Aportación” de la “clase política oficial vasca” a la superación unilateral de la violencia (9)


Violencia y Terrorismo.- Su mistificación ideológica al servicio del Imperialismo



9 – “Aportación” de la “clase política oficial vasca” a la superación unilateral de la violencia


Iñaki Aginaga y Felipe Campo


Cuando el homo más o menos sapiens hizo valer su derecho de libre disposición para separarse de sus peludos compañeros de ruta y de fatigas, la sociedad humana siguió hasta hoy resolviendo sus querellas por la fuerza bruta, como lo habían hecho hasta entonces y continuaron haciendo después todos los seres vivos sobre el planeta Tierra. Todos los animales han pugnado siempre por lograr, conservar o aumentar las reservas territoriales y otras condiciones vitales que les aseguren supervivencia y expansión, al abrigo o a costa de los demás. A ese respecto, nada nos separa de nuestros ancestros y hermanos “inferiores”; aparte – naturalmente – de una agresividad casi ilimitada, y una crueldad, un armamento y una capacidad de destrucción fuera de toda posible equiparación con los de aquéllos.

En el marco de la ocupación y el terrorismo de guerra: acto constitucional primero y real del actual régimen político neo-Franquista, la célebre proclama de José María Areilza: “perseguiremos a los nacionalistas vascos por los montes como a fieras salvajes”, puede considerarse antecedente de las soflamas de Juan José Ibarretxe. Según afirma este “primer mandatario” de la tri-provinciana “Comunidad autónoma vasca-Cav” (a la que la burocracia liquidacionista Pnv-Eta y el régimen fascista español llaman “Euskadi”), “Política y violencia son incompatibles. Tenemos que resolver los problemas políticos por vías exclusivamente políticas, por el respeto de los derechos humanos y ante todo del derecho a la vida, primero de los derechos humanos, para que vivamos como personas, y no como animales. Los que niegan el derecho a pensar libremente no son seres humanos, son alimañas”. (Sus propias proposiciones permiten establecer que sus ideas en cuestiones de etología tienen el mismo nivel que las que profesa en materia de política y violencia; lo que le permite cumplir a satisfacción de sus padrinos fascistas la misión ideológica que éstos le han asignado.)

“El humano no es ni ángel ni bestia, y la desgracia quiere que quien pretende hacer de ángel acaba haciendo el bestia.” (B. Pascal) Alimañas y desalmados los hay en todas partes y de todas clases: de uñas, dientes, escamas, cuernos y pezuñas, y de uniforme y sobre todo de corbata o mitra, que son los peores; pero Ibarretxe pretende ocultar la lucha violenta entre grupos de la misma especie y, sobre todo, la esencia violenta de la política, y – a fortiori – del imperialismo y el fascismo. Como se ve, él substituye las luchas humanas por una lucha entre no-violentas “personas” (que para él son exclusivamente las humanas), y violentas alimañas. Y opone también el modo de vida de los animales al de las “personas”; no al de las “personas humanas”, lo que a su modo de ver sería redundante. Todo lo cual implica: que los humanos no son animales, que los animales no son personas, y que todos los humanos sí lo son.

“A la objeción de que los animales no son personas, responderé que la personalidad comienza precisamente allí donde cada uno de dos individuos juega, en el mundo del otro, un papel que no puede ser asumido por ningún otro de sus congéneres.” Lo cual no se da “En las enormes comunidades de insectos sociales [...], que a menudo engloban millones, [...]. Las comunidades de este tipo poseen demasiados individuos animales como para que éstos puedan conocerse personalmente entre ellos”. (K. Lorenz; ‘On Aggression’.)

En realidad, el proceso animal de personalización ha sido invertido y substituido entre los humanos por el proceso civilizado de despersonalización. Si solamente son personas humanas aquéllas que han “abandonado la violencia como medio de resolver los problemas políticos”, entonces ninguna sociedad ha llegado ni llegará nunca a semejante etapa en el proceso de hominización, y los humanos seguimos y seguiremos efectivamente siendo alimañas.

Sin embargo, la zoología ha sido siempre inspiración para la mitología, la teología, la sociología y la poética de la convivencia y los conflictos entre los humanos. Las analogías positivas: apólogos, parábolas, símbolos, alegorías, mitologías, sacrificios y teologías, exaltan la virtud, el poder y el ejemplo de los animales. La fase de transición cultural, del tótem y el tabú, hace del águila, el halcón, el cóndor, la becada, el castor, el lobo, el oso, la tortuga, el ciervo, el león, la serpiente con alas, el canguro o la ballena, los más importantes miembros de la comunidad, organización e identidad tribales. El cachalote y Jonás, el león y Androcles, y el hermano lobo de Gubbio y Francisco de Asís, han nutrido la ambivalencia de zoofilia y zoofobia en el imaginario de la cultura Occidental.

