Frente al imperialismo republicano: derecho de autodeterminación de todos los Pueblos
(Texto publicado inicialmente el 14-Abril-2019.)
Frente al imperialismo republicano: derecho de autodeterminación de todos los Pueblos
Como es sabido, el “republicanismo” y la “bandera tricolor republicana” españoles son pretendidos “puntos fuertes” que los “republicanos, izquierdistas” y social-imperialistas españoles y sus agentes y colaboradores locales: los Renegados y los Traidores autóctonos de los Pueblos sojuzgados, se creen con derecho a pasear por nuestro País con toda desvergüenza, bajo el amparo de las fuerzas de ocupación del imperialismo español y francés, y mientras nuestro Estado sigue militarmente ocupado por ese imperialismo (al igual que lo hacían en Cuba y Filipinas, o en Argelia e Indochina, “partes integrantes de España y de Francia según los imperialistas españoles y franceses). Y lo hacen como si esa etiqueta y esa bandera “republicanas” pudieran purgar y legitimar su criminal imperialismo sobre el Pueblo Vasco y su Estado, el Reino de Nabarra. Parece oportuno, por tanto, hacer algún comentario al respecto para contra-restar en lo posible su propaganda monopolista.
Para empezar, y respecto a las banderas españolas, es preciso decir algo que parece haberse olvidado, a saber: que ambas – rojigualda y tricolor – son “republicanas” por igual y desde luego españolas. La Primera República española, de 1873, mantuvo la bandera rojigualda con el mismo diseño que tiene actualmente en cuanto a la relación entre los anchos de sus franjas: 1-2-1. Ahora bien, ¿qué novedad aportó la modificación introducida por el decreto sobre la bandera de la Segunda República española? Pues que las tres franjas se igualaron en cuanto a su grosor, y que el color rojo de la franja inferior pasó a ser morado al considerar los segundos republicanos españoles – parece ser además que de forma equivocada – que ése era el color del pendón de Castilla, al tomar por morado el color rojo-carmesí de la bandera original que había resultado alterado por el tiempo.
Es decir que, en el objetivo buscado con el diseño de esa segunda bandera republicana española, el carácter español y castellano pasó a tener un peso formal y declaradamente mayor, y no menor que en la anterior; para desengaño de los despistados o embaucadores que quieren creer o hacer creer lo contrario. Por supuesto, hasta la sublevación franquista de Julio-1936 e incluso en los primeros momentos tras ella, muchos elementos Nacional-imperialistas españoles – incluidas unidades militares franquistas rebeldes – estuvieron admitiendo de forma totalmente normal aquella bandera “tricolor republicana” como la propia y legalmente vigente. De hecho, los falangistas en sus manifestaciones en pro de la “unidad nacional” también la enarbolaban precisamente por ello; en lo que, como vemos, no se diferenciaban lo más mínimo de lo que hacen hoy en día algunos neo-falangistas de Falange-PsoE en cualquiera de sus diversos avatares.
Dejando a un
lado estas “patrióticas banderas”: perfectamente compatibles ambas con el
Estado totalitario y de dominación imperialista sobre los Pueblos sojuzgados al
que ambas enseñas representan, es preciso centrarse por tanto en lo que hay
tras el “republicanismo” español (y francés). A este respecto la cosa es simple
y clara: para ellos el “republicanismo” es una coartada más (como lo es el
“izquierdismo”, el “socialismo” o cualquier otro “-ismo” que crean útil
recuperar a fin de adaptar a los tiempos su invariable objetivo Nacionalista e imperial-colonialista que les viene desde los Visigodos y los Francos), la cual les sirve
para ocultar y preservar lo único que les importa y que esconden tras esas
falsas y usurpadas etiquetas “progresistas”, a saber: su Nacionalismo
imperialista, siempre su Nacionalismo imperialista, y sólo su Nacionalismo
imperialista.
