La nueva ola de reacción totalitaria (XXXII)


EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL



XXXII – La nueva ola de reacción totalitaria


Iñaki Aginaga y Felipe Campo


En la nueva política globalizada por el poder hegemónico, el temor a una reacción imperialista y fascista “más negra todavía” parece ser ya el único estímulo efectivo para las masas de votantes y manifestantes tantas veces solicitadas y siempre burladas. Lo cual es un mal consejero, para una serena reflexión y una razonable puesta en cuestión acerca de las ineludibles exigencias que conlleva la empresa de liberación de nuestro Pueblo; pero, entre la actual burocracia de la pretendida “clase política vasca electoralmente triunfante”, ¿a quién le importan cosas como ésas?

Y sin embargo, el miedo a lo peor es la forma más equívoca, resbaladiza, engañosa y peligrosa del oportunismo y el derrotismo; sobre todo en momentos en que la pretendida progresión realista-posibilista-minimalista de la “política” llevada a cabo por el grupo Pnv-Eta y sus satélites Ea-Ehbildu-Sortu-Geroa bai etc. aparece como regresión abierta y declarada, y sólo se trata ya de “evitar” el desastre absoluto. Los “demócratas” que han tomado esa orientación, siguen o votan a cualquier forma de reacción, si encuentran “un peligro mayor” que les dé pretexto y oportunidad. Pero, una vez emprendido ese camino, siempre hay algo “peor” – real o imaginario – que justifique un nuevo paso en la disolución y la integración reaccionarias con el imperialismo. Cuando el miedo o el pánico a lo peor se establece como supremo guía y consejero, se ha llegado ya a “el infierno es el límite” en la involución totalitaria.

El miedo a “algo peor”, como coartada del apoyo y la legitimación de la reacción “menos mala” en Francia y en España, es renovable al infinito. Aun dentro de la más completa liquidación democrática, el mal supremo y absoluto no existe. Más allá del despotismo tradicional Franquista, se agita ahora el espectro de la extrema derecha, que desplaza aquél hacia el centro moderado y lo hace acreedor al apoyo de los “demócratas”. Pero, una vez que se ha liquidado o dejado a un lado toda oposición democrática, más allá de la extrema derecha cabe aún una ultra-derecha, que desplazará la extrema derecha hacia el centro moderado y la hará también acreedora al apoyo de los “demócratas”. Y así confortada la ultra-derecha, la amenaza de una super-derecha desplazará etc. etc. La última opción táctica-realista-posibilista-minimalista se ofrece a los “demócratas vascos” bajo las duchas de las cámaras de gas.

El miedo a lo peor, adoptado como guía supremo, no abre el camino a la unión y potenciación de las fuerzas democráticas sino a su decomposición, paralización y recuperación por la reacción Fascista y Nacionalista-imperialista, más unida y poderosa que nunca. Lleva a la ocultación o al sabotaje de los recursos reales de la democracia, a la ruina estratégica, a las peores ilusiones y a los peores apaciguamientos y dejaciones. El miedo a lo peor es la base populista de la estrategia de lo peor, y lleva fatalmente a lo peor todavía. Provoca y amplifica mayores desastres que los que dice querer evitar. Ofrece amparo, coartada, pretextos, excusas y cobertura al paso en masa de la pretendida oposición de izquierda y de extrema izquierda, a la derecha Nacionalista y Fascista tradicional. El miedo a lo peor es mal consejero en política: prepara, nutre, fomenta e impulsa el imperialismo y el fascismo en sus peores manifestaciones, como tantos desastrosos antecedentes históricos han venido a demostrar. Las fuerzas democráticas, o bien no caen en tales encerronas, o de lo contrario dejan de ser fuerzas democráticas.

El Nacionalismo imperialista y la ruina del derecho de autodeterminación de los Pueblos sojuzgados, es decir: de su derecho de independencia nacional incondicional e inmediata frente al imperialismo, tienen por consecuencia la inseguridad y el miedo a lo peor: base social de la ola de Nacionalismo y reacción que avanza sobre el globalizado mundo, cuya profundidad y naturaleza los Partidos tradicionales se esfuerzan por camuflar y caricaturizar. En Países ellos mismos ya imperialistas, el miedo a un imperialismo nuevo más fuerte que el propio – y a la pérdida de la independencia y la identidad nacionales,bque esos Países niegan a los que ellos están sojuzgando  es la base social cuyo desamparo infrastratégico alimenta la nueva ola de Nacionalismo que invade el mundo; una ola fácilmente recuperada y reforzada por los Partidos tradicionales tras el camuflaje y la coartada de los nuevos recientemente creados. El Nacionalismo de las grandes y menos grandes Potencias impulsa la marea general ascendente y totalitaria del Fascismo real, y es el fundamento del nuevo orden político mundial que se implanta y refuerza día a día.

El cáncer nacionalista, imperialista y fascista se extiende así arteramente al abrigo de la estructura para-estatal, administrativa, burocrática y policiaco-militar, que pesa cada vez más sin límites ni control sobre los Pueblos. Quienes creyeron que el Fascismo no tenía sitio en la “nueva Europa” descubren – a costa propia o ajena – que es la democracia la que tiene menos sitio cada vez, y junto con ella y ante todo, el derecho de libertad de los Pueblos: “primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos ellos”. Los esfuerzos de las Conferencias y las Comisiones de la Unión Imperialista Europea (UIE) para dar apariencia “jurídica” a la falsificación y liquidación del derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos son una muestra más de un objetivo constantemente perseguido.

