Cuestiones de terminología

(Texto publicado inicialmente en Noviembre-2018)


Cuestiones de terminología

Felipe Campo

 

Las cuestiones terminológicas tienen una importancia capital en la lucha política e ideológica contra el imperialismo. Los términos son las palabras mediante las que se designan los conceptos. Y los monopolios mediáticos deforman constantemente y cada día el significado de los términos – fundamentalmente los políticos – para que éstos convengan a las necesidades ideológicas del régimen establecido. Han creado así una comunidad lingüísticamente condicionada, degenerada, manipulada y mentalmente alienada: presa inerte del poder político totalitario.


Sus agentes han comprendido muy bien que quien gana la batalla de las palabras ha ganado ya la guerra de las ideas. Para ello, han contado y cuentan con la participación incondicional de los agentes de la “oposición institucional vasca armada y desarmada”: la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites, quienes – cuando pueden – van más lejos si cabe que sus amos y maestros en la materia. Basta considerar la evolución reaccionaria del vocabulario político en los últimos cincuenta años de la historia del Pueblo Vasco: la aparición, desaparición y transformación de su terminología propia y precisa en el análisis y la denuncia del imperialismo fascista franco-español, para apreciar la pérdida de los avances logrados en largos años de luchas ideológicas bajo el Franquismo primitivo. Las palabras significan ahora lo que el Nacionalismo-Fascismo-Imperialismo franco-español quiere y necesita que signifiquen.


No es posible superar el imperialismo admitiendo y a partir de los postulados, las categorías mentales, la terminología, la ideología y la moral del imperialismo. Es por tanto vital que tomemos conciencia de este fenómeno, y que adoptemos la actitud adecuada al respecto, a fin de que podamos influir en nuestro entorno e inducir una actuación general más correcta y favorable a los intereses de la democracia, inseparable de nuestra liberación nacional. Nos centraremos en algunas expresiones o palabras, corrientes entre nosotros, que son particularmente perjudiciales para la causa de la libertad.

El Estado

Un ejemplo de todo esto, que ya ha sido expuesto en otras ocasiones, es la aceptación generalizada en nuestro País – a consecuencia de la acción sistemática tanto de locutores de la radio-televisión española que llaman “euskal irrati-telebista”, así como de representantes de los “partidos vascos” – de la locución “el Estado” para referirse al Estado ocupante, tomado con toda “naturalidad” como el Estado propio.


Así, quienes se pretenden representantes de partidos abertzale e incluso abertzale radicales, hablan todo el tiempo de “el Estado” sin más precisión y sin que sientan la necesidad de añadirle no ya la calificación de “ocupante” (lo cual tal vez sería pedirles demasiado) sino simplemente la de “español” o “francés”, como lógicamente deberían hacer. En sus pensamientos y concepciones, la expresión “el Estado” – referida al español o al francés – identifica el Estado propio de forma instintiva, normal y natural, y no pueden ni imaginar que sea necesario añadirle más concreción. Es por ello por lo que dicen que “el Estado es plurinacional”, porque dan por hecho que el Estado de la Nación Vasca es el Estado criminal, imperialista, colonialista y fascista de Francespaña.


Esto es algo absolutamente nefasto. Implica reconocer de jure, al Estado ocupante es decir: como Estado propio, legítimo y democrático, y que no ha existido jamás agresión ni anexión contra el Pueblo Vasco y su Estado e Instituciones propios. Por supuesto, implica también negar la existencia de nuestro Estado propio y tirar a la basura a todos quienes, frente a las agresiones del imperialismo hispano-francés contra el Pueblo Vasco a lo largo de la historia, han dado su vida y patrimonio por la defensa tanto de nuestro Estado histórico y nuestras instituciones nacionales, así como – en último término – del “Gobierno de hecho de Euskadi”, entendidos como las instituciones que protegían y garantizaban la continuidad del Pueblo Vasco como soberano e independiente y en pie de igualdad con todos los Pueblos del mundo. Y significa destruir las bases jurídicas del movimiento de liberación nacional.


En efecto: aspirar bajo esas premisas a la independencia y reunificación del Pueblo Vasco, sería plantear un acto de secesión y ruptura contra los Estados de España y Francia: aceptados de ese modo como legítimos y en los que según eso estaríamos legalmente integrados, cuando son imperialistas y criminales; lo cual es simplemente suicida. Porque, en tales circunstancias, estos Estados, como consecuencia de la propia torpeza e incompetencia de la pretendida “clase política vasca” en el planteamiento del conflicto (según eso interno, y no internacional), tendrían de su parte, además de todo su potencial represivo totalitario contra el “ilegal secesionismo” (en una acción que plantearían como meramente policial y de orden, aplaudida por todo el mundo), todo el apoyo del derecho internacional que estúpidamente les estaríamos regalando, cuando éste en absoluto los protege. Y nosotros tendríamos las máximas dificultades jurídicas internacionales, que están establecidas precisamente para proteger las uniones legítimas frente a los secesionismos agresivos, caprichosos, insolidarios o egoístas (que es como somos descritos), acreedores del descrédito y la antipatía de todo el mundo.


Es decir, todo ello significa que voluntariamente aceptamos presentar un mundo al revés en nuestra contra, cuando la situación es justo la inversa. Efectivamente, no sólo tenemos nuestro Estado propio: el cual ha sido criminal e ilegalmente anexado por esas dos Potencias ocupantes como consecuencia de actos de agresión – nulos de pleno derecho – contra nuestro Pueblo y su derecho de autodeterminación, sino que además el derecho internacional establece que las pretendidas “uniones/unidades” imperialistas, realizadas mediante agresión, son inexistentes puesto que los Estados y Territorios No-Auto-Gobernados anexados por el imperialismo no forman parte del Estado ocupante:

La Asamblea General, [...], Convencida de que la sujeción de los pueblos a sojuzgamiento, dominación y explotación extranjeros constituye uno de los mayores obstáculos al fomento de la paz y la seguridad internacionales, Convencida de que el principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos constituye una importante contribución al Derecho Internacional contemporáneo, y de que su aplicación efectiva es de suprema importancia para fomentar entre los Estados las relaciones de amistad basadas en el respeto del principio de la igualdad soberana, [...], 1. Solemnemente proclama los principios siguientes: [...].

“Una guerra de agresión constituye un crimen contra la paz, que, con arreglo al Derecho Internacional, entraña responsabilidad. [...].

“[...] No se reconocerá como legal ninguna adquisición territorial derivada de la amenaza o el uso de la fuerza. [...].

“El territorio de una colonia u otro Territorio-No-Autogobernado tiene, bajo la Carta, un estatuto jurídico separado y distinto de el del territorio del Estado que lo administra; y ese estatuto jurídico separado y distinto conforme a la Carta existirá hasta que el pueblo de la colonia o el Territorio No-Auto-gobernado hayan ejercido su derecho de autodeterminación de conformidad con la Carta y, en particular, con sus propósitos y principios.

“Ninguna de las disposiciones de los párrafos precedentes se entenderá en el sentido de que autoriza o fomenta acción alguna encaminada a desmembrar o perjudicar, total o parcialmente, la integridad territorial o la unidad política de Estados soberanos e independientes que se conducen ellos mismos en conformidad con el principio de igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos antes descrito.” Etc. (Resolución 2625 [1970] de la Asamblea General de las NU.)


Es decir, queda perfectamente claro que el “Derecho Internacional contemporáneo” formulado por las NU condena la agresión y protege a los “Estados soberanos e independientes que se conducen ellos mismos en conformidad con el principio de igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos”; lo cual excluye absolutamente a los Estados imperialistas, fundados no en conformidad sino en absoluta violación de esos principios. De este modo, teniendo unas circunstancias que nos posibilitan la presentación de un conflicto internacional en el que toda la teoría y la aplicación del Derecho Internacional están a nuestro favor, debido a la incompetencia política reinante nos lo ponemos todo en nuestra contra al aceptar los Estados ocupantes como Estados propios, y la “unión” imperialista dentro de ellos como algo real e incluso legal, en vez de negar que hayamos estado jamás integrados en ellos y afirmar la permanente continuidad de nuestro único Estado: el Reino de Nabarra.


Por eso mismo, el término “desconexión” (o similar, que se opone a la hitleriana idea de Conexión/Anschluss) es totalmente improcedente y perjudicial: nadie puede “desconectar” de donde jamás ha estado conectado; no es “desconectar” librarse de las garras que han estado y están asfixiando a alguien, es librarse de una criminal agresión. La aplicación de la semiótica, o la fantasía y la “creatividad” en la comunicación, son recursos adecuados en determinados ámbitos de actividad, y por supuesto nada desaconseja que puedan ser explorados e incorporados en nuestra lucha allí donde puedan ser útiles; pero de ningún modo pueden interferir si de lo que se trata es de abandonar y substituir los términos consagrados para nombrar los conceptos fundamentales del derecho internacional, cambiándolos por otros que erróneamente se suponen “más ocurrentes” o “más bonitos”.


Bajo el imperialismo no hay “desconexión” ni “derecho a decidir”: hay derecho de autodeterminación o independencia de los Pueblos sojuzgados. No hay ni puede haber “separación” ni “separatismo”: hay ocupación militar de un Estado que siempre ha estado legalmente separado y que es distintodel ocupante; y, por tanto, lo que debe haber es exigencia de evacuación incondicional e inmediata de las fuerzas de ocupación como condición previa para el ejercicio del derecho de autodeterminación. Es el imperialismo-separatismo de España y Francia el que separa y divide por la mitad a nuestro Pueblo con una frontera artificial establecida por su agresión contra el Pueblo Vasco y anexión de su Estado, el Reino de Nabarra.


El “protocolo” al respecto, si tenemos que referirnos a los Estados ocupantes, es que lo hagamos siempre con su denominación completa de nombre y apellido: “el Estado español” o “el Estado francés”, o con la denominación “el Estado ocupante” o simplemente “el ocupante” (como dice una joven y valiente resistente palestina a quien recientemente entrevistaban en los periódicos “abertzales”, pero cuyas afirmaciones sobre este asunto ellos no imitan, ni siquiera cuando ven su claridad de conceptos al afirmar que “Todo el mundo sabe que bajo la ocupación no hay justicia”); pero jamás con la designación de “el Estado”. Esto es básico.

