El disfraz ideológico Nacional-Imperialista (X)


EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL


– El disfraz ideológico Nacional-imperialista


Iñaki Aginaga y Felipe Campo



La nueva ideología imperialista actual tiene necesidad ineludible de ocultar y falsificar, disfrazar y disimular – en la posible y prudente medida – la realidad política, histórica y social del imperialismo y el colonialismo; el origen, la naturaleza y la fundamentación del régimen de ocupación. Oculta así ocho siglos de violencia, agresión, guerra, conquista, ocupación, terrorismo de guerra y de Estado, desprecio, represión y conculcación de los derechos humanos fundamentales e históricos, crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad, genocidio racial, lingüístico y cultural, colonización, exclusión, desmembramiento, explotación, expoliación y pública humillación de la Nación ocupada. Son éstos los factores estructurales que han constituido y constituyen el presente sistema franco-español de dominación del Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra; y los que han llevado al presente régimen, nombradamente: el Segundo Franquismo auto-reformado con la asistencia política y financiera del imperialismo globalizado, cuyos Servicios Oficiales y Secretos guiaron, financiaron e impusieron la transición intra-totalitaria española.

Es el objetivo constante de la nueva ideología imperialista y fascista hacer creer que el Imperialismo y el Fascismo, como el diablo, no existen. Para ello, la propaganda monopolista substituye el actual orden real de criminal violencia y dominación, por un “régimen político no-violento fundado sobre la libertad y el derecho, y por la libre adhesión de los Pueblos sin violencia, sin armas, mediante la palabra, la razón, el diálogo, los pactos, el referéndum, el consenso, las leyes, las elecciones, los votos, la mayoría, el Derecho y la Constitución” etc. Pero sólo la destrucción de la razón por la ideología imperialista permite “entender” que tales factores puedan fundar y constituir un régimen político, cuando la realidad es que ellos suponen ya la existencia previa de una estructura política constituida y constituyente, que esos mecanismos simplemente “legitiman” a posteriori. Es ésta una gigantesca y formalmente absurda superchería con la cual la propaganda y el adoctrinamiento totalitarios tratan de destruir la conciencia política de los Pueblos.

Según los portavoces del Segundo Franquismo, la realidad presente está constituida por la “no-violencia democrática”: las fuerzas armadas de tierra, mar y aire no existen, son imágenes fantasmales – y actualmente inofensivas – del pasado, y toda relación de los crímenes del Franquismo primitivo con el régimen presente es, según dicen, “pura demagogia que confunde presente y pasado”. Pero los ejércitos existen, y no sólo para hacer desfiles. Las fuerzas armadas son la clase política real en España desde la destrucción del Despotismo Oriental español por la invasión francesa, así como el fundamento de la estructura franquista de poder. Y es precisamente el monopolio mediático, anexo a ese monopolio de la violencia, el que – gracias al estúpido y/o comprado colaboracionismo de la burocracia liquidacionista‘vasca’ Pnv-Eta – determina sin contestación que la “no-violencia democrática” es la “verdad oficial” del criminal régimen franco-español de ocupación militar impuesto al Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra, desde hace al menos ocho siglos.

Para la ideología dominante del Segundo Franquismo, nada de lo que el Nacionalismo imperialista franco-español ha realizado contra el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra, tiene relevancia: ocho siglos de guerras y ocupación, terrorismo y represión contra nuestro Pueblo y Estado han quedado purgados y anulados, puesto que el Pnv y sus satélites han sido “legalizados”, y porque los monopolios de violencia y propaganda organizan “elecciones” para que la población vote – bajo la represión y el terror – cuando, donde y lo que el poder ocupante quiere. Pero un régimen político fundado en el voto y las elecciones no ha existido jamás ni puede existir, puesto que las fronteras y el Estado imperialista constituido en su interior: que es el que organiza tales mecanismos, son anteriores y determinan el “voto y las elecciones” etc. El absurdo de la “proposición” nos excusa de toda investigación pormenorizada al respecto.

Por otra parte, la condena hipócrita “de toda violencia venga de donde venga”, formulada por la propaganda dominante, es material y formalmente contradictoria con la realidad de violencia de la política y el Estado que sostienen y justifican los mismos hipócritas o imbéciles que profesan o difunden tan funcionales insanidades. Como es sabido, la realidad política está constituida como tal por la violencia. Que ésta esté al servicio de la democracia o el despotismo, de la acción defensiva o de la agresiva; o que se trate de violencia “buena” o de violencia “mala”, todo ello son cuestiones completamente irrelevantes a este respecto: la violencia es violencia; y por tanto todos ellos, en cuanto que son comportamientos que entrañan violencia, son indiferenciables en cuanto tales. En su caso, su violencia es además criminal e ilícita, ya que está al servicio no de la defensa sino de la conculcación de los derechos humanos fundamentales. Pero aun así los agentes de la propaganda imperialista siguen repitiendosu absurda e hipócrita condena de “toda violencia”; y – por increíble que parezca – “tan enorme contradicción no parece causarles perjuicios ideológicos considerables”.

Ejercicio continuado de prestidigitación y delirio colectivo, la propaganda paranoica o paranoide es constante ideológica del ilusionismo imperialista. Pero los ideólogos del imperialismo no están locos. Saben lo que quieren y cómo alcanzarlo. La verdad, la razón y la lógica les tienen sin cuidado, como vamos a ver.

Quienes han establecido su poder por la guerra, la represión y el terror; los fascistas e imperialistas que en los Estados francés y español ejercen el monopolio de la violencia y el terrorismo en los territorios ocupados del Pueblo Vasco, se dicen contrarios a toda violencia. Quienes han pisoteado todos los derechos humanos fundamentales, se pretenden titulares de algo que llaman “Estado de derecho”. Tan rancio, desgastado, equívoco y multiuso recurso ideológico es tan frecuente en la propaganda fascista como su propia auto-proclamada “democracia”, y tan vacío como ella. La más repugnante práctica terrorista de las fuerzas de represión fascistas se acompaña con la máscara hipócrita y no menos repulsiva de la “no-violencia y el rechazo de toda violencia venga de donde venga”. El equívoco, el fraude y la superchería ideológicos sirven para ocultar y confortar el orden real de violencia; para cultivar tal vez las propias ilusiones de las fuerzas dominantes; y, en todo caso, para engañar a las más subdesarrolladas, incautas o desamparadas de entre sus víctimas. Por sorprendente que ello pueda parecer, estas cosas funcionan: de otro modo nadie perdería tiempo y dinero intentándolo siquiera.

Los sermones hipócritas de la propaganda oficial para uso externo del imperialismo y el fascismo pretenden hacer creer que el actual régimen imperialista de ocupación del Reino de Nabarra es una sociedad sin violencia, y tratan de presentarlo como un orden social natural: libre, pacífico, no-violento y democrático a la vez, sólo perturbado por la violencia sobrevenida contra el régimen, sólo alterado por los atentados que interrumpen la convivencia no-violenta y – no obstante – democrática.

Ocurre simplemente que la naturaleza del régimen totalitario hace imposible el desarrollo teórico democrático; lo cual corresponde a la inferioridad e indefensión correlativas en las que ese régimen encuentra o a las que reduce a sus víctimas. Como ya se ha señalado, represión, obscurantismo y pensamiento único hacen que la debilidad material se acompañe con la debilidad mental.

Imbuir a una población de tales estupideces materiales y formales sería misión imposible sin la eficacia casi ilimitada de los monopolios de violencia, terrorismo, propaganda e intoxicación ideológica de masas. Si la mentira, el despropósito y la vacuidad formales son la materia de que se nutre la propaganda dominante, ello es sin duda porque no tiene cosa mejor que ofrecer y porque funcionan, sin lo cual nadie perdería el tiempo en esa tarea. Y si funcionan es, sin duda, porque la capacidad de información y el sentido racional y crítico del Pueblo oprimido e incluso del Pueblo opresor se encuentran ya reducidos a cotas vecinas de las tan asidua y eficazmente deseadas y perseguidas. El fascismo ha afirmado siempre que convenientemente tratados, condicionados, desinformados y contra-informados, los Pueblos se lo creen todo y cualquier cosa. Pero los medios de intoxicación ideológica de masas de que disponían Mussolini, Hitler y Franco eran un pequeño anticipo de las actuales armas de destrucción masiva de la razón y la conciencia política, que los monopolios de violencia e información modernos ponen en las manos de los actuales regímenes imperialistas y totalitarios.

El lavado de cerebro y la intoxicación mental de masas, a cargo de los monopolios mediáticos, han hecho de buena parte de la colonizada sociedad vasca una víctima indefensa e inerte de la propaganda y la guerra psicológica, incapaz de percibir y procesar la más evidente realidad política. La alienación social ha devenido alienación mental. La destrucción de la razón que han conseguido el Imperialismo y el Fascismo franco-español, ha alcanzado niveles inéditos a costa de poblaciones previamente reducidas a la condición mental de zombis telefágicos. Son,todosellos, fenómenos que muestran el grado de alienación política, ideológica y mental en el que los institucionalistas Pnv-Eta armados y desarmados de nuestro País han sumido al Pueblo que dicen defender; así como la incapacidad política de un País que se pasa la vida esperando algo que no llega nunca, porque la libertad nunca llega como resultado dela falsificación, las supercherías, los cuentos chinos, las vanas ilusiones y la nulidad estratégica.

La ideología incorporada al régimen imperial-colonialista es multiforme y proteiforme, pero obedece a principios constantes y simples. Consiste en un esfuerzo constante de mentira y falsificación para ocultar una realidad insoslayable, a saber: la presencia, continuidad y resistencia de los Pueblos y los Estados sojuzgados; la conculcación multi-secular de los derechos humanos fundamentales; la violencia, la guerra, la conquista, la ocupación, la anexión, el Terrorismo de Estado, el pillaje, la deportación y todas sus calamitosas consecuencias directas e indirectas. Una realidad criminal que las Naciones dominantes no pueden afrontar de otra manera que no sea la mentira y la falsificación.

Según afirman, los imperialistas y los colonialistas son pacifistas y no-violentos, quieren la paz y no la guerra; pero sólo después de haber ganado ellos la guerra y exterminado o sojuzgado a los colonizados, y de haber establecido sobre ellos su propio monopolio de violencia, a lo cual llaman “paz”. Están a favor de su propio dominio nacional: España para los Españoles y Francia para los Franceses; pero lo demás también: en Europa o en las antípodas. Están en contra de la “construcción” de “nuevas” fronteras: las mismas que ellos destruyeron para adueñarse de los Pueblos y Estados que subyugaron en el Imperio donde no se ponía el Sol, porque ellas garantizarían la independencia y protección de los Pueblos sojuzgados y pondrían fin al mantenimiento de su dominación imperialista sobre ellos; pero en cambio están, naturalmente, a favor del mantenimiento de las que ellos impusieron por la guerra y el genocidio. Están en contra del “nacionalismo identitario”; pero sólo cuando se trata del de los demás, que frena la expansión del Nacionalismo imperialista de ellos. Se proclaman demócratas y defensores de los derechos humanos, pero lo hacen después de haber arruinado los derechos humanos y la democracia: tarea en la que han ocupado su historia. Defienden “la voluntad de la mayoría”, que ellos identifican con “la democracia”; pero se trata de “la mayoría” que fabrican ellos tras haber destruido la de los demás mediante la colonización y el genocidio.

