Supercherías e intoxicación ideológica: el imperialismo no-violento (XXII)


EUSKAL HERRIA Y EL REINO DE NABARRA, O EL PUEBLO VASCO Y SU ESTADO, FRENTE AL IMPERIALISMO FRANCO-ESPAÑOL



XXII – Supercherías e intoxicación ideológica: el imperialismo no-violento


Iñaki Aginaga y Felipe Campo


La propaganda y la guerra psicológica han ocultado y complementado siempre la criminal Violencia y el Terrorismo que fundan la dominación imperialista; estableciendo por el contrario su justificación y fundamento en la teología, la naturaleza, la moral, la razón, el bien común o el interés social, al objeto de presentarla como empresa de paz, progreso, civilización o altruismo. Todo ello, según criterios que excluyen o bien toda violencia, o – éste es un recurso significativo – cuando menos toda violencia fundamental, originaria y constitutiva de esa dominación. De suyo, y siguiendo sus propios postulados, los Estados imperialistas ni siquiera serían Estados, puesto que no conocen la violencia sino que reina en ellos la no-violencia “natural” y “la paz perpetua”, al cuidado de venerables, virtuosos y clarividentes pastores y curadores civiles y eclesiásticos que ejercen mansamente su ministerio por medio de sabios consejos y paternales admoniciones.

Por desgracia el Diablo no descansa; y, por instigación suya, el Mal irrumpe en tan paradisíaca sociedad, la cual acaba siendo perturbada por individuos o minorías aberrantes que tratan de imponer su dictadura mediante la violencia y el terror. Una vez la serpiente en el paraíso, la manzana en la sociedad y el gusano en la manzana, todo se va al demonio; y entonces, los hombres sabios y buenos que dirigen la comunidad humana se ven obligados a defenderla mediante la violencia buena (es decir, la de ellos), la guerra, la represión y el Terror. Por supuesto, sin dejar por eso de proclamar a la vez los sagrados ideales del Bien, la Paz y el Amor, ni de condenar y perseguir por todos los medios “toda violencia venga de donde venga”. Aparentemente, esta enorme contradicción formal no los preocupa ni les causa perjuicios considerables. No obstante, el genocidio o el Terrorismo de Estado son lo que son: Violencia criminal en su más alto grado y especialización; por más que los monopolios de intoxicación ideológica de masas difundan su funcional esquizofrenia, recorten las ideas, y cambien los nombres para disimularlos o legitimarlos.

Hoy más que nunca, por el propio desarrollo e implicaciones de su línea política e ideológica, el poder imperialista oficial tiene necesidad de ocultar – en la prudente y limitada medida que las condiciones objetivas lo permiten – la realidad de Violencia criminal de ese pretendido régimen “pacífico, democrático y no-violento” que el imperialismo ha instaurado. Y la “oposición moderada, no-violenta e institucional”  así como la “oposición radical, violenta y no menos institucional”  también necesitan mantener esa ocultación, ya que la simple consideración: sin rebajas ni anteojeras, de la base de violencia del régimen y de los medios de Violencia Terrorista de los que el imperialismo fascista dispone, pondría en evidencia y quitaría toda credibilidad a “las elecciones, la persuasión, el diálogo, la negociación, el consenso, las huelgas generales y de hambre, la lucha armada y la guerra revolucionaria” que tales “oposiciones” proponen como alternativa al poder de hecho. Así pues, “los moderados y los radicales vascos” Pnv-Eta y sus satélites se esfuerzan por confirmar la imagen pacífica y no-violenta que el régimen trata de dar de sí mismo, y todo lo más se limitan a “denunciar” los “excesos” resultantes de su “déficit democrático”, y a impedir – por todos los medios que los monopolios de Violencia criminal y Propaganda fascista les proporcionan – toda crítica y toda “revelación” de la verdadera naturaleza del régimen imperialista y fascista franco-español contra el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra.

Unos y otros pretenden hacer creer que “política y violencia son incompatibles, y que la violencia no puede utilizarse para fines políticos”. Pero, bien al contrario, la política no sólo es “compatible” sino que implica necesariamente la violencia, y es incompatible con la no-violencia. Más precisamente, no es que la violencia sea incompatible o ni siquiera compatible con la política: la violencia es el medio específico y constitutivo de la política. Toda política es y constituye violencia actual o virtual, aunque no toda violencia es ni constituye política.

El Derecho, el Estado, las relaciones políticas nacionales o internacionales (ya sean democráticas o totalitarias), la conservación y la modificación estratégica de la relación de fuerzas, son el dominio propio de la violencia. Decir – como lo hace la ideología imperialista y fascista – que “los demócratas rechazan toda violencia” es una contradicción en los términos y una operación de sabotaje de la democracia, para conseguir su propia indefensión y posterior dominación por los regímenes totalitarios. Decir que no se puede usar de la violencia para obtener fines políticos es negar toda política, porque la política no se caracteriza en sí por los fines sino por los medios, constituidos por la violencia. Los fines son políticos sólo en cuanto tienen por medio la violencia, y dejan de serlo si prescinden del medio que los constituye como tales fines políticos. La violencia es el medio específico de la política, no un simple accesorio.

Se puede estar, sin contradicción, “contra toda violencia venga de donde venga”; pero no se puede estar a la vez a favor de las vías políticas: por jurídicas, legítimas o democráticas que éstas sean o pretendan ser, puesto que todas ellas implican violencia. La política no-violenta es una contradicción en los términos, un vacuo atentado a toda lógica formal o general, y una negación hipócrita de la más evidente realidad, cuyas consecuencias las sufren siempre los débiles y los indefensos. No cabe oponer política violenta y política no-violenta. Una política puede o no oponerse a otra; pero no puede, sin contradicción formal, oponerse a la violencia.

Una moral de no-violencia sí es perfectamente posible en idea, sin que ello implique contradicción. Es también un factor normativo positivo y efectivo de comportamiento; si bien su práctica no ha rebasado nunca otros límites que el umbral individual, los ámbitos socialmente marginales o sectarios, la reducción aproximativa, y los compromisos adaptativos. “El Sermón de la Montaña – entiendo por ello la ética absoluta del Evangelio – es cosa mucho más seria de lo que creen quienes en nuestros días citan gustosamente sus mandamientos. No se bromea con ella. Lo que se ha dicho a propósito de la causalidad científica se aplica también a la ética: no es un coche de punto que puede hacerse parar para tomarlo o dejarlo a capricho. Se la acepta o se la rechaza por entero, éste es precisamente su sentido; proceder de otro modo es trivializarla.” (Max Weber.)

Los “vascos moderados y radicales” Pnv-Eta: partidarios y apologistas locales de “la vía democrática dentro del más absoluto respeto a las instituciones (fascistas) y en ausencia de toda violencia” (pero únicamente la anti-fascista), tienen muy claro que “la solución de los problemas políticos de este País está en el diálogo”; y que, “al igual que en Euskal Herria, también en el resto del mundo el camino y la llave de la solución se encuentran en el diálogo” con el imperialismo y desde la propia indefensión. Algo que no sólo es teóricamente absurdo y demencial sino que además se ve desmentido cada día por la realidad, la cual estos orates y/o agentes del imperialismo se niegan a registrar.