La zoofilia sexual tiene parte importante en los instintos, la cultura y las costumbres eróticos de todas las comunidades, que la misma severidad de la represión moral y legal no desmiente sino manifiesta, pues sólo se prohíbe duramente lo que se desea intensamente. Los sacrificios y la consumición de animales han rendido grandes servicios, alternativos con los sacrificios vegetales, humanos y divinos, con que los humanos esperan escapar a las consecuencias de sus culpas. En la teología y la liturgia Cristianas, el Hijo de Dios es a la vez el buen pastor que da la vida por sus ovejas, y el Cordero de Dios cuyo sacrificio quita los pecados del mundo, cuya ingestión transmite vida y virtudes, según se expresa en el sangriento ágape eucarístico. Pero, por otra parte, desde la infancia, la zoofobia: “una de las afecciones neuróticas más frecuentes a esta edad, y tal vez la forma precoz de toda afección de este género”, nace “de las condiciones del complejo de Edipo”. Estas fobias “se revelan siempre al análisis como el desplazamiento sobre un animal del miedo sentido hacia uno u otro de los progenitores”.

La repulsa de la bestialidad, el afán de distinguir absolutamente al humano de los animales son recursos tan banales como reveladores. En consecuencia, los adversarios políticos han sido siempre descritos como “zoófilos, infrahumanos, bestias con figura humana y desprovistas de razón, estúpidos borregos, auténticos asnos sólo capaces de rebuznar (y trabajar para los demás), insectos dañinos, piojos, escorpiones, vampiros, alimañas o animales dañinos, osos sabios, perros rabiosos, zorros y chacales, hienas y carroñeros apestosos, buitres, fieras salvajes sedientas de sangre, sabandijas, reptiles repugnantes, serpientes venenosas, víboras lúbricas, ratas viscosas” etc.

Son – efectiva y significativamente – las ratas: especie de referencia en la lucha intraspecífica colectiva, las que gozan de preferencia y ocupan el lugar de honor en el bestiario ideológico más nauseabundo y repulsivo. Cuando José Luis de Vilallonga, en un nuevo acceso de furia asesina intraspecífica (homicida o raticida), busca el insulto supremo contra los que él considera que son sus oponentes nacionalistas vascos, utiliza precisamente esa referencia: “ése que lleva pintado en el rostro su parentesco genético con las ratas de alcantarilla”. (El genotipo de ratas y humanos es lo bastante próximo y equívoco como para permitir errores y variaciones de interpretación y determinación: desde que Vilallonga escribió eso, la ideología española ha aportado nuevos criterios en materia de parentescos genéticos; y la actual rehabilitación oficial de la frenología realizada por el “doctor” García Andrade, abre ilimitadas perspectivas a la tipología zoológica.)

En cuanto a la suposición de que todos los humanos son personas, afirmar que Areilza, Bush, Fraga, Franco, Mola, Moléres, Vilallonga y otros son personas humanas no presenta dificultad para la teología, la zoología y la antropología tradicionales; aunque la certeza de ello nos resulte muy inferior a la que ofrece la teoría de la evolución de las especies. Por más ingrata y difícil tarea que sea para algunos el aceptar esto, aliviará tal vez sus escrúpulos el recordar que los humanos se diferencian notoriamente de los otros animales por sus especiales dotes para trepar por la escala zoológica de la estupidez y la maldad. En definitiva, los unos y los otros: imperialistas y resistentes, fascistas y demócratas, asesinos y asesinados, todos ellos pertenecen a la misma especie. Son personas humanas o son ratas, pero lo son todos. Sus diferencias personales y raciales no ponen a Vilallonga al abrigo ni lo separan de la identidad específica propia de las ratas de enfrente.

Lógica, tautológica y zoológicamente, un Nacionalismo humano sólo puede contraponerse a otro. Y al nacionalismo de una rata sólo puede oponerse el Nacionalismo de otra Rata: ya se sitúen éstas, respectivamente, bien sea contra el paredón, o – como se situó Vilallonga – en el pelotón de fusilamiento. Tanto si se trata de humanos como de humanoides, todos descendemos del mono; aunque, mirando a los “pacifistas no-violentos”, beatos e hipócritas aborígenes “vascos” de la burocracia liquidacionista Pnv que nos rodean, cabe pensar que éstos proceden de una rama degenerada del bonobo, mientras que Vilallonga y su banda lo hacen del chimpancé.