Fue la Segunda República española la que, a los pocos días de ser proclamada en Abril-1931, tomó militarmente Gernika con emplazamiento de ametralladoras del ejército en sus calles y bloqueó su acceso mediante la Guardia Civil, para impedir que alcaldes y concejales vascos proclamaran allí la restauración de las Juntas Generales soberanas y la derogación de la Ley de Octubre-1839. Y fue la Segunda República española la que encarceló a Lluís Companys y todo el Gobierno de l’Estat Català en 1934. En nuestro País, lo que trajeron los cinco “republicanos” años entre 1931-6 fue represión nacional, Terrorismo de Estado, cierre de periódicos, y pitorreo de interminables votaciones “estatutistas” para volver a empezar cuando el resultado no agradaba. En realidad los Españoles lo que han hecho a este respecto es intentar imitar el modelo francés.
“La República
francesa está fundada en las – ilícitas – adquisiciones del Antiguo Régimen, cuyo
fundamento y estructura fueron no obstante conservados y desarrollados en la
‘Revolución’. El Terrorismo de masas y los crímenes de guerra, contra la paz y
contra la humanidad, que horrorizaron al mundo, fueron los medios que fundaron
la Dictadura republicana: primer ensayo de un régimen totalitario moderno y
modelo para todos los demás. En nombre del progreso (y es aquí donde está su mayor originalidad: inspiradora de toda ideología totalitaria contemporánea), la República francesa inauguró la Dictadura y el Terrorismo con camuflaje de
libertad, derechos humanos y democracia; el Nacionalismo imperialista francés,
bajo cubierta y falsificación de universalismo, igualdad y libre disposición de
los Pueblos; el belicismo, la agresión y el pillaje, bajo retórica de fraternidad
y pacifismo; el fanatismo ideológico, so capa de ciencia, ilustración y
religión republicana; la deificación del Estado, bajo pretexto de laicismo y
moral cívica; y el colonialismo, bajo disfraz de civilización y progreso
humanitarios. La República francesa continuó y empujó: hasta el extremo y en todos los
Continentes, la política de agresión, pillaje y conquistas del Antiguo
Régimen.” Etc.
En cuanto a su concepto general, una república – al igual que ocurre con la monarquía – es una simple FORMA de Estado, cuyo contenido real en principio nada tiene que ver con esa forma. El líquido que rellena dos recipientes de forma distinta adopta la forma de esos recipientes, lo cual es en sí absolutamente irrelevante; en cambio lo que sí importa saber es si ese líquido es agua potable – pongamos por caso – perfectamente saludable para quien la bebe, o si por el contrario es veneno.
Del mismo modo, lo que realmente importa de un Estado no es su forma sino SU CONTENIDO, es decir, si está fundado y consiste en la vigencia y el respeto de los derechos humanos fundamentales y ante todo del imprescriptible e inalienable derecho internacional de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa de todos ellos, en cuyo caso el Estado es lícito y democrático tanto si adopta la forma de un reino, un principado, un gran ducado o una república. O si, bien al contrario, ese Estado está fundado y consiste en la conculcación y violación de esos derechos fundamentales, en cuyo caso es tóxico, ilícito, totalitario e imperialista sea cual sea su forma, incluida por supuesto la de república. Éste último es el caso de los Estados español y francés: criminales, imperialistas, colonialistas y fascistas de ocupación militar desde su creación y hasta el presente, es decir: por su esencia y su existencia, y ello a despecho de sus diferentes formas y manifestaciones históricas.
Esto ha sido así desde siempre y en toda época. La “democracia” ateniense o la república de Roma, por ejemplo, destruyeron con saña a otros pueblos, ya fueran Melios o Cartagineses: “Los Atenienses dieron muerte a todos los Melios en edad adulta, y redujeron a esclavitud a los niños y mujeres; y en cuanto al territorio, lo ocuparon ellos mismos, enviando más tarde quinientos colonos” (Thuc. V, 116 final); o “Carthago delenda est” (Catón el Viejo).