Ahora bien, esta nueva “brillante” aportación de “los moderados y los radicales” no va a ser de ninguna utilidad para los problemas en cuestión, ya que éstos no se remedian y solucionan a base de negarlos o suponerlos resueltos: ya se haga así con recta o con torcida intención. El hecho de que la propaganda Pnv-Eta tenga que recurrir a majaderías de este calibre para seguir engañando a sus víctimas, revela de por sí el grado de confusión mental e impotencia política a que han llevado a la sociedad a la que dicen proporcionar soluciones y remedios. ¡Pueden sentirse satisfechos con su prestación!

Porque el hecho es que la política: mucho más aún la política frente al Nacionalismo imperialista y el fascismo, no empieza donde empiezan la libertad, el diálogo y la paz; empieza donde éstos acaban o donde no han existido nunca. La política trata de responder, de una u otra manera, a los problemas que existen en el mundo en que vivimos, no a los que se supone existen en el Limbo de los Justos, o de los tontos, o de los locos. El escapismo hacia un mundo de imaginaria beatitud, donde “todas las personas son buenas”, es la funesta superchería imaginada por “los moderados y los radicales” de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites al objeto de desfigurar una realidad de opresión, Violencia criminal y Terrorismo de Estado cuya descripción: paso previo para su reversión, son incapaces siquiera de plantear.

Que la no-violencia, el diálogo, la libertad y la paz son conceptos “contrarios” de la violencia, la negación del diálogo, la represión de la libertad y la guerra, ello es una tautología y un truísmo que el propio Perogrullo no habría vacilado en ratificar. Pero formular conceptos contrarios y correlativos no es lo mismo que articular fuerzas políticas correlativas y contrarias; del mismo modo que formular objetivos y fines a los que hay que tender no es lo mismo que lograr soluciones, medios o remedios políticos. El derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos es el correlativo contrario de la política imperialista; pero decir que “la llave”, la solución, el medio y el remedio contra el imperialismo es la libertad de los Pueblos y su derecho de autodeterminación es tanto como decir que no haya imperialismo; lo cual es la formulación de un objetivo pero no el logro de una solución.

Del mismo modo, decir que el remedio a la violencia es la no-violencia es tanto como decir que no haya violencia, y aporta una “solución” tan eficaz como decir que el remedio a la enemistad entre los humanos está en que no haya enemistad sino amor al prójimo. Ello es tanto como decir que la solución y el remedio a la enfermedad están en la buena salud, y que la solución y el remedio al problema del mal están en el bien. Sin embargo, la mera formulación de todos los “conceptos contrarios” de la metafísica, la sociología, la moral y la medicina del mundo no cambiarán nada la realidad de las cosas.

En una sociedad de violencia, opresión política, guerra, enfermedades e Imperio del Mal, remedios tales como la no-violencia, el amor, la paz, la buena salud y el Reino del Bien no existen y por tanto nada pueden solucionar o remediar. En una sociedad de amor y buena salud tampoco pueden hacerlo, puesto que no hay en ella conflictos que solucionar o remediar. Una solución y un remedio suponen nola inexistencia sino la existencia de una realidad viciada, sin la cual no harían falta soluciones ni remedios. La primera condición para solucionar los problemas es que éstos existan, no que no existan. La primera condición para curar la enfermedad es que haya enfermad, no que no la haya.

Ahora bien, sise pretenden soluciones y se buscan remedios, ello es porque los problemas y las enfermedades existen y porque se parte de reconocer que existen, no que no existen; es decir: porque se ve que el imperialismo existe, los humanos se odian los unos a los otros, y la guerra, el mal y el SIDA o la gripe china amenazan con tragarse Razas y Continentes enteros. En cambio, la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites parten negando que existe el imperialismo franco-español contra el Pueblo Vasco y su Estado.

Presentar, como ellos hacen, la no-violencia, el diálogo, la paz y la libertad como factores de oposición política, remedio y solución al “problema político vasco”, eso no es resolverlo mediante una oposición política: eso es negarlo como existencia y – con ella – como oposición. No es resolverlo sino darlo por resuelto. Es pretender que el imperialismo y la violencia imperialista de España y Francia no existen, si es que alguna vez existieron; o que el imperialismo franco-español contra el Pueblo Vasco en realidad no es el imperialismo, es decir: que no consiste estructuralmente en Violencia criminal, incompatible con la no-violencia, el diálogo, la paz, la libertad y los derechos fundamentales de los Pueblos y ante todo con su derecho de autodeterminación o independencia, cuya conculcación es LA ESENCIA del imperialismo.

En definitiva, todo ello es practicar el encubrimiento y la apología del régimen franco-español de ocupación militar, presentado como una sociedad de supuestas libertad, paz y convivencia pacífica posibles; o, a lo sumo, como una “democracia con déficit”: subsanable en cualquier caso por “la persuasión y el diálogo dentro de la Constitución”, es decir: el diálogo dentro de la esclavitud, el diálogo a partir de la sumisión del Pueblo Vasco a la dominación Nacionalista-imperialista de Francespaña, y de la aceptación de la destrucción de su Estado, el Reino de Nabarra; ésta es la posición de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta, integrada en el Segundo Franquismo desde hace ya cuarenta y cinco años.

Sin embargo, una de dos: O bien el Imperialismo franco-español existe entre nosotros como una realidad de hecho, y entonces no existen – no pueden ser realizados – la libertad, el diálogo y la Autodeterminación de los Pueblos sojuzgados: constitucionalmente excluidos y negados por los regímenes Nacionalistas, Colonialistas y Fascistas de izquierdas y de derechas, monárquicos y republicanos de España y de Francia. O bien ya existen – están ya realizados – la libertad, el diálogo y la Autodeterminación de los Pueblos, y entonces no existe el Imperialismo franco-español entre nosotros como una realidad; lo cual es, por cierto, lo que predican los imperialistas y sus agentes locales entre los Pueblos sojuzgados, ya sea porque son Renegados o Colaboracionistas conscientes y corruptos, o inconscientes lunáticos/cretinos.

Pero ciertamente el “problema vasco” existe, y es un problema que consiste en el Imperialismo Nacionalista, Colonialista y Fascista de España y de Francia sobre el Pueblo Vasco, y en la ocupación militar de su Estado, el Reino de Nabarra: cuyos derechos fundamentales de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos y de integridad de sus Estados constituidos sobre la Autodeterminación de los Pueblos, e incluso su existencia misma, ese Imperialismo reprime y niega. Y por lo tanto ese Imperialismo es: no por accidente sino por su esencia y su existencia, incompatible con la no-violencia, el diálogo y la libertad, con el amor, la paz y la concordia que predican a todas horas los hipócritas y fariseos de sus servicios de propaganda: los espléndidamente remunerados “consejeros y directores del departamento de derechos humanos, paz y convivencia del gobierno vasco”.

