Crímenes y criminales (XXI)


EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL



XXI – Crímenes y criminales


Iñaki Aginaga y Felipe Campo


“Todo aquello que está bajo la tierra, el Tiempo lo sacará a la luz del sol.” (Quinto Horacio; Epístolas.)

“Hasta entonces permanece en silencio, alma mía: los actos criminales aparecerán ante los ojos de la humanidad, aunque toda la tierra los sepulte.” (W. Shakespeare; Hamlet.)


En contra de lo que pretenden la propaganda monopolista del imperialismo y sus agentes, colaboradores, cómplices, encubridores, apologistas y colaboracionistas: ya sean moderados o radicales, alienígenas o aborígenes, el imperialismo y el fascismo, la agresión, la guerra, la ocupación militar y el colonialismo contra Pueblos y Estados legítimos, el Terrorismo de Estado y el genocidio, no son un ligero “déficit democrático”; no son variantes ideológicas y políticas; no son “opciones, opiniones o sensibilidades democráticas: todas legítimas y respetables porque nadie tiene la razón al cien por cien” etc.

Muy al contrario, estas infracciones contra los derechos humanos fundamentales (DDHH) son las formas supremas de opresión y discriminación totalitarias, que privan a Razas, Lenguas, Culturas y Pueblos enteros de sus derechos fundamentales y los excluyen de la sociedad internacional. Son negación teórica y práctica de la libertad y la democracia; son constitutivos de crímenes internacionales intemporales e imprescriptibles de guerra, contra la paz y contra la humanidad: sean cuales sean el Estado o la Organización internacional que los realice o ampare, según establece el Derecho Internacional de costumbre formalmente reconocido en la Carta y en numerosas Resoluciones y Convenciones de las Naciones Unidas.

Ninguna ley puede borrarlos o amnistiarlos, puesto que son actitudes criminales contra la moral y el derecho de la guerra, de la paz y de la humanidad. Sus autores, coautores, cómplices y auxiliares – ya sean individuos o Estados – son criminales internacionales, asesinos y malhechores; por muchas dignidades y honores que se atribuyan o mutuamente se reconozcan, y cualesquiera que sean la fachada, la retórica y el ceremonial con que se encubran. Las Organizaciones nacionales o internacionales que se construyen sobre crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad son asociaciones de malhechores en grande; tanto más en grande cuanto mayor es la capacidad de Violencia criminal y Terrorismo de que disponen.

El Imperialismo y el Fascismo no son “un trabajo tan digno y honorable como cualquier otro”: son crímenes imprescriptibles nacionales e internacionales. Imperialistas y fascistas fundan su poder en el desprecio total de los DDHH en general. Los fascistas y los imperialistas, sus agentes, propagandistas y beneficiarios no son “pacifistas no-violentos, defensores de la libertad y la democracia, gente decente y personas de bien, agentes políticos honrados y respetables”; son embusteros, embaucadores, falsarios, farsantes e hipócritas profesionales. Son bandas en grande de asesinos en serie y de masa, fanáticos y ladrones, enemigos de la libertad y de los DDHH, delincuentes comunes, y criminales autores o cómplices de las mayores ofensas que registran la moral y el derecho.

En cuanto responsables o beneficiarios de delito de agresión y de crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad, y en cuanto parte del régimen de ocupación y colonización imperialista, los agentes o beneficiarios del imperialismo no tienen derechos: ni electorales ni ningún otro derecho político. Incluso si resultan muertos o heridos como resultado de su participación en la empresa criminal de agresión y colonización imperialistas, ellos no son víctimas sino que siguen siendo criminales de derecho común. (Los agresores involuntarios y caidos mientras estaban siendo obligados a combatir en el bando agresor: algo que también ha ocurrido en nuestro País, son igualmente víctimas de los agresores imperialistas, y no de sus oponentes – combatientes por la libertad – que eventualmente puedan haberlos alcanzado.)

Así pues, ante la agresión imperialista sólo hay dos categorías: los criminales agresores, y sus víctimas. Los agresores son criminales y no son víctimas de nadie: mucho menos aún de sus propias víctimas. Es tarea fundamental, ineludible y legítima de los Pueblos oprimidos y de las fuerzas democráticas en general defenderse contra ellos “por todos los medios posibles y necesarios”: desde la resistencia pasiva hasta la guerra revolucionaria, según han establecido repetidas e insistentes Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGAR), que proclaman el derecho de autodeterminación y de legítima defensa de todos los Pueblos frente al crimen organizado internacional:

“La Asamblea General, [...]; 2. Reafirma igualmente la legitimidad de la lucha de los pueblos por librarse de la dominación colonial extranjera y el sojuzgamiento foráneo por todos los medios posibles, incluida la lucha armada; 3. Insta a todos los Estados a que, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas, reconozcan el derecho de todos los pueblos a la libre determinación e independencia, y ofrezcan ayuda moral, material y de otra índole a todos los pueblos que luchan por el pleno ejercicio de su derecho inalienable a la libre determinación e independencia; [...]; 6. Condena a todos los Gobiernos que no reconocen el derecho a la libre determinación e independencia de los pueblos,” etc. [UNGAR 3070 (1973)]

La Asamblea General, [...], Reafirmando la importancia de la realización universal del derecho de los pueblos a la autodeterminación, a la soberanía nacional y a la integridad territorial, y de la rápida concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales como imperativos para el pleno disfrute de todos los derechos humanos, 1. Insta a todos los Estados a cumplir plena y fielmente la resoluciones de las Naciones Unidas relativas al ejercicio del derecho a la libre determinación por los pueblos bajo dominación colonial y extranjera; 2. Reafirma la legitimidad de la lucha de los Pueblos por la independencia, la integridad territorial, la unidad nacional y la liberación de la dominación colonial y extranjera y de la ocupación foránea por todos los medios a su alcance, especialmente la lucha armada;” etc. etc. [UNGAR 33/24 (1978)]