En definitiva, y como consecuencia de todo ello, son partidarios de la abolición de fronteras, el cosmopolitismo y la mezcla de sangres y civilizaciones donde están a nueve contra uno; pero del apartheid y la segregación donde están a uno contra nueve. Son universalistas; pero su universalismo es la extensión de su Nacionalismo al mundo entero. Defienden los derechos de autodeterminación y legítima defensa: los de ellos, pero los niegan a los demás. Predican la “tolerancia para todos”, pero en realidad imponen la tolerancia a sentido único, es decir: sumisión, respeto y tolerancia hacia el Imperialismo y el Fascismo; y represión, desprecio e intolerancia para la libertad y el derecho de autodeterminación o libre disposición y de legítima defensa de todos los Pueblos. Así es como los agentes del Fascismo imperialista franco español y sus cómplices indígenas de la colaboración entienden la libertad, los derechos humanos y la tolerancia en los territorios ocupados del Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra.

De este modo, los Agentes y Colonos metropolitanos, así como los Renegados aborígenes: herederos, continuadores o beneficiarios de quienes ocuparon su historia en criminales empresas de depredación continentales y trans-continentales sojuzgando, negando, expoliando y destruyendo Pueblos y Estados mediante la guerra y el Terror, e imponiéndoles su propia identidad (todo lo cual no sólo no lo han condenado jamás sino que afirman enorgullecerse de ello), protegidos por sus fuerzas armadas de ocupación militar y formando todos ellos parte del País imperialista, se pretenden naturales del País colonizado, exigen el respeto de sus posiciones imperial-colonialistas, y dan lecciones de moralidad, convivencia, democracia y no-violencia predicando el arrepentimiento, el pluralismo y el universalismo “no-identitario” a los Pueblos que fueron sometidos mediante crímenes imprescriptibles y Terrorismo de guerra y de ocupación, y cuya negación-liquidación ellos mismos a día de hoy aún persiguen.

Todo ello es el contenido real de lo que obscenamente llaman “pensar de forma diferente”: basura ideológica difundida a todas horas sin contestación posible por sus monopolios mediáticos de condicionamiento e intoxicación ideológica de masas anexos a su monopolio de la violencia. Al llamarlo así intentan, en primer lugar, enmascarar la actual realidad de la criminal imposición totalitaria y militar del Nacionalismo imperialista español o francés (que ellos apoyan y que a su vez los apoya), escondida tras ese pretendido “pensar de forma diferente”; y, finalmente, anular la resistencia residual de las víctimas que escaparon a los bombardeos, los asesinatos y los fusilamientos, los paseos al amanecer, las cunetas, las simas, las plazas de toros y las tapias de los cementerios, las prisiones de exterminio y los campos de trabajos forzados, la represión, el exilio y “los grandes cementerios bajo la luna”. Víctimas actuales a las cuales esos canallas imperialistas y fascistas esperan reducir a la condición de débiles mentales, ahora mediante el terrorismo y la guerra psicológicos.

Enloquecidos, y confundiendo – ya fuera en Cuba, Marruecos, Indochina o Argelia, como ahora en Nabarra, Canarias, Galiza o Catalunya – su derecho de ser Españoles o Franceses con el “derecho” de obligar a serlo a quienes no lo son, denuncian como agresión el rechazo que a tal efecto reciben por parte de Pueblos que nunca fueron ni son ni quieren ser Españoles o Franceses; consideran su resistencia a dejarse liquidar como una incomprensible, patológica e intolerable perfidia; insultan, denigran y calumnian (llamando “nazis”, “pequeños pueblos homicidas”, “intolerantes”, “terroristas” etc.) a los Pueblos que ellos masacraron y siguen masacrando, y cuya existencia no pueden tolerar; y se declaran pacifistas y exigen a los demás el rechazo de “toda violencia, venga de donde venga” excepto la que viene de ellos mismos, la cual según pretenden ni siquiera es violencia.

Pero quienes condenan “toda violencia venga de donde venga” sin denunciar – en primer término y como base de toda consideración ideológica y política – el monopolio estatal, imperialista y fascista de la Violencia criminal, en realidad ocultan o ignoran la violencia constitutiva de la política y del Estado fascistas; y con ello disfrazan, aprueban, apoyan, reconocen o bendicen los crímenes de la Violencia monopolista que mantiene su régimen de ocupación militar imperialista y fascista franco-español sobre nuestro País. Quienes tal hacen pueden muy bien ser cínicos farsantes conscientes de su papel, o tal vez incautos irresponsables manipulados por la propaganda imperialista, pero en cualquier caso son objetivamente agentes del Totalitarismo y el Fascismo. De todos modos, cuando alguien ha adoptado las posiciones y la intransigencia del fanatismo Nacional-Imperialista franco-español: jamás por ellos denunciado (a pesar del espantoso reguero de crímenes que ha dejado en este País durante siglos para lograr su imposición), y se pretende con autoridad para condenar la Resistencia y la legítima defensa del (propio) Pueblo de tal modo masacrado y humillado, en tal caso no es posible invocar la menor buena fe. En estas condiciones cualquier invocación a la “paz”, cualquier condena de la violencia de los demás, es alienación o sarcástica hipocresía de una mala fe y un odio caracterizados, procedentes de los Renegados indígenas y los esbirros del Imperialismo franco-español.

Al igual que han hecho todos los poderes fundados por la agresión y la guerra: que han llevado la violencia hasta sus últimas consecuencias y alcanzado todos sus objetivos matando y fusilando sin limitación, el Estado que inició la guerra a ultranza cuando le convenía y estableció así su monopolio de la violencia y el terror en los territorios ocupados del Pueblo Vasco, una vez ganada la guerra declara también “la paz” y preconiza “la convivencia” cuando le conviene.

Después de siglos de opresión y dominación, de violencia y apropiación de las fuerzas productivas, de monopolio de los medios de propaganda y guerra psicológica, de genocidio y persecución racial, lingüística y cultural, la propaganda del Segundo Franquismo reforzado por el social-imperialismo proclama – al igual que lo hizo la propaganda de la República francesa – que a partir de la “transición” se dan las condiciones para una nueva era de convivencia, libertad, igualdad y fraternidad sin opresión ni violencia; sin violencia de los demás, por supuesto, ya que el monopolio de la violencia de ellos permanece intacto y debe ser llamado y aceptado como “democracia”.Esperan así que los restos desarmados de la oposición aceptarán el nuevo orden; que renunciarán unilateralmente a toda tentativa de Resistencia y legítima defensa; y que olvidarán los crímenes que lo han creado, cuyo recuerdo se borrará sin dejar huella en la conciencia individual y colectiva. “Cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.” “Nuestro interés es la paz”: la suya, por supuesto.

Una vez lograda y asegurada esa “paz” mediante la agresión, la guerra, la conquista, la ocupación, el Terrorismo, el fusilamiento, la deportación y la colonización, el Imperialismo y el Fascismo ejercen un poder político e ideológico absoluto; detentan los monopolios de violencia criminal y propaganda del régimen totalitario; banalizan el secuestro, la tortura y el asesinato sistemáticos: legales e ilegales, oficiales u oficiosos; oprimen y reprimen, fusilan, encarcelan, silencian y convierten en malhechores, delincuentes y fugitivos a cuantos se niegan a someterse a su tiranía y dominación y sólo quieren vivir en paz y libertad; y, en suma, persiguen como delitos y crímenes la defensa teórica o práctica de la libertad nacional, de los derechos humanos fundamentales y, ante todo, del derecho inherente e imprescriptible de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos.

El Nacionalismo imperialista franco-español, y los apologistas de sus Estados: que han ocupado su historia tratando de imponer a sangre y fuego su propia identidad nacional al mundo entero y que son incapaces de comprender a los demás como personas, se pretenden – cuando le conviene – cosmopolitas y universalistas, adversarios de los “nacionalismos identitarios”, y partidarios de una “ciudadanía no-identitaria”. En realidad el Nacionalismo imperialista es siempre partidario de su propia identidad y adversario de la identidad de los demás: cuyos signos o fundamentos identitarios trata de destruir y substituir por la suya propia utilizando todos los medios, la Violencia y el Terrorismo de preferencia.

Todo Pueblo tiene el derecho de vivir en su propia lengua y cultura. La Nación sin identidad no existe ni puede existir: ni aquí ni en ninguna parte, no más que un cuerpo sin dimensiones. Sólo los agentes, colaboradores y cómplices del Imperialismo pueden pretender definir el Pueblo por el “territorio”, en lugar de definir el territorio por el Pueblo.

“La Conferencia General de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura, [...] Proclama la presente Declaración de los Principios de la Co-operación Cultural Internacional, [...]. Artículo primero: 1. Toda cultura tiene una dignidad y un valor que tienen que ser respetados y protegidos. 2. Todo pueblo tiene el derecho y el deber de desarrollar su cultura. 3. En su fecunda variedad, en su diversidad y por la influencia recíproca que ejercen unas sobre otras, todas las culturas forman parte del patrimonio común de la humanidad.” Etc. (Declaración de la UNESCO; 1966.)

La Asamblea General, [...] Afirmando el derecho soberano de cada Estado a formular y aplicar, con arreglo a sus propias condiciones y necesidades nacionales, las políticas y medidas conducentes a realzar sus valores culturales y su patrimonio cultural, Reconociendo que el carácter único de cada cultura se deriva de una multiplicidad de influencias operando en una extendida escala de tiempo, Considerando que el valor y la dignidad de cada cultura así como la capacidad para preservar y desarrollar su carácter distintivo, constituye un derecho básico de todos los países y pueblos, [...] Convencida de que [...] deben darse todos los pasos necesarios hacia la preservación, el enriquecimiento y superior desarrollo de las culturas y modos de vida nacionales, [...], 1. Insta a los Gobiernos a que hagan de los valores culturales, tanto materiales como espirituales, una parte integrante de los esfuerzos en pro del desarrollo,” etc. [UNGAR 3148 (1973)]

La Conferencia GeneralComprometida con la plena realización de los derechos humanos y de las libertades fundamentales proclamadas en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en otros instrumentos universalmente reconocidos, como los dos Pactos Internacionales de 1966 relativos uno a los derechos civiles y políticos y el otro a los derechos económicos, sociales y culturales, Recordando que en el Preámbulo de la Constitución de la UNESCO se afirma ‘[...] que la amplia difusión de la cultura y la educación de la humanidad para la justicia, la libertad y la paz son indispensables a la dignidad del hombre y constituyen un deber sagrado que todas las naciones han de cumplir con un espíritu de responsabilidad y de ayuda mutua’, [...], Reafirmando que la cultura debe ser considerada el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias, Constatando que la cultura se encuentra en el centro de los debates contemporáneos sobre la identidad, la cohesión social y el desarrollo de una economía fundada en el saber, [...], Proclama los principios siguientes y aprueba la siguiente Declaración: Artículo 1– La diversidad cultural: patrimonio común de la humanidad” etc. (UNESCO; Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural; 2 de Noviembre de 2001.)


Son sólo algunas muestras del respeto y la valoración reconocidos a la identidad y las culturas nacionales por los más altos organismos internacionales competentes, frente al desprecio y persecución a que han sido sometidas por los agentes del Nacionalismo imperialista franco-español; desprecio y persecución que el Pueblo Vasco ha estado padeciendo durante siglos.

Pero he aquí que grupos que se declaran “nacionalistas” (vascos), y que afirman que “Euskadi es una Nación con derecho de autodeterminación”, afirman a la vez el “derecho democrático” del Gobierno y los Partidos españoles y franceses a ejercer poderes políticos en los territorios ocupados del Pueblo Vasco. Según afirma la “oposición abertzale con representantes democráticamente elegidos”, esas Potencias de ocupación: sus agentes, partidos y beneficiarios, “tienen perfecto derecho” a ocupar y regir este País como propio. Es un “derecho” sin equivalencia en la legislación internacional comparada: ni en España o Francia, ni en los Países Bálticos, ni en “república bananera” alguna; pero que ellos reivindican como inseparable de sus inmaculados principios “democráticos”. Es un “derecho” cuyos equivalentes, por supuesto, nadie pretende, ni acepta, ni reconoce en las Naciones de verdad, pero que la “oposición abertzale democrática” oficial entiende como perfectamente legítimo en las naciones de broma como ésta lo es para ellos, en cuya realidad sus “dirigentes” no han creído nunca. La ruina de la dignidad humana de un Pueblo, y la negación de su derecho de igualdad y libertad en el concierto o el desconcierto de las Naciones, son signos inequívocos de la miseria moral a que el imperial-colonialismo lleva a los Pueblos ocupados.