Los animales disponían de un planeta que ofrecía para ellos grandes posibilidades y amplios espacios que hacían imposible, limitado, raro o superfluo el conflicto y hasta el contacto extra e intraspecífico; pero la dimensión planetaria de las actuales sociedades humanas y su individualidad superan la solidaridad y la conflictividad de la horda y de los insectos sociales. Para la especie humana, la Tierra es un mundo cerrado, limitado y ocupado; lo que hace forzoso el contacto y el conflicto intraspecíficos entre Naciones y Estados. Es la “jaula de las fieras” o el islote de las ratas. Los humanos están cargándose los últimos espacios naturales, que ellos substituyen por campos, territorios, reservas y protectorados “de cohabitación y convivencia”, es decir: de opresión, concentración y exterminación para humanos, animales y vegetales, en cuyo montaje ellos son maestros.

En cualquier caso, este estadio de la evolución de la Humanidad por la violencia y en la violencia va a ser por fin superado, si damos crédito a las declaraciones y pactos oficiales del grupo Pnv-Eta. Éste considera que la especie humana ha llegado a un momento de la historia en que abandona efectivamente la violencia, por lo menos la violencia intraspecífica. Los ideólogos locales no se limitan a proponer y preconizar el abandono de la violencia: afirman que este objetivo se ha alcanzado ya o está en vías de alcanzarse en la realidad presente. No sólo en el territorio que administran, donde “no hay más violencia que la del Eta”, sino también en el resto del planeta:

“Los actuales acontecimientos muestran que el mundo va comprendiendo que no vivimos en un tiempo donde los problemas se resuelven por la violencia. En el mundo en que vivimos los problemas se resuelven sin violencia, por las vías políticas, la comprensión, la persuasión, el diálogo y la negociación.” (“Lehendakari” Ibarretxe.)

Según una declaración posterior, “[...] el último enfrentamiento armado de Europa ha quedado superado”. Como consecuencia, estamos en vías de alcanzar “una paz [o sea: sumisión] justa y duradera en esta región” [de este modo designaron a nuestro País]; ya que “nuestra sociedad era ya plenamente no-violenta desde el anterior cese definitivo de todas sus actividades armadas” [del grupo Eta]. Ésta era– según ellos decían – “la única violencia existente en esta región”, etc. (Declaración del “panel de abogados, facilitadores y expertos internacionales” reunidos en Kanbo, Laburdi, sobre la auto-disolución del Eta, 4 de Mayo de 2018.)

A la vista de “los actuales acontecimientos” en Irak, Chechenia, Afganistán, Palestina, Siria, Ucrania etc., el lector o auditor ingenuo – no “iniciado” o insuficientemente condicionado – puede pensar que estas personas no están bien de la cabeza, preguntarse de qué institución (mental especializada) han podido escaparse, y considerar los motivos por los que las instituciones (políticas) los han dotado de mediossuficientes para que puedan comunicar su aparente delirio permanente a una parte más o menos considerable de sus indefensos oyentes. Por desgracia, esa gente no se ha escapado de ninguna parte, y su reclusión tampoco serviría de nada. Que anden sueltos no es ningún problema; pero que se pretendan guías ideológicos y políticos de este Pueblo, ello sólo se explica por la situación de alienación mental en que el imperialismo y el fascismo franco-español han sumido a este País militarmente ocupado, y por la degradación intelectual y moral de sus agentes y portavoces locales.

Si Ibarretxe, por sí solo o con ayuda de sus inductores y colaboradores, dispone realmente de la solución dialogada, en libertad y sin violencia para los conflictos políticos en general, es sin duda el genio más grande que ha producido el género humano. Sus proposiciones implican, anuncian y preparan ya el fin inminente de la historia política, el Estado y el derecho, constituidos por la violencia como medio específico. La Humanidad entra de lleno en la tierra soñada del Anarquismo integral. La aportación vascongada al nuevo orden meta-jurídico y meta-político internacional aparece así en todo su alcance y originalidad.

Sólo cabe regocijarse, y lamentar que tan genial aportación haya llegado tan tarde. Si, desde el prehistórico comienzo de los humanos conflictos hasta hoy, los partidarios o actores de la violencia – investigadores, críticos, artífices, proyectistas, profetas, visionarios, revolucionarios y prospectivistas más o menos científicos de estrategias, mundos y utopías – hubieran podido oír a Ibarretxe, como lo oyen a todas horas los sufridos habitantes de los Territorios vascos ocupados; y si hubieran tenido acceso a esas tesis de no-violencia (que las modernas técnicas audio-visuales de intoxicación ideológica de masas ponen forzosamente al alcance de todos los pacientes de la Cav y territorios limítrofes), la Historia habría sido muy diferente y la Humanidad se habría ahorrado los sufrimientos sin cuento que han saturado su incierto devenir.

