TRES TESIS SOCIAL-COLONIALISTAS SOBRE EL EUSKERA (LANA-DEYA: Órgano informativo de S.T.V., Año LVI [Septiembre 1967], Nº 39)
(LANA-DEYA: Órgano informativo de S.T.V., Año LVI [Septiembre 1967], Nº 39)
TRES TESIS SOCIAL-COLONIALISTAS SOBRE EL EUSKERA
Desde hace algún tiempo, la evidente voluntad de los vascos,
de conservar y transmitir a las próximas generaciones su lengua, ha
desencadenado una ofensiva, solapada y suburbana, por parte de quienes creían
solucionado el problema lingüístico de Euzkadi.
Dejaremos para otra ocasión los burdos ataques, “a la
antigua”, de ciertos sectores todavía anclados en una pasado muy cercano. Hoy,
pocos son los que mantienen el "slogan” de los años 40, “español, habla la
lengua del Imperio”.
La “tolerancia” oficial hacia el euskera, en la escuela
privada, la radio o el teatro, los bersolaris, la creación de cátedras y
escuelas de Declamación Vasca, la autorización para la impresión de libros y
revistas, la famosa Orden Ministerial de Marzo de 1.951, tratan de camuflar
posiciones intransigentes. Entre 1.940 y 1.955, el euskera pasó, de criminal
adversario de la lengua del “Imperio”, a “ese tesoro precioso que debemos
conservar”.
No es a las viejas críticas a las que nos referimos sino a un
nuevo “frente cultural” que, conservando, en lo fundamental, las antiguas
motivaciones, disfraza de “socialismo”, “humanismo abstracto” y otras graves
palabras sus ataques a la lengua vasca.
Este “frente” social-colonialista mantiene, en euskera y
español, 3 tesis que desde su expresión más burda a la más alambicada cabe
expresar así:
1/ Primera tesis social-colonialista: Asimilación lisa y llana
de vasco y “burgués”. La lucha por la supervivencia del euskera no es sino un
subproducto ideológico de la “burguesía”, el euskera tiende a dividir a los
obreros, la defensa de los valores culturales vascos no es una reivindicación
proletaria (la defensa de los valores culturales no vascos, por supuesto que
sí)... etc. etc...
Estos tremendos “revolucionarios” deberían demostrarnos
primero que el español no es utilizado por la burguesía, que no constituye un
instrumento de opresión clasista o de alienación cultural, sino que es el
vehículo de la “revolución universal”.
Deberían demostrarnos que el euskera surgió a la vida
juntamente con la burguesía hacia el siglo XVII y que, hasta entonces, el
pueblo vasco hablaba, ¡cómo no!... español.
Sin embargo no nos demuestran hechos tan peregrinos, ni nos
explican por qué en Rusia y en China no se sustituyeron, después de la
revolución, el ruso y el chino (hasta entonces instrumentos opresores en manos
de la “burguesía”) por el esperanto y el volapuck, únicos e inmaculados
“idiomas” no manchados por la lucha de clases. Tal vez rusos y chinos cayeron
en la cuenta de que, el esperanto y el volapuck eran efectivamente de origen
burgués, originados por la tendencia, tan tiernamente pequeño-burguesa, al
cosmopolitismo y a la unidad abstracta de la humanidad. Y entre “burguesía” y
“burguesía”, naturalmente prefirieron la suya.
Pretender que un idioma, una estructura lingüística, un
instrumento de inter-comunicación, sean propiedad de una clase determinada es
equivalente a rechazar el motor de explosión o el análisis factorial, con el
pretexto de que son utilizados preferentemente por la “burguesía”.
2/ Segunda tesis social-colonialista: Existen en nuestra tierra un “problema lingüístico” y un “problema social”. Sin embargo, el “problema lingüístico” engloba “solamente” un conjunto de datos culturales y antropológicos sin relación con las fuerzas operantes en la infraestructura. En sí, el problema lingüístico pertenece a la superestructura ideológica, es ajeno a la lucha de clases, pero es un problema real que hay que tratar de resolver.
¿Es posible que el idioma, que supone una relación
interpersonal, colectiva, social por tanto, sea ajeno al proceso de producción
material?
¿Cómo una estructura de expresión comunitaria puede dejar de
tener relación con todos los problemas suprastructurales e infraestructurales?
Para estos “sociólogos” la superestructura es un limbo
misterioso que se mantiene aislado y
autónomo en virtud de fuerzas metafísicas.
Tesis de clara progenie idealista y burguesa, “algo” extraña
en quienes se llaman... “marxistas”.
3/ Tercera tesis social-colonialista: parte de la siguiente
declaración formal: Los llamados “problema lingüístico” y “problema social” no
son sino distintos aspectos de una misma realidad. Bravo. Lo malo es que se
escamotea burdamente la “realidad” y los antagonismos de clase en ella
existentes, se rechazan los movimientos reivindicativos existentes hasta la
actualidad con el intento solapado de rechazar el problema en su conjunto. Todo
ello cubierto con la más frondosa expresión verbal “euskaltzale”. Los
mantenedores de la tesis, afirmarán y negarán en sitios distintos la misma
cuestión. Por ejemplo: Aquí, montarán una “ikastola” o utilizarán las clases de
euskera como medios de difusión de sus ideas; allá, afirmarán que las ikastolas
y el euskera son “burgueses” y “reaccionarios”. (Naturalmente, su crítica a la
enseñanza se limita “solamente” a las ikastolas.) En la actual situación del
euskera, los objetivos que PERSIGUE esta actitud son claros: sembrar la
confusión mental y, sobre ello, proceder a la amputación sistemática y
controlada de las raíces más hondas del sentimiento nacional vasco.
