Pretendido “éxito” del programa oportunista-realista-posibilista (XXVIII)


EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL



XXVIII – Pretendido “éxito” del programa oportunista-realista-posibilista


Iñaki Aginaga y Felipe Campo


Según sus propagandistas, “los hechos han demostrado que el Pnv – o el Eta – tenían razón”. Ahora bien, el hecho de que la burocracia del grupo Pnv-Eta proclame el resultado efectivo de su política como “altamente positivo” o algo por el estilo, ello es cosa que no sorprenderá a nadie, puesto que cualquier otro resultado habría merecido la misma apreciación. Pero la cuestión clave, oculta en esa apreciación, es que presentan los resultados “logrados” como la prueba irrefutable de que no había medios para hacer otra cosa, esto es: como prueba de la viabilidad y el “éxito” de la política que ha llevado a ellos, y del carácter erróneo de las críticas en contrario.

Sin embargo, todos los resultados: en cuanto que son producto de un complejo de determinaciones, son necesarios, inevitables y los únicos posibles. En este sentido, ninguna crítica y ninguna oposición política han negado nunca, sino todo lo contrario, la capacidad del grupo Pnv-Eta para llegar a tales resultados. El hecho de oponerse a una determinada política no tiene por condición el considerar que ésta  es imposible sino que, muy al contrario, tiene por condición el considerarla bien posible (y también desastrosa, por supuesto). Efectivamente, nadie se opone a una política que considera no factible: tal oposición no es realista sino absurda.

Así pues, si nuestra crítica democrática se ha enfrentado a la empresa Pnv-Eta durante los últimos sesenta años (concretamente, desde los pactos de liquidación estratégica establecidos por la burocracia Pnv-Anv del exilio con el PsoE, ante todo los de París-1961 y Múnich-1962; y respecto al Eta, desde su nacimiento mismo del propio seno del Pnv, originado entre sus sectores más desamparados y desorientados como reacción infra-política, infantil y retardataria contra dichos pactos), ello no ha sido así porque su política fuera imposible de realizar sino porque, por desgracia, su realización: en las condiciones del fascismo español en el poder, era no solamente posible sino altamente probable a la par que nefasta. Y sigue siéndolo, al menos por ahora.

En cuanto a sus resultados, éstos “no pueden” aislarse de los comportamientos que precisamente han formado parte del conjunto de las causas de aquéllos. Un comportamiento dado no puede, por una parte, llenar un papel efectivo para un determinado resultado, y presentarse a la vez como simple adaptación a una relación de causa-efecto para la que ese comportamiento pretende ser algo exterior. “Los hechos han demostrado”, dicen. Pero lo único que la “demostración por los hechos” demuestra es que la participación del grupo Pnv-Eta en los hechos ha llevado a este resultado; no que la participación del grupo Pnv-Eta se funde o justifique por un resultado para el cual ésta – la participación – sería un dato externo, cuando ocurre que ella es precisamente un factor interno y su causa eficiente.

La “demostración por los hechos” es una simple petición de principio, una más. Tan burdo sofisma sirve sin embargo a los fines del grupo Pnv-Eta, que obtiene así como pretendido resultado lo que ya había establecido como presupuesto.

Ahora bien, los resultados son siempre un éxito político si los fines a los que se tendía se modifican y establecen a posteriori para que coincidan con dichos resultados. Los “hechos demuestran” todo lo que se quiera, si se deducen de la consecuencia obtenida con el solo objeto de confirmarla; y a todo el mundo le salen las cuentas si los factores no son previos sino que se deducen del resultado. Del mismo modo, cualquier situación es un avance si el punto de partida se sitúa donde es debido para que aparezca como tal. El grupo Pnv-Eta no llega nunca a las metas que propone; pero es experto en correr hacia atrás el punto de salida para que la llegada efectiva quede siempre hacia delante.

El “estudio sociológico de la totalidad demuestra” fatalmente no la supuesta hipótesis sino la tesis de la que parte el truísmo. “Evidentemente, sólo opiniones preconcebidas pueden decidir emprender tan ingrata empresa: a falta de tal convicción, nadie pensaría en meterse en semejante aventura intelectual. Y sería además bien inútil tomarse tal trabajo, pues basta con afirmar que ‘las cosas deben pasar así’, y luego mantenerse en lo mismo.” Todo esto es evidente; pero ocurre que la ideología tiene sus razones a las que les tienen sin cuidado las exigencias de la ciencia formal. De todo ello se deduce la “incapacidad” del grupo Pnv-Eta – inducida por la mala fe – para constatar la realidad imperialista y fascista del régimen franco-español de ocupación militar sobre el Pueblo Vasco y sus Estado; y, en consecuencia, para fundar toda auténtica oposición acorde con la realidad de las fuerzas en presencia.

Que el grupo Pnv-Eta practica “la lucha institucional y la guerra revolucionaria”, ello es algo “innegable”, puesto que los correspondientes términos y conceptos de “lucha institucional” y “guerra armada” se han definido arbitrariamente para hacerlos coincidir con sus actividades, y hasta la lógica formal la han modificado para que se ajuste a ellas. Tras haber establecido por definición que lo que el grupo Pnv-Eta practica es “la lucha institucional y la guerra revolucionaria”, no hay posibilidad “lógica” de negarlo. Efectivamente, toda realidad se ajusta al concepto deseado, si previamente éste se ha ajustado a ella. De este modo, si – según pretenden – “el Pueblo Vasco no da actualmente para más”, se trata en todo caso del Pueblo que el grupo Pnv–Eta ha reducido a la condición actual. Pero si el Pueblo Vasco está perdido, confuso, demoralizado, aletargado y aturdido, ello no es la condición de partida de la “política” Pnv-Eta; bien al contrario, es la “política” Pnv-Eta la que lo ha reducido a tan penosa situación.

