo la “democracia orgánica” del General Franco, y continuó durante el largo período en el que los agentes y partidarios del Pnv – así como del PsoE y demás componentes de la “oposición” inorgánica española – se mostraban sumamente discretos, tolerantes, benevolentes, simpatizantes, cooperantes y recuperantes con los actores de las llamadas “lucha armada y guerra revolucionaria”; algo que ahora todos ellos desearían poder ocultar. Esa crítica democrática del “activismo armado” de los atentados del Eta fue constantemente mantenida en nuestro País por un sector que, totalmente al margen de las posiciones de la “clase política vasca oficial”, los denunció siempre como una falsa y funesta oposición o respuesta a la Violencia criminal y el Terrorismo de Estado, a la vez que dolorosamente costosos para el Pueblo y la causa de la libertad; todo ello determinado naturalmente por las característica de nuestra realidad social.

Tanto la propaganda imperialista – apoyada por la línea burocrática del Pnv, que causó el nacimiento del grupo Eta – así como la crítica democrática “coinciden” en su oposición a los atentados no-gubernamentales (ANG) del Eta; sin embargo, la propaganda fascista-imperialista condena los ANG contra el poder fascista establecido desde el punto de vista del imperialismo y el fascismo. Sirve con ello a la negación de la libertad nacional y de los derechos de autodeterminación y legítima defensa de todos los Pueblos y de sus Estados, y a la continuidad y el desarrollo de la dominación fascista-imperialista y de su monopolio de la Violencia criminal sobre ellos.

Por el contrario, la crítica de la carencia estratégica de los ANG hecha desde el punto de vista democrático es diametralmente distinta de su condena desde el punto de vista del imperialismo y el fascismo. Esta crítica democrática del “activismo armado” y los ANG los valora negativamente como contra-producentes y perjudiciales desde el punto de vista de la libertad y los derechos humanos fundamentales (a saber: el derecho de autodeterminación de todos los Pueblos y el derecho de legítima defensa que les es inherente), y sirve por tanto al refuerzo y la implementación estratégica de la oposición contra el imperialismo y el fascismo.

Sin embargo, estos intentos de introducir racionalidad y eficacia en el debate político: ineludible exigencia de todo movimiento político democrático de liberación nacional, más aún bajo un régimen imperialista y fascista, fueron siempre presentados, rechazados y despreciados por los agentes y simpatizantes de “la movida peneuvista y activista” como paralizantes “teorizaciones de salón” propias de “intelectuales” o algo peor:

“Pero pronto nuestra gente empezó a ver cosas raras. [...] lo que había que hacer era formarse, a la espera del día D, en el que ya tocaría hacer lo que hubiera que hacer. Ésta era su tesis. Inhibición absoluta de cualquier acción. Formación y formación, cursillos de esto y de lo otro, muchas reuniones, muchas conferencias... y ninguna acción. [...] Nosotros vimos en este fenómeno del día D, de nada de acción y mucha formación, la larga mano de los Servicios [secretos].” (Javier Ortiz; Xabier Arzalluz: Así fue.)


Dejando aparte por ahora esos ridículos, deleznables y desvergonzados simplismos y falsedades, cuando no flagrantes falsificaciones y calumnias, son todos ésos: los que han llevado el País al desastre actual mediante la colaboración “institucional” con el régimen fascista y el “activismo armado”, quienes protagonizaron aquel catastrófico y demencial plan de derroche de vidas humanas, aquella suicidaria “espiral de violencia y acción-reacción” (con el desarrollo de la violencia, la acción y la reacción fascistas como resultado), y quienes los aplaudían o “comprendían”. Son todos ésos, decimos los mismos que ahora se lamentan hipócritamente de los resultados obtenidos y se preguntan cómo hemos podido llegar a la situación actual.

Mientras tanto, ocultan que combatieron por todos los medios: incluidos los que les prestaba el régimen fascista español, contra la estrategia correcta y contra quienes la defendían y advertían de los errores de unos y otros, a saber: la liquidación de las instituciones nacionales y de la estrategia de Resistencia, para pasar al reconocimiento del régimen fascista como democrático y a la colaboración institucional con él, por un lado; y al “terrorismo individual” de los atentados, por otro, para acabar reconociéndolo igualmente como hizo el Eta. Son los mismos que no tienen reparo en paralizar y secuestrar ahora el Movimiento de Resistencia Nacional para supeditarlo al objetivo de sacar de las cárceles – o de acercarlos a las que llaman “cárceles vascas” – a los presos que no habrían entrado en ellas de haber escuchado lo que se les decía. (A los muertos ya no se los puede resucitar.) Por no mencionar que además se habría hecho lo que había que hacer, y no exactamente lo contrario como ocurrió; con las consecuencias que hemos debido padecer por ello y que aún padecemos.

El político, el jefe de guerra o el jugador de ajedrez de alto nivel no son, ni pueden ni deben ser teóricos relevantes, ni siquiera de su especialidad: más bien se puede afirmar lo contrario; pero nunca son ignorantes de los fundamentos teóricos sin los cuales no hay práctica posible. Su maestría en sus respectivas “artes” específicas no tiene por qué implicar forzosamente ni es reductible a su maestría de las ciencias puras o aplicadas; pero sí resulta ser incompatible con la ausencia o el desconocimiento total de ellas.