No todos los predecesores de Ibarretxe al timón de la civilización eran irremediablemente obtusos, cuenta habida de su época y mejorando lo presente, por supuesto. Pero ninguno fue capaz de alzarse a la altura moral, intelectual y social necesaria como para sostener en público o en privado un discurso semejante al de los actuales teóricos, moralistas, políticos y juristas vascongados. Nadie, nunca, había ido tan lejos en un programa de erradicación de la violencia como tarea actual e inmediata de la Humanidad doliente.

Ahora bien, un político – o meta-político – de la talla de Ibarretxe no puede sin duda ignorar que el mundo actual se ordena por la Violencia y el Terror en los Estados y entre los Estados. Su parsimonia puede sorprender, en quien es depositario de un mensaje y una misión de imponderable transcendencia para el género humano. El mismo día en que el primer dignatario de la administración local anunciaba una vez más su buena nueva con un discurso en el Kursaal de la capital guipuzcoana, el recién nombrado Presidente Bush daba la nota – detonante – lanzando una vez más los bombarderos USA sobre Bagdad, y aquello era sólo el comienzo. ¿Se había hecho todo lo humanamente posible para que el pensamiento de Ibarretxe y de toda la “clase política” vascongada sobre la vida como valor supremo, el rechazo de toda violencia venga de donde venga, y el diálogo como único camino para resolver los conflictos políticos, llegara a conocimiento del nuevo patrón de los USA? ¿Tenían conocimiento el Gobierno y las Fuerzas Armadas de los USA de que “ninguna causa, por justa que sea, vale una sola gota de sangre”, y de que “la violencia no resuelve nada, sólo trae más violencia”? (Cualquier tele-adicto de por aquí en los Territorios Vascos ocupados está más que harto de oírlo; pero, naturalmente, no todo el mundo dispone de monopolios de propaganda de alcance comparable a su servicio, como los tiene Ibarretxe.)

La reconfortante presencia de numerosos representantes eminentes y pro-eminentes de la política, la economía y la cultura vascongadas, que – sin temor a hacerse sospechosos o convictos de debilidad mental caracterizada o de algo peor – ocupaban el cubista anfiteatro costero en que se preparaba el nuevo orden mundial tras aquel discurso, no debe inducirnos al error de ignorar el limitado alcance de tales operaciones. A falta de cosa mejor, la tribuna de las Naciones Unidas debería haber sido el instrumento mínimo deseable, aunque insuficiente, para tan trascendental mensaje.

Si el presidente Wilson – al frente de la ya primera Potencia económica, política y militar del mundo – necesitó catorce puntos para devolver a Europa en ruinas una sombra de ilusión y esperanza, a Ibarretxe – al frente de la Cav – le ha bastado con tres para indicar la solución definitiva a los problemas de la paz y la violencia en la “comunidad autónoma”, apuntando de paso las líneas maestras de la paz perpetua universal:

“Nuestra propuesta democrática se funda en estos tres puntos: 1/ Rechazo de toda violencia para conseguir fines políticos; 2/ Diálogo como único camino para solucionar los conflictos políticos; y 3/ Respeto a la voluntad del Pueblo vasco libremente expresada.”

(Los catorce puntos del Presidente Wilson tuvieron que aclararse y desarrollarse con “cuatro puntos complementarios y cinco puntos suplementarios”, y los tres puntos de Ibarretxe se han substituido ya por diez; pero ello no afecta a la base de su “solución”, la cual consiste en su negación del problema. A saber: 1/ el Imperialismo nacionalista franco-español sobre el Pueblo Vasco y su Estado, y su fundamental base de Violencia criminal y Terrorismo como medios para imponerse; 2/ su desprecio de todo “diálogo” real, ineludiblemente basado en el reconocimiento – y no la negación, que es lo que hay – de toda alteridad nacional del Pueblo Vasco; y 3/ la violación de toda “voluntad libremente expresada” y de los derechos humanos fundamentales del Pueblo Vasco, y ante todo de su derecho inherente e imprescriptible de autodeterminación o independencia.) Como es evidente, el simple voluntarismo y la ignorancia de la realidad no llevan a su transformación sino que tienden a perpetuarla.

La explicaciónurbi et orbide lo que él mismo no entiende, ha ocupado los numerosos ocios y desplazamientos trans-continentales del “lehendakari” a cargo del contribuyente, que le permiten realizar sus solitarias negociaciones. Entre tanto, la Violencia terrorista de la represión fascista-imperialista franco-española se despliega a sus anchas en los Territorios ocupados del País de los Vascos; y las bombas caen cada vez con mayor intensidad sobre nuestro globalizado mundo.