El nuevo “derecho internacional” ve en el derecho de libertad nacional de los Pueblos – sobre todo de los sojuzgados – su más indeseable perturbador. El mantenimiento a toda costa del status quo imperialista, el miedo a los precedentes, y la contención del Movimiento general de Liberación Nacional, son hoy líneas maestras de la política general de las “grandes” Potencias y de la Liga hegemónica; y estas líneas determinan su estrategia concreta y coordinada: tanto en Yugoslavia o Irlanda como en Chechenia o en el Reino de Nabarra. Combatir, falsear y destruir teórica y prácticamente el principio y el derecho de libertad de los Pueblos, en los territorios ocupados del País de los Vascos, exige combatirlos, falsearlos y destruirlos también en todas partes donde se dé una agresión contra la libertad de los Pueblos.

Al Imperialismo y al Fascismo sólo se los combate con fuerzas democráticas: estén donde estén, “legal” e ilegalmente, con elecciones o sin ellas; pero siempre mediante una oposición ideológica y política coherente, permanente y consecuente de nivel estratégico. Si las fuerzas democráticas no existen, o si – aun existiendo – éstas no pueden o no quieren alcanzar ese nivel estratégico de oposición, entonces no se los combate con nada. La incorporación a la derecha tradicional, para “combatir a la extrema derecha”, arrastra e implica no sólo el ridículo “electoral” sino la pública confesión de la inexistencia de toda fuerza real de oposición. El “realismo minimalista” ha pasado bajo la barra de toda viabilidad y realidad políticas; pero por debajo de ella no queda ya nada. Los Pueblos se movilizan por grandes causas y, en todo caso, por la libertad; no lo hacen por humillantes platos de lentejas. Los Pueblos que pierden su libertad y agotan su fuerza vital en la sumisión y en la colaboración no tienen sitio en la Historia.

Una estrategia democrática no se modifica “à la petite semaine”, según coyunturas electorales episódicas que se pretenden siempre transcendentales. No puede quebrarse o alterarse o subordinarse con vista a las modalidades electorales, o las peripecias de una marejada gubernamental. El oportunismo electoralista cree o quiere todavía hacer creer que el poder político “se funda” y se ejerce en y desde las urnas: prefabricadas en realidad por los poderes formales o fácticos que lo constituyen. Pretende ocultar con ello que la presencia y la estrategia de las fuerzas democráticas – al igual que las correspondientes de la reacción – transcienden de las elecciones, y que dirigen y deciden de forma incomparablemente más efectiva la totalidad de la vida política nacional e internacional.

Una oposición democrática real y consecuente, fuera o dentro del Parlamento, opone a las fuerzas de la derecha – tradicional o “extrema” – una resistencia efectiva. “La acción de las masas (una gran huelga por ejemplo) es más importante que la acción parlamentaria siempre, y no solamente durante la revolución o en una situación revolucionaria.” “La onda viva de la voluntad popular rodea constantemente los cuerpos representativos, los penetra, los orienta”, sin excluir los Parlamentos “reaccionarios o muy moderados”. Pero “ni la derecha ni la izquierda” tradicionales quieren saber nada de una “onda viva popular”, cuyas implicaciones, cuyos fantasmas o cuya simple evocación temen como la peste. No se trata ya en lo sucesivo de cretinismo electoral, presidencial o parlamentario: esa gente sabe muy bien lo que se hace, y lo que no hay que hacer para poder participar en el poder real, allá donde se encuentra.

Las supuestas “diferencias” entre el Nacionalismo y el Totalitarismo de “la extrema derecha”, y los de la derecha tradicional, son pretextos que permiten “justificar” el apoyo a las versiones más probables y rentables para la “contención” de aquélla. Así, para “combatir el peligro” imaginario de una “extrema derecha”: tremolada como un tigre inflable por enormes campañas mediáticas de los monopolios de propaganda e intoxicación ideológica de masas, la pretendida “izquierda” da apoyatura a la derecha tradicional y real, “la más capacitada para cerrarle el paso”. Pero la derecha tradicional no va a cerrar nada a un cliente al que no teme electoralmente ni de otra manera, y con quien comparte de forma natural los objetivos fundamentales de la derecha nacionalista. No es la ruptura entre las derechas, sino el cambalache entre las derechas, el resultado de tales operaciones tácticas de las “izquierdas”. No es el avance de la “extrema derecha” el que hace retroceder a las “fuerzas democráticas y de izquierdas”; es la ruina o la ausencia de fuerzas democráticas y de izquierdas la que ha dejado el campo abonado para el avance de la “extrema derecha”, de la derecha tradicional, y de sus comparsas de  la “izquierda” Nacionalista en general.

En lugar de una derecha dividida, frente a una oposición democrática unida e independiente, el resultado de esas “operaciones de contención” es la globalización de una derecha unida, con un ala “izquierda” de comparsas a su servicio. La derecha nacionalista real se identifica ya con el cuerpo político entero y total, junto con los ya incorporados “demócratas de izquierda” como “rama de izquierda de la derecha”. Nunca la “extrema derecha” oficial, enfrentada a una auténtica oposición democrática, podría haber soñado con una realización parecida de sus propósitos, tal como sus “vencedores de la gran coalición democrática” están en condiciones de realizar. Hemos visto así cómo, para “cerrar el paso” a un pretendiente “de extrema derecha” absolutamente desprovisto de posibilidad de triunfo, un presidente francés saliente – J. Chirac – más debilitado que nunca se ha encontrado, gracias a las “fuerzas democráticas y de izquierda”, con un apoyo electoral absoluto, ya que su única “oposición” en las urnas era la “extrema derecha”. Tal es el resultado obtenido por los pretendidos movimientos “democráticos de izquierda”, con su política de colaboración con la derecha tradicional.