“La política es acción; pero sin teoría no hay práctica.” “La teoría es una guía para la acción.” “La organización es la forma de mediación entre la teoría y la práctica.” “Toda teoría política es teoría de la acción y se verifica en la práctica.” “Una acción no es positiva o negativa en sí sino en razón de la estructura estratégica en que se encuadra” etc. Tales ideas, formuladas y comentadas repetidamente en nuestras publicaciones y reuniones, no eran nuevas aunque aquí lo pareciesen. Las citábamos según habían sido expuestas – horresco referens – por Lenin y Lukács entre otros (lo cual bastaba para que se nos echara encima toda la morralla de fanáticos reaccionarios, peneuvistas y clericales que nos rodeaba), y siguen siendo hoy tan válidas como antes.

Pero para los “activistas y realistas” partidarios de “la lucha armada”, “pensar, escribir y todo eso no sirve para nada, lo importante es hacer”; aunque no se supiera muy bien qué o para qué. La preocupación de unos y otros consistió siempre en sacar a las masas en manifestación a la calle, o a los “colegios electorales” fascistas en el día D señalado que el régimen de ocupación les indicaría, cada vez que podían y debían estar en otra parte. Recurso que se extendió a la huelga-fetiche, a la agitación convulsiva, a la acción por la acción, y al abandono de todo sentido crítico en la política democrática.

“Lo importante es hacer.” Abandonados a ellos mismos: ya sea en su condición de adeptos del sectarismo ideológico, o como víctimas de su propio obscurantismo, han sido incapaces de darse cuenta de que su propia “realista y práctica” sentencia activista es ella misma una teoría, aunque de la mala. “La vía institucional y la guerra revolucionaria” suponen y son también teoría, como toda acción política o para-política. El dualismo hipostático de “la teoría y la práctica”, como otros, es resultado del obscurantismo y la represión de las ideas mantenidos por el Pnv y sus satélites, incluido el Eta, que han arruinado la Resistencia popular contra el imperialismo; empezando, para ello, por volver majaras a sus propios seguidores.

Efectivamente, el “dualismo” de la teoría y la práctica ha sido profusamente utilizado por algunos ideólogos “práctico-realistas”, con el objetivo de desacreditar a quienes ellos previamente han tenido la precaución de calificar de “teóricos”. Sin embargo, esa línea de razonamiento (?) parece ignorar que una práctica política no puede oponerse teóricamente a una teoría política: sólo una teoría puede oponerse teóricamente a otra. Ahora bien, dado el objeto de su aplicación, la teoría política es teoría de la práctica y para la práctica. Por tanto, si es errónea en la práctica, no es correcta como teoría; y si es correcta como teoría, es correcta también en la práctica. No puede ser correctamente coherente como teoría, e incorrectamente incoherente como práctica; pero lógica formal y propaganda imperialista son cosas muy distintas, como podemos verificar todos los días. Este País ha sido un paraíso para toda una caterva de desaprensivos incapaces, impostores, arribistas y charlatanes de todas procedencias y pelajes; quienes, tras haberse descubierto una vocación de “políticos” que ellos mismos no sospechaban, han encontrado en él una mina que explotar en su provecho, siempre al servicio del imperialismo. El precio que el País ha tenido que pagar por ello ha sido excesivo.

Una teoría errónea o quasi-inexistente genera una política nula o desastrosa; la cual, a su vez, tiene por consecuencia la esterilidad o la ruina teórica. En cambio, una política que aplica o tiene en cuenta las bases teóricas o científicas de la estructura social e histórica, crea las condiciones que posibilitan la crítica, la creación y la aportación teórica y científica. ¿Qué han aportado el Pnv y sus satélites “moderados y radicales” a la ideología y la cultura sociales e históricas en las cuestiones de la política, el derecho, la guerra, la violencia y el terrorismo, la teoría del Estado, el derecho de autodeterminación, el “marxismo-leninismo” y el materialismo histórico, el problema “lucha nacional-lucha de clases”, la entidad estructural de la lengua, o la irrupción de la ecología en la economía política etc? Estrictamente nada, salvo confusión y obstáculos añadidos, dogmatismo y obscurantismo. Todas las ideas que constituyen una aportación en tales materias provienen de la teoría y la crítica democráticas, y van unidas a ellas.

En cambio, y como es inevitable, su tradicionalismo obscurantista, su romanticismo “revolucionario”, y su subdesarrollo cultural, ideológico y político no podían tener otro resultado que el que han tenido. No tiene mayor interés saber si los institucionalistas Pnv-Eta armados y desarmados, dirigentes y dirigidos, son realmente tan tontos como parecen, o tan listos como para hacerse los tontos a fin de mejor engañar a sus incautos seguidores y víctimas. Lo que importa es que, de hecho, han adoptado y repercuten a nuestro Pueblo los temas recurrentes de la propaganda oficial del imperialismo y el fascismo español, incluso cuando pretenden o fingen oponerse a ella; y no hay aprobación más insidiosa y peligrosa que la que se presenta como reprobación.

