El Imperialismo Chino contra el derecho de autodeterminación de los Pueblos

El Imperialismo Chino contra el derecho de autodeterminación de los Pueblos


El milenario régimen chino quedó establecido como un imperio desde el siglo III antes de nuestra era por el rey Zheng del Estado de Qin (pronunciado Chin), quien, tomando como nombre el de su Estado (Qin Shi Huang), en el año 221 a. C. comenzó a titularse “Primer Emperador”, tras haber sojuzgado a los Estados vecinos. Así pues, tras haber conquistado a los Chu y a los otros Pueblos y Estados vecinos, desde ese año 221 a. C. el “Primer Emperador” los gobernaba a todos.

 

“Durante más de dos siglos, el Estado Qin y sus seis poderosos [?] vecinos habían estado en guerra. El [futuro] ‘Primer Emperador’ los conquistó a todos, gobernando entonces sobre millones de personas y una zona que rivalizaba en tamaño con el Imperio Romano. [...] Lo que ahora llamamos China se llama así debido a su ‘Primer Emperador’. El problema que los Chinos tienen hoy es reconciliarse con la idea de que él fue un tirano cruel, y que cientos de miles de personas sufrieron y murieron bajo su régimen.

 

“El informe más antiguo que sobrevivió del imperio Qin fue escrito [...] por el padre de la historia china: Sima Qian. Éste nos informa sobre un Estado Qin brutal donde los eruditos eran enterrados vivos. [...] Los historiadores modernos están de acuerdo con los datos registrados por Sima Qian, acerca de que Qin Shi Huang, el aterrador ‘Primer Emperador’ de China, fue coronado [como rey] en el año 246 a. C., y que es entonces cuando probablemente empezó el trabajo de su mausoleo”, guardado por su ejército de guerreros de terracota que debían protegerlo de sus innumerables víctimas.

 

“El gran historiador Sima Qian describe su cada vez más tiránico Gobierno, que elimina a toda la oposición y quema los documentos [obviamente, los que dejaban constancia de sus crímenes contra los Pueblos sojuzgados y contra toda oposición: es la damnatio memoriaede los Romanos en versión china]. Todos los libros de su reino fueron destruidos; posiblemente miles de documentos chinos [¿sólo chinos?] que nunca recuperaremos: un cataclismo terrible para la historia china [?] y los historiadores chinos [?]. Pero también hizo algún bien: unificó China [¿!]. Tomó estos Estados separados con diferentes lenguas y con distintos sistemas de escritura y los obligó a todos a ser Chinos.” [Jonathan Clements.]

 

Según puede verse, en este relato obscenamente despreocupado sobre el establecimiento del criminal imperio chino (como lo es todo imperio), el cataclismo al que el autor alude no lo fue para los Pueblos y las personas masacradas sino... “para la historiografía ‘china’”! Con lo cual el Nacionalismo imperialista chino y los horribles métodos para imponerlo: a lo que ellos desde entonces llaman “unificación”, no es que son aceptados y trivializados como algo irrelevante sino que incluso son presentados como algo “positivo”. De hecho, el mencionado autor acepta como un “bien” que, a través del genocidio y horribles crímenes, se vieran obligados a ser “chinos” unos Pueblos que no lo eran.

 

Las palabras que obsesivamente se repiten en la historiografía china, para camuflar y justificar los criminales métodos empleados en la creación de su imperio, es “unificación de China”, es decir: el sojuzgamiento de todos quienes, a pesar de no ser Chinos, “en virtud de la unificación” fueron de forma criminal obligados a serlo. “Unificar” es la palabra que los “historiadores y políticos” que no quieren tener problemas con el actual régimen despótico chino utilizan constantemente para reforzar el complot establecido de falsificación y ocultamiento de la realidad del Imperialismo Chino. Es el término favorito para todo régimen totalitario; y en China, donde se constituyó el paradigma del régimen totalitario despótico-asiático (Karl Wittfogel: ‘Oriental Despotism: A Comparative Study of Total Power’, 1957), que continúa hoy desarrollado al máximo bajo la égida del Partido “comunista” Chino, ese término es utilizado sistemáticamente, junto con la no menos obsesiva re-designación como “chinos” de todos los Pueblos no-chinos que están actualmente bajo la criminal dominación imperial-totalitaria de ese régimen, o que éste aspira a que lo estén en el futuro.