Sin embargo, “los hechos son testarudos”, y la realidad del fascismo español ha mostrado finalmente la vacuidad de la propaganda institucionalista-activista Pnv-Eta. Como se verá más adelante, la molesta pero irreductible realidad del imperialismo español comienza a poner en pública evidencia, cuarenta y cinco años después del montaje de su “transición”, el verdadero contenido de la propaganda Pnv-Eta, obligándolos a una problemática pero inevitable “adaptación” que les permita continuar su tomadura de pelo al Pueblo Vasco y que les asegure, de paso, la continuidad corporativa del complejo de colaboración-traición que ellos han instaurado. Substituyendo a la pretenciosa, pedante y delirante suficiencia de “la transición” intra-totalitaria española, se trata ahora para ellos de salvar la cara o en todo caso la caradura que nunca les ha faltado. Lo importante es preservar la preeminencia de esa “vanguardia política vasca”, aunque sea relativa.

Como suele ocurrir en Países que han sido sojuzgados por el imperialismo (al término de guerras de conquista y exterminio, sin capitulación, compromiso o reserva de poder), y que están ideológica y políticamente subdesarrollados, el Pueblo sometido – sobre todo si tiene una clase política corrupta e incapaz, como es nuestro caso – propende al oportunismo y a la liquidación política. El oportunismo es la subordinación o el abandono de posiciones políticas e ideológicas fundamentales y estratégicas, con el fin o el pretexto de obtener beneficios ilusorios, superficiales, secundarios o “tácticos”.

Para un Pueblo sojuzgado, y desde el punto de vista de sus propios intereses, ninguna ventaja parcial, temporal o formal justifica el abandono de los medios y las posiciones políticos e ideológicos de que ese Pueblo dispone, ya que sin ellos no hay política democrática/nacional posible. Un vez abandonados o supeditados las posiciones y los objetivos fundamentales y estratégicos, en pos de los secundarios y “tácticos”, la experiencia histórica demuestra invariablemente que en tales casos el resultado es la ruina de los unos y de los otros. Oportunismo, aventurismo, corporatismo y burocratismo son factores de una liquidación estratégica que acaba destruyendo toda oposición efectiva: no sólo ilegal sino también legal, puesto que no hay ni puede haber oposición política real sin fundamento estratégico.

El programa de “oposición realista-posibilista-minimalista-oportunista” es fácil de descubrir: consiste en adaptar sus metas volantes a las barreras donde el régimen pone límite a la presunta oposición, fijando así objetivos “mínimos” que no perturben el sistema. Así pues, las condiciones creadas por ese tipo de “oposición” le permiten al poder despótico establecido el emplazar sus barreras no con la finalidad de contener las líneas avanzadas del adversario sino para llevarlo a que sitúe sus propias líneas avanzadas donde le ponen las barreras. Al actuar de este modo, el poder totalitario no busca proteger sus objetivos reales y directos – los cuales quedan siempre resguardados y lejos de la contestación política – sino dictar indirectamente la deplorable “estrategia” del adversario. La “resistencia” de los Gobiernos español y francés a la “concesión” de la “autonomía” completa o incompleta, en el primer caso, y al “Departamento Vasco con un Prefecto”, en el segundo (que son los objetivos de la “oposición oportunista-minimalista etc. vasca”), obedece a ese designio, y sigue dándoles buenos resultados. Por desgracia, mientras el becerro vasco embista donde le pongan el trapo (o sea, mientras siga votando: al Pnv o al PsoE por miedo al Pp, o a Chirac o Sarkozy para “evitar” a Le Pen; o empeñándose en que le pongan un Prefecto en Baiona y no en Pau), no dejará de darlos.

La sumisión al poder despótico establecido: ya sea encubierta o descubierta, parcial o total, presenta ventajas considerables. Los Países ocupados la practican continuamente, en diversos niveles y grados, individual y colectivamente, en la medida en que la sumisión es la única forma de evitar o aminorar la Violencia criminal del poder establecido a fin de seguir vivos. Si la violencia actual – y no sólo la virtual – de la represión en nuestro País ha sido con frecuencia mayor en la zona de ocupación española que en la francesa, ello no es – como se ha pretendido – porque la democracia haya sido más fuerte en ésta que en aquélla, ya que ha ocurrido todo lo contrario.

La democracia es el poder político del Pueblo, y la mayor capacidad de Resistencia de éste – con el consiguiente aumento de la represión – en un territorio que en el otro corresponde a diferencias geográficas, demográficas y otros factores. Escribía Lenin que “la ocupación francesa es la más dura de todas las ocupaciones” (aunque en esta cuestión los concurrentes son muchos y aventajados). Y Trotsky: “La así llamada Democracia republicana de la Francia victoriosa, en el momento presente, no es sino el gobierno más reaccionario y dominante que jamás haya existido. Su política interior está construida sobre miedo, avaricia y violencia, exactamente en una medida tan grande como su política exterior”. Efectivamente, el Monopolio de la Violencia criminal a estilo francés, o sea: lo que ellos llaman “Democracia Republicana”, es tan absoluto que no suele dejar otra vía de supervivencia que la sumisión absoluta. Y de ella a la colaboración o cosas peores sólo hay un paso.