Los que gritan “el lobo” saben perfectamente de qué va el asunto y lo que se hacen. La “extrema derecha” no está ya donde la buscan los “demócratas” ingenuos y menos ingenuos. La extrema derecha real no se presenta ya con uniformes pardos, negros o azules y otros signos distintivos, ni se sitúa en sus tradicionales zonas reservadas del casillero político. La derecha nacionalista y fascista real avanza ahora por todo el tablero, y prepara su dominación total protegida, inspirada, alentada y justificada por una “extrema derecha” de opereta, en abnegado y fructífero servicio a la reacción real. Por miedo a esa “extrema derecha”, la pretendida izquierda democrática abre el camino a la extrema derecha y la derecha tradicional juntas; a partir de ahí, a esa pretendida izquierda democrática sólo le queda o bien incorporarse al cotarro, o colgarse con la cuerda que ella misma trenzó. Desgraciadamente para la democracia, no cabe duda sobre la decisión que ha tomado.

La “extrema derecha oficial” es el complemento funcional de la derecha real, y la referencia para situar a la derecha real “en el centro y la izquierda”; es la sugestión y la proposición de los valores, los fines y las medidas que serán adoptadas – con eficacia muy superior – por “la derecha y la izquierda moderadas”, una vez recuperadas y “blanqueadas” por sus nuevos valedores. El resultado de la “derrota” – es decir: del éxito de su función real – de esa “extrema derecha oficial” es la instauración de un régimen “de derecha” más potenciado que nunca por una mayoría mayor que nunca, y reconocido y legitimado por la supuesta oposición de sus comparsas de “la izquierda socialista-comunista-ecologista”; con el Nacionalismo y el Chauvinismo como único eje discernible de identidad compartida.

Basta ver el clima y las manifestaciones de afectividad espontánea que han seguido en Francia a “la victoria de la Nación sobre la extrema derecha”, para constatar que el Nacionalismo es su motor principal. Si la derecha tradicional francesa no hubiera mantenido el Nacionalismo, no se habría sacrificado y movilizado en favor de ella la “izquierda” tradicional; la cual es capaz de “renunciar” a todos sus retóricos y populistas “principios” pero no a su propio Nacionalismo, y de aliarse con todos a condición de que todos se mantengan firmes contra el enemigo común y prioritario: los Pueblos que reclaman su libertad, su derecho inherente e inalienable de independencia nacional frente al imperialismo francés o español.

Es en Polonia, según dicen, donde más rápidamente avanza el “nuevo fascismo”. Dato eminentemente significativo, si no consolador, es España el único País de Europa donde, según afirman, el fascismo no avanza. De donde pretenden “deducir” que España es el País más democrático de Europa, y Polonia el más fascista. En verdad, el Fascismo español tomó ya el poder en 1936-39, y – único superviviente de los triunfos del Eje – lo ha conservado y confortado ampliamente desde entonces; lo que ha hecho difícil todo ulterior intento de ampliarlo.

El paradigma español: modelo, referencia y parangón de la UIE y de la Potencia hegemónica, no es ciertamente la “forma democrática de prevenir el avance del fascismo”,  pero es la que parece gozar de mayor predicamento en los actuales momentos. La “reserva moral del Occidente” del Primer Franquismo se ha convertido ya, según pretenden ahora, en el bunker de la libertad y la democracia en Europa, y en el mejor aliado de la Potencia hegemónica, “que defiende en todo el mundo la causa de la libertad, de la justicia y del bien contra el mal”.

En su operación de apoyo a la derecha tradicional, tras la retórica engañabobos de costumbre empleada por los partidos “de izquierda” y tras sus declaraciones de “intransigente repulsa” a los principios fascistas, se dibuja la necesidad de integrarlos “convenientemente adaptados” con el fin de “neutralizarlos” y de hacerlos “inofensivos”, “previniendo” así un nuevo brote ofensivo. ¡Sorprendente astucia y asombroso recurso maquiavélico de la “democracia”, a saber: la incorporación de las fuerzas, los métodos y los objetivos del fascismo, expuestos con una presentación y una realización más viable y performante, precisamente para defender la democracia y desarmar al fascismo! La operación sale redonda, y las masas populares cumplen con su papel sin enterarse o sin querer enterarse de nada.

Bien entendido, el apoyo de tales partidos “de izquierda” se presenta como “puntual, reservado y limitado”. En cuanto – gracias a su lucidez y abnegación al servicio de la democracia y las libertades – el peligro inminente haya pasado, se habrán acabado las contemplaciones y las concesiones, por supuesto. Con su oposición firme, decidida, ofensiva y hasta agresiva, dentro del respeto a las instituciones, van a tomarse – según dicen – una revancha terrible por la humillación que han sufrido y aceptado en bien de la libertad y la democracia.

De este modo, esos partidos franceses “de izquierda”: que denunciaban hace poco el papel nefasto y reaccionario y la corrupción de “la derecha”, han re-elegido en 2002 y a continuación celebrado “la victoria de la democracia, la libertad, el humanismo, la República y la unidad nacional”, encarnadas en “el salvador de la patria en peligro y de la civilización frente a la barbarie”, que según parece es para ellos Jacques Chirac. Pero – según dicen al día siguiente – van a combatir de nuevo la incapacidad y los desmanes de esos salvadores de la víspera, favorecidos con la afluencia masiva de los votos de la “izquierda”. Su credibilidad democrática saldrá, según dicen, reforzada de tan terrible prueba.

Sería particularmente ingenuo creer que es la incapacidad teórica lo que ha llevado a la “izquierda” tradicional francesa a tales derivas. Ciertamente, su capacidad teórica no está en cuestión; al menos no en tal medida. De forma bien distinta, lo que aquí se revela es otro tipo de realidad, porque quienes “caen” en tan burda trampa no están poniendo en evidencia su equivocación sino su verdadera naturaleza. Ese comportamiento es la declaración de impostura, de incapacidad y, finalmente, de inexistencia de la pretendida oposición oficial. No es posible confundir los demócratas que se equivocan, con los secuaces complementarios del Nacionalismo y el Fascismo reales. Con su integración en las fuerzas Nacionalistas y Fascistas tradicionales, los Nacional-socialistas franceses no menos tradicionales ponen simplemente en evidencia su propia inexistencia como izquierda y como demócratas.

