Reforzamiento del Segundo Franquismo por los Nacional-socialistas españoles de Falange-PsoE
(Texto publicado inicialmente el 26-Octubre-2019.)
Reforzamiento del Segundo Franquismo por los Nacional-socialistas españoles de Falange-PsoE
“Todo aquello que está bajo la tierra, el Tiempo lo sacará a la luz del sol.” (Quinto Horacio; Epístolas.)
“Hasta entonces permanece en silencio, alma mía: los actos criminales aparecerán, / Aunque toda la tierra los sepulte, ante la vista de los hombres.” (W. Shakespeare; Hamlet.)
La desvergonzada y obscena exhibición del régimen franquista: realizada el jueves día 24-Octubre-2019 por el Gobierno Nacional-socialista español a través del monopolio mediático de adoctrinamiento e intoxicación ideológica de masas con motivo del traslado de la momia de su fundador, y con máxima cobertura y exquisito tratamiento hacia todas las manifestaciones y todos los manifestantes que se declaran sus seguidores, ha sido la ocasión no sólo para una humillación más hacia sus incontables víctimas sino además para una nueva vuelta de tuerca en la operación de distorsión/falsificación fundamental: histórica, ideológica y política, en que el actual régimen del Segundo Franquismo está fundado desde hace ya cuarenta y dos años. (El papel del PsoE en dicha operación ya quedó apuntado en el texto que el 7-Diciembre-2018 publicamos en esta página bajo el título: ‘Cometido del Nacional-socialismo español de Falange-PsoE en la transición intra-totalitaria española al Segundo Franquismo’, al que remitimos al lector interesado.)
Ante esta nueva campaña mediática de lavado de cerebro e idiotización de masas, es necesario romper: aunque sólo sea individualmente, el monopolio establecido de falsificación y mentira, de monólogo abrumador, embrutecedor y falsario que desde los mass-media reproduce unánimemente y en sesión ininterrumpida el pensamiento único fascista, difundiendo frente a él nuestros imprescindibles y aun así desconocidos textos que no podrán ser permanentemente silenciados. Ofrecemos al lector el texto ‘Consolidación del Franquismo: la transición intra-totalitaria española’:
“La ‘transición a la democracia’: que los Franceses realizaron por ‘la Toma de la Bastilla y la Gran Revolución’ nacionalista, y que los Españoles hicieron mediante un decreto de Arias Navarro – ‘el Carnicero de Málaga’ – y el ‘pacto constituyente’ que le siguió, es el principio de una historia que tiene tantos principios y tantas peticiones de principio como la ideología dominante necesita. En cualquier caso la ‘transición a la democracia’ no anula, obviamente, la historia despótica que la precede, funda y constituye: la cual no puede cómodamente evacuarse y vaciarse como sus actuales herederos querrían hacer.
“Cuando
en 1977 los restos de la antigua oposición española se rindieron – esta vez sin
reservas – a ‘los Nacionales’, incorporándose a continuación a la organización
y las funciones del ‘nuevo régimen’ que había acabado con ellos, la lucha de
clases había terminado ya en España. Este final oficial y efectivo de la lucha
de clases en España: aceptado por los Nacional-comunistas y los Nacional-socialistas
españoles, era la condición negativa para la incorporación de esa ‘oposición’
al fascismo español. La ‘reconciliación nacional’, y el apoyo de los vencidos a
la unión sagrada del Nacionalismo imperialista español de los vencedores en la
lucha de clases internacional; a la común oposición de todos ellos contra el
movimiento de liberación de los Pueblos; y a la irremediable contradicción
entre el ‘orden jurídico-político’ imperialista y fascista, por un lado, y por el otro el derecho democrático de autodeterminación e independencia de
los Pueblos y Estados sojuzgados: Vascos y Catalanes entre otros, eran para todos ellos la
condición positiva. Al igual que ha ocurrido en otros lugares, la recuperación
de los Nacional-comunistas y los Nacional-socialistas españoles por el Franquismo,
y su reconversión en Nacionalistas
monárquicos y franquistas a secas, se realizó rápidamente, sin dificultades, y
a plena satisfacción de todos.
“Como
ya ha quedado expuesto, a despecho de las fantasmagorías de una burocracia
republicana española en el exilio: políticamente autista e incapaz, la
evolución política en la España de la post-guerra puso finalmente de manifiesto
no el pregonado hundimiento del fascismo en el poder sino el de la oposición
del bando derrotado. Esta evolución había tenido por fundamento: profundas
modificaciones en las estructuras conflictivas del sistema social; el
desplazamiento constante de la relación de fuerzas en favor de los detentadores
del poder; la regresión, sumisión, liquidación o extinción de la oposición
española; y el reconocimiento y la homologación del régimen fascista por las
‘grandes’ Potencias: antes divididas y finalmente reunidas en su interés por
estabilizar, consolidar y ‘legitimar’ los logros históricos y las instituciones
del Franquismo en España y sus Colonias.
“Tras
el final de la Guerra de agresión fascista de 1936-9, y una vez que la derrota
militar había sido asumida por los vencidos, la acumulación estratégica de
fuerzas políticas para lograr un frente común anti-franquista se había
demostrado imposible. Siendo la idea Nacionalista-unitaria que de España tenía
el régimen franquista también la misma y propia de los pretendidos
anti-franquistas españoles, los residuos de la oposición española se opusieron
siempre a toda redistribución territorial del poder político en favor de las
Naciones dominadas por el Nacionalismo imperialista español, rechazando por
tanto las aspiraciones de independencia de Vascos y Catalanes; lo que llevó a aquéllos
a supeditar una vez más la acción contra el fascismo al mantenimiento absoluto
de la estructura unitaria del Estado español. Finalmente el Ejército español:
‘clase’ política real y columna vertebral de España desde la crisis del
despotismo monárquico y la reacción terrorista contra la Revolución Francesa (a
la que después había imitado), operó su propia decisiva reforma, a saber: la
‘Transición’, conservando su propia dictadura. Era la transición
intra-totalitaria desde el Primer Franquismo al Segundo actualmente reinante
que aportó la ‘democracia’, es decir: la auto-reforma y la consolidación del Franquismo
bajo el protectorado de las Potencias hegemónicas – integrantes del sistema de
dominación imperialista y terrorista internacional – y de sus satélites.