De todos modos, si – según establece el programa “realista-posibilista” etc. de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta – el fin político supremo es evitar o suavizar la represión, y obtener asistencia económica y prebendas administrativas para los servicios del colaboracionismo indígena, entonces lo mejor y lo más seguro es abandonar la presión y la Resistencia, y someterse al Monopolio de la Violencia criminal del establecido poder fascista franco-español de ocupación militar. Todo es cuestión de balances y de balanzas, y de no perder de vista cuál es el objetivo a lograr. Porque si ahora lo importante no es la Libertd de nuestro País sino acercar a los presos a las “cárceles vascas” (como ellos dicen), o sacarlos de las prisiones, entonces más valía no haberlos metido en ellas. (A los muertos no se los puede resucitar.) Si lo eficaz es la “tregua definitiva”, porque ahora “les vamos a hacer morder el polvo de la paz”, entonces no debieron haber esperado cincuenta años para eso, y más nos habría valido no haber mordido el polvo de su “guerra revolucionaria” después de haber mordido el de la guerra de verdad, en 1936-37.

La capitulación o la rendición que proponen el Pnv oficial y sus acólitos, el Eta incluido, llegan una vez más muy tarde. Para acabar haciendo eso, la sumisión parcial o total, la colaboración o la cooperación debieron en todo caso haberse producido antes: con Franco, Robespierre, Cardenal Richelieu, los Monarcas Católicos Felipes III y IV de Aragón-Castilla, Louis XIII de Francia, Cardenal Cisneros, Fernando II de Aragón, Isabel I y Alfonso VIII de Castilla, y otros, a costa de desaparecer silenciosamente como Nación. En la zona de ocupación española nos habríamos ahorrado algunas guerras perdidas; pero en la de ocupación francesa nos hemos chupado – entre otras – diversas guerras europeas y ultramarinas, dos guerras mundiales imperialistas y la infame guerra africana de Argelia. Pero el Pnv y sus satélites armados o desarmados se han mostrado siempre dispuestos y capaces para meternos, siempre a desmano, en la “lucha institucional”, los atentados o una guerra suicidiaria, con la única condición de que estén perdidos de antemano.

Los servicios auxiliares del Nacionalismo imperialista español presentan desde la “transición” un orden social “revestido de la legitimidad democrática, expresión de la libre voluntad del Pueblo Vasco, fundado sobre el rechazo de toda violencia venga de donde venga y el respeto de la vida y la libertad de la persona humana como valores supremos; sobre el orden moral, el consenso y la libre decisión de la mayoría: Estado de derecho, producto de la razón a contraescarpa de la historia”. “Haciendo Nación día a día mediante el desarrollo económico y cultural”, y “profundizando en la democracia”, “se evita el exceso de política” en espera de “la potenciación del Estatuto”.

Por su parte, la burocracia Pnv-Eta y sus satélites realizan la “oposición vasca” a través de lo que llaman “la vía política, democrática, institucional, ética y jurídica, táctica, realista, posibilista, minimalista o maximalista; por la persuasión, el diálogo y el pacto entre caballeros, el sufragio universal y el parlamentarismo democráticos, los planes de pacificación o de libre asociación, los nuevos escenarios para la paz y la construcción de Euskal Herria, la marcha a la independencia (que comienza siempre en la próximas elecciones), las oportunidades históricas e innumerables saltos cualitativos, ciclos y oportunidades históricos que se abren, los compromisos para el cambio y los consensos básicos para llegar a un escenario democrático, las negociaciones y gestiones siempre muy positivas, y las excepcionales coyunturas que abren una etapa política llena de oportunidades y también de dificultades”.

A “la vía institucional” de la burocracia del Pnv se le ha sumado ahora el Eta, que antes propuso el “Plan de ocho años de unificación y liberación del País, la guerra revolucionaria, la lucha armada, la acción-reacción y la espiral de la violencia, la amnistía, y el pacto de Lizarra-Garazi ‘en esta hora de esperanza para Euskadi’”. Unos procedimientos que tienen su complemento en un simulacro de “lucha de masas” y que, con el paso del tiempo, se reducen a “la negociación inevitable entre fuerzas armadas que van a decidir de la estructura política de este País”, y finalmente al “diálogo y las elecciones” como camino para resolver el problema político. “Mi organización tiene muy claro que el camino para salir de esta situación está en el diálogo: los problemas políticos se resuelven hablando.” (J.J. Ibarretxe) Como no podía ser de otro modo, todo ello ha dado sus indeseables pero inevitables resultados.

Fatalmente, la realidad es más tozuda que la estupidez, el charlatanismo, el halago, las “soluciones” de facilidad y la mentira institucional, cuyas consecuencias ha pagado y seguirá pagando cada vez más caras el País que los padece; el cual descubre, con fatal parsimonia y al término provisional de su interminable espera, que aquí ganan siempre los mismos y que los perdedores siguen perdiendo siempre, con reveladora obstinación. En realidad, este País se ha pasado la vida esperando en vanas ilusiones y en falsos profetas; y así ha llegado tarde a casi todas las edades de su historia y la de los demás, lo que en política vale tanto como no llegar nunca.

Ha pasado casi un siglo desde el inicio de la aplicación del programa “realista, posibilista” etc., pero la incompetencia de sus gestores está más viva que nunca; “después de todo”, el pato no lo pagan ellos sino el Pueblo Vasco, al que llevaron a creer que tras la conquista llegaría “la desconquista”; y tras la liquidación foral, la restauración foral. Ya en el siglo XX, cuando llegó la República española y tras comprobar que ésta sacaba el ejército y las ametralladoras a las carreteras y también a las calles de Gernika (16-Abril-1931) para impedir cualquier expresión y restauración de soberanía popular, esperó en vano el Estatuto de Autonomía hasta que se sublevó Franco y ganó la guerra. Tras la victoria del fascismo internacional, esperó a que viniera “la vuelta” o la victoria redentora de “las democracias occidentales”. Tras la “traición” de los Aliados, revelada desde Noviembre-1947, y durante otros treinta años, esperó el “derrumbamiento inminente” del régimen franquista. Tras la conversión de los franquistas a la democracia (y la de los antifranquistas al legitimismo monárquico-franquista) de 1977, esperó a que ganara la democracia cristiana, luego a que ganara el PsoE; catorce años después, a que el Pp mostrara “voluntad política” (¿todavía más?), y otros catorce años más a que ganara otra vez el PsoE. Tras la “guerra revolucionaria” del Eta, esperó a la negociación inevitable y la reconversión institucionalista. Después, al cese de “la lucha armada” y la “tregua definitiva”, y luego al “proceso de paz en ausencia de toda violencia legalizada o de respuesta” etc. “Habrá que esperar a las próximas elecciones”, dice la expresión consagrada: tantas veces repetida tras cada “victoria electoral” y consiguiente descalabro post-electoral. Y esperó el “pacto de Lizarra-Garazi”, el “Plan de libre asociación de Euskadi con España”, las consultas-fantasma a la ciudadanía, las continuas, vacías y repetitivas declaraciones y propuestas de resolución democrática y de construcción de Euskal-Herria: en Bergara, en el Anaitasuna y en Anoeta, o el nuevo Estatuto navarro-vascongado.