El imperialismo es siempre imperialismo, completamente al margen de su forma u organización interna; la cual, por supuesto, resulta fatalmente afectada por la necesidad de dominar a otros. Como agudamente lo expresó el representante del “partido popular” Cleón: “Ya en numerosas ocasiones me he percatado yo mismo de que un régimen democrático es incapaz [= impotente: adýnaton, en el original] de ejercer el imperio sobre otros, pero debo reconocerlo sobre todo ahora, ante vuestro arrepentimiento sobre los Mitileneos”. Entiéndase: el arrepentimiento sobre la decisión anteriormente tomada por sus conciudadanos Atenienses, en el sentido de “matar no sólo a los [prisioneros de Mitilene] allí presentes sino también a todos los Mitileneos varones adultos, y vender como esclavos a niños y mujeres”; y de “aniquilar a una ciudad entera [Mitilene], en vez de sólo a los culpables”.
Pero ocurría simplemente que su auto-denominado y oficial régimen democrático era un imperio y una tiranía, como el mismo orador se lo hizo ver: “No tenéis presente que vuestro imperio [la “democracia” ateniense] es una tiranía ejercida sobre pueblos que maquinan intrigas y permanecen sometidos [a vosotros] contra su voluntad; pueblos que os obedecen no por los favores que podéis hacerles [...] sino por la superioridad que sobre ellos consigáis, más por fuerza que por benevolencia”. (Citas tomadas de Tucídides; ‘Historia de la Guerra del Peloponeso’. Discurso de Cleón, III, 36-37.)
La cuestión
sobre la forma u organización interna que adopta un Estado imperialista (actual y oficialmente, y a nivel mundial, todos los regímenes se declaran “democráticos”; no hay ninguno que admita ser imperialista o simplemente no-democrático), y en
concreto sobre el hecho de que ese Estado consista en una república, nada importa
para los Pueblos sojuzgados. Es ridículo pretender que los Pueblos Kurdo o
Tibetano, por poner sólo esos ejemplos, deban dar saltos de alegría porque los
Estados imperialistas que los sojuzgan sean repúblicas e incluso se denominen
“república popular”, como ocurre con Turquía y China; o que los derechos
humanos fundamentales, por ejemplo del Pueblo Checheno, estén por definición
más protegidos en el Estado de la “Federación de Rusia” por el hecho de que ésta sea
una República, que lo están los del Pueblo Frisón en los Países Bajos por el
hecho de que este Estado consiste en un Reino.
Sin embargo, la
intelligentsia de este País: incluso
juristas e “intelectuales” (por no hablar de quienes a sí mismos se denominan
“políticos”, los cuales son generalmente los más incompetentes si acaso no son
además los más corruptos), como auténticos analfabetos políticos o en cualquier
caso idio[E]tizados y recuperados por el imperialismo español mediante la
superchería “republicana”, siguen patética e irreflexivamente repitiendo para y
entre nosotros esa ridícula estupidez “republicana” que por el contrario ven
clara y que de hecho no afirman cuando se trata de los demás. Y lo hacen así
debido simplemente al reflejo condicionado creado en ellos por la criminal
persecución del franquismo contra (entre otros) los “republicanos españoles”:
ignorando que muchos de aquéllos eran en realidad gentes de nuestro País que
estuvieron a ese respecto tan engañados como siguen estándolo ellos mismos hoy
en día; y que de ninguna manera eran Españoles y mucho menos aún Nacionalistas
españoles (pero que sin embargo les son regalados como tales al “republicanismo”
imperialista español como si así lo hubieran sido). Ignoran u ocultan también el hecho de que el Nacionalismo de los auténticos y jacobinos republicanos españoles y franceses: mantenido en la defensa de la “unidad de su patria” imperialista, ha sido siempre tan sincero, chauvinista y decidido – ¡si no más! – que
el de franquistas y bonapartistas.
