Degeneración burocrático-activista, y ruina político-estratégica (XXX)


EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL



XXX – Degeneración burocrático-activista, y ruina político-estratégica


Iñaki Aginaga y Felipe Campo


En el Segundo Franquismo, al igual que ocurría en el Primero, las organizaciones políticas y sindicales oficiales son órganos regulados y financiados por el poder político establecido, que cuenta con el apoyo de las instituciones “internacionales” correspondientes. Quienes creen que los Gobiernos, partidos, sindicatos y mafias funcionan todavía como en el siglo XIX, mal pueden comprender que en los actuales Estados el papel político de estas organizaciones se ha visto reducido al de correas auxiliares de transmisión, control, información e intoxicación al servicio del Gobierno real, el cual las fabrica y del cual dependen para existir y subsistir.

De este modo, y bajo el régimen salido de la “transición” intra-totalitaria española al Segundo Franquismo, las organizaciones indígenas de la traición y el colaboracionismo “vasco”, a saber: la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites Ea-Ehbildu-Sortu-Geroa bai junto con el resto de asociaciones y fundaciones “sindicales, sociales y culturales” que les dan cobertura y evitan ante todo denunciar su verdadera naturaleza, son corporaciones que tratan de explotar en provecho propio las condiciones del orden político-económico imperialista y fascista en el que ellas han nacido y que han aceptado, asumido y reconocido; un orden al que todo deben y que defenderán por todos los medios de que disponen.

La corrupción es la función primera que cohesiona y engrasa los órganos y la clientela de las Administraciones “autónomas”, las cuales han creado capas sociales enteramente dependientes de ellas y dispuestas a todo para conservarlas. Tales tramas se benefician del monopolio de la Violencia criminal y el Terror; de su monopolio de propaganda y de la resultante ruina de la libertad de expresión; de la protección política de sus actividades; de la financiación oficial, oficiosa o fraudulenta de sus Organizaciones mediante el correspondiente monopolio de extorsión, corrupción y sinecuras administrativas; así como de una enorme clientela de funcionarios “públicos” y de su red de empresas “privadas”.

La corrupción en la redistribución del producto social se efectúa según el esquema de costumbre: por intersección y colusión de funcionarios, “políticos”, sindicalistas, empresarios privados y mafia especializada en la organización y explotación del filón. El sistema de “puertas giratorias”: que – tras el ejercicio de las más “altas magistraturas” – dan paso a dorados cometidos nominales en grandes Corporaciones, es sólo el ejemplo más llamativo y escandaloso de recompensa en este sistema de corrupción institucional. Por desgracia, una vez que esos beneficiarios han demostrado sumisión al poder imperialista y fascista establecido: única competencia básica que necesitaban para ejercer sus anteriores cargos, cualquiera puede imaginar la “decisiva” aportación que tales “figuras” de la “alta política” pueden hacer a las finanzas y el management industrial-comercial en sus nuevos y regalados puestos.

El grupo Pnv y sus satélites, comprendido el Eta, son un caso de cultura agropecuaria en una sociedad industrial. Un País relativamente primitivo y rural como éste, donde estamos todos a un paso del bas-herri o el pueblo más o menos grande, es natural y fundamentalmente hostil al pensamiento teórico o científico. Además, y como consecuencia fundamental del reaccionarismo/obscurantismo inherente a la Contra-Reforma española-ignaciana-jesuítica (y luego peneuvista): desgraciadamente instaurada en este País tras su total ocupación militar hispánica desde 1512, tener ideas – más aún si son heterodoxas – es lo peor que le puede ocurrir a quien pretenda alcanzar aquí la estima de sus convecinos; y pretender decirlas, una temeridad que se le hará pagar muy caro. Entre el pueblo, la eventual y equívoca admiración por el ilustrado – eskolatua – cede siempre ante el recelo despectivo y desconfiado, que fácilmente se convierte en odio o resentimiento.

El modelo social de este País: la “personalidad de base” o su versión política, es el rústico maltzur: desaprensivo, marrullero, artero, ignorante y grosero que engaña a los adversarios políticos, económicos o culturales (supuestamente mejor equipados que él), y a quienes finalmente se impone por la astucia, la fuerza, el robo y la traición. Personifica el triunfo romántico, legendario, pan-recurrente y populista del débil contra el fuerte. Incluso los trucos más deshonestos (que son económica y culturalmente funestos para una sociedad evolucionada), como son la difamación, el espionaje industrial o el plagio político, literario o científico, son mostrados como “simpáticas habilidades”; en otras palabras: como la legítima revancha que restaura y restituye los justos derechos del injustamente privado de ellos.