Según un elemental principio (cuyo equivalente reivindican y aplican como algo natural todos los Pueblos del mundo) “Los Vascos [al igual que los Ingleses o los Alemanes] no son Españoles ni Franceses; los Españoles y los Franceses [no más que los Daneses o Noruegos] no son Vascos”. Sin embargo, este principio es actualmente ignorado y traicionado por los actuales dirigentes del Partido fundado por aquél que lo había formulado; a quien, por cierto, el Gobierno español encarceló por afirmar el derecho de independencia de los Pueblos colonizados en general, y del Cubano en particular. Tales “dirigentes abertzales” niegan ahora al Pueblo Vasco ese principio y hasta su misma existencia como un Pueblo más del Mundo, cuando reconocen a los Colonos y los Renegados: auto-proclamados Españoles o Franceses, su “derecho” a serlo y a organizar en nuestro País formaciones políticas imperialistas que, bajo la protección de sus ejércitos de ocupación militar, se definen a su vez como españolas o francesas, y que no obstante aquellos “dirigentes abertzales” aceptan como “vascas, democráticas y no-violentas”.

Incuestionablemente, si esos “dirigentes abertzales” admiten como democráticas y no-violentas: como “diferentes sensibilidades y tradiciones políticas vascas”, las ideologías que en la teoría y en la práctica niegan el Pueblo y el Estado ocupados como titulares de un inalienable derecho de autodeterminación (cuya condición previa es la evacuación incondicional e inmediata de todas la fuerzas de ocupación de las Potencias ocupantes fuera de los Territorios históricos del Pueblo Vasco y de su Estado), aceptando con ello la legitimidad del resultado logrado mediante los incontables y horrendos crímenes imprescriptibles cometidos en la agresión, el genocidio, la colonización y la ocupación militar permanente de nuestro Pueblo y País; si admiten que los “ciudadanos” que en nuestro País se autodenominan Españoles y Franceses son “vascos” que pueden organizar en nuestro Estado – pero ya no en los Países Bajos ni en Cuba – formaciones políticas que afirman la legitimidad del derecho imperialista de conquista sobre el Pueblo y el País Vasco (unas formaciones que aquellos “dirigentes abertzales vascos” admiten como “democráticas y vascas” y además “tradicionales”, lo que sin duda lo son al menos tanto como las invasiones, los bombardeos y los fusilamientos); y si admiten también que nuestro País consiste simplemente en regiones de España y de Francia, entonces resulta evidente que tales “dirigentes nacionalistas vascos” reconocen también con ello que todo lo más éste es un “país” de broma: una mina a explotar por ellos y por quien quiera, y que les sirve para asegurarles a ellos una – problemática – carrera política a la sombra del Imperialismo franco-español que ellos han admitido como democrático.

La aceptación – y la repercusión al Pueblo – de las claves del discurso imperialista, realizadas por esos “dirigentes” de grupos que se titulan “abertzale”, ponen de manifiesto la penetración e implantación de la ideología imperialista dominante entre quienes dicen defender la democracia y la libertad nacional: cuestiones ambas absolutamente indisociables; así como la incapacidad en que se encuentran para desprenderse del lastre teórico y psicológico que esos “dirigentes” acarrean. Sólo una perversa mentalidad: que es lo que la sumisión colonial conlleva, puede ocultar e invertir a tal extremo la realidad de las relaciones sociales que se producen bajo el régimen imperialista de ocupación militar. Profundamente impregnados de la ideología dominante; prendidos en sus propios planteamientos corporatistas, idealistas, formalistas, sectarios y estrechamente oportunistas; y prisioneros del sistema que tanto han contribuido a instaurar y consolidar, su destino aparece así inseparable del poder colonial al que se deben.

Por desgracia, y según podemos ver constantemente, ni simples constataciones de la siempre “honesta” y sincera disposición del imperialismo franco-español para NEGAR DE TODAS LAS FORMAS POSIBLES la realidad del sojuzgado Pueblo Vasco y de su Nación y Estado ocupados; ni lógicas inferencias deductivas: si acaso esa negación no se manifestara netamente (que ya hemos dicho no es el caso), tienen efecto alguno sobre los mencionados ‘dirigentes abertzales’ de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites. Y así, en nada se ve afectada su mentalidad por las muestras que les ofrece la cruda realidad, que ellos invariablemente entienden como ‘limitadas, accidentales u ocasionales deficiencias de detalle – siempre lamentables pero subsanables – que toda democracia y toda obra humana inevitablemente presentan’, según lo afirman. Sin embargo, a decir verdad, esas ‘pequeñas deficiencias de detalle’ consisten en la total negación:

    – de los derechos humanos fundamentalesy ante todo del primero de todos ellos, la Autodeterminación o Independencia de los Pueblos, y de la integridad de sus Estados legítimamente constituidos sobre el principio de la Autodeterminación o Independencia de los Pueblos;

   – de la libertad nacional del Pueblo Vasco y los fundamentos históricos y sociológicos de su Estado ocupado, el Reino de Nabarra; y

    – de la democracia, que sólo puedeexistir sobre el respeto y la vigencia de todo ello y de las normas ineludibles en la teoría y la práctica de toda política democrática.

Tales “dirigentes vascos” se remiten a un “pueblo vasco” que es sujeto activo – según admiten – de derechos políticos. Sin embargo, para el Nacionalismo franco-español y su “derecho”: que esos “dirigentes vascos” aceptan no obstante como“legítimo y democrático” (aceptando igualmente todosu ordenamiento legal-institucional-estatal comolegítimo y propio),aquí no hay más Pueblo, más Nación, más Estado, ni más sujeto activo de derechos políticos que los de España y Francia. El Pueblo Vasco y sus derechos son inexistentes para el régimen imperialista franco-español: que detenta y monopoliza todos los derechos, sin que por ello esos “dirigentes vascos” dejen de reconocerlo como el régimen y el Estado propios, legítimos y democráticos; y a partir de ahí – como es natural – lo que no existe, ni es ni puede ser sujeto activo de derechos.

Una vez más: para la ‘Constitución’, ‘el Estado’, las leyes, las instituciones, los partidos y la propaganda del imperialismo franco-español: que los ‘dirigentes abertzales’ reconocen como legítimos y democráticos y los suyos propios, elPueblo Vasco no tiene existencia “legal”. Según la normativa española en vigor: aceptada por los “líderes abertzales moderados y radicales” como legítima y democrática, son “vascos” (o “navarros”) los Españoles con vecindad administrativa en cuatro “provincias” de España. En “derecho” francés su existencia es expresamente negada: su presencia “legal” es infinitamente inferior a la del club de golf de Txantako.

Ahora bien: si el Pueblo, la Nación y el Estado vascos son agua pasada; si las guerras de conquista no han existido o han sido democráticamente convalidadas, sanadas o consolidadas por la voluntad popular; si la “identidad nacional” del “País de los Vascos” se reduce a simples circunscripciones administrativo-territoriales de España y de Francia, según estipulan “la Constitución y los Estatutos”; si “Euskadi” – o como se llame la cosa ésa – es por tanto una “nación” de broma o “de pega”, no fundada – como todas las Naciones de verdad – en el derecho de autodeterminación de su propio Pueblo: el Pueblo Vasco, sino que “Euskadi somos una nación que en virtud de un pacto político y de un ordenamiento jurídico que va desde la Constitución española hasta el Estatuto de Gernika pasando por la ley de Concierto económico, tiene un régimen especial de autogobierno, [y por tanto] no somos una comunidad autónoma más” (A. Ortuzar, presidente del Pnv, en su discurso con ocasión del 125 aniversario de la fundación de ese partido; Bilbao, 31-Julio-2020); si son “vascos” (o “navarros”) los Españoles administrativamente reconocidos como vecinos de cuatro Provincias españolas (en la República hexagonal y sus DOM-TOM-COM solamente hay Franceses); si aquéllos se dividen en “nacionalistas y no-nacionalistas”, pero todos “Vascos” (o “Navarros”) con “sensibilidades diferentes”; si entre ellos y los Españoles no hay, por lo tanto, diversidad sino tautológica identidad nacional; si su lengua nacional propia es el Español (o el Francés); si los Franceses no pueden ser a la vez Españoles o Alemanes, pero los Vascos sí pueden ser a la vez Españoles o Franceses (?); si la Nación no es aquí fundamento y sujeto-agente de un derecho inherente de libertad nacional sino que es la aspiración de una minoría regional en una adscripción administrativo-territorial de España, es decir: el objeto de una “pretensión secesionista” o un engendro por nacer, como proclama abiertamente la propaganda electoral “abertzale”; si en realidad – según la formulación de Ortuzar, la Constitución española y el Estatuto de Gernika – Joanes Leizarraga, Martín de Azpilkoeta, Atxular, Xalbador, Etxahun e Iñaki Perurena no eran o son Vascos, y en cambio los declarados y auto-proclamados Españoles miembros del Partido franquista tradicional y sus comparsas neo-falangistas (a quienes los “dirigentes abertzale” denominan “populares vascos y socialistas vascos”) sí lo son; si éstos “tienen perfecto derecho” a importar e imponer aquí y a todos – pero no en Alemania o en ningún otro País serio – su monopolio de la violencia, su nacionalidad, su ley y sus partidos; si el régimen franco-español de ocupación militar y de colonización establecido en el “país vasco” es en realidad un sistema legítimo, pacífico, no-nacionalista, no-violento y democrático a la vez, y sus agentes son legítimos y respetables representantes de Pueblos libres; si el Nacionalismo-Fascismo-Imperialismo-Colonialismo español y francés no existe o es una actividad legítima y respetable a la que sus agentes tienen perfecto derecho; si el principio de libre disposición o autodeterminación de los Pueblos sólo puede aplicarse aquí al Pueblo español y al Pueblo francés, que son los únicos que hay, y en el marco de los Estados español y francés, que son los únicos que hay; si – en fin – tal es la realidad: como las posiciones de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta ambigua pero inevitablemente establecen, entonces no hay aquí más Pueblo, más Nación ni más Estado que los de España y Francia, y no queda sino cerrar la tienda que nunca se debió abrir.

Cabe únicamente preguntarse a qué viene tanto ruido y tanta historia, cómo puede resolverse un problema que ni siquiera existe, y qué está haciendo este administrativamente constituido “país”, aparte de dar empleo, sueldo y sinecuras a los servicios auxiliares de la clase política en el poder. Un “nacionalismo vasco” que mantiene tales principios es Nacionalismo español y francés puro y duro, por mucho que jueguen con las palabras. Todo lo demás es palabrería hueca y sin sentido: el discurso de un tonto o un loco útil clínicamente a punto para que lo encierren; si acaso no es el de un cínico y desaprensivo oportunista, como de una manera u otra lo son los “dirigentes abertzale”.Después de todo, con tales premisas, el “País de los Vascos” lo seguirá siendo: de todas formas y con todas sus “características”, mientras las demarcaciones administrativas en que se funda persistan y haya Españoles para poblarlas; a menos que la deriva de los Continentes termine con su base geológica.

Como es evidente, en la ideología imperialista española la determinación del término y el concepto de “vasco” y otros es afirmada: por disposición administrativa, como excluyente de toda realidad sociológica del Pueblo Vasco. Se trata de un medio de confundir, equivocar y recuperar los conceptos, haciendo creer a la vez en un reconocimiento que es en realidad inexistente. Sin la necesidad y la voluntad de engañar al Pueblo Vasco: que existe realmente en sí y para sí al margen de esas maniobras ideológico-administrativas, “vascongados y navarros” no habrían sido objeto de tales atenciones.