 

Porque la cuestión clave que se nos plantea no es que estamos hablando de acontecimientos que tuvieron lugar hace veintidós siglos sino que se trata de acontecimientos que están ocurriendo en la actualidad. No se trata sólo de que aquellos Pueblos fueron destruidos en aquel entonces: algo que, incluso a pesar del tiempo transcurrido, el actual régimen despótico-asiático chino ni siquiera puede soportar que se mencione. Se trata de que a día de hoy el actual régimen chino niega del mismo modo los Pueblos no-chinos, y obliga a ser “chinos”: mediante crímenes imprescriptibles e incluso genocidio, a PUEBLOS QUE NO LO SON, como – para empezar – es el caso del Pueblo Tibetano y su Estado de Tíbet, y del Pueblo Uigur y su Estado de Turquestán Oriental; sin olvidar la dominación china sobre Mongolia del Sur y Manchuria. Se trata, en definitiva, de que el régimen imperialista chino niega la existencia misma – y por tanto el derecho de autodeterminación o independencia – de los Pueblos que tiene sometidos, y afirma por el contrario sobre ellos su “derecho de imperialismo”; para lo cual no le importa poner en riesgo la paz mundial y amenazar la existencia de la humanidad.

 

La Asamblea GeneralTeniendo presentes los principios relativos a los derechos humanos y las libertades fundamentales enunciados en la Carta de las Naciones Unidas y proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, [...] 1. Deplora la continua violación de los derechos y libertades fundamentales del pueblo de Tíbet; 2. Reafirma que el respeto de los principios de la Carta de las Naciones Unidas y de la Declaración Universal de Derechos Humanos es esencial para la evolución de un mundo pacífico basado en el imperio de la ley;” etc. [UNGAR 2079 (1965)]

La Asamblea General, [...], Afectada por la política seguida por las Potencias coloniales para circunvenir los derechos de los Pueblos coloniales a través de la promoción de la sistemática afluencia de inmigrantes extranjeros y el desplazamiento, la deportación o el traslado de los habitantes indígenas, [...]; 12. Condena las actividades de aquellos intereses financieros y económicos extranjeros en Territorios coloniales, [...] que prestan apoyo a regímenes coloniales y que constituyen por ello un serio obstáculo para la implementación de la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales, e insta a los Gobiernos implicados a que tomen las medidas necesarias para poner fin a esas actividades; 13. Condena las políticas, seguidas por ciertas Potencias administradoras en los Territorios bajo su dominación, consistentes en imponer regímenes y constituciones no-representativos, reforzar la posición de intereses económicos y financieros extranjeros, engañar a la opinión pública mundial y fomentar la afluencia sistemática de inmigrantes extranjeros mientras desplazan, deportan y transfieren los habitantes autóctonos a otras áreas, e insta a esas Potencias para que desistan de tales maniobras;” etc. [UNGAR 2189 (1966)]


El último acontecimiento que ha puesto de manifiesto estas tendencias del Imperialismo Chino es su actual amenaza de agresión contra el Estado de Taiwán. Formado éste, como su principal y mayor territorio (99% del total), por la isla conocida históricamente como Formosa (según la denominaron los marineros portugueses que arribaron a ella, anotándola en Portugués como ‘Isla Hermosa’), su población autóctona originaria está formada por el Austronesio Pueblo Taiwanés. Sin embargo, la presencia de China al otro lado del Estrecho de Formosa/Taiwán – 180 kilómetros de distancia media, semejante en algunos puntos a la que tiene el Estrecho de Florida que separa los USA de Cuba – iba a condicionar gravemente la evolución autóctona de un Estado de Taiwán independiente.