“Según
el monopolio de propaganda, esa ‘transición pactada’ española implicaba ‘borrón
y cuenta nueva, salto de página, tabla rasa, punto cero del proceso político’;
pero todo ello a partir del mantenimiento de los fundamentos intangibles e
inamovibles del Estado imperialista despótico-oriental, absolutista o fascista.
Lo que la ‘transición’ suponía en realidad era la conservación de los
fundamentos del régimen político, dando apariencias de democracia electoral y
parlamentaria a la continuidad de la dictadura bajo las innovaciones formales;
con el reconocimiento, la homologación y la participación de las Potencias
Occidentales. El resultado es esta vergüenza o desvergüenza política: el único
régimen instituido por el Eje que subsiste en la Europa de la ‘dimensión
humana’, que se dice ejemplo y modelo de democracia para todo el mundo, con el
obsceno reconocimiento – ya durante la propia dictadura personal del General
Franco – y el apoyo de las ‘Democracias Occidentales’ y la ‘Unión Europea’.
“De
este modo, en virtud del ‘pacto que nos hemos dado entre todos’, es decir: el
‘pacto’ que imponían los franquistas para que lo sufriéramos los demás, el
imperialismo y el fascismo conservaban intacta la dominación, el saqueo y el
latrocinio establecidos durante siglos de violencia, guerra y conquistas; y los
vencidos, oprimidos y despojados conservaban su condición de tales. Era la
‘reconciliación’ con el imperialismo y el fascismo. ‘Consenso, elecciones y
asambleas constituyentes’ eran mecanismos destinados a ensanchar la base y la
clientela de la nueva ‘Constitución’ formal y la constitución real de siempre:
basada en agresión, guerra y crímenes imprescriptibles secularmente realizados
contra el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra; mientras el
tradicional ‘bi-partidismo’ a la española restauraba la ‘alternancia’ en el
acceso a la gestión, las sinecuras y los enchufes, los beneficios y las
prebendas administrativas.
“A
partir de ahí la reconciliación nacional entre Españoles ‘republicanos,
comunistas, socialistas’ y franquistas se realizó sin problemas por la
declarada ‘finalización’ de la lucha de clases interna, junto con la Unión
Sagrada en la lucha de clases externa contra los Pueblos y Estados sojuzgados,
y por la incorporación del Nacionalismo de los vencidos al Nacionalismo
vencedor. La conservación de la herencia colonial, y el reparto por turnos de
los beneficios y de las tareas – administrativas y represivas – derivados de su
mantenimiento, esto es: la gestión de su empresa imperialista y colonialista,
junto con la correlativa exacerbación de la lucha de clases internacional y del
odio xenófobo y racista contra los Pueblos sojuzgados, constituyeron – y siguen
constituyendo – la piedra angular de las preconizadas incorporación y ‘síntesis
histórica de los contrarios’ (Carrillo), y permitieron consolidar la dominación
Nacionalista española sobre los Pueblos y Estados sojuzgados, que la nueva Guerra
de 1936 y la subsiguiente contra-revolución habían restablecido. El Pacto de
Múnich (1962) había sido la escenificación de ese ‘contubernio’ de
reconciliación y síntesis Nacionalista española: establecidas sobre la base de
mantener el Estado unitario y fascista contra los sojuzgados Pueblos y Estados
de Vascos y Catalanes. Ello fue hecho posible contando con la comprada,
miserable y siempre negada traición y liquidación de los principios y la
política nacionales que los burócratas del Pnv realizaron a espaldas del Pueblo
Vasco; lo cual finalmente acabaría revelándose con su apoyo a la transición
intra-totalitaria de 1977 a la que dos años más tarde se unió también la
burocracia del Eta, encerrando así al Pueblo Vasco en la trampa en la que esos sinvergüenzas
desaprensivos y/o cretinos-lunáticos lo tienen metido desde entonces hasta el
día de hoy.
“La
transición intra-totalitaria tenía por finalidad la conservación del Estado
unitario imperialista español, y – ante todo – el mantenimiento del control y
la estabilidad del orden político y de su monopolio de la violencia y el terror:
establecido como resultado de todas las guerras de agresión y conquista
realizadas contra el Pueblo Vasco. De un Franquismo a otro, el proyecto de
reforma, adaptación y modernización del régimen fascista español – consecuencia
del acuerdo de la vanguardia franquista con las Potencias Occidentales – fue
preparado e implementado por el Gobierno del General Franco y su estructura
militar, y por la oligarquía financiera, Nacional-imperialista y clerical que
lo sostenía. Fue impuesto bajo el monopolio franquista de violencia, terror y
propaganda, con el propósito de preservar las estructuras de poder del régimen
y de conservar los logros e instituciones del fascismo en España y sus Colonias.
Fue diseñado, avalado y financiado: por decisión y bajo vigilancia y con asistencia
‘técnica’ del Cia y el Fbi, de modo a asegurar la selección y promoción de los
partidos conservadores, cerrando el paso a toda fuerza política o ideológica
democrática. La garantía política y financiera de la operación corría a cargo
de los Servicios Secretos – americanos, británicos, germanos, israelitas y
vaticanos – de propaganda, espionaje, represión, subversión y terrorismo, de corrupción
y asistencia ‘técnica’, junto con los servicios auxiliares de partidos,
sindicatos, fundaciones, empresas financieras y multinacionales, publicaciones
‘científicas y culturales’, Ong ‘humanitarias’, clero secular y órdenes
eclesiásticas, y demás satélites institucionales – legales o clandestinos –
dependientes de ellos.