Están, según dicen, “inquietos, sorprendidos y aterrados por la amenaza de extremismo e intolerancia” que ofrece la nueva situación. Pero cuando se han asumido los valores, las tesis, los fines, los métodos y, ante todo, el Nacionalismo de la derecha tradicional; y cuando se hace la política Fascista y Nacionalista de la derecha tradicional, lo que sucede es que se ha pasado ya a formar parte de la “nueva” derecha Nacionalista integrada, en funciones complementarias y simétricas de las cubiertas por la “extrema derecha”. Los Nacionalistas “de izquierdas” no actúan como lo hacen por equivocación. Actúan como lo hacen porque ese comportamiento corresponde a sus objetivos reales, y la cosa no viene de hoy; si bien el nuevo orden mundial impulsa su amplificación.

Cuando pretendidos partidos “democráticos de izquierda, socialistas y comunistas” franceses dirigen – en estrecha colaboración con sus compinches Franquistas o neo-Falangistas españoles – la represión de la libertad de los Pueblos, como antes dirigieron la infame guerra y la feroz y sanguinaria represión, en Argelia y otros Países, contra sus poblaciones de campesinos miserables y semi-analfabetos producto del colonialismo; cuando, “para salvar la democracia y cerrar el paso al fascismo”, votan al protagonista de la nuclearización francesa del Pacífico, los que todavía se hacen ilusiones al respecto es que verdaderamente no tienen remedio. No es en los colegios electorales donde se necesitan guantes en las manos y pinzas para las narices, cuando bastaría simplemente con no pasarse por allí; es la presencia del Nacionalismo y el Fascismo en toda la vida pública la que hace obligado en todas partes el uso de máscaras y conjuntos anti-gas contra la Peste Nacionalista.

En nuestro País, “los moderados y los radicales”: actores del timo “abertzale” en los territorios ocupados del Estado Vasco, llevan noventa años votando y apoyando a la República por miedo a la Monarquía; cincuenta, votando y apoyando a la Monarquía “democrática” por miedo al Ejército que la fundó; al PsoE, por miedo a Ap; al MRp, por miedo al PcF; al PsF, por miedo al Rpr; al Rpr, por miedo al FN; al Psi, por miedo al LPR; al LPR, por miedo al FN; o al Pnv, por miedo al Pp franquista tradicional. Y acabarán votando al Partido nazi español: el Pp franquista, por miedo – sentido o fingido – al primer General que amenace con “sublevarse”, o al próximo fascista de opereta que cumpla su misión haciendo de espantapájaros en las televisiones “nacionales y regionales” del monopolio español. Sin embargo, los Generales ya se sublevaron de verdad hace mucho tiempo; y la clientela española no necesita por ahora espantajos suplementarios: bastante tiene con lo que hay. Si el Pueblo español, curado de espantos, no se asusta con el Partido franquista tradicional y sus comparsas socio-falangistas, no parece que vaya a asustarlo nada ya.

Los “abertzale” que de ese modo votaron al PsF, “consiguiendo un parlamentario europeo y además mujer”, pudieron comprobar el resultado práctico de su “gran éxito” cuando vieron a su electa representante interrumpir el curso de una sesión parlamentaria, para recordar a Europa que “el Pueblo Vasco no existe”. El mismo procedimiento, “para salvar la democracia en el País Vasco”, les ha permitido “conseguir esta vez un presidente de la República” francesa al precio de votar al Partido Nacionalista francés de Chirac, Debré, Toubon, Pascua, Sarkozy y Cía: expresión real y actual de la negación de los derechos de los Pueblos y de los Pueblos mismos; un partido secundado sin condiciones por el Nacional-socialismo francés en pleno, siendo todos ellos co-autores – junto con el Fascismo español – de la represión de los derechos nacionales del Pueblo Vasco.

“Por tanto, denunciamos las alianzas dudosas entre los nacionalistas y los alcaldes de la derecha. Con Camblong es peor que con la derecha”, dice Espilondo. El PsF y PcF condenan ahora las “alianzas electorales dudosas y los compromisos electoralistas” entre la “derecha” – Nacionalista – francesa y los “nacionalistas” (vascos); alianzas y compromisos que podrían substituir a los compromisos y las alianzas – no dudosas – hechas en beneficio de la “izquierda” no menos Nacionalista francesa. Unos compromisos y unas alianzas condenados a su vez – como debe ser y con la correspondiente inversión de los términos – por la “derecha” Nacionalista francesa.

Es preciso señalar que, en todos estos acoplamientos perversos, diversos y complementarios, es el “nacionalismo” vasco el elemento que es maldito y condenado, cuya alianza es alternativamente deshonrosa para los componentes del Partido francés, y nunca al revés.

Estos reproches y estos homenajes de la “izquierda” Nacionalista a su “derecha” (pero no obstante francesa), y de la “derecha” Nacionalista a su “izquierda” (pero no menos francesa), muestran una vez más que la verdadera alianza, o más exactamente la identificación: no sólo formal y electoral sino permanente, fundamental y estratégica, es la de la “izquierda” Nacionalista francesa con su “derecha” Nacionalista; es la de la Unión Sagrada Nacionalista-Imperialista que se da entre la burguesía Nacionalista y su Estado militarista y depredador, y la “izquierda” social-imperialista francesa, contra la libertad de los Pueblos y la democracia en general. Es también la alianza – de la que el Nacionalismo francés no puede prescindir – con el Estado español y las fuerzas Franquistas en el poder.