Sus argumentos en círculos “estrictos” son los de las dos
tesis expuestas anteriormente, en círculos “más amplios”, donde es peligroso
aventurar opiniones arriesgadas, se invoca la necesidad de utilizar una lengua
que pueda expresar las “necesidades” del “pueblo”.
“Necesidades” que no explican cuáles son, ni a qué “pueblo” se
refieren, ni a qué clase de ese “pueblo” hacen referencia, ni en virtud de qué
raros poderes mágicos estos señores constituyen el portavoz de las “necesidades
del pueblo”. Naturalmente, este tipo de preguntas no las contestarán jamás
nuestros social-colonialistas, ya que su pretensión no es elaborar honradamente
una teoría ideológica, sino actuar como quinta columna. No es pues sorprendente
oír a estos “socialistas revolucionarios” las mismas invectivas contra el
euskera que a un Unamuno o a un Víctor Pradera en su famoso discurso sobre el
“fetiche de la lengua”. En este aspecto, la “nueva línea” es tan antigua como
el nacionalismo español, en sus formas más cerriles.
Como habrán podido observar nuestros lectores, todo esto no
lleva sino a viejo, traído y llevado cuento del “universalismo humanista”, de
la “apocatástasis mundial”, y de la hermandad entre los pueblos del mundo.
Ideas irrealizables mientras continúen los conflictos reales entre clases y
pueblos. Por el momento no sirven más que para dos cosas: una despojar a los
incautos o a los despistados, de lo suyo, en provecho del vecino; otra poner de
manifiesto el curioso “universo” de nuestros “universalistas”,
hombres-antes-que-vascos. (Como si un vasco pudiese dejar de ser hombre, o
disociarse en sus dos componentes de “hombre” y “vasco”, “sutil” distinción que
nos llevaría a distinguir separadamente en el caballo lo genéricamente
“caballo” y lo genéricamente “mamífero”.)
Ya hace años que otro “universalista” famoso, el profesor
Ortega y Gasset (D. Eduardo), filósofo y mentor de la muy “progresista”
burguesía liberal y republicana española, en su estudio sobre los hermanos
Zubiaurre, nos dejó ver, muy claramente, que para él, así como para nuestros
social-colonialistas y “universalistas-antes-hombres-que-vascos”, el
“universalismo” coincidía, en todo, con el más estrecho nacionalismo manchego.
En fin, hay hombres y pueblos que jamás verán más allá de sus narices.
No podíamos terminar este artículo sin hacer referencia a las
opiniones que sobre el euskera ha expresado recientemente, en dos ruidosos
artículos publicados en “Zeruko-Argia”, Gabriel Aresti. A sus posiciones
(dentro de una especie de crítica realista acrítica, es decir, inconsciente) se
les puede aplicar las palabras que Jean Paul Sartre dedicó al “realismo” de los
colaboracionistas franceses, como Deat y Marquet, bajo la ocupación alemana:
“Por su docilidad ante los hechos o, más bien, ante el hecho
único: la derrota francesa, el colaborador realista practicó una moral
invertida. En lugar de juzgar los hechos a la luz del derecho, fundó el derecho
sobre los hechos. Su metafísica implícita identificaba el ser con el deber ser:
todo lo que es, es bueno, lo que es bueno es lo que es. Explicó la resistencia
por una adhesión anacrónica a las costumbres y a una ideología extinta, y no
por la afirmación de un valor.
“Sin embargo, siempre ocultó la contradicción profunda
encerrada en el hecho de que él también eligió los acontecimientos que
constituían su punto de partida. De ahí la debilidad interior de su sistema. Y
así vemos cómo aquel hombre que habla sin cesar de la ‘dura lección de los
hechos’, sólo considera los hechos que favorecen su doctrina”.
El colaboracionismo de Aresti va tal vez acompañado de una dosis considerable de masoquismo. Como al parecer se interesa, en la forma incoherente que le es propia, por el problema del “tabú”, le aconsejamos lea el “Tótem y Tabú” freudiano. Así estará al corriente de los mecanismos inconscientes de autoagresión. Como él mismo declara no estar muy bien de la cabeza (véase “Zeruko-Argia” 225), es posible que sus ataques al euskera no sean sino intentos sublimados de autodestrucción. Por nuestra parte no existe el menor inconveniente. En cuanto a su aire de “genio” incomprendido, descubriendo de nuevo el Mediterráneo... sus “genialidades” tienen por lo menos 60 años, y su afición a hablar de lo que no sabe es tan vieja como el mundo.
Hemos balizado el camino por el que se desarrollarán los
futuros ataques contra el euskera. Lo hacemos porque sabemos dónde están
nuestros enemigos, los enemigos de la clase obrera. Y un consejo a quienes podrían
sentirse inquietos ante la retórica neo-colonialista:
Cuando los imperialistas os motejen de “burgueses” por
defender nuestra lengua, preguntad sin miedo, ¿Burguesía? ¿Qué es eso? Estad
seguros de que vuestros interlocutores no lo saben. Sólo los socialistas
podemos responder a esa pregunta. Sólo los socialistas podemos integrar el
problema conflictivo entre los idiomas en el contexto general de la lucha de
clases que hoy en día se desarrolla en Euzkadi. Bajo el fascismo genocida,
denostar al euskera es constituirse en aliado del principal enemigo del
euskera, la gran burguesía oligárquica española.
El euskera es el idioma de los trabajadores vascos, y también
de la burguesía nacional; pero el español es el instrumento de opresión de la
burguesía española y el fascismo. Afirmar el euskera es afirmar un valor
democrático y socialista.
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