“Población-ciudadanía” (no Pueblo), demarcación administrativa colonial (no Territorio), y dominación imperial (no derecho de autodeterminación) integran el Estado imperialista. Las “Provincias Vascongadas/Euskadi y Navarra”: llamadas ahora “regiones autónomas o autonomías”, son simples circunscripciones administrativas del Estado español; y el pretendido “pueblo vasco” de los “líderes abertzale” es el Pueblo español asentado sobre ellas. En el régimen imperialista francés: de pura esencia constructivista, no es ni eso; lo cual lo hace más manifiesto y, en cuanto tal, preferible. (El Nacionalismo francés ha substituido o deformado sistemáticamente incluso los nombres propios vascos de lugares y personas hasta hacerlos irreconocibles; lo que los Nacionalistas españoles han imitado con algunas limitaciones.)

Dicen los imperialistas – cuando les conviene – defender “la diversidad, la convivencia y la pluralidad” (como lo decían en Argelia etc.); palabras que en sus manos se transforman en un burdo truco ideológico colonialista. Naturalmente toda sociedad es plural, puesto que no es posible relación social sin alteridad. La cuestión es saber de qué “pluralidad” se está hablando y cuál es su tratamiento de los derechos humanos. Según afirman, el pluralismo y las diferencias entre Vascos son tan determinantes que impiden nuestra cohesión como Pueblo si no somos a la vez Españoles o Franceses; “pueblos” éstos cuya profunda cohesión no se ve en cambio afectada en lo más mínimo por cosas de ésas, tanto se incluya entre ellos a Vascos como a Cubanos o Filipinos, Argelinos o Kanakos. Es decir: son ‘Españoles o Franceses’ todos aquéllos hasta quienes ha llegado “la cohesión y la determinación” que imponen las bayonetas y los cañones de los Españoles y los Franceses, que son mucho más “pluralistas” que todos los demás. Sin embargo, no cabe pluralismo posible si todos somos Españoles o Franceses, como afirman que somos e intentan conseguir, puesto que el “pluralismo” español y francés consiste en excluirnos a todos los demás al negar pura y simplemente – en la teoría y en la práctica – la existencia como tales de los Pueblos que ellos han sojuzgado.

Para el régimen fascista-imperialista franco-español establecido, “la diversidad, la convivencia y la pluralidad” son las de los Españoles y Franceses entre ellos, excluyentes de todos los demás. En nuestro caso no existe otra identidad nacional que la española o la francesa, que se encubren ocasionalmente de cosmopolitismo, internacionalismo y universalismo “no identitarios”; y ello es así a pesar de tratarse de Estados que se han pasado la historia imponiendo su identidad a los demás. Los “ciudadanos” de los Pueblos oprimidos por España y Francia son más plurales que nadie, pero permaneciendo todos Españoles y Franceses: tanto en Europa como en la Argelia colonial, “parte inseparable del Pueblo francés”.

Ahora bien, en pura lógica, sólo cabe pluralidad entre sujetos diversos de un mismo género. Pero si lo que ocurre es que el Pueblo Vasco no existe: lo cual es el postulado punto de partida ideológico del imperialismo para acabar con él lo más rápidamente posible, entonces aquél no puede componer pluralidad alguna. Es decir que el Pueblo Vasco no puede formar pluralidad alguna, puesto que – según el imperialismo franco-español postula, y la burocracia liquidacionista Pnv-Eta admite al reconocer el régimen y Estado de España y de Francia como el régimen y “el Estado” propios, no-Nacionalistas, no-violentos, legítimos y democráticos – el Pueblo Vasco y su Estado simplemente no existen. (En Francia: formal expresa y oficialmente, sólo hay Franceses; con lo cual este truco ideológico de la “pluralidad” no es de aplicación “exagonal”.) Por consiguiente – y siempre según ese falso postulado – entre Vascos y Españoles no hay diversidad sino identidad nacional de las minorías regionales de la España “plural”; lo cual es la afirmación que el imperialismo ha establecido desde el inicio en petición de principio, mientras aparenta que la deduce como resultado de una “argumentación” consistente en absurdos e innecesarios trucos ideológicos. Efectivamente, no cabe “pluralidad” entre Vascos y Españoles, si todos ellos son Españoles; sólo cabe la pluralidad de España y entre los Españoles.

La recuperación y la falsificación de nombres y conceptos esconden y caracterizan una simple y doble reducción: la del País Vasco, que es reducido a simple circunscripción administrativa de los Estados ocupantes España y Francia; y la de los Vascos, reducidos a una variante de Españoles o Franceses. La falsamente postulada “falta de identidad” propia del Pueblo Vasco “es y se resuelve en” la identidad de España, que “por definición” no tiene dificultades plurales; del mismo modo que en la Argelia colonial francesa la “pluralidad y falta de identidad común” entre Bereberes, Árabes o Judíos no era impedimento para su identidad nacional “plural” como Franceses. Como es evidente, juegan con el doble o triple sentido que dan a las palabras a fin de confundir los conceptos y engañar a sus seguidores y víctimas.

El único pluralismo que permitieron y siguen permitiendo quienes obligan a ser Españoles o Franceses a Pueblos que no lo son, es el “pluralismo” colonialista. El “pluralismo” colonialista y predador que esos tales propugnan, así como el rechazo de la violencia que exigen (a los demás), son la aceptación de su monopolio de la violencia, y la renuncia y el abandono del derecho de auto-determinación y legítima defensa por parte de los Pueblos ocupados. Consisten en la afirmación de su propio “derecho” de conquista y depredación sobre ellos, y en la negación del pluralismo internacionalista. El “pluralismo” hispano-francés nada tiene que ver con la pluralidad internacional, esto es: la de los Pueblos libres, sujetos agentes del derecho de auto-determinación; o incluso con la pluralidad vigente en la Confederación Helvética. La suya es la singularidad plural y la pluralidad singular inherente al Colonialismo y al Nacionalismo de la Nación única, del Pueblo único, de la Patria única: los de ellos, con derecho único a su propia libertad y auto-determinación, y a la hetero-determinación sobre los demás.

El “pluralismo” del que hablan – truco con el que intentan camuflar esta realidad – es el inherente al imperialismo y al colonialismo. Obviamente, todo imperialismo y todo fascismo se dicen plurales, y lo son a su manera: todos ellos suponen e incluyen dominadores y dominados. Igualmente, todo Estado o régimen de opresión colonial es plural: se compone de opresores y oprimidos, colonizadores y colonizados, de otro modo no podrían ser imperialismo, fascismo y colonialismo. Del mismo modo que toda cacería es también quehacer plural entre cazadores y cazados, y que toda pesca implica la pluralidad de pescadores y pescados, sin contar los gusanos.

El pluralismo colonialista niega los Pueblos como tales, y por tanto como sujetos agentes de un derecho internacional e inalienable de autodeterminación (según los admite el pluralismo democrático e internacionalista), y los afirma por el contrario como objetos de “derecho” y propiedad imperialista. El pluralismo internacionalista ciertamente niega los “derechos” de los colonialistas y los expulsa de los Estados ocupados y anexados; en cambio, el “pluralismo” colonialista expulsa a los Pueblos sojuzgados de la faz de la Tierra y del sistema solar. Sin embargo, no faltan insensatos o desaprensivos charlatanes – favorecidos con remunerados cargos y revestidos de inmerecidas dignidades y magistraturas que los presentan como “Lehendakari” o “Representantes Institucionales de Paz y Convivencia” – quienes insisten en que, con delincuentes de esa calaña, debemos acordar caminos por los que transitar, y que “debemos hacerlo juntos”.

El régimen imperialista hispano-francés establecido nada tiene que ver con un orden plural, libre y democrático, el cual tiene como fundamento necesario el respeto a la pluralidad de los Pueblos y de sus Estados legítimamente constituidos sobre el principio de la Autodeterminación o Independencia de los Pueblos, en el concierto de la sociedad internacional. El imperialismo es intrínseca, real, lógica y declaradamente contrario a toda pluralidad real de la sociedad y el Estado. El “pluralismo” que defienden y preconizan es el pluralismo a sentido único del poder Nacionalista-monopolista: privilegiado, discriminatorio y excluyente de los Pueblos privados de libertad. Es el pluralismo imperialista, donde los Nacionalistas españoles y franceses “son más plurales que los demás”. Se trata de un “pluralismo en el que caben todos”: no como Pueblos diferentes sino como Españoles o Franceses, y en el que sobran todos los demás, que ni siquiera tienen existencia.

Estamos, por tanto, ante el pretendido “pluralismo libre e igualitario” de las Naciones dominantes, por un lado, y las dominadas, por otro, que consiste en el “reconocimiento” de éstas en cuanto presa de aquéllas; en la interminable dialéctica del amo y el esclavo dentro del contexto de la lucha de clases internacional. Como ya se dijo, todo colonialismo es “plural”, ya que sin indígenas y sin colonos no habría colonialismo. Precisamente la esencia de todo anti-colonialismo consiste en negar la “pluralidad” colonial. Lo que los partidos y los agentes ideológico-políticos españoles y franceses difunden ahora en los Territorios ocupados del Pueblo Vasco y de su Estado, el Reino de Nabarra, es la monótona repetición de lo que su propaganda ha difundido siempre: en Cuba, en Argelia, y en todas partes donde el imperialismo francés y español ha dejado su repugnante impronta.

“Argelia es Francia, [...]. Desde Flandes hasta el Congo, [...] por todas partes la ley se impone, y esta ley es la ley francesa; es la que vosotros votáis, porque sólo hay un parlamento y una nación, en los territorios de ultra-mar como en los departamentos de Argelia como en la metrópolis. Tal es nuestra regla; no sólo porque la Constitución nos lo impone sino porque es conforme a nuestras voluntades.” (Discurso de François Mitterrand, ministro del interior del gobierno de Mendes-France, en la Asamblea nacional, 12-Novbiembre-1954.)

“La nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios.” (Artículo 1 de la “Constitución” española de 1812.)


Obviamente, tan “pluralista” dominación universal sobre Pueblos y la anexión de sus Estados no pueden quedar sanadas por enloquecidos sarcasmos que pretenden la supuesta “igualdad democrática de todos ante la ley”, como los agentes ideológicos del imperialismo repiten sin descanso. Y ello porque esa “ley” del imperialismo: decretada por sus monopolios jurídicos (“parlamentos”), está impuesta mediante el monopolio de su violencia criminal en que estos “parlamentos” se basan tras haber abolido la legítima legalidad de los Pueblos previamente sojuzgados; es incompatible con la democracia (como se expondrá más ampliamente en el punto siguiente); y es inicua y nula de pleno derecho. Su tan cacareado “imperio de la ley” es la ley de su Imperio, y es por tanto tan ilegal e inicua como su imperio. La eventual participación de Colaboracionistas o Renegados en tales “parlamentos” (como lo está haciendo la burocracia mafiosa-liquidacionista Pnv-Eta en “las instituciones” españolas) no sana la ilegalidad y nulidad fundamentales de las leyes impuestas sobre los Pueblos sojuzgados y sus legítimos Estados ilegalmente anexados, ni invalida los imprescriptibles derechos de autodeterminación, legítima defensa, integridad e indepedencia de éstos; simplemente confirma las odiosas consecuencias de traición y colaboracionismo que entraña toda empresa imperialista.