“Todos
los partidos y sindicatos de la ‘oposición’ oficial al Franquismo renovado:
elegidos para asegurar la continuidad del Franquismo en España y sus Colonias,
fueron creados, seleccionados, diseñados, financiados, recuperados,
promocionados y aprovisionados con la contribución ideológica y financiera
masiva de los millones de dólares de la Potencia hegemónica y sus satélites y
dependencias, y son piezas integrantes de su sistema de dominación. Todos ellos
encontraron su sitio según el guión y el organigrama transitivos confeccionados
por el verdadero artífice político-administrativo de nuestro tiempo: los
Gobiernos y los Servicios Secretos franquistas y occidentales. Los tupidos
filtros del Cia y el Fbi no fueron obstáculo a la recuperación de los signos y
despojos de los partidos ‘republicanos’ – pasados a ‘los Nacionales’ – que
sirvieran para disimular la superchería.
“En
la práctica, sin la confianza del Cia y sus aliados y satélites (y del propio
Gobierno español, que decidía administrativamente en última instancia),
reconocimiento o tolerancia estaban cerrados a todo grupo político. Los
‘republicanos’ y el PsoE del exilio habían desaparecido de la oposición
política sobre el terreno. Y los demás grupos quedaron descartados cuando los
Gobiernos, los Servicios Secretos y las Fundaciones Occidentales concentraron
su apoyo económico y político exclusivo y excluyente en fabricar y afianzar un
nuevo Partido transitivo: el actual Falange-PsoE surgido del Congreso de Suresnes en 1974, como complemento del partido franquista tradicional. Se sacrificaba así a toda la oposición que se había manifestado realmente frente
al franquismo; lo cual, por sí solo, la hacía sospechosa para los Agentes del
‘cambio controlado’.
“La
cuestión decisiva: ‘saber quién manda aquí’, no ofrecía dudas para nadie. Todo
postulante individual o colectivo sabía que debía pasar por las horcas caudinas
del Ejército español, y sabía muy bien que la primera exigencia y condición
absoluta del Ejército no era la marginación de los comunistas nacionales sino
la garantía y el amejoramiento del estatuto unitario del Imperio español. La
más leve desviación en el terreno del Nacionalismo imperante encontraría la
inmediata reacción de las fuerzas armadas; y la simple sospecha o desconfianza
de éstas sería el fin – cuando menos político, ya sea individual o colectivo –
de los responsables o irresponsables implicados. Mediante esa exigencia
absoluta se reforzaba y confortaba también todo el conjunto de sectores e
intereses que apoyaban al régimen franquista, pues, como ocurre en otros
sistemas totalitarios, la opresión nacional – en nuestro caso contra los
Pueblos Vasco y Catalán – era y sigue siendo el punto más débil del dispositivo
estratégico de dominación imperialista y fascista; ahora bien, como ya se ha
expuesto, ocurría que su propio Nacionalismo le impedía a la ‘oposición’
española el utilizar esa debilidad para combatir el fascismo español. (En
cualquier caso, entre la ‘transición’ y el putsch endo-castrense de 1981
desaparecieron los últimos temores, a este respecto, por parte de una clase político-militar
que no podía sublevarse ya contra nadie y acceder al poder porque lo había
hecho muchos años antes y desde entonces estaba ella en el poder.)
“Con
el hundimiento, la sumisión y la desaparición de la antigua oposición, los ‘republicanos,
ácratas, Nacional-socialistas y Nacional-comunistas’ españoles renunciaban
apresuradamente a ‘la revolución democrática’ y al ‘régimen transitorio sin
signo institucional definido’ (que tan ardientemente habían mantenido como
señuelo hasta conseguir que la burocracia golpista del Pnv aceptara liquidar el
Gobierno Vasco en el exilio), y juraban precipitadamente fidelidad sin reservas
a la Monarquía Pretoriana instaurada por el General Franco, convirtiéndose así
en artífices de la reconciliación nacional y garantía del orden constitucional
y la unidad del Imperio. ‘Ya no quedan Rojos: todos se han pasado a los
Nacionales’. Obtenían a cambio rehabilitación, reconocimiento y gratificante
reinserción en los organismos auxiliares de gestión, propaganda y recuperación
de un ‘nuevo’ régimen cuya adaptación había llegado a ser tan posible como
necesaria; tanto más necesaria por cuanto que, de los malditos
rojo-separatistas, todavía quedaban vivos y coleando los malditos separatistas.
Todo ello venía atado y garantizado por la conservación de los fundamentos del
régimen político bajo las innovaciones formales, y – ante todo – del monopolio
de la violencia social, establecido como resultado de la guerra y nunca puesto
en cuestión desde entonces.
“En
estas circunstancias, los restos de la clandestinidad y el exilio: aterrados
por sombrías anticipaciones de soledad y aislamiento, abandonados por sus
presuntos aliados, vaciados de su base original, y renovados y encuadrados por
sucesivas aportaciones y transfusiones del Partido del Movimiento Nacional,
dieron su reconocimiento simple y cualificado al régimen que los había vencido
y que no podían ya rechazar ni modificar en su substancia. Finalmente aquellos
‘revolucionarios’, al igual que todos los ‘Socialistas y Comunistas’ del Este y
del Oeste, dejaron oficialmente de serlo para en este caso hacerse – como casi
todos los antiguos ‘republicanos’ – legitimistas monárquicos y reformistas burgueses;
pero siguen siendo los Nacionalistas totalitarios que siempre han sido. De esta
forma podían todos ellos seguir persiguiendo a las personas y a los Pueblos
libres como siempre han hecho, que es lo único que saben hacer.
“El
Franquismo transitivo legalizó al Pnv y al Partido comunista de España (PcE)
para fines marginales; pero no hizo igual con los escuálidos restos del PsoE:
el Gobierno de Franco se los quedó a precio de saldo (al igual que la
Monarquía), y a continuación excluyó a su burocracia histórica. Establecido el
objetivo, fueron el Cia y los otros ‘Servicios’ y Gobiernos Occidentales (que
desconfiaban incluso de esa burocracia del exilio) quienes dirigieron y
financiaron la que llamaron ‘lamentable escisión’ de Suresnes, donde los
falangistas excluyeron a la burocracia oficial del PsoE y tomaron directamente
el mando. La ‘nueva’ Falange-PsoE no se molesta ya en esconder – tras una
retórica en la que no creen ni sus portavoces – la ideología y los objetivos
del Nacionalismo puro y duro. Nada van a cambiar los Nacional-socialistas o
social-imperialistas, que han reemplazado la lucha de clases por el fascismo: la
retórica marxista y las citaciones de Marx, Engels, Lenin e Iglesias (senior)
han dejado paso hace tiempo a las de Primo de Rivera (junior).