 

Efectivamente, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, y por orden de los Aliados victoriosos, la isla de Taiwán (y el resto del archipiélago, que desde 1895 era mantenido bajo su dominio por el ahora derrotado Imperio del Japón) fue retrocedida por los ocupantes en 1945 al General Chian Kai-shek, jefe del bando chino del Kuomintang-KMT (Partido Nacionalista Chino). Éste instauró allí una política de terror contra la población autóctona taiwanesa (el “Terror Blanco”, 1947) que resultó en la muerte o desaparición de más de 30,000 intelectuales, activistas y sospechosos de oponerse al KMT. Y cuando, después de haber estado co-operando todos los Chinos desde 1937 a 1945 en el Segundo Frente Unido (para la expulsión de los invasores japoneses en la Segunda Guerra Chino-Japonesa), se reanudó en 1946 la guerra civil china que finalizó en 1949 con la derrota del KMT, los dirigentes de este partido y sus seguidores salieron de China por millones y se instalaron en Taiwán, en una especie de invasión o “Marcha Amarilla” de Chinos sobre el Pueblo y el Territorio de Taiwán.

 

Ahora bien, si hay algo en lo que – por encima de todas sus diferencias – todos los Nacional-imperialistas chinos están de acuerdo: tanto si son Nacional-comunistas como si son Nacional-fascistas (lo cual viene a ser lo mismo), ello es la afirmación de que Taiwán es China y que pertenece a China “en virtud de la unificación y la integridad territorial de la patria”; una falsa tesis que los partidarios de un sistema realmente democrático para el Pueblo y el Estado independiente de Taiwán deberían rechazar y abandonar definitivamente. Porque de lo contrario, lo único que obtendrán como resultado de mantener el criminal Nacionalismo imperialista chino sobre Taiwán, la única alternativa que existe a un Estado de Taiwán realmente democrático, independiente, distinto y separado de China, es la ampliación – más temprana que tardía – a esa isla del modelo de “democracia de Tiananmén”, según quedó visualizado en 1989. Los miles de asesinados allí son testimonios perennes de la NATURALEZA INHERENTE al régimen Nacionalista-imperialista chino.

 

Esa pretensión de “unidad” imperialista no es nueva en absoluto, puesto que, desde hace veintidós siglos, para el Imperialismo Chino consiste en la afirmación de su criminal “derecho de imperialismo” sobre los Pueblos y Estados que ellos declaran les pertenecen, y en la negación del derecho de autodeterminación o independencia de TODOS los Pueblos: primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa para el pleno disfrute de todos ellos, según establece el Derecho Internacional reconocido – no constituido – por las Naciones Unidas. Consiste en la negación de la auténtica democracia, que se constituye ÚNICA Y NECESARIAMENTE sobre la afirmación y vigencia de los derechos humanos fundamentales y que NO PUEDE existir al margen de ellos: sin derechos humanos, no hay democracia. Y consiste en una política criminal, como la que ya ha llevado a la agresión de la “Federación de Rusia” contra el Pueblo y el Estado Ucranianos; todo lo cual ya lo comentamos en nuestro texto ‘Agudización de la actuacrisis geo-política: nueva agresiódeImperialismo Moscoviancontrel Pueblo Ucraniano y su Estado’ que publicamos el 25-Febrero-2022, al día siguiente de haberse iniciado la agresión, en el que ya mencionábamos sus implicaciones “chinas”.


La exasperación del Imperialismo Chino por la resolución del mundo occidental frente a la actual agresión del Imperialismo Moscoviano contra Ucrania: banco de pruebas para su propia anexión militar de Taiwán que estos días está ensayando (con unas “maniobras de fuego real” que evidentemente no se improvisan en una semana), se ha agudizado aún más como consecuencia de la visita oficial de un mandatario extranjero de primer nivel a Taiwán. Pero he aquí que quienes responden inmediatamente a ello con provocaciones militares y “maniobras de fuego real”: largamente preparadas como un ensayo para lo que llegará a ser la invasión de Taiwán, advierten estúpidamente a los demás de que “quien juega con fuego, acaba quemándose”; lo cual es lo mismo que si Putin advirtiera a los demás del peligro de “jugar con fuego” después de que él lo ha iniciado, en violación de los Tratados por los que la “Federación de Rusia” se obligaba a respetar al Pueblo Ucraniano y la seguridad e integridad de su Estado, en último término, el Memorandum de Budapest.