La historia muestra y vuelve a mostrar que la democracia quedó siempre subordinada por el Nacionalismo francés de “izquierda” al mantenimiento y refuerzo de “las instituciones de la República” imperialista francesa. Toda la historia de esa República muestra el papel de los plebiscitos y las elecciones al servicio de lo que Marx describió como “esta inmensa organización militar y burocrática”. Este poder real “se constituyó en la época de la monarquía absoluta”. “Todas las revoluciones políticas no han hecho sino perfeccionarlo.” “La palabra hueca y sagrada de ‘república’ (¡y qué república!)”, de la que hablaba Engels servía para camuflarlo. En cuanto al “socialismo republicano”, como le decía Guesde a Jaurès: “Vuestro error está en vuestra concepción de un socialismo que no tiene nada de socialista: vosotros hacéis salir vuestro socialismo de la República, mientras que nosotros lo hacemos surgir de la evolución capitalista”. “¡Vuestro método es el nacionalismo bajo una forma más peligrosa que la otra!” Etc. (Véase: ‘Nacionalismo y Nacional-socialismo’, VIII; Publicaciones Iparla.)

En la zona de nuestro País bajo ocupación militar española, esta “gloriosa” acción de “apoyo al imperialismo menos malo” – que para ellos es “la democracia” – ha tenido su manifestación en el apoyo parlamentario de “los partidos abertzales moderados y radicales” Pnv-Eta y sus satélites al Partido fascista y neo-Franquista en la versión Nacional-socialista de Ugt-Falange-PsoE; que a continuación, incapaz de ocultar la repugnancia que siente hacia ellos, les agradece su apoyo llamándolos terroristas, asesinos, racistas y burgueses vascos.

Esos partidos “abertzales”, que después de más de cuarenta o – desde 1931 – más de cien años de triunfos electorales se ven reducidos a votar, o se buscan pretextos para votar, o suplican que los autoricen a “ejercer su derecho al voto”, para a continuación poder así votar directa o indirectamente al Nacionalismo imperialista hispano-francés en las “elecciones generales” totalitarias montadas y preparadas por ese imperialismo en los territorios ocupados del Pueblo Vasco; y quienes mendigan su cada vez más problemática participación en el régimen imperialista y fascista franco-español (el cual ellos mismos están – desde hace medio siglo y hasta el día de hoy – aceptando y confortando como legítimo y democrático), ninguno de todos ellos se ha equivocado tampoco: su apoyo efectivo al imperialismo radical franco-español es consecuente con su política de liquidación estratégica de las posiciones políticas del Pueblo Vasco, que ha llevado a este País a la nulidad estratégica.

El derrotismo oportunista-realista-posibilista-minimalista de las burocracias Pnv-Eta y sus satélites Ea-Ehbildu-Sortu-Geroa bai etc. trata de hacer olvidar que no hay política democrática que valga sin una Resistencia organizada independiente con un contenido estratégico: unas condiciones que sus “dirigentes” son incapaces siquiera de concebir y cuya simple evocación no pueden siquiera soportar. Toda excusa vale para no ver las cosas como son, y para evitar meterle el diente al duro mendrugo de la realidad de fuerzas presente en nuestro País.

Por supuesto, tales partidos “vascos” esperan que los franco-españoles favorecidos con su tan democrático apoyo “tendrán en cuenta tales servicios y acometerán sin tardar las reformas que se imponen”. Siguiendo este modelo, tal vez “una consulta democrática para conocer la opinión sobre la oportunidad de una consulta, para considerar la conveniencia de solicitar un Departamento francés con una Prefectura”, sería una recompensa adecuada y proporcionada para tanta abnegación. Si eso es todo lo que el Pueblo Vasco puede “democráticamente” pretender a estas alturas: que es lo que la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites proponen, entonces la conclusión inevitable es que el Pueblo Vasco no existe; lo cual es la afirmación de partida del régimen imperialista.

No es la incapacidad del Pueblo Vasco la que impide a sus “dirigentes” adoptar objetivos con algún contenido político; son los objetivos de liquidación política que le son ofrecidos por esos incapaces “dirigentes”: calculadamente potenciados como “independentistas vascos” por los media del monopolio fascista de embrutecimiento e intoxicación ideológica de masas al servicio del imperialismo franco-español sobre el Pueblo Vasco, los que hacen absurda su adopción popular. Entre una política que hay, y otra que no hay; incluso entre una mala solución, y una ridícula parodia de solución, el “voto útil” siempre irá a las primeras. No se hace creíble una política, no se moviliza un Pueblo arrastrando su inteligencia y su dignidad por el suelo. Así solamente se lo disminuye, demoraliza, divide e incapacita.

El resultado “práctico” de la vía fascista-realista-posibilista-minimalista de la burocracia Pnv-Eta y sus satélites Ea-Ehbildu-Sortu-Geroa bai etc. es la patética demanda de la “autonomía otorgada”: recurso táctico del propio régimen español; es la pretensión de una demanda para “consultar sobre una consulta para decidir” sobre un derecho humano fundamental; y es la humillante, disolvente, patética, paseísta, estéril y reaccionaria demanda de “un Departamento francés con una Prefectura”: vía muerta táctica que el Nacionalismo francés impone, mantiene y utiliza desde hace veinticinco – o doscientos – años para fijar, controlar y congelar toda veleidad de oposición en los Bajos Pirineos. Y es también su “versión práctica del derecho de autodeterminación”: revisado y falsificado por el conjunto Pnv-Eta mediante la bazofia ideológica que se han inventado y que llaman “derecho a decidir”. (Véase el anterior capítulo XVII: ‘Aportación del grupo Pnv-Eta a la falsificación del derecho de autodeterminación de todos los Pueblos y al fraude reaccionario: el “derecho a decidir”’.)