Norte-Sur, Iparralde-Hegoalde


Todas las denominaciones que impliquen una concepción hispano-céntrica o franco-céntrica deben ser positivamente abandonadas, por ejemplo: “el Norte”, que para la visión desde París sería “el Sur”: “Tú al Norte y yo al Sur.” Nosotros, como hace cualquier otro País, no somos el Norte ni el Sur: somos el Centro. Son los demás los que están a nuestro Norte (Occitania), a nuestro Sur (España o como quieran llamarla), al Este y al Oeste. Y las expresiones euskéricas equivalentes, a saber: “Iparralde/Hegoalde”, aunque en su origen fueran creadas para evitar decir Francia y España, son también franco/hispano-céntricas (aparte de ser geográfica, climática e hidrográficamente inexactas ya que una amplia zona de “Hegoalde” pertenece según esas consideraciones a nuestro intra-norte), puesto que conceptualmente toman como punto de referencia la frontera franco-española que divide internamente a nuestro País en dos. Una frontera que, aunque obviamente no la reconocemos, sin embargo con el uso de esas denominaciones la admitimos y convertimos en algo interiorizado y normalizado en nuestra vida diaria: “el lado norte de la frontera/el lado sur de la frontera”; unas expresiones que naturalmente no deberíamos utilizar.


Como en el ejemplo de la mencionada resistente palestina, la palabra “ocupación” es la clave, y el abandono de su uso (ni siquiera aunque fuera por miedo; menos aún por dejadez y pereza mental, lo cual es vergonzoso) es inaceptable y se inscribe en la lógica de la doble integración totalitaria a la que nuestro Pueblo está sometido, y que para empezar debemos combatir desde el lenguaje. Zona o Territorios bajo ocupación española, o bajo ocupación francesa, deberían ser adoptados con naturalidad en substitución de Hegoalde/Iparralde.

Esto puede suponer alguna incomodidad, porque luchar contra el imperialismo ciertamente no simplifica la vida; pero la tendencia a la “comodidad” en el habla, y a usar los clichés establecidos, favorece la aceptación de la situación creada por el imperialismo como algo “natural” y “normal”, y debemos ser conscientes de que por ahí no ganamos sino que perdemos. Así pues, debemos estar dispuestos a asumir esa leve incomodidad, porque de lo que se trata es de terminar con el imperialismo para que nuestros descendientes puedan tener comodidad en el habla sin tener también imperialismo. Y – según la línea de razonamiento que motiva este trabajo – terminar con el imperialismo implica que en la lucha contra él debemos incorporar la utilización correcta de la terminología, aunque ello implique cierta molestia. Bien entendido: la incomodidad no es un objetivo nuestro ni algo que deseemos sino algo que nos viene impuesto por efecto del imperialismo. Como ya se ha indicado, en lo posible debemos tratar de evitar “creativamente” esa eventual incomodidad; pero no a costa de aceptar la terminología creada por o que favorece al imperialismo.

Centralismo


Los términos “centralismo/centralista” son también hispano/franco-céntricos, y por si eso fuera poco están además destinados de forma fundamental a ocultar la realidad del imperialismo, y a evitar su denuncia que resulta de utilizar los términos “imperialismo/imperialista”; por tanto, el régimen favorece/sugiere su substitución por los primeros, políticamente inocuos. Pero, como es evidente, la evitación/ocultación del término “imperialismo” y sus asociados, y por ende del concepto y la realidad que esos términos designan, sólo puede ser beneficioso para el propio imperialismo.


El hecho de que esos términos puedan resultar violentos para determinadas personas del Pueblo sometido, hasta el extremo de que para ellas se hayan convertido y sean vistos como términos-tabú, es el efecto perverso de la represión, la censura, el masoquismo, el auto-engaño y la auto-censura en una población que – como se ha expuesto en el primer párrafo de este trabajo – está fragilizada y alienada por el imperialismo. Según esa actitud (por otra parte infantil), si el mal no se nombra, no existe; y si conseguimos olvidarnos de que existe, viviremos mejor. De hecho, en la alegoría de la caverna de Platón sus habitantes acaban matando a quien trata de explicarles que allí dentro viven en una fantasmagoría, y cómo son las cosas en la realidad del mundo exterior. Como es evidente, ningún auto-engaño es compatible con un proceso anti-imperialista de liberación nacional, que requiere plena lucidez y evaluación exacta de la realidad.


Por lo que respecta al concepto propio de “centralismo”, éste se refiere a una cuestión de organización interna de un País (o de un Partido) que no necesariamente implica falta de democracia y que no es incompatible con la democracia. Un País podrá tener una estructura interna centralista, y no por ello oprimirá necesariamente a sus ciudadanos. El hecho de que el centralismo sea más o menos aconsejable en términos de eficacia general (que seguramente no lo es) para estructurar una sociedad moderna, democrática y avanzada, eso es otra cuestión que nada tiene que ver con el imperialismo. El imperialismo consiste en la dominación/explotación de un País por otro; lo cual determina un conflicto internacional(no interno) que es absolutamente incompatible con la democracia. Llamar centralista a un País o a un agente imperialista es edulcorar radicalmente la realidad, es falsificarla por completo en beneficio del imperialismo. Esa forma de actuar tiene una lógica interna perfectamente clara, pero no es la lógica del oprimido sino la del opresor.

Unionismo


Lo mismo puede decirse de “unionismo/unionista”, en cuanto que son términos cuya función entre nosotrosconsiste, una vez más, en la substitución/ocultación de la realidad del imperialismo: innombrable para el poder establecido. Es preciso resaltar que en el caso de España esos términos son particularmente falsos y absurdos puesto que, a diferencia por ejemplo del Reino Unido de Gran Bretaña (formado oficial y formalmente por la unión de los Reinos de Escocia e Inglaterra, que no se niegan sino que se reafirman), o incluso de Francia y su ilegal “Edicto de Unión” de 1620: impuesto a la fuerza sobre el Reino de Nabarra para dar lugar al Royaume de France et de Navarre, en España jamás ha habido proclamación oficial ni oficiosa de “reino unido”.


En España lo que ha habido ha sido un imperialismo absoluto: los reinos no-hispanos fueron liquidados por la violencia criminal (Reino de Granada, 1492; Reino de Nabarra, 1512) e “incorporados” en la Corona de Castilla sin el menor proceso legal, eso es todo. En cuanto a los Estados hispanos constituyentes de la Corona de Aragón: inicialmente formante desde 1479 – junto con la Corona de Castilla – de la Monarquía compuesta Hispánica, fueron también liquidados a principios del Siglo XVIII y declarados parte de España sin proceso formal alguno. El unionismo será en todo caso algo que puede ocurrir en Gran Bretaña; pero en España no hay “unionismo”, lo que hay es imperialismo absoluto. Como ocurre también con el término “centralismo”, la llamada “izquierda abertzale” se distingue particularmente por su contumaz y perversa utilización – si no introducción – entre nosotros del término “unionismo”, a fin de evitar y hacer desaparecer toda referencia al imperialismo español.

Discriminación


Aparte del contenido que tienen los conceptos (comprensión-extensión, según la lógica formal), los términos que los expresan incorporan también otros elementos externos como son las connotaciones: positivas o negativas, que han de ser cuidadosamente consideradas a la hora de utilizar un determinado término. No es infrecuente que una connotación determinada tenga por único fundamento una distorsión de la correcta comprensión del concepto. Por ejemplo, “discriminación” es un término que la propaganda del imperialismo ha asociado con una clara connotación negativa, al objeto de atacar cualquier resistencia que encuentra a su penetración en los Países que intenta sojuzgar. De esta forma denuncia la “discriminación” que supuestamente padecerían los Españoles – o los Franceses – en los Países que éstos ocupan, cuando en realidad ellos son colonos (no emigrantes) que se han instalado bajo la protección de su ejército de ocupación en los Países a los que esos Estados imperialistas han sometido e intentan hacer desaparecer.


Lo que este truco oculta es que no hay discriminación cuando no se atacan los derechos humanos fundamentales, y la percepción natural y espontánea de la gente normal así lo entiende sin problemas: nadie se siente discriminado al no ser admitido en un club del que no es socio; nadie pretende estar discriminado por no poder entrar libremente en la casa de otra persona. Es sólo la intoxicación ideológica del imperialismo, realizada mediante sus monopolios y campañas mediáticos, la que emponzoña las mentes de sus pacientes (e incluso las de sus mismos agentes) haciéndoles ver y sentir “discriminación” donde no la hay. Porque, como se ha dicho, sólo hay discriminación culpable cuando se vulneran derechos fundamentales.


Pero es que, además, el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos es el primero de los derechos humanos fundamentales y la condición previa de todos ellos, según se reconoce desde la Resolución 637 (1952) en adelante; de lo que se deriva que el derecho de autodeterminación de los Pueblos preside, subordina y condiciona todos los demás. Por tanto, la defensa de la Autodeterminación, es decir: de la Independencia y las características nacionales de un País dominado bajo el imperialismo, hace retroceder cualquier pretendido derecho de los colonos y los ocupantes en contra del País ocupado; “derecho” de éstos que es totalmente inexistente y que en consecuencia no pueden invocar, como tampoco padecen “discriminación” alguna. Así como el derecho fundamental de legítima defensa – individual o colectiva – se antepone al derecho a la vida de un agresor, si ello es necesario para proteger la vida e integridad propia, de la familia o del País, del mismo modo el derecho de autodeterminación o independencia de los Pueblos sojuzgados subordina los pretendidos “derechos” de quienes atentan contra el País ocupado.


En cuanto tales, los imperialistas y colonialistas no tienen ni pueden invocar derechos políticos en el País ocupado, ni padecen ni pueden denunciar discriminación alguna. La afirmación tantas veces escuchada en este País, en el sentido de que los ocupantes tienen derecho a mantener sus posiciones imperialistas (“Y yo, como creo en la libertad de opinión, exhibición y tránsito, considero que tienen derecho a hacerlo”, a saber: invadir Alsasua para afirmar que ese Pueblo y Navarra son España, según manifestaba un periodista de este País en el convencimiento de expresar una verdad absoluta), todo eso es pura demencia, ignorancia y embrutecimiento intelectual inducidos por la alienación y el lavado de cerebro.


Es únicamente el imperialismo el que no sólo discrimina sino que ataca criminalmente los derechos humanos fundamentales de los Pueblos que intenta someter a dominación y liquidación, negándoles su derecho de autodeterminación o independencia. La existencia de Españoles y Franceses, y de su idioma respectivo, no está discriminada ni mucho menos amenazada en su propio País; en cambio, la existencia del Pueblo Vasco y de su idioma en el suyo propio, sí lo está. Los Españoles (o los Franceses) que hipócrita o demencialmente se dicen “discriminados” tienen un ejército de ocupación metido en nuestro País, lo cual les permite venir a él a ocupar pueblos e insultar a sus habitantes como van a hacer el domingo próximo en Alsasua. Lo mismo podían hacer en los Países Bajos, Cuba o Argelia, que para ellos eran España o Francia; pero ya no pueden hacerlo: sólo pueden ir allí como turistas. La retirada incondicional e inmediata de esas fuerzas de ocupación es la primera condición para el ejercicio del imprescriptible derecho de autodeterminación.