Ahora bien, la realidad – algo que parece no ser evidente para esa intelligentsia vasca absentista o acomplejada, incompetente o atemorizada, abducida o directamente comprada – es que ninguna “receta republicana” puede substituir la ineludible necesidad de resolver las cuestiones de estructura política imperialista y totalitaria mediante una organización democrática de la sociedad. (Según ha quedado repetidamente expuesto en textos anteriores, la democracia [demo-kratía = poder del Pueblo] consiste en el poder político de un Pueblo colocado en Libertad, Autodeterminación o Independencia Nacional, y no en la celebración de “elecciones generales” o “referenda” – aunque se llamen “de autodeterminación” – celebrados dentro de un régimen totalitario e imperialista: basado precisamente en la negación de la Autodeterminación o Independencia de los los Pueblos sojuzgados.)
En un proceso y una organización democráticos de la sociedad “hay que remontarse siempre a una primera convención”: “Antes de examinar el acto por el que un pueblo elige un rey [es decir, un gobernante], sería bueno examinar el acto por el cual un pueblo es un pueblo. Pues este acto, siendo por necesidad anterior al otro, es el verdadero fundamento de la sociedad. [...] Porque, en efecto, si no hubiera una convención previa, ¿de dónde surgiría (a menos que la elección fuese unánime) la obligación de la minoría de someterse a la elección de la mayoría? Y ¿de dónde se sigue que cien personas, por ejemplo, que pudieran desear tener un amo, tendrían derecho a decidir por diez que pudieran desear no tener ninguno? La elección mediante una pluralidad de los sufragios es en sí misma un establecimiento de convención, y supone que la unanimidad ha subsistido entre ellos, al menos una vez.” (J. J. Rousseau; ‘Du Contrat Social, ou Principes du Droit Politique’, 1762.)
Dicha
convención, por tanto, está fundada sobre “un supuesto esencial, cual es el de
la homogeneidad substancial de todos sus miembros, que da lugar a una
coincidencia concreta, fáctica”. Por el contrario, cuando esta coincidencia no se da: “cuando el
desacuerdo versa sobre las instituciones básicas”, en un sistema conflictivo
entre fuerzas heterogéneas antagonistas e irreductibles “que incluso luchan por
una independencia total”: como es el caso de la dominación
Nacional-imperialista de un pueblo predador sobre un Pueblo sojuzgado, la única
alternativa es dictadura o independencia.
Bajo las condiciones de un Nacional-imperialismo endémico, como es el caso de las sociedades y los Estados construidos por España y Francia, la salida de la dictadura política y el marasmo económico perpetuos en que se ven forzados a vivir como resultado de esa situación estructural, y el acceso a la democracia para esos Pueblos que – como es el caso de Españoles y Franceses – han llegado a identificarse con su centenaria empresa y misión históricas de dominación nacional-imperialista sobre otros Pueblos para los que no admiten existencia ni mucho menos liberación, sólo puede llegarles bien sea por la destrucción definitiva de esos Pueblos dominados por ellos (lo cual es una democracia criminal), o por su independencia. Mientras una de estas dos cosas no suceda, esas naciones predadoras: España y Francia, vivirán condenadas a la maldición de tener que renunciar a su tranquilidad y su posibilidad de desarrollo democrático en paz y armonía por causa del mantenimiento de su criminal Nacionalismo imperialista sobre los Pueblos que están sojuzgando, puesto que no podrán salir de su régimen totalitario; el cual, siendo imprescindible para el mantenimiento de su empresa de dominación imperialista, es sin embargo totalmente incompatible con un sistema de progreso pacífico y democrático.
“Sólo
la explotación inmediata y total del monopolio de la Violencia criminal puede destruir:
de una vez y de forma irreversible, la base social del problema y, con ella, la
libertad y la independencia de la Nación y el Estado Vascos, los derechos
humanos fundamentales, la democracia y el derecho de autodeterminación y
legítima defensa de todos los Pueblos. En su búsqueda sin alternativa de la
solución final, los ‘grandes’ Estados imperialistas y genocidas: en nuestro
caso España y Francia, tendrán que realizar nuevos esfuerzos y cometer nuevos
crímenes, antes de terminar de una vez por todas con la especie maldita de los
Pueblos libres sobre el planeta Tierra.” (Véase el Capítulo II – ‘Imperialismo.- El Nacionalismo imperialista’ / ‘Imperialism.- The imperialistic Nationalism’, de nuestra obra ‘Euskal Herria y el Reino de Nabarra, o el Pueblo Vasco y su Estado, frente al imperialismo franco-español/ Euskal Herria and the Kingdom of Nabarre, or the Basque People and its State, against French-Spanish imperialism’.)