Contra lo que la inmunda propaganda de los monopolios coloniales hace o trata de hacer creer, el régimen político impuesto por el fascismo y el imperialismo franco-español al Pueblo Vasco no se funda sobre la libre adhesión manifestada y desarrollada por elecciones, transiciones, procesos constituyentes y otros procedimientos “democráticos”. Bien al contrario, es el resultado de muchos siglos de Violencia, Represión y Terrorismo de Guerra y de Estado; de asesinatos en masa y crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad; de agresión, guerras, conquista, pillaje, ocupación, sojuzgamiento, desmembramiento y anexión contra Estados legítimos e independientes; de ignominiosa negación y destrucción de la integridad y la independencia del Reino de Nabarra y de sus instituciones forales y de costumbre: actos contrarios al derecho nacional e internacional; de asesinatos y fusilamientos sumarios y masivos de la oposición armada o desarmada como medio de solución de los conflictos políticos; de conculcación teórica y práctica de los derechos fundamentales, imprescriptibles, inherentes e irrenunciables de autodeterminación y legítima defensa de todos los Pueblos, y negación teórica y práctica de la libertad, dignidad e identidad personales propias; de separatismo demográfico y territorial, deportación y colonización de masas, ejercidos contra nuestro Pueblo; de adoctrinamiento ideológico y privación de toda libertad de expresión e información; de persecución individual y colectiva contra su personalidad e identidad nacional propias, con imposición de las del Nacionalismo imperialista de los ocupantes; de postergación y criminalización de la lengua y la cultura autóctonas; y de rapiña y pillaje bélicos y tributarios a todos los niveles.

Éste es el orden político del Estado criminal hispano-francés históricamente impuesto sobre el Pueblo Vasco y su Estado el Reino de Nabarra, que desde hace más de cuarenta años los voceros institucionalistas-colaboracionistas indígenas de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta califican de legítimo, democrático, pacífico, no-Nacionalista y no-violento, y lo confortan como tal participando en sus “elecciones generales e instituciones democráticas”. Sin embargo, el objetivo estratégico de ese orden político y Estado no es sólo la dominación y la explotación sobre el Pueblo ocupado y colonizado sino su liquidación total y final; sólo los Colaboracionistas y los Cómplices del Imperialismo pueden alimentar ilusiones al respecto.

Por increíble que pueda parecer, vemos que quienes han establecido y conservado su poder por medio de violencia, guerra de agresión, ocupación militar permanente, represión y Terror, es decir: por medio de la conculcación de los DDHH, el crimen organizado, el Terrorismo contra poblaciones indefensas, los asesinatos en masa, y la exclusión-deportación-colonización y el genocidio de Pueblos, no tienen empacho en decirse “contrarios a toda violencia venga de donde venga”; y que tienen la desvergüenza de declararse pacifistas y demócratas, indefensas y no-violentas víctimas y mártires de la violencia, el fascismo, el terrorismo, la agresión y el imperialismo del verdaderamente indefenso Pueblo Vasco; al cual durante siglos sus antecesores: como hacen ellos mismos actualmente, han estado persiguiendo, sojuzgando y robando por todos los medios posibles.

Pero los delincuentes y criminales que atacan los DDHH no son víctimas ni mártires de nada, ni – como tales – tienen derecho a nada. A pesar de todo, los actuales herederos materiales, ideológicos y políticos de quienes establecieron los cupos municipales de habitantes a asesinar, porque “Es necesario crear una atmósfera de terror” (General Mola), adoptan ahora la máscara y las actitudes de víctimas inocentes y pacíficas injustamente tratadas por sus “sanguinarios adversarios” a quienes aquellos terroristas asesinaron y robaron. Y esos herederos de quienes predicaron – y todavía predican – que “matar es lícito y obligatorio para defender a Dios y la patria” (los de ellos), vociferan que ellos no matan, exhiben sus virginales manos limpias y blancas, y reclaman la vigencia absoluta del “Quinto no matar” (no matarlos a ellos).

Los Fascistas de ahora y de siempre: los protagonistas precisamente aquí de la primera ofensiva Continental del Nazismo internacional; los mismos que han ocupado este País a sangre y fuego; los que aplastaron bajo las bombas fascistas y nacional-socialistas niños y ancianos, mujeres y hombres; los mismos que ejercen, justifican o bendicen un poder que ha sido fundado y conservado mediante guerra de agresión, represión y terror; y los que disfrutan de ese poder que ha sido establecido sobre las montañas de cadáveres de un millón de muertos y ríos de sangre, y conservado por el monopolio de Violencia criminal de sus fuerzas armadas como su verdadero fundamento político; todos ésos, dan ahora lecciones de no-violencia, libertad, democracia, paz y trabajo, amor, concordia y tolerancia a Pueblos que han sido reducidos al silencio y la indefensión por los Ejércitos del General Franco y sus Padrinos (naturales del Eje y adoptivos de las Potencias “democráticas”), y que están mantenidos desde entonces por la Violencia criminal, el Terror y la fuerza bruta en el Estado y el régimen político resultante.

Quienes han destruido la razón y perseguido la inteligencia, y los que han degradado y pervertido la moral, proclaman la ausencia de moral en sus víctimas. Quienes disponen de los monopolios de violencia, comunicación y propaganda, claman su indignación por la persecución que pretendidamente sufren “por el sólo hecho de pensar de forma diferente y defender sus ideas con la pluma y la palabra, oponiendo la cultura a la violencia”. Los que practican el Terrorismo de masas como fundamento político; y los que abrasaron bajo bombas incendiarias poblaciones civiles indefensas rústicas y urbanas: quemadas vivas por el fósforo, el napalm y las armas termo-nucleares de destrucción masiva, califican de “pequeños Pueblos homicidas” a los mismos Pueblos que tratan de aniquilar, y condenan como “violentos, terroristas, nacionalistas, fascistas y nazis, malhechores, delincuentes y criminales” a toda persona y a todo Pueblo lo bastante libres y conscientes como para no aceptar ni reconocer el sistema totalitario imperialista y Nacional-socialista de Violencia criminal, Terror, opresión, genocidio, represión y negación de todas las libertades que se les impone. Prepotencia, provocación, desfachatez y falta de vergüenza son inherentes a su naturaleza.