Víctimas


Aunque parezca increíble, otro término fuertemente manipulado por el imperialismo – al objeto de utilizarlo en su favor – es el de “víctimas del terrorismo”. Sin embargo, la realidad es que a lo largo de toda una secular historia de agresión criminal y terrorista, sufrida como resultado del imperialismo de nuestros vecinos contra nuestro Pueblo y sus Estados: Ducado de Vasconia y Reino de Pamplona/Nabarra, es nuestro Pueblo el que ha pagado una incontable cuota de víctimas que han perdido la vida y los bienes a manos de los agresores: Españoles y Franceses, tratando de impedir el criminal empeño de esas naciones por hacernos desaparecer y asentarse sobre nuestros Territorios, como finalmente consiguieron hacer, invadiendo y anexionándose el Reino de Nabarra y ocupando totalmente nuestro País. (Esta historia de agresión está documentada al menos desde la destrucción de Iruinea y las matanzas de sus habitantes por los ejércitos de los Francos, lo cual provocó las posteriores batallas de Orreaga-Errozabal en el siglo VIII; después no ha cesado nunca y llega hasta el día de hoy.)


Son éstas unas víctimas que han resultado de agresiones realizadas siempre por esos pueblos contra el nuestro y sobre sus Territorios, porque lo contrario no ha ocurrido nunca: las batallas que hemos tenido que mantener contra ellos han ocurrido siempre por defender nuestros Territorios de sus invasiones. No hablamos de un pasado olvidado e irrelevante; hablamos de una realidad permanente cuyas consecuencias condicionan y llegan a la actualidad, o de lo contrario no estaríamos escribiendo esto en Español (o eventualmente en Francés). Evaluar el número de esas víctimas es una tarea que excede cualquier estimación, pero jamás las olvidaremos: ellas son LAS ÚNICAS VÍCTIMAS de la violencia y el terrorismo en nuestro País.


La violencia criminal de las agresiones del imperialismo (en nuestro caso, del imperialismo hispano-francés) es la causa primera, eficiente y responsable de todos los males que resultan como consecuencia de esa agresión. Esos agresores son por supuesto responsables de los males que sufren las víctimas de la agresión, pero también de los que como efecto de la contienda se derivan para los propios agresores, que no son víctimas en absoluto.


Efectivamente, la agresión establece de forma inmediata al agredido como titular del derecho fundamental e inherente de legítima defensa, anexo al derecho de autodeterminación. Por tanto, cuando el Movimiento de Resistencia Nacional de un Pueblo agredido y eventualmente sojuzgado ejerce su derecho de legítima defensa contra el régimen imperialista de ocupación militar, afirmar que éste puede presentar las bajas de sus agentes militares, policiales o coloniales como “víctimas” es simplemente ridículo. Como es natural, el Pueblo agredido puede ejercer la legítima defensa “por todos los medios posibles, incluida la lucha armada”; y “por todos los medios a su alcance, especialmente la lucha armada”; algo que ha sido profusamente reconocido en las Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGAR):

La Asamblea GeneralFiel a su resolución 1514 (XV) de 14 Diciembre 1960, en la que figura la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales, Consciente de la importancia de la realización universal del derecho de los pueblos a la libre determinación y de la rápida concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, [...], Preocupada por la continua represión y el trato inhumano infligidos a los pueblos que se encuentran todavía bajo dominación colonial y extranjera y sojuzgamiento foránea, incluido el trato inhumano de las personas encarceladas a causa de su lucha por la libre determinación, Reconociendo la necesidad imperiosa de poner un rápido final al régimen colonial, a la dominación extranjera y a la sojuzgamiento foránea, 1. Reafirma el derecho inalienable de todos los pueblos que se encuentran bajo dominación colonial y extranjera y sojuzgamiento foránea a la libre determinación, libertad e independencia de conformidad con las resoluciones de la Asamblea General 1514 (XV) de 14 Diciembre 1960, 2649 (XXV) de 30 Noviembre 1970, y 2787 (XXVI) de 6 Diciembre 1971; 2. Reafirma igualmente la legitimidad de la lucha de los pueblos por librarse de la dominación colonial extranjera y de la sojuzgamiento foránea por todos los medios posibles, incluida la lucha armada; 3. Insta a todos los Estados a que, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas, reconozcan el derecho de todos los pueblos a la libre determinación e independencia, y ofrezcan ayuda moral, material y de otra índole a todos los pueblos que luchan por el pleno ejercicio de su derecho inalienable a la libre determinación e independencia; [...]; 6. Condena a todos los Gobiernos que no reconocen el derecho a la libre determinación e independencia de los pueblos,” etc. [UNGAR 3070 (1973)]



En la resolución sobre los “Principios básicos del estatuto legal de los combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y los regímenes racistas”:

La Asamblea General,[...] Reafirmando que la continuación del colonialismo en todas sus formas y manifestaciones, como se señaló en la resolución 2621 (XXV) de 12 Octubre 1970 de la Asamblea General, es un crimen y que los pueblos coloniales tienen el derecho inherente a luchar con todos los medios necesarios a su alcance contra las Potencias coloniales y la dominación foránea en el ejercicio de su derecho a la libre determinación reconocido en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional referentes a las Relaciones Amistosas y a la Co-operación entre los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas [18 Resolución 2625 (XXV), anexo.], [...], Recordando las numerosas exhortaciones de la Asamblea General a las Potencias coloniales y a las que ocupan territorios extranjeros, así como a los regímenes racistas, contenidas, inter aliaen las resoluciones 2383 (XXIII) de 7 Noviembre 1968, 2508 (XXIV) de 21 Noviembre 1969, 2547 (XXIV) de 11 Diciembre 1969, 2652 (XXV) de 3 Diciembre 1970, 2678 (XXV) de 9 Diciembre 1970, 2707 (XXV) de 14 Diciembre 1970, 2795 (XXVI) y 2796 (XXVI) de 10 Diciembre 1971, y 2871 (XXVI) de 20 Diciembre 1971, para asegurar la aplicación a los combatientes que luchan por la libertad y la autodeterminación de las disposiciones de la Convención de Ginebra relativa al Trato de los Prisioneros de Guerra, de 12 Agosto 1949, y la Convención de Ginebra relativa a la protección de las Personas Civiles en Tiempo de Guerra, de 12 Agosto 1949, [...], Notando que el trato a los combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas, cuando son hechos prisioneros, sigue siendo inhumano, Recordando sus resoluciones 2674 (XXV) de 9 Diciembre 1970 y 2852 (XXVI) de 20 Diciembre 1971, en las que señaló la necesidad de elaborar instrumentos y normas internacionales adicionales que previeran, inter alia, el aumento de la protección a los combatientes que luchan por la libertad contra la dominación colonial y foránea y los regímenes racistas, Proclama solemnemente los siguientes principios básicos del status jurídico de los combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas, sin perjuicio de su elaboración más detallada en el futuro en el marco del desarrollo del derecho internacional aplicable a la protección de los derechos humanos en los conflictos armados: 1. La lucha de los Pueblos sometidos a la dominación colonial y foránea y a regímenes racistas por la aplicación de su derecho a la libre determinación y a la independencia es legítima y está plenamente de acuerdo con los principios del derecho internacional. 2. Toda tentativa de reprimir la lucha contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas es incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional referentes a las Relaciones Amistosas y a la Cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales [21 Resolución 1514 (XV)], y constituye una amenaza contra la paz y la seguridad internacionales. 3. Los conflictos armados que entraña la lucha de los pueblos contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas se deben considerar conflictos armados internacionales con arreglo a las Convenciones de Ginebra de 1949, y el estatuto jurídico que en esas Convenciones y otros instrumentos internacionales se prevé ha de aplicarse a los combatientes se debe aplicar a las personas que participan en la lucha armada contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas. 4. A los combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas que sean hechos prisioneros se les otorgará el estatuto de prisioneros de guerra y el trato que se le dé deberá estar de acuerdo con las disposiciones de la Convención de Ginebra relativa al Trato de los Prisioneros de Guerra, de 12 Agosto 1949. 5. El uso de mercenarios por los regímenes coloniales y racistas contra los movimientos de liberación nacional que luchan por su libertad e independencia y para sacudirse el yugo del colonialismo y la dominación foránea se considera un acto criminal y en consecuencia los mercenarios deben ser castigados como criminales. 6. La violación del estatuto jurídico de los combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas en el curso de conflictos armados entraña plena responsabilidad de conformidad con las normas del derecho internacional.” [UNGAR 3103 (1973)]


Igualmente:

La Asamblea General, [...] 1. Insta a todos los Estados a cumplir plena y fielmente la resoluciones de las Naciones Unidas relativas al ejercicio del derecho a la libre determinación por los pueblos bajo dominación colonial y extranjera; 2. Reafirma la legitimidad de la lucha de los Pueblos por la independencia, la integridad territorial, la unidad nacional y la liberación de la dominación colonial y extranjera y de la ocupación foránea por todos los medios a su alcance, especialmente la lucha armada;” etc. [UNGAR 33/24 (1978)]

La Asamblea General, [...], Reafirmando la importancia de la realización universal del derecho de los pueblos a la autodeterminación, a la soberanía nacional y a la integridad territorial, y de la rápida concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, como condiciones indispensables para el pleno disfrute de todos los derechos humanos, [...], Reafirmando la obligación de todos los Estados Miembros de acatar los principios de la Carta de las Naciones Unidas y las resoluciones de las Naciones Unidas con respecto al ejercicio del derecho a la autodeterminación por los pueblos bajo dominación colonial y extranjera, [...], 1. Insta a todos los Estados a cumplir plena y fielmente las resoluciones de la Naciones Unidas relativas al ejercicio del derecho a la autodeterminación por los pueblos bajo dominación colonial y extranjera; 2. Reafirmala legitimidad de la lucha de los pueblos por la independencia, la integridad territorial, la unidad nacional y la liberación de la dominación colonial y extranjera y de la ocupación foránea por todos los medios a su alcance, incluida la lucha armada; [...]; 7. Reafirma que la práctica de usar mercenarios contra los movimientos de liberación nacional y los Estados soberanos constituye un acto criminal y que los propios mercenarios son criminales, y pide a los gobiernos de todos los países que adopten leyes en las que se declaren delitos punibles el reclutamiento, la financiación, el adiestramiento y el tránsito de mercenarios en sus territorios, y se prohíba a sus nacionales prestar servicios como mercenarios, y que informen de estas leyes al Secretario General; [...]; 14. Exige la liberación inmediata e incondicional de todas las personas detenidas o encarceladas como resultado de su lucha por la autodeterminación y la independencia, el pleno respeto para sus derechos individuales fundamentales y la observancia del artículo 5 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, [Resolución 217 A (III)] según el cual nadie debe ser sometido a torturas ni a tratamientos crueles, inhumanos o degradantes;” [UNGAR 35/35 (1980)]


Reconociendo la necesidad imperiosa de poner un rápido final al régimen colonial, a la dominación extranjera y a la sojuzgamiento foránea”; “Reafirmando que la continuación del colonialismo en todas sus formas y manifestaciones [...] es un crimen y que los pueblos coloniales tienen el derecho inherente a luchar con todos los medios necesarios a su alcance contra las Potencias coloniales y la dominación foránea en el ejercicio de su derecho a la libre determinación reconocido en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional”; “Condena a todos los Gobiernos que no reconocen el derecho a la libre determinación e independencia de los pueblos”; “Exige la liberación inmediata e incondicional de todas las personas detenidas o encarceladas como resultado de su lucha por la autodeterminación y la independencia, el pleno respeto para sus derechos individuales fundamentales y la observancia del artículo 5 de la Declaración Universal de Derechos Humanos” etc. etc. Son afirmaciones constantes e inequívocas de la Asamblea General de las NU, mientras una y otra vez reconoce y reafirma que la lucha de los Pueblos sometidos bajo dominación foránea para alcanzar su autodeterminación e independencia es legítima y conforme a la Carta. ¿Hay algo en todo esto que no esté claro como el agua clara?