Los Españoles
y los Franceses saben que ello es así: que la existencia de los Pueblos
sojuzgados es un obstáculo para la afirmación de su propia conciencia nacional
falseada y pervertida (la cual deviene de este modo en conciencia nacional
desgraciada y dolorosa: “Me duele España”), y lo demuestran cada día con su
odio hacia el Pueblo Vasco, cuya existencia ni siquiera reconocen y que de hecho
no soportan. “¡A por ellos!” “Esto es acabar con los independentistas de una
puta vez por todas.” En realidad, ese odio hacia nosotros es su involuntario
acto de reconocimiento: es un odio que los traiciona y que no podrían
manifestar si realmente se creyeran ellos mismos eso de que somos Españoles
como ellos.
En un Estado heterogéneo y totalitario: basado en una dominación Nacional-imperialista a ultranza sobre otros Pueblos como ocurre con el hiper-Nacionalismo imperialista español y francés, la única alternativa para los Pueblos sojuzgados es la libertad o la muerte. No les dejan otra opción, como los Españoles y los Franceses han dejado inequívocamente claro a lo largo de toda su historia. En estas condiciones, para un Pueblo sojuzgado y más pequeño sometido bajo la ocupación militar de enemigos tan sañudos que le niegan su misma existencia, y frente a la realidad del imperialismo franco-español, no hay “astucia” o “táctica” que valgan y que puedan substituir la absoluta necesidad de reafirmar: permanentemente y sin equívocos, su propio derecho de autodeterminación o independencia incondicional e inmediata; y de denunciar ese régimen ante el mundo entero como lo que es: criminal, imperialista, colonialista, terrorista y fascista, y no “democrático”, sobre todo cuando ocurre que el tiempo y otros factores corren en su contra.
Quienes, pretendiendo ser líderes de un Pueblo sojuzgado, no ven o no quieren ver esto, y prefieren por el contrario llevar al País a hacerse ilusiones y a “admitir las reglas del juego de la democracia” Nacional-imperialista y terrorista franco-española, monárquica o republicana (o sea: a admitir su dominación bajo el disfraz de sus “elecciones generales” totalitarias), o bien son imbéciles y alienados dementes, o son corruptos renegados/traidores que se han pasado al servicio del imperialismo, como es el caso de la burocracia liquidacionista Pnv-Eta. En ambos casos el resultado es el mismo: la liquidación más o menos rápida de un Pueblo sojuzgado que sigue ciegamente la funesta dirección que esa banda de letales “líderes”: con la ayuda de los monopolios de violencia e intoxicación ideológica de masas del imperialismo (aquí consisten fundamentalmente en la radio-televisión española que llaman “euskal irrati-telebista-eitb” y “radio Euzkadi”), le propone.
Por otra parte, y como es natural, las eventuales rivalidades internas entre facciones de un Estado imperialista: centradas en el cambio o no de su forma PERO NO EN EL CAMBIO DE SU CONTENIDO totalitario, de ningún modo deben ser asumidas por los Pueblos sojuzgados (quienes para empezar NO FORMAN PARTE DEL ESTADO OCUPANTE, según el derecho internacional); ni éstos deben permitir ser recuperados como masa de maniobra complementaria en esos conflictos intra-imperialistas, puesto que su propio derecho de autodeterminación o independencia es un DERECHO EXTERNO al del imperialismo y totalmente incompatible con él. En consecuencia, los Pueblos sojuzgados deben aglutinarse como una sola alma en torno únicamente a la abolición de la dominación imperialista, tanto si es monárquica como si es republicana, sin permitir ser recuperados por los Nacional-chauvinistas de turno.