Desde las “grandes victorias electorales” de ayer hasta las más recientemente logradas; desde la innumerables entrevistas “sumamente positivas” hasta la “vía irlandesa” o las “tres legislaturas”; desde el “Plan de ocho años de liberación y unificación” hasta la “negociación inevitable”; y desde el vacuo engañabobos de Lizarra-Garazi hasta la declaración de Boise, sucesivas “propuestas” de paz y “planes estratégicos”, camelos y despropósitos se suceden con repetitiva insistencia a mayor velocidad cada vez, en la medida misma en que la incapacidad de sus protagonistas y la inanidad ideológica y política de su contenido se hacen cada vez más aparentes.

Constantes “planes, pactos y propuestas” bimensuales de pacificación y conferencias de paz; planes estratégicos para el siglo XXI; pactos y frentes imaginarios: verticales, horizontales y transversales; mesas de diálogo y negociación con sillas vacías; y “solución democrática del conflicto, dentro del más absoluto respeto a las instituciones, a través de un proceso de paz, diálogo y autodeterminación sin ninguna clase de violencia” pero sobre todo sin pies ni cabeza, son los absurdos y contradictorios engañabobos que esconden la realidad del imperialismo y hacen la apología del régimen fascista franco-español de ocupación militar. Todo lo cual, una vez que han admitido ese régimen imperialista como legítimo y democrático (y a su Estado ocupante como “el Estado” propio, con correspondiente rechazo de nuestro Estado, el Reino de Nabarra), oculta o revela la bancarrota de “la vía institucional y la lucha armada” de la burocracia Pnv-Eta y sus satélites: Ea-Ehbildu-Sortu-Geroa bai etc., como pretendidos – pero cada vez más visiblemente hipócritas y farsantes – defensores de la independencia nacional-estatal del Pueblo Vasco.

Innumerables “elecciones transcendentales, semanas de frenética actividad política, ocasiones históricas, huelgas generales de manifestación o de hambre, ilimitadas o simbólicas, treguas unilaterales limitadas o provisionales en espera de la ‘tregua definitiva’, fase de exploración que ha entrado digamos en una dinámica de concreción y ha llegado a un punto avanzado e irreversible, bases sólidas que permitan alcanzar un acuerdo de mínimos”; y – en fin – creación incesante de nuevos colectivos y asociaciones, cada vez que no saben qué hacer con los de antes, todo vale para entretener al personal, pasar el tiempo sin hacer nada que no sean algaradas tontas, disimular la nulidad de su pretendida propuesta política, y ocultar que no saben qué hacer ni qué decir.

Todo ello da cuerpo y continuidad a la tomadura de pelo al Pueblo Vasco, y trata de ocultarle la realidad tras ejercicios de sugestión y auto-sugestión colectivas, a fin de alimentar las ilusiones de los crédulos, engañar a los tontos, y hacer perder el tiempo a todos. Tan meritorias actividades: de las que ni ellos mismos se acuerdan pocos días después de haberlas lanzado, facultan a sus agentes y falsos profetas para el acceso diario a la corrupción institucional y a los medios de propaganda e intoxicación ideológica de masas. No sabemos ni nos importa lo que inventarán después. Los Españoles se pasaron cuarenta años esperando la huelga general política; aquí, donde las huelgas generales se montan un mes sí y otro no, siempre queda esperar a los Reyes Magos o el Santo Advenimiento.

“Los moderados y los radicales” Pnv-Eta tienen la patente del reformismo “gradualista”: truco que oculta el problema estratégico tras despropósitos que confunden eficacia política y demultiplicación mecánica. “En política las cosas se consiguen avanzando paso a paso”, “la política se hace día a día” etc. “En nuestra época, los fines políticos se consiguen avanzando poco a poco,” nos dicen Garaikoetxea y los burukides Pnv de turno. Si ello es así, el Pueblo Vasco: que avanza poco a poco hacia atrás, es el mejor dirigido del mundo. Después de ocho siglos de guerras de agresión y ocupación militar contra nuestro País, Imaz y Urkulu afirman que “éste no es momento de plantear cuestiones políticas sino de asegurar el abandono definitivo de toda violencia”, es decir: de consolidar el Monopolio imperialista franco-español de la Violencia criminal. “Alguna vez tendrán que negociar”, o “esto va para doscientos años”, repiten – radicales e impacientes – los conversos de “la lucha armada y el Plan de ocho años de liberación y unificación nacional”, que son ahora pacifistas-realistas-minimalistas-optimistas. Es decir, el derrumbe ideológico de la propaganda Pnv-Eta es presentado como un gran avance de la concienciación nacional por ellos realizada.