Arzalluz, por ejemplo, en su papel de burukide del grupo burocrático Pnv, encuentra “bochornoso” y “reprueba” el Artículo 8 de la “Constitución”. Los institucionalistas aborígenes “vascos” armados y desarmados nos “advierten” prudentemente de la amenaza y el peligro de intervención militar: “en la Constitución sigue estando la posibilidad de que intervenga el Ejército”, dicen, mientras ocultan que se trata de la criminal Violencia constitutiva del régimen imperialista y fascista salido de la guerra de 1936 y de todas las que lo precedieron. Esto lleva al Pnv y a sus satélites, incluido el Eta, a la pretensión de “reformar, desarrollar y democratizar” la “Constitución” formal por la supresión de su Artículo octavo, “que da su poder al Ejército” español. No pueden ni quieren ver que el Ejército no recibe su poder del Artículo octavo. Es, bien al contrario, el poder del Ejército el que funda el Art. 8 y, con él, toda la “Constitución” formal y secundaria de España y de Francia. Los cañones del Ejército fundan, ante todo, la constitución real y primaria: resultado directo de las guerras que él ganó y que perdieron los demás, y supuesto necesario de la “Constitución” formal y secundaria. Sin el poder del Ejército no hay “Constitución” constituida ni constitución constituyente, ni régimen político que reformar, desarrollar, democratizar ni suprimir.

La “supresión del Artículo octavo” es un objetivo que, una vez más, niega o da por resuelto el problema real, que no está resuelto en absoluto, a saber: la realidad del régimen imperialista, colonialista y fascista franco-español de ocupación militar instaurado sobre el Pueblo Vasco y su Estado el Reino de Nabarra; problema que moderados y radicales tratan de esconder para desviar la oposición democrática de sus tareas reales.

Una Constitución no se funda en el “proceso Constituyente” sino antes de él. El dictado de los Artículos 8 y 2, y de los demás, no son sino incidentes y consecuencia del proceso constituyente secundario y formal, que está dirigido y sustentado por el poder constituyente primario y real, producto del poder real imperialista y fascista español y francés. Los institucionalistas “vascos” armados y desarmados niegan así la realidad del régimen franco-español de ocupación militar, mediante una versión idealista, formalista y reaccionaria de la política (que en este caso es además fascista de ocupación militar), la cual ellos presentan en cambio como si consistiera en rituales, gestos y formas institucionales – marginales, derivados y secundarios – en suspensión o levitación que nada tienen que ver con sus fundamentos asentados sobre un orden de criminal Violencia imperialista. Ocultan así el problema real, a fin de ocultar su propio papel y responsabilidad en la desviación de la oposición democrática de sus tareas reales, y en su propio reconocimiento del criminal imperialismo fascista como democracia.

El tardío, pasivo y contemplativo “bochorno” de Arzalluz era tan hipócrita como la “abstención” del Pnv en el Referéndum sobre la “Constitución” española en 1978, que buscaba además la recuperación y neutralización del verdadero boycott abstencionista en las “elecciones” de 1977. El régimen fascista y sus Artículos constitucionales no se combaten con bochornos y abstenciones para la galería sino con una oposición estratégica; oposición que Pnv-Eta habían rechazado muchos años antes, incluso bajo el régimen establecido por el Ejército del General Franco en el que se funda todo lo demás. El Pnv había amañado los pactos de liquidación de París (1957-1961) y de Múnich (1962), preparatorios de la transición intra-totaitaria española; y por si eso – y su definitiva participación en las “elecciones generales” imperialistas de 1977 – no fuera suficiente, aceptó y reconoció en las Cortes españolas y ante el Referéndum la “Constitución española”: “que no es nuestra Constitución pero que acatamos por justa y por democrática”, según declaración oficial del Pnv dirigido por el propio Arzalluz. Contando con tales abstenciones, no se necesitan adhesiones.

En cuanto a la “operación retorno” de los “radicales” del Eta a “la casa del padre”,  ésta había empezado ya en los años sesenta – según quedó expuesto en el anterior capítulo VI: ‘Contribución de “la izquierda” a la liquidación estratégica de la política nacional vasca: el social-imperialismo’ – con la penetración entre sus filas del social-imperialismo español, con quienes se unieron en la tarea de atacar y calumniar a quienes denunciaban sus cambalaches de liquidación de la estrategia democrática y nacional vasca, y de colaboración con el fascismo, que entrañaba la diseñada “transición” española. A continuación, su deriva: que consistía primero en acudir a las “elecciones pero sin participación en el parlamento español”, después a las “elecciones con participación”, luego su “guerra caliente a la abstención” (“hemos declarado la guerra caliente a la abstención”), su “negociación inevitable” y sus pactos, propuestas etc., eran escalones de la rendición incondicional y la vuelta a la casa del padre.