“Abolida
la lucha de clases interna por los renovadores del Franquismo, la antigua
‘revolución Nacional-sindicalista’ de Falange es la actual involución
Nacional-socialista de Falange/PsoE. De hecho, el PsoE actual es un pot-pourri
de ‘Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional
Sindicalista’ (FET y de las JONS), junto con colorantes varios, diseñado y
cocinado por el Cia como ‘oposición’ oficial incorporada al partido franquista
tradicional. La Falange Española (‘por Dios, por la Patria y el Rey; por Dios,
por España y por Franco’) cumplía así su ‘misión histórica en lo universal’
colonizando y substituyendo los escuálidos y burocráticos restos del PsoE.
“Al
PcE no hizo falta colonizarlo y se incorporó él sólo al nuevo franquismo
transitivo: sus burócratas e intelectuales aceptaron las exigencias de Madrid y
Washington, y obtuvieron la bendición y el visto bueno de la burguesía, el
capitalismo y el Franquismo en el poder. En cuanto a los revisionistas
anarco-sindicalistas, empezaron a descubrir y manifestar que, después de todo,
nada importante los separaba de los ‘sindicatos verticales’ franquistas.
“Así
pues, el cambio en el tratamiento de la oposición por el poder establecido ha
sido total: el despotismo y el imperialismo primitivos imponían su poder
político reprimiendo la oposición de los tiempos heroicos del liberalismo, el
socialismo y los movimientos de liberación nacional. En cambio el fascismo y el
imperialismo actuales fabrican su ‘oposición’: la inventan, reinventan,
recuperan, incorporan, condicionan, provocan, corrompen, financian, informan,
fomentan, organizan, alimentan y dirigen según conviene a su propia dominación
y represión contra los Pueblos; lo cual permite desvirtuar los eventuales
excesos de esa ‘oposición’, que son reducidos a nivel infrastratégico. Los
partidos y sindicatos de la ‘oposición’ oficial española al poder franquista
establecido son productos, imitaciones, falsificaciones y marionetas de los
Servicios Secretos de intoxicación ideológica y espionaje del imperialismo y el
fascismo, y están diseñados para la represión contra los Pueblos. Su ‘estrategia’
está en realidad dictada: directa o inmediatamente, por el poder establecido.
Subvenciones y donativos aseguran su dependencia de una ayuda financiera sin la
cual no pueden subsistir.
“El
Ejército del Segundo Franquismo abandonó mucho lastre en materia de fe y
costumbres, represión sexual y moralismo clerical, a fin de adoptar armas más
modernas y efectivas de dominación ideológica; pero su Nacionalismo no ha hecho
sino concentrarse y endurecerse, al verse reducido a la custodia de los restos
próximos de un imperio colonial otrora inmenso: adquirido y conservado por
medio de la violencia y el terror, y perdido por causa de la destrucción
sistemática de las fuerzas productivas, la resistencia de los Pueblos, y la
emergencia de las nuevas Potencias comerciales e industriales.
“Sin
fuerzas armadas, el imperialismo está desprovisto de movimiento político. Es su
violencia específica: lo cual es la naturaleza misma de las fuerzas armadas, y
no las declaraciones y las inauguraciones de sus burocracias “políticas”, lo
que constituye la realidad del movimiento político del imperialismo. Son el
Ejército, la Guardia Civil y las Compañías Republicanas de Seguridad: brazo
armado del Nacional-socialismo español y francés, su violencia ‘revolucionaria’.
“Con
la ‘transición’, la internalización de externalidades políticas se realizó
también rápidamente, es decir: los que estaban fuera se encontraron dentro; y
los aspirantes a la descentralización, más centralizados que antes. Los agentes
del Nacionalismo imperialista y fascista se pretenden ahora ‘demócratas
no-violentos’; pero son los mismos fascistas de siempre, más peligrosos todavía
que antes. Son franquistas y falangistas travestis, que conservan el poder que
ya tenían al módico precio de un cambio de nombre homologado por ellos mismos y
por sus socios internacionales. Opus-Deístas, tecnócratas y demás ‘demócratas
orgánicos’: base real de la Democracia Cristiana española, prepararon la
logística de la reconversión y el reagrupamiento general de la reacción y el
fascismo continentales.
“El
mundo entero respaldaba o aceptaba una operación que la incapacidad, la
realidad o la irrealidad de la ‘oposición’ española presentaba como la única
posible y deseable. El campo quedaba libre para las grandes maniobras de
reforma y consolidación de la dictadura militar. Se hacían posibles, de este
modo, la adaptación a las nuevas condiciones generales, la incorporación de
nuevas técnicas de represión, condicionamiento e integración sociales, la
dosificación de la ‘democracia’, y la superación de los métodos propios de las
grandes crisis sociales: bélicas o revolucionarias, ausentes desde largo tiempo
en el conjunto occidental.
“El
régimen del General Franco realizaba así su ‘transición democrática’.
Rehabilitado, legitimado, confirmado, reconocido y consolidado, logró su
triunfo definitivo sin solución de continuidad, sin tocar siquiera a su
estructura de clase ni a su ‘clase’ política real: fuerzas armadas, burocracia
y servicios administrativos, todos poblados de demócratas de siempre o milagrosamente
convertidos a la democracia de la noche a la mañana. Para llegar a eso, la
‘oposición’ española y sus títeres periféricos se habrían podido ahorrar – y
nos habrían permitido ahorrarnos – la Dictadura de 1923, la República, la
guerra de 1936 y la post-guerra franquista; y con todo y con eso, la democracia
no podría estar ahora peor de lo que está.