En cualquier caso, los bienes culturales afectados son demasiado “inmateriales” como para merecer otra cosa que la regocijada chacota del malicioso observador: mientras no se roben las gallinas o los bueyes (o sus modernos trasuntos mecanizados), aquí todo vale. Esto “proviene más de los alcances naturales de una raza que nunca ha aprendido los modernos conceptos éticos, antes que de cualquier defecto decisivo en su estructura moral”. Ahora, con el moderno imperialismo y la globalización, conceptos y estructura se han ido todos ya al demonio, y los rurales deculturados mienten y roban si pueden tanto y tan bien como los plebeyos aculturados; sobre todo si “la vía institucional” y la corrupción administrativa se lo ponen al alcance.

El Pnv y sus satélites son adeptos indefectibles de tales procedimientos, con los que tratan de paliar su indigencia teórica y práctica. Lo malo para ellos es que el pillaje – ya sea político, económico o cultural – debería ir acompañado de estructuras receptivas de las que ellos carecen por completo. La simple y penosa consideración de sus “ideas” y ocurrencias sugiere diversas patologías mentales, oligofrenias o psicopatías; y evoca estados delirantes, ya sean agudos o crónicos. Pero no son deficientes mentales que vivan al margen de toda realidad, ni están tan locos ni son tan tontos como parecen.

Bien al contrario, la barrera populista del Pnv y su vasto conglomerado de satélites se apoya en una estructura de clase: financiera, política y clerical, cuyos mentores y rectores – si bien no así sus seguidores – saben muy bien lo que se hacen y a dónde van; esto es: a acomodarse con el fascismo y “sentirse cómodos en el Reino de España”, tras haber tirado a la papelera su propio Estado, el Reino de Nabarra. A unos y otros, el coste social de todo ello para el País les tiene sin cuidado: poco les importa la evidencia de que bajo el ecosistema del Nacionalismo imperialista español y francés: ya sea monárquico o republicano, no hay el menor lugar para el Pueblo Vasco como tal Pueblo, con sus características nacionales propias. Y no les importa porque ellos no son en realidad otra cosa que la red indígena de traición, colaboración, represión, corrupción, espionaje y propaganda del poder extranjero, creada bajo el amparo y al servicio del régimen imperialista establecido en nuestro País. Es decir, la red que el imperialismo español montó con la colaboración de la burocracia Pnv y sus satélites: instrumentos locales, auxiliares y necesarios – ya sean vendidos o manipulados – de los que el régimen fascista franco-español se sirve para mantener al Pueblo Vasco en la sumisión, la inactividad y el embrutecimiento políticos; y para conseguir la congelación, la recuperación y el desgaste de sus fuerzas populares.

[Si bien se trata de un asunto que en principio queda fuera del alcance de este trabajo, no obstante, esta liquidación de toda auténtica política vasca de liberación frente al imperialismo, y la consiguiente degradación que ello ha traído como consecuencia, se han manifestado también en una escandalosa provocación y ridiculización de nuestro Pueblo en determinadas producciones pretendidamente culturales y “artísticas”. Así, las significativas proliferación, difusión mediática, y notoriedad que en los últimos tiempos están alcanzado en este País escritores y realizadores de cine y televisión – supuestos “guionistas” y “humoristas” – que han descubierto el filón que pueden obtener en el motivado mercado español con el mono-tema de ridiculizar a este País, hace que nos venga impuesta la tarea de exponer ese fenómeno, siquiera brevemente.

Por supuesto, no seremos nosotros quienes nos manifestemos contrarios a una sana autocrítica y a fustigar todo elemento negativo enraizado en cualquier aspecto de nuestra realidad social; pero ello implica una crítica teniendo siempre presente como meta la regeneración y el reforzamiento de la conciencia y cohesión nacionales del Pueblo Vasco. Y todo ello enmarcado – como un instrumento democrático más – en la lucha de clases internacional contra el imperialismo y el colonialismo franco-español; los cuales, estructurados a lo largo de su historia en regímenes despóticos, absolutistas y finalnalmente fascistas, y basados en su total desprecio hacia otros Pueblos, han masacrado Naciones y Civilizaciones por todos los Continentes durante siglos; algo cuya denuncia debería ser la auténtica labor progresista y sanadora a realizar.