Por lo demás, el tan manido aforismo: “igualdad de todos ante la ley”, aunque no quedara diariamente desmentido por la realidad (como así ocurre), no expresa correctamente la verdadera exigencia democrática. Los sujetos no sólo deben ser iguales ante la ley; deben sobre todo ser iguales antesde la ley: iguales para hacerla, iguales para padecerla. Los derechos democráticos no sólo deben fundarse “ante” la ley sino antes de ella; no consisten en sufrir la ley sino en constituirla en conformidad con los derechos humanos fundamentales, y ante todo el derecho de autodeterminación o independencia de los Pueblos, que es la antítesis del imperialismo. La “igualdad ante la ley” que pregona el imperialismo y elfascismo es inexistente en todo el registro.

El Nacionalismo imperialista francés y español no es que excluya sino que – más radicalmente – niega expresa y constitucionalmente la existencia misma de los Pueblos que ha sojuzgado. Según sus ideólogos, sólo existen el “pueblo español” y el “pueblo francés”; los demás, – según dicen con tan auto-satisfecha como tramposa y cínica convicción – “habiendo renunciado voluntariamente a su propia identidad y adoptado la de sus conquistadores”, han desaparecido como Pueblos, y sus antiguos componentes son ahora partedel “pueblo francés” y del “pueblo español”, que son los únicos que hay. Es decir, “lo que no existe, no se puede excluir”: solución “elegante” y radical para ocultar la realidad cuando ésta es problemática.

El Nacionalismo francés y español no es, “por tanto”, un Nacionalismo excluyente, puesto que “incluye a todos” los que, de ese modo (y con diversa extensión y éxito a través de los siglos), ellos han declarado Franceses y Españoles; y “sólo” excluye a todos aquéllos a quienes finalmente no han conseguido imponerles ese patrón. Pero la negación ideológica de la realidad, de la existencia real de los demás Pueblos; esto es: la liquidación de los Pueblos por el Nacionalismo imperialista, es la forma suprema de exclusión de los Pueblos por el imperialismo. “Todos los Pueblos tienen derecho a una patria.” Es la única forma de subsistir. La patria y la existencia de Españoles y Franceses no corren peligro de liquidación. La de sus víctimas, sí.

La negación anticipada de su identidad, e incluso de su misma existencia, sirve ideológicamente a la tarea de liquidación de los Pueblos acometida por el imperialismo, el cual comienza por negarlos en teoría para mejor poder destruirlos en la práctica. Es la expresión suprema de la esencia del Nacionalismo y el Racismo imperialistas: el desprecio y la negación de los otros Pueblos. El imperialismo necesitanegar el Pueblo Vasco como Pueblo, como Nación y como Estado para que sus sujetos puedan ser Españoles o Franceses. Pretenden así que “son Vascos y Navarros los que viven y trabajan aquí”, los cuales se dividen en “nacionalistas y no-nacionalistas con sensibilidades diferentes”; pero, eso sí: a condición de ser Españoles administrativamente reconocidos como vecinos del territorio de cuatro provincias españolas.

Dicen también que se puede ser Vasco de muchasmaneras; pero lo cierto es que no es posible serlo de todas ni de cualquier manera. De todos modos, como es evidente, un Pueblo no se constituye por adscripción a un territorio; es el territorio el que se determina y constituye por adscripción al Pueblo que lo habita: por cierto, de forma pacífica y desde tiempo inmemorial, como es el caso de los Vascos. “Hemos demostrado que se puede ser Vasco y Español” (o Pakistaní). Pero lo único que demuestran es el trucaje, las trampas y los equívocos ideológicos que el monopolio de propaganda difunde sin posibilidad de réplica, bajo la protección del monopolio de la violencia y con la ayuda de los Renegados y los Colaboracionistas “moderados y radicales”. Nadie puede tener dos nacionalidades y pertenecer a dos Estados, dos Naciones o dos Pueblos a un tiempo. Casuísticas individuales aparte, nadie puede ser Vasco, y Español o Francés a la vez; del mismo modo que nadie puede ser Español, y a la vez Francés o Alemán.

La recuperación y falsificación de los signos de identidad de los Pueblos sojuzgados, realizadas por el imperialismo, son mecanismos que contribuyen a confundir a su base social; sobre todo cuando ésta está siendo engañada, desamparada y traicionada por una pretendida clase intelectual y política integrada por incapaces o vendidos al servicio de la empresa imperialista, como le ocurre actualmente en el País Vasco. Someter a un Pueblo mediante agresión militar, crímenes imprescriptibles y dominación durante siglos; ocupar su Estado y privarlo del control de sus fronteras; colonizarlo y destruir sus caracteres nacionales – y ante todo su lengua – a fin de que queden asimilados a los de los ocupantes y sus colonos; mantenerlo durante siglos bajo ocupación militar; imponerle a la fuerza el Nacionalismo imperialista de los ocupantes; y a continuación negar esa realidad de opresión y llamar a todo eso “pluralismo y democracia”, dentro de los cuales el derecho fundamental de autodeterminación o independencia de los Pueblos consiste en un supuesto “derecho a decidir” bajo esas condiciones establecidas por el imperialismo: he ahí la repugnante tarea que está siendo realizada actualmente en el País Vasco, propia de los imperial-colonialistas y sus “eruditos” colaboradores; ya sean éstos individuos conscientes de su papel o alienados mentales, foráneos o autóctonos.

Según su costumbre, la ideología imperialista y colonialista ha tratado de limitar el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, creando la mayor confusión posible y falseando y modificando los términos y los conceptos. Una de estas deliberadas confusiones es la aplicada sobre los Pueblos Indígenas. La cuestión de los “Pueblos Indígenas” es especie de la cuestión general del imperialismo, de la libertad y el derecho de los Pueblos. Hay Pueblos Indígenas con Estado o sin él, mayoritarios o minoritarios, dominantes o dominados; pero en cualquier caso un Pueblo: sean cuales sean sus características, no es una “minoría”, e incluirlo así en el heterogéneo conjunto del botín imperialista, a fin de hacerlo aparecer como “minoritario”, es un truco demasiado evidente y burdo. El hecho de que los Colaboracionistas y los Cómplices del imperialismo franco-español participen de estas operaciones con relación a nuestro Pueblo, al que niegan también su propio Estado al tiempo que reconocen a los Estados ocupantes, muestra una vez más las consecuencias de sus orientaciones.


Las “minorías” no son Naciones o Pueblos, y no tienen derecho de autodeterminación; no crean derecho: sólo lo padecen. Como tales, están perdidas. Las hipócritas convenciones, exhortaciones y resoluciones internacionales sobre “protección y derechos de las minorías, de las lenguas minoritarias o regionales” etc. no impresionan a nadie y menos aún a los Estados dominantes, que tienen muy claro lo que quieren hacer y lo hacen con arreglo a sus posibilidades. Si se andan con dilaciones o contemplaciones es porque no pueden hacer otra cosa, y simplemente están a la espera de más favorables circunstancias. Y si alguna vez retroceden, es sólo para mejor poder saltar a la primera ocasión.


Abierta o encubiertamente, todos los Estados tratan de eliminar a los diversos grupos significados con el equívoco nombre de “minorías”, según el momento y los medios – igualmente variables – de que disponen. Las operaciones de “normalización, limpieza, devolución, restauración” etc. (o sea: exterminio, deportaciones, expulsión o asimilación); los traslados y canjes internacionales: ya fueran concertados o unilateralmente impuestos por los vencedores de las guerras generales o locales, “como único medio de resolver de manera ordenada, humana y pacífica los conflictos de minorías” que el colonialismo produce, se “resolvieron” en Europa con sucesivas oleadas de desplazados, fugitivos y apátridas, que crearon sesenta millones de refugiados – veinte millones contando sólo la Europa del Este – en la segunda postguerra mundial.


En nuestro País, actualmente los fascistas de segunda generación denuncian “las derivas y los fanatismos identitarios” de los demás. Proclaman que “en el siglo XXI no hay Pueblos ni derechos colectivos, sólo hay ciudadanos y personas”, y afirman la prioridad de los “derechos humanos individuales”: los de ellos, sobre unos supuestos o hipotéticos “derechos colectivos”: los de los demás. (Sin embargo, sólo por hipóstasis pueden oponerse los llamados sujetos y derechos colectivos a los sujetos y derechos individuales: única realidad de que aquéllos son forma y parte.) Ahora bien, los incorruptibles defensores de ese tótem que llaman “Constitución” se guardan de aplicar tal “teoría” a las Constituciones francesas y a sus remedos españoles (que dicen y pretenden expresamente lo contrario), y a su práctica administrativa. Vascos o Africanos verifican todos los días: en tierra vasca o en el Estrecho, cómo respetan ellos los derechos individuales.


Por lo demás, la hipóstasis de los sujetos de derecho y de otras categorías socio-políticas es recurso habitual de la ideología dominante, siempre interesada en todo cuanto pueda descomponer la percepción vulgar o científica de la realidad-totalidad social. Según dicha ideología, los derechos individuales, que son los únicos que hay, tienen prioridad sobre los derechos colectivos, que no hay. (Si alguien no lo entiende bien, que pida se lo aclaren los servicios de “lógica ideológica” de la Complutense.) Los “derechos colectivos de los Pueblos” – que deben distinguirse y añadirse, según parece, a los “derechos humanos individuales” – han movilizado ya recursos considerables en este País, siempre dispuesto a malgastarlos en empresas vacías y a picar en todos los cebos que se le tienden.


(De todos modos, el pretendido dualismo “derechos individuales/colectivos” ha cumplido una función relativamente modesta en comparación con el tristemente célebre dualismo ideológico “clase-nación/social-nacional/lucha de clases-lucha nacional”, el cual ha hecho estragos durante más de un siglo en las teórica e ideológicamente desamparadas filas del grupo Pnv-Eta, y ha fabricado Tránsfugas y Renegados a chorro continuo. Si hoy sus efectos se han reducido, eso no es porque el desamparo esté superado dentro de ellas sino porque en el sistema imperialista de hoy en día, la actual “reconciliación nacional, la unión sagrada, el revisionismo y el abandono de la lucha de clases, la democracia consensuada, la alternancia, la OTAN o la globalización” hacen la herramienta de difícil aplicación y dudosa utilidad. Otros “dualismos” mejor adaptados han tomado su lugar en la propaganda oficial. El conjunto Pnv-Eta: cuyos “pensadores” han confundido siempre el desarrollo teórico con la descomposición política, no se ha quedado atrás en tan útil tarea.)


No vale la pena comentar más ampliamente engañabobos del tipo: “Debemos establecer el diálogo, pero a partir del respeto a la Constitución y a la ley”. Aparte del trucaje de todos los términos/conceptos utilizados, empezando por el de diálogo (que no es posible porque el imperialismo ha destruido previamente la imprescindible alteridad en que el diálogo debe basarse), se hace preciso decir que todas las leyes del Imperialismo Nacionalista y Fascista franco-español, y ante todo su “Constitución”, están impuestas mediante innumerables y horrendos crímenes, y es obvio que “a partir” de semejante “respeto” no queda nada de que dialogar: sólo queda la sumisión de los Pueblos, la aceptación de su postulada inexistencia como tales Pueblos titulares de un derecho imprescriptible de autodeterminación o independencia nacional, la aceptación de crímenes y latrocinios constituyentes del imperialismo, y la liquidación de los derechos e instituciones propios de los Pueblos sojuzgados. Es preciso, por tanto, resistir y oponerse a tal “respeto”.


Ciertamente, para ser capaz de oponerse a algo hay que poder comer y vivir; y sin un grado obligado de sumisión al orden establecido (con su inevitable consecuencia de forzado pago de impuestos-colaboración) no se puede comer ni vivir ni, por tanto, resistir. Pero, incuestionablemente, no es posible establecer una base estratégica para la liberación nacional/popular a partir de la colaboración decisiva con el imperialismo, es decir: partiendo de su reconocimiento como un régimen no-Nacionalista, no-violento, legítimo y democrático; y desde el respeto a su Constitución y sus leyes como si fueran las nuestras, siendo así que han sido establecidas sobre montañas de cadáveres y ríos de sangre de nuestro Pueblo Vasco. Es evidente que, de esta manera, no es posible luchar y oponerse al totalitarismo, puesto que el régimen y su legalidad están hechos para que no se pueda. “Se redactó la Constitución de manera que no fuera posible.”


