Falsificación histórica y política con ocasión del 40 aniversario de la vuelta del “lehendakari” Leizaola

(Texto publicado inicialmente el 20-Diciembre-2019.)


Falsificación histórica y política con ocasión del 40 aniversario de la vuelta del “lehendakari” Leizaola


En el día de hoy, todos los media que integran el monopolio de embrutecimiento, intoxicación, falsificación y condicionamiento ideológicos de masas del régimen de ocupación (un monopolio que es anexo a su monopolio de la violencia): con la televisión española que llaman “euskal telebista” y los diarios “abertzale” de referencia a la cabeza, están dedicados a conmemorar el 40 aniversario del regreso del exilio del pretendido “lehendakari” Leizaola, sirviendo así al mantenimiento del monumental fraude contra el Pueblo Vasco que comenzó desde mucho antes de esos hechos que hoy se “conmemoran”.

Este fraude consiste en la ocultación de la realidad de base que está tras unas celebraciones de algo que era ficticio e inexistente: el supuesto “lehendakari”, que – tras la pintoresca aventura de su visita “clandestina” a Gernika el día 14-Abril-1974: Aberri-Egun – regresó el 15 de Diciembre de 1979 no era tal cosa, puesto que un grupo golpista de la burocracia Pnv hacía ya mucho tiempo que había liquidado el Gobierno Vasco en el exilio y toda estrategia nacional y democrática, como resultado de sus pactos con la pretendida “oposición” Nacionalista española: fundamentalmente el PsoE, ante todo en el Pacto de Múnich de 1962.

Tras la muerte del Lehendakari José Antonio de Agirre y Lekube en 1960, sus sucesores al frente del Pnv vieron llegada la oportunidad que estaban esperando para liquidar el Gobierno, y dos años después ya habían firmado el Pacto de Múnich que acababa con él. Todos quienes después de Agirre se ha titulado “lehendakari” han sido – son – impostores, payasos y marionetas. Como resultado de aquel acto, aquéllos que habían jurado defender el Gobierno Vasco lo liquidaban al objeto de que el Pnv pudiera integrarse en los organigramas y proyectos de esa “oposición” Nacionalista española admitiendo sus condiciones, la primera de las cuales era la liquidación del Gobierno Vasco que – con todas sus limitaciones impuestas por las circunstancias, y cualesquiera que fueran las críticas y reservas hacia su pasado y trayectoria – seguía siendo la referencia institucional independiente del Pueblo Vasco. Ésta es la descripción de aquellos hechos:

“La mayor parte de la gente que se metía entonces en la Resistencia tenía en común su primaria conciencia nacional: democrática y antiimperialista, así como el Gobierno Vasco en el exilio residuo de la guerra; el cual, con todas sus limitaciones impuestas por las circunstancias, y cualesquiera que fueran nuestras críticas y reservas hacia su pasado y trayectoria, seguía siendo la referencia institucional independiente del Pueblo Vasco. Pero la evolución política en general nos obligó a buscar la cualificación y el desarrollo teórico y práctico que necesitábamos para afrontarla.

“En cambio, en España y durante aquellos mismos años se ponía de manifiesto el hundimiento de la oposición española al fascismo. Las esperanzas durante largo tiempo mantenidas por muchos: puestas en la liquidación del Franquismo por las Potencias vencedoras del conflicto mundial, habían desaparecido. Los Aliados occidentales apoyaban cada vez más decidida y abiertamente al régimen del General Franco. En esas circunstancias, y bajo el Terrorismo franquista, la oposición al fascismo fue perdiendo su base social operativa en España: los diversos republicanos españoles abandonaron la República y fueron abandonándolo todo menos el Nacionalismo, que los unía naturalmente al Franquismo, para incorporarse finalmente a la auto-reforma de éste en la transición intra-totalitaria de 1977-79 entre el Primer Franquismo y el Segundo actualmente reinante.

“Distintas eran las cosas en nuestro País. En principio, las dimensiones de nuestro País no permitían intervenir sino limitada e indirectamente en el conflicto español. Derrotada la República española, sólo podíamos examinar y calibrar la realidad de la resistencia al fascismo en España. Si ésta existía realmente, tanto mejor: nosotros estábamos listos para articular con ella nuestra estrategia democrática, si es que los partidos españoles asumían las condiciones objetivas de nuestra participación. Pero, si esa resistencia no existía, lo que no podíamos hacer era inventarla para dar satisfacción a su propaganda ni acomodarnos a ella. En cualquier caso, nuestra línea estratégica: de Resistencia a la ocupación imperialista, permanecía constante.