Sin embargo, por “irónica incongruencia” y una inversión de papeles sin precedentes; dueños y señores o al abrigo de los monopolios de Violencia criminal, Terror y propaganda; alentados y envalentonados por la incapacidad política, la estupidez, la hipocresía, la corrupción, la alienación ideológica y la traición de su prefabricada “oposición” periférica armada y desarmada, he aquí que los protagonistas del Nacionalismo imperialista, colonialista, xenófobo y racista español y francés: que ha llevado guerra de agresión, muerte y destrucción a Razas, Pueblos, Naciones, Lenguas y Culturas a escala Continental y trans-Continental, se dicen no-Nacionalistas y acusan de xenofobia, racismo, nacionalismo e imperialismo a los Pueblos que ellos tienen sometidos.

Quienes mediante guerra de agresión y terror han impuesto su dominación y la ruina de la libertad y los DDHH: comenzando por el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, denuncian la infracción que los demás cometen por la “imposición” de la libertad y los DDHH. Quienes niegan su propia identidad a los Pueblos que han conseguido dominar, imponiéndoles la de ellos mismos, se dicen partidarios de una nacionalidad y una ciudadanía “no-identitarias”, es decir: con la identidad de ellos mismos. Quienes niegan los derechos nacionales y la existencia misma del Pueblo Vasco, para mejor destruirlo en la práctica; quienes practican el genocidio, la prohibición de la Lengua de los demás y la imposición de la propia; y los que niegan y arrasan los derechos nacionales y la existencia de los Pueblos ocupados, imponiéndoles a cañonazos su propia identidad nacional, se dicen no-nacionalistas pacíficos y no-violentos, acusan de “nacionalismo exagerado” e imperialismo a los Pueblos que los padecen, y protestan por la opresión cultural de que dicen ser objeto.

Los imperialistas y fascistas se presentan como servidores de la no-violencia y los DDHH; se pretenden atacados, y claman su indignación por la persecución que pretendidamente sufren “por el solo hecho de pensar de manera diferente y defender sus ideas con la pluma y la palabra, oponiendo la cultura a la violencia”. Pero los agentes del imperialismo no se limitan a “pensar de forma diferente”, ni a “defender sus ideas sin más armas que la cultura, la pluma y la palabra”, como ellos quieren hacer creer, ni nadie los persigue por ello. Muy al contrario, tras haber establecido el régimen político que les conviene mediante guerra de agresión, monopolio de la Violencia criminal y Terror (lo cual es su constitución real y primaria), así como las posteriores “leyes y Constituciones” formales y secundarias que justifican todo ello en petición de principio, a continuación encarcelan, destierran, torturan, cuelgan, fusilan y silencian desde hace siglos a todo el que no piensa y actúa como ellos.

El “derecho” que ahora reclaman “para sus plumas y sus palabras” es en realidad el derecho monopolista, unilateral y absoluto: sin déficit ni contestación posibles por marginales que sean, de imponer su propia ideología, la cual presentan como neutral, general y democrática pero que es complemento del totalitarismo político imperialista franco-español de siempre; al que ahora, con la complicidad de los traidores, sinvergüenzas o cretinos colaboracionistas locales, llaman “democracia”.

Quienes – mediante los monopolios de Violencia criminal, Terror, comunicación y propaganda – impiden y reducen a la clandestinidad toda oposición y toda expresión de pensamiento libre en los territorios ocupados del Pueblo Vasco, hablan de “libre expresión y comunicación de las ideas”. Pero hace mucho tiempo ya que en este País “el libre pensamiento y la libre comunicación de las ideas” están reservados a las clases dominantes del Nacionalismo imperialista franco-español, junto con sus auxiliares indígenas: los cómplices “vascos” armados y desarmados de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites. El imperialismo impone sus ideas por la guerra y la violencia institucional, y por los monopolios de violencia, propaganda e intoxicación ideológica de masas; las de los demás se defienden en los límites y las condiciones que la guerra y la violencia institucional les imponen, es decir: a través de los “medios” ilegales o en cualquier caso marginales que el totalitarismo no logra totalmente destruir, ya que – para su desgracia – “ningún régimen es perfecto” y ningún totalitarismo es totalmente total. Pero sí son, en cambio, perfectibles, y a la liquidación de toda idea de libertad se dedican los medios de violencia, terrorismo, corrupción e intoxicación de masas de que los monopolios del imperialismo fascista disponen; actualmente con la imposición de un control digital totalitario a escala global en la sociedad mundial.

Quienes proclamaron que “perseguiremos a los nacionalistas vascos por los montes como a fieras salvajes”, se dicen “víctimas inocentes de la violenciacriminal de persecución”. Quienes en los Estados español y francés ejercen el monopolio de Violencia criminal y Terrorismo en los territorios ocupados del Pueblo Vasco; los asesinos y verdugos de las guerras de agresión y Terrorismo de masas sobre los Pueblos, se llaman ahora “víctimas democráticas no-violentas y no-nacionalistas” de “la violencia y el imperialismo periférico” de dos millones de violentos, agresivos, belicosos y moralmente depravados indígenas insumisos: “pequeños Pueblos homicidas que amenazan la vida, la paz y la libertad” de sus ochenta millones de pacíficos y desvalidos vecinos que los han conquistado y colonizado, y que están en plena posesión de los monopolios de terror y propaganda.