Así pues, el problema real que se nos plantea no consiste en resolver un conflicto – según ellos inexistente  en un mundo también inexistente de no-violencia, paz, libertad y diálogo: según los imperialistas y sus agentes locales o foráneos pretenden. Bien al contrario, consiste en resolver el existente conflicto de un mundo y en un mundo donde tales condiciones están ausentes. El remedio a la violencia, a la negación del diálogo y a la ausencia de libertad que existen entre nosotros no puede por tanto lograrse a partir de una sociedad de no-violencia, diálogo y libertad, puesto que tal sociedad no existe, sino a partir y como parte de una sociedad de violencia, negación de diálogo y ausencia de libertad, que es la única que existe. La cuestión es encontrar la solución y el remedio para pasar o aproximarse: desde la sociedad que existe y a partir de ella, a la que no existe y que por tanto nada puede solucionar ni remediar. Y para lograrlo, la única realidad que tenemos es la contradicción política: estratégicamente planteada y desarrollada, entre las fuerzas del fascismo imperialista, por un lado, y las fuerzas de la libertad y la democracia de los Pueblos, por otro.

Con los términos de “política, derecho y Estado”, los mismos agentes del régimen imperialista de ocupación militar designan las estructuras reales de poder y dominación que mediante la violencia han ordenado y ordenan las sociedades humanas a lo largo de la historia y la prehistoria. La autoridad y la función de que esos agentes se prevalen no tienen vigencia ni existencia sino por medio de esas estructuras y dentro de ellas; todo lo cual es evidente. Por tanto, de no ser por la necesidad de servir los objetivos, la convención, la concertación y la complicidad que mantienen los agentes civiles, militares o eclesiásticos que fabrican la información y la opinión mundial (al objeto de ocultar y falsificar la realidad de dominación del poder al que ellos sirven), a nadie se le vendría a la cabeza el pretender que el Ejército franquista y la Guardia Civil son fuerzas armadas democráticas y no-violentas. Sin embargo y a fuerza de repetirlo, hoy nadie se admira de tal afirmación; con excepción tal vez de las propias fuerzas armadas españolas, un tanto sorprendidas y vagamente incómodas con las dudosas prendas que les atribuyen sus propios monopolios de propaganda y condicionamiento psicológico de masas.

Ahora bien, la represión estatal es violencia; por tanto, el principio de “combatir toda violencia venga de donde venga” con la represión del Estado: tal como lo aprueba, predica y practica oficialmente la burocracia del Pnv, es contradictoio en los términos. Prisioneros de sus prejuicios y opciones ideológico-políticos, estos burócratas “vascos” Pnv-Eta: defensores de la participación, la colaboración y la incorporación en el imperialismo fascista español que ellos lo aceptan como legítimo y democrático y “el Estado” propio, se debaten entre desvaríos, contradicciones, interrogantes sin respuesta e inexplicables constataciones.

Decir que uno está hablando de política, de democracia, de derecho de autodeterminación (o de cualquier otro derecho), y a la vez pretender también que se está “rechazando un solo acto de violencia”, todo ello es en sí mismo estar en un puro disparate formal. Pero, además de eso, pregonarlo mientras se realiza, acepta y oculta la Violencia criminal de la agresión y la ocupación imperialistas contra el Pueblo Vasco, es engañar y tomar el pelo a las víctimas propiciatorias de su propio País, a quienes ellos previamente han condicionadas para eso. “No se puede” – a un mismo tiempo – llevar armas, apoyarse en ellas, y posar de no-violentos.

Los portavoces civiles, militares o eclesiásticos del régimen imperialista franco-español: actores, colaboradores y valedores de su política de ocupación militar de Pueblos y Estados y de represión de masas, afirman “la vida humana como valor supremo, absoluto, inviolable y sagrado, y el derecho a la vida como primero de los derechos humanos, sin el cual todos los demás son imposibles”: “Por ahí empieza todo.” (Arzalluz.) Le siguen la integridad física y la libertad, con sus correspondientes derechos. Parecen sentirse particularmente satisfechos con tan “evidente” prelación de valores y derechos humanos. Pero la confusión trivial y funcional de las ideas es una cosa; y otra muy distinta la genética científica, histórica y sociológica del orden y el desorden políticos y sus implicaciones. Lo único evidente que aquí ocurre es la “incapacidad” de los auto-designados instructores y rectores profesionales de la moral y el derecho, para entender de qué va la cosa. Una incapacidad que es ideológicamente rentable entre las almas cándidas, sin las cuales no serviría para nada.

“Cuál es el significado del principio de la sacralidad de la vida humana en la práctica, y en qué se diferencia del mandamiento ‘No matarás’? Kautsky no lo explica. Cuando un asesino levanta su cuchillo sobre un niño, ¿se puede matar al primero para salvar al segundo? ¿No resultará infringido de ese modo el principio del ‘valor sagrado’ de la vida humana? ¿Puede uno matar al asesino para salvarse a sí mismo? ¿Es permisible la insurrección de los esclavos oprimidos contra sus amos? ¿Es permisible que alguien alcance la propia libertad a costa de la vida de sus carceleros?” Etc. (L. Trotsky; Terrorismo y Comunismo, 1920.)

Ahora bien, para los falsos apóstoles de la no-violencia “ninguna causa, por justa que sea, vale una gota de sangre ni un solo acto de violencia”; pero el régimen imperialista y fascista franco-español que ellos imponen, aceptan o reconocen, ése sí vale una historia de guerras y ríos de sangre: toda una historia de doce siglos de agresión, ocupación, represión y terror. El hecho de que tales tonterías puedan no ya dar los resultados que han obtenido, sino incluso que puedan expresarse con visos de sensatez, indica de por sí la degeneración mental de una sociedad, víctima indefensa de los monopolios de intoxicación ideológica de masas.

Visiblemente, Ibarretxe y sus compinches no están del todo de acuerdo con Jesucristo. Si hubieran podido explicarle al Nazareno que la vida humana es el valor absoluto y supremo y que “por ahí empieza todo”; que “ninguna causa – por justa y santa que sea – justifica la pérdida de una sola vida humana ni el derramamiento de una sola gota de sangre”; y que “a ese precio no queremos nada”, el bien intencionado pero según parece mal informado Crucificado habría podido pasar de ese cáliz, y muchos de sus discípulos también.

Si la Iglesia, la Compañía de Jesús, el Gobierno español – o cualquier otro – y en general las clases dirigentes y los agentes civiles, militares o eclesiásticos del imperialismo y el fascismo franco-español: apologistas oficiales de la no-violencia, creyeran y sobre todo pusieran en práctica para sus respectivas instituciones la doctrina de no-violencia que predican donde y cuando les conviene para que se la crean sus clientes o sus víctimas, entonces las organizaciones religiosas y el sistema político que todos ellos defienden y que a su vez los defiende se derrumbarían, y tales organizaciones y sistema hace tiempo que habrían desaparecido o dejado de ser (lo cual es la única suerte que le espera a este País en la medida en que adopta semejantes infundios), y habrían pasado: por interno y triunfante sabotaje herético de sus instituciones temporales, espirituales, místicas y litúrgicas, a la historia retrospectiva de las religiones y formaciones sociales. Bien entendido: tales no son los supuestos ni los propósitos de las clases dominantes. Las almas piadosas y los ciudadanos sensibles no tienen motivos de preocupación al respecto.