“Dicha línea se centraba en la estructuración estratégica del Pueblo Vasco con sus Instituciones y un Gobierno propios: provisionales pero efectivos, sin admitir entrar en nuevos procesos, dilaciones o prioridades para establecer lo que estaba ya establecido. Era nuestra exigencia de una auténtica redistribución del poder político, mitigada por la expresión ‘régimen autonómico provisional’ o ‘autonomía inmediata’, para integrarla en un Gobierno cuya naturaleza federal de hecho se había puesto de manifiesto en la Guerra y la Resistencia. No por concesión de la República española sino por la realidad de fuerzas puesta de manifiesto sobre el terreno, la cual había demostrado que la lucha democrática contra el fascismo, y el propio frente anti-franquista, eran incompatibles con un poder político español y unitario.” [...]

“Naturalmente el Franquismo y el imperialismo internacional advirtieron que no podían llevar a cabo su plan de adaptación y salvación del régimen español frente a una Resistencia Nacional estratégicamente estructurada, de modo que había que destruirla. Y esa destrucción sólo podía lograrse mediante la colaboración del Pnv y sus satélites para conservar el marco político del Franquismo. Los Pactos de París y de Múnich dieron forma a la traición programada de la burocracia oficial del Pnv-Anv, cuyos dirigentes liquidaron con dichos acuerdos las Instituciones autonómicas que habían jurado defender. Para mayor seguridad, los ‘herederos’ decidieron mantener ante sus bases la fachada ficticia de un ‘Gobierno’ que los pactos de París y de Múnich habían substituido por el proyecto unitario de reforma del Franquismo (que daría lugar al Segundo Franquismo tras la transición intra-totalitaria). Simultáneamente, la represión, el Terrorismo de Estado y la propaganda monopolista se completaban con las subvenciones y la corrupción de masas, al objeto de operar la selección, la eliminación o la puesta a flote de los ‘aparecidos’ y los ‘desaparecidos’ de la Dictadura, sobre todo Ugt/Falange-PsoE.” [Véase en A vs A (Aginaga vs Arzalluz)]

Es decir, y como acabó viéndose, el mantenimiento de aquellas posiciones: absolutamente democráticas, y del Gobierno Vasco en el exilio, residuo de la Guerra, chocaba absolutamente con la concepción de la “vuelta a la democracia” que mantenían los Nacional-socialistas españoles del PsoE y el resto de los partidos “de oposición” Nacional o social-imperialista española que estaban conformando una “alianza democrática”; una concepción consistente en la re-instauración de un “nuevo” régimen unitario, el cual era la aceptación como “democracia” de todos los logros conseguidos por la rebelión, la guerra, la dictadura y todos los crímenes franquistas contra los Pueblos sojuzgados y sus instituciones nacionales. Por tanto, con ello se estaba haciendo de la Resistencia vasca una inerte comparsa del movimiento español para conformar el “nuevo” régimen unitario que se planeaba, y que es el régimen “democrático” actualmente vigente gracias a su inicial aceptación en Múnich (1962) y a su posterior sostenimiento por la mafia burocrático-liquidacionista de traidores que componen el grupo Pnv-Eta, incorporados ya abiertamente a la “alianza” y a la “transición a la democracia” fascista española desde 1977-79.

Todos quienes denunciaron aquella traición, jamás confesada al Pueblo Vasco, fueron silenciados y calumniados por la burocracia Pnv hasta el día de hoy. Decir la verdad en este País ha sido siempre mal asunto; pero el odio furioso que despertó en el Pnv y sus satélites afirmar la simple constatación y declaración de la incompatibilidad entre los pactos de París y Múnich, y el Gobierno de Euzkadi; o hacer la mera denuncia de la ilegal y clandestina liquidación del Gobierno Vasco realizada por sus propios representantes, y de los medios indignos y rastreros que usaron en consecuencia para atacar a quien constataba y denunciaba la realidad, son un capítulo particularmente revelador y vergonzoso de la crónica contemporánea, y la prueba, si falta hiciera, de lo bien fundado de la posición de quienes denunciaban lo que estaba ocurriendo y que ahora cualquiera puede ver, a condición de que sea capaz de captar el verdadero significado de la “transición” intra-totalitaria española, realizada “desde la ley [fascista del régimen de Franco] a la ley” del neo-franquismo auto-reformado.