La “depurada táctica” que ha llevado a tales resultados no tiene por qué quedarse ahí; y así, acaban descubriendo que, ya que no podemos ganar elecciones, votemos al menos a quien las gana. “Nosotros hemos votado a ganador”, proclamaban ya los artífices del “Pacto con la Corona”. Jugando a ganador se “gana” siempre.

Quienes – en manifestaciones y “magníficos desfiles de confraternidad democrática contra el fascismo” – tremolan la bandera de este País al lado de la del imperialismo franco-español monárquico o republicano, hacen con ello la apología de ese régimen imperialista y fascista de ocupación militar de nuestro País. Son ellos también los que votan por el monopolio terrorista y nuclear, mientras “condenan” los atentados y la desesperación que su propio colaboracionismo y traición han provocado. Son los mismos que votan para engordar el bastón con que “el nuevo poder democrático franco-español” así consolidado va a seguir golpeando a este sufrido e indefenso País. Los mismos que votan a los protagonistas de los más terribles crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad realizados durante siglos contra el Pueblo Vasco. Y los mismos que votan – aunque sus vacías e hipócritas declaraciones pretendan lo contrario – contra el derecho fundamental de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos ellos; y contra el derecho fundamental de integridad e independencia de los legítimos Estados históricamente constituidos por los Pueblos sobre el principio de derechos iguales y Autodeterminación de todos los Pueblos.

El miedo es, desde hace ya mucho tiempo, el único motivo que lleva a las urnas a los “votantes vascos” seguidores de la vía institucional armada y desarmada Pnv-Eta. No es la propaganda del Pnv – junto a la de sus filiales y satélites armados y desarmados – la que mueve a sus votantes sino la presión y la provocación ideológicas del bloque Nacionalista-Imperialista franco-español. Cada vez que la propaganda oficialmente gubernamental manifiesta su odio xenófobo al sojuzgado Pueblo Vasco, y la voluntad inequívoca de acabar con él, los votos de la “oposición” oficialmente “vasca” aumentan a impulsos del miedo; impidiendo así la progresión y el aumento de la abstención y el boycott contra las “elecciones” imperialistas, que es lo que el imperialismo franco-español realmente teme.

De esta forma, los votos que el poder imperialista y fascista franco-español – establecido mediante la ocupación militar de nuestro País – no puede ganar directamente mediante el consorcio de sus partidos metropolitanos, y que podrían engrosar el temido nivel del BOYCOTT TOTAL contra ese régimen (unica respuesta de nivel estratégico que podemos utilizar frente él), son fatalmente inutilizados al quedar bloqueados mediante su recuperación por el reduccionismo complementario de sus cómplices institucionales armados y desarmados Pnv-Eta y sus satélites Ea-Ehbildu-Sortu-Geroa bai etc. Son éstos los agentes locales auxiliares de ese imperialismo: el que ellos están sosteniendo con sus votos desde hace medio siglo – y confortándolo además internacionalmente – al haberlo aceptado como el régimen y “el Estado” propios, no-violentos, no-Nacionalistas, legítimos y democráticos.

Ningún Pueblo sojuzgado bajo el imperialismo puede ser libre, si su cultura y su organización políticas no le permiten sacudirse un handicap de tal naturaleza. En nuestro País, deshacerse de esa pseudo “clase política vasca” de incapaces, débiles mentales, corruptos, cómplices y agentes del imperialismo franco-español, que bloquea, desgasta y agota las energías nacionales del Pueblo Vasco, es la ineludible tarea que condiciona la restauración y el desarrollo de una Resistencia democrática de nivel estratégico.

Incluso con recursos relativamente modestos, cabe realizar alguna forma de oposición política; pero no queda camino alguno de salida cuando se niegan los datos fundamentales de la realidad misma (al afirmar que el imperialismo fascista es “democracia”), y se ciegan todas las vías que se orientan a la acumulación de una masa crítica de fuerzas; con la ruina estratégica y la irracionalidad y el escapismo ideológicos como resultado. A falta de fundación política real, sólo pueden producirse incapacidad y falsas ilusiones, a las que siguen siempre amargas o hipócritas desilusiones con todas sus funestas e inevitables consecuencias. No hay mayor peligro para un Pueblo que quedar inerme, sin protección y sin capacidad de respuesta ante un enemigo determinado a acabar con él por todos los medios y en el más breve plazo que pueda; y “guiado” por una “clase política” formada por incapaces y corruptos que son objetivamente agentes al servicio del imperialismo que ellos aceptan como democracia, según ocurre con la subclase ideológico-política Pnv-Eta y sus satélites.

Es ésta la situación real de nuestro País, que lleva cincuenta años perdidos de oportunidades perdidas, víctima de su retraso ideológico y político, a merced de la estupidez y la corrupción de su supuesta clase dirigente, políticamente estancado, encerrado en un callejón sin salida, privado de toda iniciativa e incapaz de poner en juego su real capacidad básica, tras haber perdido el sentido de las más profundas corrientes de liberación de los Pueblos a escala universal, y haber derrochado sus recursos materiales y morales en reivindicaciones estúpidas, algaradas tontas y empresas catastróficas; con la ruina como saldo. Sólo él puede decir si piensa seguir así, o si acepta las condiciones objetivas de una política propia y auténtica, susceptible de modificar en favor de la causa de la libertad las actuales relaciones de dominación entre los “grandes” Pueblos opresores y el oprimido Pueblo Vasco.

Pnv y Eta se producen y reproducen mutuamente. (Véase la exposición de esta “noria genética” en capítulo XXVI.) Son la coartada mutua que ambos grupos necesitan para validar sus postulados por mutua descalificación de los ajenos. Componen la alternativa imaginaria que oculta y que impide al Pueblo Vasco ver la alternativa política real contra el imperialismo franco-español, que esos grupos ni siquiera reconocen como tal. Se buscan y se necesitan mutuamente a través de las peripecias de su accidentado consorcio; y han conseguido retardar así durante setenta años, por ahora, la recepción ideológica del derecho internacional de los Pueblos. De este modo, por obra de los servicios locales moderados y radicales Pnv-Eta de confusión e intoxicación ideológicas, la falsificación ha precedido aquí al original.