Proclaman también que los demócratas y las víctimas del fascismo y el nacionalismo son ellos, y se lamentan por “la violencia de persecución” y los ataques que supuestamente sufren “por ser Españoles”, porque “se les niega el derecho a ser Españoles”. Los hiper-Nacionalistas que han tratado de imponer su nacionalidad, raza, lengua y religión al mundo entero se dicen no-nacionalistas, y llaman nacionalistas a las víctimas de su propio Nacionalismo imperialista y colonialista. Los que – allí donde pueden – destruyen las culturas diferentes de la de ellos, protestan por la inexistente opresión cultural de que ellos son objeto. Los que humillaban y detenían a la gente por hablar Euskara se querellan porque se les niega el derecho a hablar Español, y se presentan como víctimas de opresión lingüística; y todo ello, simplemente porque quienes fueron humillados, detenidos y fusilados por hablar en su propia lengua nacional, el Euskara, les niegan el derecho a rematarla con su imposición del Francés y el Español (lo que los agentes del Nacionalismo imperialista español y sus títeres aborígenes llaman, cuando les conviene, “Castellano”), que son los únicos idiomas que han sido impuestos en este País.

Los que arrasaron Durango y Gernika bajo las bombas del Eje, amenazan con volver a hacerlo: lanzando, exhibiendo y haciendo desfilar por sus calles los “paracaidistas democráticos y no-violentos”, ansiosos por entrar en acción. Los que resolvieron los conflictos políticos mediante las guerras de exterminio de los Pueblos, hablan de convivencia y pluralismo (los suyos propios), y califican de excluyentes a quienes escaparon vivos – si bien no inmunes y libres – del genocidio deliberado para acabar con ellos. Los que mantienen fuerzas armadas profesionales, permanentes y omnipresentes de tierra, mar y aire, organizadas y entrenadas para matar (que disparan efectivamente sus armas y matan de forma inmediata y sistemática al primer oponente o el primer paseante que se salte un control de carretera), denuncian que hay aquí “gente que va de pistola”, y que los Pueblos (oprimidos) han banalizado la violencia. Proclaman “la vida” (la de ellos) como valor supremo, absoluto, inviolable y sagrado; y el derecho a la vida (la de ellos), como “el más fundamental, el primero de los DDHH, sin el cual todos los demás son imposibles: por ahí empieza todo”.

Los asesinos individuales y colectivos de individuos y Pueblos, los autores y beneficiarios de guerras de agresión y Terrorismo de masas, de crímenes y rapiñas, adoptan la máscara y la actitud de víctimas inocentes injustamente tratadas. Los verdugos se pretenden víctimas de sus víctimas. El asesino del pelotón de fusilamiento llama cobardes a los fusilados. Quienes por la violencia han estado practicando desde hace siglos el secuestro “legal” de masas en cárceles y campos de concentración, esclavitud, trabajos forzados y exterminio, condenan la “privación de libertad y la violencia de persecución” que sufren los agentes del fascismo imperialista por tener que llevar escoltas para ejercer su ministerio. Pero los Pueblos ocupados y sojuzgados no pueden llevar escoltas frente a la agresión y la ocupación; y el derecho de legítima defensa les está vedado por la Violencia criminal y el Terror monopolistas que ellos realmente padecen, puesto que están inermes y desarmados.

Los imperialistas y fascistas han obligado e instruido – mediante la Violencia criminal y para la Violencia – a miles de colonizados a servir en sus ejércitos, haciendo de ellos carne de cañón arrastrada a matar y morir en las guerras (imperialistas por ambos lados) de sus propios opresores, o como mercenarios a su servicio; sin embargo, y mientras tanto, condenan la “agresión” que los agentes del fascismo imperialista dicen sufrir como consecuencia de la legítima defensa contra su criminal agresión imperialista, realizada mediante criminal Violencia originaria y eminente: condición y causa primera de toda violencia posterior.

Incluso eso no les basta, y transfieren además sobre los colonizados sus propios crímenes de violencia, guerras de agresión, homicidios, genocidio, terrorismo y xenofobia Racista, Nacionalista, Imperialista, Colonialista, Fascista y Nacional-socialista. Tratan de descalificar y culpabilizar – ante los demás y ante ellos mismos – a los Pueblos que padecen los monopolios fascistas de Violencia criminal, Terrorismo e intoxicación psicológica; y tratan de humillar y destruir su dignidad como han destruido su libertad e independencia nacional. La “libertad, la democracia, los derechos humanos y la no-violencia” de que hablan son el despotismo, la opresión y el monopolio de la Violencia criminal, el Terror y el condicionamiento mental de las masas populares.

Quienes mediante la violencia y la extorsión – constitutivas de todo impuesto – practican el pillaje institucional permanente de los recursos humanos y materiales de los Pueblos sometidos, denuncian la “extorsión” de ínfimas parcelas del producto social que escapan a su exacción monopolista a cuenta del impuesto individual “revolucionario”.

Los autores de crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad siguen campando por sus respetos, y conservan su escalafón y ventajas sociales por eminentes servicios rendidos a la Nación: la de ellos. Ellos y sus familias han conservado y acrecentado las prebendas, los frutos del latrocinio y los “donativos” institucionales de la era franquista: todos los bienes muebles e inmuebles requisados, confiscados y expoliados, disfrutan plenamente de ellos, y se benefician de reconocimientos, funciones, ascensos y remuneraciones a costa de sus víctimas.

Los propios ministros y criaturas del General Franco: cómplices, coautores, signatarios y beneficiarios de todos sus crímenes, y los esbirros y agentes ideológicos que oficiaron durante la guerra y su dictadura personal en “el Estado español, instrumento totalitario al servicio de la Patria por el Imperio hacia Dios”, disfrutan actualmente todos ellos de sus crímenes en total impunidad, han ocupado un lugar distinguido entre los artífices de la transición intra-totalitaria, fundan Partidos y concurren a sus elecciones, desempeñan los “más altos” cargos públicos, y conservan sitio y ejercen destacadas funciones en el “nuevo” régimen como “demócratas de siempre”; lo que, sin más, ilustra la naturaleza de la auto-reforma franquista, y la diferencia respecto de toda auténtica evolución o revolución del poder político.