Por lo tanto, los agentes al servicio del imperialismo y el colonialismo: militares, policías, jueces, funcionarios etc. que eventualmente resultan muertos o heridos por “los movimientos de liberación nacional que, por todos los medios posibles o a su alcance, incluida, especialmente o en particular, la lucha armada, luchan por su libertad e independencia y para sacudirse el yugo del colonialismo y la dominación foránea” (que son las fórmulas empleadas al respecto en las resoluciones y el derecho internacional de las NU), no son víctimas de nada ni tienen derecho a nada. Muy al contrario, son criminales internacionales: responsables, encubridores, defensores y/o beneficiarios de crímenes continuados e imprescriptibles de guerra, contra la paz y contra la humanidad. Unos crímenes que al menos desde hace doce siglos vienen cometiéndose contra nuestro Pueblo y su Estado para imponer sobre ellos el régimen imperialista y colonialista español y francés, al que esos agentes y sus cómplices indígenas llaman como mínimo desde hace cuarenta años “democracia”. Pero no hay posibilidad de libertad y democracia auténticas que se funden en la vigencia, la ignorancia, el olvido y el perdón de los crímenes del imperialismo y el fascismo.


Y sin embargo, debemos soportar que agentes indígenas: desvergonzados incompetentes o vendidos impostores, actuando al servicio del imperialismo español desde lo que llaman “gobierno e instituciones vascos” y “secretaría general de derechos humanos, convivencia y cooperación” etc., intoxiquen y demoralicen masiva y diariamente al Pueblo Vasco, transmitiendo sin descanso la falsificación y el engaño sobre todas estas cuestiones mediante la cobertura que les dan los monopolios mediáticos anexos al monopolio de la violencia del régimen fascista e imperialista establecido. Así, estos charlatanes hablan sin parar de la necesidad de “deslegitimar la violencia” (que para ellos es siempre la del Pueblo agredido a quien niegan su derecho de legítima defensa, y no la violencia del agresor a quien jamás condenan), y del “derecho a la vida”: la de los agresores, por supuesto. La única violencia que para estos desaprensivos no debe ser y no es deslegitimada, porque viene ejerciéndose sobre nuestro Pueblo sin interrupción desde hace doce siglos con las bendiciones eclesiásticas, y el único derecho a la vida que ellos defienden, son los de los imperialistas y fascistas.


Pero como todo el mundo puede comprender, el “derecho a la vida” no es un derecho absoluto, puesto que retrocede ante el superior derecho de legítima defensa, cuando la vida o integridad propia o de otros está amenazada por una agresión: individual o colectiva, como ocurre en una guerra de agresión; por no hablar de los Estados que mantienen la pena capital para determinados delitos. En cambio, el derecho de independencia o autodeterminación de todos los Pueblos, así como su corolario el derecho de legítima defensa frente a la agresión, son derechos fundamentales y absolutos, no condicionados a ningún otro, y son además la condición previa de todos los demás.


Por tanto, la violencia de la defensa es lícita y no puede ser deslegitimada, puesto que por desgracia es el único medio para repeler la violencia criminal de una agresión y posterior dominación imperialista, que es la única violencia ilegal e ilícita y origen de crímenes continuados e imprescriptibles. Todo el mundo sabe que esto es así, y sólo un lunático puede afirmar lo contrario, puesto que eso sería tanto como entregarse inerme a la violencia criminal de la tiranía. Es así como, fundados en estos principios, los Estados no han renunciado a ir a la guerra y asumir daños terribles y millones de víctimas, al ser la única forma de hacer frente al totalitarismo Nazi en la última guerra mundial; por no hablar de las guerras de independencia de Países en todo el mundo.


Sin embargo, está claro que los traidores que forman la pretendida “clase política vasca” no toman en serio y que en realidad desprecian al Pueblo Vasco y su Estado; es así como niegan la aplicación de todos los principios y derechos internacionales, nacionales y estatales que valen para los demás: una repugnante tarea en la que estos hipócritas buscavidas han encontrado su forma de vivir y prosperar a costa de engañar y demoralizar el País que dicen representar y defender; un País y un Pueblo que intentan admita su propia humillación y sometimiento.


Naturalmente, no estamos manteniendo que la insurrección armada es un procedimiento obligatorio para la liberación de un País sometido por el imperialismo, afirmamos simplemente que es legítimo; y que, cuando los Pueblos sojuzgados actúan en su propia defensa y en resistencia contra la agresión imperialista, para lo cual tienen pleno derecho, la determinación de los medios de lucha es para ellos una cuestión de estrategia, no de moral.


Por ejemplo, nosotros hemos mantenido siempre que, dadas las características de nuestra situación, la “insurrección armada” y el “activismo militar” (tal como ellos lo denominaban, o sea: el “terrorismo” individual) preconizados por el grupo Eta constituían un error y un desastre estratégicos que llevaban a la ruina al Movimiento Vasco de Liberación Nacional, mientras favorecían el reforzamiento del fascismo y la represión contra nuestro Pueblo presentado como defensor del “terrorismo”, que es exactamente lo que consiguieron; sobre todo tras haber reconocido la burocracia del Eta al régimen fascista como democrático desde su participación en las “elecciones generales” de 1979 a través de su “marca” Herri Batasuna. Se trataba de una crítica que, fundada en razones de estrategia y siendo a todas luces acertada, sin embargo nos acarreó el ataque de ese grupo de ensoberbecidos sectarios y fanáticos “mesías”.


Ahora bien, cuando la borrachera y el delirio pasaron, y quienes antes habían aplaudido a ese grupo pasaron a engrosar las “manifestaciones conjuntas en contra del terrorismo de Eta” junto a los partidos del régimen, y a exigir el “reconocimiento del injusto daño causado a las víctimas del terrorismo” (el de Eta, no el Terrorismo de Estado de Francespaña), nosotros jamás tomamos parte en ellas y, como siempre, seguimos denunciando el único terrorismo existente: el Terrorismo de Estado de los regímenes español y francés, imperialistas y fascistas, responsables de interminables crímenes imprescriptibles y de haber causado incontables víctimas contra el Pueblo Vasco en su permanente empeño por destruir su Estado y liquidarlo como Pueblo.


En otras palabras: nos hemos opuesto siempre al “activismo” infrastratégico del Eta por los motivos expuestos; sin olvidar que, como se ha indicado, en 1979 se unieron a la burocracia Pnv en su reconocimiento del régimen fascista como legítimo, no-violento y democrático: posición conjunta que – compartida por sus diversos grupúsculos de matriz única – llega hasta el día de hoy y que es la causa por las que los tomamos como lo que son: los partidos que sostienen régimen imperialista español en este País. Pero lo que no hemos hecho nunca ni jamás haremos es admitir que ni el Eta ni el Pueblo Vasco hayan causado “víctima” alguna ni “daño injusto” alguno como consecuencia de su oposición al imperialismo hispano-francés: criminal agresor del Pueblo Vasco y ocupante de su Estado el Reino de Nabarra.


Obviamente – y así está reconocido en las citadas resoluciones de la ONU – los agentes militares-policiales-coloniales del imperialismo franco-español implicados en la agresión y colonización de nuestro Estado son delincuentes internacionales al servicio de una empresa criminal, y si son alcanzados por las acciones de su Movimiento de Liberación Nacional no son víctimas de nada. Las personas ajenas a la agresión que puedan ser también alcanzadas son víctimas, pero lo son del imperialismo, no de quienes – acertada o desacertadamente, eso es otra cuestión – luchan contra el imperialismo. Una vez más: la agresión imperialista es la única causa primera, eficiente y responsable de todos los males; de los directos y también de los indirectos que puedan resultar como consecuencia de respuestas que – tanto si son acertadas como desacertadas – están motivadas en rechazo de la agresión imperialista.


El imperialismo es el mal absoluto, y puede ser lícitamente combatido por todos los medios disponibles los cuales podrán tal vez no ser los más acertados; pero, incluso si son desacertados, la responsabilidad por los daños innecesarios o equivocados causados por quien trata de librarse de la agresión es exclusivamente de quien causó la agresión y dio lugar a tener que combatirla, no de quien – eventualmente con mayor o menor inteligencia y acierto, y a veces perdiendo su propia vida – la combate. Como acertadamente establece el adagio: “Quien es causa de la causa, es causa del mal causado”.


Afirmar lo contrario es demencial. Por ejemplo, en la Batalla de Normandía los Aliados Anglo-Americanos causaron muchísimas muertes entre la población civil debido a los bombardeos y ataques a las ciudades y pueblos ocupados por la Wehrmacht: se estiman en unos veinte mil los muertos y muchísimos más sufrieron heridas de gravedad; en cuanto a los daños materiales, fueron inmensos. Pero como es evidente, estas víctimas y daños no fueron causados por los Aliados, por más que fueran sus balas y bombas quienes materialmente lo hicieran, sino por los Nazis que habían invadido Normandía y se habían atrincherado allí, y cuya derrota “por todos los medios a su alcance” los Aliados tenían todo el derecho a lograr.


Hemos utilizado la palabra “evidente” partiendo de la mentalidad actualmente establecida como la normal y comúnmente aceptada, pero es preciso hacer una observación a ello. Porque ciertamente, en la hipótesis de haber ganado la guerra la Alemania Nazi, lo “evidente” habría sido entonces justo lo contrario; lo cual, por cierto, se habría avenido más con la apariencia externade lo sucedido. En tal caso, y como es natural, Alemania jamás habría reconocido que los Aliados tenían el menor derecho a declararle la guerra y después invadir el Continente, como hicieron, por el casus bellide haberse anexionado media Polonia, siendo así que la URSS: ahora aliada de ellos, se había anexionado la otra mitad en buena armonía con Alemania y no por ello le habían declarado la guerra; y habría impuesto enormes reparaciones de guerra a los Aliados por “las víctimas y los injustos daños” que ellos, y no los Nazis, habían causado; del mismo modo que los Aliados de la Triple Entente las habían impuesto a la vencida Alemania tras la Primera Guerra Mundial: una guerra que fue imperialista por todos los lados.