Entretenerse en cualquier otro objetivo significa por una parte ser debilitado, desorientado y finalmente desviado en sus objetivos de liberación del imperialismo; y, en definitiva, favorecer y reforzar en los imperialistas su criminal resolución para continuar con su dominación, al inducir en ellos dudas sobre la lucidez y la voluntad reales de esos Pueblos por su emancipación. Enfangarse en una batalla para que el imprialismo que nos oprime sea republicano (como en Francia), y no monárquico, es continuar en la aberración intelectual y política instaurada sin interrupción desde la “transición” al Segundo Franquismo. Efectivamente, al llegar la transición intra-totalitaria, el partido franquista en versión transitiva y Nacional-socialista recuperó a las burocracias Pnv-Eta, consiguiendo en 1977-79 que aceptaran el régimen y la monarquía franquistas como democráticos hasta el día de hoy; y ahora éstas desearían poder maquillar algo aquella operación y que el imperialismo español fuera republicano. Es el “alivio” que puede esperarse de esa banda mafiosa de incompetentes y traidores.
De todos modos, las rivalidades fundamentales intra-imperialistas – e incluso la misma lucha de clases interna – han quedado oficialmente abolidas y son actualmente inexistentes entre los Nacional-imperialistas españoles: ya sean franquistas en la versión de su partido tradicional, o en su versión Nacional-socialista y social-imperialista de Falange PsoE y sus hijuelas; y todos ellos son ahora legitimistas de la monarquía franquista y firmes defensores sin reservas de su “unión sagrada” imperialista. Las excepciones son meramente retóricas, falsas, demagógicas y además insignificantes. Esto nos simplifica las cosas, al impedirles las operaciones de camuflaje e intoxicación ideológica del social-imperialismo que tanto daño han hecho en el pasado entre determinados sectores de nuestro País, a pesar de los esfuerzos de otros por evitarlo.
Frente a todo ello, el imperialismo se manifiesta actualmente en el mundo entero sin distorsiones y como lo que realmente es: la auténtica e ineludible lucha de clases a nivel internacional entre un Pueblo sojuzgado, por un lado, y el pueblo y su Estado imperialistas, por el otro. Es por todo ello que, frente al imperialismo del régimen franco-español – tanto da que sea monárquico o republicano – sobre el Pueblo Vasco, necesitamos ante todo mantener este doble principio estratégico y fundamental:
1/ Afirmación del derecho de libertad, LIBRE disposición, independencia nacional o autodeterminación del Pueblo Vasco/Euskal Herria.
“Piedra angular de la democracia”, el derecho internacional de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos es un derecho que es originario, fundamental, inherente, de costumbre, inmediato, incondicional, continuo, permanente, inalienable, irrenunciable e imprescriptible de todos los Pueblos sojuzgados bajo un régimen imperialista y extranjero; que es la misma cosa que la incondicional e inmediata independencia de éstos contra/frente a toda dominación o interferencia extranjera contraria a su libertad nacional; y que ha sido reconocido – no constituido – por el Derecho Internacional contemporáneo de las Naciones Unidas, desde el Artículo Primero de su fundacional Carta de San Francisco así como por numerosas y relevantes Resoluciones de su Asamblea General, como EL PRIMERO DE LOS DERECHOS HUMANOS FUNDAMENTALES Y LA CONDICIÓN PREVIA PARA EL PLENO DISFRUTE DE TODOS ELLOS.