(Quedaría, como problema inédito del nuevo orden social, o bien la difícil reconversión de las fuerzas armadas no-violentas, a ser transformadas en cuerpos productivos; o el aumento significativo del paro oficial y las clases pasivas, a suponer que cosas de ésas persistieran todavía.)

Si la no-violencia fuera de esencia en la moral cristiana, Jesucristo habría sido el primer hereje del Cristianismo. “La guerra durará tanto como el mundo.” “Vine a traer la guerra, no la paz.” “No solamente el cristianismo tolera la fuerza material sino que la ordena, la exige. La no-resistencia al mal es una herejía cristiana, no es el cristianismo.” El nuevo Montanismo no tendrá su congreso de Arles.

La vida, la integridad física y la libertad no son objeto de derechos absolutos – lo cual implicaría contradicción en los términos – sino relativos, supeditados a la defensa y mantenimiento de los derechos humanos fundamentales. En una sociedad donde la vida, la integridad física y la libertad – incluso las de los criminales y los tiránicos dictadores – fueran valores absolutos, supremos e intocables, no habría derecho a la vida ni tampoco política y derechos democráticos, puesto que no habría forma en absoluto de defenderlos frente a quienes los agreden. En cambio, los imperialistas y los fascistas fundan su poder en el desprecio total de los derechos fundamentales. En cuanto agentes y responsables de crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad, los imperialistas y los fascistas no tienen derechos.

Cuando imperialistas y fascistas (y sus agentes conscientes o inconscientes) “condenan la violencia y el terrorismo vengan de donde vengan”, en realidad su “condena” se dirige y limita a la Resistencia contra el régimen imperialista; lo que incluye las luchas de liberación nacional y democrática, la defensa internacional y la legítima defensa inherente al derecho de autodeterminación. En realidad se refieren a los “atentados vengan de donde vengan”; atentados que son, por definición, forma menor, inferior, marginal o secundaria de violencia. Pero no se refieren nunca a la forma mayor, superior, central y primaria de Violencia criminal que constituye los monopolios efectivos de la Violencia imperialista, cuya existencia niegan y legitiman a la vez. (Lo cual, como expondremos más ampliamente en nuestro trabajo “Violencia y Terrorismo.– ‘Paz y no-violencia’”, es una contradicción en los términos, puesto que lo que se niega no existe, y por tanto lo que no existe no se puede legitimar. A la inversa, si algo se legitima – la propia Violencia – es porque existe, y por tanto no se puede negar.)

Los sermones hipócritas de la propaganda oficial pretenden hacer creer que el actual régimen imperialista y fascista franco-español de ocupación militar sobre el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra, es una sociedad sin violencia, sólo perturbada por los atentados del Eta. Según ellos el régimen político de factono existe, y por tanto los apóstoles de la no-violencia no pueden denunciarlo. No es casualidad que la misma palabra “imperialismo” haya desaparecido también por completo de su vocabulario.

Los “demócratas no-violentos” propugnan la no-violencia y la democracia a la vez. Pero la democracia es el poder político del Pueblo, es decir: su violencia; sin que la distinción entre democracia y despotismo valga aquí sino cualitativamente por los fines respectivos, y cuantitativamente por las dosis diferenciales que se dan en ambos sistemas, como ya tuvimos ocasión de exponer. La democracia no consiste en la no-violencia, consiste en la violencia, como todo régimen político.

“El Pnv no ha practicado nunca la violencia”, dice su burocracia. Su apoyo al presente régimen español no cuenta, puesto que según ellos se trata de un régimen “político no-violento”. El gobierno de hecho de Euzkadi y sus fuerzas armadas lo eran también; y sin embargo, en los autobuses del Pnv no-violento, siguen cantando ‘Eusko gudariak gera Euskadi askatzeko; gerturik daukagu odola bere aldez emateko’. Según Ibarretxe, “la guerra demostró que la violencia no sirve para lograr objetivos políticos”. ¡Asombrosa “demostración”! La guerra no sirvió, efectivamente, al Pnv y al Gobierno de hecho de Euzkadi para lograr sus objetivos políticos, pero sirvió perfectamente al imperialismo y al fascismo español para conseguir los suyos, como demuestran las consecuencias que seguimos padeciendo.

Cuando estos no-violentos oficiales e hipócritas que padecemos hacen la observación de que “los partidarios de la lucha armada no comprenden que la pistola ya no sirve”, están emitiendo una sencilla pero incompleta verdad. Es cierto que “no comprenden”, y es cierto que “la pistola ya no sirve” (no ha servido nunca, sobre todo a los que no la tienen), si no es como arma táctica para servicios tan especiales como limitados. Son los cañones, los tanques, las bombas aerotransportadas – de preferencia nucleares – y las armas de destrucción masiva los que “sirven” a quien dispone de ellos en cantidad suficiente; que es siempre quien lo disimula vociferando más que nadie contra las armas, la violencia y el terrorismo “vengan de donde vengan”, y a quien estos “no-violentos oficiales” se cuidan muy mucho de denunciar.

La Burocracia Pnv y el Consejo de Administración de la “Comunidad autónoma vasca” – que ellos y el régimen fascista llaman “Euskadi” – “no están de acuerdo con la política de violencia” que sigue el gobierno español en Irak, puesto que “no se puede estar contra la violencia aquí y apoyarla en Irak”. La verdad es que “no se puede” estar contra la violencia en Irak y apoyarla aquí, como hacen ellos. El objeto real de esta “oposición” a la violencia en Irak es ocultar una vez más la ocupación española “aquí” y presentarla como si fuera “contraria a la violencia”; es ocultar una vez más la naturaleza del régimen español impuesto contra el Pueblo Vasco y su Estado, y establecido y conservado por guerra de agresión, monopolio de la Violencia criminal, y Terrorismo de masas.

“En la sociedad vasca no hay sitio para la violencia”, siguen diciendo estos traidores. Si esto fuera verdad no estaríamos donde estamos; y sobre todo no estarían los agentes y beneficiarios del monopolio estatal franco-español de la Violencia y el Terror, y de su propaganda aferente, donde actualmente están. Si el pretendido lehendakari Ibarretxe tiene la manifiesta posibilidad de asestar su ración diaria de majaderías a cientos de miles de contribuyentes, ello es así porque el régimen español de Violencia criminal establecido, que él califica de “democrático y no-violento”, tiene interés por el momento en proporcionarle tal posibilidad. Y si puede hacerlo hablando solo: que es la única forma de que pueda hablar es, porque sus abochornados pacientes no pueden hacerlo ni solos ni acompañados.

Este estadio de la evolución de la humanidad por la violencia y en la violencia va a ser por fin superado, si damos crédito a las declaraciones y pactos oficiales del grupo Pnv-Eta. Ibarretxe considera que la especie humana ha llegado a un momento de la historia en que abandona efectivamente la violencia, por lo menos la violencia intraspecífica. Pero los ideólogos locales no se limitan a proponer y preconizar el abandono de la violencia, y afirman que este objetivo se ha alcanzado ya o está en vías de ello en la realidad presente. No sólo en el territorio que administran, donde “no hay más violencia que la de Eta”, sino también en el resto del planeta: “Los actuales acontecimientos muestran que el mundo va comprendiendo que no vivimos en un tiempo donde los problemas se resuelven por la violencia. En el mundo en que vivimos los problemas se resuelven sin violencia, por las vías políticas, la comprensión, la persuasión, el diálogo y la negociación.”