La “transición”, que la “oposición” española había lanzado muchos años antes, aceleró la integración del Eta al régimen establecido y a lo que ellos llamaban “abrir un proceso de paz por vías exclusivamente políticas, democráticas y pacíficas, en ausencia de toda violencia legalizada o de respuesta, con las elecciones, el diálogo, la persuasión y la conciliación como medios de superar los conflictos políticos”, y otras estupideces reaccionarias por el estilo. Es el mismo “estilo” de Arzalluz y del fascismo en general, que los medios de intoxicación ideológica de masas imponen a este sufrido País todos los días.

Pero esas estupideces reaccionarias son inevitables, dadas las cirdunstancias, porque sin teoría no hay práctica, y sin ideología no hay política; y los burócratas Pnv-Eta sólo tienen las del régimen fascista español que ellos han aceptado como “democracia”. El obscurantismo teórico y la fosilización del pensamiento acarrean fatalmente incapacidad, reacción, subdesarrollo e inmovilismo políticos, que a su vez inducen la colaboración y la complicidad con el imperialismo y el fascismo para reducir toda Resistencia ideológica y política a nivel infrastratégico: objetivo axial de la política imperialista. Obscurantismo y represión ideológica durante cincuenta años han tenido por consecuencia la incomunicación, el retroceso y la ruina de la cultura política en este País. El resultado es la adopción tenaz y pertinaz, por parte de los institucionalistas Pnv-Eta armados y desarmados, de los supuestos ideológicos más reaccionarios de la ideología que es difundida por la propaganda imperialista y fascista franco-española.

Voluntariamente infiltrados y profundamente impregnados por esa ideología, y radicalmente incapacitados para proporcionarle a nuestro País la más mínima protección contra la agresión de los monopolios de propaganda y guerra psicológica del régimen fascista de ocupación militar, o el más rudimentario paraguas teórico para el cada vez más intenso diluvio ideológico que acompaña a la consolidación de la dictadura franquista, los institucionalistas Pnv-Eta armados y desarmados se convirtieron rápidamente bien al contrario en la más eficaz vía de infiltración, en la más eficaz correa de transmisión y penetración de la ideología y la política del régimen imperialista español: mediante sus variantes social-imperialistas y social-fascistas del Nacional-socialismo y el Nacional-comunismo español, en los resistentes baluartes de la oposición democrática vasca.

De este modo, los abertzale “radicales” del “activismo armado”, tras diversas coartadas con las que trataban de ocultar su vergonzante deriva y capitulación electoralista (partiendo desde su inicial posición de denuncia de la participación en las “elecciones generales” imperialistas españolas de 1977 como traición al Pueblo), arrastraron a sus seguidores hasta la urnas imperialistas desde 1979 y los incorporaron a una mendicante participación en las “instituciones democráticas” de lo que denominan “el Estado”, o sea: en las instituciones totalitarias del Estado ocupante fascista y terrorista que “moderados y radicales” reconocen como suyo mientras ignoran el propio: el Reino de Nabarra, y se declaran, en el mejor de los casos, como “nación sin Estado”. El resultado así obtenido por “los moderados y los radicales” Pnv-Eta ha supuesto para el País una catástrofe estratégica: previsible, prevista y anunciada, que ha venido a sumarse a la de la derrota frente al Nazi-Fascismo.

El subdesarrollo cultural, el opio ideológico, la retórica idealista y moralista como sucedáneo de la política y la estrategia, la “negociación inevitable”, la liquidación de la democracia interna y externa, la total ignorancia de la esencia misma de lo político, el sabotaje de las instituciones propias y la participación y “legitimación” de las ajenas: de añadidura imperialistas y fascistas pero aceptadas como democráticas y propias, son handicaps insuperables que no tienen cabida en un mundo que no tolera ni perdona debilidades, dilaciones ni tergiversaciones; sobre todo si son cometidas por un Pueblo indefenso y sojuzgado. Sobre tales bases, nuestra Nación se degrada y retrocede sin cesar ante el Nacionalismo imperialista y el Fascismo de Francespaña; con la oposición hipócrita que consiste en la complicidad efectiva de sus servicios auxiliares locales Pnv-Eta y sus satélites. Contra lo que éstos pretenden hacer creer, la fuerza y el tiempo juegan fatalmente a favor de las Naciones dominantes, que tienen todas las bazas ideológicas, políticas y económicas en sus manos; y en contra del Pueblo sojuzgado, cuando éste es incapaz de jugar las que le quedan por la traición de sus supuestos dirigentes.

Como consecuencia del sabotaje estratégico y posterior ruina política logrados por la supuesta “oposición” periférica, el Segundo Franquismo: legitimado como “democrático” y ampliada su base social tradicional con la incorporación de los republicanos y los Nacional-socialistas y Nacional-comunistas neo-falangistas españoles a los objetivos del imperialismo fascista, supera en Nacionalismo, agresividad, furor, fanatismo y odio imperialistas y racistas al paleo-Fascismo castrense de su fundador. Su “legitimación democrática” se afirma con todo cinismo sobre la base de las elecciones totalitarias y las “mayorías” fabricadas por el Nacionalismo imperialista y colonialista franco-español; últimamente incluso mediante el anunciado recurso a “censos itinerantes” establecidos en “virtud” de la ocupación armada y la colonización. Pero el imperialismo colonialista y totalitario es siempre imperialismo; por formalmente mayoritario que sea en sus “elecciones”.