El Nacionalismo imperialista español y francés es, por naturaleza, opuesto a la convivencia y la concordia internacionales; no considera más salida: para el conflicto total y absoluto que ha promovido, que la solución final. La liquidación del Pueblo oprimido es su objetivo fundamental e inamovible, como se muestra en el paradigmático caso argelino:


“Es indispensable fundar la colonización sobre la dominación.” (Jules Ferry, en la Cámara de Diputados, Julio-1885.) “La única negociación es la guerra.” (F. Mitterrand, ministro ‘socialista’ del interior del Gobierno francés. De su discurso desde la tribuna de la “Asamblea Nacional”, 1954.)


“Estamos en presencia de una nacionalidad armada y vivaz que es preciso apagar mediante la asimilación, [...] la dislocación del Pueblo bereber y la fusión”. “El nacionalista – tunecino, marroquí, argelino – sería el enemigo: no ocasionalni siquiera permanente, por retomar los términos que hemos definido más arriba; sería el enemigo absoluto, aquél con quien ninguna reconciliación es posible, cuya existencia misma es una agresión y que, en consecuencia, si se siguiera la lógica hasta el final, habría que exterminar. Delenda est Carthago: la fórmula es la de la enemistad absoluta, la enemistad de Roma y de Cartago; una de las dos ciudades está de más. Si Argelia debe quedar definitivamentefrancesa, los nacionalistas que quieren una Argelia independiente deben ser eliminados sin piedad. Para que millones de Musulmanes se hagan Franceses a mitad del siglo XX, es necesario que no puedan ya soñar en una nación argelina, y olviden a los testigos que hubo que degollar.” (Raymond Aron; ‘Paix et guerre entre les nations’, 1962.)


Delenda est Carthago: es el contenido real de “libertad-igualdad-fraternidad, Constitución, pluralidad y diálogo” en versión Nacional-imperialista franco-española.“El Estado social y democrático de derecho, el diálogo, la convivencia, la paz y la libertad”, de los que sus agentes hablan ahora a todas horas, están reservados para los Españoles y los Franceses sobre la base de la imposición/aceptación de su Nacionalismo imperialista. No existen para los demás.


El imperialismo absoluto contra el “enemigo absoluto” trata apenas de disimular su naturaleza pretendiendo hacer creer que sólo combate a una pequeña minoría de oponentes; pero sabe perfectamente que – dadas las actuales condiciones que su régimen totalitario establece mediante los modernos monopolios de violencia y propaganda – la Resistencia no sería posible ni existiría, de no haber un conflicto estructural con un Pueblo ocupado y colonizado: el cual es el objetivo real y último de su política de liquidación de los Pueblos sojuzgados.


Los representantes centrales y locales del régimen imperialista franco-español de ocupación militar: desde el Cardenal Cisneros y el Cardenal Richelieu a Villar o Urquijo, han manifestado repetidamente que es el Pueblo sometido el responsable último de la agitación endémica en los Territorios, Países y Estados anexionados; y que ésta sólo podrá ser erradicada por el exterminio o la deportación de los Pueblos sometidos. Pero es obvio que el responsable último es el Pueblo ocupante; en efecto: si no hubiera imperialismo, no habría oposición posible al imperialismo. Todo conflicto es, cuando menos, cosa de dos. Si el supremo objetivo de los Estados dominantes fuera acabar con la oposición de tales conflictos, les bastaría para ello con liquidarse a sí mismos y a los Pueblos que los sostienen.


“Durante la Fronda y bajo Mazarino, Francia, a pesar del desamparo público, ha respirado moralmente. Luis XIV la ha encontrado plena de genios brillantes que él ha reconocido y animado. Pero al mismo tiempo, él ha continuado: con un grado de intensidad mucho más elevado, la política de Richelieu. Él ha reducido así Francia, en muy poco tiempo, a un estado moralmente desértico, por no hablar de una atroz miseria material. [...]. Bajo este régimen, el desarraigo de las provincias francesas, la destrucción de la vida local, alcanzaron un grado bien elevado.” En los Países conquistados, “para los cuales los Franceses eran extranjeros y bárbaros, como para nosotros son los Alemanes”, los Franceses aplicaron “el terror, la Inquisición y el exterminio”. (Simone Weil; ‘La necesidad de raíces [L’Enracinement: prélude à une déclaration des devoirs envers l'être humain]’, 1949.)


En realidad, los Españoles y los Franceses que apelan ahora al diálogo y a la “reconciliación”: como señuelo para desactivar la Resistencia y la legítima defensa de los Pueblos a los que intentan aniquilar, son los sucesores y beneficiarios de quienes – no con el diálogo sino mediante la violencia y el Terrorismo sin límites y a ultranza – extendieron por el mundo su ambiciosa y pretenciosa empresa de dominación y “civilización”, es decir: de explotación y genocidio, basándose en el desprecio de los derechos y las leyes de los demás: de “muchos pueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas” (Nebrija dixit), y en la creencia de la propia superioridad racial, lingüística y cultural; sobre todo lo cual Franceses y Españoles ni admitieron ni admiten nada que discutir o dialogar sino que lo impusieron hasta agotar todos los medios de violencia de que son capaces: “hasta el último hombre, hasta la última peseta”. (A. Cánovas del Castillo, Presidente del Consejo de Ministros de España, sobre el mantenimiento del dominio español en Cuba.) Así es como ellos entienden el diálogo, el pluralismo y la reconciliación. Las infames guerras colonialesde Cuba y Filipinas, de Marruecos y Argelia, dan fe de ello.


En lugar de la pluralidad, y cuando no les queda otro remedio, proponen la “tolerancia”; lo que significa que el residuo de la pluralidad: en principio negada – como se ha expuesto más arriba – pero no totalmente eliminada, ahorase tolera o se “conlleva”. Al igual que sucede con la prostitución, la pluralidad residual del Pueblo Vasco que no se ha logrado suprimir se confina en “casas de tolerancia”: refugio forzado para derechos y libertades negados pero resistentes. Los Pueblos sojuzgados obtienen así zonas o “reservas de tolerancia”: complemento de la violencia y el terror institucionales que no lograron acabar con ellos. Es decir: deben soportar el régimen de violencia establecido y someterse voluntariamente a él. Y deben, además, completar la sumisión a cambio de una “generosa” prima de “tolerancia”, la cual subsana el déficit marginal de eficacia totalitaria del mismo sistema cuyo objetivo sigue siendo privarlos totalmente de sus derechos humanos fundamentalese incluso de su existencia. Así pues, tras de la expoliación y el intento – nunca abandonado – de genocidio, se les concede aparentemente un “generoso” donativo. Pero la “tolerancia para todos”: que proclaman falsamente, es en realidad una tolerancia a sentido único, una tolerancia en beneficio del imperialismo y el fascismo.


Sumisión, respeto y tolerancia hacia el imperialismo y el fascismo; represión, desprecio e intolerancia para la libertad y el derecho de libre disposición o autodeterminación y de legítima defensa de los Pueblos: así es como los agentes del fascismo imperialista franco-español en los Territorios ocupados del Pueblo Vasco, junto con sus cómplices indígenas del colaboracionismo Pnv-Eta, entienden la libertad, los derechos humanos fundamentales y la tolerancia. La tolerancia con el imperialismo y el fascismo es la complicidad y colaboración con ellos; es la aceptación y condonación de sus crímenes y latrocinios.


Esos agentes del fascismo imperialista franco-español dicen ser víctimas del nacionalismo, el separatismo, el apartheid y la limpieza étnica, designando así – y por tanto distorsionándolo como tal – el derecho de autodeterminación de los Pueblos, es decir: su derecho inalienable a ser independientes o libres de toda dominación o intromisión política extranjera. Una aspiración que no puede sermás natural, puesto que la aceptación y el respeto de ladiferenciación nacional de los Pueblos es la base del derecho internacional. Y es precisamente la negación de esa diferenciación y del derecho de los Pueblos a la independencia, y la afirmación contraria de su propia política de liquidación y genocidio, lo que los agentes ideológicos del imperialismo tratan de ocultar y desfigurar mediante la recuperación-falsificación de los términos y conceptos fundamentales de la sociología y la política, tal como ellos los utilizan: en sus labios, los términos/conceptos “nacionalismo, separatismo” etc.son una burda y total falsificación. Frente a sus distorsiones, y como es innegable, negarla vida y la existencia a todo un Pueblo es la forma suprema de Nacionalismo, de Separatismo, de Racismo, de exclusión, de apartheid y de limpieza étnica. El objetivo del Nacionalismo imperialista español y francés es la liquidación del Pueblo Vasco, y su substitución por la raza, la lengua y la cultura de las Naciones dominantes, que son las buenas.


En 1858, la declaración oficial para Argelia planteaba el problema y su solución final de la forma más completa: “Estamos en presencia de una nacionalidad armada y vivaz que es preciso apagar mediante la asimilación, [...] la dislocación del Pueblo bereber y la fusión”. Según D. Guérin, “Inicialmente [...] los militares han soñado con ‘rechazar bien lejos, con exterminar a la población indígena’. A continuación la empresa se ha revelado imposible. Pero a falta de poder hacer desaparecer físicamente al autóctono, se ha querido vencerlo espiritual y moralmente”. “Se ha intentado matar el alma de este país. Se le ha conquistado para hacer de él una colonia de población, para anexionarlo a la metrópoli.”


Más recientemente, un antiguo Consejero de Seguridad Nacional del Gobierno USA lo expresaba así: “El resultante aumento generalizado del activismo populista en todo el mundo está demostrando ser adverso para la dominación externa del tipo que prevaleció en la época del colonialismo y el imperialismo”. Y concluía a continuación afirmando que “Una persistente y altamente motivada resistencia populista de Pueblos políticamente despiertos e históricamente resentidos hacia el control externo, ha demostrado ser cada vez más difícil de suprimir” etc. (Z. Brzezinski; de su discurso ‘The Role of the West in the Complex Post-Hegemonic World’ ante el Foro Europeo para Nuevas Ideas, 26 Septiembre 2012.) El mismo orador ya había reconocido anteriormente, ante sus colegas y élites imperialistas de los USA y otras poderosas sociedades occidentales, que “El anhelo mundial de dignidad humana es el desafío central inherente al fenómeno del despertar político global”. (Autor indicado; ‘Second Chance’, Marzo-2007.)


La lucha de los Pueblos por su independencia nacional contra el despotismo, la opresión y la explotación consustanciales al imperialismo es la mayor fuerza revolucionaria de la Historia; pero he aquí que la obscenapropaganda del imperialismo franco-español presenta las cosas al revés ydenuncia los “ataques al derecho” de los Españoles a ser Españoles, y de los Franceses a ser Franceses, cuando sus ideólogos comprueban que los Vascos rechazan que se les imponga el ser Españoles o Franceses.Al igual que en las cuestiones de la Violencia, el Terrorismo o el Nacionalismo, los servicios auxiliares de propaganda de los Renegados locales invierten desvergonzadamente los términos del problema. “Confunden” su derecho de ser Españoles o Franceses con el “derecho” de obligar a serlo a quienes ni lo han sido nunca ni quieren serlo ahora.