Sin embargo, los “idealistas, utopistas, humanistas, pacifistas y no-violentos” que se llenan la boca hablando del “valor supremo y absoluto de una sola gota de sangre”, y que – en el mundo de guerra y crímenes de masa en que vivimos – rechazan “toda violencia venga de donde venga”, sin denunciar en primer término (y como base de toda consideración ideológica y política) el monopolio estatal, imperialista y fascista de la Violencia criminal, son ideológicamente o bien imbéciles, ilusos e ilusionistas, o hipócritas, psicópatas o farsantes, y en todos los casos son agentes del imperialismo y del fascismo.

El “régimen sin violencia” que ellos afirman es, en realidad, el monopolio de la Violencia criminal en manos del imperialismo y el fascismo. Presentarlo como no-violento, proponer el diálogo con quien no tiene la menor intención de dialogar con nadie ni entiende más razón que la de los cañones, hablar de democracia y de voluntad libremente expresada en las condiciones de ocupación militar del régimen de Violencia criminal establecido, hablar de negociación al margen de sus necesarias condiciones de fuerza y a partir del monopolio de la Violencia criminal y el Terrorismo de Estado, todo ello es esconder la verdadera naturaleza del Nacionalismo imperialista y totalitario; es ocultar la realidad del régimen imperialista y fascista de ocupación militar en los Territorios ocupados del Pueblo Vasco, y sobre todo del monopolio de la Violencia criminal sobre el que se funda.

No es otro el contenido real de la verborrea pretenciosa: repleta de equívocos, vacuidades, falsedades, contradicciones y absurdos que, envuelta hasta el empalago en buenos sentimientos de pacotilla, ocupa un lugar privilegiado en los grandes medios de intoxicación de masas. Tras la máscara hipócrita de la no-violencia se esconden los agentes de la cooperación sin reservas en la negación de todos los derechos fundamentales por el régimen franco-español de ocupación militar que ellos no obstante califican de no-violento y democrático. Beatíficos discursos de amor, diálogo y no-violencia encubren así el apoyo a la represión de toda forma de Resistencia ideológica y política contra el imperialismo y el fascismo, así como la participación activa y sin reservas de esos servicios auxiliares locales en los monopolios de propaganda y violencia, represión y terrorismo de masas. Su objetivo es ocultar la realidad de la Violencia imperialista y fascista, y dejar ideológica y políticamente indefenso al Pueblo que la padece.

Lo que realmente pretenden los defensores hipócritas de la “no-violencia” es la negación del poder democrático, de los derechos humanos en general, de los derechos de autodeterminación y legítima defensa de los Pueblos en particular; o, lo que es la misma cosa, la afirmación del monopolio totalitario e imperialista de la Violencia criminal, y de la impunidad de los crímenes contra la humanidad, los crímenes de guerra, y los crímenes contra la paz de que los imperialistas son autores y beneficiarios.

Éstos tales que “condenan toda violencia, por justa que sea la causa, y no aceptan resultado alguno que de ella provenga”, lo que en realidad condenan es las formas “ilegales”, marginales y suplementarias de violencia “de oposición o de Estado”; pero ocultan los monopolios políticos de violencia y propaganda, y participan activamente en el aparato represivo, administrativo, económico e ideológico que de ellos depende. Reconocen, sirven y rentabilizan sin escrúpulos de conciencia el régimen imperialista franco-español, establecido y mantenido como resultado de crímenes, guerras de agresión, terrorismo, ocupación, pillaje, persecución, represión y tiranía durante siglos.

Ésos mismos que se niegan a colaborar con “los violentos” (como ellos designan a los autores de atentados), participan sin reservas en el monopolio imperialista y fascista de violencia; y apoyan, reconocen y ocultan el régimen imperialista franco-español nacido de la guerra de agresión y la ocupación militar, y mantenido por la represión y el Terrorismo de masas. No se trata, por tanto, de no-violencia ni de incapacidad de ver lo evidente sino de hipocresía al servicio de la Violencia criminal. Esos farsantes aprovechados y engreídos charlatanes no son tan tontos como parecen: conocen bien la raya que no deben cruzar y que, de hecho, no cruzan nunca.

Por su parte, los santurrones hipócritas y fariseos que integran los servicios y jerarquías clericales predican “la no-violencia”, y condenan “la violencia y el terrorismo vengan de donde vengan” en iglesias repletas de militares de uniforme. Afirman la obligación de secundar las medidas de violencia represiva de las “autoridades legítimas”, establecidas mediante Violencia criminal, matanzas y terror de masas en las Cruzadas por ellos promovidas y bendecidas. Promueven, encubren y legitiman el Nacionalismo imperialista franco-español, inseparable de la Violencia de agresión, el cual no encuentran violento sino todo lo contrario; sin embargo, rechazan como nacionalismo violento el derecho de autodeterminación de los Pueblos y el derecho de resistencia al invasor. Asisten “espiritualmente” a las fuerzas armadas del Nacionalismo imperialista y fascista franco-español, pero niegan la absolución a quien no grite “viva España” antes de ser fusilado, o la Comunión a los niños que hablen BretónPredican a las personas y a los Pueblos oprimidos del mundo entero la sumisión y la “no-violencia” pero siempre a sentido único: de ellos hacia sus agresores. Condenan los atentados como “terrorismo intrínsecamente perverso y que nada puede justificar”, pero no encuentran rastro intrínseco ni siquiera extrínseco de perverso terrorismo en los monopolios de Violencia criminal, guerras de agresión y Terrorismo de masas de las Cruzadas, las conquistas y las torturas realizadas para expandir lo que ellos llaman “el Reino de Dios” no mediante el Amor o la Caridad cristianos sino mediante el odio y el terror. Califican de “delincuentes” a los resistentes a la opresión, pero no encuentran indicio alguno de delincuencia en los autores de los mayores crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad. Se pretenden defensores de los derechos humanos, pero promueven, alientan, esconden y confortan la agresión, la guerra y el Terrorismo de Estado, la represión y la tortura, y abandonan y condenan sin consideración ni piedad a sus víctimas inocentes. Ocultan la verdad y difunden la calumnia por medio y al amparo de los monopolios fascistas de violencia y propaganda.

Las “autoridades morales y religiosas” no han obtenido su preeminencia moral o jurídica mediante la no-violencia, la predicación, la oración y la penitencia. Muy al contrario, han participado a todos los niveles en la cadena de agresiones, guerras de conquista, guerras santas, persecuciones, terrorismo, torturas, matanzas y represión permanente de todos los derechos: “beatíficos” medios que fundaron y fundan los sistemas imperialistas y despóticos que los Pueblos han padecido y padecen. Han suscitado, impulsado, apoyado, integrado, estimulado y bendecido la última Cruzada y el régimen por ella establecido contra el Pueblo Vasco y nuestro País, y han condenado la Resistencia y la lucha por la libertad. “Por el Imperio hacia Dios”, y “Benditos sean los cañones si en las brechas que abren florece el Evangelio”, han dicho; sin embargo, nada de eso les impide seguir proclamando su misión divina de magisterio, paz, amor y no-violencia a costa de sus innumerables víctimas.