El resultado está a la vista: gane quien gane, “abertzale beti galtzale” es la inevitable, amarga y desengañada constatación de quienes de buena fe han creído en los despropósitos de la burocracia Pnv-Eta; si es que todavía existe alguno de ellos, porque más de cuarenta años de abstención electoral espontánea, en las draconianas condiciones del régimen fascista español de ocupación militar, han mostrado que la mayor parte del Pueblo Vasco no se los ha creído nunca. Mientras tanto, la apisonadora colonial aplasta día a día la Nación oprimida. La empresa franco-española de genocidio imperialista ha causado destrozos inmensos e irreparables a la realidad y la identidad nacionales del oprimido Pueblo Vasco, para el cual esas mafias burocráticas son simples parásitos que lo asfixian.

Los protagonistas de “la vía institucional y la guerra revolucionaria” utilizan cada vez más el antiguo y socorrido truco de la amalgama extensiva para ocultar y diluir consecuencias y responsabilidades. “La transición se hizo mal. Aquí nos hemos equivocado, pero nos hemos equivocado todos”, declaraba Elorrieta. (Y aún más que todos, le faltó decir, se equivocaban aquéllos a quienes echamos de ELA por decir lo contrario de lo que decíamos quienes nos equivocábamos.) Ni siquiera intentan encubrir su responsabilidad, ni mucho menos descubrir sus raíces. Únicamente pretenden rebajar a su propio nivel a aquéllos a quienes persiguieron y calumniaron por haber denunciado la realidad de la continuidad del imperialismo fascista español contra el Pueblo Vasco, que es lo único que había detrás de la “transición española a la democracia”, y anunciar lo que iba a pasar en consecuencia.

“Después de visto, todos listos”, decía por su parte Álvarez/’Txillardegi’; pero las “elecciones senatoriales” españolas a las que él se presentó, y que siguieron a las primeras “generales” en las que también él convocó a participar e incluso se presentó con su propio partido ‘Esb’, mostraron inmediatamente que, después de visto, ni siquiera por ésas aprendió nada. Y, tras pasar muchos años más tropezando o apoyándose en la misma piedra, han demostrado que siguen sin ver ni querer ver nada. Puestos ahora a ser listos, aunque sea cuarenta o cincuenta años tarde, el grupo Pnv-Eta y sus satélites sigue manteniendo su pretendido puesto en vanguardia de la inteligencia. En realidad, los cómplices “vascos” de la transición intra-totlitaria española ni eran tan tontos antes ni son tan listos después: todo depende de los intereses reales que motivaban su conducta.

Pero he aquí que, dadas “las nuevas condiciones” resultantes de tantos “éxitos” electorales-institucionales (que son las condiciones que han regido siempre bajo el imperialismo colonialista franco-español), “descubren” ahora que el “estatuto vasco” está muerto e incluso que nació muerto; lo que no obstante demuestra según ellos la perspicacia y el sentido político de la vanguardia que lo promovió, y la ausencia de sentido político de quienes lo denunciamos.

“Hace ya muchos asnos” (J. Egibar) que descubrieron también que “la participación en las elecciones [españolas] viene a representar una forma de concretar y canalizar el amplio marco de la potencia abstencionista preconizada desde siempre por la Izquierda Abertzale consecuente”. O sea, para decirlo claro: que votar y reconocer el fascismo español es la mejor y más consecuente forma de no votarlo. La verborrea hortera y pedante de sus intelectuales – incluso una vez que éstos han dado por finalizada su fase “marxista-leninista-maoísta” – ha dejado huellas y recursos dialécticos todavía útiles para un momento en el que, “después de tanta dialéctica, la simple sensatez, combinada con la informática y la sutilidad del discurso”, anuncian nuevas aportaciones decisivas de la inmarcesible vanguardia ideológico-política Pnv-Eta. Mientras tanto, el discurso se hace cada vez más simbólico, retórico y vacío: las “apuestas”, las “pelotas en el tejado” y los “movimientos de ficha” substituyen a las inexistentes proposiciones políticas: “Nosotros ya hemos movido ficha. Si quieren de verdad un proceso de paz, ahora les toca a ellos mover ficha: la pelota está en su tejado. Los que detienen y torturan, y los guarda-espaldas, van a quedarse sin empleo: les vamos a hacer morder el polvo de la paz.”

Y después de cuarenta años de pretendida “guerra revolucionaria, lucha institucional y lucha armada, concienciación, excitación y avance políticos”, “descubren” igualmente que “la represión franco-española es el único horizonte inmediato”, y que es “urgente echar las bases de un proceso civil hacia la autodeterminación” que ni siquiera está próximo a empezar. Entonces ¿qué han estado haciendo los protagonistas de la lucha institucional y la lucha armada desde hace cincuenta años, cuando se daban todas las condiciones de urgencia y posibilidad estratégica? Condiciones que ellos han ocultado y negado desde entonces con la ayuda de los monopolios de Violencia criminal y propaganda del régimen fascista español de ocupación militar, el cual durante todo ese tiempo ellos han estado afirmado que era la democracia, y siguen afirmándolo. Pero el hecho de que ellos y su revisión “lleguen” cincuenta años tarde no significa que ahora tengan algo que aportar. Efectivamente, su prestación “revisionista” actual está tan vacía como la antigua, y no hay en todo ello sino un conjunto de despropósitos cuyo único objetivo es la ocultación y la apología del desastre, la perpetuación del engaño, la farsa, la burla y el sabotaje de medio siglo; asegurando – y ésta es la madre del cordero – la continuidad corporativa de la vanguardia triunfante Pnv-Eta.