Nadie ha negado a alguien el derecho de ser Español o Francés – como parte del derecho de libre disposición o autodeterminación de todos los Pueblos – en la medida en que ellos respeten a su vez el derecho de libre disposición de los demás: cosa que los Nacionalistas españoles y franceses no han hecho nunca y que han garantizado mediante la ocupación militar permanente de los Pueblos sojuzgados, como hacen en nuestro País desde hace por lo menos ocho siglos. Son ellos quienes han ocupado su historia – arruinando también la de los demás – en negar teórica y prácticamente por los cinco Continentes el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, al igual que siguen negándolo actualmente al Pueblo Vasco. El “derecho de autodeterminación” a sentido único:que reivindican los Nacionalistas-Imperialistas españoles y franceses,no es otra cosa que el “derecho” de dominación colonial de los “grandes” caníbales Nacionalistas.


Quienes – mediante la guerra, la ocupación y los monopolios sobre la economía, la violencia y la propaganda – ejercen su poder total, protestan por la situación de “inferioridad” en que los “no-nacionalistas” (es decir los Nacionalistas españoles y franceses) se ven colocados. Tras afirmar fingidamenteque “todas las ideas y todos los proyectos son legítimos y respetables”, la indignación fascista – ya sea militar, civil o eclesiástica – se manifiesta porque, según dicen, los atentados impiden a sus agentes “defender sus ideas, presentarse libremente a las elecciones, elegir su domicilio, pasear libremente por las calles, y perseguir sus fines perfectamente legítimos y respetables”. Pero el imperialismo y el fascismo son crímenes de guerra, crímenes contra la paz y crímenes contra la humanidad. El imperialismo no es democrático ni en sus medios ni en sus fines. Consiste en la subyugación y la liquidación de los Pueblos mediante la guerra, el terror, el pillaje y la destrucción permanente de sus derechos humanos fundamentales. Y sus agentes reprimen por medio de la Violencia criminal y el Terrorismo los derechos humanos fundamentales y, ante todo, el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos y previa condición de todos los demás. No tienen, por tanto, nada de legítimo ni de respetable.


La democracia es justamente lo contrario: es la negación – teórica y práctica – del ‘derecho’ de dominación imperialista; es la afirmación de la Autodeterminación o Independencia de todos los Pueblos, y se funda necesariamente sobre el respeto y la vigencia de los derechos humanos fundamentales, el primero de los cuales – y condición previa de todos ellos – es el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos sojuzgados, frente a toda dominación o intromisión política extranjera que constituye el imperialismo.


En cuanto tales, los agentes e ideólogos del imperialismo fascista no tienen derechos. Para decirlo con total exactitud, los agentes del imperialismo “defienden sus ideas y persiguen sus fines”: perfectamente ilegítimos y criminales, por medios criminales, por la guerra, la ocupación militar y el terrorismo, que son los fines y medios constitutivos del imperialismo. Frente a ellos, quienes defienden las ideas y persiguen los fines legítimos de libertad, democracia e independencia nacional, padecen no exactamente atentados sino la violencia totalitaria institucional, cuya capacidad actual y virtual de violencia es incomparablemente mayor. Quienes se han negado a aceptar y reconocer el régimen imperialista que se les impone, han tenido siempre algo más que dificultades para “defender sus ideas, montar sus elecciones, andar libremente por las calles y perseguir sus fines perfectamente legítimos”. Cuando han tenido suerte, toda su libertad ha consistido en poder “elegir” entre la clandestinidad o el paredón, la cárcel o el exilio. Bien entendido: a los escandalizados y fariseos predicadores civiles o eclesiásticos de la “libertad” fascista todo eso les ha tenido y tiene sin cuidado, mientras el fascismo-imperialismo español ha sido el beneficiario.


Contra lo que los servicios auxiliares de intoxicación ideológica peneuvistas difunden, no se trata aquí de diferencias “entre demócratas vascos nacionalistas y no-nacionalistas con sensibilidades diferentes”. No se trata de “ideas y aspiraciones diferentes, todas legítimas”. El Nacionalismo imperialista no es simplemente “una sensibilidad, una idea y una aspiración”; no tiene nada de legítimo ni de honorable. El imperialismo es una realidad fundada mediante violencia, terrorismo y represión permanente de todas las libertades; y mediante crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad. Afirmar la legitimidad del Nacionalismo imperialista español o francés en el País de los Vascos es o bien negar la realidad, o afirmar la legitimidad del imperialismo. Es también negar la realidad y legitimidad de la Nación Vasca y su Estado ocupado, el Reino de Nabarra; y es liquidar el derecho de autodeterminación de los Pueblos y de independencia de sus Estados legítimamente constituidos sobre el principio de Autodeterminación o Independencias de todos los Pueblos, en provecho del imperialismo de las Naciones y Estados criminales. Todas las opiniones y todas las posiciones no son legítimas; el imperialismo y el fascismo no lo son: son crímenes imprescriptibles de guerra, contra la paz y contra la Humanidad. El Premier David L. George lo expresó así:


“[...] No hay seguridad en ningún país sin certeza de castigo. No existe protección para la vida, los bienes, o el dinero, en un Estado donde el criminal es más poderoso que el derecho. El derecho internacional [‘The law of nations’] no es ninguna excepción; y hasta que ello no haya obtenido plena vindicación, la paz del mundo estará siempre a merced de cualquier nación cuyos profesores le hayan enseñado asiduamente a creer que no hay crimen reprensible mientras éste conduzca al engrandecimiento y enriquecimiento del país al que ellos deben lealtad.

“En la historia del mundo ha habido muchas veces Estados criminales. Estamos actualmente frente a uno de ellos. Y siempre habrá Estados criminales hasta que la recompensa del crimen internacional llegue a ser demasiado precaria como para hacerla provechosa, y el castigo del crimen internacional llegue a ser demasiado seguro como para hacerlo atractivo.” (Del discurso del Primer Ministro del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Mr. David Lloyd George, 14-XII-1917. Traducido del original en Inglés por F. C.)


El Nacionalismo imperialista entiende que puede perseguir sus criminales fines y ejercer sus “derechos” mediante la guerra, la conquista y el monopolio de la violencia, en violación de los derechos humanos fundamentales y – ante todo – del derecho internacional de autodeterminación o independencia de los Pueblos a los que él agrede, y que ello es ya intocable; pero que, en cambio, estos Pueblos que él ha sometido bajo su dominación sólo pueden perseguir sus lícitos fines y ejercer sus derechos – lo cual es considerado y denominado “oficialmente” como el único “nacionalismo” – mediante la sumisión a las condiciones y límites que el régimen imperialista le marca por medio de su ‘Constitución’ formal y secundaria, la cual es un mero instrumento ideológico destinado a falsificar en petición de principio la realidad y a ‘legitimar’ los horrendos e imprescriptibles crímenes que constituyen su constitución real y primaria. Es así como el Nacionalismo imperialista entiende “el derecho” que todos tienen: “incluidos los nacionalistas” de los Países ocupados, a ejercer y perseguir sus propios derechos. Se trata de un “derecho” consistente en una obligación para las naciones oprimidas de comportarse como la nación dominante quiere que se comporten.


O, dicho de otra forma: el imperialismo entiende que los derechos del Pueblo que él ha ocupado “se respetan sin perjuicio de la unidad constitucional” que él ha impuesto, es decir: supeditados al criminalderecho INTERNO (doméstico) de la nación ocupante. Pero dado que la nación y el Estado ocupados no sonparte de la nación y el Estado ocupantes sino que “tienen, bajo la Carta, un estatuto jurídico separado y distinto del territorio del Estado que lo administra”[UNGAR 2625 (1970)], de ahí se sigue que los derechos fundamentales de los Pueblos y Estados sometidos – y ante todo su derecho INTERNACIONAL de autodeterminación o independencia – son externos e incompatibles con el criminal “derecho” imperialista de la nación y el Estado ocupantes, y por tanto NADA tienen que ver con su derecho positivo doméstico ni están supeditados a él. (Este punto será más ampliamente desarrollado en el capítulo “El Imperialismo frente a la Ley Internacional”.)


Frente a los problemas creados por el Imperialismo Nacionalista y Colonialista, los moralistas, humanistas, ilusionistas, utopistas y optimistas de cualquier credo o confesión: que cultivan y propagan fantasías idealistas al respecto (así como otras funcionales sandeces); y los pregoneros oficiales que predican “el diálogo y el respeto entre los Pueblos como medio para resolver los problemas políticos” (por supuesto siempre al margen – si no es en contra – del derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos, que es el únicoantídoto real para esos problemas y que sin embargo todos ellosignoran), lo que en realidad están haciendo con tales propuestas es impedir la toma de conciencia de la realidad del Imperialismo, del que por tanto son objetivamente sus agentes ideológicos.


La misma conciencia nacional de los imperialistas se desdobla ideológicamente por un lado en conciencia real de su verdadera condición; y por otro, en“conciencia mala, falsa, desgraciada, enferma o dolorosa, disociada, culpabilizada e incapaz” de asumir su contenido auténtico, y la auténtica realidad social e histórica que la fundamenta.


Para la apreciación e interpretación de la realidad según la ideología del imperialismo y el fascismo, y debido a la distorsión mental/moral que ella establece, los mismos datos, los mismos medios, los mismos hechos y las mismas ideas son o bien “intrínseca y fundamentalmente” perversos, o rectos y santos; todo ello según sean las circunstancias, el momento, el sujeto involucrado y la propia conveniencia. La aplicación de conceptos, valores, criterios, principios, normas y referencias teóricas que no solamente son variables sino incluso formalmente contradictorios (una aplicación realizada conjunta o separadamente según sea la necesidad y la oportunidad ideológica, y según se apliquen a uno u otro de los adversarios), es una constante de la propaganda imperialista y fascista.


(Es preciso no ignorar que el carácter absurdo de la propaganda imperialista: según los principios de la lógica formal, no la hace ideológicamente absurda ni es obstáculo para su eficacia en la práctica; y que la estupidez de sus afirmaciones no impide – más bien potencia – su eficacia funcional. A pesar de todo, esta clase de basura ideológica seguirá siendo utilizada mientras los ideólogos del imperialismo consideren que es efectiva entre poblaciones sometidas a su monopolio de intoxicación ideológica anexo a su monopolio de la violencia; y mientras nos haga perder tiempo y recursos escasos al tener que – mínimamente al menos – analizarla para ponerla en evidencia.)


A continuación, y tras haber desterrado, encarcelado, torturado y asesinado a la oposición democrática, el régimen terrorista y fascista: que persigue como delitos y crímenes “comunes”, como “terrorismo”, la defensa teórica o práctica de los derechos humanos fundamentales y ante todo del derecho inherente de libertad nacional o autodeterminación y de legítima defensa de todos los Pueblos, fabrica, designa e integra su propia oposición. Con la complicidad de esta “oposición”, ese régimen es presentado por sus ideólogos y apologistas alienígenas y aborígenes: falsarios puros y cínicos sin vergüenza, o víctimas culpables de su propia y absurda propaganda (cuando no confusa mezcla de ambas cosas), como una realidad “pacífica”, “neutra” e incluso “apolítica”, y como “un régimen de extraordinaria placidez” al margen de toda violencia institucional de Estado, en el que no hay ya lugar para los “delitos políticos”. Un régimen cuyos ejércitos de ocupación y cuerpos de represión armados hasta los dientes: desplegados por nuestros montes y valles, ciudades y aldeas, y ansiosos por volver a entrar en acción y repetir en los mismos lugares las “gestas” que antaño ya hicieran, esos ideólogos pretenden que son inexistentes o una realidad “democrática y no-violenta”, integrada en el paisaje de la sociedad de forma tan “natural” como los propios montes y ríos.


Se trata – según repiten constantemente – de un “Estado democrático y de derecho” regido bajo “el imperio de la ley”. Sin embargo, es simplemente el Estado imperialista y fascista regido bajo su ley del Imperio franco-español que, mediante el terrorismo y sus monopolios jurídicos basados en su monopolio de la violencia: incompatible todo ello con el respeto de los derechos humanos fundamentales e inherentes de los Pueblos sojuzgados, ellos han impuesto y en cualquier caso apoyan y disfrazan como “democracia” etc. con la ayuda de los monopolios de adoctrinamiento e intoxicación ideológica de masas.