Si ahora, en cambio, vemos como “evidente” la posición contraria, que es lo que estamos planteando, ello es así porque afortunadamente fueron los Aliados quienes ganaron la guerra, e impusieron a continuación esta nueva visión como fruto de una Convención o un Pacto que los Estados vencedores decidieron establecer sobre un derecho perentorio (ius cogens), que se reconoce como imprescriptible e inherente a la sociedad humana, frente a la “lógica” de la situación anterior basada en una cínica ocultación del “estado de naturaleza”, es decir: en la afirmación de la ley del más fuerte. Frente a ello, veamos algunos ejemplos de esos Pactos:

A: Pacto Internacional sobre los Derechos Civiles y Políticos, Los Estados Parte en el presente Pacto, [...]Acuerdan los siguientes artículos: PARTE I Artículo 11. Todos los pueblos tienen el derecho de autodeterminación. En virtud de ese derecho ellos determinan libremente su status político y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural.” Etc. etc. [Ibíd. 2200 (1966); Pactos Internacionales sobre Derechos Humanos.]

La Asamblea General, [...], Profundamente convencida de que la adopción de la Definición de Agresión contribuiría al fortalecimiento de la paz y la seguridad internacionales, 1. Aprueba la Definición de la Agresión, cuyo texto queda anexo a la presente resolución; [...]; 3. Insta a todos los Estados a que se abstengan de todo acto de agresión y de cualquier otro uso de la fuerza contrario a la Carta de las Naciones Unidas y a la Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional referentes a las Relaciones Amistosas y a la Co-operación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas; [...]. ANEXO Definición de la Agresión: La Asamblea GeneralBasándose en el hecho de que uno de los propósitos fundamentales de las Naciones Unidas es mantener la paz y la seguridad internacionales y adoptar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz, [...], Considerando también que, en vista de que la agresión constituye la forma más grave y peligrosa del uso ilegítimo de la fuerza y de que, con la existencia de armas de destrucción en masa de todo tipo que entraña la posible amenaza de un conflicto mundial con todas sus catastróficas consecuencias, debería definirse la agresión en la etapa actual, Reafirmando el deber de los Estados de abstenerse de hacer uso de la fuerza armada para privar a los pueblos de su derecho a la autodeterminación, libertad e independencia, o para romper su integridad territorial, [...], Convencida de que la adopción de una definición de la agresión debería producir el efecto de disuadir a un agresor potencial, facilitaría la determinación de actos de agresión y la aplicación de medidas para suprimirlos, y permitiría asimismo proteger los derechos y legítimos intereses de la víctima y prestarle ayuda, [...], Adopta la siguiente definición de Agresión: Artículo 1 La agresión es el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, integridad territorial o independencia política de otro Estado, o de cualquier otra forma que sea incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, tal como se enuncia en la presente Definición. Nota aclaratoria: En esta definición el término ‘Estado’: (a) Se utiliza sin perjuicio de cuestiones de reconocimiento, o de que un Estado sea o no Miembro de las Naciones Unidas; [...]. Artículo 5 [...]. 2. Una guerra de agresión es un crimen contra la paz internacional. La agresión da lugar a responsabilidad internacional. 3. Ninguna adquisición territorial o especial ventaja resultante de la agresión es o será reconocida como legal. [...]. Artículo 6 Nada en esta Definición debe ser interpretado de ninguna manera en el sentido de que amplia o restringe el alcance de la Carta, incluidas sus disposiciones relativas a los casos en que el uso de la fuerza es lícito. Artículo 7 Nada en esta Definición, y en particular en el artículo 3, podría perjudicar de ninguna forma el derecho a la autodeterminación, la libertad y la independencia, tal como surge de la Carta, de los pueblos privados por la fuerza de ese derecho, a los que se refiere la Declaración sobre los Principios del Derecho Internacional referentes a las Relaciones Amistosas y a la Co-operación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, en particular los pueblos que están bajo regímenes coloniales y racistas u otras formas de dominación foránea; ni el derecho de esos pueblos a luchar con tal fin y a buscar y recibir ayuda, de acuerdo con los principios de la Carta y en conformidad con la Declaración antes mencionada. Artículo 8 Por lo que respecta a su interpretación y aplicación, las disposiciones que anteceden están relacionadas entre sí y cada una de ellas debe interpretarse en el contexto de las restantes.” [UNGAR 3314 (1974)]


Es decir, la línea de argumentación que estamos utilizando para fundar nuestras posiciones está basada a partir de la Carta de San Francisco y la subsiguiente formulación del Derecho Internacional de las NU: un derecho cuyas disposiciones, inter-relacionadas entre sí, declaran que la consideración de víctima queda establecida en relación constitutiva y como resultado de la agresión, y no de la legítima defensa; que la agresión es “la forma más grave y peligrosa del uso ilegítimo de la fuerza contra la soberanía, integridad territorial o independencia política de otro Estado”; que el imperialismo y el colonialismo, al utilizar la agresión, comete crímenes internacionales; y que los Pueblos sometidos a dominación foránea pueden, en ejercicio de su derecho de legítima defensa que es corolario del derecho de autodeterminación de todos los Pueblos, combatirlos por todos los medios disponibles a su alcance: incluida o especialmente la lucha armada, e incluso pueden pedir y recibir apoyo de otros Países en contra de la peste del imperialismo. Como es obvio, nada de eso se habría instaurado de haber ganado la Guerra los Nazis.


Pero en nuestro caso la guerra sí la ganaron los Nazi-Fascistas. Esto no es una teoría o una forma de ver las cosas sino la estricta realidad de los hechos. Fue con el apoyo militar de ellos como se instauró el régimen del General Franco: sucesor fascista de los regímenes españoles igualmente imperialistas que lo precedieron, y – tras haber fallecido el dictador tranquilamente en su cama – antecesor del Segundo Franquismo actualmente reinante. La pérdida de esta percepción en nuestro País: causada por la traición, corrupción o incapacidad de la burocracia de la burocracia Pnv-Eta que ha admitido el régimen como democrático, es la causa de la situación que actualmente padecemos.


En el País de los Vascos, las únicas víctimas y los únicos daños injustos son, desde hace ya más de doce siglos hasta hoy, los causados por y a consecuencia de la agresión del imperialismo franco-hispano contra la independencia del Pueblo Vasco y la integridad de su Estado. Algo que España y Francia obviamente niegan por la sencilla razón de que – al igual que habrían hecho los Nazis si en Europa hubieran ganado ellos – pueden hacerlo, puesto que son Estados imperialistas y totalitarios victoriosos que han instaurado durante siglos contra nuestro Pueblo y su Estado un sistema de dominación, opresión y desnacionalización por medio de las armas y la ley del más fuerte cínicamente afirmada, el cual ha sido ideológicamente legitimado como “Estado constitucional de derecho” (o sea: el derecho y la constitución del Estado imperialista) etc., y según el cual el Pueblo y el Estados Vascos ni siquiera existen ni han existido nunca. Una posición en la que son confortados y reforzados tras haber sido asumida por los traidores que forman la burocracia mafiosa-liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites y grupos derivados (Ea-EH Bildu-Sortu etc.); todos los cuales reconocen dichos Estados imperialistas y sus regímenes fascistas de ocupación militar como “constitucionales, democráticos” etc. y los suyos propios.


Pues bien, en este contexto, los componentes de la burocracia del Eta, tras haber sido incapaces de ver hace cincuenta años su enorme error estratégico que iba a llevar y ha llevado al cementerio y a la cárcel a muchísimas personas en este País, y ello a cambio de ningún resultado bueno, siguen siendo incapaces de ver la realidad. Y una vez más – en línea con las posiciones del imperialismo hispano-francés, diligentemente secundadas por sus lacayos, los mencionados embaucadores indígenas a su servicio: “burukides, lehendakaris, consejeros y funcionarios de derechos humanos y convivencia” – han llevado al País al desastre, al “reconocer el daño injusto causado” a los agentes del imperialismo, admitiéndolos insensatamente como “víctimas” a pesar de que no lo son en absoluto, e implicando que en ese “injusto daño causado” tiene también responsabilidad, “por su silencio cómplice”, el Pueblo Vasco: agredido, bombardeado, perseguido y fragilizado por la secular represión gran-terrorista del régimen hispano-francés, y ahora desorientado y demoralizado por la incapacidad de esa burocracia “activista” que dura ya más de cincuenta años. Todo esto además de haber reconocido, desde 1977-9 y hasta hoy mismo, que el régimen terrorista, imperialista y fascista español es “legítimo, no-violento y democrático”, y que el Estado totalitario español es el Estado propio de los Vascos.


Es decir: no solamente han sido totalmente incapaces de verse como fighters for freedom and self-determination, y de incorporar en su propio beneficio los instrumentos jurídicos que proporciona el Derecho Internacional de las NU, “para asegurar la aplicación a los combatientes que luchan por la libertad y la autodeterminación de las disposiciones de la Convención de Ginebra relativa al Trato de los Prisioneros de Guerra” etc. etc., según establece por ejemplo la citada Resolución 3103 (1973), algo que tenían todo interés y derecho de hacer, sino que además, no contentos con admitir demencial y falsamente que ellos son criminales delincuentes y terroristas que han causado víctimas, han hecho posible que el Pueblo Vasco quede identificado con ellos y han arrastrado su nombre al nivel de su propia indignidad, mientras permiten que los Estados terroristas español y francés, y sus criminales agentes, sean admitidos como “victimas del terrorismo”. Demuestran así que para ellos el Pueblo Vasco no es un Pueblo más del mundo, y que el imperialismo tiene derecho a agredirlo y ocupar su Estado. De acuerdo con el régimen fascista, la mirada de estos impostores y traidores sólo llega hasta un anteayer falsificado y admitido como democrático en su programa Herenegun! La abyección intelectual y moral de estos responsables es completa y quedará permanentemente registrada en la memoria de este Pueblo. El desprecio que todos ellos merecen es inmenso.


El régimen de España y de Francia instalado sobre el Pueblo Vasco y su Estado: el Reino de Nabarra, es un régimen terrorista de ocupación militar, imperialista y fascista. No puede afirmarse y mantenerse éste sin reivindicar la prescripción de los innumerables y horrendos crímenes y el olvido de las incontables victimas sobre los que ese régimen está constituido y mantenido: una prescripción y olvido imposibles. Y no es posible condenar estos crímenes sin condenar también y renunciar a la dominación política, económica e ideológica que está impuesta mediante ellos, es decir, conservando a la vez la formación social resultante de ellos.