 

La hipocresía de estos criminales no tiene límite; sin embargo, para los insensatos/demenciados o en su caso fingidos “progres-sozialistas-y-komunistas” de nuestro País: falsamente abertzale y en realidad agentes del imperialismo franco-español, quienes ponen el mundo al borde del holocausto en su sentido literal y real (holos = todo; kaustós = quemado) no son quienes realizan agresiones contra el derecho internacional y el derecho de libertad e independencia de todos los Pueblos, y contra la integridad de sus Estados legítimamente constituidos sobre el principio de la Autodeterminación o Independencia de los Pueblos; como es el caso del actual régimen mafioso-kagebista-putinista que gobierna Rusia, y también el de esos pomposos y pretenciosos hipócritas que dirigen el régimen imperialista, totalitario y despótico-asiático instaurado por el Partido “comunista” Chino en China y sus colonias, principalmente Tíbet, Turkestán Oriental, Manchuria y Mongolia: autores todos ellos de horribles crímenes contra los Pueblos y la Humanidad.

 

No. Para todos estos imperialistas y lacayos del Nacionalismo imperialista: ya sea ruso, chino, francés, español etc., los culpables de poner el mundo al borde de ese holocausto son quienes se defienden de esas agresiones, o simplemente hacen un viaje o escriben un artículo para afirmar los derechos humanos fundamentales y ante todo y sobre todo el derecho de autodeterminación o independencia de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos fundamentales y condición previa para el pleno disfrute de todos ellos, según el derecho internacional. La degradación intelectual y moral de estos peligrosos delincuentes: agentes de la propaganda Nacional-imperialista o meros servidores de ella,no podría haber llegado a un nivel mayor.

 

Las fuerzas progresistas y democráticas del mundo actual deben comprender que no hay ni puede haber utilidad alguna en una política de apaciguamiento con las fuerzas del imperialismo; y que el mundo debe estar dispuesto a hacer sacrificios y a renunciar a los “beneficios” del comercio con estos criminales, los cuales nos conducirán siempre a la claudicación ante sus criminales condiciones y chantajes. Y los auténticos líderes políticos, intelectuales y morales del mundo deben tener la valentía y la honestidad de explicarlo así a la población mundial, huyendo de demagogias y oportunismos que llevan el mundo al desastre. Pero eso no será posible, y todo acabará en el estallido final, si no se acepta: sin equívocos y con resolución, el único principio que puede aunar a todos los demócratas del mundo, a saber, la afirmación real, sin trucos ni falsificaciones (como las que invoca Rusia en Donbás, Chechenia etc., y China en Taiwán, Tíbet etc.) del derecho internacional de autodeterminación o independencia de TODOS los Pueblos.

 

Quienes no aceptan ese principio fundamental no son demócratas, son imperialistas y fascistas. No tal vez imperialistas cuando se trata del imperialismo de los demás, el cual ”denuncian”; pero sí imperialistas cuando está en peligro su propio Nacional-imperialismo y su dominación sobre los Pueblos que ellos están sojuzgando o aspiran a sojuzgar. Ahora bien, ocurre simplemente que, hoy más que nunca, todas las libertades son inseparables y solidarias, y por tanto no es posible ser “parcialmente demócrata”: o uno es enteramente demócrata y por tanto defiende los derechos humanos fundamentales de TODOS los Pueblos y en especial su derecho de autodeterminación o independencia, que es el primero de esos derechos y la condición previa de todos ellos; o es enteramente imperialista. No hay escapatoria. La Democracia no “permite” o “trae” la Independencia nacional; es la Independencia nacional la que permite y trae la Democracia.