Completamente diferente de esa meta es la actitud que, al servicio del imperialismo franco-español, han adoptado los individuos autóctonos que estamos comentando (en su condición bien sea de insensatos, oportunistas vendidos, o Renegados), consistente en sacar provecho y “hacer caja” mediante la ridiculización, el debilitamiento y la humillación de un Pueblo cuyas características nacionales: lingüístico-culturales, onomásticas, o culinarias etc., caricaturizadas hasta la náusea, son exhibidas por ellos como simple aldeanismo de un “pueblo” de brutos y palurdos que “no saben hablar o hablan mal” (por supuesto en Español o Francés: nada de lo que un colonizado tenga que avergonzarse); sin que, al parecer, la represión, el imperialismo y la colonización de esas metrópolis durante siglos hayan tenido nada que ver en ello.

La misión que esos “artistas” han aceptado, aparte de endosarle la pandereta española a este Pueblo, amordazado y alienado en sus signos nacionales de identidad por la multi-secular agresión franco-española, ha sido la de reforzar aún más esa alienación y brutal “inmersión-ahogamiento” del Pueblo Vasco dentro de España y Francia. Para ello, todas las categorías o referencias mentales que esos “creadores” muestran: ya sean geográficas (“el Norte y el Sur”), de geo-localización (“arriba-abajo”), socio-políticas, climáticas (lluvioso/mal tiempo-soleado/buen tiempo) o identitarias; todo su “universo”, todos los tópicos y estereotipos de su ramplón mundo mental puestos en boca de los especímenes que ellos exhiben como representantes del conjunto de nuestro País, están estrictamente referidos y circunscritos a lo que ellos – al igual que el imperialismo fascista de estos Estados – llaman “España” o “Francia”; cuyas manifestaciones “culturales” son escandalosamente difundidas en este País al amparo y con la financiación del poder establecido, y en detrimento de las propias de nuestro País.

Los Pueblos sojuzgados, una vez que han recobrado su dignidad nacional junto con su independencia del imperialismo, suelen poner a estos “artistas” en el lugar que les corresponde como los Renegados y mercenarios que ellos son: al servicio del aparato de colonización, alienación, humillación y sumisión del totalitarismo y el despotismo.]

El Pnv ha conseguido presentarse ante el Pueblo Vasco como su representación más genuina, virtualmente extensible a la mayor parte de su sociedad, y como una institución social antes que política. Todos los que han creído poder substituirlo o terminar con él, sin tener una auténtica alternativa ideológica y política para nuestro Pueblo, han fracasado inevitablemente porque no juegan en el mismo terreno.

Ahora bien, contra toda esperanza, el Pnv se ha mostrado incapaz de generar una voluntad política nacional de liberación del imperialismo, estratégicamente estructurada; ni tampoco una cualificación ideológica y política que corresponda a una auténtica clase dirigente, que no existe. Estas notas son inseparables de la degeneración burocrática y la impotencia estratégica de la organización jeltzale; con la determinación imperialista – inexorable resultante de ello – como su única clave política.

Su base tradicional se genera espontáneamente y sigue ciegamente al Partido y sus siglas: no porque entienda su política sino porque no entiende nada de ninguna. En los últimos sesenta años, la burocracia peneuvista ha tomado opciones estratégicas decisivas de la mayor gravedad y transcendencia, ya que lo integraban en la estrategia del imperialismo español, sin que su “base” se haya enterado de nada. No cabe ninguna duda de que si esa burocracia hubiera tomado las decisiones contrarias, habría obtenido también la misma “adhesión” de sus seguidores. En tales circunstancias, las condiciones para la suplantación de su base popular por una burocracia autoritaria se dan de forma absoluta.

La base social del Pnv, ignorando siempre por completo lo que sus pretendidos representantes tramaban a sus espaldas, ha sido incapaz de ver y comprender – y sigue siendo incapaz de hacerlo – el hecho decisivo de que, desde la segunda mitad del siglo pasado, esos “representantes” jeltzales: revestidos de usurpadas etiquetas que supuestamente los presentan como “los defensores homologados” del Pueblo Vasco (un término y un concepto por otra parte totalmente desaparecidos ya en ellos, y suplantados por la palabra vacía “Euskadi” que en realidad consiste según ellos mismos en una “comunidad autónoma” tri-provinciana española), habían sido recuperados por y están al servicio de intereses religiosos, económicos y políticos que buscan la integración totalitaria del Pueblo Vasco en la masa de Francespaña, donde su desaparición como un Pueblo: con sus características nacionales propias y con su derecho internacional de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, está asegurada.