“Bienaventurados son los mansos...” Según Gandhi, que tenía la experiencia necesaria para saber lo que decía, la no-violencia es un arma demasiado peligrosa – naturalmente para los oprimidos – como para ser aplicada si determinadas condiciones no se encuentran reunidas. Una moral de no-violencia – opuesta por tanto a su contraria política, que está fundada en la violencia – es también perfectamente posible en idea, sin que ello implique contradicción. Es igualmente un factor normativo positivo y efectivo de comportamiento; sin embargo, su práctica no ha rebasado nunca otros límites que los del umbral individual, los ámbitos socialmente marginales o sectarios, la reducción aproximativa, y los compromisos adaptativos.

“El Sermón de la Montaña – entiendo por ello la ética absoluta del Evangelio – es una cosa mucho más seria de lo que creen quienes en nuestros días citan gustosamente sus mandamientos. No se bromea con ella. Lo que se ha dicho a propósito de la causalidad científica se aplica también a la ética: no es un coche de punto, que pueda hacerse parar para tomarlo o dejarlo a capricho. Se la acepta o se la rechaza por entero: éste es precisamente su sentido; proceder de otro modo es trivializarla.” (Max Weber; ‘El político y el científico’, 1919.)

Así pues, Ibarretxe no necesariamente está equivocado, a condición de que no presente su “rechazo de toda violencia para conseguir fines políticos” como una propuesta política. Una elemental prudencia nos previene, sin embargo, de adelantar conclusiones aventuradas. Los grandes políticos tienen necesariamente zonas secretas o incomunicables en sus proyectos estratégicos, en las cuales y en los cuales no nos es dado penetrar al común de los humanos. Decía Clausewitz que serían presunción y despropósito, en los teóricos de la guerra, contrastar su propia crítica racional y discursiva con las decisiones de genios militares como Federico el Grande o Napoleón Bonaparte.

Por eso, tal vez tras la parsimonia de Ibarretxe se escondan fulgurantes intuiciones y un plan minuciosamente calculado que, partiendo de la liquidación del conflicto en las provincias vascongadas, avance “poco a poco” hacia la solución del problema a escala mundial; sin lo cual toda pacificación sería todavía más ilusoria que el socialismo en un solo – aunque Grande – País. De ese modo, la estructura mundial de la violencia se vendría abajo según la reconocida técnica de los dominós. La “estrategia” realista-posibilista-minimalista del “paso a paso y poco a poco” tiene una importante tradición en su propio Partido, el Pnv. Gracias a ella estamos donde estamos y hemos llegado a donde hemos llegado, mientras que en Europa se independizaban numerosos Países desde la creación de ese partido.

Es difícil saber si Ibarretxe oye voces o tiene visiones como fuente de inspiración. A fin de cuentas lo que importa es el resultado. Después de todo, las visiones del Mahdi – que le ordenaban rezar en las mezquitas de Jartum, El Cairo, La Meca, Bagdad y Constantinopla – lo llevaron a derrotar o a tener en jaque al mejor ejército del mundo. Sin olvidar las voces celestiales de Juana de Arco, santa no-pacifista al igual que San Luis: rey de los Francos y verdugo de Albigenses. Ambos no excomulgados sino canonizados por la Iglesia Católica; la cual, de otro modo (cuenta habida de su doctrina y práctica multiseculares), habría tenido que excomulgarse a sí misma por incitación, bendición, complicidad, autoría o coautoría de algunas de las mayores matanzas o guerras de conquista, pillaje y exterminio que la Humanidad ha padecido.

Pero Papas y demás oficiantes se hallaban siempre demasiado ocupados excomulgando nabarros y demás adversarios irreductibles de la Santa Sede y de sus Hijas Predilectas, España y Francia; y entregando su Estado a esos criminales ocupantes a los que la Sede bendecía, como para entretenerse con menudencias o con tan peligrosas tareas de autocrítica. Por otra parte, los herejes más o menos no-violentos habían sido ya excomulgados siglos antes. Comulgantes y excomulgantes usaban sin restricción alguna de cuantos medios violentos podían poner en juego; lo que no puede hacer sin contradecirse el seráfico dignatario de la Cav, Ibarretxe.

¿Qué extraña afección bi-ocular, neuroplégica o psico-sensorial impide a los falsos apóstoles de la no-violencia descubrir la presencia de fuerzas armadas cuando las tienen delante? ¿Por qué prodigioso esfuerzo de auto o hetero-sugestión colectiva, o por qué fatal tipo de delirio alucinatorio, los cuerpos represivos oficiales y armados: constituidos por la violencia y para la violencia, se les aparecen bajo la forma de profesores de filosofía pacifista o de predicadores abnegados, sacrificados e incomprendidos de la no-violencia? Los agentes y valedores del Nacionalismo imperialista franco-español no son teóricos o educadores impedidos por la violencia – de los demás – para “pensar o ejercer libremente” su ministerio docente; ni son cooperantes que “oponen cultura, persuasión, diálogo y respeto de la libertad de todos frente a la fuerza bruta”. Son funcionarios de represión, propaganda y guerra psicológica; beneficiarios del monopolio de los medios de comunicación de masa; y agentes que imponen su dominación material y “cultural” mediante los monopolios de la Violencia criminal y la propaganda que constituyen el régimen imperialista y fascista.