Esos ministros, cómplices y continuadores de los crímenes del Dictador siguen ejerciendo el poder político e ideológico, al servicio del Nacionalismo imperialista español; y disponen de los monopolios de difusión de masas para seguir difamando impunemente a las víctimas del Franquismo, y declarando que “a los nacionalistas vascos y catalanes hay que colgarlos por los pies”. Se llaman a todas horas “demócratas no-violentos”, pero son los mismos fascistas de siempre: más hipócritas y peligrosos todavía que antes, puesto que desde las “elecciones generales” de 1977-79 y hasta el día de hoy cuentan con la homologación y el reconocimiento de la burocracia Pnv-Eta como “demócratas de toda la vida”. Su presencia en las “instituciones” no las contamina, pues son tan fachas los unos como las otras.

Sin embargo, los sinvergüenzas traidores y/o ineptos cretinos-lunáticos que forman la banda burocrática Pnv-Eta y la de sus satélites Ea-Ehbildu-Sortu-Geroa bai etc.: que desde hace más de cuarenta años están aceptando y llamando a “eso” democracia, y al imperialismo y al fascismo españoles, “Derecha” (como si la “Izquierda” española no fuera otro tanto), cuando ven ahora que el Franquismo español de siempre muestra su cara y su realidad repugnantes e intactas que siempre ha tenido pero que ellos han estado tapando y colaborando para que el Pueblo Vasco no las viera, todo lo que hacen frente a ello es seguir falsificando la realidad y llamándola “involución democrática”. Una pretendida involución democrática que sólo podría haberla si previamente hubiera habido una evolución o revolución democrática; la cual, salvo en sus alucinaciones, en su demencia o en su mala fe, jamás ha existido.

“Denunciar” una inexistente involución democrática es la miserable “justificación” de esos “vascos” agentes auxiliares del imperialismo español que ellos han aceptado como democracia, al objeto de eludir su responsabilidad en la situación actual que únicamente esos Colaboracionistas aborígenes han hecho posible. Mientras tanto, siguen perversa y obcecadamente aceptando y colaborando con el régimen imperialista, colonialista, esquilmador y fascista español impuesto sobre nuestro Pueblo y Estado: un régimen Nacional-imperialista y cleptocrático de ocupación militar que ellos siguen reconociendo como legítimo, no-violento, no-Nacionalista y democrático, y participando en sus instituciones y “elecciones generales” totalitarias.

No más ni mejor crédito que los titulares del régimen reinante merecen los “republicanos, anarquistas y comunistas” españoles, así como los “nacionalistas” periféricos: los institucionalistas moderados y radicales, armados y desarmados que integran la burocracia liquidacionista multi-formato Pnv-Eta; quienes, por adelantado y con ridículas reservas, reconocen al Estado criminal franquista “reformado” por la transición intra-totalitaria como si fuera el Estado propio (mientras ignoran absolutamente nuestro vigente Estado histórico: el Reino de Nabarra), y a las “instituciones” y fuerzas armadas franquistas de ocupación militar sobre nuestro Pueblo y Estado como si fueran democráticas y no-violentas. Todos ellos pugnan para alcanzar su confianza, reconocimiento, favor y benevolencia, sin los cuales se les acaba la fiesta. A cambio, estos traidores Colaboracionistas autóctonos sólo piden que les dejen colaborar (que es lo único que saben hacer), participar, votar, hacer negocios (que no es lo mismo que negociar políticamente), y cobrar remuneraciones y subvenciones para ellos: es la esencia misma del régimen del Segundo Franquismo que todos ellos sostienen y que los sostiene.

Las incontables víctimas que padecieron y padecen sus crímenes son testimonio permanente de ello. Acabar con los testigos es un motivo suplementario y la única forma que los criminales encuentran para sobreseer responsabilidad y culpabilidad, relegando a un pasado pretendidamente irrelevante el fundamento de la realidad contemporánea española, y borrando las huellas más evidentes del abominable, inolvidable, imperdonable e indeleble pecado original sobre el que esa realidad fue constituida. El Pueblo y las personas víctimas directas e indirectas, mediatas e inmediatas de la agresión de 1936 no han sido nunca desagraviadas ni reconocidas; las hijas e hijos, las familias de los vencidos y humillados siguen desde entonces viendo a diario a los asesinos “paseándose como auténticos chulos” – la expresión es de Aznar y sus cómplices – en el escenario de sus crímenes y a la vista de sus innumerables víctimas. Los hoy adultos, que desde hace ochenta años han visto a sus mayores asesinados, perseguidos, escarnecidos y humillados, no obtuvieron nunca reconocimiento, rehabilitación o consuelo sino desprecio, odio, discriminación y persecución de las “Democracias” Occidentales y de la Iglesia Católica.

Asesinos, criminales, psicópatas, canallas y sinvergüenzas (que son apelativos corrientes en la actual propaganda fascista contra los Pueblos que ellos están sojuzgando): desde ministros de Franco para abajo, no han purgado nada ni pedido perdón por nada, y siguen disfrutando del fruto de sus crímenes en toda impunidad, actualmente con la bendición “democrática” del Pnv y Cía. Cobran pensiones individuales y familiares por servicios prestados, siguen disfrutando de sus cargos, honores y sinecuras, y asesinando o torturando a civiles indefensos y desarmados: ahora por su propia cuenta como antes lo hicieron a las órdenes del Dictador. La santificación del Imperialismo y el Fascismo, la exaltación de los asesinos y la culpabilización de sus víctimas, ocupan un lugar preferente en la estructura del Segundo Franquismo, que ha consolidado la obra del Primero.