Si acaso en el Pnv ha existido alguna vez la democracia interna, no queda noticia de ello. En su lugar, el burocratismo tradicional es visto como un alivio por muchos (que “delegan” en sus “representantes” las funciones dirigentes), y como un atractivo por otros; especialmente por personajes que buscan el medio adecuado para dar cauce a sus ambiciones autoritarias que no encontrarían salida en otra parte. Como ya hemos indicado, la separación entre base social y dirigentes no se da en el fascismo establecido del mismo modo que en la oposición clandestina; es decir: la “democracia” interna del Franquismo ha sido siempre mucho más efectiva que la del Pnv de la guerra y la postguerra, sin lo cual no habría podido aquél imponerse y mantenerse durante cuarenta años, más otros cuarenta y siete “de amejoramiento” – por ahora – bajo el Segundo Franquismo.

Un Partido así se ve fatalmente reducido a la impotencia, el inmovilismo y el anquilosamiento, a la conducta “práctico-inerte” y a la recuperación ideológico-política por las fuerzas dominantes del régimen de ocupación militar; pero puede subsistir por un tiempo indefinido sin ideología ni estrategia propias, y sin estructura básica realmente organizada. Ahora bien, su evolución, renovación y capacitación ideológico-políticas no pueden efectuarse burocráticamente, puesto que los métodos burocráticos y “digitales”, a saber: nomenklatura, cooptación o “dedocracia”, producen por su propia naturaleza una “selección natural a contrario” de elementos ineptos, arribistas, venales y corruptos. Y ello porque las “cualidades” de docilidad, sumisión y limitada capacidad son condición para la promoción orgánica en un sistema burocrático; por el contrario, iniciativa, innovación y creatividad: avatares del sentido y el espíritu críticos, acarrean la proscripción en el seno de ese tipo de organización.

Es por ello que toda evolución endógena o exógena en el seno del Pnv se ha mostrado inviable frente al absoluto bloqueo burocrático interno, puesto que, inevitablemente, una burocracia absoluta – ya sea individual o colegiada – sólo se siente tranquila y segura si los neófitos y subordinados son más tontos y más ineptos que sus superiores y predecesores orgánicos. Las consecuencias de esta “selección natural a contrario” están a la vista, pero pueden también deducirse sin agotadores esfuerzos de observación. Esta deriva degenerativa del Pnv es inherente al burocratismo, y facilita también la penetración de los Servicios oficiales o secretos del aparato fascista franco-español de ocupación militar – ya sea en versión Franquista tradicional o en su versión Nacional-socialista de Falange-PsoE – en la propia burocracia jelkide.

Nomenklatura, cooptación o “dedocracia” no son un método de transmisión, reproducción o sucesión; son un método de fosilización y sólo producen fósiles, periódicamente revitalizados con injertos de la Compañía de Jesús y su Universidad de Deusto. Pero la Compañía sólo produce o aporta jesuitas, como el Athletic sólo produce o aporta futbolistas.

Según los adictos incondicionales al Pnv, el exceso de capacidades constituye un handicap para el Partido: “Tenemos dos genios, pero los genios no se entienden entre ellos”, llegó a afirmarse en unos momentos en que su rivalidad acabó en escisión del Partido. Se tiene por “genio” – religioso, científico, artístico, político o militar – a quien realiza una aportación extraordinaria, eminente y exorbitante de la capacidad común o normal de una sociedad, en virtud – según los tiempos, los casos y los intérpretes – de un don o una inspiración de los dioses; de excepcionales condiciones individuales; del trabajo largo y paciente sublimado en creación; o de la expresión individual de la obra colectiva. Pero, si bien los criterios son difíciles de establecer a gusto de todos, la clasificación de Arzalluz y Garaikoetxea como genios se sale del campo de las apreciaciones para caer en el del ridículo. El culto a la personalidad es siempre nefasto, pero más aún cuando ni siquiera hay personalidad.

Como ya se ha explicado, un modelo en el que puedan [co]existir pluralismo y democracia internos en el seno de su propio partido, por un lado, junto con un bi-partidismo vasco externo a nivel del País, por el otro, no ha funcionado nunca en el Pnv ni es posible con él. La burocracia peneuvista no puede aceptar que otro movimiento vasco llene el espacio ideológico y político al que su propio Partido no llega; lo cual la lleva a apoyar en su contra a cualquier Partido, con tal de que sea abiertamente español. Hemos visto a la burocracia Pnv apoyar sin el menor pudor al Pp: “He conseguido más en catorce días con Aznar que en trece años con Felipe González, y eso tampoco lo vamos a olvidar”. (Xabier Arzalluz, presidente del Pnv, 1996). Pero ante todo, y desde siempre, el Pnv buscó un imaginario aliado estratégico en el PsoE, al que hizo el juego y la corte contra cualquier otra presencia o tendencia vasca que pudiera amenazar sus respectivos monopolios y “terrenos de caza”, a saber: el “nacional”, para el Pnv; y el “social”, para el PsoE. Igualmente, y desde el primer momento, el Eta buscó un modelo y aliado imaginario en el Partido “comunista” Español-PcE, con oposición a toda alternativa autóctona.