La evacuación incondicional e inmediata de todas las fuerzas de ocupación y de todo el aparato de sojuzgamiento imperial-colonialista de España y de Francia, fuera de los Territorios de los Vascos y de su Estado, es la exigencia previa para el ejercicio del imprescriptible derecho de independencia, libre disposición o autodeterminación del Pueblo Vasco. Mientras tanto, la denuncia permanente y el boycott total a sus agentes, partidos e instituciones: criminales, terroristas, imperialistas y fascistas, es la condición ineludible para toda oposición democrática.

Nacionalismo


Otros términos cargados de fuertes connotaciones negativas, también como consecuencia de su deformación ideológicamente orientada, son “nacionalismo/nacionalista” y afines. Esto está favorecido además por el hecho de que con el término “nacionalismo” se designan dos realidades opuestas: una inocua y positiva, y otra insana y negativa. Así pues, conviene en primer lugar hacer la distinción adecuada para evitar esa confusión, que favorece siempre al imperialismo.


Tenemos en primer lugar el concepto de “nacionalismo” en sentido lato o amplio, el cual corresponde al modo de ser de toda nación, que es inseparable de ella, y que se expresa de forma natural en el deseo de mejorar y de preservar su propia forma de ser; lo cual en principio es inocuo y positivo, y – como hemos dicho – es propio e inseparable de todas las naciones del mundo. Ahora bien, cuando el desarrollo de la propia forma de ser de una nación se concibe como una expansión sobre otras naciones a las que se puede y conviene dominar, y sobre las que es posible imponerse para colonizarlas, explotarlas e imponerles los propios caracteres nacionales, eliminando por la fuerza los de la nación dominada, entonces estamos ante el Nacionalismo en su sentido fuerte y estricto, el cual es insano y negativo, y que ha causado las grandes invasiones durante toda la historia de la humanidad. Por tanto, se trata de un Nacionalismo agresivo, equiparable a los términos y conceptos de Imperialismo y Colonialismo: es el que nosotros llamamos Nacionalismo imperialista. Como es natural (y Lenin lo distinguía perfectamente), es este Nacionalismo ofensivo de la nación que agrede el que tiene como consecuencia perfectamente natural y lícita el surgimiento y la exaltación del “nacionalismo” defensivo de la nación agredida y finalmente oprimida, que intentará su liberación a menos que sea destruida.


“En mis obras acerca del problema nacional he escrito ya que el planteamiento abstracto el problema del nacionalismo en general no sirve para nada. Es necesario distinguir entre el nacionalismo de la nación opresora, y el nacionalismo de la nación oprimida; entre el nacionalismo de la nación grande [o sea: imperialista], y el nacionalismo de la nación pequeña.


“Con relación al segundo nacionalismo, nosotros, los integrantes de una nación grande, casi siempre somos culpables, en el terreno práctico histórico, de infinitos actos de violencia; e incluso más todavía: sin darnos cuenta, cometemos infinito número de actos de violencia y de ofensas. No tengo mas que evocar mis recuerdos de cómo en las regiones del Volga tratan despectivamente a los no-Rusos, cómo la única manera de llamar a los Polacos es ‘Poliáchishka’, cómo el Tártaro es motejado de Príncipe, cómo los Ucranianos son siempre ‘Jojols’, y los Georgianos y demás nacionales del Cáucaso los llaman siempre ‘Kapcasianos’.


“Por eso, el internacionalismo por parte de las naciones opresores o ‘grandes’ (aunque sólo sean grandes por sus violencias, sólo sean grandes como lo es un esbirro), debe consistir no sólo en la observancia de la igualdad formal entre las naciones sino incluso de una desigualdad de la nación opresora, de la nación grande, que debe compensar la desigualdad que ella obtiene en la práctica real. [...].


“[...] Y creo que en este caso, con relación a la nación georgiana, tenemos un ejemplo típico de cómo la actitud verdaderamente proletaria exige de nuestra parte extremada cautela, delicadeza y transigencia. El georgiano [Stalin] que desdeña este aspecto del problema, que lanza desdeñosamente acusaciones de “social-nacionalismo” (cuando él mismo es no sólo un “social-nacional” auténtico y verdadero, sino un brutal esbirro Gran-ruso), ese georgiano lastima, en esencia, los intereses de la solidaridad trabajadora de clase, porque nada retarda tanto el desarrollo y la consolidación de esta solidaridad como la injusticia en el terreno nacional, [...].


“[...]. Otra cosa es cuando nosotros mismos caemos, aunque sólo se trate de nimiedades, en actitudes imperialistas hacia nacionalidades oprimidas, socavando así toda nuestra sinceridad de principios, toda nuestra defensa de principios de la lucha contra el imperialismo. Pero el mañana de la historia universal será el día en que los pueblos oprimidos por el imperialismo que despiertan sean definitivamente estimulados, y en que empezará la decisiva, larga y dura lucha por su liberación.” (V. Lenin; “Acerca de la cuestión de las Nacionalidades o ‘Autonomización’”. Tomado al dictado en taquigrafía por su secretaria Mariya Volodiceva el 31-XII-1922.)


Evidentemente, no es el nacionalismo defensivo sino el ofensivo: Nacionalismo en su sentido estricto, el que lleva aparejada la connotación negativa o peyorativa; del mismo modo que también lleva connotación negativa la discriminación que consiste en la conculcación de derechos humanos fundamentales, según antes se ha expuesto. Éste es el Nacionalismo que interesa a la sociología y la política como el fenómeno peligroso y criminal que es, y no el “nacionalismo” correspondiente a la propia estimación que todo el mundo tiene de su propia nación, y que, como tal, es la generalidad misma de todas las naciones del mundo y por tanto algo sociológicamente irrelevante e inofensivo, mientras uno no es agredido. Y de hecho es así como se han designado a sí mismos los modernos movimientos nacional-imperialistas: desde el Nacional-socialismo alemán al Nacional-catolicismo español, todos ellos tenían a gala el calificarse a sí mismos de Nacionalistas; máxime siendo así que no creían que iban a ser derrotados.


Sin embargo, los monopolios mediáticos del imperialismo, contando con la inconsciente actitud de los propios Pueblos sojuzgados, presentan actualmente como único “nacionalismo” el de los Pueblos sometidos que luchan por su independencia, y algunos de ellos aceptan esa denominación en exclusiva como lo más natural del mundo sin percatarse de la confusión conceptual y la trampa ideológica que ello lleva aparejado. Es así como el Presidente de la República francesa: modelo acabado y ejemplo de Nacionalismo imperialista y chauvinista a escala mundial, acompañado por el rey y el representante del ultra-Nacionalismo de la España imperialista y fascista (él mismo Nacional-socialista), y por los “mandatarios” de las Potencias que llevaron a Europa y al Mundo a la carnicería hace cien años, se ha permitido alertar al mundo en este 11 de Noviembre de 2018 de los peligros de Nacionalismo... de los demás! Todo muy edificante.


Así pues, una actitud inteligente de un Pueblo sojuzgado por el Nacionalismo imperialista debería llevarlo a rechazar esa auto-calificación, y a negarse a compartir (en realidad endosar en exclusiva) un término que sólo debería aplicarse al Nacionalismo imperialista; sin embargo, al parecer algunos son incapaces de ver esto: allá ellos. En cualquier caso nosotros, tras hacer esa distinción entre nacionalismo lato sensu, por un lado; y stricto sensu, por otro, no reconocemos en nuestro País otro Nacionalismo en sentido estricto y peyorativo que el Nacionalismo imperialista y chauvinista de España y Francia: Países que a lo largo de toda su sangrienta historia han impuesto su dominación sobre Pueblos no-españoles y no-franceses (uno de los cuales es el Pueblo Vasco) al objeto de imponerles los caracteres de la nación imperialista y privarles de los suyos propios; y sólo a ese Nacionalismo imperialista aplicamos esa denominación en su sentido fuerte y estricto.

Internacionalismo


Relacionado con el término “nacionalismo”, y presentándose falsamente opuesto a él como un todo gracias a la deliberada deformación impulsada por la propaganda de grupos Nacional-socialistas (que en realidad son Nacionalistas camuflados tras fraseología y retórica en apariencia socialista), está el término “internacionalismo”. Pero, como es evidente, el inter-nacionalismo no se opone sino que supone el nacionalismo en su sentido amplio y positivo: no puede haber inter-nacionalismo sin naciones, sin el nacionalismo de las naciones libres y no-agresoras. El auténtico inter-nacionalismo: generalmente asociado con el movimiento socialista (“internacionalismo socialista”), implica por tanto el apoyo a todas las naciones que respetan a las demás y actúan libremente en el concierto internacional, y lógicamente se opone al Nacionalismo imperial-colonialista y chauvinista, que niega y suprime las naciones dominadas.


Así pues, el auténtico inter-nacionalismo consiste en reivindicar para todas las naciones, sobre todo para las oprimidas y sojuzgadas por un Imperialismo colonialista – ¡y más aún si es el propio! – derechos equivalentes a los que tienen las naciones libres, y por tanto y ante todo la independencia nacional. Quienes, por el contrario, en nombre de un pretendido “inter-nacionalismo socialista o proletario” se oponen al movimiento de liberación nacional de una nación sojuzgada, como ocurre entre nosotros con los diversos “izquierdismos” españoles y franceses, no son nada de lo que pretenden sino imperialistas y colonialistas camuflados, cosa que este País tiene perfectamente claro.


Son los social-imperialistas, es decir: fascistas con el disfraz obrerista que está ya presente en el Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán de Hitler, o en el movimiento fascista de Mussolini, o en la Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de José Antonio Primo de Rivera. La “izquierda” franco-española consiste en grupos social-imperialistas perfectamente reductibles a esa ideología fascista con fraseología “socialista”: su apoyo constante al Nacionalismo imperialista y al Terrorismo de Estado de sus respectivas “naciones” imperiales es la prueba decisiva y la piedra de toque de ello.

Democracia


Uno de los términos más falsificados por el régimen fascista del Segundo Franquismo (el cual no podría haberse implantado sin la ayuda de los traidores y agentes indígenas miembros de los Pueblos sojuzgados al servicio del imperialismo), es el de “democracia”. En realidad, se trata de la piedra angular en la que se basa todo el edificio de engaño e impostura en que consiste el actual régimen de la transición intra-totalitaria, y que ha hecho posible la continuación del Segundo Franquismo durante tanto tiempo ya como el primero: cuarenta años. Y ha continuado como si fuera un régimen “democrático” y gozando del apoyo y reconocimiento de todo el mundo, mientras continúa la negación del Pueblo Vasco como Pueblo, su afirmación como Español, y su integración totalitaria dentro de España con el consentimiento de una pretendida “clase política nacionalista vasca”.


