El centenario de Eusko Ikaskuntza, y la continuidad del imperialismo franco-español sobre el Pueblo Vasco

 (Texto publicado inicialmente el 24-Noviembre-2018.)

 

El centenario de Eusko Ikaskuntza y continuidad del imperialismo sobre el Pueblo Vasco


El 16 de Febrero de 1918, aún en plena Primera Guerra Mundial, los veinte miembros que formaban el Consejo de Lituania (en aquel entonces ocupada por el Imperio Germánico y nominalmente “perteneciente” al Imperio Ruso) acordaron por unanimidad firmar una Resolución – un simple folio – por la que, “basándose en el reconocido derecho de autodeterminación nacional”, proclamaban “la restauración del Estado independiente de Lituania”. En 1569, el Estado del Pueblo Lituano – el Gran Ducado de Lituania – había sido llevado a formar junto con Polonia la “Unión de Lublin”. Con esta “unión”, impulsada por los intereses de la alta nobleza/magnates de Polonia y Lituania (la Szlachta, que había ido consolidándose desde la Unión peresonal de Krewo – 1385 – entre Polonia y Lituania), se creó la llamada “Mancomunidad de las dos Naciones” o “Mancomunidad de Polonia-Lituania”, en la que eran oficiales los idiomas Polaco y Latín pero no el Lituano. Fue aquélla una “unión” que Lituania consideró no fue un beneficio histórico en su existencia como País. Esa Mancomunidad duró hasta el reparto final de Polonia-Lituania, en 1795, entre los Imperios ruso y austriaco, y el llamado “Reino de Prusia”.


Aquellos veinte signatarios procedían del mundo de la cultura, el derecho, el sacerdocio; pertenecían a partidos distintos, y dieciséis de ellos eran hijos de agricultores. Cien años después de aquellos hechos, Lituania sigue siendo un País independiente que, a pesar de enormes dificultades (causadas por el imperialismo de sus vecinos, por cierto), se ha remitido siempre a aquella Resolución de Febrero de 1918 como piedra angular de la restauración de su Estado tras las anexiones germano-nazis y ruso-soviéticas, y su idioma propio es el idioma nacional en uso universal. Es ésta la crónica resumida de la resolución ejemplar del logro de independencia nacional por el Pueblo Lituano.

Por el contrario, tan sólo nueve meses después de aquellos hechos (el tiempo de un embarazo que podía haber sido prometedor): el 24 de Noviembre de 1918, en nuestro País era creada la sociedad Eusko Ikaskuntza por las “Diputaciones Forales” de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nabarra, con la intención declarada de “ser un recurso estable y duradero para desarrollar la cultura euskalduna”. Una aproximación a la respectiva realidad nacional tan abismalmente diferente entre ambas actuaciones: políticamente resuelta y clarividente una; tímida y alicorta la otra, causa estupor y congoja.

Como resultado de ello, cien años después nuestro Estado: el Reino de Nabarra, sigue bajo las Potencias que lo ocupaban; sin Estado propio operativo e independiente, “nuestra cultura euskalduna” sigue bajo la amenaza de asfixia por la “cultura” española y francesa de los criminales, imperialistas y colonialistas Estados ocupantes de España y de Francia; y en la celebración del centenario de Eusko Ikaskuntza, siguen las declaraciones de etéreas buenas intenciones que se resisten a hincar el diente a la realidad, exactamente igual que ocurrió en su fundación. Según dice la prensa hoy que declara el profesor de la Universidad del País Vasco (UPV) Julen Zabalo, participante en los eventos del centenario, “se reconoce, además, que en la tarea de construir el futuro ‘no se parte de nada’, y que el objetivo en todo momento es el desarrollo de un modelo de país”.

En la tarea de construir el futuro “no se parte de nada”, dice. ¿De nada? ¿Ni siquiera de la afirmación del Pueblo Vasco como un Pueblo con derecho de autodeterminación? ¿Ni siquiera de la reivindicación del Estado propio, que continúa vigente a pesar de la ocupación, la colonización, y de una anexión realizada mediante la violencia y por tanto nula e inexistente de pleno derecho? Pero entonces ¿qué necesidad hay de hacer nada, si “no se parte de nada”? Pero además ¿quién dice que “no 'se' parte de nada”? ¡En todo caso es él, porque los ocupantes dicen bien al contrario que hay que partir – y parten y han partido siempre – de la infame “legalidad y legitimidad” de la conquista y la ocupación del Pueblo Vasco y su Estado realizadas mediante agresión y crímenes imprescriptibles! ¡Pero ahora un “profesor” de la UPV parece decirnos que hay que admitir todo ello como “democrático” al afirmar que “no se parte de nada”... excepto de lo que parte el ocupante, que para eso es el ocupante; y en esas condiciones nos habla de “desarrollar un modelo de país”! ¿Pero qué “modelo de país” puede “desarrollarse” ignorando (o tal vez negando) el Estado propio y el derecho originario, fundamental, inherente, imprescriptible, inalienable, incondicional e inmediato de autodeterminación o independencia del Pueblo Vasco, y afirmando por el contrario la legalidad de la conculcación de todo ello realizada mediante imprescriptibles actos criminales? ¿O es que acaso se piensa que es posible resolver tales problemas sociológico-políticos ignorándolos y encadenando frases huecas? ¡”No 'se' parte de nada”!

Debemos temer lo peor si, como resultado de las celebraciones del centenario, el “Libro Blanco” que – según anuncian los actuales continuadores de Eusko Ikaskuntza – van a sacar en primavera sigue “sin partir de nada”. Todo lo que ese “Libro Blanco” pueda decir, sin partir de las simples afirmaciones equivalentes para nosotros y contenidas en el folio de la Resolución de Vilna, a saber: afirmación del imprescriptible y originario derecho de autodeterminación del Pueblo Vasco; y continuidad y actualidad de su Estado: el Reino de Nabarra, seguirá siendo construir un castillo de naipes a base de encadenar frases y más frases huecas llenas de wishful thinking. Al parecer, entre nosotros cien años de retraso no son bastantes para comprender la realidad y las exigencias que ésta impone a un Pueblo dominado.

La comparación de nuestra pretendida “intelligentsia” con los signatarios de la Resolución de Vilna causa consternación. Un pueblo sojuzgado no puede ser libre si su pretendida intelligentsia/clase política está formada por desaprensivos colaboracionistas; o por incompetentes/ignorantes que, incapacitados por su soberbia para un humilde y honesto aprendizaje, evolucionan y se decantan eventualmente como traidores renegados al servicio del ocupante, con todos los inevitables y dolorosos síndromes de (auto)odio y mala conciencia que ello lleva aparejado y que mutuamente se retroalimentan. Para un Pueblo sojuzgado, desembarazarse de esa morralla y arrumbarla en donde no pueda hacer daño es una tarea ineludible de regeneración nacional y democrática.

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