Su corolario y aplicación práctica consiste, como requisito ineludible para su realización, en la exigencia de evacuación incondicional e inmediata de todas las fuerzas de ocupación y de todo el aparato de sojuzgamiento imperial-colonialista de las Potencias ocupantes: España y Francia, FUERA de los Territorios históricos del Pueblo Vasco y de su Estado. Y
2/ Afirmación de la continuidad, vigencia y actualidad de nuestro Estado propio: el Reino de Nabarra, sucesor del Reino de Pamplona – “el Reino de los Vascos” – constituido por una Confederación de Repúblicas, Condados y Señoríos Vascónicos histórica y libremente reunida en torno a él. Internacionalmente reconocido durante mil años, el Reino de Nabarra sigue siendo el único Estado de la Nación Vasca, al que jamás ha renunciado ni ha admitido ni reconocido nunca ningún otro.
Su necesaria consecuencia implica EL NO-RECONOCIMIENTO Y LA DENUNCIA constantes e incesantes de los Estados ocupantes: el “Reino de España” y la “República francesa”, y de sus regímenes totalitarios de ocupación militar, como criminales, imperialistas, colonialistas y fascistas, y no como propios, no-Nacionalistas, no-violentos, legítimos y democráticos, según está haciendo la pretendida “clase política oficial vasca” hasta el día de hoy.
Quienes rechazan asumir estas afirmaciones, queda claro que son agentes conscientes y declarados – ya sean foráneos o autóctonos – al servicio del imperialismo colonialista y fascista franco-español, que desean que nuestro País siga bajo su ocupación militar, y con los que no cabe colaboración democrática alguna.
Al mismo tiempo, y mientras el imperialismo franco-español no retira de nuestro País sus fuerzas de ocupación (dado que ellas CONSTITUYEN el elemento esencial y fundamental de su dispositivo estratégico de dominación, sin el cual todo su sistema se desploma), y puesto que evidentemente no es posible hacer una política anti-imperialista con el concurso de los imperialistas y fascistas, quinta-columnistas y agentes del imperialismo franco-español infiltrados entre el Pueblo Vasco (quienes, mientras se niegan a asumir abiertamente esas afirmaciones que expresan nuestros imprescriptibles y legítimos derechos nacionales, afirman por el contrario como legítimo y democrático el “derecho” de imperialismo y de ocupación militar de Francespaña sobre nuestro Pueblo y Estado), el corolario y la aplicación práctica de estas dos afirmaciones exige mantener un BOYCOTT TOTAL:
– a toda colaboración con toda persona individual o colectiva que, por rechazar – o negarse a asumir públicamente – ya sea en todo o en parte, en la teoría o en la práctica una o ambas afirmaciones fundamentales citadas, forman objetivamente – algunos incluso de forma subjetiva y confesa – parte del imperialismo franco-español; y
– a toda participación tanto en las instituciones del régimen imperialista-colonialista y fascista de Francespaña, que criminalmente conculcan nuestros derechos desde su constitución real y primaria (y especialmente en sus monopolios jurídicos o “parlamentos”: Parlamento francés y Cortes Generales españolas, establecidos a lo largo de los siglos mediante su Monopolio de la Violencia criminal y el Terror de guerra y de Estado, e incontables e imprescriptibles crímenes constitutivos); así como en sus “elecciones generales” totalitarias que “legitiman” todo ello.
DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN O INDEPENDENCIA NACIONAL INCONDICIONAL E INMEDIATA DEL PUEBLO VASCO / EUSKAL HERRIA!
¡REINO DE NABARRA: EL ESTADO DEL PUEBLO VASCO/EUSKAL HERRIA!
¡Ejército de ocupación ni con música!
¡España ni con república! ¡Francia ni con monarquía!
BOYCOTT TOTAL A LOS IMPERIALISTAS Y FASCISTAS, Y A SU RÉGIMEN DE OCUPACIÓN MILITAR! – ALDE HEMENDIK!
¡¡¡VIVA EL PUEBLO VASCO LIBRE!!! – GORA EUSKAL HERRI ASKEA!!!
Así se habla: república sí, España ni de casualidad!
ResponderEliminarLa bandera española en las colonias como EH, Catalunya, Galicia es y será siempre una agresión fascista inaceptable. En Madrid que hagan lo que quieran esos desarraigados/-as, pero en nuestra tierra no!