Los fascistas españoles: los matriculados y los camuflados de “socialistas/comunistas”, que emplean hipócritamente y sin interrupción la fórmula “nosotros los demócratas” con la esperanza de que – a fuerza de repetirlo – sus víctimas se lo crean (e incluso que ellos mismos acaben creyéndoselo), han hecho de tal apelación el condicionante de reflejos psico-fisiológicos de repugnancia y rechazo, revulsión, náuseas y vómitos, que la confusión inducida por la propaganda monopolista hace más nocivos todavía.

Quienes predican el olvido, el perdón y la reparación de las ofensas: siempre a sentido único, esconden – tras la exhibición y falsificación de tan excelsas y evangélicas virtudes – la destrucción de la memoria histórica, el disfraz de la realidad presente, y la negación de los crímenes del imperialismo. Los crímenes contra los DDHH: crímenes de guerra, contra la paz o contra la humanidad, son imprescriptibles, no permiten olvido ni perdón. No son delitos “políticos” sino delitos comunes, al igual que sus responsables son delincuentes y criminales comunes: cualesquiera que sean los “altos” o menos altos cargos que ocupen y las funciones oficiales que les han permitido cometerlos, o las órdenes que hayan recibido. Son sus responsables no sólo los imperialistas y los colonialistas – autores y coautores individuales, al igual que los colaboradores, cómplices y auxiliares materiales de tan horrendos crímenes – sino también quienes los inspiran, instigan, provocan, alientan, encubren, justifican, enaltecen, bendicen y santifican, y cuantos aportan su complicidad, colaboración, ayuda, auxilio, cooperación o concurso, de cualquier manera que sea.

El perdón y el olvido de los crímenes del imperialismo son criminales falacias: ignorarlos u olvidarlos sería tanto como aceptar y legitimar despotismo, imperialismo y fascismo. El resultado “práctico” de la política de “olvido y perdón para todo y para todos” es la impunidad para los criminales, la potenciación del terror fascista, y la indefensión de sus víctimas ante los verdugos: alentados y envalentonados por la incapacidad política, la estupidez o la corrupción de la “oposición” oficial. Cualesquiera que sean sus ejecutores, no hay libertad y democracia posibles que se funden en la vigencia, la ignorancia, la prescripción, la remisión y el perdón de los crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad que fundan el presente régimen político franco-español sobre el Pueblo Vasco y su Estado; crímenes cuya determinación, declaración, prevención, sanción y reparación son la base misma y exigencia ineludible del Derecho Internacional, que el imperialismo conculca por su misma existencia.

Hablan también, sin cesar, de “convivencia en paz y libertad”. Pero quienes en la teoría o en la práctica niegan el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, destruyen con ello el único fundamento posible de la convivencia, la paz y la libertad, y establecen las bases de la violencia y la guerra entre las Naciones. “El Estado social y democrático de derecho, el diálogo, la convivencia, la paz y la libertad”: de los que sus agentes hablan ahora, a todas horas (y en particular los social-imperialistas que se presentan en palabras como “progresistas, socialistas o comunistas”)están reservados para los Españoles y Franceses sobre la base de la imposición/aceptación de su Nacionalismo imperialista. No existen para los demás.

Todos ellos: quienes – junto con la paz – “invocan” la justicia y el progreso social, económico o cultural mientras mantienen las posiciones imperialistas, tratan de ocultar que la consecución de todo ello tiene por condición ineludible las libertades democráticas en general y la libertad nacional en especial, y que eso es imposible bajo el imperialismo. El imperialismo y el colonialismo llevan consigo la degradación y la ruina material y moral para los Pueblos; también para los pueblos agresores. El tributo colonial, la represión política e ideológica, la deculturación nacional y el genocidio programado son incompatibles con la dignidad, la libertad y el progreso que los Pueblos necesitan y reclaman como un todo indisociable. La independencia nacional, y la restauración o – en su caso – la constitución de su Estado propio, constituyen la única solución para asegurar la pervivencia y la regeneración de un Pueblo sojuzgado bajo un régimen de ocupación militar colonialista y Nacional-imperialista total y absoluto, como lo es el imperialismo franco-español sobre el Pueblo Vasco.

No caben amnistía, restauración, retribución ni indemnización que puedan borrar o compensar los crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad cometidos por el Nacional-Catolicismo, el Imperialismo, el Absolutismo y el Fascismo franco-españoles contra nuestro Pueblo, sin partir desde la previa abolición del régimen y el Estado imperialistas español y francés impuestos sobre el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra. La prescripción extintiva y otros recursos constitucionales o procesales son medios que los grandes criminales han establecido para asegurarse la impunidad, escapando así “legalmente” a las consecuencias de sus crímenes. Sus autores: militares, civiles y eclesiásticos, en plena posesión de los monopolios de propaganda y guerra psicológica, piensan sin duda que han destruido, quemado, aterrorizado, asesinado y exilado lo suficiente como para que la memoria histórica y la conciencia colectiva hayan desaparecido, y aquí nadie se dé cuenta, se acuerde ni se atreva a acordarse de nada. Ni siquiera del bombardeo y expulsión de poblaciones indefensas; ni de las cuadrillas de ladrones y asesinos regulares o irregulares desplegados por nuestros montes, calles y aldeas en nombre de Dios y el Imperio; ni de sus víctimas: que no encontraron respeto, ayuda, piedad, misericordia o compasión sino persecución, condenación y muerte por la defensa de la libertad, de los DDHH, y de su identidad y dignidad humanas y nacionales.

El principal inconveniente de tan drástico medio de anulación de los testigos y resolución de los problemas ideológicos ha sido siempre la dificultad de liquidar o silenciar a todo el mundo. “Siempre” escapa alguien lo bastante fuerte, lo bastante íntegro o lo bastante loco como para contarlo. De los que no escapan, nada sabemos. Pueden destruirse las personas y los documentos, borrarse las piedras y los monumentos (substituidos ahora por otros mejor adaptados al tiempo presente); pero dejan su indeleble impronta en la conciencia colectiva mientras quedan personas libres sobre la Tierra. La muerte, el terror y sus consecuencias: sumisión, olvido e ignorancia, son las armas de los opresores. La resistencia vital y, con ella, el recuerdo de los crímenes, de las víctimas y de sus verdugos, son el refugio y la fuerza de los oprimidos.