“Su
milagrosa transfiguración lo transformó en el modelo envidiado – siempre
imitado pero nunca igualado – por todas las dictaduras del mundo; y en parangón,
inspiración y referencia de la nueva Europa. Un solo partido de oposición real:
portador de la crítica, la denuncia y la exigencia democráticas, habría bastado
entonces para poner en evidencia la falacia y la verdadera naturaleza de la
operación, ofreciendo así la condición primera para convertir la crisis del Franquismo
en revolución democrática. Pero tal partido no existía, y su base social menos
todavía. Selección, cooptación y promoción de los partidos conservadores habían
cerrado el paso a toda fuerza política o ideológica democrática. El Partido Único
Nacionalista, y un bi-partidismo ‘de pega’, aseguraban la alternancia ‘de pega’
y la corrupción al servicio del poder real. El régimen franquista conseguía así
renovarse mediante una transición-farsa. ‘China no es más democrática pero sí
es un Estado de derecho en mayor medida que Rusia, porque ejerce la alternancia
en el poder, aunque limitada. Los pactos de la transición española dieron a la
élite franquista garantías de que no sería machacada.’ (M. Jodorkovski, 2014.)
En realidad le dieron garantías de que podría seguir machacando impunemente a
los Pueblos sojuzgados, como así ha seguido haciendo ‘democráticamente’ hasta
hoy mismo gracias a la cobertura ideológico-política que desde 1977 le proporcionan
también los Colaboracionistas y Cómplices indígenas: integrantes de la burocracia
liquidacionista que, desde el Pnv oficial hasta el Eta junto con todos sus
multi-onomásticos desdoblamientos formales, participan en la farsa de la
‘transición’ y de toda la corrupción en que ella consiste.
“El
‘bi-partidismo’ y la ‘alternancia’ de partidos: modelo tradicional de la
“democracia a la española”, son un viejo truco largamente practicado por la
Monarquía Borbónica en sus sucesivas Restauraciones, que aseguraban la
corrupción al servicio del poder real. En esas circunstancias los ‘conflictos
entre partidos’ se reducen al reparto de las prebendas y beneficios – legales e
ilegales – que reportan los servicios auxiliares del poder político real. Estos
partidos políticos son ‘organizaciones que no se ocupan mas que de la caza de
empleos, y que modifican su programa concreto en función de los votos a captar.
En España, al menos hasta estos últimos años [1919], los dos grandes ‘partidos’
se sucedían en el poder según el principio de una alternancia consentida, bajo
la manta de elecciones ‘prefabricadas’ desde lo alto, para permitir a los
partidarios de estas dos formaciones aprovecharse de las ventajas que procuran
los empleos administrativos. En las antiguas Colonias españolas, las sedicentes
‘elecciones’ y las sedicentes ‘revoluciones’ no tienen otro objetivo que el de
apoderarse del plato de mantequilla en que esperan encontrar subsistencia’. Con
una salvedad: todas estas organizaciones son natural y sinceramente Nacionalistas,
su apoyo al imperialismo y al colonialismo no falla nunca. Es en las
organizaciones indígenas institucionalistas, armadas y desarmadas, donde el
colaboracionismo, la complicidad y la traición se confunden con la corrupción
burocrática y corporativa en la caza al enchufe político-administrativo.
“El
Partido Único Nacionalista español de ahora es el Movimiento Nacional en
versión franquista tradicional: Falangista y Nacional-sindicalista antes,
Nacional-socialista ahora. Funcionalmente ordenado a semejanza del aquel
sistema tradicional de las restauraciones monárquicas españolas, el actual ‘bi-partidismo’
Pp-PsoE es actualmente un avatar funcional del partido franquista, que es el
único que hay. Accesoriamente, asegura la ordenada distribución de las
prebendas, los enchufes y la corrupción administrativamente organizada. La
continuidad familiar, la filiación y el parentesco, y los vínculos
patrimoniales/matrimoniales, clericales y corporativos, ponen de manifiesto que
sus figurantes de ahora: nombrados y educados en el serrallo franquista, han
heredado individual y colectivamente los cargos y funciones de sus padres,
parientes y compinches militares, falangistas, cardenales, obispos,
opus-deístas y demás ralea. Tras cada ‘demócrata tradicional o Nacional-socialista’
español de hoy se esconde, individual y colectivamente, un franquista ‘de
antes’. El Pp y el PsoE son las dos caras y las dos ramas del Partido Nacionalista
español fascista y terrorista. La identidad profunda del Nacionalismo español,
tanto en su vertiente tradicional así como en la Nacional-socialista, ha sido
puesta en evidencia por el supremo revelador: la continuidad de la oposición y la
resistencia espontáneas del Pueblo Vasco. La identidad profunda del Partido Nacionalista
francés: absolutamente fijada por la Revolución Nacionalista y Terrorista francesa,
no ha necesitado siquiera revelador. (La magnificada farsa que escenifican los
fantoches grupos de ultraderecha, tanto en España como en Francia, cumple
simplemente la función de acreditar y homologar por referencia el pretendido
carácter ‘democrático’ de la derecha fascista y criminal de siempre, que es la
única que hay.)
“La
‘oposición’ española había desaparecido, y sus restos – que no pedían ni
esperaban otra cosa – cambiaron de chaqueta y fueron recuperados sin dificultad:
incorporados, convalidados o substituidos por los agentes y dirigentes del Franquismo
tradicional, para revocar la fachada del nuevo orden político. Al igual que había
ocurrido cien años antes con la Restauración (1876), esta Segunda Restauración
borbónica y la reconciliación nacional española manifestaban el fracaso, la
sumisión y la corrupción de los vencidos, que se acogieron a la generosa
discreción de los vencedores a cambio de aceptar y legitimar el orden
establecido. Recibieron así la homologación de las ‘grandes’ Potencias, y
participaron de la ‘alternancia’ en la búsqueda y disfrute de las prebendas
administrativas según el modelo tradicional de la Restauración monárquica: el
‘turnismo’, orientado al ordenado reparto y disfrute de la corrupción
estructural.