“Más vale tarde que nunca”, osan decir ahora. Empero, una tal sentencia es sospechosa en política, donde llegar tarde es igual o peor que no llegar nunca; pero es además completamente hueca e incluso un sarcasmo, cuando ocurre – como así ocurre – que el retardatario llega con las manos tan vacías como cuando se ausentó. “Demasiado tarde es una gran palabra, una palabra terrible de la historia.” El Pueblo Vasco, bajo “dirección” Pnv-Eta, ha llegado tarde – en realidad sigue sin llegar – a la moderna conciencia nacional y estatal establecida sobre la afirmación del derecho de autodeterminación o independencia de los Pueblos y de sus Estados legítimamente constituidos sobre la Autodeterminación o Independencia originaria de los Pueblos; a la crítica de las ilusiones pseudo-democráticas y del “terrorismo” individual; al sentido de la realidad política fundamental; y a la percepción elemental de la naturaleza y las necesidades de la estrategia.

Sin embargo, por una inversión metodológico-funcional – constante en la propaganda Pnv-Eta – y un nuevo golpe de audacia y de mediática desfachatez, el “éxito” que nunca llega lo suponen ya consumado, con lo que evitan insondables plazos de triste espera y desgarradoras revisiones. De este modo, y según pretenden, si acaso los hechos no ocurren en la realidad “como es debido”, lo hacen así en las ideas; y el delirio colectivo autoriza la fuga hacia adelante en los dominios de lo irracional pero ideológicamente funcional. Porque – siguen diciendo – si no quieren negociar, esto significa que la negociación está en marcha y nadie la puede parar. Si dicen que no van a negociar, nosotros “ya sabíamos que iban a decir eso”: lo cual de todos modos significa que la negociación está en marcha y nadie la puede parar. Si no quieren hablar, nosotros decimos que sí quieren porque no tienen más remedio. “Y si no quieren, todavía peor porque no sería democrático.”

En cuanto a la burocracia del Eta, si los hechos han demostrado que la “guerra revolucionaria” es impracticable, esto confirma su viabilidad y éxito, que permite y aconseja ahora su voluntario abandono por razones tácticas. Si “la lucha armada” está con la lengua fuera, no hay problema: la “tregua” es la nueva arma que re-emplazará ventajosamente a aquélla. Si el grupo Pnv-Eta mete medio País en la cárcel, incluidos los grupos especiales encargados de sacar a los que habían metido antes; y si los cementerios se guarnecen y la emigración forzosa se desguarnece, todo concurre a confirmar la victoria tan largamente esperada, puesto que ahora, en virtud de “las nuevas condiciones que los atentados han impuesto”, han descubierto que el arma decisiva es la “tregua provisional o definitiva”, es decir: que lo bueno ahora es no hacer atentados. La misma “vanguardia” del Eta: que aportó al País la idea y realización de los atentados, no ha agotado todavía su capacidad inventiva y descubridora, porque si antes “lo importante era hacer” (atentados), si antes eran los atentados el factor político supremo, ahora afirma que lo importante es no hacer(los).

Es decir, y según su propio postulado cínico o delirante: si el Eta preconiza y realiza atentados durante cuarenta años, cumple y demuestra con ello su papel político de vanguardia; y si los desaconseja e interrumpe, lo demuestra también, puesto que, “incuestionablemente”, gracias a los atentados se puede ahora dejar de hacer atentados. Se puede cuando menos afirmar, de manera incontrovertible, que gracias a los atentados se ha hecho posible la tregua (de los atentados); e igualmente, que gracias a los encarcelamientos, se han hecho posibles las campañas y asociaciones de amnistía para sacar a los que se ha metido antes. Una vez más: si antes la salida estaba en la guerra, ahora “les vamos a hacer morder el polvo de la paz”.

Según parece, “las nuevas condiciones resultantes” de tan asombroso juego de prestidigitación ideológico permiten y ordenan una “tregua unilateral”. Porque – continúan – en espera de la “tregua definitiva” (sic), una nueva tregua unilateral “centraría el problema, reduciría drásticamente las tensiones entre abertzales (sic), aniquilaría el sofisma violentos/demócratas, y descolocaría totalmente al Gobierno de Madrid y a la derecha fascistoide”. La “tregua”: arma nueva de milagrosas virtualidades, substituirá a las armas antiguas (tan oportunamente obsoletas), y destabilizará ideológica y políticamente la democracia cada vez más deficitaria del Gobierno de Madrid; el cual, ya conmocionado por la lucha armada y la guerra revolucionaria, se encontraba tambaleante desde la tregua y el pacto de Estella.

Según siguen afirmando, éstos fueron unos hitos que abrieron “un período de esperanza para Euskadi”, y que estuvieron a punto de acabar con Aznar, Marcelino Oreja y el imperialismo en el plazo de un año. Un período éste prematuramente fijado, puesto que, en contra de lo que el grupo Pnv-Eta presupone (una vez más para dar libre curso a sus fantasmas “democráticos”), el imperialismo existe, y como tal se negó “desgraciada e inesperadamente” a colaborar en la función programada: dejando abandonados a sus imaginativos huéspedes, rodeados de sillas vacías y atornillados a la mesa de la negociación. Por fortuna, siguen aún la invitación en pie, las puertas siempre abiertas, y las sillas disponibles; y los destornilladores institucionales protegen a la subclase administrativa contra los riesgos de una inmovilización exageradamente prolongada.

Está claro que una profunda revisión se hace necesaria. Pero ¿cómo se puede romper el silencio cuando no se tiene nada que decir? No obstante, el bla-bla revisionista está en marcha otra vez: “Después de tanta dialéctica, seamos simplemente sensatos. Hoy Euskal Herria no está aletargada (sic: ¿quizá un nuevo caso de “violencia de género”?), ni necesita aldabonazos cruentos para vencer el sopor colectivo. Hoy vivimos en la era de la informática y de la sutilidad del discurso”. “Necesitamos una estrategia inteligente e inteligible (sic), con un programa de mínimos”.