Si Ibarretxe y sus colegas tienen la manifiesta posibilidad de asestar su ración diaria de majaderías a cientos de miles de contribuyentes, esto es porque el régimen franco-español de Violencia criminal establecido: el cual ellos califican de “democrático y no-violento”, tiene interés por el momento en proporcionarles tal posibilidad. Y si pueden hacerlo hablando solos: que es la única forma en que puedan hablar, es porque sus abochornados pacientes no pueden hablar ni solos ni acompañados.

Aunque sus ilustres maestros, predecesores y compañeros de Partido y tendencia habían mostrado ya – y siguen insistentemente mostrando – su mismo camino, sin embargo la convicción, el optimismo, la autosatisfacción, el énfasis y la vehemencia con que mantiene tales posiciones ese primer dignatario “vascongado” de la Administración local española es un espectáculo único y sin precedentes. Es también difícil saber si todo ello es consecuencia de la elevada idea que se ha formado el titular sobre el cargo que le ha sido conferido, y sobre las excepcionales cualidades que se le suponen aparejadas. Ejercer la misión de guía, ideólogo, educador y salvador de sus ignorantes y subdesarrollados administrados, y de una humanidad descarriada y desamparada, es tal vez lo menos que cree puede hacer para justificar dignidades y emolumentos.

En cualquier caso, no es fácil conocer – para quienes no somos sus discípulos, allegados ni colaboradores – si Ibarretxe se considera el nuevo Moisés en ruta hacia la tierra de la pacífica beatitud, el profeta que prepara los caminos del Señor, o la reencarnación de Jesucristo. Lo que está claro es que el Sermón de la Montaña no es un discurso político: “Mi reino no es de este mundo”. El pretendido principio de no-violencia atribuido a su autor – como a Buda o Gandhi – tiene sus límites establecidos en la historia y los textos deliberadamente falseados por la propaganda fascista.

Hacer de Ibarretxe parangón y porta-estandarte de la no-violencia es reírse del mundo entero; y es falsear y agraviar sin escrúpulos la conciencia y la obra de los partidarios sinceros de la no-violencia. La moral y la práctica de la no-violencia son cosa mucho más seria, difícil y exigente de lo que creen o quieren hacer creer el charlatanismo, los despropósitos, la retórica pedante y la propaganda de odio y opresión que hoy en día se nos sirven disfrazados bajo esas falsas etiquetas, y que son difundidos entre nosotros por los monopolios de difusión de masas al servicio de los monopolios efectivos de la Violencia criminal.

La moral y la práctica auténticas de la no-violencia no han sido nunca instrumento servil e hipócrita deldespotismo, ni trampolín a la fama, el poder, la riqueza y los honores. Nada tienen que ver con los farsantes, aprovechados, exhibicionistas y demás agentes ideológicos del imperialismo y el fascismo, que sacan partido y beneficio del exhibicionismo pseudo-pacifista. Bien al contrario, la auténtica no-violencia consiste en una doctrina que, si es consecuente y sincera, sólo encuentra su recompensa en las sublimes esferas de “la moral de la convicción”, de que hablaba Weber, o en la transcendencia igualmente apolítica de la gloria eterna.

Frente a la desvergüenza y obscenidad de esos farsantes, las personas sinceras que han puesto en práctica la no-violencia a sentido único han sido engullidas por la selección natural y la historia, aplastadas sin piedadpor los más fuertes, más listos y más determinados que ellos. Los partidarios sinceros de la no-violencia han podido siempre conocer, por propia y dura experiencia, cómo las gastan los poderes de este mundo frente a los débiles y los indefensos, voluntarios o forzosos. En general han pagado con la persecución, la ruina, la prisión y la vida la puesta en práctica consecuente de sus opiniones:

“[...] ‘Llega un momento en el que el silencio es traición.’ [...] La verdad de estas palabras es indudable, pero la misión a la que ellas nos llaman es una muy difícil. Pues incluso cuando se sienten presionados por las demandas de la verdad interior, los hombres no asumen fácilmente la tarea de oponerse a la política de su Gobierno, especialmente en tiempo de guerra. [...]

“Algunos de nosotros, que han comenzado ya a romper el silencio de la noche, han encontrado que el llamamiento a hablar es a menudo una vocación de agonía, pero tenemos que hablar. [...]