Para los artífices de la “transición” intra-totalitaria: desde el CIA hasta el Gobierno español, era vital cerrar el paso a toda resistencia ideológica y política, o reducirla a nivel infrastratégico. Habían descubierto que sólo podían alcanzar y garantizar tal objetivo con la adhesión, la participación y la colaboración de la burocracia del Pnv y sus satélites. Las “fuentes” a que en alguna tardía y rarísima ocasión se ha remitido la propaganda del Pnv para aludir a esta cuestión crucial: estratégica y orgánicamente decisiva, cual es la destrucción del Gobierno Vasco en el exilio y de toda estrategia autónoma como resultado de los pactos de París y de Múnich, se reducen a los embustes deliberados de Solaun, Irujo, Leizaola et al., quienes en alguna medida conocían la verdad: condición primera para poder mentir. No era el caso de Robles, Erzilla y otros, que – ideológica y políticamente auténticos analfabetos – ni siquiera entendían de qué se trataba. Como hemos expuesto en nuestros textos:

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[...]

“El Gobierno español y sus mentores hegemónicos habían comprendido que el modelo de ‘bipartidismo’ que se trataba de implantar en España no era suficiente, para contener la resistencia nacional en los territorios ocupados, si no se disponía también de un suplemento tradicional, aborigen, moderado, razonable, corruptible y manipulable que neutralizara la Resistencia de los Pueblos sojuzgados. La adhesión, la colaboración y el reconocimiento de la supuesta clase política vasca a la ‘alianza democrática’ de la transición intra-totalitaria y sus instituciones oficiales se ultimaron con el ministro franquista del interior, gratamente sorprendido ante el planteamiento de la amnistía y la legalización de símbolos [ikurriña] como ‘exigencias’ condicionantes del acuerdo con los institucionalistas armados y desarmados. La burocracia, más o menos exilada o internalizada, pasó bajo el control directo de los agentes militares, civiles y eclesiásticos del Nacional-catolicismo español.

“El propio Gobierno Vasco real, formal o de hecho, fue ‘discretamente’ liquidado en el exilio – mediante el pacto de Múnich en 1962 – por los mismos que habían jurado defenderlo. Tras la derrota del Eje, a los Aliados vencedores no les servía ya para nada, nada pesaba frente a los Estados español y francés, con o sin guerra fría. Era un molesto incordio para el reconocimiento y la homologación del Franquismo y su ‘transición democrática’. De Gobierno, pasó a ser gabinete fantasma; después, a ‘reserva, garantía, símbolo, proveedor de servicios’, es decir: todo menos Gobierno. Sus sucesivos avatares mostraban las dificultades de mantener la superchería y el carácter inconfesable e impresentable de la operación.

“Todas las advertencias realizadas al respecto habían sido vanas: el autoritarismo burocrático del Pnv y sus satélites no podía soportar sino sumisión y lisonjas, y no supo responder sino con descalificaciones, excomuniones, embustes, calumnias y difamaciones, delaciones, expulsiones y persecuciones a cuantos – en Méjico, en Venezuela, en Argentina o en la misma Europa – trataban de revelar y publicar lo que estaba pasando y lo que iba a pasar después. Ni entonces ni ahora, medio siglo después, se han atrevido los negacionistas a dar cuenta de la naturaleza, alcance e implicaciones de la operación llevada a cabo; ni a reconocer públicamente la verdad de la política de entrega y derribo que siguieron desde entonces. La exclusión de toda forma de libre expresión e información, con la ayuda de la nueva ‘oposición’ española prefabricada y financiada por el régimen franquista y los servicios secretos occidentales, permitieron ocultar al Pueblo los cambalaches en curso y prevenir todo intento de resistencia o de simple información de la opinión pública. Este objetivo prioritario determinó el más amplio e insólito frente internacional: desde el Franquismo oficial y la Agencia y sus satélites, hasta los institucionalistas armados y desarmados. Era la confesión involuntaria de la virtualidad decisiva de la cuestión. Era también una prueba más, para quien la necesitase, de que el Nacionalismo español de todas tendencias, en plena posesión del monopolio de la violencia y apoyado por las Potencias hegemónicas, no aceptaría nunca una autonomía real y federal que afectase al monopolio total de la violencia, e implicase redistribución, por limitada que fuese, del poder político absoluto del Estado español sobre el Pueblo Vasco.

“Lo que pudo presentarse como ‘un error táctico’, imputable a la incompetencia, el oportunismo y el burocratismo – por otra parte flagrantes – de una camarilla manipulada y en ausencia de todo control democrático, apareció rápidamente en todo su real contenido y todo su funesto alcance, y no ha cesado de dar sus envenenados frutos desde entonces.