La cuenta pendiente que tienen con este País el Imperialismo Nacionalista franco-español y sus servidores: ya sean déspotas, generales o subalternos, dictadores o simples ejecutores, “revolucionarios” republicanos o Franquistas tradicionales y sus comparsas Nacional-socialistas, cuerpos de violencia armada o civiles “desarmados”, y papas, obispos, clérigos, religiosos o laicos de ambos sexos; dicha cuenta, decimos, sigue abierta. De hecho, sus fechorías nunca serán olvidadas ni perdonadas. La memoria de las innumerables víctimas que por ellos han padecido y padecen pérdida de la propia personalidad, honor, libertad o vida; y que por ellos han sufrido y sufren humillación, prisión, destierro, frío, hambre y sed de pan, libertad, identidad y justicia, los perseguirá siempre, en este mundo y en el otro. Junto con la pasión por la libertad, el odio al imperialismo y al fascismo no desaparecerá nunca de este País.

Criminales y asesinos: individuales y colectivos, siguen ejerciendo el poder político e ideológico. Los crímenes “de antes”, como los crímenes de ahora, siguen impunes y vigentes. No son – como sus autores y beneficiarios quieren hacer creer cuando les conviene – historia pasada, sin identidad ni continuidad ni relevancia en las actuales relaciones sociales. Bien al contrario, con ellos y por ellos se han establecido, están constituidas, continúan y se mantienen las actuales relaciones sociales, la infrastructura y la suprastructura del actual régimen franco-español de ocupación militar de nuestro País. No puede afirmarse este régimen sin reivindicar los crímenes que lo han construido y lo mantienen. No pueden condenarse aquéllos conservando la formación social impuesta por el imperialismo y el fascismo, y sin renunciar a la dominación política, económica e ideológica por ellos constituida.

Las agresiones y los desmembramientos contra el Pueblo Vasco y el Reino de Nabarra, así como contra sus instituciones nacionales y estatales, ocurridos los años 1054, 1176, 1198, 1512, 1620, 1789 y 1834; el Despotismo oriental español, el Absolutismo y posterior Terror Revolucionario francés, y las tres guerras contemporáneas, no son simplemente cosa del pasado: son el fundamento pasado y presente del imperialismo español, francés y eclesiástico. Sin embargo la propaganda imperialista habla de transición, de paso de página, de tabla rasa, de borrón y cuenta nueva, y de volver a partir de cero, como si el Estado español hubiera comenzado ex novo con la Constitución y el Gobierno “que nos hemos dado entre todos”, es decir: que se han dado ellos para que los suframos los demás.

Los ideólogos que fabrican la propaganda imperialista tratan hipócritamente de ocultar que su pretendido y sacrosanto “Estado democrático, no-violento, de derecho [imperialista]” etc.: al cual sirven, que sostienen y que los sostiene, tiene en realidad por fundamento inmediato y constitutivo la infame empresa de aniquilación de los derechos y las libertades de un Pueblo Vasco independiente, libre y pacífico; y las sucesivas agresiones y la destrucción: contra el derecho nacional e internacional, temporal e intemporal, de la independencia del Reino de Nabarra y sus residuos forales mediante guerra, ocupación, desmembramiento, anexión, represión y Terrorismo de guerra y de ocupación, así como mediante conculcación de todos los DDHH y ante todo los de independencia y legítima defensa. Por mucho que se cambie de nombre a los hechos, para hacer creer que son otra cosa, las instituciones del imperialismo franco-español chorrean la sangre de innumerables víctimas, testimonio permanente de los monstruosos crímenes que las han construido: crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad.

“La pérdida del pasado, colectiva o individual, es la gran tragedia humana. Es ante todo para evitar esta pérdida que los Pueblos resisten desesperadamente a la conquista.” Es para conseguirla, que la ideología totalitaria intenta destruir por todos los medios la memoria histórica de los Pueblos.

La memoria colectiva, históricamente nutrida, es el instrumento que permite a los oprimidos la resistencia y la lucha por su liberación de tales horrores. Los crímenes imprescriptibles del imperialismo y el fascismo no empiezan ni acaban ni se redimen con la transición intra-totalitaria, con una pretendida ley de “amnistía, perdón y olvido”, o con una ley de memoria histórica, promulgadas por los mismos poderes que los perpetraron. Por otra parte, la memoria histórica no se recupera o favorece sólo renovando algunas placas y lápidas, y exhumando los restos de los asesinados (y menos aún con ceremonias hipócritas o con conmemoraciones y monumentos selectivos), si ello no implica además la afirmación de una teoría y una práctica política consecuentes de repudio de crímenes y criminales, y de restauración de las libertades y los DDHH fundamentales que aquéllos arruinaron. Cuando la memoria sirve para conservar, consolidar y encubrir el triunfo de los primeros y la ruina de los segundos, ello nos revela que estamos ante un nuevo fraude ideológico.

La “justicia a la Garzón”: administrada por mediáticos “jueces-estrella” que encubren y protegen los crímenes propios del Nacionalismo-Imperialismo español y persiguen la Resistencia contra ellos, es la versión judicial de la hipocresía, el odio xenófobo y la venganza del Fascismo contra todos los sectores resistentes del Pueblo ocupado y masacrado. El cinismo y la impunidad de criminales, torturadores y ladrones “de blancas manos” son totales. El Franquismo no es cosa del pasado: es el fundamento pasado y presente del Estado español. Es ahora cuando demuestra y explota todas sus perspectivas y posibilidades, durante largo tiempo subestimadas. El General Franco es el Padre de la España moderna. Al Franquismo no lo ha derrotado nunca nadie, el régimen franquista no ha sufrido nunca derrumbe ni derribo, ni ruptura, ni substitución, ni sucesión.