“Sin
embargo, esa distinción formal entre ‘vencedores y vencidos’ españoles no podía
ocultar la profunda identidad Nacionalista entre ellos. Los Partidos políticos
reales se caracterizan o se identifican por su entidad ideológica y política,
no por ‘diferencias’ formales, corporativas, personales o instrumentales. De
hecho, en la presente como en la precedente Restauración, no hay verdaderos
Partidos españoles: hay un Partido Único Nacionalista Español – integrado por
filiales diversas – que es fachada, brazo ‘civil’ e instrumento del Ejército Español:
el verdadero protagonista y la clase política real y permanente de la historia
política española desde la crisis del despotismo oriental español originada por
la invasión-revolución francesa. Todas esas filiales compiten con el Franquismo
tradicional para alcanzar su confianza, favor y benevolencia: es la
consecuencia de la degeneración política y moral, del oportunismo, la
colaboración y la complicidad bajo un régimen de ocupación militar.
“El
actual Movimiento Nacional español: su Partido Único Nacionalista, se ha
enriquecido, diversificado y potenciado ideológicamente con múltiples
incorporaciones y aportaciones. Su objetivo no es la oposición al Franquismo
sino su desarrollo, para acabar con la Resistencia de los Pueblos sojuzgados.
No hay organización política oficial u oficiosa en el Segundo Franquismo que no
haya sido construida, financiada, homologada, aceptada, tolerada, asimilada y
manipulada por el poder real: todo ello en cuanto que daba su adhesión y hacía
suyos los principios y las condiciones legales e ideológicos del régimen
establecido por la estructura franquista de poder. Los demás fueron inmediata o
progresivamente excluidos, perseguidos e ilegalizados si eran obstáculo o no
eran ya útiles al Segundo Franquismo: consolidado y cada vez más exigente como
consecuencia del derrumbe de la oposición al fascismo y al imperialismo
español.
“Los
protagonistas del Primer Franquismo eran fascistas y criminales cínicos, sin
complejos y sin vergüenza de serlo. Ningún Tribunal Penal los ha encausado
nunca. No obstante, durante la transición desde el Primero al Segundo Franquismo,
la necesidad de contar con la colaboración y la complicidad de los derrotados
aconsejaba concesiones y compensaciones. Esas circunstancias obligaron a los
vencedores a moderar o disimular expresiones que revelaban más de lo que
pretendían decir: ‘En Cataluña y en el País Vasco alguna forma de decisión
política será necesaria para evitar la absoluta desconexión actual entre la
realidad que allí existe, y la utópica versión oficial.’ (J. M. de Areilza.) En
consecuencia, el régimen transitivo se esforzaba entonces para conseguir la
participación institucional y el reconocimiento de sus Colaboracionistas y Cómplices
periféricos: armados y desarmados, de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta.
“Aquella
realidad sociológica ‘que allí existe’ no ha cambiado substancialmente desde
entonces; pero, cuarenta años después, una vez que han quedado consolidados,
estimulados y potenciados por la estupidez, la corrupción, el colaboracionismo,
la complicidad y la traición de sus comprados compañeros de ruta locales, los
Franquistas: tanto tradicionales como Nacional-socialistas, dan ya por
terminada la transición intra-totalitaria, prescinden de sus insufribles
comparsas, destruyen los residuos formales de identidad nacional de los Pueblos
sojuzgados, y renuevan la orgíaca euforia triunfalista de la primera Falange en
los Territorios ocupados de esos Pueblos y Estados. Es evidente que el secular
empeño español por conseguir que ‘la realidad que allí existe’ se identifique finalmente
con las aspiraciones de su Nacionalismo totalitario está hoy al menos tan
presente como siempre.
“Pero
el totalitarismo ideológico y político produce necesariamente subdesarrollo,
parálisis y reacción generalizados. Donde la libertad de pensamiento, crítica y
comunicación no existe para las cuestiones políticas, tampoco puede
desarrollarse para el conjunto de la producción económica o cultural. Consubstanciales
con toda tiranía: desde el despotismo asiático hasta el totalitarismo moderno, los
diversos procedimientos y mecanismos de represión, censura, sumisión,
obscurantismo, dirigismo, academismo, formalismo, impostura, fraude y
falsificación intelectual en general cierran el paso a la creación, la
evolución y la difusión de las ideas progresistas. El subdesarrollo general
conlleva, a su vez, reacción ideológica y política.
“El
General Franco: el criminal, cruel, sanguinario y vengativo tirano,
correspondía eficazmente a las condiciones del Pueblo español tras la victoria
del Fascismo internacional, y a la necesidad de cerrar el paso a toda capacidad
económica y cultural y a toda fuerza crítica y creativa susceptible de generar
resistencias ideológicas y políticas: sobre todo en los Pueblos y Estados
sojuzgados por el imperialismo español. Sin lo cual su régimen: establecido mediante
victoria militar con el decisivo apoyo de las Potencias del Eje, no habría
podido permanecer, durar y adaptarse, como lo ha hecho, una vez que los Aliados
vencedores tomaron el relevo de las ‘Naciones enemigas’ y vencidas. Sin embargo
los Aliados: a la vista de la realidad socio-política española, decidieron
mantenerlo; traicionando así todos los principios que ellos habían aducido para
justificar la guerra y la victoria contra el Nazi-Fascismo germano-italiano. Al
Franquismo no lo ha derrotado nunca nadie, el régimen franquista no ha sufrido
nunca derrumbe ni derribo, ni ruptura, ni substitución, ni sucesión. El
Franquismo no es cosa del pasado: es el fundamento pasado y presente del Estado
español. Es ahora cuando demuestra y explota todas sus perspectivas y
posibilidades, durante largo tiempo subestimadas.
“Franco
no era, estrictamente hablando, un fascista. Su visión y su cultura política
reducían la sociedad y el Estado a una extensión de la organización castrense y
la vida cuartelera, y a un nivel cultural de cuerpo de guardia (civil). Pero
Franco es el verdadero padre de la España moderna. Su régimen de terror y
exterminio ha cambiado fundamentalmente las condiciones sociales y políticas y
la relación de fuerzas en España y sus Colonias, haciendo posible el Segundo Franquismo,
que dura ya más que el Primero.