“La línea reduccionista: parte fundamental de la estrategia imperialista que ha llevado a tales resultados, era la línea de liquidación del Pueblo Vasco como agente político real, con todos los efectos primarios y secundarios, mediatos e inmediatos que de ello lógica e inevitablemente se siguen. En lugar de potenciar una estructura institucional y una estrategia nacionales: como expresiones de una realidad y de una política capaz de dar unidad popular, territorial y gubernamental propia al movimiento ascendente de liberación frente al imperialismo, la ‘oposición periférica’ en los Territorios ocupados del Pueblo Vasco, arrastrada por un cuarterón de burócratas y ‘estrategas’ de pacotilla, iba a disolverse nuevamente en el magma de asociaciones de la España una e indivisible surgida de siglos de crímenes, guerras de conquista, ocupación y colonización.

“De este modo, lo pactado en Múnich era la preparación del ‘nuevo’ régimen español, que en 1977-79 acabaría siendo abiertamente apoyado y reconocido por la colaboración institucional Pnv-Eta como legítimo y democrático con o sin déficit, con o sin la coartada de los atentados.

“El Pueblo Vasco pasó así desde la condición de agente político a la de objeto inerte de la política imperialista. La Nación Vasca: institucional y estratégicamente conformada, cayó nuevamente al nivel de facción interna del régimen unitario. Había abandonado sus medios de lucha y las posiciones adquiridas, cedido gratuitamente sus cartas de negociación, renunciado a toda posibilidad de explotar la crisis política para convertir la transición intra-totalitaria en progresión democrática, endosado oficial y burocráticamente el reconocimiento simple y cualificado del régimen establecido, y asumido la participación en las maniobras y contorsiones sanatorio-novatorias de un régimen tan aquejado de disfunción política como convicto de ilegitimidad originaria y permanente.

“Después de una solitaria y desastrosa guerra – ni preparada ni prevista – contra las Potencias del Eje, que arruinó y diezmó sus fuerzas vivas sociales, políticas y culturales; seguida por una Resistencia que no cesó nunca, el Pueblo Vasco se encontró así de vuelta al mismo régimen unitario de antes y condenado a repetir: con las mismas malas compañías pero en condiciones mucho peores, los mismos errores que lo habían llevado ya a la catástrofe.

“Para llegar a eso no hacía falta que tantas víctimas, cuya sangre valía mucho más que la de sus dirigentes, asesinos y verdugos, se quedaran por los montes y en las simas, en las tapias de las cárceles, los cementerios y las plazas de toros ante los pelotones de fusilamiento, y bajo los bombardeos terroristas contra la población civil; poblaran las prisiones, el exilio y los campos de trabajo y esclavitud; o padecieran de todas las maneras la represión, la vesania, el sadismo, el odio y la venganza de las fuerzas y servicios de ocupación y de las clases sociales que las producen y utilizan, diezmando los escasos recursos humanos, materiales y culturales de un País demasiado pequeño como para reponerlos frente a sus predadores históricos, incomparablemente mayores y mejor armados.

“El plan de estabilización del Franquismo, en la situación semi-insurreccional de la ‘transición’ en el País Vasco; y la autonomía-trampa, impuesta como medio de condicionamiento, fijación, contención, desgaste, reducción, manipulación, recuperación y corrupción de las fuerzas populares, venían a prevenir toda institucionalización democrática, permitían modular la represión, dosificar la reforma institucional, interponer amortiguadores y cojinetes, y conservar el control de caña y carrete para enganchar, tantear, evaluar, dar o recobrar hilo según el vigor, la debilidad, los sobresaltos y las veleidades de resistencia, mientras la centralización y la concentración efectivas del poder político unitario garantizaban el desenlace fatal de una ‘confrontación institucional’ de pesca y captura resuelta de antemano.

“‘Los aliados en los que tenemos derecho a confiar’ (hasta que ‘descubren’ que no son tan de fiar como decían), y ‘los partidos españoles del frente de izquierdas que están todos con nosotros’ (pero que asumen directa y ventajosamente la represión), se han beneficiado desde entonces de la complicidad de los moderados y los radicales de la burocracia Pnv-Eta.

“Toda estrategia política exige la determinación lúcida e inequívoca de las fuerzas en presencia. En su lugar, la supuesta resistencia democrática “vasca” ha evacuado hasta el sentido de la distinción decisoria y decisiva ‘amigo-enemigo’; ha confundido, invertido o desconectado su sistema inmunitario; y ha destruido sus defensas naturales o artificiales, bio-sociológicas y político-ideológicas. Los institucionalistas armados y desarmados son el SIDA del Pueblo Vasco ante el imperialismo.” Etc. (Véase el texto: ‘El Pueblo Vasco bajo el imperialismo’; de las PUBLICACIONES IPARLA.)

