DECLARACIÓN POR LOS DERECHOS Y LA LIBERACIÓN DE LOS PUEBLOS

El texto que publicamos a continuación, que consta de una breve Introducción y una Declaración, forma parte de los fondos documentales de Publicaciones Iparla.

Según se indica en su Introducción, dicha Declaración fue presentada como una aportación al Congreso General que la Liga Internacional por los Derechos y la Liberación de los Pueblos (LIDLIP) celebró en Donostia en Noviembre de 1999, pero fue rechazada por la oposición de un miembro local de la Liga.


Al considerar que el documento es de absoluto interés y actualidad, nos ha parecido oportuno darlo a conocer.


 

DECLARACIÓN POR LOS DERECHOS Y LA LIBERACIÓN DE LOS PUEBLOS

 

Iñaki Aginaga

 

INTRODUCCIÓN

 

La Liga Internacional por los Derechos y la Liberación de los Pueblos (LIDLIP) celebró recientemente su Congreso General en Donostia, los días 21 y 22 de Noviembre de 1999. El texto que aquí se ofrece fue presentado en ese acto, tras haber sido previamente aceptado en sus reuniones preparatorias; sin embargo, finalmente fue rechazado. En su lugar, sus representantes adoptaron otro que deriva del Acuerdo de Lizarra-Garazi.


Hace tiempo que todo el mundo conoce ese texto de Lizarra-Garazi, puesto que ha sido ampliamente difundido por los media. Aun así, se hace necesario poner de relieve los principales puntos básicos de tal acuerdo, el cual:


1/ Falsifica completamente los principios de democracia y libertad de todos los Pueblos, negando y despreciando su inmediata exigencia y aplicación en favor de los Pueblos y Estados ocupados;

2/ Oculta la naturaleza imperialista de los Estados y partidos políticos de España y de Francia;

3/ Ignora y deja de lado la ley internacional, y en especial las Resoluciones de las Naciones Unidas;

4/ Arruina toda estrategia de liberación nacional, proponiendo en su lugar un camino estéril y absurdo; y

5/ Niega por completo la validez y actualidad del Estado de Nabarra.


Por lo tanto, a continuación ponemos en manos de los lectores la Declaración que fue rechazada.


 

FUNDAMENTOS DE NUESTRA ORGANIZACIÓN


El derecho de libertad, libre disposición, autodeterminación o independencia de todos los Pueblos constituye la finalidad esencial de nuestra Organización. Conocerlo, difundirlo, trabajar en su favor: he ahí el eje de nuestra tarea.


De un modo u otro este derecho ha estado desde siempre en el centro de la política internacional. Hoy en día se aprecia mejor que nunca su vital importancia: en la medida en que se margina, se hacen imposibles de conseguir la paz y la democracia, el bienestar y el progreso de la Humanidad.


Hemos de tener presente, sobre todo, que todos los Pueblos tienen derecho a su libertad plena, de por sí y sin condiciones, y a construir, elegir o renovar sus propios Estados sin impedimentos de ninguna clase.


Las más importantes organizaciones mundiales reconocen, cada vez con mayor fuerza, que el derecho de libertad, libre disposición, autodeterminación o independencia de los Pueblos es un derecho humano fundamental, y condición previa de todos los demás. No es ésta una ley cualquiera sino fundamental y no modificable. Así lo han reconocido las Naciones Unidas (N.U.). Todos sus órganos han reforzado, una y otra vez, dicha ley y dicho principio a lo largo de los últimos cincuenta años. Por otra parte, muchas formaciones regionales, gobiernos y O.N.G. se han reafirmado en el mismo sentido.


Instituciones de alcance mundial que protejan el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos y la seguridad de sus Estados, son sin duda de absoluta necesidad. Hace tiempo que oímos esta canción. En todo caso, y a falta de ellas, los Pueblos y los Estados pueden siempre recurrir a su legítima defensa; un derecho también de siempre afirmado por la ley internacional.


Quienes oprimen a Pueblos y Estados no son agentes de honorablestareas políticas, son simples malhechores. Pero no delincuentes políticos sino simples delincuentes comunes; y tampoco delincuentes de un nivel cualquiera sino autores de los más grandes crímenes que registran la moral y el derecho. Si nos remitimos a la ley internacional, tales terribles ofensas se ordenan en tres grupos: las cometidas contra las leyes de la guerra, contra la paz, y contra la humanidad. No pueden ser olvidadas ni perdonadas, si deverdad pretendemos terminar con ellas.


Si miramos al mundo de hoy vemos que no existe motivo para el regocijo. Un importante número de Pueblos ha accedido a la libertad en este medio siglo, es cierto. Pero hemos visto y vemos cómo cada nueva ola es seguida también de la cada vez más fuerte resaca. Las potencias imperialistas se esfuerzan por mantener a los Pueblos encadenados, terminando con ellos si es posible. Todos los medios les resultan útiles para ello, empezando por las más repugnantes formas de violencia. No encuentran dificultades para obtener los lacayos y compañeros de ruta que les son necesarios. Entre ellos – lamentable y frecuentemente – encontramos Pueblos recién liberados e incluso los que todavía esperan serlo.