“Durante
la Guerra y el Primer Franquismo no había beligerantes, ni insurrectos, ni
siquiera guerra propiamente dicha: los enemigos del insurgente nuevo ‘Estado
totalitario al servicio de la Patria’ eran calificados de comunistas,
anarquistas, ateos, sin-Dios, judíos, masones, y rojo-separatistas o
separatistas a secas, que eran los peores: ‘Es verdad que también estaban los
anarquistas y los comunistas; pero el enemigo, el verdadero enemigo, era el
Vasco’ (J. L. de Vilallonga). Era el conflicto absoluto con el enemigo absoluto
en una guerra absoluta.
“En
contraste, tras la transición intra-totalitaria, el Segundo Franquismo de los
fascistas de siempre ha separado, de un lado, a ellos mismos: los ‘justos, la gente
decente y las personas de bien; o sea, los demócratas no-violentos’, como a sí
mismos se califican. Y, del otro, los ‘violentos, terroristas y fascistas’,
calificados ahora – substituyendo los improperios políticos por los ‘comunes’ –
como ‘malhechores, delincuentes, bandidos y criminales, homínidos, psicópatas
violentos y terroristas frenológicamente determinados para el asesinato,
matones, chulos y sinvergüenzas, granujas, canallas, cobardes, hermafroditas,
pederastas y violadores, gentuza repugnante, pájaras y ratas de alcantarilla,
asquerosos cabrones hijos de puta, asesinos que se pasean entre nosotros, ante
las viudas y los huérfanos de sus víctimas como auténticos chulos’. Son
calificaciones comunes, universales, idénticas y reversibles, aplicables a todo
aquél que uno quiera. Pueden afectarse indistintamente contra toda política, y
producen y reproducen las mismas retorsiones. En contraste con la negación que
Nacional-imperialistas y fascistas franco-españoles mantienen sobre la
existencia y la resistencia de los Pueblos que ellos están sojuzgando, estos
insultos suyos traducen la frustración y la exasperación del Segundo Franquismo
contra esos Pueblos, y son un involuntario reconocimiento de ellos.
“Españoles
y Franceses se sienten insultados por el hecho de que, en Estados que ellos mantienen
militar e ilícitamente ocupados, y que aun así ellos insensatamente consideran
dominios suyos sólo por un imperialista “derecho de conquista” nulo de pleno
derecho (como ocurre por ejemplo con el Reino de Nabarra o el Principado de
Catalunya), haya gentes que no son, ni quieren ser, ni serán jamás Españoles o
Franceses.
“‘Un
Pueblo no llega a la conciencia de sí mismo sin sobre-estimarse’, es cierto; pero
si Españoles y Franceses hubieran puesto no su vanidad sino el orgullo nacional
de que tanto alardean en la defensa de los derechos humanos y la democracia, y
no en el Nacionalismo y el Imperialismo, no habrían aguantado a Franco y a sus
semejantes durante cuarenta años, ni a sus antecesores y sucesores durante mil
doscientos. No se empeñarían tampoco en mantener por más tiempo una vergonzosa situación
en la que los Pueblos atacados y sojuzgados tienen la desfachatez – según
aquéllos estiman – de rechazar la generosidad fagocitaria de sus fascistas,
imperialistas y colonialistas ‘benefactores’. Sin embargo, muy al contrario,
encuentran satisfacción en mantener bajo su yugo a Pueblos que no los quieren
ni ver. Al igual que los machos dominantes: que combaten con la violencia y el
terror la independencia de la mujer de la cual se apropiaron y que no los puede
ver ni en pintura, y sólo así recuperan su honra y dignidad viriles, así
también ponen los Nacionalistas españoles y franceses su honor y su gloria de
grandes Potencias venidas a menos en el mantenimiento de su opresión sobre los últimos
Pueblos que aún siguen dominando mediante la misma Violencia y el mismo Terrorismo
con los que constituyeron su Imperio.
“Gracias
al fascismo español, y al apoyo y la complicidad del imperialismo mundial que
nunca les han faltado, los Españoles disponían ahora de un régimen político
estable y seguro como no lo habían tenido nunca desde la caída del Imperio
despótico-asiático multisecular al que atribuyen sus mayores glorias, y en el
que fundan su mitología nacional: la de la mayor y más devastadora organización
criminal trans-Continental de fanáticos malhechores, asesinos y ladrones de
toda la Historia de la Humanidad.
“En
las condiciones ideales creadas para él por la guerra y la post-guerra, el
General Franco: el más negativo, vulgar, engreído, ignorante, grosero y hortera
de los dictadores militares o fascistas que el mundo ha padecido, pudo creer
que su nivel intelectual y moral – no superior al del último soldado de guardia
– lo cualificaba (con el apoyo de sus servicios culturales militares, civiles y
eclesiásticos) tanto para prohibir, censurar o falsificar la Biblia, ‘Los
Miserables’, ‘El Corsario Negro’, ‘Mogambo’ y ‘Blanca-nieves y los siete
enanitos’, así como para imponer su ‘pensamiento’ y sus normas de conducta a
sus indefensas víctimas, esto es: muchos millones de niños y adultos de todo
sexo y condición. ‘No se sirven obras de Víctor Hugo’, anunciaba el
incorruptible funcionario de la Biblioteca Municipal con toda la superioridad,
dignidad, satisfacción y suficiencia moral y científica que su alto y
uniformado cargo le confería sobre el depravado e iluso aspirante a lector. Los
aficionados a las clasificaciones y jerarquías – por indecentes que éstas sean
– dirán tal vez que el General Franco no ha sido el mayor criminal de la
historia; pero ha sido ciertamente el más destructivo de todo pensamiento libre,
de toda creatividad (incluso fascista), y de toda iniciativa: ya sea política,
artística o científica.