O sea: los insensatos que han metido a este País en cincuenta años de delirio belicista e institucional (y a sus incautos seguidores en el exilio, la cárcel o el cementerio), dan encima lecciones de sensatez y no-violencia. Los que han destruido toda virtualidad política, dan lecciones de inteligencia e inteligibilidad “estratégicas”. Los maestros del “plan de ocho años de liberación y unificación”, se han reconvertido en adeptos y pedagogos del realismo-posibilismo-minimalismo-institucionalismo. Los que llevan medio siglo pisando huevos con botas de buzo y tocando el violín con guantes de boxeo, dan lecciones de la “sutilidad” que, asociada con la informática, va a substituir a la dialéctica de las bombas y las pistolas. Y los que han destruido la libertad de expresión, comunicación y asociación, “se” encuentran ahora naturalmente cualificados para “coordinar a los demócratas”.

Pero su desenvuelta verbosidad no se ha agotado: “Lo urgente hoy es echar las bases para la puesta en marcha de un proceso civil de autodeterminación con separación de España y Francia, y unificación vasca en un Estado. Para cuyo arranque es condición necesaria la existencia de un clima social sin violencia política, ni legalizada ni de respuesta”, dicen ahora. Es decir que, según eso, el “arranque del proceso necesita un clima social sin violencia”, o sea: una condición que supone el problema resuelto. En otras palabras, el difícil problema de combatir la Violencia criminal monopolista del régimen imperialista y fascista de ocupación militar franco-español, y de ponerle el cascabel al gato: un problema que antes decían iba a quedar “resuelto” por los atentados, se “resuelve” ahora por la no-violencia (unilateral) como “condición necesaria”. Necesaria para ellos, pero no para el régimen que la detenta, el cual no tiene la menor intención de renunciar a la Violencia criminal, con o sin “treguas unilaterales temporales o definitivas”.

Incapaces una vez más de plantear siquiera el problema real, “los moderados y los radicales” Pnv-Eta y sus satélites prefieren ocultarlo, haciendo creer que la solución es posible mediante el diálogo y el acuerdo con el imperialismo; o, dicho de otra forma, que el imperialismo no es imperialismo. Igualmente, pretenden ahora que “se ha abierto un proceso político para resolver el problema”, pero que el régimen no secunda el “proceso de paz”: un proceso que sólo existe en su imaginación o propaganda. El imperialismo no ha engañado a nadie ni incumplido nada; siempre ha dicho claramente lo que iba a hacer. Son “los moderados y los radicales” Pnv-Eta quienes engañan y extravían a este País, o se niegan a ver la realidad. El charlatanismo pasa, pero el imperialismo y el fascismo permanecen.

Simplemente, porque la violencia política no es cuestión de “clima social”, de situación y circunstancias; es el fundamento del orden y el desorden políticos. Aun cuando – nadie sabe cómo – toda violencia política legalizada o de respuesta “desapareciera”, quedaría aún la violencia legalizadora, que es la que funda la “desaparecida legalidad”. Y si es esta violencia legalizadora la que desaparece, entonces el imperialismo mismo desaparece también. A partir de ahí, el “proceso civil de autodeterminación” no tiene por qué “arrancar”, puesto que no tiene de dónde ni a dónde ir, y el mismo derecho de autodeterminación desaparece igualmente.

En otras palabras, con ese discurso demuestran ignorar que el derecho de autodeterminación de todos los Pueblos sojuzgados es el correlativo contrario al imperialismo, y que no tiene sentido sin él. Efectivamente, si hay imperialismo, hay derecho de autodeterminación; y si no hay imperialismo, no hay derecho de autodeterminación ni falta que hace. Sin embargo no es eso, de toda evidencia, lo que – rompiendo el silencio con su verborrea – el retardatario revisionismo Pnv-Eta quiere decir. El objeto real de tales infundios sobre el “proceso civil de autodeterminación con un clima social sin violencia política” es, una vez más, escamotear la realidad política, ocultar el fundamento de Violencia criminal del régimen imperialista, hacer su apología “democrática”, y dejar campo libre a las insensateces y la delirante “nueva estrategia” de recambio revisionista con la que el grupo Pnv-Eta trata de ocultar las consecuencias de la antigua, a fin de seguir engañando a sus sufridas víctimas. El “derecho de/a la autodeterminación” de que hablan – al igual que la “lucha institucional y la lucha armada” – son palabras que se repiten con la ilusoria esperanza de que produzcan la realidad correspondiente; pero sobre todo con el fin de esconder su liquidación de toda polìtica de liberación del Pueblo Vasco.

Según han afirmado desde su periódico, todo planteamiento crítico hacia la gloriosa trayectoria de la “izquierda radical vasca” sería “simplemente impúdico”. Hace unos años y en las mismas fuentes, mantener la misma actitud crítica era “franquismo y opusdeísmo para dividir a los trabajadores de Euskadi” y de otros lugares, donde “toda la clase obrera de España está con nosotros”. Ahora, la crítica de la “política de los radicales vascos” se tipifica “simplemente” como atentado al pudor. Pero los austeros y virtuosos guardianes del pudor público llevan cincuenta años con la gabardina abierta: medio siglo de impúdica exhibición y exaltación de los atributos que han llevado a la ruina ideológica y política de nuestro País. En cambio ahora, las altas funciones y los cargos institucionales que han asumido con todas sus consecuencias no han producido el más mínimo rubor en los semblantes inmaculados de los diputados, senadores, funcionarios y demás colaboradores del régimen imperialista y fascista español de ocupación militar. Es por ello que el miedo a la más leve crítica es permanente, en todos quienes no pueden prescindir del más absoluto monopolio de comunicación, si han de seguir engañando a una indefensa opinión pública.