El Pnv ha propagado y rentabilizado siempre una imagen moral de acrisoladas virtudes cristianas, probidad e incorruptibilidad, respeto a la verdad y al adversario, irreprochables métodos ideológicos y políticos, educadas maneras, amor al prójimo, perdón y olvido, y pactos entre caballeros (cristianos). Con ella se han adornado siempre sus dirigentes, hipócritas o fariseos, acreditados por los cuerpos eclesiásticos. En realidad, la más leve experiencia con ellos muestra que la burocracia peneuvista es educada, respetuosa, considerada, atenta, complaciente y sumisa con los Nacional-imperialistas españoles y franceses; en cambio, los métodos que usa para hundir y desacreditar a los disidentes, fuera y dentro del Partido, escapan a toda limitación moral de fondo y de forma. Ni en los procesos de Moscú y de Berlín se difundían calumnias tan groseras y se proferían insultos personales tan indignos, rastreros y soeces. Por supuesto, cuando lo ven necesario, el recurso a los poderes del régimen imperialista de ocupación militar es el factor político y económico decisivo y permanente que utilizan para resolver las querellas “internas”.

En la reaccionaria “división del trabajo” ideológico-político que se ha establecido y desarrollado entre los institucionalistas desarmados del Pnv y los armados del Eta, “la vía institucional” del Pnv ha conducido a la sumisión estratégica, la corrupción y la incorporación al orden fascista establecido. Por su parte, las burocracias Eta de “la lucha armada y la guerra revolucionaria” han recuperado los inevitables “excedentes”, diezmado sistemáticamente la base de la Resistencia nacional, y convertido a los más ingenuos, incautos o atolondrados de sus seguidores: defraudados por la colaboración o exasperados por la represión y la provocación imperialistas y fascistas, en desperados listos para acabar en el cementerio o en la cárcel; con la tortura, las prisiones lejanas, los cada vez más problemáticos exilios, y “los cementerios bajo la luna” como fatal destino. Si es que la quema continua e injustificada de militantes, el agotamiento y la destrucción de recursos (exorbitantes de los resultados conseguidos), la provocación, la delación y la autodelación: que son los inevitables efectos del “mecanismo acción-reacción” del Eta, no los transforman antes en arrepentidos, tránsfugas y renegados al servicio del fascismo en el poder. Cretinismo “institucional” Pnv, de un lado, e infantilismo “armado” Eta, del otro, no integran dos términos de una alternativa política; son, por carencia constitutiva, la misma cosa.

El “institucionalismo” y los atentados son expresión y consecuencia de la ocupación militar bajo el régimen imperialista franco-español, y del incurable conflicto político que el imperialismo entraña mientras no se consigue su liquidación; pero son también producto y coartada de la incapacidad política y de la sumisión, la colaboración, la complicidad y la traición estratégicas de las burocracias Pnv-Eta que los preconizan y mantienen. Por sí mismos, tales procedimientos son excluyentes de toda alternativa política real al imperialismo y el fascismo franco-español. Por cualquier lado que se tome, la ideología de “la derecha y la izquierda abertzale” revierte a la negación y el disfraz del imperialismo y el fascismo de Francespaña como realidad política determinante en nuestro País; y a su tenaz, pertinaz y demencial afirmación: estúpida o comprada, como “democracia”.

Podría pensarse que el Eta, debido a su mismo componente decisivo consistente en lo que ellos llaman “lucha armada y guerra revolucionaria”, es decir: los atentados, escaparía cuando menos a la mencionada deriva degenerativa inherente al burocratismo instaurado en el Pnv. Pero si sólo factores externos pueden interrumpir el inmovilismo y la deriva burocráticos del Pnv oficial, igualmente sólo variaciones externas pueden afectar al “movimiento continuo” que resulta de los atentados y su represión. (Como en todo “activismo”, la apariencia de movimiento encubre la realidad del inmovilismo.)

Veamos, en el Eta, la promoción y selección internas se realizan según la capacidad demostrada para realizar atentados. Ahora bien, los atentados no producen – no más que el football o las ciencias físicas – la capacidad política. En cambio, lo que sí provocan y facilitan los atentados es la represión fascista, de tal modo que la burocracia de ese grupo no tiene tiempo de estabilizarse y desarrollarse; lo cual significa que es la criminal Violencia imperialista la que se encarga de imponer la renovación forzosa de las burocracias “activistas” dirigentes, partiendo de nuevos adherentes sin pasado ni experiencia. Pero ese mismo factor es el que impide su evolución y progreso escalonados, puesto que la nueva “capa dirigente”: que substituye a la que la represión policial ha puesto fuera de circulación, empieza siempre del mismo nivel y deja el hueco libre tal como lo ocupó; de modo que la siguiente vuelve a empezar sin aprender nada en la experiencia.