(Las cinco víctimas de Jack el Destripador esperaron un siglo con la esperanza de que los archivos de Scotland Yard desvelaran las identidades y el misterio de White Chapel. Las innumerables víctimas de la Cruzada franquista esperan sentadas, o enterradas, a que se abran los archivos del Vaticano y algunos otros.)

“En un mundo a construir fraternalmente, el uso de la violencia es un contrasentido, el abandono de la violencia” es su condición. Pero la “construcción fraternal y sin violencia” de la que nuestros “pacifistas” hablan tiene por condición la aceptación del monopolio total de la Violencia criminal, sin que aprecien en ello contrasentido alguno. Es así como los actores del totalitarismo imperialista franco-español sobre el Pueblo Vasco y su Estado han impuesto la constitución real y fundamental de su régimen político: determinando sus habitantes, ciudadanos, territorio, fronteras, y sus normas legales y morales fundamentales mediante la Violencia criminal. Los “derechos humanos” que ellos reconocen son los de aceptar las condiciones así impuestas. Una vez impuesto y aceptado tal régimen político, la libertad es completa para sujetarse a él e incluso para tratar y hablar libremente sobre todo lo demás.

La propaganda Nacionalista-imperialista trata de ocultar que la existencia en libertad de un País no produce Resistencia: ni violenta ni no-violenta. No hay defensa sin ataque, ni nacionalismo defensivo sin Nacionalismo agresor, ni Pueblo oprimido sin Pueblo opresor, ni violencia anti-monopolista sin previa Violencia monopolista. Por el contrario, la Violencia del agresor es originaria, incondicionada y unilateral: depende exclusivamente de su decisión libre y voluntaria. La agresión imperialista, actual o virtual, original y permanente, es Violencia eminente: condición y causa primera de toda violencia internacional.

“La guerra tiene más bien razón de ser para el defensor que para el conquistador, porque la guerra no empieza antes de que la invasión haya suscitado la defensa.” “La guerra no es la acción de una fuerza viva sobre una masa muerta sino que, dado que la no-resistencia absoluta sería la negación de la guerra, es siempre la colisión de dos fuerzas vivas.” “Políticamente hablando, uno de los dos campos será forzosamente el agresor, puesto que intenciones defensivas por ambos lados no pueden nunca llevar a la guerra.” “Un conquistador es siempre amante de la paz (como Bonaparte lo decía constantemente de sí mismo): aceptaría de buen grado entrar en nuestro Estado sin oposición.” Todos los conquistadores del mundo se han declarado y se declaran amantes de la paz: prefieren quedarse con todo por las buenas y con el consentimiento de los demás, y condenan como enemigos de la paz a cuantos se niegan a aceptar la versión y las condiciones de “paz” que se les imponen, en último recurso por la guerra total.

Según la ideología de los imperialistas, el enemigo de la paz no es el Estado atacante sino la Nación o el Estado que se defienden contra ellos: no es enemigo de la paz el agresor sino el agredido, que no se resigna con la suerte que el agresor quiere imponerle; no es legítima la defensa sino la agresión. Según sus ideólogos, los actores del Nacionalismo imperialista y del sojuzgamiento armado de los Pueblos son no-violentos y no-nacionalistas defensores de la libertad y la convivencia; en cambio, quienes defienden la libertad de su País de la dominación foránea son “nacionalistas” enemigos de la paz y la libertad. “Los pequeños Pueblos homicidas” de la propaganda Nazi-Franquista: que no han hecho nunca la guerra sino en legítima defensa, sirven de coartada, justificación y tapadera a los grandes Pueblos genocidas, destructores de razas y civilizaciones. La confusión y la falsificación de los términos y los conceptos cardinales permiten recuperarlos ideológicamente al servicio del imperialismo, contra la paz de los Pueblos y los Estados.

Los “pacifistas” matriculados pretenden hacer creer que su objetivo prioritario es el cese de la violencia. (La idea misma de tal prioridad es formalmente absurda.) Pero su verdadero objetivo – ni prioritario ni no-prioritario – no es el cese de la violencia. Su verdadero objetivo no es la liquidación de la agresión y la ocupación imperialistas: en sí mismas violencia originaria, unilateral e incondicionada, y causa permanente de los conflictos. Su verdadero objetivo es el funcionamiento ideal – pleno y sin fallas – del monopolio imperialista de la Violencia criminal: resultado de las guerras de conquista y fundamento del régimen totalitario-imperialista. Su verdadero objetivo es la represión del derecho de autodeterminación de los Pueblos y de la inherente defensa legítima contra la agresión, según el Derecho Internacional. Su verdadero objetivo es la reducción de la Resistencia democrática, la ruina de los derechos humanos fundamentales, y la liquidación de los Pueblos que, con obstinación “insólita e incomprensible”, se resisten a dejarse deglutir por sus voraces vecinos. El totalitarismo es, por naturaleza, imperfecto pero perfeccionista, sobre todo cuando se trata de Violencia: no soporta la de los demás, por políticamente marginal que sea.

Pretenden hacer creer que “la paz” es su objetivo prioritario. Pero su verdadero objetivo – ni prioritario ni no-prioritario – no es la paz. Su verdadero objetivo es el establecimiento y la consolidación: sin límites ni oposición, de la dominación imperialista. “La paz” de la que hablan es la imposición, la aceptación y el reconocimiento de los fines y logros del totalitarismo y el imperialismo; y la resignación y renuncia a toda forma de Resistencia y de lucha por la libertad. Una vez así establecida, los imperialistas son los más ardientes partidarios de “la paz”; de lo contrario, lo son de la guerra.

Descubren que el verdadero responsable de la violencia es, en definitiva y último análisis, el Pueblo sojuzgado; pues “está bien claro” que si éste no existiera, al no haber ninguna forma de Resistencia, no habría Violencia del Estado ocupante. Está bien claro, en efecto, que toda resistencia tiene una base sociológica, y que la única manera que el imperialismo tiene de acabar con la primera es cargarse la segunda. (Nación, nacionalismo y Resistencia nacional no pueden existir los unos sin los otros. La Nación es el sujeto del nacionalismo y de la Resistencia nacional. El nacionalismo es el modo de ser de la Nación.)

El problema de la violencia internacional desaparece cuando – y sólo cuando – no queda Pueblo sujeto pasivo de Represión ni activo de Resistencia, ni por lo tanto sujeto agente agresivo y represivo; es decir: cuando el genocidio ha alcanzado todos sus objetivos. No hay violencia opresiva ni represiva, y ni siquiera ocupación militar, si no hay nada que oprimir, que reprimir ni que ocupar. Para descubrir eso no hacía falta esperar la aportación del despotismo contemporáneo. El coronel Villalba y el cardenal Cisneros lo tenían tan claro como el General Mola, el Cardenal Gomá, el Gobernador Villar, el Coronel Galindo, el Arzobispo Sebastián o el Delegado Urquijo, con todos sus instigadores, aliados o portavoces pontificios: desde Lotario a Woijtila.

