¿Venganza de los Templarios? Recuerdos bajo la sombra de Notre Dame
¿Venganza de los Templarios? Recuerdos bajo la sombra de Notre Dame
El día 18 de Marzo de 1314, y en una hoguera preparada frente a las puertas de la Catedral de Notre Dame de Paris, fueron quemados vivos lentamente hasta la muerte Jacques de Molay, último Gran Maestre de la Orden del Temple, junto con Godofredo de Charnay, otro alto dignatario de esa Orden por Normandía, atados ambos a una misma estaca y rechazando todas las ofertas de retractación que se les hacían. Murieron proclamando su inocencia, puesto que aquellas ofertas implicaban la aceptación de las falsas acusaciones por las que los Templarios habían sido anteriormente detenidos y torturados tras su detención sincronizada en un mismo día en todas partes: el viernes 13-Octubre-1307. (Es posible que la mala fama del viernes-13 se deba a este hecho.)
El día 12 de Mayo de 1310 habían sido quemados vivos otros 54 Templarios con leña húmeda para que tardara más en arder; otros muchos murieron por las torturas. Todos estos asesinatos fueron el resultado de una fabricación de acusaciones falsas urdidas por Guillermo de Nogaret, consejero del capetiano Felipe IV “el Hermoso”, rey de los Francos desde Octubre-1285 tras la muerte de su padre. El año anterior, en Agosto de 1284, Felipe se había casado en esa misma catedral de Notre Dame con Juana I, Reina de Nabarra y Condesa de Champaña y de Brie. Por tanto antes de ser coronado como Rex Francorum, y por su matrimonio con la reina Juana de Nabarra, Felipe Capeto ostentó sus títulos durante más de un año únicamente en su calidad de consorte: Felipe I Rey de Nabarra y Conde de Champaña.
A Felipe IV de Francia y I de Nabarra le molestaban los Templarios. También todo poder popular, como comprobaron los Infanzones y las Buenas Villas del Reino de Nabarra, que en 1297 habían tenido que coaligarse contra su despotismo en la Unión de Obanos; su lema era: Pro Libertate Patria, Gens Libera State; es decir: “Permaneced preparados, gentes libres, para que la patria sea libre”. Para empezar, la Orden era una Potencia política y económica que escapaba a su control pues dependía del Papa, estableciendo una especie de “Estado dentro de su Estado”, y por supuesto era enormemente rica. Para acabar de empeorar las cosas, el rey estaba endeudado hasta las cejas con la Orden (por préstamos que venían desde los tiempos de su abuelo), así como con los Judíos a quienes también expulsó. De modo que, si se deshacía de esa Orden, el rey se libraba de grandes problemas que interferían con sus proyectos absolutistas y centralistas, y por supuesto de su deuda, además de quedarse con las enormes riquezas de los Templarios, como ambicionaba hacer. La ayuda sin escrúpulos del canciller Nogaret, y la presencia de un Papa Clemente V que vivía en Avignon y era un muñeco en sus manos, conformaron el cuadro que el Capeto necesitaba para realizar sus planes construidos sobre la falsificación de acusaciones que fueron admitidas bajo tortura por los acusados. De este modo, y a pesar de haber anulado íntegramente el proceso debido a sus irregularidades, el Papa acabó decretando la disolución, no la condena de la Orden; y no por sentencia penal sino por un decreto de supresión: la Bula Vox in excelso, de 1312.
Sin embargo, y aquí viene lo bueno, el Gran Maestre de Molay y su compañero de Charnay, en un supremo momento de lucidez y valentía cuando ambos estaban sobre una plataforma montada frente a Notre Dame desde donde se supone que debían reconocer públicamente su culpabilidad y aceptar su sentencia de prisión perpetua, recuperaron su coraje y abjuraron de sus confesiones que habían hecho bajo tortura o incluso sólo amenaza de ella, proclamando la inocencia de los Templarios y la falsedad de las acusaciones y de sus propias confesiones de culpabilidad, para consternación de cardenales y obispos y asombro de la multitud allí presentes. Inmediatamente fueron condenados a la hoguera por orden real. Murieron, según se cuenta, proclamando su inocencia y maldiciendo a los culpables de la conspiración: “[...] todos aquéllos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir: Clemente, y tú también Felipe: traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!... A ti, Clemente, antes de cuarenta días; y a ti, Felipe, dentro de este año.”
Asombrosamente, estas maldiciones se cumplieron. El Papa Clemente V falleció el 20 Abril 1314, y el rey Capeto en Noviembre de ese mismo año, a la edad de 46 años, debido a una caída del caballo cuando cabalgaba por un bosque. En cuanto a Nogaret, éste había muerto envenenado el año antes por lo que de Molay no pudo maldecirlo, como en la serie “Los Reyes Malditos” se pretende que hizo también; no al menos en vida, como no fuera a sus descendientes...
Por precisión histórica es necesario decir que, cuando produjo su ataque final ordenando el apresamiento de todos los Templarios mediante una orden sellada enviada a todas partes y que sólo debía abrirse el día 12 de Octubre de 1307, Felipe IV de Francia ya no era rey consorte de Nabarra puesto que su esposa la Reina Juana I había fallecido en 1305; y que desde ese momento el Rey de Nabarra fue el hijo de ambos: Luis I de Nabarra. Nueve años después, y a la mencionada muerte de su padre en 1314, Luis lo sucedió también como rey de Francia; siendo desde ese momento y hasta su muerte – un año y medio más tarde y también de forma repentina – Luis I de Nabarra y X de Francia, “el Hutin” (Obstinado).
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