No obstante, y a pesar de tratarse de una organización sin defensas ideológicas, la infiltración social-imperialista española en el Eta: muy activa en los años sesenta, no pudo penetrar en ese grupo tan fácilmente ni logró su recuperación integral; algo que la Falange sí logró hacer con el PsoE. A diferencia de éste, la infiltración del imperialismo en el Eta encontró en el interior de este grupo el límite que conlleva su propio método de selección orgánica, esto es: la realización de atentados contra el fascismo español; algo que los social-imperialistas españoles infiltrados no podían asumir, limitándose a instalarse a continuación en su ambiguo y más discreto entorno.

Pero finalmente, con el abandono de los atentados – resultado de un largo proceso – y con la tregua o el alto el fuego unilaterales y definitivos, el grupo Eta no se diferencia en nada del Pnv y revierte fatalmente a la casa paterna, de la que es sección y reacción defraudada pero coyuntural; a no ser que sus renegados – como efectivamente ha ocurrido – busquen salida, consolación y justificación en las sinecuras del partido franquista tradicional o en las filas de Falange/PsoE, que lo mismo da. De este modo, su ruinosa y falsa “guerra revolucionaria” y sus pretendidas campañas de “excitación-concienciación” (siempre infrastratégicas y recuperadas por el social-imperialismo español), así como su marxismo-leninismo “de pega” y los votos tantas veces aportados a la “legitimación electoral” del Segundo Franquismo desde 1979, acaban volviendo al punto de partida: la casa familiar del Pnv, o de lo contrario se insertan sin disimulos en la ideología y la política del imperialismo como sub-agentes del social-imperialismo español o francés; como está ocurriendo actualmente bajo los infiltrados agentes y demagogos que “dirigen” Ehbildu.

Continuas, vacías y repetitivas “propuestas de construcción de Euskal Herria y de resolución democrática del conflicto” (el cual ni siquiera son capaces de formularlo correctamente): en el Anaitasuna o el Anoeta, en Altsasu o en Lizarra-Garazi etc., tratan de ocultar la realidad del imperialismo franco-español; que es lo que ellos esconden tras esos ejercicios de sugestión colectiva “para la resolución del conflicto por las vías democráticas”. Según ellos, ésas son vías que subsisten dentro del propio régimen imperialista y fascista franco-español que ocupa militarmente nuestro País y que ellos no se cansan de llamar a todas horas “democracia”.

Se trata por supuesto de un vano intento, porque, a falta de base estratégica: que es lo que ellos no tienen por mucha sugestión colectiva y espejismos que desarrollen en esas “performances”, de nada les sirven las concesiones obtenidas y las fintas que puedan hacer. Ello es así porque el imperialismo: al que ellos han reconocido y aceptado como democracia con su “participación en las instituciones democráticas”, los tiene cogidos por el cuello y no soltará la presa mientras no condenen su única referencia identitaria del pasado: los atentados; y mientras no reconozcan sin equívocos la legitimidad del régimen imperialista y fascista franco-español de ocupación militar de nuestro País.

En otras palabras: si el régimen franco-español de ocupación militar y sus instituciones son democráticos, según ellos mismos han reconocido, entonces los atentados contra él y sus instituciones son y fueron siempre criminales; y todo lo que no sea reconocerlo así queda descartado. Éste es el final de la historia que ellos mismos han escrito.

El fanático y dogmático sectarismo del grupo Eta, y su ignorancia y absoluta incapacidad teórica unidos a su soberbia, han tenido como resultado su propia aceptación de la calificación de “terroristas” (con la que además han ensuciado el nombre del Pueblo Vasco, del que siempre se pretendieron representantes), la confusión, auto-culpabilización y demoralización de nuestro Pueblo, la penetración del social-imperialismo español – pseudo-marxista y pseudo-revolucionario – en nuestro País a través de ellos, y finalmente su propia integración en el imperialismo español (y el francés), reconocido por ellos como “la democracia y el Estado” propios. El balance del Eta no ha podido ser más funesto para el Pueblo Vasco.

Entre el Pnv oficial y el Eta, las numerosas sectas “intermedias” no son sino autobuses de cercanías – con parada y fonda, estaciones de aclimatación y refugios para transeúntes – que cubren los espacios interestelares de la política local, y que facilitan y disimulan el retorno y la recuperación de los desengañados, frustrados, rebotados y renegados de la pretendida “lucha armada y guerra revolucionaria” del Eta; haciendo más discreto y menos doloroso para ellos el inevitable tránsito hacia el Pnv.