Veamos alguna muestra del ideario actual del “nacionalismo vasco oficial”: “Si este Pueblo se decide, pongamos de aquí a diez años, a favor de la independencia, ¿quién se va a oponer?” “Ya que parece que hay que ponerle fecha [a la independencia], digamos que seis años.” (Xabier Arzalluz, presidente del Pnv.)

Es decir: después de ocho siglos de Resistencia del Pueblo Vasco contra la ocupación, la represión y el Terrorismo – de guerra y de Estado – de España y de Francia, el presidente del partido con casi ciento treinta años de experiencia (desde 1895) no sabe todavía si el Pueblo que dice representar se decidirá por la independencia. E incluso si tal cosa ocurriera en un plazo suplementario: según su presidente, de seis o diez años más (sin duda prorrogables de diez en diez hasta llegar a algunos siglos más; qué más da, puesto que habla por hablar y sin tener ni idea), dicho partido: llamado “nacionalista vasco”, no sabe tampoco “quién se va a oponer”. Para el Pnv, la Nación sojuzgada no existe, el Estado vasco no existe, y el Imperialismo franco-español tampoco existe. En cualquier caso, todo eso es del dominio de lo futuro o lo futurible, de lo posible o lo probable. Los ideólogos y políticos del centenario partido siguen negando u ocultando la naturaleza criminal del régimen franco-español de ocupación militar que sojuzga a nuestro Pueblo y Estado; así como los sujetos activo y pasivo del imperialismo, y del derecho de autodeterminación.

Y según Ibarretxe, “el público aplaude desde las gradas, pero el partido lo juegan los políticos sobre el terreno”. Más precisamente, nos aclara que él “conduce el autobús” en la nueva y recién abierta etapa histórica; pero, en realidad, ni él ni sus sucesores conducen nada ni van a parte alguna, ni deprisa ni despacio, salvo allá a donde les lleva la clase política franco-española en el poder, que es a donde han ido siempre. Al fin y al cabo, a ella se deben y para eso les pagan.

Es indudable que, en tales condiciones, un poderoso “esfuerzo de imaginación” se hace necesario, si se ha de seguir tomando el pelo al respetable. Es comprensible también que haya que ir despacio y con mucho tiento, y dar tiempo a “los políticos”. “Nosotros no tenemos prisa” dice Arzalluz, “el político vasco más influyente de su generación”, según afirman sus complacientes incondicionales.

Hace ya tiempo que sabemos: después de ocho siglos de ocupación de nuestro País, y después de sesenta años de destrucción y ruina clandestinas de toda su perspectiva estratégica a manos de la burocracia Pnv (y de la reducción de las fuerzas democráticas vascas a una masa asqueada, demoralizada y desamparada de votantes y abstinentes), que los burukide Pnv no tienen prisa. Por supuesto, el tiempo juega a favor de ellos, no del País; así pues, sería impaciencia irresponsable y sumamente peligrosa apresurarse. El proceso de paz, diálogo, autodeterminación y libertad podría dispararse y descontrolarse; lo cual sería malo, porque “En política, las cosas se consiguen poco a poco”. “No debemos atragantarnos pretendiendo que todo se consiga para mañana”, dice Ibarretxe. Por fortuna, la estrategia Pnv-Eta protege al Pueblo Vasco de manera absoluta contra todo riesgo de atragantamiento y aceleración.

“No hay que desesperar si las cosas no se hacen tan pronto como quisiéramos.” Después de todo, “si no es este año, será el siguiente; y si no, está la Gloria eterna”, predicaba el ideólogo jesuita Scheifler ante el primer “gobierno” vascongado. Según Scheifler, lo demás no merece consideración: “Eso son futuribles, que todos sabemos que no van a ocurrir nunca.” (Esta definición del futurible obliga a reformar incluso el Diccionario de Teología Católica. Hasta podría dar la razón a Arzalluz, cuando dice que el Jansenismo se ha infiltrado en la Compañía de Jesús.) Al parecer, este jesuíta está en desacuerdo con el político realista-minimalista-ilusionista Ajuriagerra, que en 1937 explicaba en Santoña al “honrado” – y seguramente atónito – General fascista italiano Mario Roatta que “los Pueblos reciben necesariamente su recompensa o su castigo en este mundo, porque no tienen alma, como las personas, para recibirlos en el otro”. (Y en desacuerdo también con Kant y Richelieu, de cuyas posturas comparadas discrepa.)

Efectivamente, es preciso no precipitarse. La clase política española, su propio Gobierno formal y real, que “saben que aquí tienen perdida la partida”, podrían ceder a un movimiento de pánico de graves consecuencias, al verse acorralados por el precipitado e impetuoso empuje de las fuerzas mayoritarias de la Cav. Por suerte, los riesgos del acoso imprudente sobre fieras salvajes heridas son de sobra conocidos en nuestro medio político; donde – como se ha visto – se entiende mucho de animales y de alimañas. Es igualmente fácil de comprender la necesidad de proceder con el mayor sigilo para no perjudicar los avances de la Administración y la Diplomacia secretas. Ceder a la tentación de una información indiscriminada podría desvelar el fondo oculto de tan delicadas negociaciones, es decir: su propia inexistencia.