La Democracia es el poder político del Pueblo, y consiste ÚNICAMENTE en la vigencia y el respeto de los derechos humanos fundamentales, y ante todo de la Autodeterminación o Independencia nacional de todos los Pueblos, según está establecido en el Artículo primero de la Carta fundacional de las Naciones Unidas, y que constantes y relevantes Resoluciones de su Asamblea General han reconocido como el primero de los derechos humanos fundamentales y la condición previa para el pleno disfrute de todos ellos. Su contrario: absolutamente incompatible con la Democracia, es el Imperialismo y el Fascismo, que consisten en la violación de esos derechos.


Decir que “Lo que nuestro mundo necesita hoy no es avivar la división en nombre de la democracia”, como acaba de declarar la burócrata Mao Ning (portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China) es puro charlatanismo, mistificación, polución y basura ideológicas del imperialismo y el racismo Han-Chinos, opuestos a la libertad y la convivencia pacífica con los Pueblos que ellos están sojuzgando; una libertad y una convivencia que sólo pueden estar basadas en el respeto a la Autodeterminación o Independencia nacional de los Pueblos, fundamento de la Democracia. La Democracia no divide el mundo; quien lo divide y se lo reparte es el imperialismo y el colonialismo fascistas de ocupación militar sobre los Pueblos sojuzgados, puesto que no hay acción defensiva si no hay antes un previo ataque, ni hay Resistencia nacional si antes no hay una previa agresión imperialista.


Por su oportunidad, reproducimos nuevamente un párrafo significativo de la ‘Declaración por los Derechos y la Liberación de los Pueblos’, texto publicado en Español, EuskaraFrancés e Inglés:

 

“Quienes oprimen a Pueblos y Estados no son agentes de honorables tareas políticas, son simples malhechores. Pero no delincuentes políticos sino simples delincuentes comunes; y tampoco delincuentes de un nivel cualquiera sino autores de los más grandes crímenes que registran la moral y el derecho. Si nos remitimos a la ley internacional, tales terribles ofensas se ordenan en tres grupos: las cometidas contra las leyes de la guerra, contra la paz, y contra la humanidad. No pueden ser olvidadas ni perdonadas, si de verdad pretendemos terminar con ellas.” (Iñaki Aginaga; de su Declaración por los Derechos y la Liberación de los Pueblos.)


Los Pueblos deben ser considerados en todo momento como corresponde a su situación o actuación en cada caso concreto, es decir: como oprimidos, cuando son oprimidos; y como opresores, cuando son opresores. Es indudable que el imperialismo europeo dejó una profunda y criminal huella en China. En 1900, Jaurès constataba “el imperialismo agresivo que atestiguan Ingleses y Alemanes”:

 

“Un nerviosismo agudo parece haberse instalado en Inglaterra.” Los pueblos europeos se han “entregado a las peores sugestiones de codicia y odio”. “En Alemania, el Emperador parece haber perdido su sangre-fría. Los salvajes consejos de exterminio que él ha dado a sus tropas que parten para China atestiguan que la conciencia europea puede sufrir frecuentes eclipses y participar en la barbarie que ella pretende castigar.” “En Francia, el nacionalismo trata de ensordecer e idiotizar el cerebro popular en beneficio de la reacción. Ya ha hecho en este sentido una proeza. Hace veinte años el nacionalismo amotinaba las pasiones de la calle y el patriotismo bullanguero contra Alemania. Se hacía un llamamiento a reunirse en la estación del Este para silbar al rey de España que regresaba de Alemania, era imposible representar Lohengrin.” “Ahora, en un pase de prestidigitación que atestigua la docilidad de los odios chauvinistas, es Inglaterra la que ha substituido a Alemania para el nacionalismo fanfarrón. Mañana, bastará con que el Emperador de Alemania esboce un gesto de amenaza contra los ingleses para que sea aclamado por nuestros compatriotas, y la alianza franco-alemana sería prodigiosamente popular si se volviera contra Inglaterra. Mientras este viento nacionalista sople en el mundo, el proletariado internacional será detenido en su marcha; e incluso una parte de la clase obrera, arrastrada a la deriva, hará el juego del enemigo.” “Es necesario preguntarse si el imperialismo mismo contiene en sí un germen de guerra.” [?!] “La expedición de China parece reabrir la era de las luchas épicas de continente a continente. Nada demuestra que Europa se ocupará sólo de China; tal vez es toda Asia la que, un día, se estremecerá.”