A decir verdad, esto de “combinar colaboracionismo institucional y atentados” – que no es lo mismo que compaginar legalidad e ilegalidad – sin tener una base estratégica que haga posible esa combinación, se ha puesto imposible. Y es que, hagan lo que hagan, “los moderados desarmados y los radicales armados” no pueden resolver el problema del imperialismo, puesto que consciente o inconscientemente parten de la negación de la realidad política imperialista. A partir de ahí, es imposible resolver un problema que ellos mismos niegan, o que dan por resuelto o inexistente, desde el momento mismo en que pretenden que puede resolverse “por la palabra y el diálogo en ausencia de toda violencia”; siendo así que el imperialismo no es la ausencia sino que es precisa y exactamente la presencia constante, invariable y multi-centenaria de la Violencia criminal franco-española contra el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra: absoluta y totalmente negados y reprimidos “por las buenas o por las malas”, ya sea mediante (falso) “diálogo” o cañones. Una Violencia criminal y Terrorismo franco-español que la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites – Ea-Ehbilldu-Sortu-Geroa bai etyc. – están afirmando al menos desde hace medio siglo que es la democracia.

Efectivamente, una vez más, estos boxeadores ya “sonados” por los golpes (pero que ya estaban así desde el principio, como resultado de un siglo de degradación intelectual y política de la pretendida “clase política nacionalista vasca” que se ha arrogado la representación del Pueblo Vasco), lo que finalmente vienen a decirnos es que debemos admitir el imperialismo franco-español como “democracia” etc.

Es decir: tras su capitulación total, los intransigentes protagonistas y panegiristas de “la guerra revolucionaria y la lucha armada” que nos miraban por encima del hombro, siguen dándonos lecciones; pero, después de que se han convertido al “pacifismo y la no-violencia” (la no-violencia de los dominados, por supuesto, la cual deja intacta la Violencia criminal de los dominadores que ellos aceptan continúe como siempre y que además la llaman “democrcia”), ahora nos predican las bondades de su nueva religión. Ello significa hacer creer al Pueblo Vasco que los ocupantes Estados imperialistas, colonialistas y fascistas de España y de Francia van a retroceder ante “la palabra y el diálogo”, y que van a renunciar unilateral y generosamente a su monopolio de la Violencia criminal y a su dominación y explotación del Pueblo Vasco. O sea, quieren hacerle creer que también esos Estados se han convertido al Cristianismo (democrático) y que ya no son Estados criminales, imperialistas y fascistas. Todo lo cual es no sólo desconocer sino – más radicalmente – negar la esencia y la existencia históricas del imperialismo y el fascismo español y francés sobre el Pueblo Vasco y su Estado: el Reino de Nabarra.

Pero el imperialismo y el fascismo franco-español existen y no dialogan; si lo hicieran, no serían el imperialismo y el fascismo. Si el imperialismo y el fascismo dialogaran, y si respetaran incondicional e inmediatamente los derechos humanos fundamentales y ante todo el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, entonces no serían el imperialismo y el fascismo, y no tendríamos problema imperialista que resolver. Pero por desgracia lo son y ese problema existe, y en consecuencia no dialogan excepto para llamar “diálogo” a la incondicional e inmediata aceptación de su criminal dominación imperialista y de las “leyes y Constituciones” que la “legitiman”. Ahora bien, esto es la antítesis del auténtico diálogo, el cual está basado en el reconocimiento y la aceptación de la alteridad de la persona – individual o colectiva – con la que uno establece el diálogo, mientras que el imperialismo está basado en la negación y el rechazo de la alteridad y por tanto los derechos de los Pueblos sojuzgados; en la correlativa afirmación de su cosificación; y – en cualquier caso – en el establecimiento sobre ellos de la eterna dialéctica Nacionalista-imperialista amo-esclavo.

Los imperialistas y los fascistas no dialogan, lo que hacen es imponer su dominación mediante agresión, monopolio de la Violencia criminal imperialista, e innumerables, horrendos e imprescriptibles crímenescontra las leyes de la guerra, contra la paz y la seguridad de los Pueblos y sus Estados legítimamente constituidos (como es el caso del Pueblo Vasco y su Estado el Reino de Nabarra), y contra la Humanidad; a todo lo cual ellos: confortados por la complicidad estúpida y/o comprada de la burocracia de traidores Pnv-Eta, desde hace casi medio siglo llaman “democracia”. Los imperialistas y los fascistas no dialogan. A veces, cuando la relación estratégica de fuerzas los obliga irremediablemente a ello, negocian; lo cual está muy lejos de ocurrir en los territorios ocupados del Pueblo Vasco, al que el grupo Pnv-Eta ha reducido a la indefensión política e ideológica.