Todo ello ha sido posible gracias a la colaboración necesaria de una “oposición vasca oficial” sumisa y fundamentalmente recuperada por el imperialismo español, cuyas instituciones en nuestro País – al igual que sus organizaciones político-sindicales colonialistas que a sí mismas se declaran españolas – los “dirigentes vascos” siguen con perversa obstinación reconociendo como democráticas y vascas desde hace ya casi cincuenta años.

En los tiempos en que el régimen fascista se desvivía para atraer a todos hacia lo que los institucionalistas “vascos” armados y desarmados llaman ahora “vía política, democrática y no-violenta”, los Eta inventores de “la lucha armada, la guerra revolucionaria y el Plan de ocho años de Liberación y Unificación nacional” denunciaban en 1977 el apoyo y la legitimación del Franquismo que implicaba la participación “electoral e institucional”, frente a “la abstención, única salida válida y mejor postura de lucha”; “nuestra postura es totalmente contraria a la participación” “práctica política de engaño y traición”.

A continuación, su proceso de capitulación y escalada electoralistas los llevaba en 1979 a “la decisión de no participar en el parlamento pero presentarse en las anti-democráticas y anti-vascas elecciones”, “con promesa formal de no participar en las instituciones y las sucesivas promociones de Diputados, Senadores y cargos locales” “democráticamente elegidos, sin perjuicio de la lucha armada y del papel complementario de la lucha de masas”, jugando a democracias y parlamentos con los candidatos y electos declarados del imperialismo oficial. Y finalmente, a declaraciones tales como: “combatir la abstención: un reto para todos”, o “hemos declarado la guerra caliente a la abstención: será carne o será pescao pero no será abstinencia”; “cuanta más participación, más democracia”; “que voten a quien quieran, pero que voten, es una buena cosa para la democracia y una buena noticia para los demócratas”; “llamad artaburu a quien propugne abstención” etc. Habían olvidado ya que los primeros abstinentes: que no votaron nunca tras la “transición”, fueron los que quedaron asesinados en los montes, las cunetas, las plazas de toros y las tapias de los cementerios; los hombres, mujeres y niños reventados bajo las bombas, excluidos para siempre del censo electoral por el imperialismo y el fascismo “incluyentes, democráticos y no-violentos” de Francia y de España.

Son todos ellos los temas que unen y asocian, desde hace más de cuarenta años ya, a todos los partidarios y partícipes del institucionalismo imperialista y fascista español: desde el Franquismo tradicional, a los valedores armados o desarmados Pnv-Eta de lo que llaman “vía democrática, política y no-violenta”.

Sin el apoyo decisivo de la organización burocrática y corporativa, “realista-posibilista y activista”; y sin la cooperación continuada y obstinada de los institucionalistas “vascos” armados y desarmados – nombradamente: los moderados y los radicales sedicentes “abertzales de derecha y de izquierda”, desde el Pnv oficial a su corolario el Eta – en la tarea de desviar y reducir a nivel infrastratégico la Resistencia Nacional en los Territorios ocupados del Pueblo Vasco, los monopolios de Violencia criminal y propaganda del poder imperialista y totalitario franco-español no habrían podido alcanzar una parte fundamental de sus objetivos, y los más graves y funestos errores habrían podido evitarse. Sin ellos, no habría podido el Segundo Franquismo establecerse, mantenerse, consolidarse y desarrollarse como lo ha hecho desde su “transición”.

Establecido por el régimen como mecanismo para evitar el desbordamiento del Estado unitario español por la lucha de los Pueblos sojuzgados, el sistema de “autonomías” fue el gran triunfo que “los moderados y los radicales” Pnv-Eta presentaron al Pueblo; un sistema que les proporcionaba los ansiados enchufes, prebendas y sinecuras por sus valiosos servicios prestados. De todos modos, esa “autonomía” otorgada por el régimen imperialista español no les permitía ocultar que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado y la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los Españoles”, según afirma su “Constitución” que ellos aceptaron y siguen aceptando. Todo lo cual implica negar: el sojuzgado Pueblo Vasco como titular de un derecho internacional e inherente de autodeterminación o independencia; la Nación vasca asentada en sus Territorios históricos propios; la imprescriptible vigencia y actualidad de sus conculcados derechos fundamentales y los de su Estado ocupado, el Reino de Nabarra; y los correlativos imprescriptibles crímenes de guerra, contra la paz y contra la Humanidad cometidos por el Nacional-imperialismo terrorista franco-español en la empresa de sojuzgamiento de nuestro Pueblo y Estado.

El plan de estabilización del Franquismo (en la situación semi-insurreccional de la “transición” en el País Vasco), y la autonomía-trampa (proyectada e impuesta como medio de confusión, condicionamiento, fijación, contención, represión, desgaste, reducción, manipulación, recuperación y corrupción de las fuerzas populares), venían a substituir a la institucionalización democrática y permitían modular la represión, dosificar la “reforma institucional”, interponer amortiguadores y cojinetes, y conservar el control de caña y carrete, a fin de enganchar, tantear, evaluar y dar o recobrar hilo, según el vigor o la debilidad y los sobresaltos o las veleidades de la Resistencia. Mientras tanto, la centralización y la concentración efectivas del poder político unitario garantizaban el desenlace fatal de una “confrontación institucional” de pesca y captura resuelta de antemano.