Dentro de las Naciones Unidas la denominada “soft law” no se respeta las más de las veces, ni mucho menos se hace respetar. No hay en ello motivo de asombro, puesto que la “hard law” tampoco se cumple, salvo por excepciones...


El mismo principio de libre determinación de todos los Pueblos, con tanta insistencia afirmado y confirmado, ha sido negado, podado, limitado y falseado una y otra vez por los enemigos de la libertad. Hemos de decir que la respuesta a tanta infracción ha sido, las más de las veces, débil y confusa, pues larga y dura es la garra del fascismo cuando se trata de silenciar la voz de la libertad.


Hay que tener también muy en cuenta, cuando se lee y examina la ley internacional, el enorme cambio que las palabras y los significados de éstas han sufrido en los últimos años. Las mismas resoluciones de las N.U. resultan incomprensibles a través de los nombres y conceptos con más frecuencia utilizados en la época precedente. En relación con la ideología se hace necesario prestar la máxima atención a esta cuestión, pues los enemigos de los Pueblos se sirven sin freno de la consiguiente confusión a fin de ocultar las leyes y principios internacionales, siempre en perjuicio de la libertad y de la democracia.


Por otra parte en las organizaciones regionales y estatales la situación es todavía peor. Así ocurre, también, en Europa Occidental: nuevo bunker construido en torno a un nuevo Eje al objeto de atacar y bloquear la libertad de los Pueblos. A tal respecto se diría que la Europa Occidental se encuentra al margen del mundo, pues no parece haberle afectado siquiera el gigantesco movimiento que ha puesto medio mundo patas arriba. De este modo el imperialismo mantiene su dominación, que trata de esconderse tras la continua invocación de los derechos humanos. Los fascistas de hoy y de siempre disponen así de todo el poder que necesitan.


Lo mismo ocurre, por tanto, en los Territorios históricos donde la Nación Vasca ha estado desde siempre profundamente enraizada. Su Estado, el Reino de Nabarra, fue construido hace ya doce siglos, reuniendo en torno a él a todo el circundante Pueblo Vasco. Este Estado sigue siendo el nuestro, pues nunca los Vascos hemos aceptado ni reconocido ningún otro. En nuestros días, y vistas las leyes y comportamientos de las naciones, comprendemos mejor que nunca la necesidad de mantener y renovar nuestro Pueblo y nuestro Estado.


A través de los siglos, y de parte a parte, los nuevos y vecinos Estados han ocupado y colonizado estos Territorios, con desprecio de todos los derechos del Pueblo y el Estado Vascos, buscando la aniquilación de nuestra identidad y nuestra vida nacionales. Desde hace largo tiempo, el terrorismo y el fascismo de esos Estados agresores aplastan a esta pacífica nación. Los horribles crímenes así cometidos no se han pagado todavía. Vivos están en nuestro recuerdo y conciencia, pues los hemos sufrido en nuestros pueblos y familias, en nuestras calles y montes. Querrían sus autores dejarlos a un lado, como si nunca hubieran ocurrido, para de este modo poder seguir por el mismo camino. El sistema así establecido es presentado con toda desvergüenza por la propaganda oficial como “democrático, legal y pacífico”. Farsa que no ablandará nuestra lucha por la libertad ni tampoco el rechazo y el odio a sus enemigos de siempre.


Está a la vista que no habrá en el mundo paz ni libertad si los Pueblos y sus Estados no construyen una estrategia eficaz en el terreno de la ideología y la política democráticas. No hay razón para sentirnos satisfechos con nosotros mismos en los Territorios ocupados del País Vasco: ni siquiera de lejos, si queremos detener a las criminales fuerzas imperialistas. A pesar de disponer de las ideas y la fuerza popular necesarias para presentar una respuesta adaptada y eficaz en la Europa Occidental, disponiendo además del ejemplo que nos han proporcionado otras naciones, hace cuarenta años que venimos mostrándonos incapaces de sentar las bases de una política que no deje lugar a la estupidez, la superficialidad y el ilusionismo, alimentados y apoyados siempre por las fuerzas imperialistas. No hay que ocultar, por tanto, que siguiendo por este camino estamos perdidos. Si no salimos por nuestras propias fuerzas del difícil trance en que estamos metidos, nadie más nos sacará de él.


La finalidad de esta Liga no es el progreso de la ciencia o de la moral sino el servicio a los derechos y la libertad de los Pueblos. Está claro, pues, que debemos movernos en el terreno ideológico y político, guardando siempre nuestras propias identidad y funciones.


Muchas gracias.

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