“En los últimos dos años, puesto que me he decidido a romper la traición de mis propios silencios y a hablar desde los ardores de mi propio corazón, [...] muchas personas me han preguntado sobre la sensatez de mi camino. [...] ¿Por qué estás uniéndote a las voces de la disidencia? La paz y los derechos civiles no deben mezclarse, me dicen. ¿No estás perjudicando así la causa de tu pueblo, preguntan? [...] En verdad, sus preguntas indican que no conocen el mundo en el que viven. [...]

“Mi tercera razón se mueve a un nivel aún más profundo de la conciencia, porque surge de mi experiencia en los ghettos del Norte en los últimos tres años – especialmente los últimos tres veranos. Mientras he caminado entre los desesperados, los rechazados y los jóvenes enojados, les he dicho que cócteles molotov y fusiles no resolverían sus problemas. He tratado de ofrecerles mi más profunda compasión mientras mantenía mi convicción de que el cambio social viene de forma más significativa a través de la acción no-violenta. Pero entonces me preguntaron – y con razón – ¿qué me dices de Vietnam? Me preguntaron si nuestra propia nación no estaba usando dosis masivas de violencia para resolver sus problemas, para provocar los cambios que quería lograr. Sus preguntas me impactaron, y supe que nunca más podría alzar mi voz en contra de la violencia de los oprimidos en los guetos, sin haber hablado primero con claridad acerca del más grande proveedor de violencia en el mundo hoy en día: mi propio Gobierno.” Etc. (Tomado de: “Más allá de Vietnam: la hora de romper el silencio”. Discurso pronunciado por el Rev. Martin Luther King, Jr., en New York el 4 de Abril de 1967.)


Justo un año después de haber pronunciado estas palabras, exactamente en ese mismo día, Martin Luther King fue asesinado.

Los pacifistas y no-violentos legales y oficiales que padecemos en nuestro País saben con qué están jugando, y se cuidad muy bien de oponerse – ni teórica ni prácticamente – a “toda violencia venga de donde venga”. Efectivamente, conocen muy bien los límites que no deben traspasar – y que de hecho no traspasan nunca – en su “denuncia de toda violencia”, a fin de conservar las ventajas de todo orden que les procura estar al servicio de la Violencia criminal del régimen de ocupación militar. Nunca incurren en riesgos desmesurados, pues su doctrina de “no-violencia” es la doctrina del poder de Violencia criminal establecido, el cual ejercen y sostienen y que les cubre las espaldas.Demuestran así que no son tan tontos o están tan locos como parecen o como quieren aparentar.

Comprueban confortablemente que, previo reconocimiento del monopolio de la Violencia criminal y la aceptación de todos los crímenes del régimen franco-español de ocupación militar establecido sobre nuestro País, y a partir de la sumisión a todas sus “leyes” y a todos los postulados del Nacionalismo imperialista franco-español, a continuación ese régimenque ellos presentan como “democrático y no-violento” otorga magnánimamente todas las libertades, toda la convivencia, todo el pluralismo, todo el diálogo, toda la negociación y todos los derechos que se quiera; en particular, el derecho de condenar la violencia de los demás y “el derecho de todos a pensar libremente y de manera diferente”. O sea: a “pensar” como quieren los nacional-imperialistas franceses y españoles, que son mucho más libres, mucho más iguales y mucho más diferentes que los demás.

Sus campañas “para erradicar la violencia de este País y para devolverle la libre disposición de su destino” encubren y sirven al régimen fascista franco-español de ocupación militar, el cual en nada afecta, según ellos, a la violencia ni a la libertad de nadie. Esas campañas ocultan ante todo que las “instituciones” de ese régimen ni se han establecido ni tienen nada que ver con la persuasión; y que su objetivo es cerrar mediante la Violencia criminal todas las vías al diálogo y a la negociación.

Dar lecciones de no-violencia como ellos lo hacen: del lado y al abrigo de las fuerzas armadas del régimen imperialista y fascista que sojuzga a nuestro Pueblo y Estado, es el colmo de la caradura institucional. Quien “rechaza la violencia venga de donde venga”, sin denunciar en primer término los monopolios fascistas de Violencia criminal sobre el Pueblo sojuzgado, es un imbécil o un farsante; y en ambos casos, un agente – consciente o inconsciente – del imperialismo. Todo ese ininterrumpido discurso oficial es una indigna superchería, un recurso más de los monopolios de propaganda establecidos, y una burla suplementaria al Pueblo que los padece.