El retroceso y la debilitación que hemos sufrido en nuestra conciencia como Pueblo en estos cuarenta años superan absolutamente todo lo conseguido por la dictadura arqueo-fascista del General Franco. Todo ello mientras se afirma que “tenemos un régimen democrático de libertades”, y que estamos gobernados por nuestro propio “gobierno vasco” y “gobierno navarro”; sucedáneos formados por una camarilla de traidores desaprensivos que prosperan al servicio del régimen fascista de ocupación militar. Es incuestionable que la continuidad en esta situación lleva forzosamente a nuestra liquidación como Pueblo.


El actual régimen español del Segundo Franquismo es el mismo régimen de ocupación militar, terrorista, imperialista y fascista instaurado sobre el Pueblo Vasco tras la victoria del fascismo español e internacional tras la guerra de 1936-7. Un régimen en el cual, tras el “gran cambiazo” en que consistió la operación llamada “transición”: la transición intra-totalitaria, y a cambio de participar en los beneficios del régimen, se ha integrado una pretendida oposición estratégicamente arruinada formada por corruptos e incapaces arribistas. Pero, a diferencia de la situación española, la traición de la pretendida clase política vasca formada por la burocracia liquidacionista Pnv-Eta es especialmente funesta para nuestro Pueblo, hasta el punto de comprometer nuestro futuro; cosa que obviamente no sucede en el caso español donde – aunque su clase política sea deleznable – la continuidad histórica de su Nacionalismo imperialista, de su idioma y sus gestas históricas de opresión a través del mundo para imponer todo ello: herencia de la que tan orgullosos se sienten, es un común denominador con el que todos se identifican.


Bajo ningún concepto debemos aceptar calificar el régimen español del Segundo Franquismo como “democracia”; ni siquiera como “democracia con déficit o deficitaria”, como hacen los colaboracionistas indígenas y en particular la llamada “izquierda abertzale”. No hay ningún déficit ni error en el régimen; el único déficit y error está en la pretendida oposición que lo ha aceptado como “no-nacionalista, no-violento, legítimo y democrático”. Esta nefasta “clase política” ignora y además no tiene interés en aprender que la democracia es el poder político del Pueblo, y que está fundada en los derechos humanos fundamentales (DDHH).


No es la democracia la que permite o funda los DDHH; bien al contrario, son los DDHH los que permiten, fundan y constituyen la democracia, que no existe sino por ellos. Allí donde los DDHH son conculcados no hay democracia, hay despotismo y fascismo. En particular, la represión del derecho de independencia, libre disposición o autodeterminación de todos los Pueblos: primero de los DDHH y condición previa de todos ellos, determina a ese régimen como imperialista; y la persecución y tortura de la oposición lo señala sin más como criminal y terrorista. Todo ello corresponde a la naturaleza: a la esencia y la existencia, de los regímenes totalitarios español y francés de ocupación militar.

Pluralismo y convivencia


La afirmación de “pluralismo y convivencia”, proclamados por un régimen imperial-colonialista, constituye un truco ideológico más destinado a camuflar su realidad mediante la apropiación de estos términos, de connotación positiva. Éstos, tras ser previamente vaciados de su auténtico contenido, quedan distorsionados y falsificados a fin de servir el objetivo de subsumir los Pueblos dominados y sus derechos imprescriptibles y originarios: todos los cuales son negados o subordinados en la integración totalitaria propia del imperialismo, impuesto mediante incontables crímenes imprescriptibles.


Ahora bien, someter a un País mediante agresión y dominación militar durante siglos, privarlo del control de su economía y sus fronteras, colonizarlo, perseguir y destruir sus caracteres nacionales a fin de que queden asimilados a los de los ocupantes, sus colonos y renegados (quienes se presentan como “naturales” del País y con “legítimo derecho” a representarlo); hacer todo eso y, una vez que está hecho, negar a continuación esa criminal realidad de opresión y explotación imperialistas y llamar a todo ello “pluralismo, convivencia y democracia”: tal es la repugnante tarea propia de los imperial-colonialistas, los Nacional-socialistas, y sus “eruditos” colaboradores en la política, la judicatura o la docencia, ya sean éstos – foráneos o indígenas – plenamente conscientes de su miserable cometido al servicio del imperialismo, o débiles mentales inconscientes de su verdadera función.


De este modo, los Agentes del imperialismo y los Colonos metropolitanos, junto con los Renegados aborígenes y formando todos ellos parte del País imperialista: herederos, continuadores o beneficiarios de quienes ocuparon su historia en criminales empresas Continentales y trans-Continentales de depredación para sojuzgar, negar, expoliar y destruir Pueblos y Estados mediante la guerra y el Terror, e imponerles su propia identidad (todo lo cual jamás han condenado y de lo que se enorgullecen), se pretenden naturales del País colonizado, exigen el respeto de sus posiciones colonialistas, dan lecciones de moralidad, democracia y no-violencia, y predican el arrepentimiento, el pluralismo y el universalismo “no-identitario” a los Pueblos que fueron sometidos por sus antepasados mediante el Terrorismo de guerra y ocupación, y cuya negación-liquidación ellos mismos aún persiguen.


Éste es el contenido real de lo que obscenamente llaman “pensar de forma diferente”: basura ideológica difundida sin contestación posible por sus monopolios mediáticos de condicionamiento e intoxicación ideológica de masas anexos a su monopolio de la Violencia criminal. Lo llaman así intentando enmascarar la realidad de la criminal imposición totalitaria, y anular la resistencia residual de las víctimas que escaparon vivas – si bien no indemnes – a los bombardeos de poblaciones civiles, los fusilamientos, los paseos al amanecer, las cunetas, las simas, las plazas de toros, las prisiones de exterminio y los campos de trabajos forzados, la represión y el exilio; víctimas actuales a las cuales esperan reducir a la condición de débiles mentales ahora mediante el terrorismo y la guerra psicológicos.


En su depravada demencia, y confundiendo – ya fuera en Cuba, Marruecos, Indochina o Argelia, como ahora en Nabarra, Canarias, Galiza o Catalunya – su derecho de ser Españoles o Franceses con el “derecho” de obligar a serlo a quienes no lo son, denuncian como agresión el rechazo que a tal efecto reciben por parte de Pueblos que nunca fueron ni son ni quieren ser Españoles o Franceses; consideran su Resistencia a dejarse liquidar como una incomprensible, patológica e intolerable enfermedad o perfidia; insultan, denigran y calumnian (llamando “nazis”, “pequeños pueblos homicidas”, “intolerantes”, “terroristas” etc.) a los Pueblos que masacraron y siguen masacrando y cuya existencia no pueden tolerar; y se dicen pacifistas y exigen a los demás el rechazo de “toda violencia, venga de donde venga” excepto la que viene de ellos mismos, la cual según pretenden ni siquiera es violencia.


Ahora los Franquistas: tanto en la versión tradicional del Partido del Movimiento Nacional español/Ap/Pp así como en la versión transitiva y Nacional-socialista de Falange-PsoE, se presentan como servidores de la no-violencia y los derechos humanos, y se pretenden atacados y claman su indignación por la persecución que supuestamente sufren “por el solo hecho de pensar de manera diferente y defender sus ideas con la pluma y la palabra, oponiendo la cultura a la violencia”. Pero los agentes del imperialismo español no se limitan a “pensar de forma diferente” ni a “defender sus ideas sin más armas que la cultura, la pluma y la palabra”, como quieren hacer creer, ni nadie los persigue por ello. Muy al contrario, tras haber establecido por medio de la guerra y el monopolio de la Violencia criminal y el Terror el régimen político que les convenía, han encarcelado, desterrado, torturado, colgado, fusilado y silenciado desde hace siglos a todo el que no pensaba y actuaba como ellos.


El “derecho” que ahora reclaman “para sus plumas y sus palabras” es en realidad el derecho monopolista, unilateral y absoluto: sin déficit ni contestación posibles por marginales que sean, de imponer su propia ideología, la cual presentan como neutral, general y democrática pero que es complemento del totalitarismo político al que llaman “democracia”. Hace mucho tiempo que en este País “el libre pensamiento y la libre comunicación de las ideas” están reservados a las clases dominantes del Nacionalismo imperialista español y francés, junto con sus cómplices locales.


Así entienden los partidarios del imperialismo franco-español el “derecho de todos a pensar de manera diferente, a comunicar libremente y a defender sus ideas en democracia, con la pluma y la palabra”. Ahora bien, como es innegable, sin el monopolio de la Violencia criminal que ellos mantienen y que han establecido por la guerra de agresión, la conquista, la ocupación militar, el Terrorismo de masas y la conculcación y destrucción de los derechos humanos fundamentales e históricos, y sin los monopolios mediáticos e institucionales de propaganda que detentan, sus ideas, sus plumas y sus palabras no son nada.


Según pretende, el régimen imperialista no expulsa a nadie: es “plural”, y todo el mundo tiene su sitio dentro de él. Desde luego, todo imperialismo colonialista y todo fascismo se dicen “plurales”, y lo son a su manera: todos ellos incluyen y se componen de opresores y oprimidos, colonizadores y colonizados; de otro modo no podrían ser imperialismo, fascismo y colonialismo. De la misma manera, toda cacería es también un quehacer plural entre cazadores y cazados, y toda pesca implica pescadores y pescados, sin contar los gusanos que se utilizan de cebo.


Pero, incuestionablemente, no hay pluralismo democrático allí donde la Nación imperialista: “una e indivisible” como dogma y por petición de principio, se establece sobre la negación y destrucción de las Naciones de los demás. No hay pluralismo democrático si quienes no son Españoles ni Franceses son obligados a serlo a la fuerza; lo que hay es imposición del Nacionalismo imperial-colonialista de España y de Francia, a lo cual el cinismo fascista llama “mantener la convivencia”. Desde luego, es de toda evidencia que no hay pluralismo si, como se afirma, “Todas las ‘naciones’ son España” (afirmación del secretario general de Falange-PsoE y actual primer ministro español, con la que ha dado carpetazo a su falsa posición anterior “España, nación de naciones”).


Bajo esas condiciones, lo único que hay es “pluralismo” imperialista, en el que los Nacionalistas españoles y franceses “son más iguales y más plurales que los demás”. Se trata de un “pluralismo en el que caben todos”: no como Pueblos diferentes con su propio derecho internacional de autodeterminación – que es lo que son – sino  sino como Españoles y Franceses, que es lo que no son; y en el que quedan excluidos y sobran todos los demás, que ni siquiera tienen existencia ni derecho a ella.


Por lo que respecta a los Territorios del País bajo ocupación francesa, la idea constructivista-absolutista francesa de Nación, identidad nacional y Estado siendo la que es, no hay para los Pueblos anexados otra salida que su completa liquidación, y por tanto la negación de ellos es total. Puede que los Españoles intenten engañar a sus dominados mareándolos con su “pluralismo”, sus “autonomías” y otras gilipolleces, pero ciertamente no los Franceses. De hecho, ya la “Revolución” había honestamente clasificado la Lengua Vasca (Pueblo no hay) como Lengua extranjera. La misma honesta y desahogada sinceridad se había aplicado ya anteriormente en la prohibición del uso de la Lengua Catalana por “Luis por la gracia de Dios, Rey de Francia y de Navarra”:

“[...] Pero como por otra parte este uso repugna y es en alguna manera contrario a Nuestra Autoridad, al honor de la Nación Francesa” etc. (Prohibición oficial de la lengua catalana; Edicto de Luis XIV de Francia y III de Nabarra, 1700.)