En cuestión de método histórico y sociológico, el grupo Pnv-Eta no se para en barras científicas que digamos. El servicio a sus intereses corporativos es el motivo único de sus afanes teóricos e ideológicos, que a ello se ordenan y subordinan. Lugares comunes, apriorismos, postulados, axiomas y paralogismos se ayudan con la confusión y la falsificación semánticas, y se consolidan con la demostración en petición de principio y otras formas de sofisma. Como dice Arzalluz, “sin facilitonería y sin mandorrotonería” (las cuidadas aportaciones al léxico especializado han sido siempre cualidad notable de los ideólogos Pnv-Eta).

En materia de “pactos”, y después de que la burocracia Pnv-Anv aceptara los pactos de liquidación de París (1957-61) y de Múnich (1962), las persistentes invocación y reivindicación de unas supuestas y erróneamente llamadas “Leyes Paccionadas”: que habían sido militarmente impuestas a nuestro Pueblo a partir de 1839 tras su derrota militar, fundaron todo un siglo de ilusoria espera en “la Plena Restauración Foral”. Incapaces de comprender que todo ello era y es imposible de obtener en los Estados imperialistas-fascistas español y francés: que niegan el Pueblo Vasco y su derecho de autodeterminación o independencia; y tras haber aceptado la liquidación y el abandono de la propia estatalidad: la del Reino de Nabarra, en cuyo seno esas garantías e instituciones forales surgieron y se respetaron, el pretendido “Pacto constitucional entre iguales de Euskadi con España”, la “Disposición adicional”, y actualmente la “Nación foral”, siguen coleando en la propaganda del “gran” Pnv como “fundamento jurídico” del nuevo “Pacto de libre asociación de Euskadi con España. Ello ocurre cuarenta y cinco años después de que, en “la transición” intra-totalitaria española al Segundo Franquismo, todos ellos reconocieran como democráticos todos los logros impuestos sobre nuestro Pueblo y Estado por el Primer Franquismo.

Los incondicionales realistas-posibilistas-minimalistas Pnv: adherentes a “la persuasión, el diálogo y la no-violencia (unilateral del vencido), y al Plan de Libre Asociación de ‘Euskadi’ (es decir: las provincias vascongadas de la Cav) con España, que habían devuelto – según decían – la esperanza y la ilusión a este País”, van “descubriendo poco a poco” los límites de la “democracia no-nacionalista y no-violenta” española que ellos han aceptado, apoyado y legitimado desde hace ahora cuarenta y cinco años; con la cual, a fuerza de vanas ilusiones y amargas desilusiones, han sumido al País en la desesperación.

Y los incondicionales radicales-maximalistas del Eta: promotores del infantil y suicidario recurso a los atentados (consecuencia, síntoma y causante a la vez del subdesarrollo cultural y político), faltos de caución o coartada legal tras “el derrumbe” militar, político e ideológico de su demencial “estrategia”, dan ahora ridículos pretextos para justificarse, y con su actitud facilitan el espionaje y la represión realizados por el régimen “democrático” del imperialismo español, que ellos han aceptado y están sosteniendo desde hace ahora cuarenta y tres años. Como resultado de todo ello, han vaciado la Resistencia y llenado los exilios, las cárceles y los cementerios; y han esquilmado y agotado las flacas reservas materiales y morales de la oposición democrática vasca bajo el imperialismo franco-español. Pero además han protegido el interés: común entre todas las fuerzas fascistas, de que la Violencia criminal monopolista que constituye el régimen imperialista franco-español de ocupación militar quede tapada y encubierta por “la violencia de los atentados” infrastratégicos del Eta.

Sus militantes, tras haber explorado los azarosos y procelosos márgenes de la legalidad y la ilegalidad, terminan poco a poco la larga marcha de retorno e incorporación a la casa paterna del Pnv – o el tránsito a sitios peores – que iniciaron bajo el General Franco, y que una serie de estaciones y albergues intermedios tratan de escalonar, suavizar y disimular. Necesitan, a toda costa y prioritariamente, recuperar la respetabilidad y la honorabilidad institucionales, legalizar o relegalizar sus órganos y actividades, y recobrar los privilegios fascistas de organización, financiación y propaganda; para lo cual se ven reducidos a mendigar su presencia permanente en las “elecciones” y demás instituciones del régimen imperialista y fascista español de ocupación militar que ellos llaman “democrático, no-nacionalista y no-violento”. Lo que los lleva a competir con el oportunismo-liquidacionismo jelkide tradicional, superándolo rápidamente en su tarea común de destruir las premisas fundamentales teóricas y prácticas de la libertad nacional del Pueblo Vasco.

La participación de todos ellos como españoles en las “elecciones europeas”, y el voto “europeísta” de los partidarios de “la vía institucional y la lucha armada” Pnv-Eta, es igualmente la continuación de la empresa de liquidación ideológica y política de toda política nacional, lo cual ha sumido a este País en la indefensión, la división, la nulidad estratégica, la putrefacción política, y la alienación material y mental. (Para una mayor ampliación sobre la cuestión de la “Unión Europea”, véanse nuestros textos ‘Otra vez “elecciones europeas”’, y ‘La “Unión europea” y la Libertad de los Pueblos’.)

La destrucción de toda referencia estratégica, y la falta de todo sentido del tiempo y el espacio históricos, hacen que este País entre siempre tarde, de espaldas e ideológicamente desarmado en los nuevos escenarios políticos, los cuales el dispositivo imperialista adapta y modifica a su exclusiva conveniencia, por propia y solitaria iniciativa. Es evidente que la “imprevisible” lección y la paliza de 1936 no han servido aquí para nada; que este Pueblo “se las lleva y repite”, y que todo está preparado para los próximos “inesperados” capítulos.


(De ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español’.)

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