La “vía democrática institucional” Pnv-Eta era la tapadera y coartada del sabotaje estratégico. “La idea federal de España, los derechos históricos, las disposiciones adicionales y su interpretación ‘auténtica’, el pacto con la Corona, el pacto constitucional entre iguales de Euskadi con España, la libre asociación, y el pluralismo español”, eran el reiterado, variopinto, falaz, absurdo, vacío e irrisorio intento de encubrir y falsear ante la opinión pública la magnitud de la liquidación estratégica y sus inevitables y catastróficas consecuencias. La “autonomía” constitucional y legalmente establecida por el Estado español en favor de sus “regiones” es una superchería más: la Ley Orgánica no establece la autonomía sino una habilitación al Gobierno para hacer lo que quiera; y es ante todo una maniobra para proporcionar cobertura ideológica a los colaboracionistas y cómplices “vascos”.

(Contra lo que pretenden sus beneficiarios locales, ninguna Ley Orgánica ha establecido nunca tal régimen autonómico, cuyas integral precariedad y arbitrariedad formal y real se han evidenciado durante cuarenta años. La reciente “denuncia” de la “re-centralización del Estado” por parte de los colaboracionistas locales: quienes no lo consideran como un Estado ocupante sino el suyo propio, es una falsedad y una hipocresía más que no engañan ni impresionan a nadie; menos aún al propio régimen fascista.)

Las instituciones y servicios auxiliares de la autonomía-trampa son parte activa de la Administración colonial del Estado ocupante al que pertenecen, proporcionándole los cuerpos indígenas – administrativos y represivos – de proximidad que necesita. Totalmente desprovistos de poder político propio, estos órganos de la administración local: pomposamente llamados “gobiernos” por los Gobiernos de verdad que los han creado, sirven la Violencia criminal, el Terrorismo y la corrupción constitutivos del régimen colonial.

En particular, tales “instituciones autonómicas”, y las burocracias políticas Pnv-Eta que las integran, proporcionan: el reconocimiento del carácter “democrático, legítimo y no-violento” del régimen de ocupación militar en que consisten los Estados imperialistas y fascistas de España y de Francia; la represión de las personas y las ideas de la Resistencia Nacional Vasca; la gestión y el reparto de la corrupción mediante la distribución de sueldos y enchufes para los colaboracionistas ligados a la administración “autonómica”; la ocultación y el desprecio de la llamativa proporción de abstinentes a participar – a pesar y a despecho del asfixiante condicionamiento mediático – en su política de liquidación nacional; la adopción y subsiguiente repercusión al Pueblo Vasco de los temas y la terminología recurrentes de la propaganda oficial franco-española (incluso cuando pretenden o fingen oponerse a ella); y – en fin – el bloqueo y la represión de toda real confrontación de ideas, así como el planteamiento en su lugar de los “debates” trucados que el poder fascista necesita, suscita y tolera para acreditar su “libertad de expresión” y su “legitimidad democrática”. Todas ellas son las funciones reales y verdaderas que les han sido asignadas a las “institucions autonómicas” y a las camarillas de traidores “vascos” que las integran.

Los “abertzales moderados y radicales” de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites, incapaces de denunciar siquiera la descarada presencia de los representantes del Franquismo en la radio-televisión española local llamada “autonómica vasca-euskal telebista” (que invoca al respecto una falsa e hipócrita “ecuanimidad democrática”); y unido todo ello a sus propios miedos, auto-censura y cohibición ante los insultos y la agresividad de los fascistas españoles (que están respaldados por sus tribunales penales franquistas basados en su monopolio de la Violencia criminal), han conseguido que se difundan en sus falsos debates – y que pasen como “realidad vasca natural y normal” – manifestaciones e ideas españolas y fascistas que no se corresponden en absoluto con la realidad sociológica abrumadoramente mayoritaria de nuestro Pueblo.

En todos esos “debates”: mantenidos bajo condiciones fascistas pero aceptados como democráticos, los sedicentes abertzale comparten las tribunas de los mass-media con toda naturalidad junto a Renegados indígenas y portavoces del Franquismo (ya sea en su versión tradicional o en la de sus marionetas Nacional-socialistas de Falange-PsoE), que se pretenden todos ellos “demócratas de toda la vida” repitiéndolo hasta la náusea para lograr su aceptación; y endosan a su lado como propia la posición imperialista fundamental no menos incesantemente repetida, a saber: el “régimen democrático español y su Estado de derecho”, como característica básica del régimen de ocupación militar y del Estado y el derecho imperialistas, fascistas y terroristas de Francespaña.