 

Sin embargo, y después de las experiencias ya proporcionadas por el Antiguo Régimen y la Revolución franceses, sus posteriores actuaciones: del Imperio, la Restauración, la Monarquía de Julio, la República, otra vez el Imperio, y de nuevo la República, que se estrenó con la salvaje liquidación de la Comuna, habían dado con largueza ejemplos recientes de los “salvajes exterminios” que Jaurès reprochaba a los Alemanes en 1900. Según parece, Jaurès no veía lo que no quería ver.

 

De forma bien distinta, el socialista alemán August Bebel, hablando también en 1900, no eludía la propia crítica, ni se permitía utilizar los trucos con los que Jaurès mitigaba la realidad mediante frasecitas sobre “la era de las luchas épicas de continente a continente”, o sobre los “eclipses de conciencia europea por su participación en la barbarie que ella pretende castigar”. Para dicho autor no había épica alguna en aquellas actuaciones sino sólo barbarie, y ésta era principalmente alemana y europea, como así lo dijo hablando ante el Reichstag: “No, no se trata de ninguna Cruzada, de ninguna guerra santa; es una muy común guerra de conquista... Una campaña de venganza tan bárbara como nunca se ha visto en los últimos siglos, y a menudo en absoluto en la Historia... ni siquiera con los Hunos, ni siquiera con los Vándalos... No hay parangón para lo que las tropas alemanas y de otras Potencias extranjeras, junto con las tropas japonesas, han hecho en China.”

 

(“No, this is no Crusade, no holy war; it is a very ordinary war of conquest... A campaign of revenge as barbaric as has never been seen in the last centuries, and not often at all in History... not even with the Huns, not even with the Vandals... That is no match for what the German and other troops of foreign Powers, together with the Japanese troops, have done in China.” Vid. Mombauer, Annika: ‘Wilhelm II, Waldersee, and the Boxer Rebellion’, from ‘The Kaiser’. Cambridge University Press, 2003.)

 

Pero, como hemos indicado, eso no autoriza a oprimir a otros Pueblos, y cuando eso ocurre, no debería esperarse que las personas independientes y honestas colaborarán con el opresor, ocultando y falsificando la criminal realidad de opresión y violación de derechos humanos fundamentales que éste impone; y éste es el meollo de toda la cuestión.

 

Ahora bien, si – como pretende la ideología imperialista, que “los abertzales” de nuestro País han endosado por completo – la fuente de toda legitimidad es la voluntad de “la mayoría” (lo cual esa ideología identifica además como “democracia”), entonces cualquier grupo humano puede negar y destruir “legítima y democráticamente” los derechos humanos fundamentales de un Pueblo, y reducir o liquidar así “democráticamente” a cualquier otro Estado, si puede consolidar la guerra, la ocupación militar y la anexión unilateral de ese Pueblo y Estado mediante un desplazamiento de poblaciones y una geometría electoral ad hocpreviamente creados por esa violencia criminal, los cuales le permitan “ganar referenda o elecciones” – a las que su ideología de servicio ya ha tenido previamente la precaución de llamar “democráticas” – por “mayoría”. Sólo los agentes de “la pluralidad y la fusión”: establecidas bajo las condiciones de una criminal ocupación militar en provecho de su propia Nación agresora, dominante y colonialista, pueden “ignorar” con desvergonzado cinismo lo que eso significa para las Naciones más pequeñas – e incluso para las menos grandes – que han sido ocupadas. Que se trate de Marcha Roja, Verde o Amarilla, el procedimiento es siempre el mismo.

 

Pero sin derechos humanos fundamentales no hay democracia. A partir de una situación creada mediante la violación de esos derechos, el hablar de democracia es un sarcasmo que sólo presenta de ella una apariencia externa falsificada, un sucedáneo de ritos formales – “elecciones y mayorías” – que la imitan y que desvergonzadamente son presentados como democracia pero que en realidad encubren su negación: irremediablemente establecida por la violación y conculcación de los derechos humanos. Una vez más: sin derechos humanos fundamentales no hay democracia, hay imperialismo y fascismo (a veces, con mascarada de “elecciones” periódicas bajo ocupación militar); que es el régimen que mantiene impuesto en China y sus colonias el Partido “comunista” Chino hasta el día de hoy.