Por fortuna, la experimentada madurez de la burocracia Pnv-Eta en funciones preserva al País de los riesgos de un progreso excesivamente rápido, y garantiza tan hermética discreción que no se enteran de nada ni sus propios protagonistas. Esa burocracia se asegura así un margen de espera que, una vez agotado el estado de gracia post-electoral, le permitirá establecer entrevistas y pactos tremendamente positivos, “treguas definitivas”, unilaterales negociaciones y saltos cualitativos cada vez más frecuentes. Con todas las nobles habladas y todo el “activismo” del complejo Pnv-Eta como digno acompañamiento. Para otros resultados, “habrá que esperar a las próximas elecciones”, que se anuncian decisivas y abrirán una nueva etapa histórica de paz, ilusión, esperanza, diálogo y negociaciones; con la garantía democrática y no-violenta del único poder y el único Gobierno efectivos de siempre. La ideología Pnv-Eta del “diálogo” y la “violencia” es solamente un aspecto de la peculiar manera que tiene la “oposición oficial vasca” de negar y agravar los problemas, no de resolverlos.

La espera y la preparación recurrentes de “las próximas elecciones” es la base de las labores de “los moderados y los radicales vascos” Pnv-Eta y sus satélites, con el complemento de sus delirantes “planes, pactos y procesos de paz” que lanzan un mes sí y otro no. Todo ello sirve para que el Pueblo Vasco constate que debe empezar con urgencia a pensar y esperar en otra cosa; porque, por lo que a ellos concierne, está claro que Ibarretxe, Urkullu y sus acólitos están dispuestos a seguir “ganando elecciones” inútilmente durante otros veinticinco o veinticinco mil años más. A seguir predicando, para uso del material humano que ellos mismos fabrican, su hipócrita doctrina de “no-violencia”. A seguir mendigando el “diálogo” con el imperialismo, y a continuación lloriqueando interminablemente debido a la “incomprensión” y el trato despectivo e insultante que reciben por toda respuesta: “una actitud incomprensible en un régimen democrático”, como ellos se empeñan en llamar al imperialismo fascista franco-español. A seguir asombrándose de que el Gobierno español: que es “el que hay”, se comporte como lo hace con el “gobierno vasco”,  que es el que no hay (si no es como un órgano pelele del primero). A seguir escandalizándose por las “alianzas contra-natura” de sus aliados Nacional-democristianos o Nacional-socialistas españoles, con el fin de ocultar que la única alianza “contra natura” en este País es la suya con el Nacionalismo español y francés. Y a seguir presentándose como parangón de virtudes humanas y políticas, para completar la ruina y cubrir encima de ridículo al País que dicen representar.

La verdadera función de esa “oposición oficial vasca” consiste en impedir la constitución del Pueblo dominado en agente político real; en hundir y mantener las fuerzas democráticas por debajo de la línea estratégica de flotación; y en fijar objetivos que garanticen su sujeción permanente al régimen fascista franco-español de ocupación militar al que ellos llaman “democracia”. Su ideología tiene por objeto cerrar el paso a la producción y la comunicación de las ideas, ocultar la fundamental naturaleza fascista del poder establecido, mantener en sus vanas ilusiones a sus víctimas más desprotegidas, y asegurar evasión y esparcimiento constantes. La “lucha institucional”, con su corolario de “lucha armada”, capacita sin más al multiforme complejo Pnv-Eta para tan importante tarea.

La funcional e irremediable “incapacidad” de este nefasto complejo burocrático Pnv-Eta para la comprensión del fenómeno político, y su negativa pertinaz a enterarse del mundo en que viven (junto a su esfuerzo deliberado y continuado para que tampoco se enteren los demás), sólo podía llevar a tales resultados. Todavía hoy, cuando – al igual que en los años treinta – el Nacionalismo imperialista español así consolidado y potenciado por ellos acumula fuerzas, calienta motores, cobra impulso y afila los largos cuchillos en busca (una vez más) de la solución final cuya preparación mediática alcanza niveles sin precedentes, “la izquierda y la derecha abertzale” colaboran como en el pasado en la búsqueda de “los triunfos electorales, el diálogo y el consensus institucional”, embellecen y ocultan la realidad, promocionan el olvido histórico, y aletargan, preparan y condicionan a la víctima propiciatoria para el holocausto.

El contexto ideológico-político, a la hora de la “globalización”, es de tal naturaleza que se acelera el duelo que decidirá de la alternativa inevitable entre la libertad o la liquidación de los Pueblos, es decir: entre su derecho de libre disposición, o imperialismo. Pero los “historiadores” oficiales Pnv-Eta del colaboracionismo y la traición no se ocupan de esas cosas. Lo importante para ellos es la afabulación y exaltación de “la vía institucional y la lucha armada”.

El sometimiento indefinido de un Pueblo con reservas vitales, sentido de la propia identidad, conciencia nacional y estatal arraigadas, y voluntad determinada, es siempre problemático. Sin embargo, la política o bien es estrategia, o de lo contrario no es nada. Por ello, aun contando con ese agente político (que es la condición primaria para poder actuar en política), si ese agente no incorpora un desarrollo estratégico consecuente (que es la condición secundaria), lo cual es lo que lo capacita para hacer frente a las luchas sociales e ideológicas de un mundo hostil y para incidir realmente en la relación de fuerzas en beneficio del Pueblo sojuzgado, de poco servirán la voluntad profunda y el empeño espontáneo de todo un Pueblo.

Éste es el reto al que se enfrenta actualmente el Pueblo Vasco. Un desafío que JAMÁS podrá superar, a menos que sea capaz de librarse de la trampa mortal del “imperialismo democrático franco-español” en la que, desde hace medio siglo y hasta el día de hoy, lo han metido y lo mantienen encerrado los componentes de la burocracia mafiosa-liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites Ea-Ehbildu-Sortu-Geroa bai, y el resto de sus asociaciones “sindicales y culturales” complementarias que les dan cobertura y jamás los denuncian: todos ellos agentes locales auxiliares al servicio del imperialismo y el fascismo de España y de Francia contra el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra.


(De ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español’.)

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