El Nacionalismo francés y español no es que excluya sino que – más radicalmente – niega expresa y constitucionalmente la existencia misma de los Pueblos que ha sojuzgado. Sólo existen el Pueblo español y el Pueblo francés; los demás, “habiendo renunciado voluntariamente a su propia identidad y adoptado la de sus conquistadores”, han desaparecido como Pueblos. Sus antiguos componentes son parte del Pueblo francés y del Pueblo español. Lo que no existe no se puede excluir: solución elegante y radical para ocultar la realidad cuando ésta es problemática.


El Nacionalismo francés y español pretende por tanto que no es un “nacionalismo excluyente”, puesto que “incluye a todos” los Franceses y los Españoles; “sólo” excluye a todos los que no lo son. Pero la negación ideológica de la existencia de los demás Pueblos, esto es: la liquidación de los Pueblos por el Nacionalismo imperialista, es la forma suprema de exclusión de los Pueblos por el imperialismo. “Todos los Pueblos tienen derecho a una patria”: es la única forma de subsistir. La patria y la existencia de Españoles y Franceses no corren peligro de liquidación; la de sus víctimas, sí.


El “pluralismo” colonialista niega los Pueblos como tales, y por tanto como sujetos agentes de un derecho internacional e inalienable de autodeterminación, y los afirma en cambio como objetos de “derecho” y propiedad imperialista: es la eterna dialéctica entre amo y esclavo. Por el contrario, el pluralismo democrático internacionalista niega el “derecho” de los imperialistas y colonialistas a apropiarse del País de otro Pueblo, mientras afirma el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos frente a su sojuzgamiento imperialista y su forzada integración totalitaria con el opresor. El pluralismo internacionalista únicamente expulsa a los colonialistas de los Estados que ilícita y criminalmente ocuparon y anexaron; en cambio el “pluralismo” colonialista destruye a los Pueblos sojuzgados y los expulsa del concierto entre las Naciones y de la faz de la Tierra.


La “convivencia” de los imperialistas es hacernos vivir como quieren ellos; su “pluralismo” es el “derecho” (o sea: la obligación) de todos a ser Españoles o Franceses; su “rechazo de la violencia venga de donde venga” es el propio monopolio fascista e imperialista de Violencia y Terrorismo de Estado; su “democracia” es el “derecho” que tienen quienes no son Españoles ni Franceses – pero que son obligados a serlo – para votar donde, cuando y lo que esos Gobiernos quieren; su “libertad de expresión” es la “libertad” de decir lo mismo que sus amos; y su “libertad de organización” es la de incorporarse a la Democracia Orgánica impuesta por el General Franco: adaptada y perfeccionada por el fascismo internacional y el Nacional-socialismo.


En resumen, “la ‘Constitución’, las leyes, la libertad, la igualdad, la fraternidad, la democracia, la convivencia, la tolerancia, la pluralidad, los derechos humanos y la no-violencia”: de los que los fascistas españoles y franceses y sus secuaces hablan sin parar (y que constituyen el fundamental disfraz ideológico Nacional-imperialista adoptado por la República francesa desde su “Revolución”, y por el Segundo Franquismo desde 1977), son el despotismo, la opresión, y su monopolio de Violencia criminal, Terror y condicionamiento mental de las masas populares.

A modo de recapitulación


El imperialismo es una empresa criminal de dominación nacionalista contra la libertad de los Pueblos, que se ejerce mediante Violencia criminal y que implica crímenes imprescriptibles; pero también la falsificación de términos y conceptos para engañar a sus pacientes e impedirles ver la realidad. Por tanto, la utilización de estos términos no obedece a “una moda” sino a una necesidad estructural del sistema, que los impone como un instrumento más que sirve a su dominación.


Substituir una moda por otra es un hecho trivial que no entraña transformaciones estructurales en una sociedad dada; en cambio, para un Pueblo sojuzgado, eliminar el imperialismo y alcanzar su independencia nacional es una transformación sociológica fundamental, una revolución social, y eso no es algo que pueda hacerse ni concebirse simplemente como un “cambio de moda”, de “manual de estilo” en la utilización de las palabras. Es decir, la actual realidad de opresión del Pueblo Vasco por el imperialismo franco-español no es algo que está ahí porque el Pueblo utiliza las palabras equivocadas (o de forma equivocada). Bien al contrario, el Pueblo utiliza las palabras equivocadas porque el imperialismo está ahí; y éste, mediante su monopolio fascista de propaganda anexo a su monopolio de la Violencia criminal, condiciona las mentes de quienes le están sometidos para que digan las cosas que él quiere y como él quiere.


Si el imperialismo ha conseguido que el pueblo sojuzgado designe al Estado ocupante como el Estado propio; y que admita que las víctimas de la Violencia criminal y el Terrorismo, o que el Nacionalismo, son hechos que causan los oprimidos, mientras que por el contrario el imperialismo representa internacionalismo, pluralidad, convivencia y democracia, y no el despotismo y el fascismo que él es en realidad; si todo eso ocurre así, ello es porque – aparte de su implantación violenta mediante la guerra y todos sus crímenes, la ocupación y la colonización – ha conseguido crear esa alienación en las mentes de la gente con esas falsas características, gracias a la complicidad del “gobierno y la oposición vascos” representados por la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites. De ese modo, no necesita imponerse militarmente en la calle cada día puesto que la situación se ha admitido ya como “democrática”.


Es decir, no podemos caer en la ingenuidad de imaginar que bastará con decirle a la gente: “no llames a esta porquería ‘democracia’, llámala fascismo porque eso es lo que es”; que a continuación ello será admitido sin más “porque es evidente”; y que de ese modo las cosas cambiarán, puesto que se supone que la gente y en primer lugar la pretendida intelligentsia’ y “clase política vasca” tendría que ver eso por sí misma. Si no lo ve así, ello es precisamente por la intoxicación y corrupción creadas por la dominación y la ideología del imperialismo, que es la ideología dominante y que ha sido implantada en la mente de la población como “democrática” con el beneplácito de los partidos “nacionalistas y abertzales vascos”. De modo que esa población, al utilizar los términos que utiliza, no lo hace por casualidad o dejadez sino de forma voluntaria, porque son los términos que corresponden a la alienación de la ideología dominante que le ha sido implantada.


En otras palabras: cambiar los términos implica cambiar la ideología, de forma que las personas vean que lo que llaman “democracia” es en realidad imperialismo y fascismo, y por tanto dejen de llamarlo “democracia”; y eso sólo ocurrirá si se dan las condiciones para esa liberación. ¿Acaso come alguien porquería sólo porque se le dice que su nombre es “comida” o está etiquetada como tal? Si es una persona sana no hará falta decirle nada porque no comerá esa repugnante bazofia, cualquiera que sea el nombre que se le dé; y si no es capaz de reaccionar sanamente por sí mismo, entonces es que está alienado. Del mismo modo, quien consume la porquería de la ideología imperialista no lo hace porque le han dicho que se llama “democracia” sino porque él cree que es realmente democracia, es decir: porque está intoxicado, y seguirá estándolo y llamándola así mientras no sea capaz de ver lo que es. En nuestro caso, puede que en esa creencia intervenga el hecho de que está cobrando un sueldo o depende de quienes afirman que estamos en una democracia.


Sea como sea, está claro que no se trata sólo de restaurar las palabras sino las mentes de las personas alienadas por el imperialismo, y eso no puede hacerse con las instrucciones de un “manual de estilo” como si se tratara del cambio de los visillos de casa. Para ello es preciso que nuestro Pueblo no esté dispuesto a admitir que la dominación del Pueblo Vasco por España y Francia se llama y es “democracia”; y si ocurre que hay traidores que conscientemente están dispuestos a admitir que sí lo es, que los “vascos” son Españoles (en Francia sólo hay “Franceses”), y que el “país vasco” son dos regiones de España y de Francia, y además tienen colaboradores en el mantenimiento de esas posiciones, entonces el imperialismo en nuestro País tiene las caras, los nombres y los partidos políticos de ésos tales.


En cualquier caso, es preciso no olvidar nunca que las falsedades que hemos expuesto en este trabajo, así como otras trampas y falsificaciones ideológicas del imperialismo, son para él simples trasuntos de la realidad y distracciones cuya mayor o menor consistencia lógico-teórica en gran medida le trae sin cuidado. De hecho, los “argumentos” de la propaganda imperialista – desde el punto de vista de la coherencia y la lógica formal – están deliberadamente construidos más para el embrutecimiento de la mente que para su cultivo a través del debate teórico cualificado, el cual queda absolutamente descartado; y sus agentes, tramposos de necesidad, no tienen por objetivo el descubrimiento de la verdad sino la imposición de su prioridad Nacional-imperialista franco-española sin importar los medios. La misión fundamental de unos y otros está básicamente destinada a hacernos perder el tiempo y embrutecernos (lo cual es ya un objetivo en sí mismo para ellos), mientras queda oculto lo que el imperialismo sabe que es su baza fundamental, a saber: el monopolio de la Violencia y el Terrorismo de Estado, que es lo que le ha permitido imponerse desde hace siglos mediante cañones, ejércitos y crímenes, y no con debates y votaciones.


Sabiendo esto, la higiene más elemental impone que nos apartemos de los agentes ideológico-políticos del imperialismo, con quienes no cabe comercio honesto alguno. Si los escrúpulos morales de alguien le hacen pensar que hay en esta afirmación una posición intransigente y eventualmente injusta, respecto a alguien que él conoce (máxime ahora, cuando algunos fascistas se camuflan incluso proclamando su “apoyo” a Euskaraldia), podrá salir de dudas y comprobar si somos nosotros, o es él, quien está equivocado, pidiendo a su interlocutor que exija la retirada incondicional e inmediata de las fuerzas de ocupación y de todo el aparato de sojuzgamiento imperial-colonialista instalado por el imperialismo hispano-francés sobre el Pueblo Vasco y su Estado, como condición previa para el ejercicio de su imprescriptible derecho de  autodeterminación, independencia o libre disposición.

Sólo la actitud positiva ante esta exigencia de Autodeterminación o Independencia del Pueblo Vasco, y de integridad e independencia de su legítimo Estado, el Reino de Nabarra, determina el carácter democrático de una posición ideológico-política. Como es natural, nosotros estamos deseosos de que esa exigencia sea universalmente asumida, y dispuestos a colaborar con toda persona que así lo haga.

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