 

Con tal caricatura de “democracia”, China puede – “mayoritaria y democráticamente”, según los agentes ideológicos del imperialismo – cargarse o tragarse no sólo Taiwán, Tíbet, Turquestán Oriental, Mongolia del sur y Manchuria, como ya está intentando hacer, sino también el Estado de Mongolyn, Siberia, todo el Sudeste Asiático, Polinesia, Micronesia, Melanesia, el Continente Austral o cualquier otro país del mundo, los USA incluidos. Lo que habría ocurrido ya “pacíficamente”, de no haberse promulgado allí en su momento las leyes para cortar la llegada de inmigrantes de raza amarilla, una vez que la realización de ferrocarriles, canales y otros trabajos “de interés mayoritario” finalizó y se dejó de necesitarlos y de acabar con ellos según iban llegando, tras haberles hecho trabajar y haberles proporcionado cementerios flotantes de retorno.

 

Si las condiciones políticas – bien fuera por capitulación política o, “mejor”, por gripe china o derrota termo-nuclear – se diesen, “nada prueba” que el Imperio Chino no procedería a la transferencia de población que, en la misma relativa escala, ha realizado en todas partes donde ha podido hacerlo. “100.000.000 de chinos, tal vez, o 200.000.000, serían transferidos a nuestro país”. (R. Aron.)

 

“La lucha de los Pueblos por su libertad, en contra del imperialismo, es la mayor fuerza revolucionaria de la historia. ‘Todo imperio perecerá.’ Afortunadamente, los imperios se deshacen, obligados a abandonar su dominación sobre los Pueblos que sojuzgaron por la violencia y el terror, y que – si no los liquidan antes – recuperan uno tras otro su independencia nacional. No sólo en Continentes diversos y lejanos sino también en la pequeña península europea situada junto al ‘Heartland’ de la “tierra central”. El significativo retorno de las naciones a sus territorios históricos geopolíticamente condicionados y constituidos manifiesta, en simple y cartográfica perspectiva, la anómala, extravagante y extemporánea condición de los residuales imperios español y francés del extremo occidente europeo.

 

Desde el Despotismo oriental hasta el Feudalismo, desde el Absolutismo al “Liberalismo” proto-Fascista, y desde las dictaduras castrenses al totalitarismo contemporáneo, contemplados los casos de Inglaterra, Alemania, Japón o Rusia, la historia comparada muestra la diversidad evolutiva de los imperialismos, pero confirma que, en general, el imperialismo no retrocede nunca de forma voluntaria, espontánea, racional o razonable. Su remisión o limitación sólo se da cuando encuentra resistencias que no puede superar.” Etc. (Véase el Capítulo III – ‘El Nacionalismo imperialista franco-español (III) The French-Spanish imperialistic Nationalism (III).)

 

Esas resistencias – ideológicas y en su caso militares – deben ser mantenidas por todos los medios que los Pueblos tienen a su disposición, en virtud de su derecho de legítima defensa, y con la ayuda de todos los Pueblos y Estados libres del mundo, según han establecido relevantes resoluciones de la Asamblea General de la ONU.

 

¡NINGUNA ‘CONVERSACIÓN’ CON LOS GENOCIDAS DE PUEBLOS Y ASESINOS DE MASAS CONTRA LA HUMANIDAD QUE SE HACEN LLAMAR ‘DIRIGENTES POLÍTICOS’!

 

¡FUERA LOS EJÉRCITOS EXTRANJEROS DE OCUPACIÓN MILITAR!

 

¡FUERA DEL REINO DE NABARRA LAS FUERZAS FRANCO-ESPAÑOLAS DE OCUPACIÓN MILITAR!

 

¡¡¡VIVA EL PUEBLO VASCO LIBRE!!! – GORA EUSKAL HERRI ASKEA!!!

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