En los conflictos internacionales “absolutos”, el genocidio no es un simple medio de represión contra la Resistencia nacional. La represión contra la Resistencia nacional surge del genocidio en tanto que éste es el fin último de la Violencia imperialista, y de todos los medios que la sirven. La solución final imperialista y fascista de la “cuestión nacional” es diametralmente opuesta a la solución democrática, la cual consiste en el respeto del derecho de libertad, autodeterminación o libre disposición de todos los Pueblos.

Frente a ello tenemos apología y camuflaje del Nacionalismo imperialista, y de la agresión y el monopolio de la Violencia criminal de la Nación opresora, por una lado; y condena del “nacionalismo” y el derecho de autodeterminación de la Nación oprimida, por el otro: tal es la doctrina de no-violencia que la ideología imperialista defiende y preconiza. Los fascistas de siempre: que ejercen el monopolio del Terror y la Violencia criminal obtenido mediante la guerra de agresión y la violación multi-secular de todos los derechos humanos, califican de violento y terrorista al Pueblo que lo padece.

A continuación, cuando los sedicentes representantes del Pueblo conquistado y oprimido – al que la propaganda fascista presenta como fiera homicida sedienta de sangre – tratan de “rehabilitarlo” ante los representantes del fascismo imperialista en el poder, a quienes aquéllos reconocen como “pacíficos y democráticos” dirigentes y representantes del Estado ocupante (establecido y conservado por la guerra de conquista a sangre y fuego, y que detenta todos los medios de violencia y represión de masas); cuando tratan de “persuadir” a los Monarcas usurpadores acerca del carácter “pacífico y trabajador” del conquistado y ocupado Pueblo Vasco, que está recibiendo los golpes del terrorismo despótico-imperialista franco-español desde hace muchos siglos; cuando piden perdón en nombre de nuestro Pueblo a los agentes de la criminal Violencia institucional del régimen multi-secular de ocupación militar, a los que califican de víctimas; tras haber realizado todo esto como lo han realizado, sólo queda registrar hasta dónde pueden llegar sumisión, colaboración y abyección en las condiciones del imperialismo y el fascismo. A pesar de todo, esos burócratas Pnv-Eta no han obtenido la ansiada benevolencia política del régimen imperialista de ocupación militar; sin embargo, el consolador y gratificante acceso a los cargos, sinecuras y funciones lucrativas y honoríficas del aparato de corrupción administrativa que llaman “gobierno vasco” ha sido su bien merecida recompensa.

Pretenden hacer creer que su primer objetivo y su “primera prioridad” es acabar con el terrorismo. (La idea misma de tal “prioridad” es formalmente absurda). Pero su verdadero objetivo – ni prioritario ni no-prioritario – no es acabar con el terrorismo. Su verdadero objetivo es el desarrollo y consolidación del Terrorismo de Estado: inevitable componente del sistema de ocupación imperialista allí donde la sumisión es incompleta y la Resistencia endémica. La Resistencia multi-secular del Pueblo Vasco contra el Terrorismo: inseparable de la dominación nacionalista-imperialista, del Fascismo y el Nazismo, es la de todos los Pueblos sometidos a una dominación extranjera. Todos ellos denuncian la represión terrorista de que son víctimas, y afirman su derecho de legítima defensa frente a ella. El Derecho Internacional, formulado por repetidas y explícitas Convenciones y Resoluciones de las NU, implica la condena inequívoca del Terrorismo: un concepto expresamente vinculado, circunscrito y determinado por el derecho fundamental de autodeterminación y el consiguiente derecho de legítima defensa que les son inherentes a todos los Pueblos.

Pretenden hacer creer que su objetivo prioritario es el cese de los atentados, a los cuales reducen el “terrorismo”. (Aparte de lo formalmente absurdo de la idea misma de tal prioridad, les bastaría con abolir su régimen político para que los atentados resultaran imposibles.) Pero su verdadero objetivo – ni prioritario ni no-prioritario – no es el cese de los atentados. Cuando los “expertos en violencia” – traídos del mundo entero a cuenta del contribuyente vasco – agotan toda la sorprendente capacidad para decir tonterías de que disponen, los ideólogos oficiales del imperialismo “descubren” la inanidad de las pedantescas “explicaciones” bio-socio-psicológico-psiquiátricas ofrecidas. Al final, declaran gravemente que los atentados tienen “causas sociales profundas” que es necesario erradicar; pero quienes califican el régimen imperialista franco-español de ocupación militar sobre el Pueblo Vasco y su Estado como legítimo y democrático no pueden ni quieren enunciar siquiera el fondo real del conflicto: cuánto menos la consiguiente solución democrática.

Pretenden que los atentados – que según ellos constituyen “el terrorismo” – son aquí la base de un “régimen totalitario”. Pero tal pretensión es contradictoria en los términos: los atentados no fundan nunca un régimen totalitario, de otro modo no serían atentados. Correlativamente: un régimen totalitario no comete atentados, de otro modo no sería el régimen totalitario establecido. Por supuesto, un régimen totalitario es siempre y necesariamente terrorista, puesto que nunca un poder total ha podido establecerse o mantenerse sin el recurso al Terrorismo: no de atentados sino de masas. Quienes detentan la Violencia totalitaria institucional y ejercen el poder político total afrontan atentados, esto es: ocasionales percances y dificultades individuales, porque ningún poder total es “perfecto”. En cambio, quienes combaten al poder político total sólo evitan la represión, el exilio, la prisión, la tortura o el asesinato en la medida en que renuncian, abandonan o precavidamente esconden toda idea o comportamiento y toda actividad o empresa de oposición ideológica y política: actuaciones que acarrean la represión fascista. Quienes denuncian la violencia ejercida en forma de atentados, pretenden ignorar el monopolio de la Violencia criminal que constituye el régimen político establecido. Y sin embargo está claro que la Violencia de Estado, de cualquier Estado de facto, es siempre mayor que la violencia de oposición, de cualquier oposición; de otro modo el Estado sería la oposición, y la oposición sería el Estado.

Afirman que el “terrorismo”, es decir: los atentados, es “la violencia principal” que se ejerce en este País; pero tal proposición es contradictoria en los términos. Violencia principal y atentados son conceptos correlativos y contrarios: si la violencia es principal, no consiste en atentados; y si la violencia consiste en atentados, entonces no es violencia principal. Los atentados suponen un régimen previo de Violencia monopolista contra el que atentar: si éste no existe, no hay atentados porque no hay nada contra lo que atentar. Los que denuncian la violencia en forma de atentados pretenden ocultar el Monopolio de la Violencia que constituye un régimen político de hecho, cuya violencia es siempre incomparablemente mayor que la violencia de oposición, de cualquier oposición; de otro modo el Gobierno de hecho sería la oposición, y la oposición sería el Gobierno de hecho.