Así pues, tras haber decidido esos “intitucionalistas vascos moderados y radicales” participar en las instituciones fascistas como una inevitable necesidad “para poder decir algo en este País”, según decían, nos encontramos finalmente con el “brillante” resultado de que no decir nada – en realidad es algo mucho peor, pues deben decir lo que el régimen quiere que se diga – es la inevitable necesidad que esos colaboracionistas asumen “para poder participar en las instituciones” del imperialismo y fascismo franco-español; lo cual es y fue siempre su único objetivo.

De este modo, el inicial tremendismo y maximalismo “revolucionario” ha dado paso finalmente al pregonado realismo-posibilismo-minimalismo del colaboracionismo/traición de “los moderados y los radicales” Pnv-Eta; que es en realidad el abandono nihilista de toda oposición política al imperialismo franco-español. (Como principio estratégico, el minimalismo es una estupidez; también lo son el maximalismo y el “medievalismo”.)

A fin de justificar todo ello, el sofisma de composición sigue prestando buenos servicios a los adeptos incurables de la ideología dominante del poder establecido: “Cuando ya obtener el menos cuesta tanto y no está todavía a la vista, ¿cómo se podría a fortiori obtener el más? Querría yo que se me explique, pero no oigo respuesta que valga”, se nos dice. En realidad, quien eso afirma: un apologista converso desde el maximalismo armado del Eta al minimalismo desarmado del Pnv, no quiere “que se le explique”. Lo que él quiere es que se lo explique el Eta, o el Pnv; lo cual es imposible. Como tantos otros, no oye lo que no quiere oír.

Veamos. Ciertamente, no hay una relación constante y unívoca que pueda establecerse a este propósito; no obstante (y en contra de lo que plantean sofismas y máximas del tipo: “quien puede hacer lo más, puede lo menos; quien no puede hacer lo menos, no puede lo más”), en cuestión de estrategia política es frecuente que quien puede hacer lo más, no pueda lo menos; y que quien no puede con lo que es menos, pueda con lo que es más. En realidad, la substitución mecánica y lineal de los principios propios de la estrategia política por otros ajenos a ella llevará siempre a los mismos extravíos. Ello es así porque la mutua implicación e interacción constitutivas de fines y medios, dentro de una estructura estratégica dada (y por tanto sus curvas de movilización y efectividad), obedecen a principios que son – no nos atrevemos a decir dialécticos, que ahora eso está muy mal visto – digamos esencialmente distintos de los aplicables a la cesta de la compra.

Toda política implica una estructura estratégica de fines y medios, la cual produce, conserva o modifica socialmente la relación de fuerzas en que está fundada. La naturaleza de esa política: bien sea progresista o reaccionaria, depende de su resultado real. Sólo la modificación estratégica de la relación de fuerzas en favor de las clases populares constituye la realidad del progreso político democrático. Fines y medios estratégicos se implican y constituyen mutuamente: los fines constituyen los medios; y la profundidad de los fines condiciona y produce la extensión de los medios. Es por ello que las Naciones sólo se movilizan para fines que merecen su esfuerzo.

Para un Pueblo sojuzgado, la independencia nacional es un fin que – como puede comprenderse – encuentra dificultades naturales para la agregación de los recursos sociales necesarios, bajo las condiciones de un régimen imperialista, colonialista y fascista de ocupación militar; ya sea en Irlanda, en Argelia o en las Colonias americanas (donde el terrorismo de los colonos y los Padres Fundadores dio origen a los actuales USA). Pero el abandono de ese fin implica el final y la liquidación de la política y la ideología democráticas, del derecho de autodeterminación, y de la política de libertad nacional.

Del mismo modo, el Pueblo Vasco se movilizará – tal vez – con análoga dificultad por la independencia nacional y la restauración de su Estado histórico frente a la ocupación, la dominación y la colonización Nacionalista-imperialista franco-española; pero no se movilizará nunca por un “departamento” francés con un Prefecto, o por una falsa “autonomía” otorgada, regional y provinciana española. Los Pueblos se movilizan por grandes causas y, en todo caso, por la Libertad nacional; no lo hacen por humillantes platos de lentejas (“sí, pero con tropezones y sacramentos”, según lo dijo A. Ortuzar, presidente del Pnv) para unos groseros y cínicos traidores colaboracionistas.

El apoyo del colaboracionismo “vasco” Pnv-Eta conforta así las posiciones imperialistas como “democráticas”; y contando con tan buenos oficios, ni siquiera la manifestación de una voluntad de independencia quasi-unánime en el Pueblo sojuzgado bastaría para alterar la determinación imperialista en calificarla y reprimirla como aberrante agresión contra “la Constitución y la voluntad mayoritaria del Pueblo español”: ficción ideológica que, ocultando su génesis e imposición imperialistas y genocidas, está basada – según se indicó en el Capítulo IV: ‘Constitución real y “Constitución” formal: realidad y falsificación’ – en un constructivismo mitológico en petición de principio que niega los Pueblos dominados y los funde como partes alícuotas de la “nación” totalitaria.