Como ya se ha indicado anteriormente, los crímenes cometidos contra el Pueblo Vasco por el Nacionalismo-Imperialismo hispano-francés son la causa primera y eficiente de todas las consecuencias posteriores: “Quien es causa de la causa, es causa del mal causado”. No hay en esta cuestión lugar alguno para ninguna clase de relativismo axiológico del tipo “nadie tiene la razón al completo”. Los idealistas hipócritas, pacifistas y no-violentos que, en el mundo de guerra y crímenes de masa en que vivimos, dicen rechazar “toda violencia venga de donde venga” sin denunciar – en primer término y como base de toda consideración ideológica y política – el monopolio estatal, imperialista y fascista de la Violencia criminal, lo que realmente están haciendo es ocultar o ignorar la Violencia criminal constitutiva de la política y los Estados imperialistas español y francés; y de hecho aprueban, apoyan, disfrazan, reconocen y bendicen la criminal Violencia monopolista que mantiene su régimen imperialista y fascista de ocupación militar. Ésos tales puede que sean débiles mentales, imbéciles, psicópatas o farsantes: ésta es una cuestión a dilucidar por sus confesores o terapeutas; pero, en cualquier caso, son agentes del imperialismo y el fascismo. El “régimen sin violencia” que el imperialismo y el fascismo afirma ser, es en realidad el monopolio imperialista y fascista de la Violencia criminal. Frente a ello, la Resistencia al imperialismo ejerce los DDHH fundamentales e inherentes de autodeterminación y legítima defensa.

No es posible defender ideológica y políticamente los DDHH sin tocar el imperialismo y el totalitarismo, y la guerra y la ocupación militar con las que éstos han sido instaurados: procedimientos constitutivos de crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad. No es posible combatir puntual o individualmente la Represión, el Terrorismo o la Tortura ocultando, aceptando o apoyando el sistema de cuya implacable lógica esos métodos son parte inevitable y necesaria.

Quienes pretenden tratar o dialogar racional o moralmente con el imperialismo y el fascismo, necesaria y fatalmente falsifican y hacen la apología del régimen de ocupación del que esos sistemas forman parte. El relativismo ideológico y político propio de los partidarios de “la vía institucional y los atentados” muestra hasta qué punto éstos han adoptado la fraseología hipócrita de la propaganda imperialista y fascista. Pero, muy al contrario de sus afirmaciones sobre “la razón al 100%”, sólo son legítimas y respetables la ideología y la política que se fundan y realizan en defensa de los DDHH, los cuales tienen como los primeros y la condición previa de todos ellos el derecho de independencia, libre disposición o autodeterminación de los Pueblos sojuzgados, así como el de su legítima defensa. En ese caso sus defensores tienen razón al cien por cien, y sus agresores no tienen ninguna. El imperialismo y el fascismo son constitutivos de crímenes imprescriptibles de guerra, contra la paz y contra la humanidad. Sus autores, coautores, cómplices y auxiliares – individuos o Estados – son criminales internacionales. Sin embargo el colaboracionismo ha llegado, también en esto, a un grado de insuperable indignidad al exigir “el reconocimiento al daño causado” al imperialismo y sus agentes.

Hitler, Mussolini y Franco no se proclamaron defensores de la libertad, la democracia y la no-violencia, ni acusaron a sus adversarios de fascistas, como hacen ahora los hipócritas sin honor y sin vergüenza que los han seguido. El propio General Franco, el fundador del régimen fascista español propulsado al poder por las Potencias del Eje, se declaró siempre demócrata orgánico, revolucionario nacional-sindicalista y – como todos los conquistadores y tiranos – amante de la paz: la suya; pero nunca pacifista no-violento, como sí se dicen sus hipócritas continuadores y beneficiarios. Manifestó y mantuvo siempre que Gernika lo habían destruido los “nacionalistas” (vascos); pero sus aventajados sucesores y los Nacional-socialistas españoles: actuales partícipes del monopolio franquista de las fuerzas armadas de tierra, mar y aire, proclaman que “las víctimas de Gernika somos nosotros”; que “nosotros somos los judíos bajo el régimen totalitario que ha establecido ahora su poder absoluto: el poder omnímodo del nacionalismo vasco” en las cuatro provincias periféricas; que la Iglesia local ha olvidado que “Cristo nunca se juntó con los poderosos”; que “la cultura contra la violencia y la resistencia civil contra la obediencia militar” son “el único recurso que nos queda a los desamparados pacifistas y no-violentos, privados de toda protección armada frente a la dictadura del miedo”. Los sucesores de quienes en 1937 arrasaron Durango y Gernika, para doblegar bajo las bombas de los Raids Terroristas del Eje la Resistencia Nacional Vasca al Fascismo y al Imperialismo, y la voluntad nacional del Pueblo Vasco, se proclaman ahora falsamente “víctimas republicanas” del nacionalismo (vasco). La desvergüenza de los criminales fascistas es simplemente tan repugnante e imperdonable como sus crímenes.

La historia y la sociología de las Naciones muestran qué gran desgracia es para los Pueblos y para la Paz Mundial la pérdida de la libertad nacional bajo dominación imperialista. La ocupación y la anexión de un Pueblo y de un Estado por otro es una agresión permanente: una cadena continua, interminable e inmanente de crímenes, conflicto, opresión, persecución y Terror que jamás pueden prescribir. La secular agresión contra el Pueblo Vasco, la ocupación y anexión de su Estado el Reino de Nabarra, la permanente conculcación-negación de su derecho de autodeterminación o independencia, y los crímenes cometidos en su sangrienta empresa por los agentes y cómplices del Imperialismo franco-hispano-romano/vaticano, son reveladores de su depravación y perversión moral.


(De ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español’.)

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