El Nacionalismo imperialista conoce muy bien las causas y las limitaciones de los atentados, y el partido que puede sacar de ellos para provocar y “justificar” la represión de las libertades fundamentales; para desviar, consumir y agotar las fuerzas populares; y para prevenir y hacer imposible el desarrollo efectivo de las Instituciones y la Resistencia democráticas. Los atentados son implicación y correlación del sistema fascista de dominación. Son subproducto y consecuencia marginal y secundaria del sistema imperialista de Violencia criminal, que es su causa eficiente primera; de la indefensión, exasperación y desesperación de las masas populares en el Estado ocupado; de su incapacidad para desarrollar una oposición de nivel estratégico; y de la contradicción entre resistencia espontánea y cualificación política. Y son corolario y suplemento del reduccionismo ideológico y político y de la liquidación estratégica que han quedado asegurados por “la oposición democrática moderada y no-violenta, y la oposición radical y violenta” de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites.

La propaganda monopolista-fascista: que incita a “la desobediencia civil y la rebelión contra la dictadura del miedo” que se ejerce “a favor de los ‘nacionalistas’ (vascos) y a costa de los ‘no-nacionalistas’ (o sea, los Nacionalistas españoles) por medio de atentados”, pero que no incita a la desobediencia y la rebelión contra la Violencia y el Terrorismo criminales de Estado, es una memez teórica. El hecho de que esa propaganda tenga alguna virtualidad ideológica entre el Pueblo dominado es una muestra más de la destrucción de la razón lograda por el imperialismo y el fascismo.

Efectivamente, tal “incitación” se basa en una formulación, a saber: “la dictadura ejercida por medio de atentados”, que es contradictoria en los términos. Veamos la auténtica realidad: quienes ejercen una dictadura no realizan atentados, y quienes realizan atentados no ejercen una dictadura ni ninguna forma de dominación política; ésta es una proposición tautológica. (Séanos permitido aclarar, por si alguien lo necesita, que las provocaciones realizadas de forma “clandestina” por los Servicios Especiales del poder imperialista y fascista establecido son exactamente eso: provocaciones del poder establecido camufladas con la apariencia de “atentados”, y por tanto no invalidan la anterior proposición.) Los atentados suponen un poder político monopolista previamente establecido, contra el que los atentados intentan golpear. Así pues y por definición, quienes ejercen el poder totalitario no organizan atentados, rebeliones ni desobediencias o resistencias civiles: solamente los reprimen; y quienes realizan atentados, no ejercen el poder totalitario.

Los atentados no fundan un poder político sino que manifiestan su carencia; de la cual son consecuencia. La “tesis” en cuestión encierra, además, una apología, una exaltación y una amplificación – apenas camufladas pero totalmente engañosas – de los atentados como un factor político decisivo: falsas cualificaciones que están siempre presentes o latentes en la propaganda monopolista, al objeto de extraviar en esa vía a los Pueblos sojuzgados y sub-desarrollados que, al igual que determinados sectores del nuestro, han abrazado la ruinosa vía de los atentados que ellos llaman “lucha armada”.

En cuanto a “la dictadura del miedo”... Es incuestionable que la política y el derecho de este País (y de los demás), a lo largo y ancho de su vida histórica y prehistórica, están constituidos por el miedo o el terror, en proporción y relación con las condiciones específicas de cada caso considerado, puesto que no hay leyes ni orden político sin amenaza, miedo o terror; según sea en cada caso la naturaleza del orden político establecido . La violencia actual y virtual, y el miedo a la violencia, preceden y constituyen el orden y el desorden políticos. Siendo esto así, los ideólogos del imperialismo pretenden una vez más, como es natural, ocultar el papel del Terror y la Violencia criminales, así como la naturaleza, del régimen al que sirven. Pero el Pueblo ha aprendido hace tiempo – o debería haberlo hecho – de qué lado está la Dictadura y de qué lado está el Terror en los territorios del Pueblo Vasco ocupados por el imperialismo franco-español; y ello ni siquiera por efecto de la propaganda democrática sino por la dura escuela y experiencia de la guerra de agresión, la represión, los bombardeos de masa, la deportación, la cárcel, la tortura y los fusilamientos.

Descubren finalmente esos ideólogos que la base de los atentados está en el Movimiento de Resistencia y Liberación Nacional; y la base de éste, en la existencia misma del Pueblo oprimido, pues “es un hecho innegable que sus actores tienen nombres vascos, hablan la Lengua vasca, y aprenden la violencia en las escuelas vascas”. Tan sincera, manifiesta y explícita justificación-instigación del genocidio, como solución “anti-terrorista”, descubre el fondo y los caminos del plan de represión, que la insoportable permanencia y perspectivas del problema nacional hacen posible y necesario. La misma existencia del Pueblo sojuzgado es ya “terrorismo”. El genocidio, como medio de la lucha contra los atentados, se confunde así con el genocidio como fin último de la política terrorista-imperialista, y de todos los medios que la sirven.

Ahora bien, si el verdadero objetivo de los pacifistas oficiales y de los rectores de la Nación dominante es la paz; si lo que realmente buscan es acabar con toda violencia venga de donde venga (empezando por la suya), con todo terrorismo, con toda Resistencia y con los atentados, entonces lo tienen verdaderamente muy fácil. Les basta con renunciar unilateral, incondicional e inmediatamente a la criminal Violencia constitutiva del régimen de conquista y ocupación. Les basta con renunciar al régimen de dominación imperialista: en sí mismo Violencia, causa y condición de Violencia; y con respetar el derecho fundamental de autodeterminación de los Pueblos: condición y base de la paz y la concordia entre las Naciones. Les basta con condenar la empresa multi-secular y multi-continental de guerra de agresión, conquista, genocidio, destrucción, pillaje, asesinatos, tortura, ocupación, explotación, opresión y represión de que tan satisfechos se sienten, la cual hizo del Imperio Español la mayor y más devastadora organización criminal trans-continental de fanáticos malhechores, asesinos y ladrones de toda la Historia de la Humanidad. Les basta con proceder al desarme y la disolución inmediatos de sus fuerzas armadas y de todo el aparato político, económico e ideológico inseparable de ellas, y que sin ellas no tiene realidad ni sentido. Les basta – más radicalmente – con acabar con la Nación y el Estado agresores: agente, causa y condición de la Violencia criminal; pues es un hecho incontrovertible que los agentes del Monopolio de la Violencia criminal tienen nombres españoles, hablan Español, y aprenden, enseñan y justifican la Violencia imperialista en las escuelas civiles, militares y eclesiásticas españolas, y la predican y difunden mediante el monopolio español de propaganda, adoctrinamiento e intoxicación ideológica de masas.

Está bien claro que no hay imperialismo sin su correspondiente base sociológica. Si la base sociológica del Nacionalismo imperialista franco-español no existiera, no habría imperialismo, ni Violencia ofensiva, ni defensiva, y ni siquiera atentados.

La alianza entre la Administración española y los “partidos con representación parlamentaria” contra la libertad de formulación y difusión de la ideología democrática en materia de violencia y atentados se hizo completa en la fase de transición intra-totalitaria, y no ha cesado desde entonces. Todos ellos: “los moderados y los radicales” de la burocracia mafiosa-liquidacionista Pnv-Eta y sus satélites, prefirieron la continuación del fascismo español y los atentados “vascos”, más que una ideología y una política democráticas que ponían en peligro los intereses del poder de hecho y de sus miserables cómplices.


(De ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español’.)

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