En consecuencia, el fatal destino del colaboracionista y oportunista indígena – “moderado o radical” – es reforzar, “cumplir y hacer cumplir las leyes de la democracia, que son iguales para todos los españoles y los franceses”; o verse finalmente denunciado por el régimen como delincuente si no lo hace así. Por lo que respecta a la zona del País bajo ocupación francesa, la idea imperialista-absolutista francesa de Nación, identidad nacional y Estado siendo la que es, no hay para los Pueblos anexados otra salida que su completa liquidación, y por tanto la negación de ellos es expresa y total. Puede que los Españoles intenten engañar a sus dominados mareándolos con su “pluralismo”, sus “autonomías” y otras gilipolleces, pero ciertamente no así los Franceses. De hecho, ya la “revolución” había clasificado honestamente la Lengua Vasca – Pueblo no hay – como Lengua extranjera.

Entretanto, la alteración de la base sociológica de nuestro País: conseguida mediante la movilización, reorganización, radicalización y potenciación de las colonias metropolitanas y extranjeras de poblamiento; mediante la multiplicación del número y la acción de los Renegados indígenas; y mediante la destrucción sistemática de las características nacionales por colonización, alienación y deculturación etc. (medidas “democráticas” todas ellas, según los dementes/desaprensivos agentes Pnv-Eta), es un proceso que continúa sin descanso al servicio del objetivo criminal de siempre: la sumisión y liquidación de los Pueblos sojuzgados. Mientras los títeres y auxiliares ideológicos “moderados y radicales” Pnv-Eta juegan – los unos desde siempre, y los otros desde 1979 – a “elecciones y democracias” imaginarias, el bulldozer nacionalista, imperialista y fascista franco-español prosigue día a día su obra de demolición; el rodillo económico, político, racial, lingüístico y cultural de la apisonadora colonial avanza a paso de gigante hacia la completa destrucción delos Pueblos sojuzgados.

El imperialismo es la lucha de clases a un nivel internacional: es la dominación y explotación de un País por otro; y el imperialismo Nacionalista consiste además en la destrucción de la Nación dominada y la imposición sobre ella de los caracteres nacionales de la Nación opresora. En estas condiciones, en un País sojuzgado bajo un régimen Nacional-imperialista y fascista de ocupación militar sólo caben dos Partidos reales, a saber: el de la integración al poder dominante, por un lado, que se apoya en las fuerzas de ocupación militar y que eventualmente se camufla como “democrático” o incluso “socialista” tras una fachada de cartón-piedra y siglas que ocultan la auténtica realidad; y el de la Resistencia, por otro, cuyo objetivo es y sólo puede ser conseguir la unidad del Pueblo sojuzgado en torno a la afirmación de su independencia nacional y la restauración (o constitución) de su propio Estado, y el rechazo y expulsión de las fuerzas imperialistas y extranjeras de ocupación militar.

Frente a esta realidad, la labor de los agentes de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites: Ea-Ehbildu-Sortu-Geroa bai y resto de sus asociaciones “sindicales, sociales y culturales” que les dan cobertura, es potenciar la división partidaria interna de nuestro Pueblo, y a continuación su propia alianza con partidos imperialistas declaradamente franco-españoles en nuestro País (cuyo objetivo fundamental es mantenerlo sometido a Francespaña), para excluir así a los otros “partidos vascos” que son sus competidores en su propia aspiración por obtener las concesiones “autonómico-económicas” del régimen imperialista; todo lo cual arruina absoluta y necesariamente ese objetivo de libertad nacional, que ellos substituyen por “la contienda electoral, las urnas y el voto” en el seno del ocupante Estado imperialista de España y de Francia.

En tan favorables condiciones, la hipocresía y audaz desvergüenza de los fascistas no conocen límites: con la colaboración y amplificación que les proporcionan las “instituciones autonómicas”, al amparo de sus monopolios mediáticos y con la protección de su monopolio de la Violencia criminal (que reprime toda libertad de expresión y garantiza a sus agentes poder hablar sin contestación: también por eso y para eso son fascistas), el régimen neo-Franquista distorsiona la realidad y difunde por la sociedad entera su ideología de odio y opresión contra el Pueblo Vasco, alcanzando características de ultranza, estupidez e incluso alienación mental generalizadas. Para ocultar todo ello, la forzada y mecánica insistencia con que – bajo su propia ocupación militar – repiten los mantras imperialistas y fascistas de “pluralismo, democracia, libertad, paz, no-violencia” y demás palabras-clave de la moderna retórica fascista, es expresión del cinismo interno y la hipocresía externa de sus ideólogos representantes.

Emulando el conocido precedente orwelliano, y contando con la colaboración y traición de la burocracia mafiosa-liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites, el Imperialismo y el Fascismo franco-español han impuesto en nuestro País una neo-lengua y un mundo ideológico al revés donde el Fascismo es “libertad y democracia”, y donde toda oposición al Fascismo es “fascismo”. Donde toda Resistencia al Nacionalismo imperialista franco-español es “nacionalismo”; toda Resistencia a su Racismo dominante es “racismo”; toda Resistencia a su agresión y a su Monopolio de la Violencia criminal es considerada “violencia”; y donde es “terrorismo” toda Resistencia a su Terrorismo de Estado.


(De ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español’.)

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