Así pues, esos ideólogos reclaman “el respeto debido al régimen que nos hemos dado entre todos”. La inaudita desvergüenza de los ideólogos del imperialismo pretende así pasar por alto los siglos de violencia, las guerras, los crímenes, la opresión y conculcación de todos los derechos humanos fundamentales: incesantes métodos que nos han deparado el régimen que han montado ellos para que lo padezcamos los demás. La ambición del Nacionalismo imperialista no conoce límites. El triunfo lo hace insaciable. No le basta con haberse impuesto por la aplastante victoria de sus armas. Necesita y pretende, además, ser respetado, amado y admirado como si de nuestro propio y libérrimo régimen se tratara.


Los apologistas del régimen de ocupación militar franco español afirman por tanto su carácter y legitimidad democráticos; lo cual significa que, después de siglos de guerras y ocupación militar contra nuestro Pueblo, el gobierno así construido y mantenido ha organizado finalmente la “base incontrovertible” de “la democracia franco-española”. Pero la democracia es el poder político del Pueblo, y se funda en la efectividad de los derechos humanos fundamentales y ante todo del que es el primero y la condición previa de todos ellos según el derecho internacional: el derecho de libre disposición, autodeterminación o independencia de todos los Pueblos sojuzgados por el imperialismo. Pueblos que, junto con sus derechos inalienables, los imperialistas y sus agentes: ya sean Colonos metropolitanos o Renegados y Traidores indígenas, tratan de ocultar, negar y suplanta mediante expresiones populistas, inocuas e inertes tales como “la población”, “la ciudadanía”, o “los ciudadanos y las ciudadanas” etc.

Donde no hay poder popular, y los derechos humanos se niegan, no cabe democracia sino imperialismo y fascismo. No cabe un Pueblo libre, ni tampoco expresión libre de su voluntad, allí donde se han destruido las condiciones básicas para su constitución, formación y manifestación; y donde se niegan los derechos humanos fundamentales y, en primer lugar, el derecho internacional de libre disposición o autodeterminación de los Pueblos. No cabe democracia sin libertades fundamentales; y no caben éstas donde se conculca la libertad fundamental o independencia nacional de los Pueblos y todas las libertades humanas que ella condiciona, como ocurre en la situación que el imperialismo franco-español ha impuesto al Pueblo Vasco.

Sin embargo, es en estas circunstancias donde los autores, falsificadores profesionales y portavoces del imperialismo franco-español dan lecciones de “no-violencia, no-nacionalismo, paz, tolerancia, convivencia y democracia” a un Pueblo reducido a la indefensión por el monopolio de la violencia criminal. Cómo resistir a esa violencia imperialista, ha sido siempre la cuestión primera para los Pueblos privados de su libertad nacional; pero, en los Territorios ocupados del Pueblo Vasco, esto implica además la perentoria y urgente necesidad suplementaria de escapar a las perturbaciones del psiquismo individual o colectivo; lo cual la exposición inmoderada y continuada a las majaderías ideológicas del imperialismo y de su Administración local (en manos de la burocracia Pnv-Eta) tiene por triste consecuencia. Complemento de los bombardeos aéreos y de la artillería – naval y terrestre – durante la guerra, el “bombardeo” constante y sistemático de nuestro Pueblo con ideología imperialista: camuflada bajo una falsa caución “democrática y vasca” por la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus variadas sucursales, constituye una actividad de intoxicación mental que se realiza en nuestro País de forma ininterrumpida desde hace más de cuarenta años.

Imperialistas y fascistas se presentan como servidores de la no-violencia y los derechos humanos; se pretenden atacados, y claman su indignación por la persecución que pretendidamente sufren “por el solo hecho de pensar de manera diferente y defender sus ideas con la pluma y la palabra, oponiendo la cultura a la violencia”. Pero los agentes del imperialismo no se limitan a “pensar de forma diferente”, ni a “defender sus ideas sin más armas que la cultura, la pluma y la palabra”, como ellos quieren hacer creer, ni nadie los persigue por ello. Muy al contrario, tras haber establecido el régimen político que les conviene por medio de la guerra y el monopolio de la Violencia y el Terror (lo cual es su constitución real y primaria), así como mediante las posteriores leyes y “Constitución” formal y secundaria que justifican ideológicamente todo ello en petición de principio, a continuación encarcelan, destierran, torturan, cuelgan, fusilan y silencian desde hace siglos a todo el que no piensa y actúa como ellos.

El “derecho” que ahora reclaman “para sus plumas y sus palabras” es en realidad el derecho monopolista, unilateral y absoluto: sin déficit ni contestación posibles – por marginales que sean – gracias a su ocupación militar, para imponer su propia ideología, la cual presentan como neutral, general y democrática pero que es complemento del totalitarismo político imperialista franco-español de siempre. Un régimen al que ahora: con la complicidad de los traidores, sinvergüenzas o cretinos colaboracionistas locales de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta, llaman “democracia”. Hace mucho tiempo que en este País “el libre pensamiento y la libre comunicación de las idesas” están reservados a las clases dominantes del Nacionalismo imperialista, junto con sus cómplices locales.

Así entienden los partidarios del imperialismo el “derecho de todos a pensar de manera diferente, a comunicar libremente y a defender sus ideas en democracia, con la pluma y la palabra”. Ahora bien, sin el monopolio de la violencia que ellos han establecido mediante la guerra, la conquista, la ocupación, el Terrorismo de masas y la conculcación y destrucción de los derechos humanos fundamentales e históricos, y sin los monopolios mediáticos e institucionales de propaganda, sus ideas, sus plumas y sus palabras no son nada.

No es posible ejercitar la libertad de expresión en un régimen político donde la exposición, la contradicción y la crítica de las ideas son imposibles bajo la censura y el miedo; donde no se da un auténtico debate de ideas desde tiempos inmemoriales; y donde la Resistencia debe refugiarse en una clandestinidad cada vez más ilusoria o problemática frente a los monopolios mediáticos, producto del monopolio de la violencia. La oposición ideológica es ilusoria en un régimen donde la totalidad de los medios de difusión están en manos del imperialismo y el fascismo. Pretender que en esas condiciones puede hablarse de libertad, derechos humanos y democracia, es una funcional tomadura de pelo.

Insaciables en su latrocinio, y patéticos en su funcional delirio, los imperialistas reprochan “virtuosamente” a quienes ellos han masacrado y robado el “egoísmo” y la “insolidaridad” que implicaría negarse a seguir aceptando las exacciones de su secular rapiña. En este desvarío, son invariablemente confortados por sus auxiliares indígenas, amablemente dispuestos siempre a “negociar el cupo” (precaria limitación al saqueo con el que se financian colonización y represión) y a “blindar el sistema de Concierto”, interiormente resignados a la llegada del próximo ataque contra él.

“Hemos sido y vamos a ser leales, pero también muy firmes, para que la aportación [de impuestos] al Estado [sic] se ajuste a la realidad.” (Uxue Barkos, “presidente del gobierno” de Nabarra, 2016.)

Dejando aparte sus superfluas protestas de “lealtad” al Estado ocupante y monárquico-franquista: de la que no había la menor duda, cabría preguntarse cuál es “la realidad” de nuestro País que esa persona tiene en mente. Las mafias de Colaboracionistas locales: auténticos charlatanes de feria y mercachifles de carromato – pero con las cadenas de televisión a su servicio – que explotan a sus conciudadanos vendiéndoles una supuesta capacidad y unas prestaciones políticas de las que carecen por completo, ocultan así la explotación de nuestro País a manos del régimen imperialista franco-español de ocupación militar (que es quien, a cambio de ello, les concede el permiso para beneficiarse de ese chanchullo), y la presentan como algo natural y razonable. En el calor de su “intransigente defensa de los derechos del País”, estos indígenas que forman los servicios auxiliares de la Administración local del imperialismo franco-español defienden “que se pague al Estado lo que se debe, pero ni un céntimo más”.

Sin embargo, no es un céntimo más o menos, sino nada en absoluto, lo que el Pueblo y el Estado ocupados deben a los Estados ocupantes de España y de Francia. Son éstos los que están obligados en derecho a restitución, reparación, devolución e indemnización correspondientes a los daños causados. Según el derecho internacional, la plena apropiación de sus propios recursos económicos es parte inseparable del derecho de autodeterminación de los Pueblos, es condición y resultado de su libertad nacional: “En virtud de su derecho de autodeterminación [...] Todos los pueblos pueden, para sus propios fines, disponer libremente de su riqueza y recursos naturales.” [UNGAR 1514 (1960); 2200 (1966)]

Quienes lo niegan u ocultan, niegan la realidad nacional y los derechos fundamentales del Pueblo y el Estado ocupados, para establecer en su lugar la criminal explotación, el egoísmo y la insolidaridad del “derecho” colonialista; y afirman y apoyan a la Nación opresora, la cual funda el Estado imperialista que estos Desaprensivos y Renegados autóctonos reconocen como propio, y con cuyos presupuestos “ellos y ellas” financian su – más que Colaboracionismo – Traición a la que llaman “oposición”.

Los homenajes y “memoriales” a los nuevos Nacionalistas españoles “no-violentos, defensores de la libertad, víctimas del terrorismo de los atentados y la violencia de persecución” (aventajada actualización de los “Monumentos a los gloriosos Caídos por Dios y por España y a los Mártires de la Cruzada”), y la actual “Educación para la ciudadanía y la paz” (modernizada versión de la “Adhesión a los Principios del Movimiento” y la “Formación del Espíritu Nacional” franquistas) constituyen la renovada ofensiva – dentro de “la batalla del relato” en que reconocen hallarse inmersos – al objeto de imponer la intoxicación ideológica del fascismo “no-violento” y de la “democrática nación española (y francesa) una e indivisible con la garantía del Ejército”, mediante el adoctrinamiento impuesto en el currículo oficial: desde las escuelas maternales hasta la edad adulta, para ocultar su genocida y secular empresa imperialista.

Ello implica también el espionaje, la intimidación, la difamación y las amenazas a docentes sospechosos de ser refractarios a su plan de adoctrinamiento e intoxicación totalitarios; procedimientos ejecutados por instancias tan cualificadas y poco sospechosas – para el mantenimiento del fascismo y la destrucción de la democracia – como lo son los Institutos armados que ocupan nuestro País, y con garantías procesales propias de la mejor tradición de la Inquisición española en su caza de brujas. Lo cual no impide a los agentes ideológicos fascistas afirmar simultánea, hipócrita y contradictoriamente que se sienten “perseguidos por sus ideas”. Pero los herederos y continuadores políticos e ideológicos de quienes asesinaron, destituyeron, multaron y aterrorizaron a los docentes de escuelas de nuestro País por ser “perturbadores de la conciencia patriótica española” (hechos que jamás han condenado), jamás han sido perseguidos por sus ideas, que son difundidas a caño libre e impuestas por los monopolios de propaganda y violencia; ni esa basura ideológica imperialista a la que llaman “ideas” necesita ser perseguida, siendo así que en condiciones democráticas de libertad de expresión, y sin las armas y la represión en que se apoya – e incluso con ellas – se desacredita por sí sola.

La “Constitución, las leyes, la libertad, la democracia, la convivencia, la tolerancia, la pluralidad, los derechos humanos y la no-violencia” de que hablan los Agentes y Colaboracionistas del criminal régimen fascista de ocupación militar: todo lo cual constituye el disfraz ideológico del Nacionalisno Imperialista franco-español, son el despotismo, la opresión y el monopolio de violencia, terror y condicionamiento mental del Pueblo Vasco, que únicamente persiguen el objetivo de su liquidación definitiva.


(De ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español’.)

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