Tras el “plan en tres puntos para resolver el conflicto vasco” del “lehendakari” Ibarretxe se encubre la defensa más desvergonzada del régimen imperialista español y de su monopolio totalitario de la Violencia criminal, que fueron establecidos por siglos de guerras de agresión, crímenes, represión y Terrorismo sobre el Pueblo Vasco. Presentarlos como no-violentos, proponer el diálogo con quien no tiene la menor intención de dialogar con nadie ni entiende más razón ni poderes que los cañones, y hablar de democracia y de voluntad libremente expresada en las condiciones de opresión bajo el régimen de Violencia criminal establecido, es ocultar la realidad política fundamental del Nacionalismo totalitario franco-español; es ocultar la verdadera naturaleza del régimen imperialista en los Territorios ocupados del Pueblo Vasco y su Estado, y, sobre todo, del monopolio de la Violencia criminal sobre el que se funda. No es otro el contenido real de la verborrea pretenciosa, repleta de equívocos, vacuidades, falsedades, contradicciones y absurdos que, envuelta hasta el empalago en buenos sentimientos de pacotilla, ocupa un lugar privilegiado en los grandes medios de intoxicación ideológica de masas que se vuelcan cada día sobre nuestro País.

Si Ibarretxe y sus colegas, al igual quienes los apoyan y utilizan, quieren tomar sinceramente posición “contra toda violencia venga de donde venga” y cesar de “quedarse” con sus indefensos administrados y contribuyentes, deberán – necesariamente y por de pronto – abandonar las funciones que ejercen al servicio del Estado español: organización creada y conservada por la Violencia criminal e inseparable de ella; abandonar la “dirección”, la participación o la cooperación en los servicios auxiliares de intoxicación, corrupción y represión de la Administración local española, impuesta por esa Violencia y para esa Violencia; renunciar a toda remuneración con cargo a los fondos y presupuestos del Estado español, obtenidos por esa Violencia y para esa Violencia; y rechazar toda protección “jurídica” de su vida, persona, bienes e intereses, pues tal protección efectiva es, en último término, Violencia. Deberán también renunciar a sus continuos y clamorosos “triunfos electorales”, pues las elecciones políticas bajo elimperialismo se fundan por la Violencia y se prosiguen por la Violencia.

Sin embargo, quienes “condenan toda violencia, por justa que sea la causa, y no aceptan resultado alguno que de ella provenga”, reconocen, sirven y rentabilizan sin escrúpulos de conciencia el régimen imperialista franco-español, establecido y mantenido por siglos de guerras de agresión, crímenes, terrorismo, ocupación, pillaje, persecución, represión, tiranía y regímenes de fuerza. Lo que en realidad ellos condenan son las formas “ilegales”, marginales y suplementarias de “violencia de oposición o de Estado”; pero ocultan los monopolios políticos de Violencia criminal, y participan activamente en el aparato represivo, administrativo, económico e ideológico que de ellos depende. Las clases dirigentes saben muy bien que no podrían seguir siéndolo, si ellas mismas se creyeran lo que sus ideólogos inventan para que se lo crean los demás.

La violencia, el odio, la crueldad, la venganza son distintivos humanos de bestias sanguinarias como Franco, Mola y sus sucesores; distintivos implicados ahora en el Imperialismo cerril y el Terrorismo universal de Bush y sus compinches. Sólo la complicidad beata y servil de los dirigentes y colaboradores ‘burukide’ peneuvistas puede pretender mantener todavía el optimismo de sus alelados seguidores sobre el mundo que los rodea, y a ello se aplican con ardor:“El mundo va comprendiendo que los conflictos no se solucionan por la violencia sino por la conciliación y el diálogo”, proclaman en contra de toda cordura, en un mundo desgraciadamente dominado por el Imperialismo.

En el mundo real, con una ideología como ésa para responder al desafío imperialista, fascista y genocida hispano-francés, cualquier País sojuzgado estaría perdido. Pero el interés ideológico de esa burocracia liquidacionista Pnv; su necesidad de ocultar que el régimen imperialista y fascista franco-español de ocupación militar contra el Pueblo y el Estado Vascos está constituido por Violencia criminal, crímenes imprescriptibles, agresión y ocupación de guerra; y la posibilidad – que el monopolio de propaganda les asegura – de hablar sin oposición, pueden dar cumplida explicación de tal actitud.

Si a esos políticos e ideólogos pretendidamente “vascos” les preocuparan realmente la dignidad y los valores humanos (que de tal manera los rebajan al nivel de su propaganda), empezarían por poner de manifiesto la guerra de agresión y la opresión de los Pueblos bajo el Imperialismo y el Fascismo; en primer lugar contra su propio Pueblo. Un Fascismo que ellos, por el contrario, exaltan, practican o encubren, al combatir el conocimiento vulgar o científico que explica y pone en evidencia tales procedimientos.


(De: ‘Violencia y Terrorismo.- Su mistificación ideológica al servicio del Imperialismo’.)

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