“Los
crímenes del General Franco son tan inolvidables e imperdonables como
innumerables; sin embargo, tal vez el mayor y más nefasto de todos ellos no
esté en la guerra, los asesinatos y otras exacciones individuales y colectivas,
ni en la violencia y el terrorismo de masas propios del imperialismo y el
fascismo, sino en matar de aburrimiento durante cuarenta años, sin remisión ni
esperanza, a los millones de supervivientes que tuvieron la desgracia de caer
bajo las botas del despiadado y sanguinario tirano, y de permanecer enterrados
bajo la losa de mármol de su miserable despotismo. En comparación con él,
Hitler o Mussolini se sitúan – en cuanto a creatividad y amenidad – del lado de
Alejandro, de Calígula o de Lorenzo de Médicis. La dictadura de éstos es la
dictadura del desequilibrio mental; la de Franco y su banda es la dictadura de
la oligofrenia colectiva, la castración mental (y las otras), la destrucción de
la razón, la desaparición del espíritu (que es crítico o no es), y la estupidez
como principio de vida y de conducta. El hecho de que el pueblo español la haya
aguantado durante tantos años y que, en realidad, la siga aguantando bajo las
formas adaptadas de sus sucesores, muestra las consecuencias de siglos de
despotismo y de la formidable paliza de 1936-9. Y el hecho de que – aun en las
condiciones que el despotismo y la ocupación foránea le han impuesto durante
siglos – subsistan todavía en el Pueblo Vasco algunas formas de resistencia y
sentido crítico: por reducidas, primarias e ineptas que ellas sean, muestra el
formidable espíritu de independencia que cientos o miles de años de libertad o
de lucha por la libertad han permitido en alguna medida preservar.
“Por
desgracia, los autores de crímenes de guerra, contra la paz y contra la
humanidad siguen campando por sus respetos, y conservan su escalafón y ventajas
sociales por eminentes servicios rendidos a la Nación: la de ellos. Ellos y sus
familias han conservado y acrecentado las prebendas, los frutos del latrocinio
y los ‘donativos’ institucionales de la era franquista: todos los bienes
muebles e inmuebles requisados, confiscados y expoliados, y disfrutan
plenamente de ellos. Benefician de reconocimientos, funciones, ascensos y
remuneraciones a costa de sus víctimas. Los propios ministros y criaturas de
Franco: cómplices, coautores, signatarios y beneficiarios de todos sus
crímenes, y los esbirros y agentes ideológicos que oficiaron durante la guerra
y la dictadura personal del General Franco en ‘el Estado instrumento
totalitario al servicio de la Patria por el Imperio hacia Dios’, han ocupado un
lugar distinguido entre los artífices de la transición intra-totalitaria,
fundan Partidos y concurren a sus elecciones, desempeñan los más altos cargos,
y conservan sitio y ejercen destacadas funciones en el ‘nuevo’ régimen como
demócratas de siempre; lo que, sin más, ilustra la naturaleza de la
auto-reforma franquista y la diferencia respecto de toda auténtica evolución o revolución
del poder político.
“Esos
ministros, cómplices y continuadores de los crímenes del Dictador: al servicio
del Nacionalismo imperialista español, siguen ejerciendo el poder político e
ideológico, y disponen de los monopolios de difusión de masa para seguir
difamando impunemente a las víctimas del Franquismo. Se llaman a todas horas
‘demócratas no-violentos’, pero son los mismos fascistas de siempre: más
hipócritas y peligrosos todavía que antes. Su presencia en las ‘instituciones’
no las contamina, pues son tan fachas los unos como las otras. Sin embargo, los
sinvergüenzas traidores y/o ineptos cretinos-lunáticos integrantes de la banda
burocrática Pnv-Eta: que desde hace más de cuarenta años están aceptando y
llamando a ‘eso’ democracia (y al imperialismo y al fascismo españoles, ‘Derecha’:
como si la ‘Izquierda’ española no lo fuera igualmente), cuando ven ahora que
el fascismo español de siempre muestra su cara y su realidad repugnantes e intactas
que ellos han estado tapando y colaborando para que el Pueblo Vasco no las
viera, todo lo que hacen frente a ello es seguir falsificando la realidad y
llamándola ‘involución democrática’; una pretendida involución democrática que
sólo podría haberla si previamente hubiera habido una evolución o revolución
democrática, la cual, salvo en sus alucinaciones, en su demencia o en su mala
fe, jamás ha existido. ‘Denunciar’ una inexistente involución democrática es su
miserable ‘justificación’ para eludir su responsabilidad en la situación actual
que únicamente ellos han hecho posible, mientras perversa y obcecadamente
siguen aceptando y colaborando con el régimen imperialista, colonialista, esquilmador
y fascista español impuesto sobre nuestro Pueblo y Estado; un régimen Nacionalista
y cleptocrático de ocupación militar que ellos siguen reconociendo como
legítimo, no-violento y democrático, y participando en sus instituciones y
‘elecciones generales’ totalitarias.
“No más ni mejor crédito que los titulares del régimen reinante merecen los ‘republicanos, anarquistas y comunistas’ españoles, así como los ‘nacionalistas’ periféricos: los institucionalistas moderados y radicales, armados y desarmados que integran la burocracia liquidacionista multi-formato Pnv-Eta; quienes, por adelantado y con ridículas reservas, reconocen el Estado criminal franquista “reformado” por la transición intra-totalitaria como el Estado propio mientras ignoran absolutamente nuestro vigente Estado histórico: el Reino de Nabarra, y a las ‘instituciones’ y fuerzas armadas franquistas de ocupación militar de nuestro Estado como democráticas y no-violentas. Todos ellos pugnan para alcanzar su confianza, reconocimiento, favor y benevolencia, sin los cuales se les acaba la fiesta. A cambio, estos traidores Colaboracionistas y Cómplices autóctonos sólo piden que les dejen colaborar (que es lo único que saben hacer), participar, votar, hacer negocios (que no es lo mismo que negociar políticamente), y cobrar remuneraciones y subvenciones para ellos: es la esencia misma del régimen del Segundo Franquismo que todos ellos sostienen y que los sostiene.” Etc. (Véase el Capítulo VII - Consolidación del Franquismo: la transición intra-totalitaria española (VII).)
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