De todos modos, estos grupos no engañan ya a nadie. Cualquiera puede ver que sus absurdos “planes para solucionar de una vez y por todas el conflicto político, mediante un proceso de autodeterminación en ausencia de toda violencia ya sea legalizada o de respuesta” etc., consisten en limitarse a adoptar, una tras otra, todas las condiciones que el régimen fascista español les impone para la conservación o la recuperación de las rentas y los privilegios de la legalidad imperialista, sin los cuales no pueden subsistir. En realidad, hace tiempo que han renunciado a una política de liberación nacional en la que no creen. Lo único que pretenden ya es conservar o recuperar los privilegios y las rentas de la colaboración.

(La burocracia del Eta estuvo anunciando sin parar durante cuarenta años que estaba dispuesta a negociar, lo que todo el mundo sabía. El que no estaba dispuesto era el Régimen. Esto recuerda las “condiciones” del Pnv, el PcE etc. para participar en la “transición”, cuando sólo pedían que les dejaran participar. El intento de hacer creer otra cosa no les ha dado resultado ni a los unos ni a los otros.)

En la medida en que la traición y el oportunismo colaboracionista debilitan la oposición real, se debilitan fatalmente también a sí mismos hasta desaparecer con ella. En los años setenta del pasado siglo, el Gobierno español de la transición intra-totalitaria se desvivía para hacer que los traidores y colaboracionistas “vascos” armados y desarmados participaran en la farsa de sus “elecciones generales” y demás instituciones totalitarias y fascistas españolas. Finalmente, también el grupo Eta acabó consolidando el régimen español fascista de ocupación militar del Pueblo Vasco y su Estado como “democrático”; y aceptó sin condiciones la participación institucional en él a despecho de su “guerra revolucionaria-bietan jarrai” como absurda “coartada” (con su hecatombe de militantes muertos o encarcelados, y sus finales y unilaterales treguas-rendición como resultado), hasta acabar por creerse que estaba negociando.

Vanamente intentó el Eta justificarse por haber aceptado y acabado haciendo en 1979 lo mismo que dos años antes, en las ‘elecciones generales’ españolas de 1977, había rechazado y correctamente calificado de traición. A continuación, ahora que “hemos avanzado muchísimo” hacia atrás, el Franquismo tradicional: considerando que podía prescindir de la cooperación del Eta e incluso de su propio maquillaje de “transición”, sacaba a patadas de la “cancha de juego” a quienes hizo entrar para que lo legitimaran. Y entonces, al ver el desmantelamiento de la autonomía-trampa y que sus recompensas estaban en peligro, el Eta mendigó el retorno a las delicias y los réditos de la legalización y la colaboración para beneficio de todos ellos y fundamentalmente del Pnv, que estaba en permanente alianza con los Terroristas-Nacionalistas-Fascistas españoles, ya fueran de Falange/PsoE o del Pp.

El conglomerado burocrático Pnv-Eta no puede ni quiere salir de su condición presente porque no tiene a dónde ir; a menos que haga una revisión de tal calado que sería el fin de su entidad e identidad. Su propia estructura corporativa y burocrática correspondiente les cierra toda posibilidad de evolución o adaptación: ya sea ideológica o política. Por lo que a los títeres del grupo Pnv-Eta respecta, no piden ya cosa mejor que continuar en esta situación de marasmo, ruina y liquidación estratégica de las fuerzas democráticas del Pueblo Vasco y de su Estado ocupado.

Este resultado, al que ellos han reducido a nuestro País, está necesariamente implicado en su negocio de – más que colaboracionismo – traición, corrupción, liquidación y sumisión de nuestro País, en beneficio del régimen franco-español de ocupación militar. Un régimen  imperialista y fascista que ellos niegan que lo sea; que ellos por el contrario lo afirman como democracia; con cuyas “elecciones” imperialistas ellos están realizando durante medio siglo ya la integración totalitaria de nuestro País como parte de “España”; y al que ellos expresa y declaradamente garantizan la continuidad de la situación y su estabilidad “democrática” para los restos, es decir: mientras ese régimen siga teniendo necesidad de su insoportable asistencia. Esta necesidad estará en evaluación permanente, y su continuidad dependerá exclusivamente de la fuerza residual de Resistencia Nacional que el imperialismo vaya comprobando en el Pueblo sometido.


(De ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español’.)

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