El “lehendakari” que regresaba hace cuarenta años era un completo fraude, un impostor. Frente a la camarilla de traidores y colaboracionistas con el régimen de ocupación militar español, los cuales lo afirmaron y aceptaron formalmente como “democrático” etc. desde hace cuarenta y dos años hasta la actualidad (tras haberse comprometido a hacerlo así mucho antes en los pactos de liquidación de París y Múnich), y frente a las maniobras de falsificación histórica como la que hoy “conmemora” toda la mafiosa “aristocracia” burocrático-liquidacionista Pnv-Eta, el Movimiento Vasco de Resistencia y Salvación Nacional mantendrá siempre los dos principios que, dada la actual realidad de fuerzas en presencia del imperialismo y el fascismo y la total inexistencia de una real oposición democrática española, constituyen el único fundamento posible para la libertad nacional y la democracia del Pueblo Vasco:

1/ Afirmación del derecho de libertad, LIBRE disposición, independencia nacional o autodeterminación del Pueblo Vasco/Euskal Herria.

“Piedra angular de la democracia”, el derecho internacional de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos es un derecho que es originario, fundamental, inherente, de costumbre, inmediato, incondicional, continuo, permanente, inalienable, irrenunciable e imprescriptible para todos los Pueblos sojuzgados bajo un régimen imperialista y extranjero; que es la misma cosa que la incondicional e inmediata independencia de éstos contra/frente a toda dominación o intromisión extranjera contraria a su libertad nacional; y que ha sido reconocido – no constituido – por el Derecho Internacional contemporáneo de las Naciones Unidas: desde el Artículo Primero de su fundacional Carta de San Francisco así como por numerosas y relevantes Resoluciones de su Asamblea General, como EL PRIMERO DE LOS DERECHOS HUMANOS FUNDAMENTALES Y LA CONDICIÓN PREVIA PARA EL PLENO DISFRUTE DE TODOS ELLOS.

Su corolario y aplicación práctica consiste, como requisito ineludible para su realización, en la EXIGENCIA DE EVACUACIÓN INCONDICIONAL E INMEDIATA de todas las fuerzas de ocupación y de todo el aparato de sojuzgamiento imperial-colonialista de las Potencias ocupantes: España y Francia, FUERA de los Territorios históricos del Pueblo Vasco y de su Estado. Y


2/ Afirmación de la continuidad, vigencia y actualidad de nuestro Estado propio: el Reino de Nabarra, sucesor del Reino de Pamplona – “el Reino de los Vascos” – constituido por una Confederación de Repúblicas, Condados y Señoríos Vascónicos histórica y libremente reunida en torno a él. Internacionalmente reconocido durante mil años, el Reino de Nabarra sigue siendo el único Estado de la Nación Vasca, al que jamás ha renunciado ni ha admitido ni reconocido nunca ningún otro.

Su necesaria consecuencia implica EL NO-RECONOCIMIENTO Y LA DENUNCIA constantes e incesantes de los Estados ocupantes: el “Reino de España” y la “República francesa”, y de sus regímenes totalitarios de ocupación militar, como criminales, imperialistas, colonialistas y fascistas, y no como los propios, no-Nacionalistas, no-violentos, legítimos y democráticos, según está haciendo hasta el día de hoy la pretendida “clase política oficial vasca” formada por la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites.

Simultáneamente, y mientras el imperialismo no retira sus fuerzas de ocupación, es preciso mantener un BOYCOTT TOTAL:

– a toda colaboración con quienes, por rechazar en la teoría o en la práctica uno o ambos principios fundamentales citados, forman objetivamente – algunos incluso de forma subjetiva y confesada – parte del imperialismo; y

– a toda participación en las instituciones del régimen colonial-imperialista y especialmente en sus monopolios jurídicos (“parlamentos”) establecidos mediante su monopolio de la violencia, así como en sus “elecciones generales” totalitarias que “legitiman” todo ello.


DERECHO DE AUTODETERMINACION O INDEPENDENCIA NACIONAL INCONDICIONAL E INMEDIATA DEL PUEBLO VASCO / EUSKAL HERRIA!


¡REINO DE NABARRA: EL ESTADO DEL PUEBLO VASCO / EUSKAL HERRIA!


¡Ejército de ocupación ni con música!

¡España ni con república! ¡Francia ni con monarquía!


¡BOYCOTT TOTAL LOS IMPERIALISTAS FASCISTAS,SU RÉGIMEN DE OCUPACIÓN MILITAR!  –  ALDE HEMENDIK!


¡¡¡VIVA EL PUEBLO VASCO LIBRE!!! – GORA EUSKAL HERRI ASKEA!!!

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